- Resumen:
- Introduccion
- Transformaciones originarias y
primeros aprendizajes - Avances en el mundo
antiguo - Los conocimientos
prequímicos de Grecia a Roma - Medioevo y
alquimia
RESUMEN:
La ojeada a la historia de la Química que se
presenta intenta demostrar que la Química, como cualquier
otra ciencia, no es
aséptica, no es una muralla teórica atemporal, es
una construcción histórica, un drama de
ideas que se teje teniendo un fondo social que, en cierta medida,
la configura.
En esta primera parte se recorre brevemente desde las
principales transformaciones originarias que sufre el planeta
hasta el nacimiento, reorientación y muerte de la
Alquimia pasando por los colosales progresos del mundo antiguo y
las aportaciones de la filosofía griega y la cultura greco
– romana.
INTRODUCCION
En la actualidad, un gran interés
despierta el
conocimiento y la comprensión del proceso
sociohistórico que ha conducido al desarrollo de
la
ciencia.
Las relaciones entre la ciencia, la
tecnología
y la sociedad se ha
convertido en un amplio campo de estudio.
Paradójicamente, en medio de los avances que
supone vivir los tiempos de "la sociedad de la
información", una gran confusión se
advierte cuando se pretende juzgar la responsabilidad de la ciencia en los
peligros y desafíos que caracterizan nuestra época
histórica y se vinculan los grandes descubrimientos
científicos casi exclusivamente con el genio de
determinadas personalidades.
En esta presentación pretendemos aproximarnos,
desde la perspectiva sociológica del enfoque
histórico – cultural, al complejo panorama del desarrollo de
una ciencia que ha tenido un impacto notable en los progresos de
diversas ramas del quehacer humano, la Química.
Linus Pauling (1901-1994), laureado dos veces con el
Premio Nobel, ha propuesto la siguiente definición: "La
Química es la ciencia que estudia las sustancias, su
estructura,
sus propiedades y las reacciones que las transforman en otras
sustancias".
El complejo problema de la clasificación de la
ciencia ha sido pragmáticamente resuelto con la frecuente
afirmación aparecida en los textos: "…tradicionalmente
la Química se ha subdividido en varias ramas que facilitan
su estudio". De tal modo se olvida que no está
precisamente en manos de la tradición lo que
constituye reflejo de la lógica
interna de la ciencia y del decursar histórico de su
proceso de
construcción.
En primer lugar, las particularidades estructurales de
las sustancias químicas exigieron su estudio en dos
grandes campos: el mundo de las sustancias inorgánicas
relacionado originalmente con los minerales y que
engloba todas las combinaciones posibles en las que no interviene
el carbono, y el
mundo orgánico asociado a las sustancias que se presentan
en los tejidos vivos y
que incluye, por la singularidad estructural del carbono, a los
hidrocarburos
y sus derivados.
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Linus Pauling mereció el Premio Nobel en dos
oportunidades, el primero en 1954 por sus aportaciones en el
campo de la Química y en 1962 por su relevante labor a
favor de la paz.
Los países del "sur" han tenido que afrontar
también la "fuga de cerebros" que constituye un
obstáculo más en su desarrollo.
La determinación de la composición y
estructura de
las sustancias se erige en problema gnoseológico que
configura los contenidos de la Química Analítica,
sea en su expresión cualitativa o cuantitativa; mientras
el campo de acción delimitado por las rutas que conducen a
la producción de las sustancias, define la
Síntesis Química.
La combinación de las herramientas
del análisis y la síntesis
cobró fuerzas en la última década del siglo
XIX y ya en el siglo XX quedó demostrado el infinito
poder de este
sector del conocimiento
cuando ante las demandas de la época se edificaron
estructuras
que superan por sus propiedades a aquellas que se han producido
por los procesos
naturales.
Numerosos autores han resaltado la posición
central que ocupa la Química en el desarrollo del conocimiento
científico y cómo en el marco de su proceso de
construcción surge paralelamente una integración dialéctica con otras
ciencias
naturales que da pie a la aparición de los
ámbitos de la Física-Química, la Bioquímica, y más recientemente la
Química Ambiental.
La Física-Química
se ocupa principalmente de las leyes y teorías
que explican los cambios energéticos involucrados en las
reacciones
químicas, surgiendo tres áreas
específicas: la Termodinámica Química, la Electroquímica y la Cinética
Química.
La Bioquímica
dirige su objetivo a la
explicación de los procesos vivos
al nivel molecular.
La Química Ambiental cuyos contornos se
prefiguran aparece relacionada con la influencia de los agentes
químicos, naturales o artificiales, en la biosfera.
Surgen nuevas zonas periféricas en torno al polo de
la Bioquímica que delinean nuevos ámbitos como la
Biología
Molecular y la Ingeniería
Genética; y en la frontera con el otro polo de
la Física-Química se desarrollan las Ciencias de
los Materiales,
los Procesos de Ingeniería y la Electrónica.
El dominio de las
transformaciones de las sustancias químicas ha producido
un notable impacto sobre cinco áreas vitales para la
sociedad contemporánea: energía, producción de alimentos,
salud, transporte y
comunicaciones. También es cierto que en un
mundo irracionalmente establecido, los progresos en esta ciencia
han servido para el desarrollo de las mortíferas armas
químicas, y han contribuido al despliegue de los problemas de
contaminación ambientales, uno de los
mayores desafíos que enfrenta la humanidad.
Una batalla en el campo de las ideas reclama esta
época, en ella la educación (y
la lectura que
se haga de la historia), jugará un rol tal vez decisivo
para salvaguardar los logros de la humanidad. La Química
podrá ser usada para el bien o para el mal.
