Australia del Espìritu Santo. Un nombre español para un paìs inglès
- Introducción
- Australia antes de la llegada de los europeos
- Los primeros exploradores
- La existencia teórica de una tierra en el sur del planeta
- En búsqueda de la Tierra del Sur
- El encuentro con la Tierra del Sur y el inicio de las controversia
- Pedro Fernández de Quirós y el nombre de Australia
- La posición española
- ¿Conspiración del silencio?
- La adopción definitiva del nombre de Australia
- Bibliografía
Monografía sobre el origen histórico de
Australia, sus nombres, descubridores
y el contencioso entre España y el Reino Unido por la disputa de su soberanía.
Monografía: se usa el término monografía,
en un sentido amplio, para denominar los textos de trama argumentativa y función
informativa que organizan, en forma analítica y crítica, datos
sobre un tema recogidos en diferentes fuentes. Para realizar una monografía
se requiere determinar un problema, descubrir y reunir información adecuada,
clasificar los materiales, establecer contactos con personalidades e instituciones,
acceder a la información y ejercitar el espíritu crítico
y comunicar los resultados por escrito y/o expresarse oralmente frente un auditorio
sobre la materia. Llamamos también monografía, a un trabajo de
investigación científica con tema restringido y extensión
variable. Si ha de ser destinada a un público muy especializado y competente
en la materia, la misma suele llamarse disertación o artículo
técnico. El término científico supone el desarrollo de
un proceso lógico de conocimiento de la verdad sobre algo. En la monografía
el redactor presenta los resultados de forma organizada y sistemática.
Para sustentar la descripción y posición asumida se requiere evidencia
bibliográfica de trabajos profesionales y de estudios de investigación.
Referencias:
La página del idioma español: http://www.elcastellano.org.
Diccionario de la lengua española, Vigésima segunda edición,
También consultar en google.com: monografía.
El 14 de mayo de 2006 se conmemorará en España y en algunos sectores australianos, el cuarto centenario del nombre de este país, Australia del Espíritu Santo, cuya denomina-ción fue entregada por el navegante de origen portugués al servicio de la armada española, Pedro Fernández de Quiroz en el año 1606. La llegada de los españoles a esta isla continente casi 200 años antes que lo hiciera el Reino Unido y la demanda de su soberanía por parte del Rey de España, Carlos IV, es algo que permanece pendiente en el análisis y debate histórico contemporáneo.
¿Qué fue este país antes de la colonización europea y qué situaciones históricas se produjeron para que ambas potencias coloniales reclamaran para sí su soberanía? ¿Por qué en este cuadro aparece la Capitanía General Chile, bajo el mando de don Ambrosio O´Higgins, como destinatario de una parte importante del territorio australiano?
Estas y otras preguntas son las que busco responder en el desarrollo de esta monografía.
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Introducción
Australia celebra su día nacional el día 26 de enero de cada año. Es la fecha que recuerda el año 1788, cuando Arthur Phillip, en nombre de la corona británica, inició el proceso de ocupación de estos territorios. Con anterioridad, el 22 de agosto de 1770, el capitán James Cook había tomado posesión en nombre del rey de Inglaterra, Jorge III, de toda la costa oriental, desde el Cabo York por el norte, hasta el extremo sur de la isla continente e islas comprendidas hasta la longitud 135º este, incluyendo las islas adyacentes en el Océano Pacífico.
Cook al tomar posesión de la costa oriental, no le dio o asignó un nombre específico; pero se sabe que a su regreso a casa, mientras rehacía sus diarios de viajes, le entregó el nombre de Nuevas Gales del Sur (New South Wales) a todo el territorio del que se había posesionado para la corona inglesa.
James Cook había desembarcado en la bahía Botánica (Botany Bay) y recomendó establecer allí el primer asentamiento. Sin embargo, Phillip estimó que no era el lugar adecuado y decide mover sus naves hacia el norte y desembarcar sus 11 navíos de convictos, de los cuales 568 eran hombres y 191 mujeres; todos traídos de Inglaterra para establecer, en estos territorios, las colonias penales.
Phillip lo hace en la ensenada de Puerto Jackson, lugar donde funda la ciudad de Sydney. El nombre adoptado es en gratitud a su Ministro del Interior, Lord Sydney, quien tenía dentro de su cartera ministerial la responsabilidad de prisiones, razón que lo había motivado a proponer al Consejo de Ministros, el establecimiento de una colonia penal en Nuevas Gales del Sur (New South Wales).
A partir de entonces se inicia la ocupación de un territorio que había sido largamente deseado y codiciado por navegantes de origen europeo y sus respectivos monarcas, con sede en las antiguas metrópolis del Viejo Continente.
