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Counseling




Enviado por cevo29



Partes: 1, 2

    Indice
    1. La
    personalidad y su crecimiento

    2. Aproximación teórica al
    counseling.

    3. Técnicas de
    relación.

    4. Técnicas de
    interpretación

    5. Referencia
    Bibliográfica

    1. La
    personalidad y su crecimiento
    .-

    "Hay quienes no pueden aflojar sus propias cadenas
    y sin embargo pueden liberar a sus amigos"
    – Federico Nietzsche

    Definición de personalidad.
    La
    personalidad ha sido definida de múltiples maneras,
    según han habido diversos teóricos sobre ella. No
    podemos aspirar a una concepción y a una definición
    únicas. En lo que sí parece haber consenso es en el
    hecho de que la personalidad
    se forma en la interacción con los demás, con los
    otros significativos, y que las experiencias resultantes de esta
    interacción repercuten y moldean nuestra herencia
    biológica. Es decir, que somos el resultado de lo social y
    lo biológico.
    Gordón Allport es uno de los más importantes
    teóricos de la personalidad. Su definición de la
    misma es la siguiente: "Personalidad es la
    organización dinámica en el interior del individuo de
    los sistemas
    psicofísicos que determinan su conducta y su
    pensamiento
    característicos". Analicemos los
    componentes de esta definición.
    Se considera que la personalidad es una organización porque está constituida
    por configuraciones, niveles, jerarquías y estructuras de
    hábitos, ideas y formas de sentir, que dirigen y se
    manifiestan en la conducta. Este
    término implica su opuesto recíproco de
    desorganización, que hace referencia a las personalidades
    anómalas.
    El término psicofísico nos recuerda que la
    personalidad no es ni exclusivamente mental ni exclusivamente
    neural (física). Su funcionamiento requiere de
    ambos en unidad dialéctica. La base biológica es el
    temperamento.
    Sistema. Todo
    sistema es un
    complejo de elementos en mutua interacción. Una costumbre
    es un sistema, como lo es también un sentimiento, un rasgo
    o característica, un concepto, un
    estilo de conducta. Estos sistemas existen
    en el organismo en estado latente
    incluso cuando no son activos. Son
    nuestro potencial para la acción.
    Determinan. La personalidad es algo y hace algo. Los sistemas
    psicofísicos latentes, cuando son llamados a la
    acción, motivan o dirigen una actividad y un pensamiento
    específico. Todos los sistemas comprendidos en la
    personalidad han de considerarse como tendencias
    determinantes.
    Característicos. Todo pensamiento y toda conducta son
    característicos de la persona,
    únicos y existentes solamente en un individuo. Incluso los
    actos y los conceptos que aparentemente compartimos con otros son
    en el fondo individuales e idiosincrásicos.
    Conducta y pensamiento. La conducta y el pensamiento son producto de la
    personalidad, al igual que las emociones y
    sentimientos, y en su conjunto son el vehículo para
    adaptarnos a la realidad.
    Campo experiencial y self. Carl Rogers denomina "campo
    experiencial" al conjunto de experiencias que tiene el organismo
    en interacción con su entorno, en un momento dado, y que
    potencialmente pueden acceder a la conciencia. El
    self, sí mismo o Yo, es la parte del campo experiencial
    que puede ser representada verbalmente, es decir, hecha conciente
    e identificada como propia del sujeto; es todo lo que en un
    momento determinado podemos decir que somos nosotros: "tengo
    tales y cuales emociones, mi
    inteligencia y
    aptitudes son así o asá, mis habilidades son estas,
    mis deseos y necesidades aquellos, etc." De todo lo que
    experimentamos de nosotros mismos, identificamos, con cierta
    continuidad en el tiempo, un
    conjunto de rasgos y cualidades que nos dan identidad:
    "esto soy" "esto puedo" "esto valgo"; a eso le denominamos
    "self". Pero este self es sólo un porcentaje mínimo
    de lo que realmente somos y que aún no hemos descubierto
    ni verbalizado.
    Una cualidad del self es que está en constante movimiento,
    como una célula,
    expandiéndose y contrayéndose, incorporando y
    expulsando experiencias e ideas, abarcando más o abarcando
    menos del campo experiencial, es decir, representando más
    o menos de nosotros mismos. De ahí que nuestro self,
    nuestro autoconcepto, no permanezca estático; que cambie
    constantemente.
    Ahora bien, dado que el self es básicamente verbal, y que
    las palabras connotan juicios de valor, nuestro
    self y sus cualidades se verán inexorablemente ligadas a
    apreciaciones valorativas provenientes del exterior, de nuestros
    padres y criadores, y que nosotros internalizamos (introyectamos:
    introyectos) y asumimos como propios. Si el ambiente que
    nos rodeó y nos rodea es más o menos aceptador,
    nutritivo y empático frente a nuestras necesidades,
    entonces nuestros introyectos serán relativamente
    favorables, reales y facilitadores del autodescubrimiento y la
    autoexperiencia. Si el ambiente y los
    introyectos son descalificadores y agresivos, nos negaremos a
    experimentar lo suficiente por temor y aceptaremos como propios,
    sin ponerlos a prueba lo suficiente, los introyectos ajenos;
    estos introyectos muchas veces no corresponderán a la
    realidad, y desarrollaremos así lo que se conoce como
    "falso self" o "self incongruente".
    Self congruente e incongruente. Si consideramos que el campo
    experiencial es el territorio y el self es el mapa de dicho
    territorio (no sólo cognitivo, sino también
    afectivo-valorativo), el "self congruente" vendría a ser
    un mapa que refleja casi fielmente el territorio, y además
    enfatiza y resalta sus cualidades, haciéndolo atractivo de
    visitar. El "self incongruente", en cambio,
    sería un mapa que corresponde poco con el territorio y
    encima enfatiza lo negativo, haciendo del paseo una labor
    tediosa, frustrante y que asusta. Es fácil deducir
    cuál de las dos personas, el congruente o el incongruente,
    será más eficaz y eficiente en su actividad;
    cuál tendrá más facilidad para elegir con
    éxito,
    conociendo cuáles son sus recursos y
    limitaciones reales, sintiéndose apoya por sí
    mismo, y cuál dará "manotazos de ciego" por guiarse
    con un mapa falso.
    Condiciones para el paso de la incongruencia a la congruencia.
    Toda persona, dice
    Rogers, tiene el potencial innato de crecer hacia la congruencia,
    desarrollando un self auténtico que refleje lo que es y lo
    ayude realmente a desenvolverse en el medio. Aún en medio
    de nuestra limitaciones genéticas y biológicas
    podemos desarrollar un grado adecuado de congruencia. No
    obstante, "las personas de funcionamiento cabal", como él
    las denomina, no son precisamente abundantes. Esto, creemos, se
    debe a que la calidad del
    entorno en que vivimos y los introyectos que recibimos
    contrarrestan negativamente dicha tendencia innata.
    Podríamos usar la siguiente metáfora: la semilla
    del crecimiento cabal y congruente está presente en todos
    nosotros, aunque no en la misma proporción ni
    representando a la misma especie vegetal (sino todos
    seríamos aburridos clones). Para que esta semilla crezca
    necesita un terreno rico en tres sustancias básicas:
    aceptación incondicional, empatía y autenticidad.
    Con esto presente empezaremos explorarnos, a conocernos, a
    valorarnos y a desarrollar lo que podemos y queremos ser a
    cabalidad.
    Creemos firmemente que un ambiente facilitador para el
    crecimiento puede y debe gestarse en la consejería y la
    tutoría. La relación de ayuda que exponemos a
    continuación abunda en ello.