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F. Leloir, premio Nobel de Química (1970), es un
ejemplo de científico comprometido con su origen.
Rechazó numerosas ofertas de ricas instituciones,
que suponían ventajas materiales de
todo tipo, para seguir investigando en su país, Argentina.
Fritz Haber, Premio Nobel en 1919 por la síntesis del
amoníaco, contribuyó como director del Instituto
Kaiser Wilhelm, durante la primera Guerra
Mundial, al desarrollo de armas
químicas. En vísperas de la primera
utilización del gas contra las
tropas aliadas en 1915, su esposa atormentada por la horrorosa
contribución de su marido a la guerra se
suicidó. Irónicamente, con el arribo de los nazis
al poder, por el
origen judío de Haber, fue desplazado de la universidad y se
refugió en Inglaterra.
Murió poco tiempo
después, en la miseria.
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TRANSFORMACIONES
ORIGINARIAS Y PRIMEROS APRENDIZAJES
La Tierra hace 4
600 millones de años necesariamente tuvo que ser un
gigantesco reactor químico.
Los primeros océanos albergaron bacterias y
algas que durante millones de años aportaron
dioxígeno a los mares y a la atmósfera primitiva
posibilitando la aparición y desarrollo, unos 570 millones
de años atrás, de formas marinas de vida que
obtuvieran energía mediante la respiración.
Más de 170 millones de años debieron pasar
aún para que se formara una capa de ozono
estratosférica que absorbiera la radiación
ultravioleta dura de los rayos solares. Gracias a esta capa
protectora y al establecimiento en el planeta de condiciones
climáticas favorables aparecieron en tierra firme
las primera arañas y ácaros y luego, unas decenas
de años más tarde los anfibios invadirían
la
tierra.
Recientemente para la escala de los
tiempos geológicos, hace un par de millones de años
se inaugura la era del género
homo que en su evolución da lugar, unos miles de
años atrás, a la especie humana (homo sapiens
sapiens).
Durante estos dos millones de años, los
antecesores directos del hombre
moderno, en un proceso repleto de obstáculos, debieron
transformar como primer material la piedra, de manera que le
sirviera como herramientas y
utensilios.
La selección
de la piedra para estos fines tuvo que basarse en la
comparación de las propiedades de los materiales
disponibles: madera, hueso,
pieles. Pero no sólo la piedra debió ser trabajada,
si bien la naturaleza
pétrea del utillaje lítico permite que llegue a
nuestros días, en yacimientos fechados entre 2 y 1,5
millones de años se han encontrado también huesos de
animales con
marcas
grabadas, y varias investigaciones
sugieren que muchos de las herramientas de piedra fueron
precisamente empleadas para trabajar materiales orgánicos
como la madera.
Paralelamente con la práctica impulsada por la
necesidad de transformar ventajosamente las formas de los
materiales, estos antepasados del hombre
debieron reparar en las numerosas transformaciones que alteran la
naturaleza de
los materiales en su entorno: los volcanes producen
lava y gases que
afectan lo vivo y transforman el panorama natural, los rayos
desatan incendios
forestales, la carne cazada y los cadáveres se
descomponen, los jugos de frutas se agrian o eventualmente se
convierten en bebidas extrañamente
estimulantes.
Con la conquista del fuego, su conservación y
posterior producción, asistimos tal vez a la primera
transformación química resultante de la actividad
humana. La producción del fuego implicaba siempre la
transformación de un material vegetal seco en cenizas y la
liberación de humos.
Existen las evidencias de que el fuego fue empleado por
el hombre de
Pekín (un Homo Erectus) hace 1,5 millones de
años.
El fuego representó fuente de calor y
luz, y medio
de protección frente a los depredadores. Su
utilización posterior para cocer los alimentos les
produjo importantes transformaciones anatómicas –
fisiológicas que aumentaran la capacidad del cerebro y
contribuyeran al desarrollo de los órganos del lenguaje.
Así, a través de una práctica
condicionada por la amalgama de casualidad y necesidad, el hombre
primitivo aprendió que al calentar con ayuda del fuego
ciertos materiales estos se transformaban en otros que
exhibían nuevas y atractivas propiedades.
Mucho tiempo
después, hace unos 40 000 años, en tiempo que se
clasifica como el paleolítico superior, el fuego se
utiliza para calentar la piedra a fin de facilitar su trabajo, y
para alterar el color de los
pigmentos naturales que eran luego utilizados para pintar las
paredes de las cuevas.
Se inicia así un matrimonio de las
transformaciones químicas con el arte que llega
hasta nuestros días. Pero las obras del arte rupestre
demuestran dos cosas más:
- La búsqueda de los ocres minerales, el
óxido de hierro (III)
y los óxidos del manganeso constituyó la primera
actividad minera. - La penetración en lo profundo de las cavernas
y el trabajo
en su interior exigen de una iluminación artificial. Unos cuantos
candiles de piedra encontrados, en cuyo interior ardieron
grasas animales
así lo
atestiguan.
Con seguridad, el uso
y mantenimiento
del fuego significó un catalizador importante en el fin
del nomadismo y en el desarrollo de los primeros asentamientos
humanos estables. No es extraño que la adoración
del fuego sea un denominador común de mitologías
aparecidas en diferentes culturas y distantes escenarios
geográficos.
La combustión, esa bendita reacción que
a la vez mantiene vivo el infierno, fue pues fuente de progreso y
de conocimiento
para el hombre desde los primeros tiempos.