El desenlace de esta historia y los hechos inmediatamente ocurridos a raíz de esta incorporación territorial para la corona inglesa, produjeron tres hechos importantes: En primer lugar, se inicia un proceso devastador contra los habitantes originarios de estos territorios, cuyas secuelas y heridas permanecen abiertas hasta el día de hoy. En segundo lugar, la desesperación de parte de navegantes europeos para llegar y conquistar estas tierras del sur. Por último, una vez alcanzada esta conquista y el inicio de su colonización por parte de los ingleses, España reclama también su soberanía, suscitándosela un contencioso jurídico entre ambas potencias coloniales por el derecho a poseer sus territorios.
Con respecto al primer hecho, existe una abundante y prolífera literatura anglo-australiana que trata, analiza y discute en profundidad este problema. No es mi intención hacerlo aquí. Sin embargo, me veo obligado a iniciar este trabajo con antecedentes que demuestran, al margen de la disputa anglo-española, el período de ocupación por parte de los aborígenes, ocurrido miles de años antes que los europeos pusieran pie en esta nación, conocida hoy con el nombre de Australia. El segundo y tercer aspecto, que es el objetivo de esta monografía y se refieren a los exploradores europeos que buscan y alcanzan esta legendaria Terra Australis Nordum Cognita (Tierra del sur aun desconocida) y al contencioso entre España e Inglaterra, ocurrido inmediatamente después de su ocupación, en 1788, cuando España reclamó para sí el derecho de su soberanía, al ser informada de la presencia inglesa en ella y de la instalación de las colonias penales en territorios que, según ellos, le pertenecían.
A través de esta monografía se busca presentar simplemente los hechos, a los cuales hemos tenido acceso y proponer el llamado a una convocatoria, tanto de historiadores australianos como españoles, para iniciar un proceso serio de investigación histórica, sobre la base de documentos y tratados que permita recuperar o reivindicar la verdad histórica sobre los hechos del pasado, que son entregados con visiones distintas por ambas naciones.
Australia antes de la llegada de los europeos
Durante muchos milenios, esta tierra del sur, desconocida para los europeos hasta comienzos del siglo XVII, fue ocupada por una población que se supone inmigró de algún lado del planeta. El lugar exacto de su procedencia, se desconoce. Sin embargo, la arqueología ha entregado diversas hipótesis, entre las cuales precisa que estas olas inmigratorias podrían haber tenido lugar de alguna parte de África, del sur de la China, del norte del Japón, del sur de la India (del grupo de islas en la bahía de Bengal), de Nueva Caledonia o directamente del sudeste de Asia.[1] Esta última teoría, la procedencia del sudeste asiático, es la que domina mayormente en la literatura australiana, relacionada con las investigaciones arqueológicas y antropológicas que se han llevado a cabo.[2]
Estos primeros australianos habrían llegado a ocupar este territorio, por lo menos hace 40 mil años, según los análisis de osamentas humanas y residuos alimenticios encontrados en el lago Mungo, aún cuando su tiempo de asentamiento podría haber sido muchos antes.[3]
Los aborígenes australianos son residentes del país miles de años antes que los europeos ocuparan estos territorios. ¿Cómo y cuándo llegaron? Sigue siendo un enigma para las ciencias sociales y sobre esto se han levantado diversas hipótesis que buscan resolver este desafío del pensamiento humano.
Sin embargo, la evidencia más antigua de la presencia humana en Australia ha sido establecida en aproximadamente 116 mil años, como consecuencia del descubrimiento del centro de habitación o refugio aborigen en Jinmium, un sitio localizado en Kimberley, al este del Territorio del Norte, en el borde con Australia Occidental; a una hora de viaje por tierra al este de Kununurra. En efecto, un equipo de trabajo dirigido por el Dr. Richard Fullgar, con un Doctorado (Ph.D) en Arqueología, en el año 1986, en la Universidad La Trobe de Melbourne, quien se hizo en su trabajo de investigación por el Dr. Lesley Head, catedrático en la Escuela de Geociencias de la Universidad de Wollongong, con David Price, un experto en determinar la antigüedad de objetos y artefactos arqueológicos del pasado distante, de la Universidad de Wollongong, con más de 60 publicaciones científicas y por el Dr. Paul Tacon, Director subrogarte del Departamento de Antropología del Museo de Australia.
Todos ellos empezaron sus excavaciones en Jinmium y descubrieron sedimentos que entregaban fechas de 75.000 a 116 mil años.
Mientras ellos llegaron a excavar niveles de 176 mil años, se encontraron con tierras áridas y sin vestigio de presencia humana. Sin embargo, mientras sus excavaciones les ofrecían sedimentos desprendidos de rocas grabadas y pintadas por los antiguos habitantes de Australia, no tardaron en descubrir que el análisis de estos ocres, junto a artefactos, presentaban una antigüedad de 116 mil años,[4] según se documenta en la edición del British cientific Journal.
