- Tropo e intencionalidad
- El efecto de Doppler en literatura
- El recurso del iceberg del discurso literario
- Filiación política y literatura
- ¿Libros o panfletos?
Escritas hace casi diez años, estas acotaciones (a veces glosas)
fueron apareciendo mientras leía las distintas obras; al decir de un
"sabio" universal, son "notas tomadas al vuelo". Otras muchas,
de muchos años atrás, han sido derrotadas por el tiempo. Y otras
más actuales, a contrapelo de la inmediatez que ofrece el sitio, necesitan
la prueba de los años. Por ello no es posible excluir totalmente la evolución
de algún criterio personal. Empero, siempre aportarán una brizna
de luz a estudiantes y estudiosos del discurso literario cubano. —No obstante,
a veces no se puede renunciar totalmente a la inmediatez que ofrece este sitio,
por lo que la presente serie se verá rociada por reseñas que la
exigen, como el pequeño ejercicio de hermenéutica que inaugura
la serie.
Tropo e intencionalidad
"El hermano Obama", artículo de Fidel Castro.
Se ha afirmado en reiteradas ocasiones que en poesía la intencionalidad opera generalmente en el tropo. Pero nosotros la apreciamos en todo discurso literario. En su último artículo "El hermano Obama", sobre el discurso del presidente de EE.UU. ante una representación de la sociedad civil de Cuba, Fidel Castro articula la intencionalidad con ese tropo llamado ironía. Veámoslo de inmediato.
Solo el título descalifica todo el discurso de Obama en el teatro "Alicia Alonso". Fidel emplea una combinación de figuras retóricas, la ironía la obtiene aludiendo al término de "familia" que utiliza Obama en su discurso; o sea, utiliza la ironía combinada con la alusión, dos figuras retóricas llenas de intencionalidad y obtiene una ironía semántica, del contenido "hermano", que se esgrime rayando casi en el sarcasmo, otra figura retórica. No llega al sarcasmo, a la burla cruel, pero sonríe irónico.
Esta ironía la enfatiza cuando no utiliza los pronombres posesivos "mi" (apócope de mío) ni "nuestro" (hermano Obama): con toda intencionalidad emplea el adjetivo demostrativo "El" hermano Obama (pronombre demostrativo, según Bello): "mi" o "nuestro" implican una pertenencia personal que no puede existir, no es real. Y lo deja libre, sin pertenencia: ¿el hermano de quién? Mío no es. Cuando Fidel utiliza el demostrativo "el" lo explicita, como "el mejor amigo de Cuba" en el caso de Hugo Chávez. Obama no es hermano de nadie; es el más alto representante del imperialismo en el planeta. En este sentido, si quisiera ser hermano nuestro no podría serlo.
La otra figura retórica que utiliza es la "paradoja". Comienza el texto con las contradicciones del mundo. Las ideas de Obama en todo el discurso son contradictorias, deshonestas, o sea, mentirosas. Y son contradictorias porque contradicen la naturaleza del régimen que representa, que no tiene vecinos, ni amigos y mucho menos familia.
Fidel también desmiente a Obama cuando recurre a los orígenes de ambas naciones: "Las poblaciones nativas no existen para nada en la mente de Obama". Es una gran mentira. "De cierta forma yo deseaba que la conducta de Obama fuese correcta", anota Fidel. Y es incorrecta porque conminar a olvidar la historia es conminar a olvidar el bloqueo, entre otros, a los muertos, etc… La historia es el basamento primigenio de la identidad que nos mantiene libres y soberanos. Olvidar la historia es anular también la victoria de Cuba. La victoria de Cuba significa que ellos depongan las armas y ellos solo las han cambiado. Cuba antes de 1959 era solo una prolongación de La Florida, colmada de hoteles, casas de juego, prostitución, millones de analfabetos y millones de hambrientos. Cuba era un balcón más de las élites de poder. —Incluso si se olvidara la historia, sería un absurdo el levantamiento del bloqueo y la entrega del territorio de la base naval de Guantánamo.
