Desarrollo del té como producto turístico en China – Cultura, turismo y gastronomía
- Cultura y turismo
- Turismo cultural. Bases conceptuales
- Relación cultura y gastronomía. Turismo gastronómico
- Relación cultura, turismo y la tradición del té en China
- Bibliografía
Gran parte de los viajes que se han realizado a lo largo de la historia y que hoy en día se pueden vincular a los inicios del turismo, se relacionan con la cultura como elemento de identidad de las naciones o localidades que se visitan, de ahí la relación cultura-turismo y la importancia del turismo cultual. Modalidad que en los últimos tiempos ha cobrado mayor relevancia y en la cual se incluye la gastronomía como producto turístico y elemento motivacional de viaje.
Lo anterior, unido a que el té es oriundo de la ciudad de Huzhou, provincia Zhejiang y constituye para China un producto gastronómico de gran importancia cultural, social, económica y turística, motivó la realización de la presente monografía.
Cultura y turismo
La cultura fue conceptualizada como la suma de la creación humana; la espina dorsal que sostiene y da sentido a la producción material y al conocimiento o sea, a los procesos que garantizan la reproducción social del hombre. Está articulada a espacios concretos de realización de individuos, grupos o sociedades (Ayala, 2007).
Romero (2005) señala que la cultura está conformada tanto por lo material como por lo espiritual. Según esta visión, toda manifestación humana es un producto cultural; por lo tanto, la economía como el desarrollo material y las creencias que sobre ésta se construyen y se transforman, integran la cultura. No es posible, entonces, separar la cultura de las actividades económicas, y menos aún pensar el desarrollo fuera de la cultura, ya que constituiría un contrasentido.
La cultura constituye el eje central de la antropología. En sus orígenes la preocupación eran los aspectos sociales relacionados con el comportamiento del ser humano, en la actualidad esto sigue siendo objeto de estudio, pero se han venido sucediendo diferentes paradigmas que han supuesto cambios en la forma de entender la cultura y en los procedimientos utilizados para su estudio. No se trata de realizar un recorrido histórico por los avatares de la disciplina, aunque por supuesto, se reconoce la importancia de conocer este proceso para situar lo cultural en lo dinámico de las sociedades actuales (Martín, 2006).
Sobre el concepto de turismo, su alcance y características, muchos han sido los autores que han aportado sus consideraciones. La Organización Mundial del Turismo (OMT), principal organismo rector de esta actividad a nivel internacional, considera al turismo como las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos al de su entorno habitual, por un período de tiempo consecutivo inferior a un año con fines de ocio, negocios u otros motivos.
Se considera el Turismo como un fenómeno social, cultural y económico, el cual conlleva el movimiento de personas hacia países o lugares fuera de su ambiente usual por propósitos personales o profesionales (OMT, 2014).
El turismo, por su propia naturaleza, ha llegado a ser un complejo fenómeno de dimensiones políticas, económicas, sociales, ecológicas y culturales. Es cada vez más importante para la conservación de la naturaleza y la cultura y ha llegado a ser un importante factor de desarrollo, pero solo cuando se gestiona adecuadamente. De lo descrito anteriores se pueden deducir tres factores invariables al abordar el fenómeno turístico (Martín, 2006).
1. En primer lugar el factor especial, puesto que la actividad turística exige un desplazamiento de personas desde sus zonas de residencia habitual hacia los destinos donde se materializarán la mayoría de las actividades turísticas.
2. En segundo lugar el factor temporal, puesto que no se considera turismo el desplazamiento permanente de personas hacia otros lugares diferentes a su residencia habitual, es decir, aquellos desplazamientos que se extiendan por períodos superiores a un año.
3. Por último existe un componente motivacional, las personas en sus viajes persiguen diversos objetivos que son los protagonistas a la hora de tomar la decisión de viaje, lo cual, junto a la existencia de tiempo libre o disponible para viajar y de ingresos personales u otras fuentes financieras que respalden los gastos propios del viaje, conforman las tres condiciones esenciales mínimas que propician la materialización del viaje turístico.