Los diarios australianos, The Sydney Morning Herald y The Australian, le dieron a este descubrimiento una extraordinaria cobertura en el mes de septiembre de 1996, llegando a la conclusión que "los estudiantes habían sido instruidos solamente en que los aborígenes habían ocupado Australia entre 40.000 y 60 mil años atrás".[5]
El sitio arqueológico de Jinmium, donde el Dr. Richard Fullgar y su equipo de trabajo, constató la presencia humana de los aborígenes australianos, en un tiempo estimado de 116 mil años.
Dibujo perteneciente al diario The Sydney Morning Herald, News Review, septiembre, 21 de 1996, página 29.
Esta nueva evidencia estaría indicando que su antigüedad se podría extender, incluso a 176 mil años de ocupación, desafiando al mundo científico a volver el reloj atrás en materia del proceso de evolución de la especie humana.
Desde ese tiempo, incluso a lo mejor antes de esas fechas indicadas, se habría producido la ocupación humana de Australia. De hecho, en esta investigación, se han incorporado diversas disciplinas, tales como la Arqueología, Geología, Paleontología, Antropología Física y la Química, ésta última relacionada con los sistemas de medición de la antigüedad, tales como el Radio Carbón 14 y el sistema de termo luminiscencia.
Los primeros habitantes de esta isla continente poblaron importantes áreas del territorio nacional. Los historiadores del pasado distante y científicos australianos sostienen que mucho antes que Gran Bretaña ocupara el país en 1788, existían en Australia más de 600 comunidades indígenas, organizadas independiente y con grupos autónomos, cuyo promedio era entre 500 a 600 personas por comunidad.[6]
En 1788 se calculó que existían entre 200 a 250 lenguas diferentes y que se hablaban numerosos dialectos. Sin embargo, los primeros habitantes de Australia nunca tuvieron un nombre, un calificativo o un léxico que identificara a la isla continente en su totalidad o una concepción de país-territorio. [7]
Eran comunidades o naciones independientes cuya distancia y condiciones ambientales y climáticas les impedía mantener una idea de la amplitud y extensión del territorio que ocupaban. De este modo, ellos solo identificaban lugares de residencia o accidentes geo-físicos, que en su condición de nómadas encontraban en su permanente transito de un lugar a otro. Bajo estas condiciones, las comunidades de aborígenes, usaron nombres para identificar lugares de residencia, tales como Arkaroola (Arkaroo en Australia Meridional), Boggabri (Lugar de montes), Bungambrewatha (Albury) Nganbirra (Canberra), Uluru o Oolra, Arunta o Aranda ( en el centro de Australia), etc.[8]
Las familias de los pueblos originarios de Australia, tienen y sienten una gran pertenencia a la tierra de sus antepasados. La explicación de su llegada y su ocupación de esta isla-continente es de carácter religioso. Se inserta en la época del "Dreamtime", es decir, la era de la creación, en que sus Seres Ancestrales crearon y dieron vida y forma a todo los que existe alrededor de ellos.
Estos nombres se mantienen hoy y obviamente se conservan en la actualidad. Han llegado a nosotros a través del trabajo de etnógrafos y antropólogos, que desde la ocupación europea, documentaron con precisión cada uno de ellos.
En la actualidad, los aborígenes australianos continúan con una significativa presencia en la sociedad australiana, pese a la devastadora acción colonial impuesta por Inglaterra, iniciada en el año 1788, cuando Arthur Phillip tomó posesión de las costas orientales de Australia para establecer las colonias penales.
En los últimos 20 años, cambios políticos y culturales ocurridos en Australia han significado un crecimiento poblacional y de personas que se identifican como de origen aborigen o de habitantes del estrecho de Torres. Durante el último censo de población en Australia, en el año 2001, 410.000 personas se declararon aborígenes y la población indígena se estimó entonces en 458.500, representando a cerca de 2,4 por ciento de la población total. Después del censo del año 2001, la oficina australiana de estadística proyectó que esta figura aumentaría en aproximadamente 470 000 para este año 2006, basado en cifras actuales del nacimiento y de la mortalidad.[9]
Cazadores y colectores de alimentos, poseen un profundo sentido de compromiso con el medio ambiente que los rodea. Son los guardianes y cuidadores de todo cuanto existe. Para ellos, el hombre no es el rey de la creación, sino que la creación es el rey y ellos son solamente parte de ella.
Con una frase de la Dra. Josephine Flood concluimos esta primera parte:
"Si se tratara de establecer una escala de tiempo que representara la permanencia de los aborígenes en Australia en una hora reloj; la sociedad aborigen ocuparía cincuenta y nueve minutos y la sociedad europea menos de un minuto". …
"La historia humana en Australia ha sido abierta más allá de los 40 mil años y un 99,5% de ella, es la historia de los aborígenes".[10]
Los primeros exploradores
No existe información escrita en todo el mundo que hable de los primeros exploradores ni de cómo se las ingeniaron para llegar a poblar los continentes e islas que existen sobre el planeta tierra. La escritura no existía y la tradición oral, que seguramente pasó a través de muchas generaciones para contar cómo había ocurrido, terminó por perderse. Lo cierto es que los pueblos llamados indígenas, nativos o pueblos originarios, ocuparon prácticamente todos los lugares de la tierra, con excepción de algunas islas que permanecieron desocupadas hasta el tiempo en que los europeos y asiáticos se percataron de su existencia.