La arrogancia y la prepotencia estadounidense, que fueron las que hablaron por la voz de Obama, no reconocieron los crímenes cometidos contra el pueblo cubano y mucho menos la victoria de la resistencia y la dignidad
Pero Fidel no solo escribe para letrados, hermeneutas, filólogos, estudiosos; escribe para quienes no comprenden, confundidos y mal intencionados no letrados. Por eso al final anota directamente: " somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta". ¿Acaso se ha olvidado la negativa de Maceo a recibir nada de un enemigo tan poderoso?
El efecto de Doppler en literatura
En el cielo con diamantes (2007), novela de Senel Paz. Editorial Oriente.
Los años 60 del pasado siglo son recreados por Paz con una facilidad
cuyo principal recurso es la ironía. Dos personajes, Arnaldo y David,
narran sus peripecias en la adolescencia, en su pueblo del interior del país
y posteriormente, becados en La Habana: las relaciones familiares y sus primeras
relaciones amorosas. Este recorrido permite visibilizar un lienzo de la primera
década después del triunfo revolucionario de 1959.
Sin embargo, parece como si el tiempo le estuviera cobrando los errores a la historia.
Hay en el texto una marcada intención de enfatizar la libertad de palabras y de opinión de que goza el cubano hoy. Acaso sea esa la mayor divisa de la novela. Toca todo lo que ha sido erigido como ideal, incluso por concepciones erróneas en ciertos casos. Pero lo señala, sobre todo, porque hoy se puede expresar lo que antes hubiese sido contraproducente con un enemigo al acecho. Bien que los escritores revolucionarios cubanos no pueden olvidar en ningún momento la "maldita circunstancia" del enemigo en frente.
"Se bajaron los ídolos", diría un irreverente, "los intocables". No hay espacios sagrados. Independientemente de la oreja (narratario), el narrador va en sus soliloquios desde el sexo hasta la zafra de los diez millones, la muerte del Che en Bolivia o el cuento de la abuela de David sobre la pata y los huevos.
Con fina (y a veces burda) ironía todo se cuestiona, desde los valores más sagrados hasta los más normales. Y en el afán de remarcar la libertad de expresión, en el desenfadado afán de "injertar" la libertad de palabras, la ironía descubre diversas indumentarias.
Se produce entonces, lo que yo llamo (de manera muy personal) el efecto de Doppler en literatura. Es decir, la recurrencia persistente a la crítica de errores o de dudosas situaciones que implican a "los de arriba", el desarrollo de la narración recurriendo solo a críticas de lo mal hecho o de complejas situaciones sin mayor aclaración, conlleva a la percepción de una rueda que da vueltas en el sentido contrario al movimiento real (y valga la semejanza con el efecto óptico más que electromagnético en este caso). El movimiento real de la rueda no se observa, quedamos atrapados en un contexto incompleto, oblicuo por su parcialización o autolimitación.
Generalmente los excesos traen consecuencias negativas y, en ciertos casos, enrarecen un tanto la objetividad del momento histórico que se desea mostrar, sobre todo para las generaciones que no vivieron los años mostrados y que indagan por elementos sólidos.
Saltar de errores en errores en el discurso ficcional, exponer solo las deficiencias que se observan en la sociedad cubana —que tampoco es el caso específico que nos ocupa— se ha convertido no solo en una moda (desde que Raúl denostó contra el secretismo innecesario), se ha convertido casi en el único recurso literario visible en algunos textos. Con él no solo se extrapola el lineamiento político del presidente al discurso literario, sino se adopta la llamada parcialización voluntaria, que articula una visibilidad engañosa, errada, de la realidad. Sobre todo porque el discurso ficcional, contrario al oficial, a veces no permite mayores explicaciones ni recurrir a causas ni argumentos para la exposición de un tópico determinado. A veces las disquisiciones en la ficción operan de manera subversiva y trastornan el hilo de la narración, por ejemplo. Por otro lado, se rompe también el equilibrio necesario del texto en cuestión.
El recurso del iceberg del discurso literario
Adiós Hemingway y La cola de la serpiente (2001) de Leonardo Padura. Ediciones Unión.
