- Introducción
- Algunas consideraciones importantes para el análisis del tema
- Reflexionando sobre las condiciones básicas para ser considerado como un católico
- Otros temas importantes en la religiosidad católica
- Las visitas papales a Cuba, de las realidades a los mitos
- La peregrinación de la virgen mambisa de la Caridad del Cobre y las fiestas patronales
- El clero y la jerarquía eclesiástica en la actualidad
- Conclusión
- Bibliografía
"La razón de este curso es que me catalicé con la venida del Papa y la gran cantidad de personas que de pronto decían ser católicas, apostólicas y romanas e iban corriendo a la plaza"
(Díaz Castañón, María del Pilar, 2015)[1].
Introducción
Interesante pregunta formuló el hermano marista Jesús Bayo Mayor en el número 241 correspondiente a los meses de julio y agosto de 2014 de la revista "Palabra Nueva", ¿es Cuba un país católico? (ver Anexos), esta interrogante resulta tentadora para cualquier investigador y si además, este vive motivado por la historia de la iglesia católica en Cuba, entonces se convierte la incógnita en motivo de reflexión profunda, porque tiene diferentes niveles de lecturas y como es lógico, innumerables posibilidades de respuestas. No siempre se puede encontrar una problemática tan rica en opciones de análisis, pudiera tener una salida sociológica, histórica o religiosa y aún quedaría una amplia gama de variantes para poder responderla, todo depende del cristal con que se mire y el objetivo que se persiga.
Pienso que ante esta interrogante lo primero debe ser preguntarnos, ¿qué se entiende por un católico?[1] Si la respuesta fuera: es aquella persona que recibió los sacramentos del bautismo, comunión y confirmación, no falta a las condiciones bajo las cuales la iglesia lo admitió como miembro, respeta los mandamientos, hace culto voluntario al credo, asiste a misa, se confiesa y comulga, entonces las estadísticas, como bien señala el hermano, no serían la mejor vía para obtener un control efectivo de ellos, ¿cómo saber si un individuo recibió dichos sacramentos y asume tales posiciones ante la vida si no se convive con él?, otro punto interesante es que no existen encuestas sobre el tema – por lo menos de manera oficial en nuestro país – que nos permita hacer valoraciones concretas.
Hay personas que residen en un lugar y van a iglesias muy distantes o recibieron los sacramentos básicos en una parroquia de otro sitio, que puede llegar a ser hasta foráneo, entonces ¿de qué manera contabilizarlo como un verdadero católico? Más complicado resultaría llegar a conocer si cumple y asume todos los preceptos católicos con un convencimiento de fe honesto, pienso que no basta con las apariencias ni con las acreditaciones formales, ser católico representa una entrega interior total a la fe y tal cuestión no hay estadística que pueda cuantificarla.
Fig. 1: Las variables que pueden definir a un católico cubano son múltiples y complejas, pero todas están en perfecto sincronismo con nuestros procesos formativos y culturales.
Otra posibilidad real para contabilizar a los católicos cubanos pudiera ser a través de la cantidad de individuos que asisten a misa en los templos, para el aspecto contable sería una variante ideal, pero estimo que esta tampoco aportaría mucho porque, hay individuos que no dejan de ir a misa – por lo menos los domingos – y no han recibido ninguno de los sacramentos de rigor, por tanto, será reconocido como simpatizante y respetuoso de la fe católica, pero no clasificaría para recibir la condición. Hay quien asiste al templo, se conoce el ritual y los deberes de un católico, hasta puede tener cumplidos los sacramentos, pero su comportamiento personal no es el más adecuado, de esta manera no se ajusta a los preceptos morales y religiosos de un católico, tampoco estimo que se debe considerar como tal, entonces solo se pudieran definir adecuadamente a los feligreses que pertenecen a una parroquia desde un tiempo considerable, de los que se tiene un conocimiento adecuado y la confirmación de que recibió los sacramentos de rigor, ¿cuántos llegarían a ser estos?, para definir a un católico se hace necesario una puntualización correcta de las características por las que se va a medir al individuo, o se evalúa por su cualidad o por su proyección.
Veamos ahora otro caso, el de mi abuela, cubana, descendiente de aborigen, conoció a Maceo en Mal Tiempo, había recibido los tres sacramentos básicos, tengo eso por seguro, cumplidora de los mandamientos, mujer de sólida fe, jamás quitó de la sala de su casa el cuadro del "Sagrado Corazón de Jesús" ni el de "La Última Cena" del comedor, aunque corrieran tiempos donde muchos – por variados motivos – colgaron en esos correspondientes clavos de la pared innumerables adornos, devota sin límites a la advocación mariana de La Candelaria, patrona de su San Fernando de Camarones natal, no hubo noche que recuerde a su lado que no orara ante la imagen que tenía en el pequeño altar de su cuarto, siempre Rosario en mano, pero nunca la vi ir al templo, la interrogante ahora me pone en un verdadero conflicto sentimental, ¿era mi abuela católica o no?, ella no comulgaba, no se confesaba, ni iba a misa.
