Indice
1. La
personalidad y su crecimiento
2. Aproximación teórica al
counseling.
3. Técnicas de
relación.
4. Técnicas de
interpretación
5. Referencia
Bibliográfica
1. La
personalidad y su crecimiento.-
"Hay quienes no pueden aflojar sus propias cadenas
y sin embargo pueden liberar a sus amigos"
– Federico Nietzsche
–
Definición de personalidad.
La
personalidad ha sido definida de múltiples maneras,
según han habido diversos teóricos sobre ella. No
podemos aspirar a una concepción y a una definición
únicas. En lo que sí parece haber consenso es en el
hecho de que la personalidad
se forma en la interacción con los demás, con los
otros significativos, y que las experiencias resultantes de esta
interacción repercuten y moldean nuestra herencia
biológica. Es decir, que somos el resultado de lo social y
lo biológico.
Gordón Allport es uno de los más importantes
teóricos de la personalidad. Su definición de la
misma es la siguiente: "Personalidad es la
organización dinámica en el interior del individuo de
los sistemas
psicofísicos que determinan su conducta y su
pensamiento
característicos". Analicemos los
componentes de esta definición.
Se considera que la personalidad es una organización porque está constituida
por configuraciones, niveles, jerarquías y estructuras de
hábitos, ideas y formas de sentir, que dirigen y se
manifiestan en la conducta. Este
término implica su opuesto recíproco de
desorganización, que hace referencia a las personalidades
anómalas.
El término psicofísico nos recuerda que la
personalidad no es ni exclusivamente mental ni exclusivamente
neural (física). Su funcionamiento requiere de
ambos en unidad dialéctica. La base biológica es el
temperamento.
Sistema. Todo
sistema es un
complejo de elementos en mutua interacción. Una costumbre
es un sistema, como lo es también un sentimiento, un rasgo
o característica, un concepto, un
estilo de conducta. Estos sistemas existen
en el organismo en estado latente
incluso cuando no son activos. Son
nuestro potencial para la acción.
Determinan. La personalidad es algo y hace algo. Los sistemas
psicofísicos latentes, cuando son llamados a la
acción, motivan o dirigen una actividad y un pensamiento
específico. Todos los sistemas comprendidos en la
personalidad han de considerarse como tendencias
determinantes.
Característicos. Todo pensamiento y toda conducta son
característicos de la persona,
únicos y existentes solamente en un individuo. Incluso los
actos y los conceptos que aparentemente compartimos con otros son
en el fondo individuales e idiosincrásicos.
Conducta y pensamiento. La conducta y el pensamiento son producto de la
personalidad, al igual que las emociones y
sentimientos, y en su conjunto son el vehículo para
adaptarnos a la realidad.
Campo experiencial y self. Carl Rogers denomina "campo
experiencial" al conjunto de experiencias que tiene el organismo
en interacción con su entorno, en un momento dado, y que
potencialmente pueden acceder a la conciencia. El
self, sí mismo o Yo, es la parte del campo experiencial
que puede ser representada verbalmente, es decir, hecha conciente
e identificada como propia del sujeto; es todo lo que en un
momento determinado podemos decir que somos nosotros: "tengo
tales y cuales emociones, mi
inteligencia y
aptitudes son así o asá, mis habilidades son estas,
mis deseos y necesidades aquellos, etc." De todo lo que
experimentamos de nosotros mismos, identificamos, con cierta
continuidad en el tiempo, un
conjunto de rasgos y cualidades que nos dan identidad:
"esto soy" "esto puedo" "esto valgo"; a eso le denominamos
"self". Pero este self es sólo un porcentaje mínimo
de lo que realmente somos y que aún no hemos descubierto
ni verbalizado.
Una cualidad del self es que está en constante movimiento,
como una célula,
expandiéndose y contrayéndose, incorporando y
expulsando experiencias e ideas, abarcando más o abarcando
menos del campo experiencial, es decir, representando más
o menos de nosotros mismos. De ahí que nuestro self,
nuestro autoconcepto, no permanezca estático; que cambie
constantemente.
Ahora bien, dado que el self es básicamente verbal, y que
las palabras connotan juicios de valor, nuestro
self y sus cualidades se verán inexorablemente ligadas a
apreciaciones valorativas provenientes del exterior, de nuestros
padres y criadores, y que nosotros internalizamos (introyectamos:
introyectos) y asumimos como propios. Si el ambiente que
nos rodeó y nos rodea es más o menos aceptador,
nutritivo y empático frente a nuestras necesidades,
entonces nuestros introyectos serán relativamente
favorables, reales y facilitadores del autodescubrimiento y la
autoexperiencia. Si el ambiente y los
introyectos son descalificadores y agresivos, nos negaremos a
experimentar lo suficiente por temor y aceptaremos como propios,
sin ponerlos a prueba lo suficiente, los introyectos ajenos;
estos introyectos muchas veces no corresponderán a la
realidad, y desarrollaremos así lo que se conoce como
"falso self" o "self incongruente".