En la contraportada del libro se señala, "Adiós Hemingway (2001) abrió la puerta del regreso del exteniente Mario Conde al mundo de las investigaciones policiales, luego de su renuncia a la policía, que se concretó en Paisaje de otoño, la novela con que Leonardo Padura cerró el ciclo "Las cuatro estaciones", del que forman parte también Pasado perfecto, Viento de cuaresma y Máscaras, publicadas entre 1991 y 1997".
Escrita en el verano del 2000, Adiós Hemingway es una novela donde se describe el retorno de Mario Conde a la actividad policíaca. En el texto se pone de manifiesto una vez más el oficio de Padura. El ritmo adecuado y el lenguaje directo lo convierten en un texto asequible a cualquier lector medianamente avisado. Es una historia novelada (no una novela testimonio) donde, como bien señala el autor en otras palabras, los límites histórico y ficcional se funden y desdibujan a la vez. Lo cierto es que Padura logra impregnar en el lector una mezcla de amor y odio por Hemingway.
Crecimos leyendo a Hemingway, viéndolo en fotos con Fidel; crecimos aprendiendo de su simpatía por los cubanos y de su humanismo; casi lo idealizamos. Por eso nos resulta interesante la descripción de Padura, los criterios sobre el escritor norteamericano. Acaso Padura nos lo pinta en blanco y negro, lo baja de su pedestal. Pone sobre el tapete al gran escritor y sus defectos esenciales (y digo esenciales, literalmente hablando).
El mejor momento de la novela es precisamente la estocada a fondo, la última carta de Conde ante el viejo Ruperto, aunque ya estemos acostumbrados a su esgrima.
¿Constituye una moda de estos tiempo retirar (o intentar retirar) los pedestales a quienes no se lo merecen o una vanidosa vía para el ascenso y el mercado? La historia, el tiempo, siempre se ha encargado de situar a cada cual en su lugar. Luego nadie se debe erigir en tiempo ni historia, aunque todos seamos el tiempo y la historia, porque la hacemos y graficamos, incluso con nuestra gestualidad. Véase el peligro y el respeto a la vez.
Luego en el texto opera la intencionalidad del autor. Sea real o no la muerte del agente del FBI, John Kirk; sea real o no la participación de Hemingway y sus sirvientes, lo cierto es que la trama se estructura alrededor de aquella noción de Padura que logra llevar a los lectores.
También merece mención el recurso del iceberg del que habla Conde, ya anunciado en otros textos del novelista, pues el lector pudiera preguntarse si no hay otra relación de Hemingway con el FBI que no sea la de su simpatía por los comunistas y todo lo que sugiere el texto en general. Como el iceberg, Adiós Hemingway sugiere mucho más de lo que expresa claramente, impone interrogantes y advierte cautela ante ciertos criterios y opiniones establecidos, incluso antes los ídolos.
Por su parte, La cola de la serpiente es un relato sencillo, donde se revela una vez más (ésta bajo la mirada de Mario Conde) la magia, el misterio del Barrio Chino de La Habana, a través del descubrimiento de un asesinato.
Filiación política y literatura
En tres partes se estructura el ensayo Los nuevos paradigmas (premio Alejo Carpentier 2006), de Jorge Fornet; tres capítulos en los cuales quedan plasmadas las ideas del autor sobre la narrativa latinoamericana de la última década del siglo pasado hasta nuestros días. El primer capítulo recoge la esencia de dicha narrativa; el segundo penetra la cubana, su impacto en la estética del desencanto, y el tercero aborda, entre otros, el nexo mercado – literatura o literatura – espacio público, y la producción literaria de la última generación de escritores. Así, por el libro desfilan movimientos literarios (tendenciosos como Mc Ondo y el Crack), obras, escritores e ideas que pululan en este hemisferio desde los umbrales del siglo XXI.
No pretende Fornet hurgar en las raíces del fenómeno actual, para lo cual hubiera tenido que remontarse a las primeras décadas del XX; su objetivo es preparar al lector, armarlo, proveerlo de una panorámica continental; un mapa, como él mismo señala, sobre el movimiento literario que se está produciendo. De ahí la abundante argumentación, la desbordante información que pone en manos del lector. Con alusiones a etapas anteriores, no deja de tocar ninguno de los hechos más relevantes del tema en este lado del mundo, incluso, aspectos poco divulgados o seguramente desconocidos.