El mismo autor plantea que si bien los tres elementos son indispensables para la realización de los viajes, la motivación o necesidad es la que posee mayor peso, puesto que es la que dota de contenido y por lo tanto de justificación a los viajes turísticos.
Las motivaciones de viaje pueden ser diversas: ocio, recreación, negocios, intercambio profesional, salud y religión, entre otras y agrega que en cualquiera de los casos, el conocimiento de las costumbres y realidades del país visitado es un objetivo del viajero, incluyéndose el deseo de percibir las diferentes manifestaciones artísticas, la gastronomía y los saberes ancestrales.
Lo anterior confirma que las personas que se desplazan desde sus lugares de origen hasta los destinos elegidos para pasar sus vacaciones, siempre tienen la ilusión de conocer y disfrutar de culturas diferentes a la propia y estar en contacto con la vida diaria de las personas que habitan en los lugares de llegada, en diferentes contextos, conscientes de que su diferencia cultural es un atractivo turístico. Se puede deducir entonces que el elemento cultural siempre ha estado presente en cualquier tipo de viaje, bien como motivación principal o complementaria.
Gran parte de los viajes que se han realizado a lo largo de la historia y que hoy día se pueden vincular a los inicios del turismo, estaban motivados por la visita a lugares en los que podían encontrarse manifestaciones de interés artístico o histórico o cultural, para conocer "culturas exóticas"
Es indiscutible por tanto que el turismo, como actividad esencialmente humana, no puede desarrollarse, en ninguna de sus manifestaciones, al margen de la cultura de los países, tanto emisores como receptores de turistas, pudiéndose afirmar, que este siempre ha tenido un aspecto cultural y que ofrece una experiencia personal no sólo acerca de lo que persiste del pasado, sino de la vida actual y de otras sociedades.
La cultura constituye uno de los incentivos más apreciados del turismo, definiéndose dentro del elevado número de actividades que los turistas desean realizar y realizan en los destinos para satisfacer sus necesidades de viaje, y como modalidad el turismo cultural, el cual representa una vía de desarrollo para muchas regiones y puede considerarse como una de las más antigua.
Los primeros turistas culturales debieron ser filósofos de la antigüedad, ellos realizaron infinidad de viajes destinados sobre todo, a adquirir conocimientos acerca de culturas y lugares ajenos a ellos. De hecho, producto de estos viajes de conocimiento surgieron los "guías turísticos" entre los nativos de los sitios que reportaban alguna clase de interés para los foráneos (Almanza, 2009).
Turismo cultural. Bases conceptuales
El Turismo cultural es definido por el Concejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile (CNCA) como aquel que incorpora los aspectos culturales, sociales y económicos en su oferta y demanda de bienes y servicios. Busca rentabilizar económica y socialmente el lugar donde se desarrolla y se centra en que las personas viajan con la intensión de desarrollar actividades turísticas que les permitan comprender culturas distintas. Es decir, conocer los estilos de vida, tradiciones, historia, arquitectura y monumentos del lugar visitado (CNCA, s/a).
Por su parte la OMT (2014) ha publicado dos conceptos sobre el Turismo Cultural que poseen alcances diferentes. El primero con un alcance más restringido, plantea que el Turismo Cultural se define como "el movimiento de personas debido esencialmente a motivos culturales, como viajes de estudio, viajes a festivales u otros eventos artísticos, visitas a sitios o monumentos, viajes para estudiar la naturaleza, el arte, el folklore, y las peregrinaciones". El segundo concepto, de miras más generales, engloba a "todos los movimientos de personas para satisfacer la humana necesidad de diversidad, orientados a elevar el nivel cultural del individuo, facilitando nuevos conocimientos, experiencias y encuentros".
Sin embargo se considera más abarcador el concepto planteado por el Centro de Estudios Superiores en Turismo de México (CESTUR, 2006), cuando señala que el Turismo Cultural comprende a aquellos viajes turísticos motivados por conocer, comprender y disfrutar el conjunto de rasgos y elementos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social de un destino específico.
El turismo cultural se fundamenta en la utilización y conversión de bienes patrimoniales (naturales o culturales) y de producciones culturales en recursos de atracción turística. Como producto turístico debe existir un paquete de servicios que satisfaga a los clientes y les permita adquirir conocimientos de las distintas culturas existentes entre su lugar de origen y el destino que visita (Ayala, 2007).