Self congruente e incongruente. Si consideramos que el campo
experiencial es el territorio y el self es el mapa de dicho
territorio (no sólo cognitivo, sino también
afectivo-valorativo), el "self congruente" vendría a ser
un mapa que refleja casi fielmente el territorio, y además
enfatiza y resalta sus cualidades, haciéndolo atractivo de
visitar. El "self incongruente", en cambio,
sería un mapa que corresponde poco con el territorio y
encima enfatiza lo negativo, haciendo del paseo una labor
tediosa, frustrante y que asusta. Es fácil deducir
cuál de las dos personas, el congruente o el incongruente,
será más eficaz y eficiente en su actividad;
cuál tendrá más facilidad para elegir con
éxito,
conociendo cuáles son sus recursos y
limitaciones reales, sintiéndose apoya por sí
mismo, y cuál dará "manotazos de ciego" por guiarse
con un mapa falso.
Condiciones para el paso de la incongruencia a la congruencia.
Toda persona, dice
Rogers, tiene el potencial innato de crecer hacia la congruencia,
desarrollando un self auténtico que refleje lo que es y lo
ayude realmente a desenvolverse en el medio. Aún en medio
de nuestra limitaciones genéticas y biológicas
podemos desarrollar un grado adecuado de congruencia. No
obstante, "las personas de funcionamiento cabal", como él
las denomina, no son precisamente abundantes. Esto, creemos, se
debe a que la calidad del
entorno en que vivimos y los introyectos que recibimos
contrarrestan negativamente dicha tendencia innata.
Podríamos usar la siguiente metáfora: la semilla
del crecimiento cabal y congruente está presente en todos
nosotros, aunque no en la misma proporción ni
representando a la misma especie vegetal (sino todos
seríamos aburridos clones). Para que esta semilla crezca
necesita un terreno rico en tres sustancias básicas:
aceptación incondicional, empatía y autenticidad.
Con esto presente empezaremos explorarnos, a conocernos, a
valorarnos y a desarrollar lo que podemos y queremos ser a
cabalidad.
Creemos firmemente que un ambiente facilitador para el
crecimiento puede y debe gestarse en la consejería y la
tutoría. La relación de ayuda que exponemos a
continuación abunda en ello.
La relación de ayuda.-
En sus libros
"Orientación psicológica y psicoterapia",
"Psicoterapia centrada en el cliente" y "El
proceso de
convertirse en persona", Carl Rogers realiza una serie de
planteamientos tendientes a esclarecer su posición frente
al counseling, el proceso
terapéutico, la personalidad y la naturaleza
humana. En dichos textos establece la siguiente hipótesis como eje de toda su
concepción psicológica: "Que el individuo tiene la
capacidad suficiente para manejar en forma constructiva todos los
aspectos de su vida que potencialmente pueden ser reconocidos en
la conciencia" (Rogers, 1972, 1978). Dicha
hipótesis es, a
nuestro entender, el planteamiento esencial del enfoque, y, a su
vez, lo que genera mayores polémicas. Veámosla con
mayor detenimiento.
Rogers asume -en base a datos
empíricos, según dice- que existe en todo ser
humano una tendencia innata a la actualización, esto es,
al desarrollo
progresivo y a la superación constante, si se encuentran
presentes las condiciones adecuadas (Rogers y Kinget, 1971). Algo
similar a la autorrealización, también innata, que
proponen Maslow y May y
todos los demás psicoterapeutas humanistas (Frick, 1973),
y a la autorregulación organística de Fritz Perls
(Perls, 1987).
El hombre ,
dice Rogers, es positivo por naturaleza , y
por ello requiere respeto absoluto,
especialmente en cuanto a sus aspiraciones de superación
(Di Caprio, 1976). De ello se desprende que está
contraindicado para el consejero realizar todo tipo de
conducción o dirección sobre el individuo; todo tipo de
diagnóstico o interpretación, porque
ello constituiría un atentado contra las posibilidades del
sujeto y contra su tendencia a la actualización. Se
recomienda situarse en el punto de vista del cliente , asumir
su campo perceptual y trabajar en base a ello como una especie de
alter ego. Incluso la palabra "cliente" es asumida de una manera
especial: el cliente es aquella persona que responsablemente
busca un servicio y
participa del proceso terapéutico de la misma manera;
aquella, explícita o implícitamente, conciente de
su capacidad de desarrollo no
utilizada, que no va "a ser ayudada" sino que trata de ayudarse a
sí misma y participa activamente en el proceso. Se
descartan del lenguaje
rogeriano los términos paciente, enfermo, curación,
diagnóstico , etc., porque connotan
dependencia, limitación y falta de respeto por la
persona.