Se trata, tal vez, de uno de los estudios más completo del tema en los últimos años. Acaso su mérito más admirable sea la inmediatez, aunque no se arriesgue a prefigurar una idea de lo que vendrá más tarde. No espera quince o veinte años para analizar un período que provoca la perplejidad de todos. Intenta desmenuzar el momento que vive. Con evidente dominio del lenguaje, un estilo bien definido y el empleo de numerosos recursos literarios, Fornet nos ofrece un análisis jugoso del tiempo de cambio obrante en la contemporaneidad. Hay, además, elementos polémicos en la obra y eso también constituye un mérito.
Luego aunque el sol no ostente sus manchas no quiere decir que no las tenga. La obra que nos ocupa no escapa tampoco a este proverbio. No estamos ante una obra perfecta pese al caudal de información que nos ofrece y que pudiera compensar determinado desacierto. A pesar del premio, el cual consideramos muy bien otorgado por el calibre del texto (reitero que se trata de uno de los estudios más completos del tema en los últimos años y quizás el primero, por mezclar a Cuba con otras naciones; lo afirmo, no he leído ningún otro – pero hay una salvedad), el lector enfrentará un libro que lo enseña y le amplía la mirada; el estudioso enfrentará un libro con un aspecto muy polémico, entre otros, que si bien muchos no lo ven más allá de la intencionalidad declarada por el autor, no es menos cierto que provoca otros deslices, como la omisión de la división de la literatura cubana y su carácter corporal.
En mi modesto modo de enfrentarme a cualquier fenómeno literario o de cualquier otra índole, pues siempre pato del análisis político (incluye el método histórico), pienso que en su afán de imparcialidad el ensayo cae en la trampa de las generalizaciones, lo cual responde al polémico enfoque, si bien dicho enfoque lo escoge el autor de acuerdo a sus objetivos.
En Los nuevos paradigmas el autor excluye del análisis, intencionalmente (así lo señala en la nota 18, p. 74), la filiación política de los escritores: "Atenerse al lugar de residencia o la postura política del autor no solo no garantiza una especificidad literaria sino que obligaría al estudioso a subordinarse a inesperados vaivenes y mantener el precario equilibrio de quien se mueve por una cuerda floja"
Si se pretende mostrar un mapa, una panorámica, el análisis debe efectuarse sin eludir elementos esenciales, de fondo, medulares, y no se trata de "atenerse" a esa circunstancia, pues ella sola "no garantiza una especificidad literaria" (y yo diría que en este caso sí la decide), se trata de integrarla al análisis y de mantener "el precario equilibrio de quien se mueve por una cuerda floja". Esa es la complejidad a que nos reta el objetivo de ofrecer un mapa. Pienso que muchas veces es necesario partir de esa filiación política o al menos tenerla presente. Ello no significa en modo alguno "remarcar lo evidente", sino más luz, mayor posibilidad de análisis, en tanto toda literatura posee carácter clasista, aunque sea una perogrullada para algunos. (Se torna bien difícil olvidar a Bajtin, Castells o incluso a Antonio Gramsci.) Precisamente la posición ideológica del autor de una obra posibilita el conocimiento de más del 50% de la objetividad de la obra, ya sea por la visibilidad que ofrece el autor, como por la intencionalidad (expresa o no). Veámoslo rápidamente.
En el ensayo de Fornet se mezcla en la literatura del desencanto a Leonardo Padura, Abel Prieto, Zoé Valdés, Jesús Díaz y más adelante aparece Pedro Juan Gutiérrez con su realismo sucio y apático, solo con el objetivo de dibujar la narrativa de un momento americano. Luego es esa filiación política la que marca la diferencia por encima de otros elementos. La literatura del desencanto es auténtica cuando opera objetiva (y ser objetivo ha sido siempre ser honesto); en cambio la literatura del desencanto o de cualquier otro tipo no es auténtica, cuando surge impelida por intereses injustos, o mezquinos, que nada tienen que ver con la objetividad o la honestidad. Se trata, pues, de la posiciones diametralmente opuestas de Leonardo Padura y Abel Prieto frente a Zoé Valdés y Jesús Díaz. Véase la importancia de esa circunstancia más arriba señalada. La nada cotidiana, por ejemplo, de Zoé Valdés, ¿es una novela objetiva? Por supuesto solo una minoría responderá afirmativamente, bien que describe todas las miserias del período especial; es una novela resentida, de alguien que no escribe honestamente, sino impelido por intereses injustos, lleno de odio y rencor.