Sin lugar a dudas, cada día los turistas devienen en seres más preparados, que buscan nuevas experiencias para enriquecer su acervo cultural, de ahí que el turismo cultural se consolide como un nuevo factor de desarrollo para muchos destinos emergentes o para los que tienen el estigma de ser catalogados exclusivamente como destinos de "sol y playa".
El turismo cultural como producto turístico, no es más que el conjunto de atributos físicos y psicológicos que el consumidor considera que tiene un determinado bien o servicio para satisfacer sus deseos o necesidades, entendiéndose como servicio al paquete de componentes tangibles e intangibles, percibido por los visitantes como una experiencia y disponibles a cambio de un precio. En cuanto a la oferta, hay que considerar los recursos, la infraestructura, el equipamiento y la gestión de los servicios ofertados, y desde el punto de vista de la demanda, las actividades que se programen, los servicios recibidos, y las vivencias experimentadas.
Ayala (2007) resalta que entre los factores que impulsan el turismo cuyo componente dominante es la cultura se encuentran los siguientes:
El desarrollo de la movilidad recreativa y de los viajes de corta duración vinculados al fraccionamiento de las vacaciones (que si bien disminuyen en duración aumentan en su frecuencia anual).
La atracción que generan los recursos culturales y patrimoniales, tanto como componente principal como secundario en los desplazamientos vacacionales. La revitalización del paisaje urbano, de su imagen y atractivos.
La continua segmentación de las motivaciones de los visitantes que trae consigo la aparición de nuevos productos y destinos.
Los turistas culturales disfrutan al mismo tiempo que satisfacen su curiosidad o afán de conocimiento y se divide en cuatro grupos, teniendo en cuenta la importancia que le dan a la cultura a la hora de programar su viaje así como la experiencia cultural vivida durante el mismo, estos son (Álvarez, 1995) :
Turista cultural: Es aquel cuyo principal motivo de viaje es la cultura y que, una vez en el destino, vive la experiencia cultural de manera intensa. Recopila información sobre el destino antes de desplazarse, no se limita a la oferta cultural más evidente. Busca que su viaje le proporcione la ampliación de sus conocimientos más generales y descubrir nuevos horizontes. Son turistas exigentes y críticos que esperan encontrar en el destino información accesible y profesional.
Turista cultural superficial: Para ellos la cultura es un punto importante a la hora de planificar el viaje pero, una vez en el destino, se contentan con la información primaria. Buscan una información ligera del destino que les permita conocer fácilmente la importancia histórica o artística del lugar.
Turista cultural fortuito: Ellos, aunque no han contemplado a la cultura entre los factores para decidir el viaje, una vez en el destino viven la experiencia cultural de manera intensa. Son viajeros que se sorprenden por las atracciones culturales del destino y terminan mostrando un gran interés en ampliar sus conocimientos.
Turista reacio a la cultura: Son viajeros que no cuentan la cultura como factor de decisión a la hora de planear un viaje y, pese a que participan en actividades culturales, la experiencia vivida es superficial. A menudo están más interesados en las ofertas complementarias de las atracciones culturales que en el producto en sí.
Este autor declara que las motivaciones principales del turista cultural es conocer el patrimonio material e inmaterial de los espacios visitados, y agrega que en ocasiones la demanda está muy relacionada con las agencias de viajes y cabe distinguir dos tipos fundamentales:
Viajes individuales: turismo joven, de cierto nivel cultural, muy interesado en algo determinado. Generalmente no utiliza agencias de viajes excepto para el boleto.
Viajes colectivos: lo más importante en estos casos es ver ?cosas nuevas y conocer lugares.
Si se analiza el turismo cultural como una actividad enmarcada dentro de los principios del desarrollo sustentable, entendiendo que este se refiere a todas las medidas tendientes al desarrollo que son beneficiosas para el ambiente, se encuentra que se le adjudican más aspectos positivos que negativos. No obstante, el no cumplimiento de esos principios, generan consecuencias. Hernández (2009) planteó que algunos de estos impactos son:
Impactos positivos del turismo cultural.