En la próxima sección veremos como el
fuego propició el dominio de
extraordinarios avances.
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La capa de ozono
estratosférica funciona como un filtro natural de las
radiaciones solares dañinas y casi 400
millones de años después de su formación la
actividad irracional del hombre en el planeta ha puesto su
existencia en peligro.
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La era de la piedra abarca la mayor parte de la
existencia humana. Y aún hoy de numerosas rocas el hombre
fabrica importantes materiales
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El hombre al conquistar el fuego gobernó la
primera transformación química y toda su vida
posterior resultó transformada.
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La alteración de los colores de los
ocres minerales fue condición necesaria para el desarrollo
del arte parietal del hombre de las cavernas.
La inauguración hace unos diez mil años de
la cultura de la
cerámica, supuso el dominio de la arcilla,
mineral complejo formado por un silicato de aluminio que
posee una cierta naturaleza plástica y al secar o ser
sometido a calentamiento endurece.
Al aprender el hombre a trabajar el barro, se inicia la
producción de ladrillos y el desarrollo del arte
alfarero, que coincide en ciertas civilizaciones con
el desarrollo de la agricultura y
la edificación de los primeros asentamientos
humanos.
La ciudad antigua de Jericó, una de las primeras
comunidades agrícolas, muestra, en su
segundo nivel de ocupación que data del milenio VIII a.C.,
un gran número de casas redondas de ladrillo de
adobe.
Las técnicas
involucradas en el reconocimiento de los minerales, el proceso de
reducción a metales y su
fundición, la forja y el templado de los metales han
tenido tal repercusión en el progreso social que los
historiadores han periodizado etapas de desarrollo como Edad del
Cobre, del
Bronce y del Hierro.
El dominio de los metales se inicia por el cobre,
elemento 25 en abundancia relativa en la corteza terrestre, pero
que puede encontrarse en estado nativo
y se reduce de sus óxidos con relativa
facilidad.
Precisamente la génesis de la metalurgia se
presenta cuando los hombres aprendieron que un calentamiento
enérgico de una mena azulada con fuego de leña,
producía un nuevo material rojizo, resistente y que
poseía una propiedad no
exhibida por la piedra, su carácter
maleable. Este material permitía la fabricación de
instrumentos más efectivos y duraderos.
Asistimos al inicio de la Edad del Cobre en dos regiones
tan distantes como el Medio Oriente y la actual Serbia, unos 4
000 años a.C.
Uruk (la Erech bíblica) una de las primeras
ciudades mesopotámicas levantadas en el milenio III a. C.,
presenta templos de adobe decorados con fina metalurgia y
una ornamentación de ladrillos vidriados.
Sorprende que descubrimientos arqueológicos
demuestren la entrada en escena de un nuevo material más
duro que el cobre, unos 500 años antes del inicio de la
Edad del Cobre. En el sudeste asiático, en la tierra de
los Thai, debieron practicar la reducción de una mezcla de
minerales que diera origen a la primera aleación trabajada
por el hombre: el bronce.
El bronce, una aleación constituida por cobre y
estaño (y en menor proporción otros metales), es
más duro y resistente que cualquier otra aleación
común, excepto el acero, y presenta
un punto de fusión
relativamente bajo.
El desarrollo desigual que experimentaron las
civilizaciones antiguas, erigidas en distintos escenarios
naturales, hace que el dominio de un material y el arte o
técnica de elaboración de objetos con él
aparezca en fechas bien distintas. Un milenio más tarde,
según lo demuestran hallazgos en la tumba del
faraón Itetis, los egipcios fabricaban el
bronce.
Existen los testimonios sobre la existencia de
instrumentos de un nuevo material ya por el año 1 500 a.
C. Los hititas, pueblo que se instala en el Asia Menor
durante siglos, debieron vencer las dificultades prácticas
que supone aislar el hierro de sus óxidos minerales. Se
necesita ahora el fuego del carbón vegetal y una buena
ventilación. Estos obstáculos debieron ser
superados porque el dominio del hierro suponía
herramientas y armas más fuertes y duraderas y
además porque el hierro aventajaba al cobre en algo muy
importante: los yacimientos de sus minerales eran más
abundantes.
De cualquier forma, la tecnología del hierro
no se implanta en Europa hasta el
siglo VII a.C., en China se
inicia un siglo después, y en el África
subsahariana hacia el 500 – 400 a.
C.
El avance de la civilización no sólo
exigió trabajar la piedra, la arcilla y los metales. Otros
desarrollos fueron indispensables para el alcance de un bienestar
deseado por las clases dominantes de una colectividad que ya
había conocido la división social del
trabajo.
Paradójicamente, ciertos ritos y creencias
sobrenaturales, reflejos de diversas enajenaciones
terrenales, impulsaron el desarrollo del conocimiento en
áreas como la elaboración de medicinas, perfumes y
cosméticos, tintes y colorantes.
Durante la civilización babilónica (siglo
XVIII – VI a.C.), que tuvo como herencia el
desarrollo técnico alcanzado por los sumerios, se lograron
avances en los procesos de blanqueo y tinte, y en la
preparación de pinturas, pigmentos, cosméticos y
perfumes.
Una tablilla sumeria escrita algunos siglos antes del
reinado de Hammurabi, siglo XVIII a.C. revela el desarrollo de la
farmacopea.
Los egipcios no sólo conocieron y trabajaron los
metales más importantes de la época: el oro, la
plata, el cobre, el hierro, el plomo y otros, sino que
aprendieron a preparar pigmentos naturales, jugos e infusiones
vegetales.
