- Preámbulo
- Cuestiones generales
- La esquina caliente de Centro Habana
- De "La Casa de Beneficencia" ayer, al paraíso de la salud habanera
- Conclusión
- Bibliografía
Preámbulo
Cualquier análisis que se pretenda realizar de una ciudad – o de alguna de sus partes -, hay que comenzarlo partiendo de ver la urbe como un ente vivo, en ella cada uno se puede cruzar con muchos otros – diferentes –, hasta la más insignificante "cosa", material o inmaterial, influye en el actuar y el ser de todos, se esté consciente o no de tal situación. En la ciudad: los espacios adquieren su propia personalidad como entes vivos y dinámicos en toda su complejidad integral, con sus problemáticas particulares y sus propios nexos.[1] (Couceiro Rodríguez, Avelino, 2009, pp.16-17)
No me propongo presentar un tratado de Antropología Urbana [[1]], aunque utilizaré elementos de la especialidad como herramienta de trabajo, porque sin lugar a duda alguna, coincido con la conceptualización teórica del Dr. Avelino Couceiro Rodríguez cuando plantea:
"La Antropología Urbana es una de las subdisciplinas sociales que permite un sistémico e integral entendimiento de la ciudad y de las comunidades en general, pues va más allá de una simple descripción de los comportamientos que se dan en ella; permite reconstruir la lógica de sus pobladores desde ellos mismos, registrando costumbres, concepciones y la interpretación que estos hacen de sus propios actos y su vida "[2] (Couceiro Rodríguez, Avelino, 2009, p.27)
Me interesa conseguir un acercamiento real a lo histórico y lo urbano, para ello también me valdré de elementos investigativos de la Antropología Visual [[2]] y sus campos de acción, todo puesto en función en un área de interés, en nuestro caso esta será el barrio capitalino de Cayo Hueso. No me complicaré en tecnicismos propios de las actividades investigativas, este no es un trabajo – solo – para especialistas, está hecho para todas las personas que se interesen. No haré referencia alguna a que "cualquier tiempo pasado fue mejor o peor", cada período ha respondido a las realidades de su momento histórico, aunque es innegable, que cada uno ha aportado su condimento en la formación de identidades y sentidos de pertenencias, cuestiones de primer orden en la sociedad en que se viva.
Sobre la base de los elementos anteriormente expuestos, me propongo conseguir una aproximación histórica al barrio de Cayo Hueso, partiendo de dos de los principales – nueve – nodos urbanos [[3]] de Centro Habana, el que conforman las esquinas de Infanta y San Lázaro y el que se estructura en la confluencia de las calles Belascoaín y San Lázaro.
Ambos nodos son parte integrante de La Habana que un día fue moderna y no conocimos, la que José María de la Torre nos presentó en su conocida obra: "Lo que fuimos y lo que somos o la Habana antigua y moderna"[3] (De la Torre, José María, 1857) y que se erige hoy – prácticamente – como el actual municipio Centro Habana, que sí conocemos. Presentaremos el complejo vial de estos importantes núcleos, sus tradiciones, las transformaciones morfológicas y sobre todas las cosas, hablaremos de las personas que los habitan y los transforman, ellos – los nodos – serán utilizados como pretextos para posicionarnos en Cayo Hueso, se intentará demostrar, a través de dos pequeños fragmentos de ciudad, como cambia todo y que la interacción entre el hombre – y su espacio, es la que estructura la historia.
El acercamiento al tema será siempre histórico, aunque acuda para lograrlo a especialidades complementarias, nadie que ignore de donde viene, podrá entender lo que es y le costará mucho concebir hasta dónde puede llegar. Invitaré a los presentes en la sala y futuros lectores a participar en un viaje visual a través del tiempo, por eso el uso constante de imágenes – fotos, grabados, mapas, postales etc. –, no se trata de hablar sobre ellas, sino de relatar valiéndonos del recurso, algo que en estos tiempos de inclusión es vital. Reconstruiremos hasta donde nos sea posible la visualidad [[4]] del entorno en las diferentes épocas. Sé que hay aspectos que pudieran resultar controversiales para determinadas personas pues, mucho de lo que se mostrará, ya no existe y será complejo imaginar que un día fueron así, para otros, todo pudiera ser curioso y para algunos, esta ponencia les recordará los años ya lejanos de su infancia y juventud.
La aproximación a este trabajo con ideas preconcebidas no será provechosa, lo ideal resultaría proporcionar un contacto recreativo y descomprometido, de esta forma se disfrutará a plenitud.