Considero que las estadísticas son buenas para ayudar a precisar fenómenos, pero son más efectivas en las cuestiones tangibles, en aquellas donde medien variables y factores inherentes al comportamiento humano, no surten los mismos efectos.
Estimo que hay que tener claro algo a la hora de enfrentar el asunto, una cosa son las creencias[2]otra ser profesante[3]práctico, otra simpatizante o ser un laico[4]teniendo claro esto se podrá entender que, a la hora de sumar, si no existen clasificaciones previas, se puede echar en el mismo saco a unos y a otros, esto, en mi opinión, es lo que ha estado sucediendo.
Ser católico no es una categoría contable con facilidad – aunque se precise para serlo cumplir con diferentes obligaciones que sí pueden contabilizarse -, es una condición llena de espiritualidades, de entregas, es creer sin cuestionamiento interior y sin preocupación por el cuestionamiento exterior, es poder decir: "sí, creo", con toda la plenitud de la expresión, si se tuviera la herramienta adecuada y se conozca correctamente a los individuos que cumplen con la condición, entonces se pueden contar.
Algunas consideraciones importantes para el análisis del tema
Cada pueblo tiene sus características particulares que lo definen y eso hay que entenderlo, nosotros, los cubanos, no somos ni mejores ni peores que otros, somos sencillamente diferentes, crecemos como frutos de nuestros propios procesos formativos históricos, en los que hay un basamento católico importante, pero con sus características concretas, esto actúa – sin dudas – como una variable sociológica más dentro del ajiaco de "lo cubano".
La religiosidad nuestra es compleja, ya desde el siglo XIX y principios del XX algunos Obispos se referían y quejaban del asunto, en el plano popular la religión es poco estudiada a profundidad, me refiero a que el creyente estudie a fondo las cuestiones inherentes a su credo, da giros, se indefine o puede llegar a pasar de estados de incredulidad absoluta a la gran devoción en fracciones de segundos. Muchos van al templo a pedir y no a entregarse por completo a su fe, otros pueden ser "profesantes" de más de una manifestación religiosa, esto ha sucedido hasta dentro de la propia curia, no es un asunto nuevo, para ilustrar un poco lo que digo, pongo el ejemplo del Pbro. Manuel Dobal, un hombre que hizo historia dentro de la iglesia católica cubana por más de una razón, causa por la que sus expedientes se encuentran vedados a la investigación, está demostrado que llegó a ser – también – Venerable Maestro Masón[2](García Galán, Gabriel, 1956).
Fig. 2: Pbro. Manuel Dobal.
Lo anteriormente expresado puede llegar a crear en cualquier estudioso un gran desconcierto, se tratan de motivaciones intrínsecamente personales y en este campo, todo es más difícil de medir, quizás la pregunta que deba ser hecha es, ¿cómo son los católicos cubanos?, no se trata de encontrar una respuesta para generalizar – esto sería imposible – pero sí que nos permita una tipificación en mayor o menor medida, la cuestión radicaría entonces en ¿qué es lo aceptaría la Iglesia Católica cubana en este sentido?
Para nadie es un secreto la marcada posición que esta asume ante los practicantes de otras manifestaciones religiosas, sobre todo las de origen africano, que son las que más practicantes o adeptos tienen en nuestro país y se vincula con los católicos, he visto negarle la comunión a individuos que han ido a cumplir con el sacramento portando, de forma cotidiana, algún aditamento – un collar, un idé, un juego de pulsos o un pañuelo – distintivo de estas manifestaciones, sin embargo, seguramente esta persona estaba perfectamente preparada para poder recibirla, porque es requisito indispensable para estos practicantes, entonces, ¿son ellos católicos o no?, a lo mejor, para los efectos de las estadísticas están contados como católicos por asistir a misa o porque fueron bautizados, esto resulta paradójico, pero así se suele mostrar la "santa hipocresía", no se puede hablar de posiciones ecuménicas, es sabido que el ecumenismo[5]parte de otro principio, pero teniendo en cuenta que la Regla de Osha[6]está considerada, desde hace mucho tiempo, como una religión cubana y que tiene un alto componente católico, la relación debiera mostrarse diferente, además, para nadie resultaría hoy una novedad escuchar decir que, en los tiempos en que se deprimió la asistencia a los templo católicos en Cuba y muchos abandonaron el credo y otros el país, los practicantes de la Regla de Osha se mantuvieron fieles y gracias a su espíritu de resistencia probado históricamente, la iglesia católica mantenía determinada actividad, de esto no se dice una sola palabra por parte de la institución, solo el Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García – Menocal hacía referencia con determinada frecuencia al asunto.