Aunque el término perfume tiene su origen en el
latín "per fumo" (por el humo) se reconoce que los
egipcios saturaban la atmósfera de tumbas y
templos sagrados con fragancias agradables procedentes de
preparados perfumados. También se sabe que tanto sus
hombres como mujeres se aplicaban ciertos aceites aromatizados
sobre la cara para aminorar el efecto deshidratante del clima
cálido y seco que debían soportar; y que gustaban
decorarse los párpados con un pigmento verde y otro oscuro
preparado con antimonio y hollín.
En otra dirección, los egipcios desarrollaron
métodos de
conservación de cadáveres cuyos resultados
sorprendieron milenios después al mundo occidental. Para
ello debieron estudiar las sustancias con propiedades
balsamáticas, los antisépticos y algunos elementos
de la farmacopea como el conocido empleo que le
dieron al ácido tánico en el tratamiento de las
quemaduras.
Este cúmulo de conocimientos que se fue acopiando
y transmitiendo sobre las propiedades y las transformaciones de
las sustancias químicas constituyó el núcleo
de lo que llamaron la khemeia egipcia.
Estos conocimientos técnicos por lo visto eran
recibidos y transmitidos por artesanos y técnicos mediante
la tradición, pero ignoramos las reflexiones que
acompañaban a sus prácticas de instrucción.
Esto significa que si entendemos la ciencia no sólo como
el saber hacer (arte y técnica), sino además como
el conocer y poder explicar las razones por las cuales se hace
así y no de otra manera, debemos admitir que ella comienza
cuando ya la técnica en la cual se apoya y a la cual
soporta, hace mucho tiempo ha sido establecida.
El momento histórico en que puede considerarse se
inicia la evolución de un pensamiento
teórico precientifíco data del siglo VI a.C. y
tiene como escenario la sociedad esclavista de la Grecia
Antigua. La definición de este momento se avala por ser
entonces cuando se inicia una reflexión teórica,
metódica y productiva sobre la naturaleza. De esto
trataremos en la sección que sigue…
Imhotep constructor de la primera pirámide
egipcia, unos 2700 años a.C., se considera también
pionero en la medicina y
precursor de la khemeia egipcia.
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La máscara de Agamenón, perteneciente a la
civilización egea, representa una joya de la cultura del
bronce, 1500 años a.C. Entre el desarrollo del
conocimiento
químico y el de las artes plásticas ha
existido un feliz matrimonio desde
tiempos inmemoriales.
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La cerámica vidriada comenzó a
fabricarse 1500 años a.C. La puerta de Istar en Babilonia
(575 a.C.) está construida por ladrillos
vidriados.
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La khemeia egipcia llegó a acopiar conocimientos
prácticos relevantes sobre las propiedades y
transformaciones de las sustancias no sólo del mundo
inorgánico sino también de los
compuestos naturales orgánicos.
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LOS CONOCIMIENTOS PREQUÍMICOS DE GRECIA A
ROMA
Los filósofos griegos ofrecieron las primeras
hipótesis sobre la diversidad del mundo
material a partir del reconocimiento de una o varias sustancias
fundamentales y sus transformaciones. A la concepción
materialista del mundo, nueva por principio, se opondría,
casi desde su inicio la visión idealista que se hacia
heredera de elementos de la tradición
religiosa.
En Mileto (Asia Menor),
comienza la filosofía. La gente rica optaba por relegar
el trabajo
físico a esclavos o asalariados, quedándoles tiempo
libre para pensar. En este contexto, Tales (625 – 546 AC)
elabora la tesis de que
la diversidad de las cosas encuentran la unidad en un elemento
primario. En términos de interrogante su indagación
puede resumirse de la siguiente forma: ¿Puede cualquier
sustancia transformarse en otra de tal manera que todas las
sustancias no serían sino diferentes aspectos de una
materia
básica?
La respuesta de Tales a esta cuestión es
afirmativa, e implica la introducción de un orden en el universo y una
simplicidad básica. Quedaba por decidir cuál era
esa materia
básica o "elemento". Tales propuso que este elemento
primigenio era el
agua.
El postulado de Tales no parece original si recordamos
que en la épica de los babilonios y en los salmos hebreos
se refrenda la idea de que el mar era el principio: Marduk o
Yahvé extendieron las tierras sobre las aguas. Sin
embargo, allí donde babilónicos y judíos
apelan a la intervención de un creador, el filósofo
griego no reclama la intervención de una entidad
sobrenatural. Al formular una explicación racional de la
multiplicidad de las cosas, sobre la base de la unicidad material
del mundo Tales abrió una nueva perspectiva que fuera
seguida por otros filósofos que le sucedieron
Allí donde Tales creyó ver en
el agua el origen
de todas las cosas Anaximandro (611 – 547AC) apela a un
ente conceptual de máxima generalización: el
apeirón para definir lo indeterminado o infinito que puede
asumir la forma de cualquiera de los elementos vitales para el
hombre, sea el fuego, el aire, el agua, la
tierra.
Para Anaxímenes (570- 500 AC) el elemento
básico era la Niebla. Las transformaciones de la
niebla posibilita cambios cuantitativos que se
traducen en lo cualitativo: si la niebla se rarifica da lugar al
fuego; si por el contrario se condensa, dará lugar
progresivamente a las nubes, el agua, la
tierra y las rocas.
En resumen, la llamada Escuela de Mileto
no solo implica el trascendental paso de la descripción mitológica a la
explicación racional del mundo sino que combina una aguda
observación de los fenómenos
naturales con una rica reflexión imaginativa.