Intentar historiar hoy a través de la visualidad, más que una tendencia es una necesidad, en el mundo moderno, donde cada día se lee menos, la imagen constituye un imperativo, en nuestro caso, usarlas es como viajar al pasado de forma más real, se trata de utilizar el medio técnico como elemento de reconocimiento y articulación lógica, es tenerlas a mano como herramientas que ayudan a apreciar los cambios, no como simples ilustraciones facilistas – o facilonas -, de hecho la búsqueda de ellas y las comparaciones resulta una tarea muy compleja.
Partiremos para realizar nuestros análisis, del barrio, él es la célula fundamental en la forja del sentido de pertenencia de un individuo, es difícil que podamos deshacernos de las influencias que han llegado a nosotros del lugar donde nacimos, nos criamos, crecimos y hasta procreamos, ¿cuantos no hemos querido que nuestros hijos asistieran a la misma escuelita a la que fuimos cuando éramos pequeños?, aunque reconozcamos que ya no es la misma.
Quiero mostrar a todos los que, de una forma u otra interactuamos en estos lugares a diario, que no siempre fueron así, también procuro exponer la forma en que se han ido transformando con el decursar del tiempo, esta puede llegar a ser una manera de incentivar a que cuidemos lo que se nos ha legado, por eso acudo a lo histórico – visual, estimo que es un recurso que además de lo que se pueda ver, produce afectos psicológicos muy efectivos, esperamos que al final todos ganemos en conocimientos y satisfacciones.
Lázaro Numa Aguila.
Cuestiones generales
Para comenzar cualquier trabajo sobre una ciudad es preciso tomar un punto de referencia físico y a partir de él, se comienzan a articular todos los análisis. Cuando se estudia la bibliografía sobre nuestra capital, es fácil encontrarse con verdaderos clásicos, ejemplo de ellos pueden ser "Lo que fuimos y lo que somos o La Habana antigua y moderna" de José María de la Torre, "Historia documentada de San Cristóbal de la Habana en el Siglo XVI", de Irene A. Wright o "Viaje a La Habana", de Mercedes Santa Cruz y Montalvo, por solo citar unos pocos ejemplos, todos estos autores definen previamente un punto físico común, La Habana, luego desarrollaron sus planteamientos sobre el tema.
En nuestro caso ese punto físico es también La Habana, pero puntualmente realizaremos una aproximación al barrio de Cayo Hueso, perteneciente al municipio Centro Habana. Nos detendremos solo en sus puntos más significativos, aunque de sobra sepamos que no son los únicos, sería imposible, en unas cuantas cuartillas, poder abarcarlo todo y visitar la totalidad del barrio, iniciaremos el recorrido con un breve preámbulo que nos permitirá ubicarnos en tiempo y espacio.
¿Qué entender por Centro Habana?
Siguiendo las pautas anteriormente expresadas, establezcamos previamente el espacio físico del que no saldremos en nuestros análisis, este será, estrictamente, el actual municipio Centro Habana y dentro de él, el barrio de Cayo Hueso.
El municipio Centro Habana está ubicado al norte y centro de la actual provincia La Habana, algunos investigadores lo definen como de tránsito, tiene una extensión territorial de 3,42 kilómetros cuadrados, es el más pequeño entre los quince que tiene la actual División Política Administrativa de la capital, pero es el más densamente poblado, su población es de 139229 habitantes según datos aportados por la ONE[4]al cierre de diciembre del año 2015[5]lo que significa que viven 40710,23 personas por Km², en materia demográfica esta cifra representa una enorme densidad, este aspecto puede provocar fenómenos complejos en cualquier espacio urbano, se encuentra totalmente urbanizado y cuenta con 514 manzanas.
El municipio está estructurado en nueve nodos urbanos principales, cuatro nodos secundarios y cuatro nodos alternativos, todos ellos componen y estructuran la red vial que permite la comunicación interna y hacia y desde el exterior.
Fig.1: Municipio Centro Habana y su red nodal.
Leyenda | ||
No. | Descripción | |
1-9 | Nodos principales | |
A, B, C, D | Nodos secundarios | |
a, b, c, d | Nodos alternativos |
Formación urbana y social.
Centro Habana tiene una formación primaria de barrios y caminos, esta le ha ido proporcionando a sus habitantes características muy definidas. Producto del fenómeno sociológico de la reproducción dichas características no se han perdido, se van transfiriendo de generación en generación, a pesar del paso del tiempo.
