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Vigotski, las corrientes pedagógicas contemporáneas y la innovación del currículo (página 8)



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El primero de quien se tiene noticia, que planteó de manera, digámoslo así, "oficial", la diferencia clara entre el espíritu o alma y la materia o cuerpo, fue el filósofo griego Orfeo, quien vivió en el siglo VI a. C.

De él no se conoce mucho, pero su planteamiento es de vital importancia en este tema, pues es el punto de partida para preguntas tales como ¿Cuál es la relación entre el espíritu y la materia? ¿Cuál de los dos es más importante y más "real"?. Si bien él no llegaría a ser muy conocido, sus ideas repercutirían en el pensamiento de filósofos posteriores, algunos de los cuales llegarían a ser tan ampliamente reconocidos como Sócrates y Platón.

Aunque a través de la historia, las posiciones y teorías que se han dado a cerca de la relación espíritu-materia han sido muy variadas, podemos, a su mayoría, dividirlas principalmente en dos corrientes o modos de pensar contradictorios entre sí.

Son estas el idealismo y el materialismo. Ambas se han venido desarrollando desde los inicios mismos de la filosofía y, en general, una corriente filosófica determinada se relaciona o identifica más con una u otra.

Empezaremos, entonces, hablando de cada una de estas dos corrientes, sus planteamientos principales y sus más reconocidos expositores a lo largo de la historia.

EL IDEALISMO

Ante la pregunta de la relación entre el espíritu y la materia, los idealistas dan primacía al primero sobre la segunda.

Así que explican la materia por el pensamiento. Este planteamiento se ha desarrollado de muy diversas formas.

El primer filósofo que conocemos en darle un desarrollo a este planteamiento fue Platón. La idea principal del pensamiento de Platón es la siguiente: Él creía que la imperfección de todo lo que existe en nuestro mundo se explica por que las cosas que existen en él son simples copias de una realidad muy superior en la que se encuentran los objetos perfectos, a los que el llamó ideas.

Así, pues, vemos un caballo y reconocemos que lo es por que hay algo en todos lo caballos que les es común. Sin embargo cada caballo individual es imperfecto y un poco diferente a los demás. Ese algo similar que tienen los caballos se explica por que todos ellos son copias algo burdas del caballo perfecto que existe sólo en el mundo de las ideas.

Así pues, Platón no niega la existencia de lo material ni del mundo real, simplemente lo subordina a una realidad más "perfecta" que, de algún modo es creadora de la nuestra. Las ideas son lo verdaderamente real, lo material es una simple copia de ello.

Si bien Platón fue un importante expositor del idealismo, hay uno a quién no podríamos dejar de mencionar, no sólo por que es el más característico de todos, si no porque sus ideas resumen planteamientos de varios filósofos idealistas.

Se trata del obispo inglés Berkeley, quién vivió a principios del siglo XVIII, y a quien se le ha llamado el padre del idealismo moderno.

El idealismo de Berkeley, va mucho más allá del de Platón, pues pretende llegar a deducir que la materia en sí, en realidad no existe. Miremos un fragmento de la obra de Berkeley, que cita G. Politzer en su libro Curso de Filosofía, y que resume muy bien el razonamiento de Berkeley:

"La materia no es lo que creemos, pensando que existe fuera de nuestro espíritu. Pensamos que las cosas existen por que las vemos, por que las tocamos; y como ellas nos brindan esas sensaciones, creemos en su existencia.

Pero nuestras sensaciones no son más que ideas que tenemos en nuestro espíritu. Así, pues, los objetos que percibimos por nuestros sentidos no son otra cosa más que las ideas, y las ideas no pueden existir fuera de nuestro espíritu."

El razonamiento principal de Berkeley, consistió entonces, en descomponer los objetos en las sensaciones que recibimos de ellos.

Cuando vemos un objeto, sólo podemos saber de él lo que nos comunican nuestros sentidos, y no podemos asegurar que las propiedades (color, tamaño, temperatura, peso…) que nosotros le atribuimos estén realmente en él, sólo estamos seguros de que esas sensaciones están en nuestro espíritu.

Así que, él concluye, los objetos que miramos son sólo agrupaciones de sensaciones percibidas por nuestro espíritu, y la materia, por tanto, no existe realmente.

No todos los idealistas han sido tan radicales como Berkeley en su opinión de la existencia de la materia, algunos no niegan la existencia del mundo, pero los subordinan al espíritu, quien los crea y controla.

Otro nivel del idealismo es lo que suele llamarse solipsismo. Esta es una forma de razonar en la cual el sujeto sólo está seguro de su percepción del mundo y de su propia existencia, y como no puede comprobar lo demás, llega a la conclusión de que él es lo único real. Es decir, en esta forma extrema del idealismo, el sujeto sólo admite su propia existencia, pero no la de ninguna otra cosa o ser.

Hemos visto, en términos muy generales, algunos planteamientos del idealismo. Para hacer un breve resumen podemos decir que el idealismo defiende la preponderancia del espíritu sobre la materia, plantea que es el espíritu quien la crea, o, incluso, llega a argumentar que ésta no existe.

EL MATERIALISMO

Frente a la misma pregunta, a cerca de la relación espíritu-materia, el materialismo toma una posición totalmente contraria al idealismo, planteando que lo primordial es la materia, y que el pensamiento no es más que el resultado de la máxima organización de la materia en el cerebro, y, por lo tanto depende de ella.

El más reconocido discípulo de Platón fue Aristóteles, y aunque no podemos afirmar que fuera precisamente materialista, sino un realista, sí contradijo a su maestro en su planteamiento principal.

Aristóteles, a diferencia de Platón, consideraba que no son los objetos el producto de las ideas, sino al contrario, es decir, nuestras ideas de las cosas se forman a partir de los objetos mismos, y no existen como realidad independiente de nosotros.

El materialismo, al igual que el idealismo, se ha dividido en diversas corrientes, como el materialismo cosmológico, el metódico, el psicofísico, el dialéctico y el histórico. Cada una de ellas centra su atención sobre algún punto, pero todas ellas tienen en común los rasgos principales; todas ellas proponen como causa primera y origen de todo a la materia por sobre el pensamiento.

EL AGNOSTICISMO

Es obvio pensar que no todos los filósofos se han identificado plenamente con alguna de estas dos corrientes, aunque existen de ellas muy diversas variantes.

Es por ello que algunos se matriculan en lo que pudiera llamarse una "tercera alternativa". Algunos filósofos afirman, que no es posible saber si realmente el mundo real existe o no, si la materia es real o si es sólo producto de nuestro pensamiento, si lo que vemos con los sentidos existe o si estos no engañan totalmente.

A esta tercera alternativa se le ha llamado agnosticismo.

Los fundadores de esta filosofía fueron Hume(1711-1776) y Kant (1724-1804), ingles y alemán respectivamente.

En su libro Materialismo y Empiriocriticismo, Lenin cita a Hume, en un fragmento que define muy bien su posición:

"Se puede considerar evidente que los hombres son propensos, por instinto o predisposición natural, a fiarse de sus sentidos y que, sin el menor razonamiento, siempre suponemos la existencia de un mundo exterior, que no depende de nuestra percepción y que existiría aún cuando desapareciésemos o fuésemos destruidos nosotros y todos los otros seres dotados de sensibilidad. Incluso los animales están guiados por una opinión de este género y conservan esta fe en los objetos exteriores en todos sus pensamientos, designios y acciones…Pero esta opinión universal y primaria de todos los hombres es prontamente rebatida por la más superficial filosofía, que nos enseña que a nuestra mente no puede ser nunca accesible nada más que la imagen o la percepción y que los sentidos son tan solo canales, por los que estas imágenes son transportadas, no siendo capaces de establecer una relación directa entre la mente y el objeto."

Vemos entonces, que Hume niega toda posibilidad de acercarse a la realidad, pues nuestros sentidos siempre nos mostrarán sólo una imagen, de la cual nunca sabremos si es real o no.

Es esta la posición general del agnosticismo, corriente que ha tenido mucha fuerza en la filosofía.

¿Y LOS ARGUMENTOS?