    La relación de ayuda.-
    En sus libros
    "Orientación psicológica y psicoterapia",
    "Psicoterapia centrada en el cliente" y "El
    proceso de
    convertirse en persona", Carl Rogers realiza una serie de
    planteamientos tendientes a esclarecer su posición frente
    al counseling, el proceso
    terapéutico, la personalidad y la naturaleza
    humana. En dichos textos establece la siguiente hipótesis como eje de toda su
    concepción psicológica: "Que el individuo tiene la
    capacidad suficiente para manejar en forma constructiva todos los
    aspectos de su vida que potencialmente pueden ser reconocidos en
    la conciencia" (Rogers, 1972, 1978). Dicha
    hipótesis es, a
    nuestro entender, el planteamiento esencial del enfoque, y, a su
    vez, lo que genera mayores polémicas. Veámosla con
    mayor detenimiento.
    Rogers asume -en base a datos
    empíricos, según dice- que existe en todo ser
    humano una tendencia innata a la actualización, esto es,
    al desarrollo
    progresivo y a la superación constante, si se encuentran
    presentes las condiciones adecuadas (Rogers y Kinget, 1971). Algo
    similar a la autorrealización, también innata, que
    proponen Maslow y May y
    todos los demás psicoterapeutas humanistas (Frick, 1973),
    y a la autorregulación organística de Fritz Perls
    (Perls, 1987).