Revitaliza el interés de los habitantes por su cultura, expresada a través de sus costumbres, artesanías, folklore, fiestas, gastronomía, tradiciones, así como en la protección del patrimonio arquitectónico y artístico.
Otorga un valor añadido o de diferenciación en los destinos turísticos ya desarrollados o maduros.
Contribuye a atenuar o romper la estacionalidad en destinos cuya oferta principal se basa en productos de marcada estacionalidad.
Ofrece posibilidades para el desarrollo de pequeñas localidades o comunidades rurales que, ante el emerger de las nuevas demandas turísticas, encuentran en el turismo cultural una oportunidad de desarrollo y diversificación de sus economías.
Fortalece el desarrollo de políticas y programas conjuntos entre el sector turístico y cultural.
Genera recursos para mantener, proteger y mejorar los sitios de patrimonio.
Promueve la comprensión y entendimiento entre los pueblos, a partir de un conocimiento más profundo de la comunidad anfitriona por parte de los visitantes, y viceversa.
Brinda el marco ideal para la promoción de productos y artesanías locales.
Recupera la herencia de los antepasados y se lo integra a proyectos de desarrollo local a través del turismo.
Impactos negativos del turismo cultural
Provoca un proceso de "desculturalización" del destino, o de acuerdo a Monreal, (2002) de "autenticidad escenificada" (artesanías reproducidas en serie sin empleo de técnicas y materiales originales; celebraciones locales que constituyen sólo una "puesta en escena" para los turistas).
Genera un sentimiento de rechazo por parte de las comunidades visitadas cuando no se respetan los sitios sagrados o las costumbres del lugar, o bien, genera inhibición cuando la comunidad siente invadido su espacio vital.
Impulsa la mercantilización extrema de las tradiciones locales, despojándolas de su verdadero significado, convirtiendo la cultura local en un mero objeto de consumo.
Propicia, en ciertos destinos, un mercado negro de antigüedades o bienes del patrimonio artístico.
Origina un sentimiento de decepción o frustración por parte de los turistas cuando no se responde a sus expectativas "estereotipadas", es decir cuando lo que esperan no se corresponde con la realidad (provocado esto por una falta de comunicación y difusión responsable por parte de los planificadores o Turoperadores), o de acuerdo a Monreal, (2002) provocado por la promoción de "imágenes culturales idealizadas", consecuencia de la manipulación en pos de objetivos meramente comerciales.
Provoca "aculturación" en la población receptora, al adoptar ésta, normas y patrones culturales a través del contacto con los turistas.
Relación cultura y gastronomía. Turismo gastronómico
La Gastronomía es considerada por la UNESCO como parte del Patrimonio Cultural Intangible de cada uno de los grupos sociales que la desarrollan. Entre las categorías que componen dicho patrimonio se encuentran las cocinas tradicionales, los saberes culinarios y las prácticas domésticas vinculadas a la preparación y consumo de los alimentos.
Lo anterior deja claro que el patrimonio gastronómico forma parte de la historia cultural, social, ambiental y económica de los pueblos y de sus habitantes y por ello refleja un determinado estilo de vida de las diferentes zonas geográficas, reforzando la tradición en las áreas rurales y la modernidad en las urbanas, ya que es algo arraigado en su propia cultura y tradición.
Se puede constatar que la gastronomía es, desde hace tiempo un referente más con personalidad propia dentro del panorama cultural de una comarca, una región o un país, siendo el turismo gastronómico una realidad que aporta riqueza y valor añadido a aquellas regiones que han sabido valorar su patrimonio culinario.
El turismo gastronómico se define por Montecinos (2014) como el flujo de personas que durante sus viajes y estancias realizan actividades fundamentadas en el patrimonio cultural gastronómico material e inmaterial en lugares diferentes a los de su entorno habitual, por un periodo de tiempo consecutivo inferior a un año, con el principal fin de consumir y disfrutar productos, servicios y experiencias gastronómicas de manera prioritaria y complementaria.