Esta actitud frente
a la dignidad del cliente, la aceptación incondicional y
el respeto que se le tiene cobran una importancia tal que se les
consideran factores que favorecen u obstaculizan (de faltar) la
adquisición del enfoque centrado en el cliente.
Aceptación y respecto deben estar enraizados en la
personalidad del consejeto o tutor, formar parte esencial de su
ser, y ello pasa, antes que nada, por aceptarse a sí
mismos.
En síntesis ,
la hipótesis central propone que el ser humano
puede, si se le presentan las condiciones adecuadas,
desarrollarse o actualizarse, ampliar sus capacidades y ser
conciente de lo que experimenta a fin de poder auto
controlarse. "No se puede manejar eficazmente lo que no se
percibe concientemente", propone Rogers. De allí la
necesidad de ampliar el concepto de
sí mismo del cliente, su self, y de incluir en él
todo (o casi todo) lo que vivencia. Pero no se pretende hacerlo
actuando sobre él sino, como dice Kinget,
"acompañándolo" en la experiencia,
brindándole las condiciones requeridas y dándole
seguridad (Rogers
y Kinget, 1971).
En este contexto teórico, la ayuda viene a ser "…toda
relación en la que al menos una de las partes intenta
promover en el otro el crecimiento, el desarrollo, la
maduración y la capacidad de funcionar mejor y enfrentar
la vida de manera más adecuada…"; "…relación en
la que uno de los participantes intenta hacer surgir, en una o
ambas partes, una mejor apreciación y expresión de
los recursos latentes
del individuo y un uso más funcional de estos" (C.
Rogers). Ayudar, entonces, más que solucionar ES PROMOVER
Y FACILITAR, creando condiciones adecuadas para que se de el
impulso innato al crecimiento. No es sufrir por el otro, ni
desvivirse por los demás negándose a sí
mismos; no es hacer por los demás sino inducir a que ellos
hagan por sí mismos.
La relación de ayuda tiene las siguientes
características:
- Tiene lugar por consentimiento mutuo de los
participantes: no se puede ayudar por obligación ni
nadie puede ser obligado a que lo ayuden. Para que sea
útil no puede haber presión
ni coerción. - En la relación de ayuda se expresa afecto: el
cliente tiene el derecho de depositar en el consejero todos los
afectos que surjan, y éste debe estar en condiciones de
soportarlos y dar el holding correspondiente. Los únicos
afectos que el consejero o tutor puede dar son la
aceptación, la autenticidad y la empatía. Lo
más personal e
íntimo se lo guarda para su propio
consejero. - La relación de ayuda tiene sentido: trata de
experiencias directas y personales que le dan significado; de
allí que no se trate de un aleccionamiento ni de darle
"charlas", sino de explorar, reconocer y aceptar lo que el
cliente es. - En la relación de ayuda se manifiesta la
persona total: se respeta al individuo y su integridad. Supone
honestidad
intelectual y emocional entre los participantes; no hay lugar
para el fingimiento. - La relación de ayuda se da porque el cliente
necesita comprensión, un ambiente facilitador del
crecimiento, información, vínculos reparadores,
etc. Las necesidades principales son las del cliente, las de
consejero pasan a un segundo plano. - La persona que ayuda es accesible y se muestra segura:
reconoce para sí sus límites,
y aunque no tenga toda su vida solucionada no mezcla sus
problemas
con los del cliente ni lo usa para sentirse bien consigo mismo.
Se muestra cordial
y dispuesto a escuchar. - La relación de ayuda es una situación
estructurada: tiene ciertas reglas, límites,
objetivos y
procedimientos.
Exige roles y capacidades diferenciadas. No es una simple
charla entre amigos. - Promueve el cambio:
consejero y cliente aprenden el uno del otro y el resultado es
el cambio, es decir, formas diferentes y más adaptativas
de pensar, sentir y comportarse, resultado del trabajo
conjunto.
Tal vez la relación de ayuda puede quedar
más clara en su esencia si resaltamos lo que ésta
no es. Al respecto Charles Patterson plantea lo
siguiente:
- No es el suministro de información, aunque durante el proceso de
ayuda ésta pueda proporcionarse. - No es dar consejos, sugerencias o
recomendaciones. - No es influir, abierta o sutilmente, sobre las
creencias o conductas por medio de la persuasión,
creencias o convicción, por más indirectas o
inocuas que puedan ser. No queremos que el aconsejado
esté hecho a nuestra imagen y
semejanza. - No consiste en influir sobre la conducta mediante
advertencias, amenazas, prevenciones u otros modos de obligar
sin el empleo de la
coerción o la fuerza
física
(la disciplina y
la labor pseudo policiaca no es counseling ni
ayuda). - No consiste en la selección y distribución de los individuos para las
diversas tareas y actividades.Counseling y psicoterapia.-
La relación de ayuda puede manifestarse de
muchas maneras, pero para los fines que perseguimos
resaltaremos las dos principales:- El counseling, y
- La psicoterapia
- No consiste solamente en realizar entrevistas,
sino en la actitud con
la que éstas se llevan a cabo.