Fig. 3: La religiosidad católica del cubano se transfiere de generación en generación de manera muy particular, es casi una cuestión cultural.
La Iglesia Católica está en la idiosincrasia del cubano como algo cotidianamente integrado, aunque no se tenga conciencia de ello, por el fenómeno sociológico de la reproducción esta condición se transfiere de generación en generación, se hace palpable hasta en el hablar cotidiano: gracias a Dios, Dios mío, que Dios lo quiera, Dios mediante, estas son frases cotidianas. Hay un sustento histórico real en el fenómeno, ella llegó con Colón, estuvo en conquista y colonización, se mantuvo en Colonia, en República y en Revolución, estoy completamente convencido que seguirá estando en nosotros y con nosotros siempre, téngase en cuenta que, a pesar de períodos complejos para su supervivencia, nunca nos ha abandonado, ha resistido, nadie puede negarlo, en fin la catolicidad – si es que existe el término – está en la cognición nuestra de forma natural, pero esto no quiere decir, de ningún modo, que se llegue a ser considerado como un católico por ello.
Reflexionando sobre las condiciones básicas para ser considerado como un católico
Me permitiré a continuación reflexionar sobre algunos asuntos puntuales relacionados con el tema, comenzaré con el sacramento del bautismo. Las estadísticas (ver Anexo) provenientes del "Anuario Pontificio" del año 2012, aludidas por Jesús Bayo Mayor en el trabajo referido, publicado en la revista "Palabra Nueva", son interesantes, el propio autor las pone – de alguna manera – en duda.
Es fácil constatar que en las iglesias se efectúan los bautizos, yo diría que en algunas de forma masiva, pero también es fácil comprobar que esto solo sucede en aquellas que tienen una mayor significación sincrética, con ir un sábado por la mañana a la "Basílica Menor de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre" se comprobará con facilidad lo que digo, aquí tenemos una señal interesante, ¿estos bautizos se efectúan por profesión de fe católica de los padres?, ¿por ser un sacramento que está arraigado en la idiosincrasia del cubano?, ¿para que el niño esté listo y pueda profesar otra manifestación religiosa en el futuro o por qué otra causa?, dichas interrogantes solo las pueden responder los padres que llevan a bautizar a sus hijos, muchos de ellos quizás no recibieron en su momento este sacramento, téngase en consideración la edad de los padres de hoy, una gran cantidad de ellos pertenecen a las generaciones correspondientes a los años en que decreció la asistencia a los templos por parte de los cubanos y otra parte son descendientes de estos, las estadísticas no muestran nada en este sentido, pero los cubanos sabemos que fue y es de esa manera por múltiples razones.
Fig. 4: Los bautizos de niños en nuestras parroquias se efectúan, pero no siempre son por razones de fe católica.
Se puede encontrar uno con facilidad otro fenómeno más alarmante, muchos de los que en su momento no fueron bautizados, hoy aparecen como "padrinos" de bautizo de algún niño, cosa insólita, pero ocurre, la iglesia no pide la certificación de bautismo a los padrinos, pero el Código de Derecho Canónico (cfr. Canon 842 s 2) establece que:
"El padrino tiene que ser católico, estar confirmado y haber recibido el Sacramento Santísimo de la Eucaristía"[3]
Por tanto, si se viera este acontecimiento estrictamente así, un número determinado de bautizos no serían válidos, por lo menos según lo que establece el Código de Derecho Canónico vigente. El documento rector deja claro que para ser padrino de bautismo hay que ser católico y haber recibido los sacramentos básicos a los que me he referido con anterioridad. No me temblaría la voz para decir que, en este aspecto, hay de todo un poco, pero estimo que no debe ser tomado como signo positivo de crecimiento de la masa de católicos en Cuba el sacramento del bautismo, aunque la iglesia lo quiera ver así, la verdad es que muchos de esos niños luego no hacen la catequesis, ni vuelven jamás a la iglesia como miembros de una comunidad de católicos o puede darse el caso que regresen a los templos profesando una religión como la santería[7](Ramos, Marcos Antonio, 2014, p.161)[4]
También se realizan hoy un número interesante de bautizos de adultos, cuestión en la que no se hacen diferencias en las estadísticas, es importante la identificación correcta del bautizado, un niño va a recibir el sacramento llevado por sus padres y en la mayoría de los casos aún no tienen conciencia de nada. Un adulto toma la decisión por voluntad propia y para ello debe llegar a un convencimiento previo o tener un interés marcado, de esta manera el asunto adquiere otra connotación. Al adulto que decide pasar la catequesis y unirse a la familia de los miembros de la iglesia católica de buena fe y por convencimiento, se le suministran el mismo día los tres sacramentos básicos, aquí sí hay un proceso de concientización humana profundo, pero es conocido – también – que para muchos trámites legales, sobre todo de adquisición de ciudadanías de otros países, herencias y para matrimonios con personas naturales de otros países de fuerte tradición católica, es requisito indispensable tener la condición de católico, este fenómeno se ha dado en Cuba en los últimos años, la emigración ha marcado cifras importantes, la iglesia conoce esto, pero no hace diferencias, sin embargo cuenta, aunque es justo decir que tampoco puede saber las verdaderas intensiones de un individuo, lo más que puede hacer es exigir la catequesis y bautizar.