En el municipio es fácil escuchar a las personas identificándose como pertenecientes al barrio de Los Sitios, San Leopoldo, Cayo Hueso, Colón etc., e incluso, los actuales Consejos Populares, en muchos casos, se identifican con los nombres de los barrios que lo componen, aunque en múltiples ocasiones estos han sido mutados – por lo menos de manera formal – como consecuencia de las Divisiones Políticas Administrativas, cuestión muy peligrosa, porque se producen desestabilizaciones identitarias entre sus habitantes.
Si observamos a un individuo del barrio de Los Sitios – por solo poner un ejemplo – o de cualquiera de los barrios de la que fuera La Habana intramuros [[5]], veremos que se parecen en determinada medida, en su forma de actuar, hablar y comportarse, hasta comparten un mismo imaginario, esto se debe sociológicamente a sus identidades comunes, creadas durante sus respectivos procesos de formación cultural, pero si a estos mismos individuos los comparamos con otros – por ejemplo – de Cayo Hueso, que es también un barrio del actual Centro Habana, las diferencias se harán rápidamente evidentes, el fenómeno es producto de los procesos formativos distantes, no solo en espacio territorial, sino también en el tiempo, esto provoca que las historias de dichos barrios no tengan mucho en común, veamos el siguiente mapa de La Habana en 1853, así se podrá comprender mejor lo que trato de expresar:
Fig. 2: Mapa de La Habana en 1853.
Si observamos detenidamente, nos percataremos que para esa fecha – mediados del siglo XIX – ya estaba correctamente conformada la ciudad epocal, con sus barrios intramuros y los extramuros, todo se muestra muy bien delimitado por la línea de la muralla, ya se había formado la misma estructura urbana que aún se mantiene – hasta los mismos límites -, pero todavía no aparecen en el mapa los barrios de Cayo Hueso y el de Pueblo Nuevo – La Victoria –, estos no existían, comenzaban a formarse los primeros poblamientos en esas zonas. En el mapa solo se aprecian las manzanas aledañas al barrio de Peñalver cercanas a Pueblo Nuevo y en la zona del actual Cayo Hueso las edificaciones próximas a la Caleta de San Lázaro y como es lógico, se puede ver cartográficamente las características de dicha caleta, no son pocos los que se preguntan en la actualidad cómo era.
Este valioso documento cartográfico confirma correctamente mi planteamiento anterior sobre los procesos formativos comunes y distantes, pero si lo comparamos con la siguiente imagen satelital actual, será fácil notar las diferencias:
Fig. 3: Imagen satelital actual equivalente a la misma área del mapa de La Habana de 1853, la zona en blanco corresponde a las áreas que aún no existían en 1853 – Cayo Hueso y Pueblo Nuevo o La Victoria-.
De esta manera no hace falta decir mucho más para llegar a comprender que a mediados del siglo XIX, el municipio Centro Habana que hoy conocemos ya estaba urbanísticamente formado.
Los barrios, sus habitantes y el entramado vial.
Cuando La Habana intramuros comenzó a desbordarse de su marco amurallado, empezaron a surgir aledaños a los principales caminos que existían, algunos barrios, así nació el de la Ceiba, Guadalupe, Jesús María, San Nicolás, Los Sitios – de San José -, La Salud, San Leopoldo y el de los Barracones, por solo citar a los primeros. Junto con el nacimiento del barrio, casi siempre surgía también una ermita [[6]] que, por lo general, le daba nombre a este, después se convertía casi seguro en iglesia – algunas de ellas se mantienen aún – esto, desde la fundación de las primeras villas era así por disposición Real. Es importante conocer el asunto porque, en el actual municipio Centro Habana, que tiene una extensión territorial de 3,42 Km², existe una iglesia católica por cada 0.57 Km², por tanto, se hace innegable que en el proceso formativo de estos territorios la iglesia jugó un papel significativo, ha existido siempre una en cada barrio o entre ellos, por tal razón sus individuos nacen, cresen y se desarrollan dentro de este radio de influencia religiosa, en algunos momentos esta ha sido mayor y en otros menor, pero siempre ha estado presente, aunque esto no significa que las personas lleguen a ser católicos profesantes, esta tampoco constituye la única influencia religiosa que existe en los barrios de Centro Habana, pero es cierto que junto a las de origen africano, son las más importantes.