    El hombre ,
    dice Rogers, es positivo por naturaleza , y
    por ello requiere respeto absoluto,
    especialmente en cuanto a sus aspiraciones de superación
    (Di Caprio, 1976). De ello se desprende que está
    contraindicado para el consejero realizar todo tipo de
    conducción o dirección sobre el individuo; todo tipo de
    diagnóstico o interpretación, porque
    ello constituiría un atentado contra las posibilidades del
    sujeto y contra su tendencia a la actualización. Se
    recomienda situarse en el punto de vista del cliente , asumir
    su campo perceptual y trabajar en base a ello como una especie de
    alter ego. Incluso la palabra "cliente" es asumida de una manera
    especial: el cliente es aquella persona que responsablemente
    busca un servicio y
    participa del proceso terapéutico de la misma manera;
    aquella, explícita o implícitamente, conciente de
    su capacidad de desarrollo no
    utilizada, que no va "a ser ayudada" sino que trata de ayudarse a
    sí misma y participa activamente en el proceso. Se
    descartan del lenguaje
    rogeriano los términos paciente, enfermo, curación,
    diagnóstico , etc., porque connotan
    dependencia, limitación y falta de respeto por la
    persona.
    Esta actitud frente
    a la dignidad del cliente, la aceptación incondicional y
    el respeto que se le tiene cobran una importancia tal que se les
    consideran factores que favorecen u obstaculizan (de faltar) la
    adquisición del enfoque centrado en el cliente.
    Aceptación y respecto deben estar enraizados en la
    personalidad del consejeto o tutor, formar parte esencial de su
    ser, y ello pasa, antes que nada, por aceptarse a sí
    mismos.
    En síntesis ,
    la hipótesis central propone que el ser humano
    puede, si se le presentan las condiciones adecuadas,
    desarrollarse o actualizarse, ampliar sus capacidades y ser
    conciente de lo que experimenta a fin de poder auto
    controlarse. "No se puede manejar eficazmente lo que no se
    percibe concientemente", propone Rogers. De allí la
    necesidad de ampliar el concepto de
    sí mismo del cliente, su self, y de incluir en él
    todo (o casi todo) lo que vivencia. Pero no se pretende hacerlo
    actuando sobre él sino, como dice Kinget,
    "acompañándolo" en la experiencia,
    brindándole las condiciones requeridas y dándole
    seguridad (Rogers
    y Kinget, 1971).
    En este contexto teórico, la ayuda viene a ser "…toda
    relación en la que al menos una de las partes intenta
    promover en el otro el crecimiento, el desarrollo, la
    maduración y la capacidad de funcionar mejor y enfrentar
    la vida de manera más adecuada…"; "…relación en
    la que uno de los participantes intenta hacer surgir, en una o
    ambas partes, una mejor apreciación y expresión de
    los recursos latentes
    del individuo y un uso más funcional de estos" (C.
    Rogers). Ayudar, entonces, más que solucionar ES PROMOVER
    Y FACILITAR, creando condiciones adecuadas para que se de el
    impulso innato al crecimiento. No es sufrir por el otro, ni
    desvivirse por los demás negándose a sí
    mismos; no es hacer por los demás sino inducir a que ellos
    hagan por sí mismos.
    La relación de ayuda tiene las siguientes
    características:

    1. Tiene lugar por consentimiento mutuo de los
      participantes: no se puede ayudar por obligación ni
      nadie puede ser obligado a que lo ayuden. Para que sea
      útil no puede haber presión
      ni coerción.
    2. En la relación de ayuda se expresa afecto: el
      cliente tiene el derecho de depositar en el consejero todos los
      afectos que surjan, y éste debe estar en condiciones de
      soportarlos y dar el holding correspondiente. Los únicos
      afectos que el consejero o tutor puede dar son la
      aceptación, la autenticidad y la empatía. Lo
      más personal e
      íntimo se lo guarda para su propio
      consejero.
    3. La relación de ayuda tiene sentido: trata de
      experiencias directas y personales que le dan significado; de
      allí que no se trate de un aleccionamiento ni de darle
      "charlas", sino de explorar, reconocer y aceptar lo que el
      cliente es.
    4. En la relación de ayuda se manifiesta la
      persona total: se respeta al individuo y su integridad. Supone
      honestidad
      intelectual y emocional entre los participantes; no hay lugar
      para el fingimiento.
    5. La relación de ayuda se da porque el cliente
      necesita comprensión, un ambiente facilitador del
      crecimiento, información, vínculos reparadores,
      etc. Las necesidades principales son las del cliente, las de
      consejero pasan a un segundo plano.
    6. La persona que ayuda es accesible y se muestra segura:
      reconoce para sí sus límites,
      y aunque no tenga toda su vida solucionada no mezcla sus
      problemas
      con los del cliente ni lo usa para sentirse bien consigo mismo.
      Se muestra cordial
      y dispuesto a escuchar.
    7. La relación de ayuda es una situación
      estructurada: tiene ciertas reglas, límites,
      objetivos y
      procedimientos.
      Exige roles y capacidades diferenciadas. No es una simple
      charla entre amigos.
    8. Promueve el cambio:
      consejero y cliente aprenden el uno del otro y el resultado es
      el cambio, es decir, formas diferentes y más adaptativas
      de pensar, sentir y comportarse, resultado del trabajo
      conjunto.

    Tal vez la relación de ayuda puede quedar
    más clara en su esencia si resaltamos lo que ésta
    no es. Al respecto Charles Patterson plantea lo
    siguiente:

    1. No es el suministro de información, aunque durante el proceso de
      ayuda ésta pueda proporcionarse.
    2. No es dar consejos, sugerencias o
      recomendaciones.
    3. No es influir, abierta o sutilmente, sobre las
      creencias o conductas por medio de la persuasión,
      creencias o convicción, por más indirectas o
      inocuas que puedan ser. No queremos que el aconsejado
      esté hecho a nuestra imagen y
      semejanza.
    4. No consiste en influir sobre la conducta mediante
      advertencias, amenazas, prevenciones u otros modos de obligar
      sin el empleo de la
      coerción o la fuerza
      física
      (la disciplina y
      la labor pseudo policiaca no es counseling ni
      ayuda).
    5. No consiste en la selección y distribución de los individuos para las
      diversas tareas y actividades.