Obviamente que estos exploradores iniciales deben haber aprovechado épocas glaciales diferentes y seguramente haber caminado por inmensas moles de hielo para trasladarse de un continente a otro.[11]
Según la teoría del antropólogo francés, Paul Rivet, los tasmanios habrían caminado por el casquete polar hacia el sur de Chile; dando origen a las comunidades de los Tehuenches, Onas, Yaganes y Alacalufes. A esta afirmación se le ha dado el nombre de "Teoría de los puentes de islas del Océano Pacífico"
Dibujo y comentario en Atlas Geográfico de Chile para la educación. Instituto Geográfico Militar, Santiago, 1988, página 38.
Otros, convertidos en navegantes, con profesionalidad y pericia, asumieron la tarea de explorar nuevas tierras y buscar en ellas mejores condiciones alimenticias y de vida. Pero a este cuadro hay que agregar también a los nacientes imperios europeos que buscaron abrir rutas comerciales que les significara a sus metrópolis vender y comprar mercancías que desarrollaran sus naciones y crearan mejores condiciones de vida para sus habitantes.[12] No cabe la menor duda, que estas misiones de abrir nuevos mercados y de encontrar materias primas fuera de sus fronteras, debe haber sido una lucha heroica que seguramente, en muchos casos, no se pudo concretar, ya que dicha embarcaciones fueron tragadas por la virulencia de las tempestades oceánicas o por la falta de una adecuada tecnología marítima que evitara las catástrofes a las que se vieron sometidos. No todas las misiones comerciales llegaron a feliz término.
En el caso específico de Australia, aún cuando los aborígenes ya habitaban esta isla continente, se han documentado intentos de exploración muy antiguos por parte de otras naciones. Sin embargo, no existe una evidencia científica o histórica de que ello hubiera ocurrido. En efecto, se ha sostenido que los chinos y los fenicios habrían incursionado en costas australianas. Pocos historiadores dan crédito a estas afirmaciones.
La existencia teórica de una tierra en el sur del planeta
La historia nos cuenta también que, varios cientos de años antes de nuestra era, se empezó a plasmar el origen de una serie de disciplinas filosóficas y científicas que buscaban una respuesta racional a los fenómenos naturales, a las características del planeta en particular, del universo en general, de la vida y del medio ambiente. Surgen en el mundo antiguo, especialmente en Grecia, Roma, Egipto y Mesopotamia, figuras como Pitágoras, que junto a sus seguidores llegaban a la conclusión que la tierra era redonda, pensamiento que asume, entre otros el filósofo griego Aristóteles. Otros, como Erastótenes, se permite establecer incluso el radio de longitud que la tierra podría tener.[13]
Llegado el segundo siglo de nuestra era, aún cuando predominaba en los círculos intelectuales, eclesiásticos y populares la existencia de una tierra plana y flotante, aparece un astrónomo, matemático y geógrafo , nacido en Hermii, Egipto, ciudad helénica de entonces, llamado Claudius Ptolomeo o Tolomeo. Ptolomeo publica sus libros y en uno de ellos, Guía para la Geografía, presenta una descripción de la tierra en que habla por primera vez de una masa terráquea ubicada en el sur del planeta. Los europeos pensaban en ese entonces que la tierra estaba solo constituida por lo que habían visto y conocido, es decir Europa, parte del Asia y el norte de África.
El trabajo de Ptolomeo, en ocho volúmenes,[14] no representa lo que en la práctica debiera haber sido un buen texto de geografía, debido a la serie de errores y contradicciones que contiene, según los geógrafos que han estudiado sus textos. Sin embargo, aporta en sus escritos algunas ideas que serían usadas posteriormente por otras generaciones para emprender atrevidos viajes, en el encuentro con otras latitudes. Uno de ellos fue Cristóbal Colón, quien usó sus conclusiones para emprender su llamado viaje a las Indias, lo cual, según Ptolomeo, se alcanzaba viajando hacia el occidente, ya que él había indicado que Asia se extendía mucho más allá de dónde se conocía. Esto, como se sabe, originó la gran confusión de atribuir a Colón el encuentro con las Indias y no con las Américas, como realmente aconteció.[15]
Otro aspecto que Ptolomeo sostuvo fue la existencia de un continente en el sur, – una tierra descono-cida – la cual permitía, según él, establecer un justo balance y equilibrio entre las masas terráqueas del norte y del sur. Llega a esta conclusión a través de los experimentos de dibujos en relieve sobre tablas de madera, las cuales sumerge en recipientes de agua, para probar y determinar este equilibrio.