Argumentos van y vienen en el enfrentamiento entre ideas, cada "prueba" que da un lado es refutada rápidamente por el otro en un juego sin fin en el cual nadie puede dar parte de victoria.

Partiendo de estos planteamientos básicos, lo que han hecho los filósofos durante más de veinticinco siglos ha sido desarrollar, dar argumentos, intentar cada uno probar la veracidad o legitimidad de sus planteamientos.

Cada uno tiene sus propias "pruebas", y su forma especial de sustentarlas.

Si el materialismo se une a la ciencia para demostrar que, a pesar de la imperfección de nuestros sentidos, podemos conocer el mundo y los procesos que en él se llevan a cabo, llegando —incluso— a controlar algunos de ellos, y que por tanto ese mundo existe realmente, independiente de nosotros, pues lo gobiernan leyes que nosotros no podemos cambiar; para el idealismo no sería difícil argumentar que también esas leyes y esa ciencia son producto de nuestro propio pensamiento.

Si el idealismo da atractivas explicaciones de cómo la materia se subordina al espíritu, un materialista no tardaría en recalcar que, por más que durante siglos se creyese lo contrario y fuese tenido como cierto por el pensamiento de muchísimos, la tierra no es ni fue nunca plana.

Si el agnóstico se queja amargamente de la irremediable inaccesibilidad del conocimiento real, y en sus obscuras cavilaciones tropieza y rueda por las escaleras quebrándose una pierna, seguramente acudirá presuroso a urgencias en donde un medico que conoce el comportamiento y la estructura del tejido óseo pondrá fin a sus lamentos.

Y así podríamos seguir horas y horas; de hecho los filósofos lo han hecho durante ya más de veinticinco siglos.

Sin embargo, las pruebas que cada uno da, resultan insuficientes para el otro, pues estarán dadas desde un planteamiento y a través de un desarrollo que el otro no comparte.

Sería, quizá, bastante triste pensar que toda esta discusión no tiene, en realidad, ninguna validez. Pero todo eso no ha sido en vano, decir eso sería tanto como decir que el preguntarse del hombre durante toda su historia no ha servido para nada. Y al principio fueron las preguntas, pero después vino la filosofía, las matemáticas, las ciencias… las respuestas. Después vino la comprensión, la enseñanza, la aplicación, la ingeniería.

Y hoy estoy aquí, y de hecho estamos muchos, empezando apenas nuestro intento, haciéndonos apenas con las armas para adquirir un escaso trocito de la comprensión de las leyes que rigen ese mundo por el que tanto el hombre se ha preguntado.

El hombre va a seguir preguntándose lo mismo, e inventará aún muchas nuevas preguntas. Los argumentos seguirán madurando cada uno en su propio seno, y se harán cada vez más fuertes y resistentes al enfrentamiento con sus opuestos. No existirá nunca nadie que pueda ser 'juez imparcial" en este asunto.

Por esto, pienso que el "probar" la existencia o no de la materia independiente del espíritu podría ser algo bastante relativo, pues el más perfecto razonamiento podría ser fácilmente atacado, si se hace desde una concepción diferente del mundo y la verdad. Y las concepciones del mundo son casi tan variadas como personas hemos existido (¿será?) en este mundo.

Mi posición personal es clara, créanme: no estaría tratando de alcanzar un poquito de comprensión de un mundo del cual no creyera que existiera.

Pero sé que mis argumentos son frágiles, miles han argumentado antes de mí y yo apenas empiezo a aprender cómo hacerlo.

BIBLIOGRAFÍA

ABBAGDANO, Nicola. Diccionario de filosofía. Fondo de Cultura Económica; Santafé de Bogotá: 1997

GAARDER, Jostein. El mundo de Sofía. Editorial Norma; Santafé de Bogotá: 1995

MARIAS, Julián. Historia de la filosofía. Alianza editora; Madrid: 1990

PLATÓN. Diálogos socráticos. M.M. Jackson; Barcelona: 1973

POLITZER G. Curso de filosofía (principios elementales). Sin datos.

VALLEJO OOSRIO, León. Sobrevivientes del arca. Lukas Editor 2001

Texto 17: MÉTODO CIENTÍFICO Y CONTRADICCIÓN[134]

Informe teórico de un protocolo

César Julio Hernández E.

Este Protocolo aspira a recoger lo esencial de lo tratado en las sesiones del 4, 11 Y 25 de Noviembre de 2000 Y 2 diciembre. El método científico, la contradicción y las características de ciencia han sido los temas básicos estudiados y discutidos, tanto en los equipos como en las plenarias. Como referentes del análisis han servido la fábula "Un niño extraviado enciende Una hoguera ", las tesis sobre Feuerbach, el Método de la Economía Política, Para insubordinar la mirada, Sobre la Contradicción, el Manual de Economía Política, la película "Epidemia ", además de los textos consultados por los asistentes al Seminario "Vigotski, las corrientes pedagógicas contemporáneas y la innovación del curr1culo".

Asumimos el método como el camino a seguir en la búsqueda, en la investigación; la metodología como la concepción que ilumina la ruta, y la metódica como los pasos específicos a seguir, los algoritmos, el orden necesario. Hemos abordado, inicialmente: el estudio y la discusión desde las preguntas ¿Cuál es el método científico del conocimiento? ¿Cómo el hombre conoce? ¿Qué diferencia hay entre lo concreto real y lo concreto de pensamiento?.

Luego nos hemos interrogado por las concepciones del mundo desde las cuales asumimos el conocimiento y la transformación de la realidad. Finalmente, hemos hecho un primer sondeo para responder la pregunta ¿.Qué es la ciencia?.

En el texto El método de la economía política, Marx convoca a diferenciar los procesos reales de los procesos de pensamiento, a diferenciar lo concreto real de lo concreto pensado. Lo esencial de su planteamiento se sintetiza en el enunciado: "Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones y por lo tanto, unidad de lo diverso" Esto quiere decir que en todo lo concreto hay múltiples determinaciones, múltiples causas; que para conocer se requiere hallar las causas. Investigar, pues, buscar lo concreto.

Ahora bien, lo concreto real no es un resultado de lo concreto de pensamiento. Lo concreto real existe independientemente del pensamiento. En la investigación el primer camino parte de lo real. El análisis conlleva al hallazgo dc las múltiples determinaciones. La comprensión de un concreto real implica el camino de retorno, la síntesis y jerarquización de las causas, de las determinaciones, de las contradicciones.

Así, pues, lo concreto pensado (el objeto del conocimiento) es la síntesis de múltiples determinaciones.

El texto Para insubordinar la mirada, asumiendo el Método de la "Economía Política", sintetiza en 4 fases el trabajo científico:

  • 1. Análisis, selección y ordenamiento de los hechos observados;

  • 2. Formulación de hipótesis mediante la explicación lógica y coherente del conjunto de hechos observados.

  • 3. La rigurosa comprobación de hipótesis; y

  • 4. La modificación o sustitución de los hipótesis con los resultados de la comprobación.

El texto de Mao Sobre la Contradicción nos ha ayudado a comprender las dos concepciones del mundo, la universalidad de la contradicción, la particularidad de la contradicción, la contradicción particular y el aspecto principal de In contradicción, la identidad y la lucha entre los aspectos de la contradicción y el papel del antagonismo en la contradicción.

La historia de la filosofía nos demuestra que desde que el hombre empezó a pensar, han existido, básicamente dos concepciones opuestas del mundo: la materialista y la idealista. Para el materialismo histórico el desarrollo de las cosas se debe a sus contradicciones internas y el mundo existe independientemente de la realidad humana y del conocimiento que tenemos del universo.

Dicho mundo existente fuera de nosotros está gobernado por unas leyes (gravedad, movimiento, valor, etc.) que podemos conocer poco a poco y Cuya comprensión nos posibilita transformar la naturaleza y la sociedad. Para el idealismo, por el contrario, el mundo material no existe objetivamente, sino una concreción de lo que realmente existe, es decir, el mundo de las ideas; según el pensamiento idealista (Parménides, Platón, S. Agustín), el mundo de las ideas engendra el mundo material. Para el idealismo las causas se hallan fuera de ellas mismas; este pensamiento metafísico, en fin, niega la posibilidad no sólo de conocer el mundo, sino de transformarlo radical y esencialmente.