En lo que sigue abordaremos y profundizaremos en el
counseling, así que ahora sólo revisaremos
brevemente qué es la psicoterapia y cuáles son las
diferencias básicas con la consejería.
La psicoterapia es un tipo de ayuda en el cual un profesional
entrenado (exclusivamente psiquiatras y psicólogos con
formación), utilizando determinados enfoques
teóricos y técnicas,
trata de inducir cambios importantes en la personalidad y la
conducta del cliente. Este cliente adolece de dificultades que
trascienden lo meramente adaptativo o coyuntural, y hacen suponer
trastornos de personalidad o enfermedad mental. Sus problemas se
manifiestan a través de signos y síntomas
estructurales. La psicoterapia es una forma de tratamiento y
tiene un carácter
curativo. El counseling es preventivo, dirigido a personas sanas
que atraviesan por dificultades situacionales que implican el
escoger o el ejecutar, y que requieren apoyo emocional.
Básicamente el counseling surge para subsanar ciertas
carencias de apoyo que toda persona necesita en momentos claves
de su vida, y que lamentablemente la sociedad y
la familia
proporcionan cada vez menos. En una familia funcional
el rol del consejero correspondería de manera natural al
grupo familiar
en su conjunto; pero al fallar éste se crea un reemplazo
en el tutor o consejero.
En síntesis,
la psicoterapia tiene un carácter
curativo, es más profunda, dura más, requiere de
una formación más especializada y se avoca a
problemas que entrañan fallas esenciales de la salud mental. En
counseling es preventivo, "superficial", requiere de menos
especialización y se avoca a la superación de
crisis y
situaciones problemáticas pero no a fallas de la
personalidad.
Counseling
Psicoterapia
- Capacita al individuo para que utilice sus recursos
con mayor eficiencia y
eficacia en el
afronte de problemas (terapia de cambio
mínimo). - Se centra en la solución de problemas
específicos y no arraigados. - Se centra en partes sanas a desarrollar; busca lo
normal aún en personas anormales. - Trabaja con clientes cuyo
nivel de malestar interfiere o quebrante, pero no incapacita,
limita o desintegra. - Preventivo, superficial y breve.
- Busca cambiar aspectos disfuncionales o anormales de
la personalidad. - Trata de modificar el nivel de ansiedad, las defensas
y otros hábitos generaliados de respuesta. - Se centra en debilidades a superar. Busca
anormalidades en personas normales. - Pacientes con niveles de ansiedad, malestar por
encima de lo adaptativo. - Curativo, profundo, extenso.
2. Aproximación
teórica al counseling.
El uso de la palabra "COUNSELING" en inglés,
se ha convertido en un término técnico. La
traducción no es precisa y pueden usarse diversos
términos para referirse a ella: Orientación,
consejo, consultoría, asesoría…hasta
tutoría. Lo mejor, creemos, es usar el vocablo inglés
a fin de ahorrarnos engorrosas discusiones, ya que los
términos mencionados no son totalmente sinónimos, y
entrañan sutiles diferencias semánticas.
El counseling es una profesión nueva en Sudamérica,
aunque hace más de cincuenta años que existe en los
Estados
Unidos, Europa,
Canadá, y más recientemente en la India,
Japón,
China y
México.
Es una subdivisión de la Ciencia
Psicológica y una especialidad en sí misma, que
brinda la posibilidad de ayudar a personas normales, en sus
crisis y
angustias cotidianas. El counseling es un proceso de apoyo, es
una filosofía que trata de definir un saber estar con las
personas. Son técnicas
de apoyo emocional, que con su manejo adecuado en manos de
profesionales, son capaces de ayudar a las personas a resolver
sus propios conflictos, si
se les da la oportunidad. El aspecto más importante del
counseling es la elaboración de los sentimientos.
También se ocupa del sufrimiento común del ser
humano, no de la patología mental. Su finalidad es
facilitar un aprendizaje
cognitivo-emocional para la prevención, el cambio y el
desarrollo
personal.
Pone énfasis en crear salud para evitar la
enfermedad, usando nuestras facultades y talentos, y ayuda a
descubrir por sí mismo el sentido de la vida.
Es tarea del Counselor brindar un clima de
encuentro, de libertad y de
amor. El
consultante debe estar dispuesto a revisar sus actitudes y
conductas, y además asumir la responsabilidad sobre sí mismo.