Expongo esta inexactitud de Los nuevos paradigmas porque puede desembocar en gazapos más complejos.
Ya explicaba con anterioridad que cuando se generaliza se corren determinados riesgos. Si bien todo lo que se lee en el texto de Fornet es real y demostrable, no es menos cierto que una vez más se invisibilizan dos especificidades medulares de la literatura cubana: su corporeidad y la subdivisión cualitativa que posee. Rasgos o elementos que la particularizan dentro del discurso literario actual de América Latina. La literatura cubana constituye un cuerpo sólido, pero dividido en dos fragmentos, el nacional y el antinacional, donde el primero opera de manera dominante, hegemónica, y se erige en tanto discurso literario de la Revolución Cubana. Esta circunstancia es única en América Latina.
Me explico. Nadie niega hoy que existe una literatura de la Revolución Cubana dentro de la literatura cubana, donde la primera constituye un cuerpo cualitativamente superior, cuyos lineamientos aparecen tan tempranamente como en el primer lustro de los años 60 del pasado siglo, en el proverbial Palabras a los intelectuales (1961) de Fidel Castro; y cómo no anotarlo, porque "cada Revolución crea su propio arte, su propia literatura". Hace casi veinte años que Imeldo Álvarez en su Glosas y criterios (1988) señalaba —oponiéndose a Rodríguez Coronel— que la novelística de la Revolución era un corpus que no se podía desmembrar. (Guillermo Rodríguez Rivera en Ensayos voluntarios (1989) destacaba la utilidad del enfoque generacional desde una correcta perspectiva ideológica y clasista, y aludía a este enfoque en manos de voces autorizadas de la talla de Marinello y Portuondo.) Mirta Yañez, más para acá, en Album de poetisas cubana (1997) también advierte esa corporeidad de la literatura cubana, aunque no señala la subdivisión aquí anotada.
Nada de esto quiere decir que los rasgos y elementos de nuestra literatura (la de la Revolución) no se observen en la continental, y viceversa; luego la omisión de esas directrices que acabo de señalar enrarece el panorama: son únicas en el continente y pautan la narrativa continental, en tanto corpus con un basamento ideológico e ideo-estético distinto. Un cuerpo se mueve en un medio, en un macroambiente influyente, pero ostenta sus especificidades que lo diferencian en ese macroambiente.
Es precisamente la falta de un enfoque clasista (las conocidas relaciones de poder en la sociología) lo que no le permite a Fornet una mirada al futuro. Advierte que no la pretende, pero si la pretendiera, difícilmente podría lograrla: la incongruencia del enfoque no permite la proyección al futuro.
Por supuesto, ya lo anoté más arriba, el ensayo le ofrece la libertad al escritor de seleccionar no solo el enfoque, sino otras muchas posiciones y puede exponer su cosmovisión de manera expresa o no. Luego una vez seleccionado el tema y los objetivos, se ha de avanzar sobre ellos con todos los recursos posibles y disponibles. Claro, esto también no es más que una opinión.
No obstante, pese a la exclusión aquí expuesta, Los nuevos paradigmas no deja de tener un significativo valor para el estudio de la literatura de este hemisferio.
¿Libros o panfletos?
Habana Babilonia o Prostitutas en Cuba (1999), de Amir Valle.
En sincronía con la acotación anterior, me atrevo a engarzar este "libro" de Amir Valle, solo para mostrar la tremenda diferencia entre el ensayo auténtico de Fornet, permeado por excelentes intenciones y el panfleto que nos ocupa ahora, penetrado de malas intenciones.