La universalidad o carácter absoluto de la contradicción indica la existencia de lo contradicción en todo proceso de desarrollo de cada cosa (desde el comienzo hasta el final); lo universal reside en lo particular; dicho de otro modo: En lo concreto se expresa lo general.

La particularidad de la contradicción hace alusión al carácter relativo de la contradicción. Toda forma de movimiento de la materia contiene su propia contradicción particular o esencia particular que diferencia una cosa de las demás, una ciencia de las demás; lo particular de una ciencia, por ejemplo, es su objeto específico de estudio, Así mismo, merece destacarse que contradicciones cualitativamente diferentes sólo pueden resolverse por métodos cualitativamente diferentes.

El estudio de la contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción nos remite a reconocer cómo, a pesar de que en todo proceso hay múltiples contradicciones (múltiples determinaciones), sólo una de ellas es la principal y la que determina el proceso o naturaleza de una cosa.

Ubicar la contradicción principal permite ubicar las demás. Como todo está en movimiento, el aspecto principal y el no principal se pueden transformar el uno en el otro. En fin, entender la contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción nos permite transformar el carácter de un proceso.

Respecto a la identidad y la lucha entre los aspectos de la contradicción destacamos la coexistencia en un todo único de los polos o contrarios de una contradicción y la posibilidad, bajo ciertas condiciones, de que cada uno de los aspectos contradictorios se transforme en su contrario. Destacamos, de igual modo, el carácter condicional, temporal, transitorio y relativo de la unidad de los contrarios así como el carácter absoluto e ininterrumpido de la lucha de los contrarios, habida cuenta del carácter absoluto del desarrollo del movimiento.

Finalmente, acerca del papel del antagonismo en la contradicción, hacemos énfasis en que el antagonismo es una forma, pero no la única, de la lucha de los contrarios. Si bien la contradicción y la lucha son universales y absolutos, los métodos (las normas) para resolver las contradicciones varían según el carácter de las contradicciones: hay contradicciones antagónicas como la existente entre explotadores y explotados, mientras que existen contradicciones secundarias, no antagónicas, como las que existen en el seno del pueblo. Los diferentes tipos de contradicciones se resuelven por métodos diferentes. Entre los trabajadores podemos resolver nuestras contradicciones a través de la crítica y la autocrítica con el imperialismo y la oligarquía la contradicción antagónica se resuelve por medio de la lucha de clases. Dado el carácter dinámico de todo proceso, también una contradicción secundaria puede transformarse en antagónica.

Acerca del tercer punto, la caracterización propiamente dicha de la ciencia, el Seminario ha venido haciendo una crítica al positivismo, al pensamiento postmoderno y, en general, a las diversas formas del idealismo, de la metafísica.

Según el pensamiento postmoderno, hay tantos métodos como investigadores hay, siendo todos aquellos igualmente válidos. Contrario a este pensamiento, desde la dialéctica materialista nos preguntamos: Es cierto que todo es válido en el terreno de, la ciencia, de la investigación científica? De las diversas posibles aproximaciones que tiene el hombre para conocer la realidad: el pensamiento mítico, el pensamiento religioso, el arte, el conocimiento cotidiano (vulgar), el filosófico y el pensamiento científico, ¿tienen todas estas formas del pensamiento la misma legitimidad y validez?

Reiteramos —también aquí— que la realidad es objetiva (existe independientemente del sujeto que conoce, de nuestra voluntad), que siempre está en proceso (en el movimiento, en continuo cambio), que se puede conocer (el conocimiento es histórico) y que podemos intervenirla, transformarla.

En otras palabras, la realidad es una e implica múltiples procesos que están ocurriendo. La realidad está determinada por leyes objetivas cuyo funcionamiento es independiente de la mera voluntad del hombre.

El hombre, a través de la investigación científica ha venido descubriendo las leyes de los diversos sectores o niveles de la realidad: leyes de la economía, leyes que regulan el mundo psíquico, leyes físicas, lingüísticas, etc.: es decir, las ciencias particulares estudian contradicciones particulares de sectores de la realidad. Así pues, la investigación científica apunta al descubrimiento de la esencia tras la apariencia (evidencia) de los fenómenos, a la comprensión de las relaciones internas entre los fenómenos; al conocimiento de las leyes del nacimiento, desarrollo y transformación de los fenómenos.

En este orden de ideas, cada ciencia se caracteriza por tener unos objetos propios de conocimiento, como objetos formales, abstractos, que dan cuenta de un aspecto de la realidad, de un sector de fenómenos o contradicción particular; estos objetos de conocimiento propios de cada ciencia conllevan diversos campos de experimentación (de demostración, de verificación), explicados a través de categorías o conceptos específicos y recurriendo a métodos propios, específicos.

Para terminar, digamos que los conocimientos, la ciencia, la investigación científica sirven para descubrir, describir y explicar la realidad: tanto las leyes del universo empírico (natural) que rodea al hombre, como las leyes que gobiernan la realidad objetiva (social) en que estamos inmersos, los hombres como sujetos de clase.

Pero también sirven para transformar (modificar) el mundo, la realidad, pues el discurso y la práctica científica están sujetos a la apropiación social, de clase; esto es, también conllevan un funcionamiento ideológico, político, en relación con el poder.

Texto 18: EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA TRANSFORMACION DEL MONO EN HOMBRE[135]

Federico Engels

El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía Política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.

Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía eh algún fugar de la zona tropical —quizás en un extenso continente hoy desaparecido en las profundidades del Océano Indico— una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas.

Es de suponer que como consecuencia, ante todo, de su género de vida, por el que las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar por el suelo y empezaron a adoptar más y más una posición erecta. Fue el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre.

Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sólo en caso de extrema necesidad y, además, con suma torpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos. La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus largos brazos, como un cojo que camina con muletas. En general, aún hoy podemos observar entre los monos todas las formas de transición entre la marcha a cuatro patas y la marcha en posición erecta. Pero para ninguno de ellos esta última ba pasado de ser un recurso circunstancial.

y puesto. que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso entre los monos existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos. Como hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos" como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan con las manos varias operaciones sencillas que copia n de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años. El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de..ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.

Por eso, las operaciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, operaciones sumamente sencillas. Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que puede presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con una degeneración física simultánea, son, sin embargo, muy superiores a aquellos seres del período de transición. Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación con él, el período histórico conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la mano se hizo libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y esta mayor flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de generación en generación.

Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él. Únicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas operaciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas ha sido cómo la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia. a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini.

Pero la mano no era algo con existencia propia e independiente. Era únicamente un miembro de un organismo entero y sumamente complejo. Y lo que beneficiaba a la mano beneficiaba también a todo el cuerpo servido por ella; y lo beneficiaba en dos aspectos.

Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llamó de la correlación del crecimiento. Según esta ley, ciertas formas de las distintas partes de los seres orgánicos siempre están ligadas a determinadas formas de otras partes, que aparentemente no tienen ninguna relación con las primeras. Así, todos los animales que poseen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado con la primera vértebra por medio de dos cóndilos, poseen, sin excepción, glándulas mamarias para la alimentación de sus crías. Así también, la pezuña hendida de ciertos mamíferos va ligada por regla general a la presencia de un estómago multilocular adaptado a la rumia. Las modificaciones experimentadas por ciertas formas provocan cambios en la forma de otras partes del organismo, sin que estemos en condiciones de explicar tal conexión. Los gatos totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siempre 'sordos. El perfeccionamiento gradual de la mano del hombre y la adaptación concomitante de los pies a la marcha en posición erecta repercutieron indudablemente, en virtud de dicha correlación, sobre otras partes del organismo. Sin embargo, esta acción aún está tan poco estudiada que aquí j no podemos más que señalarla en términos generales.

Mucho más importante es la reacción directa —posible de demostrar— del desarrollo de la mano sobre el resto del organismo. Como ya hemos dicho, nuestros antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas; evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de los animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados. Con cada nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre, haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas. Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas de esta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. En resumen, los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro.