Se trabaja en forma individual o grupal y se usan recursos
lingüísticos, corporales e
imaginación.
Son acciones
terapeuticas cortas cuya duración varía entre
algunas semanas a unos pocos meses, según el caso.
El COUNSELING se va insertando en el ámbito educativo,
laboral y
también en el área hospitalaria como en
clínicas privadas, apuntando a la calidad de
vida de todos.
Reglas básicas del counseling.-
Cuenta con ocho normas de apoyo
emocional que deben estar siempre presentes y que
deberíamos aplicarlas en nuestra labor como tutores y
consejeros. Éstas son:
– No juzgues
– Sé empático
– No des consejos
– No preguntes nunca por qué…
– No tomes la responsabilidad del problema del otro
– No interpretes la situación del otro
– Concéntrate en el aquí y el ahora
– Concéntrate primero en los sentimientos
En muchas ocasiones, nuestra propia intuición nos
hace actuar usando algunas o todas de estas normas, pero es
importante, si queremos evolucionar a un mayor reconocimiento de
nuestra labor tutoral, que seamos conscientes de por qué
usamos estas normas y hacia dónde llevan.
No juzgues.
Nuestra labor no es la de juzgar a nadie, y menos a las personas
que buscan consejo en nosotros. En nuestro quehacer diario
cometemos el error de establecer una sentencia de culpabilidad o
no culpabilidad a las conductas de las personas, con lo cual
reeditamos el ambiente descalificador que llevó al
aconsejado a la crisis o problema que lo aqueja; es decir, no
ayudamos en nada. Muy al contrario, el consejero o tutor debe
crear un ambiente de aceptación –poco usual en
nuestro medio, por lo demás- a fin de que la persona se
anime a explorarse a sí misma y supere sus dificultades.
Aceptar al consultante no significa estar de acuerdo con
él ni compartir sus creencias; significa, lisa y
llanamente, evitar juzgarlo o criticarlo. Alcanzar esta meta
implica haber recorrido el 50% del camino de un proceso de
orientación o consejo.
Sé empático.
Definimos empatía como el proceso de colocarse,
cognoscitiva y efectivamente, en la situación del otro, de
procurar entender sus sentimientos, vivencias y el significado
personal de
sus experiencias más importantes, dejando de lado en lo
posible nuestro propio campo experiencial. La aplicamos mediante
:
- La escucha activa: en principio…callarse y escuchar
con atención al otro, poniendo énfasis
en lo que pasa aquí y ahora, en su marco de referencia
interno, tratando de no anticiparnos a lo que va a ocurrir;
tratar de captar el significado emocional de lo que dice en
lugar de centrarnos sólo en los hechos o
anécdotas narrados. En pocas palabras, sensibilizar el
oído al
discurso
emocional del interlocutor. Además, comunicar al cliente
lo que hemos captado en él con fines de retroalimentarlo
y facilitar su autoconocimiento. - La postura corporal empática:
- Mirar a los ojos.
- Hacer señales con la cabeza en
señal de aliento. - Copiar sutilmente las expresiones del aconsejado
para demostrarle empatía. - Adoptar una postura cordial, relajada y abierta
inclinándose ligeramente en dirección al cliente.
Cabe establecer una diferenciación entre
simpatía y empatía, para que no caigamos en
errores. La simpatía es superficial, y hasta cierto punto
entraña sentimientos de pena, lástima, solidaridad,
cortesía, condolencia o similares, pero desde una actitud
de "estar fuera del marco referencial del aconsejado". El
consejero que "simpatiza" no se esfuerza por entender usando las
claves mentales del otro sino conservando las suyas propias, y es
desde allí que juzga y simpatiza. Obviamente, esto no es
de mucha ayuda, pues no hay un verdadero acompañamiento
emocional, que es lo verdaderamente terapéutico en esta
clase de relaciones. La empatía, en cambio, supone un
renunciamiento personal momentáneo; un tratar de asumir al
otro en todo lo posible a fin de comprenderlo.
No siempre vamos a poder
empatizar con todo el mundo y esto no significa que no seamos
buenos consejeros. Pero si que es verdad que aunque no podamos
empatizar si que podemos tratar de averiguar qué
sentimientos tiene la otra persona en esos momentos. Esto de por
sí ya es bastante ayuda.