En Centro Habana se produce una manifestación sociológica interesante, producto de la composición étnica histórica en estos barrios que hoy componen el municipio, mayoritariamente de negros y personas blancas de extracción humilde, se hace evidente un actuar religioso sincrético en un alto porciento de su población, a pesar del arraigo del catolicismo. Lo que se visualiza en la actualidad en este sentido partió de los momentos fundacionales, la convivencia mixta en el aspecto racial, la mala evangelización llevada a cabo por la Iglesia Católica, el asentamiento de antiguas masas de esclavos, que luego derivaron en trabajadores asalariados, los inmigrantes pobres, peninsulares o de cualquier otra parte y los residentes criollos, dieron origen a la mixtura en todos los sentidos.
Algo parecido sucedió con las precarias y primigenias vías de comunicaciones, del camino de San Antonio Chiquito que posteriormente se nombró San Luís de Gonzaga, surgió la actual calzada de Reina. La calzada de Monte fue vía obligada para los que pretendían tomar rumbo sur hacía Jesús del Monte en extramuros y la traza de la Zanja Real sirvió para el surgimiento de la calle Zanja, la línea costera planteó la ruta de la que sería la Calle Ancha del norte – o del Mar -, que luego derivaría en San Lázaro, aún la población las sigue llamando por sus nombres originales, aunque algunas oficialmente se nombran diferente. Luego fueron apareciendo otras vías secundarias alternativas – son internas dentro del territorio y tienen el objetivo de interconectar nodos del propio municipio – como Galiano y la calle de Los Dragones o simplemente Dragones.
Así se fue conformando el entramado urbano de Centro Habana que hoy conocemos, si fuimos buenos observadores no tendremos duda en expresar que, es prácticamente el mismo espacio y estructura que aparece en el mapa de 1853.
Nada de lo que he expresado hasta este instante surgió de casualidad, es el resultado de la evolución histórica del territorio y la relación individuo / espacio, en este sentido me adscribo al criterio de la Dra. Dolores Guerra cuando expresa:
"Los asentamientos poblacionales nacen, crecen, se transforman y cada uno tiene su atmósfera, ese hechizo singular de que los provee la vida [ ] Generaciones de hombres laboriosos, llenos de necesidades, ilusiones y sueños, van estructurándolos a la medida de sus deseos y posibilidades, hasta dejar la impronta de una época que atesora historias humanas y los convierten en testigos del pasado, cómplices del presente y esperanzas futuras".[6] (Rensoli Medina, Rolando J., 2008, p.6)
Al adentrarnos en los temas a los que me he referido, nos percatamos que la ciudad, como ente vivo, es cambiante, de la misma forma que lo son sus habitantes, ese es el punto en que nos detendremos luego de este preámbulo. Intentaré mostrar los cambios que ha sufrido – hasta donde sea posible – la morfología de Cayo Hueso a través de sus dos nodos principales, estos funcionarán como reflejos del cambio barrial, y a la vez, se significará de qué manera estos cambios nodales han influenciado a los habitantes en las diferentes épocas, aunque nadie se detuviera a pensar en ello. Cuando cambia la estructura de un modo principal, cambia también el actuar de barrio.
El hombre y la ciudad conforman una pareja indisoluble, uno ayuda constantemente al otro a transformarse.
El barrio de Cayo Hueso
Dentro de todo el entramado urbano que ya se ha mostrado, se encuentra el actual barrio de Cayo Hueso, está enclavado al Noroeste del municipio Centro Habana, delimitado por la calle Zanja desde Belascoaín hasta Infanta, por esta hasta Malecón y cerrando la cuadrícula nuevamente con la calzada de Belascoaín.
Fig. 4: Vista satelital del barrio de Cayo Hueso en Centro Habana.
Los orígenes del barrio datan de la primera mitad del siglo XIX, como ya mostré en el mapa de 1853, en él aparecían las primeras muestras de poblamiento, algunos estudios históricos destacan en la zona las estancias de Martín de Oquendo y la de Martín de Aramburu, hombres acaudalados que vivían en la ciudad epocal. Una de las características del actual barrio es que muchas de sus calles llevan aún nombres relacionados con figuras destacadas – por algún motivo – de la época colonial, como son los casos del Obispo Espada, Martín Oquendo, del Conde de Belascoaín que era Diego de León o del Conde de Lucena que no era otro que Leopoldo de O"Donnell [[7]] y también el del Marqués González cuyo nombre verdadero era Vicente González.