El turismo gastronómico, se está convirtiendo en una nueva tendencia para los turistas, que comienzan a dar un valor relevante a la gastronomía, pero también al turismo cultural, las fiestas, el patrimonio y en definitiva a un tipo de turismo más activo y participativo. Favorece a que el turista consuma productos tradicionales de la región en sus comidas y bebidas, pero no solamente eso; también intenta que el turista participe de la cultura y tradición local a través de la gastronomía, añadiendo un valor añadido al producto o servicio final (Delgado, 2012).
El carácter activo que asume el turista ante la mayoría de las actividades incluidas en esta modalidad es uno de los factores que están propiciando su éxito y propagación en el panorama turístico actual, puesto que el turista siguiendo el enfoque tradicional, se convierte en muchas ocasiones en un simple observador de la realidad que contempla, bien sea una obra de arte, un edificio o un paisaje.
En respuesta a esta marcada tendencia a la preponderancia del aspecto visual en los productos turísticos culturales, los turistas están empezando a demandar viajes donde también puedan involucrar más profundamente a otros sentidos, y así se busca la necesidad de apreciar la atmósfera del lugar, de disfrutar de la comida local, de conocer las costumbres o de participar en un determinado evento.
Lo antes expuesto permite entender que el turismo gastronómico se extiende hasta otras actividades que no tienen por qué implicar sólo el consumo de alimentos o bebidas, puede acudir a un mercado de productos ecológicos locales, visitar una fábrica de quesos, o asistir a un museo del vino. Estas otras formas de practicar turismo gastronómico son consideradas también como turismo cultural.
Este enfoque de combinación de gastronomía y cultura se ve en la reflexión de Schlüter (2006): " ..una sociedad trasmite a través de la gastronomía sus particulares características culturales manifestando así su identidad. La dimensión social y cultural determinó que se le haya incorporado al patrimonio cultural. El uso que hace el turismo del patrimonio hizo que la gastronomía haya adquirido cada vez mayor importancia para promover un destino y captar corrientes turísticas con rutas gastronómicas que han desarrollado nichos de turismo especializado."
Relación cultura, turismo y la tradición del té en China
El té en sus múltiples presentaciones es la segunda bebida más popular del mundo después del agua. La costumbre de servir hojas de la planta del té (Camellia Sinensis) para conferir un buen sabor al agua hervida se utilizó por primera vez en China hacia el año 2500 a. C. Y desde ese momento, se ha expandido a casi todas las regiones del mundo con una gran aceptación de los consumidores.
Según la leyenda popular China, el descubrimiento de esta infusión fue una maravillosa coincidencia. Este se atribuye al erudito emperador chino Shen Nong, quien durante su mandato ordenó como obligatorio hervir toda el agua destinada para el consumo humano. Un día, mientras descansaba a la sombra de un árbol de té silvestre, una ligera brisa de verano agitó las ramas del árbol, desprendiendo varias hojas de él. Por buena fortuna, las hojas cayeron en el agua que estaba hirviendo. La infusión adquirió entonces un aroma agradable, que despertó la curiosidad del monarca por probar tal mezcla. La bebida, deliciosamente refrescante y reconstituyente, cautivó instantáneamente al monarca. Fue así como se descubrió el té (www.cateringtea.com).
El término español "té" no se deriva del chino mandarín estándar ¨c´a¨, sino del dialecto chino amoy t´e (pronunciado "tai"). Esto fue resultado de los primeros contactos entre los comerciantes holandeses y los barcos chinos del puerto de Amoy, en la provincia Fujian de China.
El término evolucionó a thee en holandés, puesto que fueron los holandeses los principales responsables de la introducción del té en Europa. El nuevo producto también se denominó tee en alemán, té en español, te en danés, noruego, sueco y malayo, tea en íngles, etc.
El término mandarín c´a derivó a cha en cantonés y paso como Cha al portugués (en el período de comercio en Macao, donde se habla cantonés), al persa, al japonesa y al hindi, y evolucionó a shai en árabe, ja en tibetano, Chay en turco y chai en ruso. Del portugués se tomó una forma castellana cha empleada en el siglo 17 y en la ¨Nueva España¨.
En el tiempo de la dinastía Han oeste, al lugar donde se producía el té se le nombró "Té Ling". Y años más tardes se popularizó en la dinastía Tang y Song.