La comparación con los animales nos muestra que esta explicación del origen del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada. Lo poco que los animales, incluso los más desarrollados, tienen que comunicarse los unos a los otros puede ser transmitido sin el concurso de la palabra articulada. Ningún animal en estado salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de hablar o de comprender el lenguaje humano. Pero la situación cambia por completo cuando el animal ha sido domesticado por el hombre. El contacto con el hombre ha desarrollado en el perro y en el caballo un oído tan sensible al lenguaje articulado, que estos animales pueden, dentro del marco de sus representaciones, llegar a comprender cualquier idioma. Además, pueden llegar a adquirir sentimientos desconocidos antes por ellos, como son el apego al hombre, el sentimiento de gratitud, etc. Quien conozca bien a estos animales, difícilmente podrá escapar a la convicción de que, en muchos casos, esta incapacidad de hablar es experimentada ahora por ellos como un defecto. Desgraciadamente, este defecto no tiene remedio, pues sus órganos vocales se hallan demasiado especializados en determinada dirección. Sin embargo, cuando existe un órgano apropiado, esta incapacidad puede ser superada dentro, de ciertos límites. Los órganos bucales de las aves se distinguen en forma radical de los del hombre, y sin embargo, las aves son los únicos animales que pueden aprender a hablar; y el ave de voz más repulsiva, el loro, es la que mejor habla. Y no importa que se nos objete diciéndonos que el loro no entiende lo que dice. Claro está que por el solo gusto de hablar y por sociabilidad con los hombres el loro puede estar repitiendo horas y horas todo su vocabulario. Pero, dentro del marco de sus representaciones, puede también llegar a comprender lo que dice. Enseñad a un loro a decir palabrotas, de modo que llegue a tener una idea de su significación (una de las distracciones favoritas de los marineros que regresan de las zonas cálidas), y veréis muy pronto que en cuanto lo irritáis hace uso de esas palabrotas con la misma corrección que cualquier verdulera de Berlín. Y lo mismo ocurre con la petición de golosinas.

Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y en perfección. Ya medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos. De la misma manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos. La vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo humano percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El perro tiene un olfato mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la centésima parte de los olores que sirven a éste de signos para diferenciar cosas distintas y el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo.

El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo. Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad.

Seguramente hubieron de pasar centenares de miles de años —que en la historia de la Tierra tienen menos importancia que a un segundo en la vida de un hombre[136]antes de que la sociedad !: humana surgiese de aquellas manadas de monos que trepaban por ; los árboles. Pero, al fin y al cabo, surgió. ¿y qué es lo que volveremos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monos y la sociedad humana? Otra vez el trabajo. La manada de monos se contentaba con devorar los alimentos de un área que determinaban las condiciones geográficas o la resistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de un lugar a otro y entablaba luchas con otras manadas para conquistar nuevas zonas de alimentación; pero era incapaz de extraer de estas zonas más de lo que la naturaleza buenamente le ofrecía, si exceptuamos la acción inconsciente de la manada, al abonar el suelo con sus excrementos. Cuando fueron ocupadas todas las zonas capaces de proporcionar alimento, el crecimiento de la población simiesca fue ya imposible; en el mejor de los casos el número de sus animales podía mantenerse al mismo nivel. Pero todos los animales son unos grandes despilfarradores de alimentos; además, con frecuencia destruyen en germen la nueva generación de reservas alimenticias. A diferencia del cazador, el lobo no respeta la cabra montés que habría de proporcionarle cabritos al año siguiente; las cabras de Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes de que ,puedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montañas del país. Esta «explotación rapaz» llevada a cabo por los animales desempeña un gran papel en la transformación gradual de las especies, al obligarlas a adaptarse a unos alimentos que no son los habituales para ellas, con lo que cambia la composición química de su sangre y se modifica poco a poco toda la constitución física del animal; las especies ya plasmadas desaparecen. No cabe duda de que esta explotación rapaz debía llevar a la raza de monos que superaba con ventaja a todas las demás en inteligencia y capacidad de adaptación a utilizar en la alimentación un número cada vez mayor de nuevas plantas y cada vez más partes comestibles de éstas, en una palabra, debía llevar a que la alimentación, cada vez más variada, aportase al organismo nuevas y nuevas sustancias, las cuales creaban las condiciones químicas para la transformación de estos monos en seres humanos. Pero todo esto no era trabajo en el verdadero sentido de la palabra. El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos. ¿y qué son los instrumentos más antiguos, si juzgamos por los restos que nos han llegado del hombre prehistórico, por el género de vida de los pueblos más antiguos que registra la historia, así como por el de los salvajes actuales más primitivos? Son instrumentos de caza y de pesca; los primeros utilizados también como armas. Pero la caza y la pesca suponen el tránsito de la alimentación exclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo que significa un nuevo paso de suma importancia en la transformación del mono en hombre. El consumo de carne ofreció al organismo, en forma casi acabada, los ingredientes más esenciales para su metabolismo. Con ello acortó el proceso de la digestión y otros procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, los procesos análogos a los de la vida de los vegetales), ahorrando así tiempo, materiales y estímulos para que pudiera manifestarse activamente la vida propiamente animal. Y cuanto más se alejaba el hombre en formación del reino vegetal, más se elevaba sobre los animales. De la misma manera que el hábito a la alimentación mixta convirtió al gato y al perro salvajes en servidores del hombre, así también el hábito a combinar la carne con la dieta vegetal contribuyó poderosamente a dar fuerza física e independencia al hombre en formación. Pero donde más se manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en el cerebro, que recibió así en mucha mayor cantidad que antes las sustancias necesarias para su alimentación y desarrollo, con lo que su perfeccionamiento fue haciéndose mayor y más rápido de generación en generación. Debemos reconocer —y perdonen los señores vegetarianos— que no ha sido sin el consumo de la carne cómo el hombre ha llegado a ser hombre; y el hecho de que, en una u otra época de la historia de todos los pueblos conocidos, el empleo de la carne en la alimentación haya llevado al canibalismo (aún en el siglo X, los antepasados de los berlineses, los veletabos o vilzes, solían devorar a sus progenitores) es una cuestión que no tiene hoy para nosotros la menor importancia.

El consumo de carne en la alimentación significó dos nuevos avances de importancia decisiva: el uso del luego y la domesticación de animales. El primero redujo aún más el proceso de ]a digestión, ya que permitía llevar a .la boca comida, como si dijéramos, medio digerida; el segundo multiplicó las reservas de carne, pues ahora, a la par con la caza, ofrecía una nueva fuente para obtenerla en forma más regular y proporcionó, con la leche y sus derivados, un nuevo alimento, que en cuanto a composición era por lo menos del mismo valor que la carne. Así, pues, estos dos adelantos se convirtieron directamente para el hombre en nuevos medios de emancipación. No podemos detenernos aquí a examinar en detalle sus consecuencias indirectas, a pesar de toda la importancia que hayan podido tener para el desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen nos apartaría demasiado de nuestro tema.

El hombre, que había aprendido a comer todo lo comestible, aprendió también, de la misma manera, a vivir en cualquier clima. Se extendió por toda la superficie habitable de la Tierra, siendo el único animal capaz de hacerlo por propia iniciativa. Los demás animales que se han adaptado a todos los climas —los animales domésticos y los insectos parásitos— no lo lograron por sí solos, sino únicamente siguiendo al hombre. Y el paso del clima uniformemente cálido de la patria original a zonas más frías donde el año se dividía en verano e invierno, creó nuevas necesidades, al f obligar al hombre a buscar habitación y a cubrir su cuerpo para protegerse del frío y de la humedad. Así surgieron nuevas esferas de trabajo y, con ellas, nuevas actividades, que fueron apartando más y más al hombre de los animales.