La orientación epistemológica de
Heráclito de Efeso (540 – 475 AC) difiere de sus
predecesores cuando adopta la posición de ver en el
cambio la
principal característica del Universo y, de
acuerdo con esta visión, proponer al fuego como elemento
primario, dinámico en los procesos de cambio. En el
centro de su línea de pensamiento
nos encontrarnos la dialéctica: la estabilidad de las
cosas es temporal y refleja la armonía de los contrarios,
el cambio eterno viene dado por la ruptura de esta
armonía.
Con Pitágoras (582 – 500 AC) y sus
seguidores se aprecia una vuelta a la tradición religiosa.
La Escuela de
Pitágoras realiza valiosas contribuciones al desarrollo de
la Geometría
y la Astronomía, al tiempo que propone una
imagen del
universo
presidida por concepciones matemáticas que se relacionan con una
visión mística del ser.
De entonces parte el debate
acerca del método
conducente al conocimiento verdadero. Mientras la ciencia
jónica se asentaba sobre la observación de la naturaleza (y la
razón que la explica), los pitagóricos
desdeñan el papel de
los sentidos
en el
conocimiento y declaran el imperio de la razón.
Zenón de Elea (485 – ? AC) representa un momento de máximo
esplendor en el desarrollo de la argumentación lógica
planteada originalmente por Parménides (515 – 440
AC).
Entre el pensamiento eleático y la escuela de los
atomistas aparece una figura, Empédocles (493 – 433
AC), que expresa una tendencia a la recuperación en la
confianza de los
sentidos. Este filósofo acepta la idea de
que la realidad es eterna y se compone de cuatro sustancias
primarias: fuego, aire, tierra y
agua.
Leucipo (450 – 370 AC) y su discípulo
Demócrito (460 – 370 AC) constituyen los más
altos representantes de La Escuela Atomista. La hipótesis sobre la naturaleza
atómica de la sustancia, y la noción que de ella se
deriva acerca de la composición de las sustancias como
mezclas de
diferentes átomos que se diferencian entre sí por
sus tamaños y formas, resulta una integración en la polémica entre la
razón y los sentidos. Adviértase que los
átomos son el resultado de una abstracción
generalizadora que se convierte en concepto clave
para explicar la diversidad observada en las propiedades de las
sustancias.
Con Platón
(428 -347AC) se funda la Academia y la filosofía griega
gira hacia la tradición pitagórica. Platón
niega el uso de la observación y la experiencia sensible
como método de
investigación de la realidad. Su
retórica se hace incomprensible al admitir que todo
conocimiento es mero recuerdo (anamnesis).
El más influyente de los filósofos griegos
Aristóteles (384 – 322 AC) rompe con
el universo
ideal platónico y admite la cognoscibilidad del mundo
sobre la base de la experiencia y de la razón. Maestro en
la Academia y luego en el Liceo, cultiva en los discípulos
no solo la observación, sino también la
colección de materiales para apoyar el método
inductivo que desarrollaban en sus investigaciones.
Su obra incluye las siguientes áreas del saber:
Lógica, Ética y
Política,
Física y Biología.
La visión aristotélica sobre la tendencia
en la naturaleza hacia la perfección tendrá
más tarde una lectura que
vendrá a justificar la búsqueda de la piedra
filosofal en el movimiento
alquimista. Sobre la base de este supuesto, parece razonable
concebir que el oro, el metal más perfecto, puede ser
obtenido por transmutación de otro si el artesano pone
suficiente empeño e inteligencia
en su labor de laboratorio.
Se puede advertir que en la cultura de la Grecia antigua
no se desarrollan ni siquiera las primeras tentativas de estudio
experimental de las transformaciones químicas. El laboratorio de
los sabios griegos era fundamentalmente la mente humana. No
obstante, obtienen resultados sobresalientes en las Matemáticas y la Astronomía que exigieron mediciones y
comprobaciones experimentales de las hipótesis
formuladas.
Con el debilitamiento del Imperio Griego y el
florecimiento de lo que se llamó los "reinos
helenísticos" surgió el gran desarrollo de
Alejandría, ciudad fundada en Egipto por
Alejandro
Magno (356 – 323 AC). Bajo los reinados de Ptolomeo I
(305 – 285 AC) y Ptolomeo II (285 – 246 AC)
nació y se desarrolló el "Museo" (considerado como
una relevante universidad),
adjunto al cual se creó la más importante biblioteca de
estos tiempos.
Es en este momento que aparece un escenario
histórico propicio para un contacto y posible fusión de
la maestría egipcia en la experimentación (khemeia)
con la teoría
griega pero tal posibilidad no se convirtió en realidad.
Al parecer el vínculo estrecho del arte de la
khemeia con la religión actuó
como muralla impenetrable para el necesario intercambio. Muchas
vueltas daría la Historia para que se diera una
integración fructífera de ambos conocimientos
teóricos y
prácticos.
No obstante, aparece como un exponente de la khemeia
griega, a inicios del siglo III a.C., un egipcio
helenizado, Bolos de Mende. A su pluma se atribuye el primer
libro, Physica
et Mystica que aborda como objetivo los
estudios experimentales para lograr la transmutación de un
metal en otro, particularmente de plomo o hierro en
oro.
Semejante propósito, que alienta tentativas
posteriores a lo largo de más de un milenio, encuentra
fundamento en la doctrina aristotélica de que todo tiende
a la perfección. Puesto que el oro se consideraba el metal
perfecto era razonable suponer que otros metales menos
‘perfectos’ podrían ser convertidos en oro
mediante la habilidad y diligencia de un artesano en un taller. Y
este supuesto, junto al interés
económico que concita, soporta el campo de acción
principal de los antecesores de la química que se
sucedieron en diferentes momentos y culturas hasta el siglo
XVII.