En un principio, el té fue consumido como un tónico medicinal, sin embargo su fama comenzó a crecer, hasta convertirse en una bebida mística que desarrolló nuevas tradiciones y rituales para su consumo.
El té es la bebida nacional China, escapa de ser una mera bebida para convertirse en algo totalmente importante a nivel social. Sirve para pedir perdón, para agasajar a la familia, para unir a la gente, sirviendo de nexo para comunicarse con otras personas. La costumbre de consumir té se ha convertido en parte de una sofisticada vida espiritual, por lo tanto es importantísimo y como tal, se realiza toda una ceremonia a la hora de prepararlo y servirlo.
Hoy en día, el té es un elemento necesario de la vida del humano en China, al punto que en el argot popular existe una frase que dice que la vida diariamente tiene siete elementos necesarios, estos son: leña, arroz, aceite, sal, salsa, vinagre y té, y para las personas que tienen un mayor nivel educacional son: instrumentos, ajedrez (china), caligrafía, vino, té. Lo anterior da fe del vínculo que existe entre el té y la cultura, siendo este un portador de arte y tradición en China, al igual que las poesías, coplas, danzas de alzar la hoja de té, etc.
La cultura del té se comprende por la mayoría de las personas como un conjunto de riquezas materiales y emocionales, en las primeras se incluyen las técnicas científicas, experiencias prácticas, las formas de consumo, las instalaciones de huerto del té, las construcciones políticas, y las segundas se producen en la memoria del humano, como los conocimientos, costumbres, el arte cultural, los principios y religiones etc.
Dicha cultura se vincula con los sentimientos de las religiones del Dao y del Buda. La religión del Dao estima que el té por sus propiedades curativas se considera una medicina tradicional, este puede limpiar el cuerpo, aliviar los dolores óseos y mejorar las funciones del organismo para tener una vida más larga. Plantea además que vincula a las personas con la naturaleza, mejorando sus sentimientos. La región de Buda dice: El té es necesario para la vida, el té puede limpiar el corazón de las personas, el humano puede vivir tranquilo y dejar de pasar inútilmente por la vida, eso corresponde a la idea de que reduce los sufrimientos.
La cultura del té tiene una parte importante, que es la ceremonia, la cual posee un especial significado en diversas culturas asiáticas, como es la costumbre de las tardes de té, la cual se occidentalizó de forma lujosa y formal en lo que se suele llamarse "ceremonia del té de las cincos en punto", popularizado por las altas familias británicas. Se dice de la manera de degustar y comparar los cambios en el sabor y aroma de cada taza, lo cual no implica que cada persona realice el ritual de la misma manera; no hay reglas escritas ni relación alguna con la religión, como en las ceremonias japonesas (www. cateringtea.com).
Wang (2014) considera que la cultura del té es una modalidad turística sostenible, que se desarrolla en un entorno ecológico, que incluye la hoja del té, su producción y los recursos naturales, elementos que en su conjunto se utilizan para planificar un producto turístico nuevo con un enfoque formativo y creativo, festivo, lúdico y comercial. Se plantea lo anterior por las condiciones del entorno con base de la producción del té, el paisaje natural, histórico cultural, la transportación de la hoja de té, y las varias actividades que se realizan por costumbre y tradición.
En china, hay muchas ciudades donde se produce el té, siendo una de las más famosas, la ciudad Huzhou conocida como "la ciudad del té", por ser el lugar de origen de la cultura del té en la dinastía Tang, existir una institución especializada para producir el té para el emperador.
La ciudad de Huzhou se encuentra situada en el norte de la provincia de Zhejiang en China y el sur del Lago Taihu, presenta cuatro estaciones bien definidas, sus tierras son fértiles y su clima es cálido, con abundante lluvia, especialmente adecuado para el cultivo del té. Sus pobladores tienen hábitos de consumo hace miles de años, especialmente desde las dinastías de Jin y Tang, lo que ha sentado una base sólida para el desarrollo de la cultura del té.