Fig. 5: También se efectúan en las iglesias cubanas los bautizos de adultos.
Otro aspecto en el que debo detenerme precisamente es en las catequesis, piedra angular de una formación de fe católica sólida, los que nos mantenemos en contacto con el medio sabemos que es complejo lograr que se mantenga un curso estable, los niños llegan – eso es cierto -, pero también se sabe que al salir de ella y regresar a su entorno cotidiano, las realidades cambian mucho, ¿qué pasa cuando no regresan un día?, cosa muy frecuente también, no sucede nada, en raras ocasiones el catequista visita a la familia para interesarse, el éxodo es grande, el número de niños que culmina la catequesis es pequeño, por tanto, se trunca el proceso de formación de un católico, las estadísticas no muestran el número de abandonos, nadie dude de que es aquí donde radica un punto clave de estas reflexiones, si el número de catecúmenos que llegan a la primera comunión es muy bajo, ¿de qué manera pueden mostrarse cifras tan significativas de católicos en Cuba?, este no es un fenómeno de hoy, es algo que viene sucediendo en casi todo el período revolucionario, nada de lo que estoy expresando en este sentido es un secreto para nadie.
El movimiento laical hoy en Cuba es débil, poco organizado y mayoritariamente de avanzada edad, ellos también deben jugar un rol evangélico importante pero en la práctica no es así.
Fig. 6: Las catequesis son la piedra angular de una formación de fe católica.
Pudiera darse el caso que aún se estime que mis apreciaciones no estén correctamente fundamentadas, veamos lo que señalaba el Papa Francisco sobre la catequesis:
"Es oportuno, pues, que los fieles se formen sólidamente desde el punto de vista doctrinal y espiritual. Y el primer ámbito de esta formación es, indudablemente, la catequesis [ ] La preocupación por una catequesis de calidad plantea necesariamente la cuestión de la formación de los catequistas [ ] De hecho, el trabajo de evangelización entre los fieles ha de ser retomado y profundizado continuamente"[5] (L"OSSERVATORE ROMANO, 2014, p. 22)
Fig. 7: Promoción para el inicio de un curso de Catequesis en el portón de la iglesia de San Judas y San Nicolás.
Para poder llegar a presenciar una primera comunión numerosa es complejo, la causa no es otra que las insuficiencias en el proceso de evangelización, fundamentalmente en la catequesis.
Fig. 8: Una primera comunión numerosa es algo poco frecuente.
Con las confirmaciones, que sería el siguiente escalón evangélico, sucede lo mismo, hay que esperar tiempo para llegar a presenciar alguna, pero esto tiene su razón lógica, si no se trabaja consecuentemente en los pasos anteriores no pueden haber confirmandos.
Fig. 9: No son frecuentes las confirmaciones en Cuba producto de las deficiencias en los pasos de evangelización.[6]
Si los tres sacramentos básicos para que una persona pueda ser considerada como un católico no mantienen una consistencia y el número de individuos que logran cumplir con ellos es ínfimo en relación con la población, ¿de dónde salen las cifras de católicos que señalan las estadísticas?, para concluir con este punto mostraré otras cifras que fueron dadas por fuentes oficiales, para la visita del Papa Francisco a Cuba, la Santa Sede publicó las siguientes cifras:
"Ciudad del Vaticano, 15 de septiembre de 2015 (Vis).- Con motivo del próximo viaje apostólico del Papa Francisco a Cuba, y Estados Unidos (19- 28 de septiembre) se han publicado las estadísticas de la Iglesia católica en esos países [ ] Cuba tiene una superficie de 110.861 km² y una población de 11.192 .000 habitantes, de los que 6.775.000 son católicos, es decir, el 60,5% de la población. Existen 11 circunscripciones eclesiásticas, 283 parroquias y 2.094 centros pastorales. Actualmente hay 17 obispos, 365 sacerdotes, 659 religiosos y religiosas, 4.395 catequistas. Los seminaristas son 85. La Iglesia cuenta con 6 centros de educación católicos, desde las escuelas maternas hasta la universidad. Por lo que concierne a los centros caritativos y sociales de propiedad de la Iglesia o que son dirigidos por eclesiásticos o religiosos, en Cuba hay: 173 hospitales y ambulatorios, 1 hogar para ancianos e inválidos, 2 orfanatos y guarderías, 3 centros especiales de educación o reeducación social e instituciones de otro tipo". (Oficina Central de Estadística de la Iglesia Católica, 31 de diciembre de 2013)[7]
Es en este punto donde me viene a la mente el Papa Francisco y su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, la Iglesia Católica cubana dista mucho de ser a la que se refiere el Sumo Pontífice en dicha Exhortación, es una iglesia poco evangelizadora, muestra un alto nivel de clericalismo y – aunque no lo manifieste abiertamente – mantiene marcada reticencia al reconocimiento de la otredad religiosa, ¿de qué manera es posible que muestre estadísticas tan positivas?