El mapa de Ptolomeo que fascinó a los exploradores y que originó gran influencia en la conquistas de otros continentes.
En búsqueda de la Tierra del Sur
Los trabajos de Ptolomeo permanecieron ocultos e ignorados por varios siglos. Pero sin lugar a dudas que esta preocupación por encontrar la tierra desconocida se intensifica a partir del siglo XVII. La referencia, casi curiosa, había sido dada por Ptolomeo, cuyo sistema geográfico y astronómico dominó casi toda la Edad Media. La tierra, según se creía, era el centro del universo y una superficie plana que flotaba en las aguas de los océanos y mares. Este conocimiento y análisis geográfico permaneció prácticamente incólume hasta el final de la Edad Media. La traducción de los textos de Ptolomeo se produce en el año de 1410 y empieza a generar una gran influencia e interés de parte de los primeros exploradores.
A fines de la Edad Media se da comienzo a las exploraciones y se empieza a publicar trabajos de los cartógrafos y geógrafos, quienes empiezan a hablar con insistencia de una gran tierra en el sur. Sin lugar a dudas que se trataba meramente de una especulación teórica, ya que en la práctica no habían logrado alcanzar la experiencia personal o colectiva de haberla visto. Ya en el siglo XVI,
1531, el cartógrafo francés Oronce Fine, establece en sus mapas un imaginario continente al sur, al cual llama Terra Australis, palabra latina que significa tierra del sur o más exactamente, de acuerdo a la traducción latina "tierras de los vientos sureños".
Mapa del mundo, 1534-36, por Oronce Fine (1494-1555), Departamento de Mapas e Cartas Geográficas da Biblioteca Nacional de Francia.
Un globo terráqueo, en la Biblioteca de París, sostiene que Terra Australis fue descubierta
en 1499. La afirmación proviene de H. Harrisse, en su libro "El descubrimiento de América del Norte", página 613. Este globo habría sido elaborado cerca de 1535.
Este curioso globo de madera es conservado en el Departamento de Geografía de la Biblioteca Nacional de Paris, cuya inscripción indica que el continente fue descubierto en el año 1499.[16] Sin embargo, mientras el tiempo pasaba y se creaban nuevos mapas y mapamundis, que obviamente iban a parar a centros de investigaciones geográficas, nuevos nombres surgían o simplemente se inventaban para este continente, aún desconocido para los europeos. Al nombre de Terra Incógnita (tierra desconocida), se sumaban otros, como el dado por Abraham Ortelius en su mapa de 1570, el cual la llama Terra Australis Nordum Cognita (Tierra del sur aun desconocida).
En 1587 el hijo de Rumold Mercator establece diferentes nombres a lo largo de su costa y decide llamarla Maletur, Locach y Playa. Pero también se empiezan a usar otros nombres o expresiones para tratar de identificarlas y desorientar a los exploradores que sueñan con llegar a ella. Se le da el nombre de Iava la Grande, Notasía, Brasil Regio, Isla de Edels Landt, Nouvelle Hollande, según lo consignan varios autores, entre los cuales se cuenta a Miriam Estensen y George Collingride.[17]
Phillip Playford anota curiosamente que este problema del nombre definitivo del país tardó mucho en resolverse. Hablando de la expedición de Willem de Vlamingh, en 1696, para investigar la desaparición de una nave holandesa en Australia Occidental, cuenta que:
Es interesante observar como Vlamingh, en su diario de viaje, prefirió utilizar el nombre de 'Terra Australis (Terre Australe en francés) cuando refería al continente australiano, ocasionalmente usa también el nombre de 'La tierra del Sur", pero nunca los nombres 'Tierra Eendrach" o 'Nueva Holanda '. El uso de "Terra Australis" se origina antes del descubrimiento de la costa occidental del continente por Dirk Hartog en 1616. Hasta que entonces el continente mítico del sur era generalmente conocido (en latín) como 'Tierra Austral Incognita" … El nombre de 'Terra Australis" Tierra del Sur) sería restablecido 117 años más tarde, por Matthew Flinders, quien pensó que era más apropiado como nombre para el continente, en vez de 'Nueva Holanda" o "Nuevo Gales del Sur". Sin embargo, Flinders, entre otros, también abogó por un nombre más corto, llamándola Australia y así su uso empezó a generalizarse después de ser utilizado oficialmente por la primera vez, en 1817.[18]
Pero, obviamente, no solo ha habido preocupación, de parte de los historiadores, para saber sobre los nombres que se entregaron a Australia, sino que también con respecto a quienes llegaron primero, cómo y cuándo lo hicieron.