Con la desaparición del gran imperio consolidado
por Alejandro, y el posterior sometimiento de los pueblos greco
– parlantes al poder de los romanos (Grecia es convertida
en provincia romana en el 146 AC), quedó seriamente
comprometido el avance del saber científico.
El aletargamiento de las ciencias en
este período se ha relacionado con la falta de
interés de la cultura romana por los saberes
científicos – filosóficos.
No obstante, se afirma que el emperador tiránico
romano Calígula (del 37- 41) apoyó experimentos para
producir oro a partir del oropimente, un sulfuro de
arsénico.
Se ha reportado también que Zósimo de
Tebas (hacia el 250-300) estudió la acción
disolvente del ácido sulfúrico sobre los metales.
Este descubrimiento podría haber resultado la más
sobresaliente aportación de los romanos pero fue ignorado
por los que tiempos después continuaron el estudio de las
transformaciones de las sustancias. Zósimo además
apreció la liberación de un gas al calentar
el óxido rojo de mercurio. Más de diez siglos
pasaron para que esta misma reacción fuera estudiada e
identificado el gas, el dioxígeno.
Hacia el año 300 el emperador Diocleciano (283
– 305) ordenó quemar todos los trabajos egipcios
relacionados con el arte de la khemeia. Su decisión
respondía a dos factores: por una parte, temía que
la khemeia permitiera fabricar oro barato y con ello hundir la
tambaleante economía del Imperio
y, por otra se hacía sospechoso el pensamiento pagano
asociado a la práctica de la khemeia vinculada
estrechamente con la religión del antiguo
Egipto. Este
mismo emperador trató de eliminar el cristianismo,
pero fracasó; el emperador Teodosio I el Grande (en el
período de 379 – 395) terminó por fundar un imperio
cristiano.
A pesar de esta prohibición se conoce que Hypatia
(370? – 415) sobresaliente filósofa y matemática
alejandrina, realizó estudios experimentales en el campo
de la khemia y desarrolló, entre otros instrumentos, un
equipo de destilación de agua, que debió ser
uno de los primeros útiles del stock
alquimista. Durante casi dos siglos, desde Nerón
hasta Diocleciano, los cristianos debieron enfrentar una cruel
persecución. Ahora, una de las primeras mujeres de ciencia
resultaría mártir de la intolerancia religiosa
practicada por los cristianos. Se inauguraba así toda una
época de estancamiento en el mapa europeo.
Más de 20 siglos antes que Dalton,
Demócrito propuso la naturaleza atómica de las
sustancias.
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La diversidad de las cosas venía dada por las
diferencias en "los ladrillos indivisibles" que las
constituían, he aquí su brillante
abstracción.
MEDIOEVO Y ALQUIMIA
La inestabilidad política en el mundo
romano condujo a que en el año 395 se produjera su
división en una región occidental y otra oriental.
Este proceso de desintegración se corona casi un siglo
más tarde con la ascensión al poder de Odoacro
(476), bárbaro romanizado, que disuelve el imperio
occidental dando paso al imperio medieval de los Papas y
Patriarcas cristianos.
La influencia del cristianismo
sobre el lento desarrollo del conocimiento
científico en todo este período se explica
atendiendo a los nuevosesquemas de pensamiento que esta
religión portaba y a los intereses que defendía la
nueva estructura del poder eclesiástico. Las principales
preguntas y cuestionamientos que se hicieron los pensadores
anteriores quedarían encadenadas por un dogma: sólo
hay conocimiento en Dios y genuina vida en la fe. Se
pretendió que el hombre cristiano se preocupara más
por su alma eterna que por sus relaciones con los
fenómenos naturales y la posible penetración en la
esencia de los mismos mediante el estudio y el razonamiento.
Agustín (354 – 430) es uno de los principales
exponentes de esta corriente filosófica.
Hasta el cierre definitivo de la Academia en el siglo VI
por el emperador Justiniano la pálida producción
del conocimiento filosófico de la época se asocia a
la traducción de clásicos y al replanteamiento de
las ideas contenidas en los sistemas de
Platón y Aristóteles.
Boecio (47? – 525) aborda un problema con el cual
se cierra un estadio en el desarrollo del pensamiento occidental
que se reabriría al debate con
el renacimiento
de la cultura: se trata de examinar el grado de realidad o
significación atribuible a "los géneros y las
especies", a los conceptos más generales. Tal
cuestionamiento apunta hacia la prefiguración de dos
corrientes epistemológicas: el realismo y el
nominalismo.
De cualquier modo, paralela a la noche medieval europea,
resplandeció la cultura árabe, y en el Oriente
tuvieron lugar desarrollos notables. En el propio contexto
europeo tuvieron lugar determinados avances y en la segunda etapa
de este período, Europa occidental
comenzó a recuperar el liderazgo
científico.
A la altura del siglo VII, los ejércitos
árabes conquistaron extensos territorios del oeste de Asia
y norte de África.
La cultura árabe pudo nutrirse en Persia y Egipto
con restos de la herencia cultural
griega. Se afirma que obtuvieron de la secta de los nestorianos
refugiados en Persia numerosas obras de los griegos, incluyendo
bibliografía sobre la
khemeia. En árabe la khemia adoptó el nombre de
al-Kimia y así el desarrollo de la alquimia
greco-egipcia estuvo en manos y mentes árabes durante
cinco siglos.