Otros temas importantes en la religiosidad católica
Hablemos ahora sobre otro tema que está presente en las estadísticas y que es fundamental en la formación de los católicos, los templos, La Habana – para tener un punto de referencia – es privilegiada en este aspecto por la cantidad de ellos que existen, algunos con más de una centuria, este es un aspecto de obligatorio análisis en este asunto.
Fig. 10: Los templos católicos de Centro Habana.
Para que se tenga una idea de la cantidad de templos que existen en Cuba, me centraré en un solo municipio de la capital, Centro Habana, este tiene una extensión territorial de 3,42 km² y su población es de 140049 habitantes según el último cierre anual de la O.N.E[8]tiene en su territorio un total de seis iglesias, lo que equivale a decir que hay un templo por cada 0.57 km², se dice fácil pero es muy significativo, ¿alguna vez nos hemos preguntado la causa por la que es así?, hay una sola respuesta posible, la evangelización, presencia de la iglesia católica en todos los lugares donde podía haber una, en este sentido el Obispo Compostela en su momento aportó considerablemente para la existencia de muchas de ellas en la ciudad, las últimas que se construyeron en el territorio que pertenece actualmente al municipio fueron El Sagrado Corazón de Jesús – 1913 / 1923 – y la de Nuestra Señora del Carmen – 1925 / 1927 -, esto quiere decir que las condiciones para la atención espiritual de un conglomerado poblacional amplio, están creadas, mayoritariamente desde el siglo XIX, cuando la población era considerablemente menor y se trabajaba fuertemente en este sentido.
Hay que tener claro que en los últimos 57 años no ha pasado lo mismo, el diferendo Estado – Iglesia no lo ha permitido, hace solo unos meses se anunciaba la construcción de la primera iglesia en todo este período, la parroquia del poblado de Sandino en Pinar del Río y la de La Habana del Este que estará dedicada a San Juan Pablo II, pero ya la institución Iglesia tenía en Cuba una infraestructura creada para poder hacer su trabajo desde la etapa colonial y republicana.
Fig. 11: Mapa del municipio Centro Habana con sus iglesias
y aproximadamente sus zonas parroquiales.[9]
Si se toma un mapa del municipio o de La Habana antigua y se colocan las iglesias del municipio correctamente, se podrá observar sus posicionamientos y nos percataremos de que desde el siglo XIX no quedaba un lugar que no estuviera incluido dentro de una zona parroquial, la atención espiritual era total, unas veces las zonas eran mayores y otras más pequeñas en tamaño, incluso, se tuvieron en cuenta las zonas de futuras urbanizaciones, esos fueron los casos de las iglesias de La Inmaculada Concepción de María y la de Nuestra Señora del Carmen, ambas en el barrio de Cayo Hueso, que no fue urbanizado hasta mediados del siglo XIX, pero toda esta área urbana colindaba con otras que también tenían templos y de esta forma se establecían zonas de fronteras, como los casos del Santo Ángel Custodio, Jesús, María y José y la iglesia del Pilar, muy relacionadas con Centro Habana.
Otro aspecto a tener en consideración es que, por lo general, sobre todo en los barrios primigenios de la ciudad, la iglesia le daba el nombre al barrio – El Ángel, El Cristo, Paula, Guadalupe, San Nicolás, Jesús María y José, La Salud, el Pilar etc. – y a la vez, el individuo de cada uno de estos barrios se identificaba correctamente con su parroquia. Este sentir no se ha perdido en la psiquis de las personas, cualquiera te dice con toda tranquilidad que vive o va para San Nicolás, Jesús del Monte o el Ángel, aunque ya la iglesia no tenga el mismo rol social – cuestión innegable – se mantiene integrada en la mentalidad de los individuos, ya es un hecho sociocultural.