      Counseling y psicoterapia.-

      La relación de ayuda puede manifestarse de
      muchas maneras, pero para los fines que perseguimos
      resaltaremos las dos principales:

      1. El counseling, y
      2. La psicoterapia
    6. No consiste solamente en realizar entrevistas,
      sino en la actitud con
      la que éstas se llevan a cabo.

    En lo que sigue abordaremos y profundizaremos en el
    counseling, así que ahora sólo revisaremos
    brevemente qué es la psicoterapia y cuáles son las
    diferencias básicas con la consejería.
    La psicoterapia es un tipo de ayuda en el cual un profesional
    entrenado (exclusivamente psiquiatras y psicólogos con
    formación), utilizando determinados enfoques
    teóricos y técnicas,
    trata de inducir cambios importantes en la personalidad y la
    conducta del cliente. Este cliente adolece de dificultades que
    trascienden lo meramente adaptativo o coyuntural, y hacen suponer
    trastornos de personalidad o enfermedad mental. Sus problemas se
    manifiestan a través de signos y síntomas
    estructurales. La psicoterapia es una forma de tratamiento y
    tiene un carácter
    curativo. El counseling es preventivo, dirigido a personas sanas
    que atraviesan por dificultades situacionales que implican el
    escoger o el ejecutar, y que requieren apoyo emocional.
    Básicamente el counseling surge para subsanar ciertas
    carencias de apoyo que toda persona necesita en momentos claves
    de su vida, y que lamentablemente la sociedad y
    la familia
    proporcionan cada vez menos. En una familia funcional
    el rol del consejero correspondería de manera natural al
    grupo familiar
    en su conjunto; pero al fallar éste se crea un reemplazo
    en el tutor o consejero.
    En síntesis,
    la psicoterapia tiene un carácter
    curativo, es más profunda, dura más, requiere de
    una formación más especializada y se avoca a
    problemas que entrañan fallas esenciales de la salud mental. En
    counseling es preventivo, "superficial", requiere de menos
    especialización y se avoca a la superación de
    crisis y
    situaciones problemáticas pero no a fallas de la
    personalidad.

    Counseling
    Psicoterapia

    • Capacita al individuo para que utilice sus recursos
      con mayor eficiencia y
      eficacia en el
      afronte de problemas (terapia de cambio
      mínimo).
    • Se centra en la solución de problemas
      específicos y no arraigados.
    • Se centra en partes sanas a desarrollar; busca lo
      normal aún en personas anormales.
    • Trabaja con clientes cuyo
      nivel de malestar interfiere o quebrante, pero no incapacita,
      limita o desintegra.
    • Preventivo, superficial y breve.
    • Busca cambiar aspectos disfuncionales o anormales de
      la personalidad.
    • Trata de modificar el nivel de ansiedad, las defensas
      y otros hábitos generaliados de respuesta.
    • Se centra en debilidades a superar. Busca
      anormalidades en personas normales.
    • Pacientes con niveles de ansiedad, malestar por
      encima de lo adaptativo.
    • Curativo, profundo, extenso.

    2. Aproximación
    teórica al counseling.

    El uso de la palabra "COUNSELING" en inglés,
    se ha convertido en un término técnico. La
    traducción no es precisa y pueden usarse diversos
    términos para referirse a ella: Orientación,
    consejo, consultoría, asesoría…hasta
    tutoría. Lo mejor, creemos, es usar el vocablo inglés
    a fin de ahorrarnos engorrosas discusiones, ya que los
    términos mencionados no son totalmente sinónimos, y
    entrañan sutiles diferencias semánticas.
    El counseling es una profesión nueva en Sudamérica,
    aunque hace más de cincuenta años que existe en los
    Estados
    Unidos, Europa,
    Canadá, y más recientemente en la India,
    Japón,
    China y
    México.
    Es una subdivisión de la Ciencia
    Psicológica y una especialidad en sí misma, que
    brinda la posibilidad de ayudar a personas normales, en sus
    crisis y
    angustias cotidianas. El counseling es un proceso de apoyo, es
    una filosofía que trata de definir un saber estar con las
    personas. Son técnicas
    de apoyo emocional, que con su manejo adecuado en manos de
    profesionales, son capaces de ayudar a las personas a resolver
    sus propios conflictos, si
    se les da la oportunidad. El aspecto más importante del
    counseling es la elaboración de los sentimientos.
    También se ocupa del sufrimiento común del ser
    humano, no de la patología mental. Su finalidad es
    facilitar un aprendizaje
    cognitivo-emocional para la prevención, el cambio y el
    desarrollo
    personal.
    Pone énfasis en crear salud para evitar la
    enfermedad, usando nuestras facultades y talentos, y ayuda a
    descubrir por sí mismo el sentido de la vida.
    Es tarea del Counselor brindar un clima de
    encuentro, de libertad y de
    amor. El
    consultante debe estar dispuesto a revisar sus actitudes y
    conductas, y además asumir la responsabilidad sobre sí mismo.
    Se trabaja en forma individual o grupal y se usan recursos
    lingüísticos, corporales e 
    imaginación.
    Son acciones
    terapeuticas cortas cuya duración varía entre
    algunas semanas a unos pocos meses, según el caso.
    El COUNSELING se va insertando en el ámbito educativo,
    laboral y
    también en el área hospitalaria como en
    clínicas privadas, apuntando a la calidad de
    vida de todos.