Sus contactos con el Asia, le impusieron de los avances
en el conocimiento chino de diferentes ramas. En particular de
los desarrollos que lograban con el propósito de obtener
el oro para elaborar un elíxir de "larga vida". Vuelve a
ser el oro fuente impulsora del conocimiento prequímico
pero ahora en una otra dirección: la búsqueda de un
elíxir de la eterna juventud.
También los árabes conocieron del descubrimiento
chino de los materiales pirotécnicos y la pólvora,
razón por la cual llamaron a las luces de bengala "flechas
chinas".
Lo cierto es que de la asimilación multilateral
que logran integrar los árabes, florece en Arabia a partir
del 750 y hasta mediados del siglo XIII una Escuela de
Farmacia.
El primer trabajo de este período, universalmente
reconocido como un resumen de los conocimientos alquímicos
acopiados en la época, es la obra de Abu Musa Jabir
al-Sufi, llamado Geber en Occidente (760 – 815). A
través de él conocemos que los alquimistas
árabes trabajaron fundamentalmente con los metales oro y
mercurio, con los elementos no metálicos arsénico y
azufre, y con los compuestos formados por sales y ácidos.
Ellos concebían los metales y en general la diversidad de
la sustancias como el resultado de la combinación de dos
principios
representados por el azufre (sólido, combustible y
amarillo) y el mercurio (líquido, metálico, y
volátil). Confiaban en la transmutación de las
sustancias y aunque sus hipótesis de partida fueran falsas
iban desarrollando procedimientos
experimentales para el tratamiento de las sustancias y
descubrían nuevos productos,
entre los que cabe mencionar el cloruro de amonio y el carbonato
de plomo así como la destilación del vinagre para obtener el
ácido acético concentrado, el ácido
más empleado a partir de entonces en las recetas y
digestiones alquimistas.
Abu Bakr Muhammed Ibn Zakariya Al-Rhazi (Rhazes, 850
– 925) escribió una verdadera enciclopedia
médica. Es el primero que inicia las aplicaciones de las
sustancias químicas en la medicina
despojado de todo sentido místico al emplear el yeso, de
acuerdo con sus propiedades, en la inmovilización de los
huesos
fracturados. Se le atribuye además el descubrimiento del
antimonio metálico.
Abu Ali Al-Hussaín Ibn Sena (Avicena, 979 –
1037), es considerado por muchos como el médico más
importante en el período que media entre el Imperio Romano y
los orígenes de la ciencia moderna. En su famosa obra
Kitab ash-Shifa (El libro de las
Curaciones) proclama como el principal objetivo de la alquimia la
preparación de sustancias para combatir las enfermedades y declara
estéril el estudio de la transmutación de los
metales en oro.
Después de Avicena vendría el ocaso del
mundo árabe, como resultado de las invasiones de turcos y
mongoles.
A finales del siglo VIII el emperador Carlo Magno (742
– 814), ordena la creación de escuelas destinadas a
enseñar rudimentos de lectura,
aritmética y gramática. Se abren escuelas anexas a las
catedrales e iglesias de las poblaciones más importantes,
gestándose para la época una verdadera revolución
educativa. Si embargo hasta bien entrado el siglo XI no
existía una educación que pudiera
salir de un nivel elemental.
En el siglo XII comenzó un reencuentro con el
saber antiguo. Se advierte una reactivación de los
viajes y el
florecimiento de relaciones comerciales estrechas entre el
occidente y el oriente.
La naturaleza de los contactos con el Oriente tienen
otra expresión en las Cruzadas que se iniciaran con la
proclama lanzada por el papa Urbano II en 1095 y en la
reconquista que llevan a cabo los cristianos españoles de
los territorios perdidos ante el Islam.
Gerardo de Cremona (1114 – 87), instalado en
Toledo durante buena parte de su vida, contribuyó con su
obra a la traducción de más de noventa tratados
árabes.
Es en este marco histórico que se fundan las
primeras universidades europeas con el propósito de servir
de instrumento para la expansión de los nuevos
conocimientos y transmitir la herencia cultural a las nuevas
generaciones. En el trividium de teología,
derecho y medicina que dominara el currículo universitario, la medicina se
erigía como la disciplina que
demandaba el desarrollo de estudios experimentales. Pronto,
célebres Doctores serían los impulsores de la
alquimia europea.
Alberto Magno (1200 – 1280) es considerado el
primer alquimista europeo. A sus trabajos se debe el
descubrimiento del arsénico en forma casi pura y algunos
le atribuyen, de forma compartida, los estudios sobre la mezcla
explosiva de nitrato de potasio, carbón vegetal y azufre
(pólvora).
Se le reconoce a Alberto Magno, ser uno de los
artífices de la doctrina de "la doble verdad". La
solución al debate entre la razón y la fe
debió pasar por el filtro ideológico que admitiera
al hombre la posibilidad y capacidad de estudiar el escenario
natural creado por Dios, abriendo un espacio a la
"filosofía de la naturaleza". De cualquier manera, no
cesaría la censura del poder eclesiástico que
obstaculizó el desarrollo y en ocasiones condujo a
sanciones de prisión y horrendos
crímenes.
Roger Bacon (1212 – 1294), fue como Alberto sacerdote, y
como a él se le atribuyó también resultados
con mezclas
explosivas del tipo de la pólvora. Poco después,
apenas iniciado el siglo XIV otro monje, Berthold Schwarz,
describió el método de utilizar la pólvora
para impulsar un proyectil con lo cual se inicia su negra
aplicación en la guerra.