Si se es buen observador, también será fácil constatar que la feligresía de una parroquia es diferente a la de otra, todo depende de la formación social del barrio, pero algo de lo que estoy convencido es que nadie, con exactitud, puede decir cuál es la cifra de verdaderos católicos que pertenecen a la feligresía de una parroquia y qué porciento representa esta dentro del total de la población de Centro Habana, para no alejarme del ejemplo tomado.
Fig. 12: Una misa de domingo en San Nicolás y San Judas Tadeo.
Antes de continuar, simulemos un poco una situación estadística – aunque sea de manera hipotética -, digamos que a cada uno de los templos de Centro Habana asisten a misa cada domingo 500 personas, si multiplicamos esta cifra por seis templos, obtendríamos como resultado un total de 3000 personas, esto solo representaría el 2,14 % del total de la población del municipio, estimo que tal resultado no sería un valor muy significativo para poder afirmar que Centro Habana es un municipio católico, este análisis es solo para reflexionar un poco, porque no creo que – fuera de un día de festividad – todos los templos de Centro Habana puedan reunir simultáneamente esa cantidad de personas, como tampoco que las estadísticas puedan reflejar una realidad concreta en este sentido.
Fig. 13: Algunas iglesias de Centro Habana durante una misa de domingo.[10]
En otro orden de cosas puedo añadir que la feligresía que asiste a los templos está viva, esto hay que tenerlo en cuenta, pero cualquier ojo medianamente observador se percataría con facilidad que el mayor número de ellos son adultos y personas de la tercera edad, ¿será consecuencia de las cuestiones que ya se han planteado o del envejecimiento poblacional?, no me atrevería a emitir un juicio sin un estudio más profundo del asunto, como en todo fenómeno complejo los factores siempre son múltiples, pero no me cabe duda de que las deficiencias en las cuestiones señaladas anteriormente tienen un peso importante, aunque otras causas no lo han sido menos, como por ejemplo: la desaparición de las escuelas católicas en un momento determinado producto de las reformas en el sistema nacional de educación y los procesos de nacionalizaciones, la disminución del clero, así como el período donde decayó la asistencia del cubano a los templos como consecuencia de un cambio radical de sistema y la instauración de un ateísmo gubernamental, todo esto provocó que muchos que hoy llegan no tengan la debida preparación y no puedan ser considerados tampoco como católicos, sin dejar de tener presentes a los que no asisten a los templos porque ese mismo período los motivó a tomar diferente camino.
Otro fenómeno asociado a la religiosidad católica son las manifestaciones individuales de algunos individuos – pagadores de promesas casi siempre – que se pueden encontrar en cualquier parte de nuestra ciudad, esto no debe confundir a nadie, algunos lo hacen con marcadas intensiones de ganancias personales, tratan de subsistir aprovechando la sensibilidad religiosa del cubano, pero también otros lo hacen por devoción franca y sincera, anteponiendo su esfuerzo personal por encima de todo.
Fig. 14: En plena vía pública se pueden observar manifestaciones de un determinado contenido religioso.
Las visitas papales a Cuba, de las realidades a los mitos
Uno de los argumentos que se toman para marcar la catolicidad del pueblo cubano son las acogidas populares que se les han dispensado a las visitas papales a Cuba, es cierto que las visitas de Juan Pablo II, de Benedicto XVI y recientemente del Papa Francisco han marcado pautas respecto a la visibilidad de la religiosidad católica cubana en el período histórico en que vivimos, aunque cada una de ellas tuvo sus características propias y estuvieron mediadas por factores y voluntades que operaron positivamente a favor de cada una respectivamente, sin dejar de tener presente que la llegada de un Sumo Pontífice a cualquier lugar del mundo siempre crea curiosidad, más en un país como Cuba donde no hubo ninguna en cinco siglos, si hay duda respecto a lo que planteo, muestro a continuación la posición oficial del Estado cubano ante la visita del Papa Juan Pablo II.
"Esta es una visita pastoral, es decir, no es una visita política, pero es un Jefe de Estado; además, es un invitado del país, es un invitado del gobierno, a fin de que pueda realizar la misión de él de llevar a cabo su visita pastoral [ ] hay algunas cosas que quiero señalar y que es muy importante que nuestro pueblo comprenda, que entienda cuál es la posición del gobierno, cuál es la actitud con relación a la visita, lo que nosotros entendemos que son nuestros deberes con motivo de esa visita, que es muy importante [ ] en primer lugar, el Papa es invitado nuestro. Lo ha invitado la Iglesia Católica, la jerarquía; pero lo hemos invitado también nosotros, es nuestro invitado. Ustedes saben muy bien cómo recibimos a los invitados en este país. No hay ni debe haber país más hospitalario que el nuestro. En primer lugar, esa es una característica de la Revolución, una línea que ha seguido siempre la Revolución. Yo se lo he dicho a los enviados: Tengan confianza que nosotros haremos el máximo para que la visita sea un éxito y el Papa se pueda sentir plenamente satisfecho de la visita, se lo dijimos así. Así que estamos muy claros y muy conscientes de cuáles son nuestros deberes y qué debemos hacer con relación a esta visita". (Castro Ruz, Fidel, 1997)[11]
Fig. 15: Llegada a Cuba de Su Santidad el Papa Juan Pablo II.