No des consejos
Curiosamente lo que menos se recomienda a un "consejero" es
aconsejar. Si partimos del principio básico del
counseling, el cual dice que la persona es capaz de resolver sus
propios conflictos si
se le dan las condiciones psicológicas adecuadas, dar
consejos puede ser innecesario y hasta contraproducente, pues
decirle a la persona lo que debe hacer violaría este
principio básico, ya que implicaría que nosotros,
los "aconsejadores", sabemos mejor que él lo que debe
hacer con su vida. Además, casi siempre, de todo el
tiempo que
estemos con el aconsejado, seguramente no se va a acordar de lo
que le hayamos dicho pero sí que se acordará de
cómo se sintió con ese profesional. Obviamente esto
tiene sus excepciones; hay casos, muy puntuales y concretos,
donde un consejo puede ser tolerado, pero no
exageremos.
No preguntes nunca (o casi nunca) por qué
La vía regia para la superación de los conflictos y
problemas es la toma de contacto y la exploración de las
emociones y sentimientos; esto lleva al autoconocimiento y al
cambio positivo. La búsqueda de "porques" nos aleja de
esta meta y nos lleva automáticamente a la
racionalización y al autoengaño. El por qué
nos empuja a buscar la causa de la causa de la causa… y para
eso el consejero o el tutor no son necesarios. Si necesitamos
hacer preguntas, más útil resulta el "cómo".
Preguntar cómo suceden las cosas nos lleva a centrarnos en
los procesos y a
una mayor toma de conciencia. El
por qué, además, lleva también a buscar
culpables y/o responsables, y a evadir nuestra propia
responsabilidad por lo que nos sucede.
No tomes la responsabilidad del problema del otro
Un fenómeno que recién se empieza a estudiar y que
aqueja a las personas que ejercen profesiones de ayuda (entre
ellas los maestros y consejeros) es el llamado "síndrome
del quemado", del burnout o de Thomas. Esto es, un estado de
estrés
permanente y desgastador que acarrea trastornos
psicosomáticos y puede llegar a dejar fuera de combate a
quien lo padece. Por ello es necesario aprender a no llevarse
el trabajo y
sus problemas a casa; no querer vivir por los demás ni
solucionar los problemas ajenos a como de lugar. Como
decía el maestro Humberto Rotondo, cuidarnos del "furor
curandis". Un principio básico del counsaling dice que la
ayuda no puede ser obligatoria; no se puede ni se debe forzar a
nadie a recibir nuestro auxilio, porque de ser así
más nos estaríamos ayudando a nosotros mismos al
sentirnos "útiles", que a la persona aquejada. El
verdadero profesional de la ayuda sabe que ésta tiene su
momento, y que muchas personas que parecen necesitarla no siempre
están maduras para recibirla. No está demás
resaltar el hecho de que una persona que se siente demasiado
involucrada por los problemas ajenos necesita, para sí
mismo, ayuda. La excesiva solidaridad
(así como la excesiva indiferencia) no son indicadores de
salud
mental.
No interpretes la situación del otro
Interpretar es buscar el significado, oculto a la actual
comprensión del aconsejado, de su conducta y sus
experiencias. Interpretar es juzgar, y ya hemos dicho los
factores nocivos de ello. El que interpreta muchas veces
demuestra (a sí mismo, narcisísticamente) su
sapiencia, pero pocas veces ayuda. Mucho más útil
es reflejar las emociones de la persona, servirle de eco para que
retome el contacto con sus propias experiencias. La
interpretación, para ser de utilidad, tiene
que darse en un contexto psicoterapéutico, y ello escapa a
los objetivos de
la tutoría.
Concéntrate en el aquí y ahora
Todo lo que nos sucede, sucede en el aquí y ahora. Sin
descuidar las experiencias del pasado, no nos centremos
excesivamente en ellas; antes bien, analicemos básicamente
el presente del aconsejado o las repercusiones actuales del
pasado. Jugar a la arqueología con los aconsejados tampoco
va a ser de mucha utilidad.
Concéntrate primero en los sentimientos
Nos debemos preguntar siempre qué estemos ante un paciente
¿cómo se siente?¿Qué expresa?
¿Cómo lo expresa?. Su postura, su mirada, el tono
de su voz. Desde el counseling y sin darnos cuenta estamos
ofreciendo una terapia al paciente a la vez que nos produce una
satisfacción a nosotros mismos el saber qué hemos
actuado desde los sentimientos.
Orientación y consejo.-
El counseling puede ser dividido, para fines didácticos,
en dos grandes rubros, como son la orientación y el
consejo propiamente dicho.
La orientación
Está dirigida a personas normales pero que requieren ayuda
para aprender a tomar decisiones, y darle una estructura
más clara a su vida. Se centra en facilitar el proceso de
elección del cliente y le ayuda a elegir con éxito
en aspectos vitales.
En la vida cotidiana se dan momentos en los que debemos tomar
decisiones trascendentales para nuestra existencia, y por ello
mismo y/o porque las condiciones que nos rodean no son
favorables, se nos hace difícil elegir.