Oficialmente el barrio comenzó a llevar el nombre de Cayo Hueso a partir del 26 de Julio de 1912 gracias al acuerdo 730 del Ayuntamiento de La Habana, en él se establecieron obreros, en su mayoría tabaqueros que habían vivido en las comunidades de Tampa y Cayo Hueso durante la etapa en que José Martí fundaba el Partido Revolucionario Cubano y gestaba "La guerra necesaria". Por estas razones se erigió en el barrio el Palacio de los torcedores el 28 de septiembre de 1924, fecha en la que fue colocada su primera piedra, sitio muy vinculado a innumerables sucesos históricos de la etapa republicana, allí Julio Antonio Mella fundó la Universidad Popular José Martí y se veló el cadáver de Rubén Martínez Villena en 1934.
La religiosidad en el barrio no difiere mucho de los demás que conforman Centro Habana, la presencia católica y de las religiones afrocubanas son mayoría, también existen algunas logias masónicas y la historia significa – y pondera – la existencia de algunos juegos Abakuá[7]
"La relación barrio-juego se nos presenta difusa en el tiempo, toda vez que los datos a nuestra disposición son escasos y a veces contradictorios. En 1881 Alejandro Rodríguez Arias recoge un grupo de potencias existentes en La Habana y sus zonas aledañas:
8. Distrito: Cayo Hueso
Eforimoteké
Nandibá"
(Torres Zayas, Ramón, 2006, p.15)
"Los sólidos vínculos camaderiles entre juramentados de estas dos barriadas – Cayo Hueso y Carraguao -[8] se materializaron una vez más cuando miembros del Eforicomó y Muñanga (potencias con una fuerte presencia en Cayo Hueso) iniciaban el 19 de marzo de 1938 a Isún Efó Sankobio, de Atarés"[9]. (Torres Zayas, Ramón, 2006, p.32)
La fiesta patronal de Nuestra Señora del Carmen es el evento religioso – popular más significativo, luego de dejar de salir la tradicional procesión durante muchos años, nuevamente se ha retomado la tradición.
En los carnavales habaneros los vecinos de Cayo Hueso se han hecho representar históricamente por la comparsa "Los componedores de batea", otra vez aquí entra a jugar su papel la religiosidad popular y la presencia Abakuá del territorio:
"Las relaciones entre los "Dandys" que luego dirigiera Rolando Bruzón y los "Componedores de Batea", del barrio de Cayo Hueso y bajo la batuta de Ricardito, eran mucho más armónicas, quizás debido a que el grueso los integrantes varones de ambas comparsas pertenecían a Muñanga"[10]. (Torres Zayas, Ramón, 2006, p.26)
Fig. 5: Comparsa "Los Componedores de Batea".
Es un barrio reconocido por todos – también – como rumbero, por tal razón se encuentra en su territorio el "Palacio de la Rumba", además de que el conocido percusionista Luciano –Chano – Pozo, quién fuera miembro de la banda de Dizzy Gillespie y figura clave del género jazzístico conocido como bebop, corriente importante en la aparición posterior del llamado "Latin Jazz", fue – y es – hijo legítimo del territorio.
Fig. 6: El legendario percusionista Chano Pozo.
El movimiento del Feeling [[8]] nació y se engrandeció en el territorio, justo en el conocido "Callejón de Hamel" [[9]], teniendo como uno de sus principales cultores al trovador Ángel Díaz.
Fig. 7: El trovador Ángel Díaz, cultivador del Feeling.
Sería un acto de injusticia si no mencionara en este momento al legendario cuarteto "Los Zafiros", agrupación que hizo furor en Cuba y el exterior, único en su estilo y con voces inigualables, la agrupación se fundó y sus miembros vivieron en el barrio, si existe alguna cosa que haya que plantear en este preciso momento, que no se ha dicho sobre "Los Zafiros", es que en el cuarteto y en sus miembros se desbordaba la identidad del individuo de Cayo Hueso.
Fig. 8: El cuarteto "Los Zafiros".
El parque Trillo es su emblemático centro, está dedicado al General de tres guerras Quintín Banderas, muchas veces ignorado por la historia, es reconocido como uno de los parques más populares del municipio, lugar de rumba, encuentros y muchos desencuentros también.
"En el siglo XIX se registra a Martín de Oquendo como propietario de gran parte de las estancias del enclave, entre ellas un área comunal que más tarde sería el parque Trillo"[11]. (Pérez Rivero, Pedro, 2015, p.50)
Fig. 9: El parque Trillo y el monumento al General Quintín Banderas, al fondo se encuentra " El Palacio de la Rumba.