Juan Pablo II fue el primer Papa que vino en toda la historia de nuestro país, viajó como "Mensajero de la Paz y la Esperanza", en un momento histórico complejo para Cuba, matizado por la caída del campo socialista, una fuerte depresión económica interna y de búsqueda de nuevas relaciones de mercado, así como también de un replanteamiento político. Coincido con Aurelio Alonso Tejeda sobre lo que plantea de la visita de Juan Pablo II en correspondencia con el aspecto de las relaciones Iglesia – Estado:
"sería imposible subestimar en las dinámicas de la religiosidad, pero sobre todo en la situación de la Iglesia católica cubana, su influencia, su fortalecimiento institucional, y su peso específico en el espectro de la sociedad civil que se asoma al siglo XXI".[12] (Alonso Tejada, Aurelio, 2000, p. 2)
Y más adelante continua diciendo:
"Pero lo anoto porque se puede demostrar que buena parte de la renovación de políticas que el Estado cubano estaba en disposición de adoptar se comenzaron a desplegar a lo largo de los años noventa más que en el escenario posterior a la visita". (Alonso Tejada, Aurelio, 2000, p. 3)
Es preciso subrayar estos dos aspectos porque, en infinidades de casos se plantea que los cambios que se han venido produciendo en Cuba luego de la caída del campo socialista, han sido una consecuencia de la venida a Cuba del Papa Juan Pablo II, cosa que no es cierta, han sido producto de una necesidad histórica, ambas partes supieron marcar sus posiciones desde el propio arribo al aeropuerto José Martí, eso consta en las palabras de Juan Pablo II y de Fidel Castro, veamos algunas muestras de dichas palabras:
Dijo el Papa Juan Pablo II:
"Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba, para que este pueblo, que como todo hombre y nación busca la verdad, que trabaja por salir adelante, que anhela la concordia y la paz, pueda mirar el futuro con esperanza".[13] (Juan Pablo II, Papa, 1998)
Expresó Fidel Castro:
"Santidad, pensamos igual que usted en muchas importantes cuestiones del mundo de hoy y ello nos satisface grandemente; en otras, nuestras opiniones difieren, pero rendimos culto respetuoso a la convicción profunda con que usted defiende sus ideas [ ] ¿Qué podemos ofrecerle en Cuba, Santidad? Un pueblo con menos desigualdades, menos ciudadanos sin amparo alguno, menos niños sin escuelas, menos enfermos sin hospitales, más maestros y más médicos por habitantes que cualquier otro país del mundo que Su Santidad haya visitado; un pueblo instruido al que usted puede hablarle con toda la libertad que desee hacerlo, y con la seguridad de que posee talento, elevada cultura política, convicciones profundas, absoluta confianza en sus ideas y toda la conciencia y el respeto del mundo para escucharlo. No habrá ningún país mejor preparado para comprender su feliz idea, tal como nosotros la entendemos y tan parecida a la que nosotros predicamos, de que la distribución equitativa de las riquezas y la solidaridad entre los hombres y los pueblos deben ser globalizadas".[14] (Castro Ruz, Fidel, 1998)
Solo de manera oficial el decreto ley 189 de 1989 aparece como el único
documento y cambio relacionado con la visita de Juan Pablo Segundo y lo planteó
de la siguiente manera:
DECRETO-LEY NUMERO 189[15]
DECLARANDO COMO FERIADO EL DIA
25 DE DICIEMBRE
ARTICULO 1.- Se declara como feriado el día 25 de diciembre de cada año.
ARTICULO 2.- El tratamiento laboral y salarial aplicable en el día feriado 25 de diciembre es el regulado en los artículos 85 y 112 de la Ley número 49, de 28 de diciembre de 1984, Código de Trabajo.
DISPOSICIONES FINALES
PRIMERA: Se faculta al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para dictar las disposiciones complementarias necesarias para el mejor cumplimiento de lo dispuesto en el presente Decreto-Ley.
SEGUNDA: Se derogan cuantas disposiciones legales reglamentarias se opongan al cumplimiento de lo dispuesto en el presente Decreto-Ley, el que comenzará a regir a partir de la fecha de su aprobación.
TERCERA: Publíquese en la Gaceta Oficial de la República para su general conocimiento.