Es, sin lugar a dudas, un proceso que toma años en materializarse y que a través de viajes esporádicos se va produciendo un acercamiento cada vez más inminente. En el año 1512 barcos portugueses llegan a los que es hoy Bali y Java (Indonesia). En 1520 Fernando de Magallanes zarpa al noroeste del Pacífico y alcanza las Filipinas. En noviembre de 1567, Álvaro Meldaña de Neira, zarpa desde el Callao en busca de la Tierra del Sur y no consigue su propósito, llegando solo a las Islas Salomón. Entre 1577 a 1580, el primer inglés, Francisco Drake, falla en la intención de alcanzar la Tierra del Sur. En 1598, los holandeses envían cuatro embarcaciones desde Java y alcanzan las costas de Australia Occidental. En 1595 el navegante Lope de Vega habría llegado accidentalmente a las costas orientales de Australia, en un viaje previsto para las Islas Salomón y al separarse del resto de las embarcaciones se establece en Bondi Beach, en la costa de la ciudad de Sydney. Grassby sostiene que existen fotografías en la Biblioteca Nacional de Australia de piedra talladas, cerca de Bondi, con inscripciones de escudos de armas y dibujos de barcos españoles.[19]
El encuentro con la Tierra del Sur y el inicio de las controversia
La literatura anglo-australiana, sostiene que los primeros europeos que se encontraron con Australia fueron los holandeses, aunque nunca intentaron posesionarse de Australia o de colonizarla. Diversos autores australianos y europeos consignan este hecho como algo indiscutible y cierto. Los textos de historia en escuelas y universidades australianas así lo afirman. Son realmente muy pocos los que entregan una versión diferente o discrepante de esta aseveración.
La idea de la existencia de un continente en el sur se mantenía viva y el sueño de que estas nuevas tierras podrían ser más ricas que México y Perú era algo que obviamente tentaba e ilusionaba a las potencias europeas. Además habría que agregar la "preocupación" de los poderes eclesiásticos, en gran medida fundidos con el poder político, para buscar nuevas almas e incorporarlas al cristianismo. Mientras los portugueses y españoles habían iniciado sus asentimientos y colonización en América, con dificultades económicas ante una empresa geo-política y geo-económica de tal magnitud, emergía Holanda como una potencia comercial y naviera de gran importancia.
"El 17 de junio de 1494, los monarcas de Portugal y España firmaban un tratado en la castellana ciudad de Tordesillas. Dicho tratado era la consecuencia directa del descubrimiento de América por Cristóbal Colón: los dos reinos acordaron fijar unos límites imaginarios para repartirse las nuevas tierras descubiertas y las que a partir de ese momento se descubrieran. Ese límite imaginario, fijado por el Papa Alejandro VI en sus dos bulas (1493), era el meridiano que pasaba a 100 leguas de la Isla de Cabo Verde. De ese meridiano hacia el oeste, las tierras no cristianas serían de España; hacia el este, quedarían bajo la jurisdicción portuguesa. Así, curiosamente, y en relación con el antemeridiano correspondiente, Australia oriental habría quedado bajo la corona española".[20]
A partir de 1580 el Reino de Portugal pasó a formar parte de la Monarquía hispana, cuyo único vínculo era la persona del rey, Felipe II. Cada reino mantuvo sus peculiaridades políticas e institucionales. Había un solo soberano, sin que se produjera una verdadera unificación territorial, ni administrativa, ni judicial, manteniendo por lo tanto cada una de las partes una completa autonomía. Felipe II había hecho prevalecer sus derechos hereditarios al trono portugués como nieto que era de don Manuel el Afortunado; y una de las tareas inmediatas fue mantener a Holanda distante de las ambiciones interoceánicas. A Felipe II, le sucede, en 1598, su hijo Felipe III, cuya madre, Ana de Austria, había nacido en el pueblo vallisoletano de Cigales. Su abuelo, Felipe I era hijo del emperador alemán Maximiliano de Habsburgo proporcionado a la corona española una vinculación con la casa de Austria. Felipe III, también contrae matrimonio, en abril de 1599 con su prima Margarita de Austria, situación importante que tomará en cuenta Pedro Fernández de Quirós para denominar a La Tierra del Sur, Australia del Espíritu Santo, como veremos más adelante.
La mayor capacidad y pericia de los navegantes portugueses, los convierte en autoridades en materia de cartografía y confección de mapas, los que mantienen ocultos para no despertar sospechas sobre el quebramiento del Tratado de Tordesillas que adjudicaba esta parte del mundo a España.