    Reglas básicas del counseling.-
    Cuenta con ocho normas de apoyo
    emocional que deben estar siempre presentes y que
    deberíamos aplicarlas en nuestra labor como tutores y
    consejeros. Éstas son:
    – No juzgues
    – Sé empático
    – No des consejos
    – No preguntes nunca por qué…
    – No tomes la responsabilidad del problema del otro
    – No interpretes la situación del otro
    – Concéntrate en el aquí y el ahora
    – Concéntrate primero en los sentimientos

    En muchas ocasiones, nuestra propia intuición nos
    hace actuar usando algunas o todas de estas normas, pero es
    importante, si queremos evolucionar a un mayor reconocimiento de
    nuestra labor tutoral, que seamos conscientes de por qué
    usamos estas normas y hacia dónde llevan.

    No juzgues.
    Nuestra labor no es la de juzgar a nadie, y menos a las personas
    que buscan consejo en nosotros. En nuestro quehacer diario
    cometemos el error de establecer una sentencia de culpabilidad o
    no culpabilidad a las conductas de las personas, con lo cual
    reeditamos el ambiente descalificador que llevó al
    aconsejado a la crisis o problema que lo aqueja; es decir, no
    ayudamos en nada. Muy al contrario, el consejero o tutor debe
    crear un ambiente de aceptación –poco usual en
    nuestro medio, por lo demás- a fin de que la persona se
    anime a explorarse a sí misma y supere sus dificultades.
    Aceptar al consultante no significa estar de acuerdo con
    él ni compartir sus creencias; significa, lisa y
    llanamente, evitar juzgarlo o criticarlo. Alcanzar esta meta
    implica haber recorrido el 50% del camino de un proceso de
    orientación o consejo.

    Sé empático.
    Definimos empatía como el proceso de colocarse,
    cognoscitiva y efectivamente, en la situación del otro, de
    procurar entender sus sentimientos, vivencias y el significado
    personal de
    sus experiencias más importantes, dejando de lado en lo
    posible nuestro propio campo experiencial. La aplicamos mediante
    :

    • La escucha activa: en principio…callarse y escuchar
      con atención al otro, poniendo énfasis
      en lo que pasa aquí y ahora, en su marco de referencia
      interno, tratando de no anticiparnos a lo que va a ocurrir;
      tratar de captar el significado emocional de lo que dice en
      lugar de centrarnos sólo en los hechos o
      anécdotas narrados. En pocas palabras, sensibilizar el
      oído al
      discurso
      emocional del interlocutor. Además, comunicar al cliente
      lo que hemos captado en él con fines de retroalimentarlo
      y facilitar su autoconocimiento.
    • La postura corporal empática:
      • Mirar a los ojos.
      • Hacer señales con la cabeza en
        señal de aliento.
      • Copiar sutilmente las expresiones del aconsejado
        para demostrarle empatía.
      • Adoptar una postura cordial, relajada y abierta
        inclinándose ligeramente en dirección al cliente.

    Cabe establecer una diferenciación entre
    simpatía y empatía, para que no caigamos en
    errores. La simpatía es superficial, y hasta cierto punto
    entraña sentimientos de pena, lástima, solidaridad,
    cortesía, condolencia o similares, pero desde una actitud
    de "estar fuera del marco referencial del aconsejado". El
    consejero que "simpatiza" no se esfuerza por entender usando las
    claves mentales del otro sino conservando las suyas propias, y es
    desde allí que juzga y simpatiza. Obviamente, esto no es
    de mucha ayuda, pues no hay un verdadero acompañamiento
    emocional, que es lo verdaderamente terapéutico en esta
    clase de relaciones. La empatía, en cambio, supone un
    renunciamiento personal momentáneo; un tratar de asumir al
    otro en todo lo posible a fin de comprenderlo.
    No siempre vamos a poder
    empatizar con todo el mundo y esto no significa que no seamos
    buenos consejeros. Pero si que es verdad que aunque no podamos
    empatizar si que podemos tratar de averiguar qué
    sentimientos tiene la otra persona en esos momentos. Esto de por
    sí ya es bastante ayuda.