Todos podemos recordar momentos en los cuales nos vimos en la
necesidad de optar por algo muy importante para nuestras vidas, y
cuyas repercusiones no eran del todo previsibles. Seguramente
dichos momentos estuvieron cargados de tensión, ansiedad y
otros "síntomas" esperables y normales. Tal vez incluso no
nos atrevimos a compartir esta situación con nadie y nos
vimos cercados por la soledad y la desesperación. Elegir
no siempre es fácil; puede llevar a un estado de crisis
que requiere de alguien que nos ayude. Es aquí donde la
orientación entra a tallar.
Aquí el profesional trata de crear esas condiciones
favorables para facilitar que la persona elija y decida sobre su
vida con libertad y sin
miedo ni presiones. Se convierte en un facilitador: facilita la
búsqueda y la obtención de la información
necesaria (opciones) para la elección; fomenta el
autoconocimiento del cliente para que estas decisiones vitales se
den sobre bases sólidas y no sobre fantasías o
falsas creencias; ayuda a evaluarlas; sopesa junto con el cliente
su aplicabilidad, las posibles consecuencia para su vida, y la
mejor manera de ejecutar lo elegido, monitoreando sus
efectos.
El cliente al sentirse acompañado y comprendido se
dará cuenta que él puede hallar las respuestas para
las interrogantes esenciales de su vida. Que puede tomar
decisiones sin el temor de equivocarse porque habrá
descubierto en la relación de ayuda que los errores no
tienen que ser necesariamente una catástrofe y hacernos
miserables.
Ejemplos de casos típicos para
orientación:
- Orientación vocacional y/o laboral.
- Elección de pareja / casarse o no / tener o no
tener hijos. - Realización de viajes y
cambios de estilos de vida. - Emancipación y salida del hogar.
- Desarrollo de un proyecto de
vida.
En la orientación las preguntas que el cliente
desea que le ayudemos a contestar son:
¿Qué hago? ¿qué escojo?
¿qué es lo más conveniente para
mí?
Cabe advertir, a contrapelo de lo que el término sugiere,
que el orientador no decide por el cliente. Crea las condiciones
psicosociales para que él lo haga.
El consejo
Aconsejar es ayudar a llevar a cabo las elecciones ya tomadas;
ayudar a instrumentalizarlas en la vida real y eficazmente. Puede
que una persona esté en condiciones de elegir, pero que
encuentre dificultades para ejecutar su elección. Siente
que le falta saber cómo implementar las decisiones de su
vida; tal vez tiene temor a fallar, a no tener apoyo. Los
problemas de consejería son adaptativos frente a lo
externo. Requieren de información y entrenamiento, y
es esto lo que le proporciona el consejero a su cliente.
Como se ve, el consejo es el segundo momento y la consecuencia
lógica
de la orientación; aunque no siempre van de la mano. Esto
depende de las condiciones y características del cliente;
de si su problema radica en la falta de seguridad para
elegir, en la falta de pericia para implementar sus elecciones o
en ambas.
En el consejo la interrogante a resolver es:
¿Cómo lo hago? ¿cómo lo llevo a
cabo?
Algunos casos ejemplificadores serían:
- ¿Cómo hago para estudiar con
éxito la carrera que ya elegí?. - ¿De qué manera puedo llevar a buen
puerto una relación de pareja?. - ¿Cuáles son las claves para sobrevivir
viviendo solo, fuera de la casa de mis padres?.
Estas interrogantes también pueden generar
malestar, si no se cuenta con el apoyo material y emocional
necesario; pero ese malestar no es el problema principal. No
podemos cometer el error de confundir el efecto con la causa. En
muchos casos los clientes
acudirán al consejero quejándose de tal o
cuál síntoma (desgano, tristeza, miedo, desaliento,
irritabilidad, etc.) pero será esencial que discriminemos
si tal queja refleja algo estructural, enraizado en la persona, o
si es algo coyuntural y situacional, que responde a situaciones
existenciales concretas.
El proceso de orientación y consejo.-
Tanto la orientación como el consejo siguen sendos
procesos, como
entidades organizadas. Es conveniente tenerlos en cuenta a fin de
monitorear nuestro trabajo y no caer en el caos y la
desorganización.