Mapas lusitanos fueron entregados secretamente a los holandeses, razón que les posibilitó llegar a Indonesia. Con estos antecedentes, muchas veces poco revelados, la historia consigna que en noviembre de 1605, el velero Duyfken zarpó del asentamiento holandés de Java para explorar Nueva Guinea y que desde allí, en marzo de 1606, navegó por la península del Cabo de York. Su tripulación, de origen europeo, habría sido la primera en conocer las costas orientales de Australia, ya que anteriormente lo habrían hecho en la costa occidental en 1598. En 1623, otras embarcaciones holandesas visitaron Australia, específicamente las Pera y Arnhem, que siguieron la misma ruta que había tomado anteriormente el velero Duyken.[21]
Replica del velero Duyfken, de los holandeses, en el río Swan, en la moderna ciudad de Perth, en Western Australia.
Hay otra versión, sobre los mismos hechos, que se refieren a la búsqueda, por parte de los holandeses, de nuevas rutas comerciales. Según indica Henry van Zanden[22]en 1602, cinco embarcaciones holandesas se estacionaron en Banda, una isla pequeña en la parte occidental del archipiélago de Indonesia. Entre los años 1602 y 1604 realizaron actividades comerciales, poniendo inesperadamente fin a ellas. Sin embargo, en el año 1605, se les instruyó desde Holanda que las actividades comerciales deberían reabrirse y buscar además en el Pacífico nuevos mercados, "evitando
la flota española" que se encontraba estacionada en las Filipinas. Esta instrucción habría originado el desplazamiento a Nueva Guinea, donde se habían encontrado hombres blancos. De desde allí, con la nave Duyfken, habrían navegado por aguas orientales de Australia. Sin tener informes directos de la navegación de Willem Janszoon, el capitán inglés John Saris cuenta que mientras Flemning Pinnasse regresaba a Banda, habrían descubierto una isla que tuvieron que abandonar porque perdieron seis hombres que fueron comidos por los caníbales.[23]
Una segunda evidencia que se procura entregar, proviene de una carta de protesta de la compañía de India Oriental, dónde se dice que otra compañía, llamada Australia, habría enviado expediciones comerciales hacia las Indias orientales a través de Sudamérica y del Pacífico. La compañía United East India Company, propiedad de los holandeses, dice: "repentinamente ha dado órdenes para descubrir y explorar la tierra de Nueva Guinea y las islas situadas al este de la misma, desde que, por sus instrucciones este descubrimiento fue alcanzado alrededor del año 1606 con la embarcación Duyve o Duyfken por el capitán Willem Janszoon. Henry van Zanden agrega además, que cuando Abel Tasman recibió instrucciones para su viaje, en enero de 1644, se le hizo referencia específica al descubrimiento realizado por Janszoon.[24]
Dirck Hartog, explorador holandés fue el primer europeo que llegó a la costa occidental de Australia. Hartog navegó desde Amsterdam en la nave llamada Eendracht. Viajó alrededor del cabo de la buena esperanza a Java, y después, por accidente llegó Australia occidental. El arribó, en 1616, a una isla pequeña que ha recibido el nombre de "isla de Dirk Hartog". Hartog pasó tres días examinando la isla y cuando él se fue, fijó una placa del estaño a un poste. En la placa de estaño, gravó una inscripción que se refiere a su visita a la costa occidental de Australia.[25]
De 1616 a 1636, los holandeses reconocieron el litoral occidental de Australia y le dieron el nombre de Nueva Holanda, y en 1642, Abel Tasman completó estas exploraciones descubriendo la tierra de Van Diemen o Tasmania.
Los holandeses nunca intentaron colonizar Australia, ya que la impresión obtenida sobre su "territorio árido y la población en estado primitivo" fue pésima. En sucesivos reportes y documentos, se refieren a sus impresiones sobre Australia, lo que les hizo desistir no solo de crear asentamientos y poblar sus territorios sino que además establecer lazos comerciales.