En sentido general no se pudiera afirmar que el comportamiento social en Cayo Hueso – a pesar de sus peculiaridades – difiera significativamente del resto de los barrios de Centro Habana y que no existan las mismas manifestaciones positivas y negativas que en el resto del municipio, pero sí se debe aludir al hecho de que su estado higiénico – a pesar de las dificultades -, difiere positivamente del que existe en otros barrios de Centro Habana. Su estado habitacional también se encuentra "en mejores condiciones", esto es lógico, se trata de un barrio más joven y se le han practicado planes de rehabilitación integral, cosa que no ha sucedido en otros barrios.
Habiendo presentado esta breve reseña, estimamos que es suficiente para quien enfrente este trabajo tenga en conocimiento una visión general del entorno físico en el que nos mantendremos, pasemos pues, a nuestro objetivo específico, el análisis de los nodos principales de Cayo Hueso.
La esquina caliente de Centro Habana
Fig. 10: El entorno del nodo de Infanta y San Lázaro en la etapa republicana fue un hervidero de acciones revolucionarias.
Una esquina importante del entramado urbano de Centro Habana, que de hecho constituye uno de sus principales nodos, es la que está formada por el encuentro de las calzadas de Infanta y San Lázaro, este sitio es muy interesante, comencemos por presentar sus arterias principales:
"Calzada de San Lázaro ó calle Ancha del Norte.= La más septentrional y en forma de arco, adaptada a la costa, en cuya paralela corre desde la esplanada [Sic.] ó campo del Castillo de la Punta por el E., hasta terminar al O. en la esquina de la casa de Beneficencia [ ] siendo por consiguiente una de las anchas y espaciosas de la capital, como sería una de las más alegres, si no fuera también el más frecuente tránsito para el cementerio general"[12] (De la Pezuela, Jacobo, 1863, p. 85)
Así describió Pezuela el tramo de la calzada de San Lázaro que conoció, nótese que solo llegaba hasta el lugar de la antigua Caleta[13]
En La Habana colonial, en su sección de extramuros, este lugar no alcanzaba notoriedad alguna, era solo "un camino" o serventía que se cruzaba con otros en varios puntos, la presencia en el entorno – un poco más al este – del Cementerio General de Espada – hasta su cierre -, quizás, le aportaba determinada significación a la zona. Como se puede leer en la cita de Pezuela, la calzada de San Lázaro – como tal – solo llegaba hasta el actual Belascoaín.
Por el otro extremo tenemos a Infanta, la calzada se amplió en ese tramo años después de estar terminado el Paseo de Tacón [[10]], esto fue lo que originó la intercepción que en estos momentos estamos presentando.
"Calzada de Infanta.= Ancha vía recta, perfectamente terraplenada, que abriendo por el N. cerca de la misma orilla del mar y de la batería de Santa Clara, atraviesa por la tercera glorieta á la alameda de Tacón frente al caserío ó barriada de San Antonio Chiquito, entre su grupo y la casa sanitaria de Garcini. Termina en el barrio de Carraguao, con cuya calle principal se confunde hasta su conclusión en la esquina llamada de Tejas, por cuyo punto corre la calzada del Oeste y radica la antigua quinta del difunto superintendente de Hacienda conde de Villanueva [ ] Se terminó en los dos años de 1842 y 43 la principal sección, que es la que media entre la alameda de Tacón y la esquina de Tejas [ ] La otra se emprendió desde 1844 [ ] y no quedó completamente terminada hasta 1849 [ ] Esta segunda parte forma con la alameda de Tacón ángulo recto, en uno de los cuales están comprendidos todos los terrenos, arboledas, y dependencias de la casa de recreo de los capitanes generales".[14] (De la Pezuela, Jacobo, 1863, p.111).
Muchos años después, luego de establecerse la Universidad de La Habana en el lugar que conocemos y otros inmuebles importantes en el entorno, la zona va tomando diferente notoriedad.
Fig. 11: Universidad de La Habana, 1930.
Después que se construyó la escalinata de la Colina Universitaria de frente a la propia calzada de San Lázaro y el pórtico del edificio del Rectorado, ese tramo de la calzada se transformó en vía casi expedita para llegar al lugar y salir de él, además de ser acceso a la zona del Vedado capitalino, de esta manera se amplió más el carácter de tránsito del nodo.
Fig. 12: Construcción de la escalinata de la Universidad de La Habana y del pórtico del edificio del Rectorado.
Es notorio, si se observa correctamente las imágenes, que el entorno de la zona gano en belleza y urbanización, pero también en simbolismo, tanto arquitectónico como histórico, no quepa la menor duda que la "Colina Universitaria" es una verdadera joya en más de un sentido.