Pero Bacon no corrió igual suerte que su
contemporáneo. En 1278 el que fuera más tarde Papa
Nicolás IV prohibió la lectura de
sus libros y
ordenó su encarcelamiento que se extendió durante
10 años. Su obra mayor Opus Malus se editó y
publicó en el siglo XVIII.
El más importante de los alquimistas europeos que
firmaba sus documentos como
Geber (el famoso alquimista árabe que viviera dos siglos
antes) fue el primero en describir, hacia el año 1300, la
forma de preparar dos ácidos
fuertes minerales: el ácido sulfúrico y el
ácido nítrico. Poco tiempo después de Geber
el estudio de la alquimia, por segunda vez en la historia,
sería prohibido. En esta ocasión corresponde al
Papa Juan XXII (Papa de 1316 al 1334) declararlo anatema.
Sobrevendrían largos años de silencio o acaso de
clandestinidad de la alquimia que de tal suerte no pudiera llegar
hasta nosotros.
Los tres procesos más importantes de los siglos
XV y XVI fueron:
- El Renacimiento
que representó un redescubrimiento del saber griego y
alentó un espíritu de confrontación con
las viejas ideas. - El descubrimiento de nuevas rutas marítimas
que lograron la expansión de un comercio
creciente condicionado por el surgimiento de la economía
capitalista, y la conquista de "un nuevo
mundo". - El desarrollo de los intereses nacionales que diera
origen al nacimiento de los estados. Estos intereses
económicos se reflejaron en el movimiento
de las reformas religiosas (siglo XVI) que condujo a una
flexibilización del control de
la Iglesia
sobre el proceso de construcción del
conocimiento.
Además, fueron acontecimientos
importantes:
- La toma de Constantinopla por los turcos (1453) que
significa la caída del último reducto de la
herencia cultural grecorromana y el éxodo de los
eruditos que trasladan consigo hacia Europa numerosas fuentes del
antiguo saber griego. - La inauguración de la primera imprenta
práctica por Johan Gutenberg (1397 – 1468) con lo
cual se alcanza una reproducción y difusión del
conocimiento escrito no imaginado en épocas
anteriores.
En este telón de fondo social, corresponde al
siglo XVI la consolidación como campo de acción de
la alquimia la búsqueda de sustancias para fines
medicinales.
Los médicos continuaron siendo en esta
época los aliados del desarrollo de la alquimia. Los
más sobresalientes representantes de este nuevo movimiento
europeo, que tiene sus antecedentes en la Farmacia árabe,
fueron el alemán, G. Bauer (conocido como Georgius
Agrícola, 1494 – 1555) y el suizo, T. Bombastus
(Paracelso, 1493 – 1541) .
Agrícola escribió un tratado, "De Re
Metallica" que recoge los principales aportes de los alquimistas
en el estudio de las transformaciones de los minerales y
constituye un compendio de la alquimia aplicada en el campo de la
mineralogía. Supo lidiar el trabajo investigativo con la
política y al morir era alcalde de su ciudad,
Chemnitz.
Paracelso, funda una escuela que pretende estudiar los
métodos de
preparación de minerales con fines medicinales y niega la
posibilidad de la transmutación de los metales. La piedra
filosofal es reconceptualizada como el elíxir de la vida.
Utilizó el azufre y el mercurio en la elaboración
de preparados para combatir la sífilis y
el bocio. Una aportación concreta de Paracelso al
desarrollo de la alquimia viene dado por su descubrimiento del
zinc metálico.
Andreas Libavius (1540? – 1616) cierra el siglo
XVI con la publicación de su libro "Alchemia" que resume
los logros de la alquimia medieval en un lenguaje claro
y limpio de todo misticismo. Fue el primero en describir la forma
de preparar el tercer ácido fuerte mineral, el
ácido clorhídrico y la mezcla que atacaría
al oro y recibiría el nombre de agua regia. Libavius
compartía el criterio de Paracelso sobre la función
principal de la alquimia, pero reconocía la posibilidad de
la transmutación de los metales.
Mientras la alquimia agoniza para dar paso a una ciencia
experimental, la física había profundizado en
la modelación del movimiento mecánico de los
cuerpos y se preparaba el camino para cristalizar la obra de
Newton en el
siglo XVII "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica".
Toda la Ciencia posterior iba a recibir su impacto…
Aristóteles, el más influyente de los
filósofos griegos, legó una doctrina
que sirvió de aliento durante siglos al movimiento
alquimista. La tendencia a la perfección debería
permitir que, en el laboratorio de los alquimistas, los metales
comunes se transformaran en el metal que simboliza la
perfección: el oro.
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La creación de una escuela en torno a la cual
se agrupara una comunidad de
"sabios" con sus discípulos para alimentar el debate y
propiciar la transmisión y enriquecimiento de
los conocimientos, nació en Atenas con
instituciones
como la Academia que sobrevive durante siglos hasta la primera
etapa del Medioevo, cuando el emperador Justiniano ordena en el
siglo VI su definitivo cierre.
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Hypatia, filósofa de Alejandría en el
período de decadencia del Imperio
romano, fue víctima de un horrible crimen
de extremistas cristianos un siglo después que los paganos
asesinaran a Catalina, una erudita alejandrina
cristiana. La intolerancia religiosa de uno y otro
bando ha perseguido el camino del hombre y cobrado
víctimas sin reconocer privilegio de género.
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M.Sc. Rolando Delgado
Castillo.
Profesor de la Universidad
de Cienfuegos. Cuba.