    No des consejos
    Curiosamente lo que menos se recomienda a un "consejero" es
    aconsejar. Si partimos del principio básico del
    counseling, el cual dice que la persona es capaz de resolver sus
    propios conflictos si
    se le dan las condiciones psicológicas adecuadas, dar
    consejos puede ser innecesario y hasta contraproducente, pues
    decirle a la persona lo que debe hacer violaría este
    principio básico, ya que implicaría que nosotros,
    los "aconsejadores", sabemos mejor que él lo que debe
    hacer con su vida. Además, casi siempre, de todo el
    tiempo que
    estemos con el aconsejado, seguramente no se va a acordar de lo
    que le hayamos dicho pero sí que se acordará de
    cómo se sintió con ese profesional. Obviamente esto
    tiene sus excepciones; hay casos, muy puntuales y concretos,
    donde un consejo puede ser tolerado, pero no
    exageremos.

    No preguntes nunca (o casi nunca) por qué
    La vía regia para la superación de los conflictos y
    problemas es la toma de contacto y la exploración de las
    emociones y sentimientos; esto lleva al autoconocimiento y al
    cambio positivo. La búsqueda de "porques" nos aleja de
    esta meta y nos lleva automáticamente a la
    racionalización y al autoengaño. El por qué
    nos empuja a buscar la causa de la causa de la causa… y para
    eso el consejero o el tutor no son necesarios. Si necesitamos
    hacer preguntas, más útil resulta el "cómo".
    Preguntar cómo suceden las cosas nos lleva a centrarnos en
    los procesos y a
    una mayor toma de conciencia. El
    por qué, además, lleva también a buscar
    culpables y/o responsables, y a evadir nuestra propia
    responsabilidad por lo que nos sucede.

    No tomes la responsabilidad del problema del otro
    Un fenómeno que recién se empieza a estudiar y que
    aqueja a las personas que ejercen profesiones de ayuda (entre
    ellas los maestros y consejeros) es el llamado "síndrome
    del quemado", del burnout o de Thomas. Esto es, un estado de
    estrés
    permanente y desgastador que acarrea trastornos
    psicosomáticos y puede llegar a dejar fuera de combate a
    quien lo padece. Por ello es necesario aprender a no llevarse
    el trabajo y
    sus problemas a casa; no querer vivir por los demás ni
    solucionar los problemas ajenos a como de lugar. Como
    decía el maestro Humberto Rotondo, cuidarnos del "furor
    curandis". Un principio básico del counsaling dice que la
    ayuda no puede ser obligatoria; no se puede ni se debe forzar a
    nadie a recibir nuestro auxilio, porque de ser así
    más nos estaríamos ayudando a nosotros mismos al
    sentirnos "útiles", que a la persona aquejada. El
    verdadero profesional de la ayuda sabe que ésta tiene su
    momento, y que muchas personas que parecen necesitarla no siempre
    están maduras para recibirla. No está demás
    resaltar el hecho de que una persona que se siente demasiado
    involucrada por los problemas ajenos necesita, para sí
    mismo, ayuda. La excesiva solidaridad
    (así como la excesiva indiferencia) no son indicadores de
    salud
    mental.

    No interpretes la situación del otro
    Interpretar es buscar el significado, oculto a la actual
    comprensión del aconsejado, de su conducta y sus
    experiencias. Interpretar es juzgar, y ya hemos dicho los
    factores nocivos de ello. El que interpreta muchas veces
    demuestra (a sí mismo, narcisísticamente) su
    sapiencia, pero pocas veces ayuda. Mucho más útil
    es reflejar las emociones de la persona, servirle de eco para que
    retome el contacto con sus propias experiencias. La
    interpretación, para ser de utilidad, tiene
    que darse en un contexto psicoterapéutico, y ello escapa a
    los objetivos de
    la tutoría.

    Concéntrate en el aquí y ahora
    Todo lo que nos sucede, sucede en el aquí y ahora. Sin
    descuidar las experiencias del pasado, no nos centremos
    excesivamente en ellas; antes bien, analicemos básicamente
    el presente del aconsejado o las repercusiones actuales del
    pasado. Jugar a la arqueología con los aconsejados tampoco
    va a ser de mucha utilidad.

    Concéntrate primero en los sentimientos
    Nos debemos preguntar siempre qué estemos ante un paciente
    ¿cómo se siente?¿Qué expresa?
    ¿Cómo lo expresa?. Su postura, su mirada, el tono
    de su voz. Desde el counseling y sin darnos cuenta estamos
    ofreciendo una terapia al paciente a la vez que nos produce una
    satisfacción a nosotros mismos el saber qué hemos
    actuado desde los sentimientos.

    Orientación y consejo.-
    El counseling puede ser dividido, para fines didácticos,
    en dos grandes rubros, como son la orientación y el
    consejo propiamente dicho.