Gracias a la cooperación de la mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro, no sólo en cada individuo, sino también en la sociedad, los hombres fueron aprendiendo a ejecutar operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada vez mas elevados. El trabajo mismo se diversificaba y perfeccionaba de generación en generación extendiéndose cada vez a nuevas actividades. A la caza y a la ganadería vino a sumarse la agricultura, y más tarde el hilado y el tejido, el trabajo de los metales, la alfarería y la navegación. Al lado del comercio y de los oficios aparecieron, finalmente, las artes y las ciencias; de las tribus salieron las naciones y los Estados. Se desarrollaron el Derecho y la Política, y con ellos el reflejo fantástico de las cosas humanas en el cerebro del hombre: la religión. Frente a todas estas creaciones, que se manifestaban en primer término como productos del cerebro y parecían dominar las sociedades humanas, las producciones más modestas, fruto del trabajo de la mano, quedaron relegadas a segundo plano, tanto más cuanto que en una fase muy temprana del desarrollo de la sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabeza que planeaba el trabajo era ya capaz de obligar a manos ajenas a realizar el trabajo proyectado por ella. El rápido progreso de la civilización fue atribuido exclusivamente a la cabeza, al desarrollo y a la actividad del cerebro. Los hombres se acostumbraron a explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar esta explicación en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así cobra conciencia de ellas). Así fue cómo, con el transcurso del tiempo, surgió esa concepción idealista del mundo que ha dominado el cerebro de los hombres, sobre todo desde la desaparición del mundo antiguo, y que todavía lo sigue dominando hasta el punto de que incluso los naturalistas de la escuela darviniana más allegados al materialismo son aún incapaces de formarse una idea clara acerca del origen del hombre, pues esa misma influencia idealista les impide ver el papel desempeñado aquí por el trabajo.

Los animales, como ya hemos indicado de pasada, también modifican con su actividad la naturaleza exterior, aunque no en el mismo grado que el hombre; y estas modificaciones provocadas por ellos en el medio ambiente repercuten, como hemos visto, en sus originadores, modificándolos a su vez. En la naturaleza nada ocurre en forma aislada. Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez, influencia do por éste; y es generalmente el olvido de este movimiento y de esta interacción universal lo que impide a nuestros naturalistas percibir con claridad las cosas más simples. Ya hemos visto cómo las cabras han impedido la repoblación de los bosques en Grecia; en Santa Elena, las cabras y los cerdos desembarcados por los primeros navegantes llegados a la isla exterminaron casi por completo la vegetación allí existente, con lo que prepararon el suelo para que pudieran multiplicarse las plantas llevadas más tarde por otros navegantes y colonizadores. Pero la influencia duradera de los animales sobre la naturaleza que los rodea es completamente involuntaria y constituye, por lo que a los animales se refiere, un hecho accidental. Pero cuanto más los hombres se alejan de los animales, más adquiere su influencia sobre la naturaleza el carácter de una acción intencional y planeada, cuyo fin es lograr objetivos proyectados de antemano. Los animales destrozan la vegetación de un lugar sin darse cuenta de lo que hacen. Los hombres, en cambio, cuando destruyen la vegetación lo hacen con el fin de utilizar la superficie que queda libre para sembrar cereales, plantar árboles o cultivar la vid, conscientes de que la cosecha que obtengan superará varias veces lo sembrado por ellos. El hombre traslada de un país a otro plantas útiles y animales domésticos, modificando así la flora y la fauna de continentes enteros. Más aún; las plantas y los animales, cultivadas aquéllas y criados éstos por medio de procedimientos artificiales, sufren tales modificaciones bajo la influencia de la mano del hombre que se vuelven irreconocibles. Hasta hoy día no han sido hallados aÚn los antepasados silvestres de nuestros cultivos cerealistas. Aún no ha sido resuelta la cuestión de saber cuál es el animal que ha dado origen a nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a las actuales razas de caballos, también tan numerosas.

Por lo demás, de suyo se comprende que no tenemos la intención de negar a los animales la facultad .de actuar en forma planificada, de un modo premeditado. Por el contrario, la acción planificada existe en germen dondequiera que el protoplasma —la albúmina viva— exista y reaccione, es decir, realice determinados movimientos, aunque sean los más simples, en respuesta a determinados estímulos del exterior. Esta reacción se produce, no digamos ya en la célula nerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula de ninguna clase. El acto mediante el cual las plantas insectívoras se apoderan de su presa aparece también, hasta cierto punto, como un acto planeado, aunque se realice de un modo totalmente inconsciente. La facultad de realizar actos conscientes y premeditados se desarrolla en los animales en correspondencia con el desarrollo del sistema nervioso, y adquiere ya en los mamíferos un nivel bastante elevado. Durante la caza inglesa de la zorra puede observarse siempre la infalibilidad con que ésta utiliza su perfecto conocimiento del lugar para ocultarse a sus perseguidores, y lo bien que conoce y sabe aprovechar todas las ventajas del terreno para despistarlos. Entre nuestros animales domésticos, que han llegado a un grado más alto de desarrollo gracias a su convivencia con el hombre, pueden observarse a diario actos de astucia, equiparables a los de los niños, pues lo mismo que el desarrollo del embrión humano en el claustro materno es una repetición abreviada de toda la historia del desarrollo físico seguido a través de millones de años por nuestros antepasados del remo animal, a partir del gusano, así también el desarrollo mental del niño representa una repetición, aún más abreviada, del desarrollo intelectual de esos mismos antepasados, en todo caso de los menos remotos. Pero ni un solo ¡i acto planificado de ningún animal ha podido imprimir en la naturaleza el sello de su voluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo.

Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella. El hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y ésta es, en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo[137]

Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de h estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros. Pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las bases de la actual aridez de esas tierras. Los italianos de los Alpes, que talaron en las laderas meridionales los bosques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas septentrionales, no tenían idea de que con ello destruían las raíces de la industria lechera en su región; y mucho menos podían prever que, al proceder así, dejaban la mayor parte del año sin agua sus fuentes de montaña, con lo que les permitían, al llegar el período de las lluvias, vomitar con tanta mayor furia sus torrentes sobre la planicie. Los que difundieron el cultivo de la patata en Europa no sabían que con este tubérculo farináceo difundían a la vez la escrofulosis. Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistador sobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas adecuadamente. .

En efecto, cada día aprendemos a comprender mejor las leyes de la naturaleza y a conocer tanto los efectos inmediatos como las consecuencias remotas de nuestra intromisión en el curso natural de su desarrollo. Sobre todo después de los grandes progresos logrados en este siglo por las Ciencias Naturales, nos hallamos en condiciones de prever, y, por tanto, de controlar cada vez mejor las remotas consecuencias naturales de nuestros actos en la producción, por lo menos de los más corrientes. Y cuanto más sea esto una realidad, los hombres no sólo sentirán de nuevo y en creciente grado su unidad con la naturaleza, sino que la comprenderán más, y más inconcebible será esa idea absurda y antinatural de la antítesis entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma y el cuerpo, idea que empieza a difundirse por Europa a raíz de la decadencia de la antigüedad clásica y que adquiere su máximo desenvolvimiento en el cristianismo.

Mas, si han sido precisos miles de años para que el hombre aprendiera en cierto grado a prever las remotas consecuencias naturales de sus actos dirigidos a la producción, mucho más le costó aprender a calcular las remotas consecuencias sociales de esos mismos actos. Ya hemos hablado más arriba de la patata y de sus consecuencias en cuanto a la difusión de la escrofulosis. Pero ¿qué importancia" puede tener la escrofulosis comparada con los efectos que sobre las condiciones de vida de las masas del pueblo de países enteros ha tenido la reducción de la dieta de los trabajadores a simples patatas, con el hambre que se extendió en 1847 por Irlanda a consecuencia de una enfermedad de este tubérculo, y que llevó a la tumba a un millón de irlandeses que se alimentaban exclusivamente o casi exclusivamente de patatas y obligó a emigrar allende el océano a otros dos millones?. Cuando los árabes aprendieron a destilar el alcohol, ni siquiera se les ocurrió pensar que habían creado una de las armas principales con que había de ser exterminada la población indígena del continente americano, aún desconocido, en aquel entonces. Y cuando Colón descubrió más tarde América, no sabía que a la vez daba nueva vida a la esclavitud, desaparecida desde hacía mucho tiempo en Europa, y sentaba las bases de la trata de negros. Los hombres que en los siglos XVII y XVIII trabajaron para crear la máquina de vapor, no sospechaban que estaban creando un instrumento que habría de subvertir, más que ningún otro, las condiciones sociales en todo el mundo, y que, sobre todo en Europa, al concentrar la riqueza en manos de una minoría y al privar de toda propiedad a la inmensa mayoría de la población, habría de proporcionar primero el dominio social y político a la burguesía y provocar después la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, lucha que sólo puede terminar con el derrocamiento de la burguesía y la abolición de todos los antagonismos de clase. Pero también aquí, aprovechando una experiencia larga, y a veces cruel, confrontando y analizando los materiales proporcionados por la historia, vamos aprendiendo poco a poco a conocer las consecuencias sociales indirectas y más remotas de nuestros actos en la producción, lo que nos permite extender también a estas consecuencias nuestro dominio y nuestro control.

Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente.

Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No hacían el menor caso de las consecuencias remotas, que sólo aparecen mas tarde y cuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual. La primitiva propiedad comunal de la tierra correspondía, por un lado, a un estado de desarrollo de los hombres en el que el horizonte de éstos quedaba limitado, por lo general, a las cosas más inmediatas, y presuponía, por otro lado, cierto excedente de, tierras libres, que ofrecía cierto margen para neutralizar los posibles resultados adversos de esta economía primitiva. Al agotarse el excedente de tierras libres, comenzó la decadencia de la propiedad comunal. Todas las formas más elevadas de producción que vinieron después condujeron a la división de la población en clases y, por tanto, al antagonismo entre las clases dominantes y las clases oprimidas. En consecuencia, los intereses de las clases dominantes se convirtieron en el elemento propulsor" de la producción, en cuanto ésta no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia de los oprimidos. Donde esto halla su expresión más acabada es en el modo de producción capitalista que prevalece hoy en la Europa Occidental. Los capitalistas individuales, que dominan la producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la utilidad más inmediata de sus actos. Más aún; incluso esta misma utilidad —por cuanto se trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada— pasa por completo a segundo plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la venta.

* * *

La ciencia social de la burguesía, la Economía Política clásica, sólo se ocupa preferentemente de aquellas consecuencias sociales que constituyen el objetivo inmediato de los actos realizados por los hombres en la producción y el cambio. Esto corresponde plenamente al régimen social cuya expresión teórica es esa ciencia. Por cuanto los capitalistas producen o cambian con el único fin de obtener beneficios inmediatos, sólo pueden ser tenidos en cuenta, primeramente, los resultados más próximos y más inmediatos. Cuando un industrial o un comerciante vende la mercancía producida o comprada por él y obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo más mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador. Igual ocurre con las consecuencias naturales de esas mismas acciones. Cuando en Cuba los plantadores españoles quemaban los bosques en las laderas de las montañas para obtener con la ceniza un abono que sólo les alcanzaba para fertilizar una generación de cafetos de alto rendimiento, poco les importaba que las lluvias torrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetal del suelo, privada de la protección de los árboles, y no dejasen tras sí más que rocas desnudas! Con el actual modo de producción, y por lo que respecta tanto a las consecuencias naturales como a las consecuencias sociales de los actos realizados por los hombres, lo que interesa preferentemente son sólo los primeros resultados, los más palpables. Y luego hasta se manifiesta extrañeza de que las consecuencias remotas de las acciones que perseguían esos fines resulten ser muy distintas y, en la mayoría de los casos, hasta diametralmente opuestas; de que la armonía entre la oferta y la demanda se convierta en su antípoda, como nos lo demuestra el curso de cada uno de esos ciclos industriales de diez años, y como ha podido convencerse de ello Alemania, que con el "crac" ha vivido un pequeño preludio de ello; de que la propiedad privada basada en el trabajo de uno mismo se convierta necesariamente, al desarrollarse, en la desposesión de los trabajadores de toda propiedad, mientras toda la riqueza se concentra más y más en manos de los que no trabajan; de que [.. .][138]*.

Escrito por Engels en 1876. Se publica de acuerdo con el manuscrito.

Publicado por primera vez en la revista Die Neue Zeit, Bd. 2,

Traducido del alemán.

  • III. De las corrientes pedagógicas

Texto 19: VIDA Y OBRA[139]

(Vida y obra de Piaget)

Enrique García González

Jean Piaget es un científico muy especial. Conocido universalmente como el gran teórico del desarrollo infantil, no es menos importante como filósofo de la ciencia y estudioso de la lógica; sus aportaciones a la educación han sido también profundamente significativas y sólo hasta hace pocos años los especialistas en educación las asimilaron de manera cabal, aplicándolas tanto en las técnicas pedagógicas como en los métodos de investigación en educación. Piaget nace prácticamente con el siglo, el 9 de agosto de 1896 en Neuchatel, Suiza. Contemporáneo de hombres tan importantes que modelaron el pensamiento y el arte del siglo xx como Picasso, Einstein, Freud y Buñuel, su vida, como la de todo hombre de talento, tiene características muy especiales. Hombre de gran capacidad intelectual, profunda vocación de investigación y poseedor de un fino sentido del humor en las discusiones, aportó una obra de tan profundo significado que comprometió a las generaciones venideras en la tarea de romper la aparente brecha entre las ciencias y las humanidades y a establecer de manera ostensible el paralelismo entre el desarrollo de un ser humano (paso a paso, en la construcción de las estructuras intelectuales) y el proceso del desarrollo científico a lo largo de la historia.

Piaget considera por ejemplo que, por elementales que parezcan los primeros conocimientos adquiridos por un niño de meses (comparados con el proceso de adquisición de conocimientos de un cuerpo de avanzados investigadores científicos), en la médula del proceso, estructura mente hay ciertos aspectos que los identifican como los puntos iniciales y terminales de una larga cadena. ¿Cuáles fueron los pasos que dio este hombre excepcional para llegar a construir toda una nueva visión en el terreno de la psicología, de la lógica y de la filosofía de la ciencia?

De familia Piaget heredó la vocación intelectual. Su padre fue profesor de literatura medieval y aportó también alguna obra relacionada con la comunidad donde vivió la familia de Piaget: NeucMtel. Piaget describió a su padre como "un hombre de espíritu escrupuloso y crítico, a quien no le gustan las generalizaciones apresuradas, y que no teme entablar una polémica cuando ve la verdad histórica deformada por el respeto a las tradiciones".[140] En su autobiografía, Piaget señala que su padre aprendió muchas cosas pero, sobre todo, resaltó el valor del trabajo sistemático. A su madre la describe como una persona "inteligente, enérgica y con un fondo real de bondad, aunque su temperamento, más bien neurótico, hizo que nuestra vida familiar fuera bastante difícil".[141] Debido a esta situación familiar, Piaget desde temprana edad abandonó los juegos propios de su edad iniciándose en el trabajo científico, tanto —como él lo señala— para imitar a su padre como para "no refugiarme en un mundo ficticio y personal".[142] En gran medida, como consecuencia del desequilibrio emocional de su madre, Piaget se interesó por el psicoanálisis y la psicopatología, materias que con el tiempo lo llevarían hacia otros aspectos de la psicología. Durante su infancia fue muy aficionado a las ciencias naturales. Su interés recaía en los fósiles, los crustáceos marinos y las aves e incluso, emulando un poco a Leonardo da Vinci, a los diez años produjo un proyecto para la construcción de un "autovap", automóvil con motor de vapor, que era una combinación de carro con locomotora. A los once años, al observar un gorrión albino en un parque de su ciudad, escribió un articulo y lo envió a un periódico de historia natural; fue publicado para júbilo de Piaget.