DADO en el Palacio de la Revolución, en la Ciudad de La Habana, a los 4 días del mes de diciembre de 1998
Fidel Castro Ruz
Esto fue necesario porque en Cuba, los días no laborables están legislados oficialmente.
Fig. 16: Llegada a Cuba de Su Santidad Benedicto XVI.
Benedicto XVI nos visitó como "Peregrino de la caridad" en el año jubilar de nuestra patrona, la virgen de la Caridad del Cobre, no tuvo la misma connotación que la de Juan Pablo II pues su carácter era – más que todo – religioso, aunque innegablemente también tuvo una connotación política y una repercusión importante para la Iglesia Católica cubana, Cuba – para ese momento – continuaba dando pasos significativos de cambios en lo político, económico y también en lo social.
Fig. 17: Llegada a Cuba de Su Santidad Francisco.
La del Papa Francisco fue como "Mensajero de la misericordia", en mi opinión personal ha sido la más significativa de todas, fue el primer Papa que nos saludó en nuestra propia lengua – de manera natural -, es un latinoamericano, conocedor de los problemas de nuestra propia región, vivió la época de las dictaduras latinoamericanas, viene del movimiento de la Teología Popular en Argentina, ha mediado en el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y en un momento donde las relaciones internas entre el Estado y la Iglesia marchan por un camino de alguna manera diferente, se denotan esfuerzos de ambas partes por un mejor entendimiento y colaboración en los aspectos que sea posible, aunque se insista en hacer ver lo contrario, soy del criterio que tuvo un alto componente político.
Fig. 18: Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, durante su visita a la iglesia jesuita del Sagrado Corazón de Jesús en la calle Reina del municipio Centro Habana.
Todos estos factores hay que tenerlos en consideración, es cierto que estas visitas han aportado mucho para creyentes y no creyentes, pero a los Sumos Pontífices los recibieron católicos y no católicos, no deben ser tomadas como muestras del profundo catolicismo del pueblo cubano, como en muchos casos se quiere hacer ver, porque lo que si tuvieron fue una gran demostración de hospitalidad por parte del pueblo cubano como la han tenido otras personalidades, un buen ejemplo lo fue el ex presidente de los Estados Unidos de América Jimmy Cartes por citar un ejemplo. Por otra parte, estimo que a pesar de haber contribuido al mejoramiento de las relaciones Estado – Iglesia en Cuba, no han podido borrar del todo las diferencias y los recelos de ambas partes, las heridas mutuas han sido tan fuertes que para llegar a cicatrizarse serán necesarios aún muchos esfuerzos comunes, para cualquier investigador que conozca hechos y motivos de ambas partes, se hace evidente esta cuestión y es muy fácil que surja la duda sobre si se está viviendo un período de entendimiento mutuo real o se está generando un espacio de coexistencia, donde cada parte trata de obtener el mejor provecho sin poner en riesgo sus conquistas, no obstante una cosa no se puede negar, la situación existente hoy es mucho más favorable que en un largo período anterior.
La peregrinación de la virgen mambisa de la Caridad del Cobre y las fiestas patronales
Fig. 19: Llegada de la patrona de todos los cubanos a la iglesia de El Buen Pastor de Jesús del Monte.
La peregrinación de la virgen mambisa marca un punto especial en cualquier análisis sobre el tema, en este caso no se trató de la presencia de un Papa, fue algo muy nuestro, mi generación jamás vio nada igual en ese sentido, fue un hecho de carácter nacional, de ahí su significación, pero en cada parroquia y a todo lo largo de las vías por las que transitó la imagen de la virgen, se hicieron presentes católicos, no católicos, militantes, ateos, en fin, el pueblo, se trató de un hecho cultural y hasta patriótico, la patrona de todos los cubanos es también un símbolo patrio.
Fig. 20: En Cuba los motivos para asistir a la iglesia católica y sus festividades pueden ser variados, hasta los colores característicos de las festividades pueden tener "variadas tonalidades y significaciones".
También sucede lo mismo en Centro Habana cada ocho de septiembre en las procesiones y festividades de la iglesia de La Caridad – como popularmente se le conoce – y esto tiene un carácter local menos preconcebido, cubano al fin, no estoy ajeno a la devoción que existe a esa advocación mariana en nuestro país y el respeto que sentimos todos por nuestra patrona.
Fig. 21: Imagen de nuestra patrona que se encuentra en los jardines del Vaticano.
Fueron muchos los comentarios jubilosos que se pudieron escuchar cuando
se supo la noticia de que en los jardines del Vaticano se había colocado
una imagen de la virgen morena y criolla, tengo que decirlo abiertamente, me
gusta ver este hecho como un reconocimiento de la alta jerarquía de la
Iglesia Católica mundial al pueblo cubano todo.
Fig. 22: Procesión de la Virgen de la Caridad en Centro Habana.
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