A.S. Egan identifica tres fases en el desarrollo del proceso de
counseling:
- Fase de exploración: el profesional desarrolla
el clima
cálido adecuado para que el cliente pueda explorar el
problema desde sus sistema de referencias, antes de centrarse
en cuestiones concretas. Las herramientas
de las que disponemos para ello son: estar atentos, escuchar
activamente y las técnicas de relación. El
objetivo es
que el cliente confíe en el consejero con fines de crear
las condiciones para la fase siguiente. - Fase de nueva comprensión: se ayuda al sujeto
a que vea su situación desde nuevas perspectivas y a que
se centre en lo que podría hacer para afrontarla de un
modo más efectivo. Se le ayuda para que vea los recursos
de los que dispone y que podría utilizar. Las herramientas
siguen siendo la comprensión y la escucha activa,
profundizando en la comprensión empática,
ayudando al cliente a reconocer temas, patrones de conducta,
inconsistencias y sentimientos. Se debe propiciar que el
cliente se vea a sí mismo desde diversos ángulos
a fin de que supere formas rígidas y auto devaluadoras
de percibirse a sí mismo. - Fase de acción: consiste en ayudar al cliente
a considerar los posibles modos de actuar, ver costos o
consecuencias, planear la acción, llevarla a cabo y
evaluarla. Las técnicas de resolución de
problemas y toma de
decisiones son muy útiles aquí. Hay que tener
en claro que en el counseling no existe "lo adecuado" y "lo
inadecuado", sino lo que puede ser más adecuado, en ese
momento, para esa persona, en sus circunstancias
específicas.
El proceso de orientación:
1) establecimiento de la relación:
Aquí son importantes tres actitudes
básicas, como son, la aceptación incondicional, la
empatía y la autenticidad. Sin una buena relación
inicial, basada en el respeto y la confianza, es probable que el
proceso de orientación fracase.
2) Delimitación de objetivos:
En esta fase es importante que, de manera conjunta con el
cliente, se establezca qué es lo que él desea
conseguir en dos esferas: en la consulta y en su vida. O dicho de
otro modo, qué desea ser en la vida y cómo la
consulta puede ayudarlo para ello. La delimitación de
objetivos le dará coherencia y estructura al
proceso.
3) Análisis de posibilidades:
Se trata de que la persona sea capaz de elaborar posibilidades de
elección para conseguir los objetivos vitales que se ha
planteado. Para elegir necesita información sobre si
mismo, el entorno, sus recursos, obstáculos, etc., y
sopesarlos con ecuanimidad. Darse cuenta de las opciones reales
con las que cuenta y del peso específico de cada una en
relación a su persona.
4) Toma de
decisiones:
En esta fase el cliente elige y para ello el consejero le brinda
seguridad y apoyo. Lo acompaña para vencer los miedos que
involucran tomar decisiones vitales.
5) Búsqueda de una estructura:
La fase final del consejo consiste en que el cliente empiece a
implementar las decisiones adoptadas; que se estructuren en la
vida real, más allá del consultorio. El consejero
monitorea esta implementación y al constatar su
efectividad da por concluido el proceso.
El proceso de consejería:
1) establecimiento de la relación:
El proceso es similar, a lo descrito en la primera fase de la
orientación.
2) Delimitación del problema:
Se debe establecer con claridad, precisión y
detalle en qué consiste la dificultad del cliente.
Cómo se manifiesta, desde cuándo, frente a
quiénes, qué intentos de solución ha
utilizado, qué desea lograr, etc.
3) Análisis del problema:
Conociendo cómo es el problema de manera realista, se
procede a buscar soluciones,
apelando para ello a todas las fuentes y
recursos disponibles.
4) Planteamiento de soluciones:
Una vez recabada toda la información posible, se procede a
depurarla y a escoger dos o tres alternativas que aparezcan como
las más viables. En base a ellas se diseñan planes
de acción a realizar por el cliente.
5) Estructuración:
Se ejecutan estos planes de acción y se monitorea su
efectividad. En caso de no obtener el éxito deseado se
reemplazan las soluciones intentadas por otras, o se
diseñan alternativas nuevas.
En este caso se supone que el cliente sabe lo que desea; la ayuda
sólo radica en ayudarlo a obtenerlo.
La derivación.
Pueden darse casos en los cuales el cliente no responde a
nuestras estrategias de
counseling; que a pesar de implementar adecuadamente las
técnicas el sujeto no se anima a elegir, no elige bien,
tiene serias dificultades para implementar sus decisiones, etc.,
todo lo cual va acompañado de un creciente malestar. Si
anlizamos nuestro accionar como tutores y descartamos que el
problema sea de ejecución nuestra, entonces muy
probablemente estaremos frente a un caso más serio, que
requiere tratamiento especializado y derivación.
No se nos debe ocurrir nunca tratar casos graves como el consumo de
sustancias, abuso sexual,
depresiones e intentos de suicidio,
psicosis y
neurosis graves,
trastornos de personalidad, etc. En estos casos hay que usar las
técnicas descritas para convencer y encaminar al cliente
hacia el profesional especializado, y hacer todo lo posible para
que llegue a él. Incluso reportarlo, es necesario, pues no
siempre la persona querrá recurrir a los profesionales por
los supuestos estigmas que estos acarrean. No asustarnos y
descalificar a la persona; sólo derivar.
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