Gracias a esta publicación, logró un contacto en el Museo de Historia Natural en donde, orientado por su director Paul Godet, trabajó durante cuatro años escribiendo una serie de artículos acerca de los moluscos. Varios de ellos fueron publicados en la Revue Suisse de Zoologie, por lo que le fue ofrecido el puesto de conservador de la colección de moluscos de la sociedad, a lo cual Piaget debió responder que aún no había terminado su bachillerato. En otra ocasión un articulo suyo fue rechazado por un periódico cuando el editor supo su edad. Esta época fue sin duda muy formativa en el desarrollo de su espíritu científico. En el año de 1917, Piaget devoraba prácticamente cuanto libro estaba a su alcance, en particular le atraía la filosofía de Bergson, autor al que luego abandonó para leer a Kant, Spencer, Tarde y otros filósofos. Sobre psicología, leyó con interés la obra de William James Pierre Janet. A los veinte años de edad publicó un texto llamado "Esbozo de un neopragmatismo" en el cual, si bien era una obra de juventud, contenía una idea que Piaget iba a defender durante toda su vida: toda acción implica una lógica, principio que se contraponía con el intelectualismo de Bergson y de James. La inquietud científica de Piaget radicaba en poder establecer una vinculación entre los aspectos biológicos, mentales y sociales. Gradualmente por medio de un trabajo sistemático, fue concibiendo la idea que en todos los dominios de la vida existen "totalidades" que implican una organización, con respecto a la cual las partes están subordinadas, porque no tienen sentido por sí mismas sino en relación con la totalidad, Sin embargo, Piaget señala "las relaciones entre el todo y las partes varían de una estructura a otra, adoptando diversas combinaciones, el todo sobre sí mismo (conservación), las partes sobre ellas mismas (conservación) y las partes sobre el todo (modificación y conservación)".[143]

Estas relaciones del todo con las partes llevaron a Piaget a plantear el problema del equilibrio de una estructura, sobre el cual haremos algunas reflexiones más adelante, Después de terminar su bachillerato, Piaget se inscribió en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Neuchatel, en donde finalmente obtuvo el doctorado con una tesis acerca de los moluscos de la región. Los intereses de Piaget estaban enraizados en la zoología, la embriología, la geología, la química y las matemáticas, lo que en apariencia estaba alejado de la psicología; sin embargo, al referirse a esta época, Piaget señala en su autobiografía que "deseaba vivamente asistir a una universidad más grande, dotada de un laboratorio de psicología, en el que pudiese realizar las experiencias destinadas a verificar mi sistema".[144] Ello apunta claramente el sentido de su obra: establecer una vinculación entre las ciencias humanas y las ciencias naturales o, más bien, aportar la idea de que sin el concurso de las ciencias naturales la psicología no puede abordar el estudio de diversos problemas relacionados con la actividad intelectual del hombre, Después de recibir su doctorado, Piaget fue a Zurich; sabía que con los hábitos de trabajo adquiridos en sus investigaciones en zoología aplicados a la psicología podría avanzar bastante en su tarea. Así fue corno llegó a los laboratorios de Lipps y de Wreschner y a la clínica psiquiátrica de Beuler. Sin embargo, no quedó conforme con la investigación ahí practicada, En esta época Piaget leía a Freud y la revista Imago, y asistía a las conferencias de Jung. En 1919, Piaget tornó el curso de psicopatología de Dumas en La Sorbona, en donde aprendió a interrogar enfermos y asistió a las lecciones de Pieron y Delacroix. Tampoco descuidó la lógica estudiando con Llande y Brunsvicg. En ese momento tuvo la oportunidad de trabajar en el laboratorio de Binet en Paris en donde estandarizó algunos textos de razonamiento de Burt sobre los niños, de moda en aquella época. Estas experiencias también fueron importantes en su formación corno investigador. Si bien confiesa que al principio se aburria un poco en un trabajo en apariencia rutinario, pronto empezó a adivinar matices interesantes en su tarea, los cuales darían origen en gran medida a la esencia de su método clínico experimental en psicología genética:

…desde los primeros interrogatorios, me di cuenta de que si bien los tests de Burt tenían méritos ciertos en cuanto al diagnóstico, era mucho más interesante tratar de descubrir las razones de los fracasos. De este modo, entablé con los niños conversaciones del tipo de los interrogatorios clínicos, a fin de descubrir algo sobre los procesos de razonamiento que se encontraban detrás de sus respuestas[145]

Animado por estos trabajos, decidió experimentar por cuenta propia; al cabo de cierto tiempo ya había escrito tres trabajos en los que reportaba el resultado de sus investigaciones. Su tema era la existencia de un paralelismo lógico-psicológico: La psicología explica los hechos en términos de casualidad, mientras que la lógica, cuando trata sobre proposiciones verdaderas, describe las formas correspondientes en términos de un equilibrio ideal; en otras palabras, la psicología estudia la forma en que la gente piensa y actúa, mientras que la lógica estudia las formas ideales de acción y de pensamiento.

Su formación como biólogo y sus inquietudes en el terreno de la psicología, explican en gran medida el que su búsqueda científica estuviera dirigida hacia una especie de embriología de la inteligencia, hacia el descubrimiento del origen de la inteligencia, en resumen, hacia la psicología genética. Su primer articulo, consecuencia de sus investigaciones en este laboratorio, lo envió al Journal de Psychologie,[146] no sólo fue publicado, sino que fue bastante bien recibido, en especial por el editor Meyerson, quien ínició su amistad con Piaget y publicó a continuación el segundo articulo. El tercero lo envió a Claparede, quien lo publicó en Archives de Psychologie[147]y le ofreció el puesto de jefe de trabajo en el Instituto J. J. Rousseau de Ginebra. Este año, 1921, es el inicio de una serie prolongada de trabajos sistemáticos de Piaget, que aportarían el cuerpo fundamental de una teoría que habría de cambiar a la psicología moderna.

Inicialmente, Piaget se dedica a estudiar el lenguaje infantil, sus formas de razonamiento, sus teorías acerca de los fenómenos físicos y sus juicios morales. En este momento su metodología consiste básicamente en el reporte verbal de los niños, a la cual añadiría posteriormente las manipulaciones efectivas sobre determinados objetos y materiales.

En 1925, nace su primera hija y con el apoyo de Valentine, su esposa, que había sido su alumna, comienza los estudios de la inteligencia preverbal. Durante el periodo que abarca de 1925 a 1929, esta nueva forma de abordar la psicología da origen a trabajos preliminares sobre aspectos que implican tanto problemas del desarrollo intelectual como problemas de la física, la matemática y la biología, como la conservación de la sustancia y la percepción de la forma df los objetos. De aquí se desprende una gran cantidad de trabajos relativos a la génesis de las categorías físicas y lógico-matemáticas en el niño, desde el preescolar pequeño hasta el adolescente. El curso mismo de sus investigaciones orientó a Piaget hacia la idea de que para poder entender el origen de la actividad intelectual, es necesario investigar las situaciones que se presentan antes de la adquisición del lenguaje, es decir, antes de la edad en que podamos dialogar con él. Algunas características del pensamiento de los niños en edad preescolar ya muestran una lógica implícita, la cual no surgió de la nada, por ello es necesario investigar las etapas anteriores. Con este propósito, Piaget se introdujo en una fase de estudio acerca de la actividad de los niños tanto espontánea como inducida, en la que los sujetos eran sus tres hijos; fruto de esta investigación son tres clásicos de la obra de Piaget: El nacimiento de la inteligencia (1936), La construcción de lo real en el niño (1937) y La formación del símbolo en el niño (1945).

Suiza no participó en la guerra, lo cual dio oportunidad a que Piaget continuara sus trabajos. En 1940, Claparede enfermó gravemente y Piaget lo reemplazó en la cátedra de psicología experimental, además de ser nombrado director del Laboratorio de Psicología y dirigir la publicación de los Archives de Psychologie. Tiempo después, asumió la presidencia de la recién formada Société Suisse de Psychologie e inició la publicación de la Revue Suisse de Psychologie. En 1953 Piaget recibe el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Chicago y de la McGill University de Montreal.