En relación a lo anterior Wang, (2014) planteó que la cultura del té en la ciudad de Huzhou está fundamentada en el proceso de desarrollo, la producción y utilización de esta infusión por sus moradores, los cuales lo emplean como una forma de presentar sus ideas, sus religiones y la variedad de emociones que experimentan. En esta ciudad se utiliza el té como una infusión aromática de presentación cuando se da atención a sus visitantes, como una forma de mostrar respeto hacia los clientes, siendo esto una costumbre y etiqueta básica de dicha localidad.
Lo anterior pone de manifiesto que con independencia del precio que tenga una taza de té, esto no es significativo para los visitantes de la ciudad de Huzhou, por cuanto la cultura del té es una riqueza con valor alto.
Se aprecia cada vez una nueva forma de entender la cultura mediante su gastronomía, razón por la cual es necesario que el té como producto turístico sea centro de atención de los turistas que visitan la ciudad de Huzhou, provincia de Zhejiang, como vía para desarrollar el turismo cultural-gastronómico, sobre todo si se tiene en cuenta lo planteado por Oliveira (2011) al exponer que los turistas gastronómicos son personas que buscan adentrarse en el fenómeno cultural que representa el patrimonio gastronómico de cierta localidad; siendo este, el principal atractivo o recurso primario del destino visitado.
La cultura del té en China y en la ciudad de referencia permite a partir de lo descrito por los autores citados con anterioridad, no sólo que los turistas puedan tomar tan mágica infusión, sino da la posibilidad de conocer los rituales y hábitos asociados a su consumo, visitar museos sobre esta temática, aprender las diferentes formas de prepararlo y servirlo, visitar sus plantaciones, aspectos estos que forman parte de la experiencia que desea obtener quien viaja debido a una motivación gastronómica cultural.
La ciudad es un productor de té emergente con una larga historia, y gran fama en varias dinastías, en esta se producen una gran variedad de este producto, dentro de estos los de mayor fama en el país son:
1. Té Wenshan Yu Chuan: Se produce en una localidad pequeña situada al norte de la ciudad de Huzhou, ubicada en una zona montañosa formada por varias elevaciones Este té, desde la dinastía Jin hasta las dinastías de Norte y Sur, era el que se le ofrecía al emperador y a los funcionarios de más alto nivel del país. Se prefiere por el color verde de su hoja, forma delicada y linda, el olor grato que se describe al degustarlo, y su combinación de sabor, inicialmente amargo y finalmente dulce, y la coloración brillante del agua. En resumen es un té de excelente calidad y estilo único". Este ha adquirido premios en reiteradas competencias de los tés famosos de la provincia ZHEJIANG. En la actualidad se ha aumentando su producción, manteniendo su calidad y reputación.
2. Té Huzhou Zisun: Producido en Guzhu montaña de Changxing. Su hoja es gruesa, seca tiene color verde, se identifica por tener la punta ligeramente púrpura con forma parecida a la del bambú. Se destaca por su excelente calidad, olor rico, sabor fresco, delicioso y fuerte, siendo el favorito de la familia real feudal, la cual lo utilizaba como infusión en todas las celebraciones. Es un té que tiene una larga historia, utilizándose como tributo hasta en siete dinastías por casi novecientos años. Ahora se cultiva principalmente en Guzhu de Changxing, ZhouWu Jie, Nanshan, Zhang Ling y otros lugares.
3. Té Luo Jie: Se produce en el campo Baixian de Changxing, en la dinastía Ming se popularizó mucho, existiendo varios autores que escribían sobre este, básicamente sobre sus propiedades y descripción. Dentro de sus características se encuentra que a principio del verano tienen que recolectarse las hojas gruesas. Posee un sabor dulce y aroma peculiar y cinco niveles de calidad..
4. Té Blanco de Huzhou: En la época antigua también se llamaba el té de la hoja blanca. La hoja es muy fina como papel y de color como esmeralda. Los profesionales del té han dado mucha atención a este tipo de té, considerándolo exótico. En los años 80s se creó una nueva variedad al que se le denominó Yufeng té.
5. El té chino de innovación – Blanco Anji: Se produce en zonas montañosas, que tienen una altitud aproximada de 400 m sobre el nivel del mar, zonas donde la lluvia es suficiente, el viento rico y la tierra fértil. La hoja es gruesa y suave, de color verde y forma recta ligeramente plana. Las preparaciones realizadas con este té tienen un olor aromático y persistente. En 1981 en la localidad de Anji y como resultado de investigaciones realizadas, se obtuvo una nueva variedad de este tipo de té, la cual ganó premio en la Tercera Competición Nacional del Té, celebrada en 1989.