Fig. 13: Universidad de La Habana ayer y hoy.
Fig. 14: Esquina de Infanta y San Lázaro.
Ya avanzada la etapa republicana, en la conocida esquina, se instaló durante un lapso de tiempo importante la carpa del conocido circo Santos y Artigas y por temporadas, la del circo Bufflar, según Ciro Bianchi Ross[15]Eduardo Robreño señaló que en esa área hubo una cuartería nombrada popularmente como "Solar de la Mierdita".
Fig. 15: Carpa del circo Bufflar en la esquina de Infanta y San Lázaro.
Posteriormente se posicionó brevemente una arena deportiva – pudo haber sido en el mismo circo – y un comercio de efectos electrodomésticos, todo esto en el espacio donde hoy se encuentra el Parque de los Mártires Universitarios, justo frente a la actual ostionería que se identifica con el nombre de la propia esquina.
Fig. 16: Vista general de la esquina de Infanta y San Lázaro en 1959, al fondo la Universidad de La Habana.
Algo que también la distinguió – o quizás la marcó – en el pasado fue el comercio de útiles del hogar nombrado Lámparas Quesada, que luego pasó a ser "Lámparas cubanas".
Fig. 17: Esquina de Infanta y San Lázaro en 1933, al fondo se puede apreciar la iglesia de Nuestra Señora del Carmen y a la izquierda, "Lámparas Quesa", que luego se llamó "Lámparas cubanas" y hoy es la librería "Alma Mater".
Su proximidad a la colina universitaria es lo que la ha inmortalizado para siempre, aquí entró a jugar un importante papel lo que señalé sobre la construcción de la escalinata, en esta área o zona se protagonizaron fuertes acontecimientos de la lucha estudiantil contra las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, por eso es considerada como "la esquina más caliente de Centro Habana".
Fig. 18: Manifestación estudiantil universitaria en marcha hacia Infanta y San Lázaro al centro el líder estudiantil José Antonio Echeverría.
Otra cosa que señala a la esquina es su proximidad al templo católico de "Nuestra Señora del Carmen", un edificio significativo dentro de la arquitectura de la ciudad y de la vida religiosa de los habitantes de la zona, incluso, de personas que viven en las proximidades del nodo siguiente.
Según la publicación católica "Aromas del Carmelo"[16] (Revista Aromas del Carmelo, 1952, p.37) de la "Orden de los Carmelitas Descalzos", los terrenos fueron adquiridos en 1923 por la propia Orden religiosa, su construcción fue contratada a la firma Rafesca y Covarrocas y la primera piedra se colocó el 19 de marzo de 1925. Es un inmueble de estilo ecléctico, con ornamentos del barroco [[11]] español, posee tres naves y dos torres, la mayor mide 60 metros de altura y está coronada por una escultura de la Patrona del territorio, la Virgen del Carmen, que mide 7,5 metros y tiene un peso de 9,5 toneladas, fue ascendida a la cúpula el 11 de abril de 1927, el templo se terminó totalmente en 1929.
Fig. 19: Momentos constructivos de la iglesia de Nuestra Señora del Carme en 1927, en la caja se encontraba la estatua de la Virgen del Carmen que posteriormente se colocó en la torre.
Fig. 20: Iglesia de Nuestra Señora del Carmen hoy.
Otro hecho relacionado con el barrio, el templo y la Orden religiosa – y muy poco conocido – es que, veinticuatro miembros de la "Orden de los Carmelitas Descalzos" fueron voluntarios para que el Doctor Calos J. Finlay pudiera probar su descubrimiento del agente transmisor de la Fiebre Amarilla, en el sitio se encuentra colocada una placa que rememora el hecho porque algunos de ellos alcanzaron a vivir en el lugar y participar de la vida del barrio.
"La teoría finlaísta no era siquiera discutida. Pero él, sostenido por su profunda fe cristiana, católica, no desmaya, prosigue los experimentos en la calle Prado número 52, donde radica su consulta. Inocula soldados de la fortaleza de la Cabaña, a los Padres Jesuitas del colegio de Belén de La Habana y Monserrat, de Cienfuegos, así como a los Padres Carmelitas Descalzos: 24 se prestaron a los experimentos. El 29 de febrero de 1884 presenta en la Facultad de Estudios Clínicos: Fiebre amarilla experimental comparada con la natural, en sus formas benignas".[17] (Cartaya, Perla, 2016, p.25)
Fig. 21: Placa en recordación y agradecimiento a los veinticuatros Carmelitas Descalzos que voluntariamente se prestaron para que Carlos J. Finlay demostrara su descubrimiento del transmisor de la Fiebre Amarilla.