Según el propio autor (Amir Valle) empleó nueve años en la investigación del fenómeno de la prostitución en Cuba, de todas sus manifestaciones en el archipiélago cubano: el jineterismo, el proxenetismo, la prostitución infantil y otros. Sin dudas, un loable esfuerzo y sacrificio, al estilo de la Nada cotidiana de Zoé Valdés, sobre las penurias del período especial en Cuba, o El abismo por dentro de Guillermo Fariñas, sobre su experiencia en el cumplimiento de una misión internacionalista en Angola. Tres panfletos cuyo valor se disuelve en la falsa autenticidad de los textos.
¿Por qué no son libros auténticos? ¿Por qué son libros falsos? ¿Por qué se les llama panfletos por encima del valor gramatical o hermenéutico que puedan tener? (Véase que no anoto valor literario, sino gramatical o hermenéutico.) A responder estas interrogantes nos apresuramos.
Cuando la verdad se visibiliza preñada de ponzoña, de odio, rencor e intereses mezquinos, pierde su inmanencia. Ya anotamos con anterioridad que exaltar en un texto errores tras errores de la sociedad, desaciertos tras desaciertos, sin mayores análisis (me refiero a la crítica social, la sátira política, la ironía o cualquier otro tipo de recurso literario similar), constituye un método peligroso y no siempre logra buenos resultados. La intencionalidad, que puede ser negativa o positiva, constituye otro recurso literario presente en toda literatura, incluso, a veces sin la plena conciencia del autor y puede ser expresa o no. Por positiva entendemos aquella honesta, encaminada al crecimiento del ser humano en su amplia diversidad; la negativa, todo lo contrario, deshonesta, manipuladora, colmada de dobleces.
Estos autores reaccionarios, oponentes al modelo revolucionario cubano, son expertos en hurgar en la naturaleza de nuestro sistema y en manipular la verdad: generalizan, divulgan, popularizan los errores y la burocracia; proveen de connotación inusual las negligencias, los robos, los delitos económicos o de cualquier otro tipo; todo lo que se pueda enfilar contra el régimen legitimado por el pueblo. Todo con el propósito final de desvirtuar el sistema y destruir la revolución. Dos textos he escrito sobre el tema de la subversión ("El escenario cultural de la guerra no convencional" y "Las guerras que hoy se nos imponen") que se pueden encontrar en Google o en monografía.com; otros muchos aparecen también en Internet, relacionado con el tema de la subversión. No voy a profundizar en ello. Solo anotaré que estos autores (y muchos otros) responden a los intereses estadounidenses. Se han convertido en cibermercenarios con amplia utilización en sus propósitos de las TIC, por cuanto reciben beneficios económicos del gobierno de EE.UU. por los servicios prestados. Muchos de ellos han recibido incluso premios internacionales, engranados en la misma maquinaria psicológica de penetración.
Ahora bien, el gesto investigativo de Amir Valle, al igual que en los otros casos, se desvaloriza ulteriormente por la pérfida intencionalidad mercenaria. Su objetivo es, como bien anota en el "Proemio", narrar la verdad, "simplemente la verdad" y pone "a otras (y otros) a contar sus propias historias". Descubrió "que debía escribir un libro de testimonios sobre el tema" y se lanzó y lo escribió.
Por encima de las narraciones de los testimoniantes —ponzoñosas, mal intencionadas, dirigidas a crear estados de opinión negativos contra el gobierno y el régimen—, el autor intenta demostrar la generalización del fenómeno en el país. Se puede percibir, incluso. el olor de las palabras, como decía Bajtín.
Todos los testimonios están orientados a transmitir la idea de que la prostitución en Cuba opera en la adolescencia, la juventud, en la sociedad y su dirigencia. Esa es la verdad que intenta demostrar Prostitutas en Cuba. Precisamente el mayor énfasis, la mayor malignidad se pone en los dirigentes, policías, militares activos y hasta aparece, ya al final, un barbudo que bajó de la Sierra Maestra y se convirtió en homosexual. Esto último casi lo encumbran como un delito.
Pienso que los nueve años de investigación y los datos
reales que recogió Amir Valle desde la conquista hasta los 90 del pasado
siglo pudieron ser mejor utilizados. Pero bueno, cada "escritor" es
libre de escoger su propio enfoque y de plasmar su cosmovisión sobre
cualquier tema.
Autor:
Ing. y Lic. Enrique Martínez Hernández.