    La orientación
    Está dirigida a personas normales pero que requieren ayuda
    para aprender a tomar decisiones, y darle una estructura
    más clara a su vida. Se centra en facilitar el proceso de
    elección del cliente y le ayuda a elegir con éxito
    en aspectos vitales.
    En la vida cotidiana se dan momentos en los que debemos tomar
    decisiones trascendentales para nuestra existencia, y por ello
    mismo y/o porque las condiciones que nos rodean no son
    favorables, se nos hace difícil elegir.
    Todos podemos recordar momentos en los cuales nos vimos en la
    necesidad de optar por algo muy importante para nuestras vidas, y
    cuyas repercusiones no eran del todo previsibles. Seguramente
    dichos momentos estuvieron cargados de tensión, ansiedad y
    otros "síntomas" esperables y normales. Tal vez incluso no
    nos atrevimos a compartir esta situación con nadie y nos
    vimos cercados por la soledad y la desesperación. Elegir
    no siempre es fácil; puede llevar a un estado de crisis
    que requiere de alguien que nos ayude. Es aquí donde la
    orientación entra a tallar.
    Aquí el profesional trata de crear esas condiciones
    favorables para facilitar que la persona elija y decida sobre su
    vida con libertad y sin
    miedo ni presiones. Se convierte en un facilitador: facilita la
    búsqueda y la obtención de la información
    necesaria (opciones) para la elección; fomenta el
    autoconocimiento del cliente para que estas decisiones vitales se
    den sobre bases sólidas y no sobre fantasías o
    falsas creencias; ayuda a evaluarlas; sopesa junto con el cliente
    su aplicabilidad, las posibles consecuencia para su vida, y la
    mejor manera de ejecutar lo elegido, monitoreando sus
    efectos.
    El cliente al sentirse acompañado y comprendido se
    dará cuenta que él puede hallar las respuestas para
    las interrogantes esenciales de su vida. Que puede tomar
    decisiones sin el temor de equivocarse porque habrá
    descubierto en la relación de ayuda que los errores no
    tienen que ser necesariamente una catástrofe y hacernos
    miserables.
    Ejemplos de casos típicos para
    orientación:

    • Orientación vocacional y/o laboral.
    • Elección de pareja / casarse o no / tener o no
      tener hijos.
    • Realización de viajes y
      cambios de estilos de vida.
    • Emancipación y salida del hogar.
    • Desarrollo de un proyecto de
      vida.

    En la orientación las preguntas que el cliente
    desea que le ayudemos a contestar son:
    ¿Qué hago? ¿qué escojo?
    ¿qué es lo más conveniente para
    mí?
    Cabe advertir, a contrapelo de lo que el término sugiere,
    que el orientador no decide por el cliente. Crea las condiciones
    psicosociales para que él lo haga.

    El consejo
    Aconsejar es ayudar a llevar a cabo las elecciones ya tomadas;
    ayudar a instrumentalizarlas en la vida real y eficazmente. Puede
    que una persona esté en condiciones de elegir, pero que
    encuentre dificultades para ejecutar su elección. Siente
    que le falta saber cómo implementar las decisiones de su
    vida; tal vez tiene temor a fallar, a no tener apoyo. Los
    problemas de consejería son adaptativos frente a lo
    externo. Requieren de información y entrenamiento, y
    es esto lo que le proporciona el consejero a su cliente.
    Como se ve, el consejo es el segundo momento y la consecuencia
    lógica
    de la orientación; aunque no siempre van de la mano. Esto
    depende de las condiciones y características del cliente;
    de si su problema radica en la falta de seguridad para
    elegir, en la falta de pericia para implementar sus elecciones o
    en ambas.
    En el consejo la interrogante a resolver es:
    ¿Cómo lo hago? ¿cómo lo llevo a
    cabo?
    Algunos casos ejemplificadores serían:

    • ¿Cómo hago para estudiar con
      éxito la carrera que ya elegí?.
    • ¿De qué manera puedo llevar a buen
      puerto una relación de pareja?.
    • ¿Cuáles son las claves para sobrevivir
      viviendo solo, fuera de la casa de mis padres?.

    Estas interrogantes también pueden generar
    malestar, si no se cuenta con el apoyo material y emocional
    necesario; pero ese malestar no es el problema principal. No
    podemos cometer el error de confundir el efecto con la causa. En
    muchos casos los clientes
    acudirán al consejero quejándose de tal o
    cuál síntoma (desgano, tristeza, miedo, desaliento,
    irritabilidad, etc.) pero será esencial que discriminemos
    si tal queja refleja algo estructural, enraizado en la persona, o
    si es algo coyuntural y situacional, que responde a situaciones
    existenciales concretas.

    El proceso de orientación y consejo.-
    Tanto la orientación como el consejo siguen sendos
    procesos, como
    entidades organizadas. Es conveniente tenerlos en cuenta a fin de
    monitorear nuestro trabajo y no caer en el caos y la
    desorganización.
    A.S. Egan identifica tres fases en el desarrollo del proceso de
    counseling:

    1. Fase de exploración: el profesional desarrolla
      el clima
      cálido adecuado para que el cliente pueda explorar el
      problema desde sus sistema de referencias, antes de centrarse
      en cuestiones concretas. Las herramientas
      de las que disponemos para ello son: estar atentos, escuchar
      activamente y las técnicas de relación. El
      objetivo es
      que el cliente confíe en el consejero con fines de crear
      las condiciones para la fase siguiente.
    2. Fase de nueva comprensión: se ayuda al sujeto
      a que vea su situación desde nuevas perspectivas y a que
      se centre en lo que podría hacer para afrontarla de un
      modo más efectivo. Se le ayuda para que vea los recursos
      de los que dispone y que podría utilizar. Las herramientas
      siguen siendo la comprensión y la escucha activa,
      profundizando en la comprensión empática,
      ayudando al cliente a reconocer temas, patrones de conducta,
      inconsistencias y sentimientos. Se debe propiciar que el
      cliente se vea a sí mismo desde diversos ángulos
      a fin de que supere formas rígidas y auto devaluadoras
      de percibirse a sí mismo.
    3. Fase de acción: consiste en ayudar al cliente
      a considerar los posibles modos de actuar, ver costos o
      consecuencias, planear la acción, llevarla a cabo y
      evaluarla. Las técnicas de resolución de
      problemas y toma de
      decisiones son muy útiles aquí. Hay que tener
      en claro que en el counseling no existe "lo adecuado" y "lo
      inadecuado", sino lo que puede ser más adecuado, en ese
      momento, para esa persona, en sus circunstancias
      específicas.

    El proceso de orientación:

    1) establecimiento de la relación:
    Aquí son importantes tres actitudes
    básicas, como son, la aceptación incondicional, la
    empatía y la autenticidad. Sin una buena relación
    inicial, basada en el respeto y la confianza, es probable que el
    proceso de orientación fracase.

    2) Delimitación de objetivos:
    En esta fase es importante que, de manera conjunta con el
    cliente, se establezca qué es lo que él desea
    conseguir en dos esferas: en la consulta y en su vida. O dicho de
    otro modo, qué desea ser en la vida y cómo la
    consulta puede ayudarlo para ello. La delimitación de
    objetivos le dará coherencia y estructura al
    proceso.

    3) Análisis de posibilidades:
    Se trata de que la persona sea capaz de elaborar posibilidades de
    elección para conseguir los objetivos vitales que se ha
    planteado. Para elegir necesita información sobre si
    mismo, el entorno, sus recursos, obstáculos, etc., y
    sopesarlos con ecuanimidad. Darse cuenta de las opciones reales
    con las que cuenta y del peso específico de cada una en
    relación a su persona.

    4) Toma de
    decisiones:
    En esta fase el cliente elige y para ello el consejero le brinda
    seguridad y apoyo. Lo acompaña para vencer los miedos que
    involucran tomar decisiones vitales.

    5) Búsqueda de una estructura:
    La fase final del consejo consiste en que el cliente empiece a
    implementar las decisiones adoptadas; que se estructuren en la
    vida real, más allá del consultorio. El consejero
    monitorea esta implementación y al constatar su
    efectividad da por concluido el proceso.

    El proceso de consejería:
    1) establecimiento de la relación:
    El proceso es similar, a lo descrito en la primera fase de la
    orientación.

    2) Delimitación del problema:

    Se debe establecer con claridad, precisión y
    detalle en qué consiste la dificultad del cliente.
    Cómo se manifiesta, desde cuándo, frente a
    quiénes, qué intentos de solución ha
    utilizado, qué desea lograr, etc.

    3) Análisis del problema:
    Conociendo cómo es el problema de manera realista, se
    procede a buscar soluciones,
    apelando para ello a todas las fuentes y
    recursos disponibles.

    4) Planteamiento de soluciones:
    Una vez recabada toda la información posible, se procede a
    depurarla y a escoger dos o tres alternativas que aparezcan como
    las más viables. En base a ellas se diseñan planes
    de acción a realizar por el cliente.

    5) Estructuración:
    Se ejecutan estos planes de acción y se monitorea su
    efectividad. En caso de no obtener el éxito deseado se
    reemplazan las soluciones intentadas por otras, o se
    diseñan alternativas nuevas.
    En este caso se supone que el cliente sabe lo que desea; la ayuda
    sólo radica en ayudarlo a obtenerlo.

    La derivación.
    Pueden darse casos en los cuales el cliente no responde a
    nuestras estrategias de
    counseling; que a pesar de implementar adecuadamente las
    técnicas el sujeto no se anima a elegir, no elige bien,
    tiene serias dificultades para implementar sus decisiones, etc.,
    todo lo cual va acompañado de un creciente malestar. Si
    anlizamos nuestro accionar como tutores y descartamos que el
    problema sea de ejecución nuestra, entonces muy
    probablemente estaremos frente a un caso más serio, que
    requiere tratamiento especializado y derivación.
    No se nos debe ocurrir nunca tratar casos graves como el consumo de
    sustancias, abuso sexual,
    depresiones e intentos de suicidio,
    psicosis y
    neurosis graves,
    trastornos de personalidad, etc. En estos casos hay que usar las
    técnicas descritas para convencer y encaminar al cliente
    hacia el profesional especializado, y hacer todo lo posible para
    que llegue a él. Incluso reportarlo, es necesario, pues no
    siempre la persona querrá recurrir a los profesionales por
    los supuestos estigmas que estos acarrean. No asustarnos y
    descalificar a la persona; sólo derivar.

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