Próximo al lugar, en el antiguo barrio de San Lázaro, hoy perteneciente a Cayo Hueso, se encontraban "Las canteras y los hornos de cal", que llevaban el propio nombre del barrio, en este sitio realizó trabajos forzados José Martí y ha pasado a la historia como lugar de oprobio y tristes recuerdos del dominio colonial español, por esta razón se erigió en la zona "La fragua martiana" [[12]].
Fig. 22: Viñeta de las Canteras de San Lázaro.
La esquina de Infanta y San Lázaro es en la actualidad un lugar de tránsito entre Centro Habana y la zona del Vedado en Plaza de la Revolución, frontera del barrio de Cayo Hueso con el histórico de Príncipe, no sería justo dejar de señalar la importancia del inconcluso "Parque de los Mártires Universitarios", lugar que rememora las contiendas estudiantiles de épocas convulsas de la historia de nuestro país, fundamentalmente del sector estudiantil universitario.
De "La Casa de Beneficencia" ayer, al paraíso de la salud habanera
Bajando por la calzada de San Lázaro rumbo al este, pasamos por el lugar donde un día se encontraba el portón del Cementerio General de Espada y llegamos al próximo nodo, otra área de suma importancia dentro del territorio, en mi opinión, es el sitio que más identifica a esa zona urbana capitalina.
Fig. 23: Foto satelital de Belascoaín y San Lázaro hoy.
Este nodo es – quizás – el que morfológicamente más transiciones haya tenido dentro del actual municipio, está formado por la intercepción de las calles Belascoaín y San Lázaro y de alguna manera, el Malecón habanero entra a formar parte también de él.
Fig. 24: Zona de Belascoaín y San Lázaro en 1853.
Presentamos – antes de continuar – a la calzada de Belascoaín porque ya lo hemos hecho con anterioridad con la de San Lázaro:
"Calzada de Belascoaín.= Una de las principales vías de la población estramural [Sic.] de La Habana [ ] Esta gran calle, perfectamente rectilínea, abre en la estremidad [Sic.]O. de la de San Lázaro por el ángulo izquierdo de la casa de beneficencia desde cuyo punto mide 1,984 varas cubanas, hasta la pequeña esplanada [Sic.] ó glorieta circular proyectada por la parte S. del Campo de Peñalver, desde la cual continúa también rectilínea hasta terminar en la estremidad [ Sic.] S. O. de la calle de la Gloria".[18] (De la Pezuela, Jacobo, 1863, p.82)
Durante un largo trecho del siglo XIX San Lázaro no era mucho más que un terraplén – o camino – de extramuros de La Habana.
Fig. 25: El camino de San Lázaro y la calzada actual.
Posteriormente durante otro periodo del mismo siglo, existieron en él cuatro lugares – sin contar la conocida Caleta de San Lázaro – que caracterizaron el entorno, estos fueron el hospital de leprosos o de San Lázaro, el hospital de San Dionisio para enfermos mentales, la Casa de Beneficencia y el Cementerio General de Espada.
Fig. 26: Hospital – leprosorio – y caleta de San lázaro, la casa de beneficencia y la portada del cementerio general de Espada.
Todo esto le aportaba al entorno un carácter de exclusión o marginación, en él se encontraban los inmuebles e instituciones destinados a los desahuciados de la sociedad. Esto no debe mirarse como algo raro, la cuestión radica en que, para el momento en que estos lugares fueron construidos, la zona se encontraba lejos de la ciudad intramuros, era "el campo", pero La Habana se desbordó de las murallas y llegó rápidamente a estos parajes.
La Caleta de San Lázaro.
Justo a media legua al Oeste de la bahía de la Habana, existió
una pequeña ensenada o caleta de aguas apacibles y moderada
profundidad, tenía 93 metros de ancho en su boca o entrada y 5,5 metros
de profundidad, este espacio costero estaba dotado de características
adecuadas para la fabricación de embarcaciones de pequeño y mediano
porte y era factible para el desembarco a través de pequeños navíos,
por tal motivo siempre fue objeto de mira de los carpinteros de ribera y
pescadores de orilla. Un capitán nombrado Juan Guillén fundó
en el sitio su pequeño "astillero", esto provocó –
como era característica en la época –, que la
toponimia del lugar adquiriera su nombre, todos comenzaron a llamarle entonces
"La caleta de Juan Guillén".
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