Los españoles tienen su propia versión sobre la llegada de los europeos a Australia. Sostienen haber sido ellos los que surcaron primero sus aguas y haber visitado la isla continente antes que los holandeses. Carlos Fernández,[26] sostiene que en 1526, la nave San Lesmes, de la flota de Jofre de Loaysa, que buscaba regresar a España por el estrecho de Magallanes, se desvió y alcanzó la tierra de l`Est, la cual sería Nueva Zelanda. Esto obviamente no ayuda a nuestro propósito de verificar o aproximarnos a determinar quién, de los europeos, llegó primero a Australia. Al Grassby, opinión que es compartida por Fernández-Shaw, consignan además, citando al hispanista australiano Robert Langdon, que el capitán Lope de Vega que desapareció en las islas Salomón en 1595, llevaba mujeres en sus embarcaciones, Santa Bárbara y Santa Isabel, lo que hacía suponer intentos claros de establecer colonias en esta parte del planeta. Lope de Vega, antes de su desaparición, habría estado en Australia y concretamente en el suburbio de Dee Why en Sydney, en dónde se ha levantado la hipótesis de que las letras grabadas y encontradas en Manly, DY, serían DV y corresponderían a las iniciales de "de Vega". Obviamente que el argumento es débil, pero necesario en su consignación, ya que más tarde volveremos a esta hipótesis.[27]
Pedro Fernández de Quirós y el nombre de Australia
El 21 de diciembre de 1605, Pedro Fernández de Quirós con Luis Váez de Torres, segundo comandante de su flota, zarpan desde el Callao, más al sur de lo que lo había hecho Mendaña, con la intención de establecer un asentamiento en la Tierra del Sur. El 14 de mayo, toma posesión e inmediatamente escribe al Rey de España, nota que aparece en su diario de viaje. El dice:
"Tomo posesión de todas estas tierras que dejo vistas y estoy viendo, y de toda esta parte del sur hasta su polo, que desde ahora se ha de llamar AUSTRALIA del Espíritu Santo".[28]
En sus memorias, publicadas en 1610 en Sevilla y en octubre de 1617 en Londres, se inserta copia de la carta dirigida al Rey Felipe III, a la fecha monarca de España. Fernández de Quirós dice::
"Por felice memoria de V.M. y por el apellido de Austria, le di por nombre (a aquella tierra) la Australia del Espíritu Santo, porque en su mismo día tomé posesión de ella".[29]-
Monumento a Pedro Fernández de Quirós en la Plaza Iberoamericana de la ciudad de Sydney, Australia. La placa de inscripción dice:
Pedro Fernández de Quirós
1565 – 1615
Este gran explorador, nacido en Portugal, en servicio a España, hizo importantes descubrimientos en el Pacífico. Quirós dio el nombre de Australia del Espíritu Santo al gran continente del sur y murió en Panamá, mientras se preparaba para regresar y establecer un asentamiento en las nuevas tierras.
Después de la partida de Fernández de Quirós, su lugarteniente, Luis Váez de Torres, navegó por el norte australiano y bautizó el estrecho, que hasta el día de hoy lleva su nombre, Torres Strait.
La literatura anglo-australiana sostiene que el lugar de llegada de Fernández de Quirós no fue Australia, sino una de las 37 islas de la Nuevas Hébridas, hoy Vanuatu, archipiélago volcánico de Melanesia, entre Nueva Caledonia y las Islas Fidji, nombre puesto a ellas por el entonces teniente, James Cook, más tarde capitán en su viaje a Australia en 1770.
Para Watts[30]"La flota española, había alcanzado solamente lo que Cook llamó más tarde Las Nuevas Hébridas".
Las opiniones están divididas. Para el Cardenal Patric Morán, primer Cardenal de la Iglesia Católica en Australia (de origen islandés-chileno) y para Lawrence Hargrave, el punto de llegada de Fernández de Quirós fue el Puerto de Cutis en el estado de Queensland y que Lope de Vega habría llegado a Puerto Jackson, o sea la actual ciudad de Sydney, en el estado de Nuevas Gales del Sur. Obviamente que el debate no se detiene aquí. La lucha fratricida entre protestantes y católicos, llegó al extremo de sostener que la posición del Cardenal Morán y de Hargrave no era otra que el buscar defender un dominio de tipo religioso de los católicos sobre los protestantes en la naciente Australia. Aceptar la tesis de la soberanía de España sobre Australia, era en alguna medida replantear el conflicto religioso entre Inglaterra e Irlanda, situación que se evitó para no trasladar dicho contencioso a las nuevas tierras que empezaban a ser colonizadas. El hecho se silenció en Australia y no tardó en irse al baúl del olvido.
La posición española
Siguiendo le lectura de los documentos españoles, éstos
habrían tomado posesión de Australia y dicha medida habría
sido comunicada, en su momento oportuno a la Santa Sede, situación que
el Vaticano habría aceptado. De esta manera el Pontífice Romano,
Inocencio X, creó la Prefectura Apostólica de la Tierra Australis,
el 15 de julio de 1681. Grassby precisa que "en Roma, nueve Cardenales
discutieron esta proposición y decidieron enviar al padre dominico Vittorio
Riccio a las Filipinas, con sede en Manila, quien posteriormente escribió
un informe a los Cardenales de la Sagrada Congregación de la Evangelización,
incluyendo un mapa actual de Australia. Se sabe por otra parte que Váez
Torres logró capturar algunos indígenas del norte con la idea
de llevarlos a España. Hoy se sabe que solo llegaron a las Filipinas.[31]
Luis Váez de Torres, quien diera su nombre al estrecho de Torres, aguas que separan Australia de Nueva Guinea.
Placa en relieve en la puerta de la biblioteca Mitchell de Sydney. Australian Museum.
Otro de los problemas en discusión es el nombre de Australia propiamente tal. Algunos sostienen que Fernández de Quirós bautizó el país con el nombre de Austrialia (Austria+lia) y no Australia como ha sostenido la literatura española. El investigador George Collingridge se encarga de precisar este hecho:
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