De 1939 a 1945 Piaget dedica su tiempo a dos tipos de investigaciones. En el Laboratorio de Psicología, con el apoyo de Lambecier, estudia el desarrollo de la percepción en el niño, con el objeto de establecer las relaciones entre la percepción y la inteligencia, así como para poner a prueba las tesis de la Gestalt, acerca de la cual Piaget afirma que: "…si yo hubiese conocido en esta época (1913-1915) los trabajos de Wertheimer y Köh1er, me hubiera vuelto gestaltista".[148] El segundo tipo de investigaciones que Piaget realizó entonces se refería al estudio del desarrollo de las nociones de tiempo, movimiento, velocidad y lógica del pensamiento, a través del empleo de técnicas experimentales objetivas y de procedimientos analíticos inspirados tanto en la orientación clínica de la psicología y la psiquiatría como en los métodos experimentales de las ciencias naturales; esto dio origen a una especie de método clínico experimental, característico de la psicología genética creada por Jean Piaget. Durante la ocupación alemana, a invitación de Pieron, Piaget impartió una serie de conferencias en el College de France. El contenido de estas conferencias fue publicado poco después de la guerra y traducido a varios idiomas: actualmente es un clásico de la orientación psicogenética: La psicología de la inteligencia.[149] En el prefacio de esta obra Piaget señala: "tuve el privilegio de dictar estas conferencias en un momento en que los universitarios experimentaban la necesidad de subrayar su sentimiento de solidaridad frente a la violencia, como su fidelidad a los valores permanentes".[150] Al terminar la guerra, Piaget fue designado presidente de la comisión suiza de la UNESCO y asistió a diversos eventos en Beirut, París, Florencia y Río de Janeiro. Por encargo de esta institución escribió el folleto "El derecho a la educación" y le fue ofrecido por Torres Bodet el puesto de subdirector general del Departamento de Educación. Durante algún tiempo ejerció ese puesto aunque manifestaba inquietud por haber abandonado sus investigaciones. En 1936 recibió el doctorado Honoris Causa en la Universidad de Harvard durante su tricentenario y en 1946 recibió esa misma distinción en la Sorbona.

A pesar de sus múltiples compromisos, Piaget siempre se dio tiempo para continuar con el hilo de su búsqueda intelectual, gracias a la ayuda de un valioso grupo de colaboradores que constituían ya una verdadera "escuela" de la psicología genética, de este grupo destaca lnhelder con quien investigó el problema de las relaciones espaciales de los niños entre los tres y los once años de edad.[151]!2 Su rutina de trabajo la describe Piaget en sus memorias:

…Después de pasar una mañana con la gente, todas las tardes comienzo un paseo durante el cual reúno mis ideas con toda tranquilidad, las ordeno, luego vuelvo a mi mesa de trabajo en mi casa de campo. No bien llegan las vacaciones, me refugio en las montañas de las regiones silvestres de Valais y escribo durante semanas utilizando mesas improvisadas después de un agradable paseo. Esta disociación entre mi yo en tanto que ser social y en tanto que hombre de naturaleza (en quien la excitación dionisiaca se termina en actividad intelectual) es la que me ha permitido superar un fondo permanente de ansiedad y transformarlo en necesidad de trabajo.[152]

El otro gran proyecto vital de Piaget, escribir un tratado sobre la epistemología genética, fue iniciado en 1949.[153] Su gran propósito, una vez realizada su tarea de investigador, era el de abordar una obra en la cual sintetizara lo más significativo del pensamiento científico. Esta tarea le ocupó un mayor espacio de tiempo de lo que originalmente había pensado. Después de redactar quince obras acerca del desarrollo del niño, Piaget aborda la empresa de escribir su tratado de Epistemología genética. La realización de esta obra daría un nuevo giro a sus últimas investigaciones acerca de la psicología del desarrollo del niño.

Los motivos y dificultades con que se encontró el autor al preparar esta obra, los comunica abiertamente en el prefacio:

…En la época en que estudiábamos zoología, un doble interés hacia los problemas de variación y adaptación y hacia las cuestiones lógicas y epistemológicas nos hizo soñar con la posibilidad de construir una epistemología biológica fundada exclusivamente en la idea del desarrollo. En aquella época se imponía recurrir a la psicología concreta y, ante todo, a esa embriología de la razón que es el estudio de la inteligencia en el niño. Nos iniciamos entonces con algunas investigaciones previas acerca de la lógica del niño, a las cuales teníamos pensado consagrar a lo sumo cinco años. Estos trabajos preliminares nos ocuparon durante treinta años y aún no están terminados.[154]

Esta última obra es la de un investigador que abordó la psicología infantil como el paso necesario para la construcción de una epistemología, cuyo objetivo general es el estudio de los mecanismos de la construcción del conocimiento.

En 1952, Piaget regresa nuevamente a la Sorbona e imparte cursos de psicología genética, alterna esta cátedra con sus actividades en el Centro Internacional de Epistemología Genética de Ginebra hasta el año de 1963. Esta institución fue fundada por Piaget en 1956 con la ayuda de la Fundación Rockefeller, y ocho años después recibe el apoyo del Fondo Nacional Suizo de Investigación Científica. En esta institución, a tono con el enfoque genético, participan investigadores de muy diversos campos (lógicos, matemáticos, físicos, biólogos, psicólogos y lingüistas), uniendo constantemente el examen teórico al análisis experimental. De 1954 a 1957, Piaget asume la presidencia de la Unión Internacional de Psicología Científica después de Pieron, y escribe su obra Biología y conocimiento,[155] en la cual explica la correspondencia existente entre las estructuras cognitivas y las estructuras orgánicas.

Entre 1958 y 1960 recibe el doctorado Honoris Causa de las universidades de Varsovia, Manchester, Oslo y Cambridge. En 1961 publica, junto con el matemático E. W. Bety, un volumen de Epistemología genética. Después de preparar Biología y Conocimiento; en 1967 continúa sus investigaciones y publica artículos diversos, en 1974 da a conocer dos obras más de importancia; Recherches sur la contradiction[156]y Apprentissage et structures de la connaissance.[157] En el año de 1975 Piaget publica L'equilibration des structurés cognitives[158]considerada su obra cúspide que, escrita en un lenguaje común a la psicología y a la epistemología, ofrece la síntesis de los últimos avances de su pensamiento y, a la vez, plantea el problema de los mecanismos psicológicos del progreso de la razón humana, en una perspectiva realmente interdisciplinaria. Cuando el científico llega a su 80 aniversario, sus colaboradores, tanto antiguos como recientes, organizaron una discusión pública de sus tesis, en particular de los pensamientos expresados por él en esta última obra con invitados provenientes de todo el mundo, en el Centro Internacional de Epistemología Genética. El Problema del equilibrio fue una preocupación constante de Piaget a partir de 1918. Curiosamente, en una reunión en que todos los invitados estaban al tanto de sus teorías, Piaget los sorprendió revelándose como "el menos ortodoxo de los piagetianos"[159] Después de haber realizado toda una obra relativa a la psicología infantil y otra de igual magnitud en el campo de la epistemología o teoría del conocimiento, Piaget apunta que las investigaciones futuras de diversos campos, en particular el de la psicología, se caracterizan por el desplazamiento de un polo funcional hacia un polo estructural, lo que a su juicio permite iluminar la realidad psicológica, conciliar aspectos aparentemente opuestos y unir, con mayor fuerza, las estructuras a su génesis y viceversa.[160] En esta reunión, Piaget añade a manera de conclusión la idea de que las estructuras a lo largo de su desarrollo obedecen a un orden de sucesión necesario pero no predeterminado, es decir, necesario pero no innato.

Texto 20: PRINCIPIOS GENERALES[161]

(Principios generales de la obra piagetiana)

Enrique garcía González

IDENTIDAD y CAUSALIDAD

Una observación que se puede considerar como una norma y que encontramos en cualquier texto sobre psicología infantil, es la de que el niño, ante la presencia de problemas nuevos, intenta, antes que nada, utilizar los esquemas adquiridos, ya sea aplicándolos de manera aislada a las circunstancias, o bien coordinándolos unos con otros de una manera compleja. Para que esto sea posible, el niño tiene que realizar una serie de acciones sobre los objetos que lo rodean, acciones que tienen que ejecutarse de acuerdo con ciertos principios. Uno de estos principios es que las acciones deben ser efectivas, es decir, coordinadas unas con otras con base en un propósito o fin específico.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16
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