6. El té amarillo – Mogán Huangya: Se produce en la montaña Mogán, de hermoso paisaje y verano tranquilo, de ahí su nombre. En 1982 ganó la certificación de calidad del té de la provincia. Los métodos de elaboración y las características son diferentes a la de otros tipos de té verde.
7. El té de La nueva generación – Dragón de la nieve: Se produce su hoja a partir del árbol de Luoshe, que es un tipo de planta local del té de nueva generación. En el año 1991, se conoció en el Festival Internacional de la Cultura del Té de Hangzhou, ganó medallas y certificados, siendo en la actualidad el único premio internacional de la ciudad de Huzhou.
8. El té dos hermanos – Yuyuan Biyu, Yuyuan Quyu: Se produjo en la primavera de 1987, en la localidad de Anji que tiene un recinto estatal para la plantación del té. Yuyuan Quyu tiene un aspecto rizo, y Yuyuan Biyu es de modalidad plana, ambos tienen olor a castaña.
El té y su cultura en Huzhou, es un recurso turístico que puede promover el desarrollo del turismo cultural en dicha ciudad y aprovecharse como elemento motivacional de viaje y fuente generadora de ingresos importantes. Aspecto este que se fundamenta en lo descrito anteriormente en cuanto al origen de dicha infusión y atendiendo a lo que se describen a continuación:
Ubicación
Su ubicación es favorable. Huzhou está situada en el centro del círculo turístico de las ciudades de Delta del Río Yangtsé, a una distancia de 200 km de la ciudad Shanghai, Nanjing, Hangzhou, Suzhou, Wuxi y otras ciudades, todas de gran afluencia de turistas.
Su ubicación es privilegiada por cuanto se encuentra en la transición del país a una ruta turística muy popular de la zona circundante. La ciudad es de fácil acceso. La transportación desde el año 2007, es moderna y se garantiza cada una hora un circuito a la ciudad de Shanghai, Hangzhou, Suzhou, Wuxi y Xuancheng transporte.
Los recursos naturales en la ciudad son abundantes, el espacio está bien distribuido y aunque su desarrollo actual no es alto comparado con el de otras ciudades, tiene una potencialidad grande, por ser una ciudad ecológica atractiva, y poseer sus campos un estilo antiguo muy peculiar, unido a lo agradable de su clima y situación ambiental, esto último por sus paisajes, jardines, montañas, el Lago Taihu y sus plantaciones de té, marcas representativas de la ciudad.
Cultura
Huzhou, es una ciudad antigua que data de dos mil años atrás. Cuenta con una tradición artística milenaria en el campo de la pintura y el diseño de prendas de vestir, pero desde el punto de vista cultural, lo más sobresaliente es su historia vinculada a la cultura del té.
Desarrollo industrial
En los últimos años, la capacidad integral de la ciudad y su desarrollo económico industrial ha mejorado significativamente. Se ha logrado un avance importante en varias actividades, sobre la base de salvaguardar desde el punto de vista medio ambiental y sostenible la ciudad.
Ha habido un crecimiento de la economía regional, por el desarrollo avanzado del turismo, para lo cual se han tomado como referencia las buenas prácticas y experiencia de las zonas turísticas del entorno, aprovechando eficazmente las fortalezas de la ciudad Huzhou y minimizando sus debilidades.
Lo expuesto confirma las potencialidades de la ciudad de Huzhou, como un centro de turismo importante, donde puede desarrollarse el té como producto turístico. No obstante existen impactos negativos debido a las amenazas del entorno, dado por la competencia de las ciudades turísticas que le rodean, dentro de las cuales se encuentran fundamentalmente: Hangzhou y Suzhou situadas a 70 km de distancia y Shanghai a 120 km.
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Autoras:
MSc. Chaoyan He
Dra. C. Julia María Espinosa Manfugás
Facultad de Turismo
Universidad de La Habana, Cuba