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Relación de Aristóteles con otros autores (página 2)



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Ética

Volvamos a los seres humanos, Sofía. La «forma» del ser humano es, según Aristóteles, que tiene un alma vegetal, un alma animal, así como un alma racional. Y entonces se pregunta: ¿cómo debe vivir el ser humano? ¿Qué hace falta para que un ser humano pueda vivir feliz? Contestaré brevemente: el ser humano solamente será feliz si utiliza todas sus capacidades y posibilidades.

Aristóteles pensaba que hay tres clases de felicidad. La primera clase de felicidad es una vida de placeres y diversiones. La segunda, vivir como un ciudadano libre y responsable. La tercera, una vida en la que uno es filósofo e investigador.

Aristóteles también subraya que las tres condiciones tienen que existir simultáneamente para que el ser humano pueda vivir feliz. Rechazó, pues, cualquier forma de «vías únicas». Si hubiera vivido hoy en día a lo mejor habría dicho que alguien que sólo cultiva su cuerpo vive tan parcial y tan defectuosamente como aquel que sólo usa la cabeza. Ambos extremos expresan una vida desviada.

También en lo que se refiere a la relación con otros seres humanos, Aristóteles señala un «justo medio»: no debemos ser ni cobardes ni temerarios, sino valientes. (Demasiado poco valor es cobardía, y demasiado valor es temeridad.) Del mismo modo no debemos ser ni tacaños ni pródigos, sino generosos. (Ser muy poco generoso es ser tacaño, ser demasiado generoso es ser pródigo.) Pasa como con la comida. Es peligroso comer demasiado poco, pero también es peligroso comer en exceso. Tanto la ética de Platón como la de Aristóteles se remiten a la ciencia médica griega: únicamente mediante el equilibrio y la moderación seré una persona feliz o en armonía.

Política

La idea de que el ser humano no debe cultivar tan sólo una cosa también se desprende de la visión que presenta Aristóteles de la sociedad. Dijo que el ser humano es un «animal político». Sin 1a sociedad que nos rodea no somos seres verdaderos, opinaba él. Señaló que la familia y el pueblo cubren necesidades vitales inferiores, tales como comida y calor, matrimonio y educación de los hijos. Pero sólo el Estado puede cubrir la mejor organización de comunidad humana.

Ahora llegamos a la pregunta de cómo debe estar organizado el Estado. (¿Te acordarás del «Estado filosófico» de Platón, verdad?) Aristóteles menciona varias buenas formas de Estado. Una es la monarquía, que significa que sólo hay un jefe superior en el Estado. Para que esta forma de Estado sea buena tiene que evitar evolucionar hacia una «tiranía», es decir que un único jefe gobierne el Estado para su propio beneficio. Otra buena forma de Estado es la aristocracia. En una aristocracia hay un grupo mayor o menor de jefes de Estado. Esta forma tiene que cuidarse de no caer en una oligarquía, lo que hoy en día llamariamos Junta. A la tercera buena forma de Estado Aristóteles la llamó democracia. Pero también esta forma de Estado tiene su revés. Una democracia puede rápidamente caer en una «demagogia». (Aunque el tirano Hitler no hubiese sido jefe del Estado alemán, todos los pequeños nazis podrían haber creado una terrible demagogia.)

La mujer

Por último, debemos decir algo sobre la opinión que tenía Aristóteles de la mujer. Desgraciadamente no era tan Positiva como la de Platón. Aristóteles pensaba más bien que a la mujer le faltaba algo. Era un «hombre incompleto». En la procreación la mujer sería pasiva y receptora, mientras que el hombre sería el activo y el que da. Aristóteles pensaba que un niño solo hereda las cualidades del hombre, y que las cualidades del propio niño estaban contenidas en el esperma del hombre. La mujer era como la Tierra, que no hace más que recibir y gestar la semilla, mientras que el hombre es el que siembra. O, dicho de una manera genuinamente aristotélica: el hombre da la «forma» y la mujer contribuye con la «materia», Naturalmente, resulta sorprendente y también lamentable que un hombre tan razonable en otros asuntos se pudiera equivocar tanto en lo que se refería a la relación entre los sexos. No obstante, nos muestra dos cosas: en primer lugar que Aristóteles seguramente no tuvo mucha experiencia práctica con mujeres ni con niños. En segundo lugar muestra lo negativo que puede resultar que los hombres hayan imperado siempre en la filosofía y las ciencias.

Y particularmente negativo resulta el error de Aristóteles en cuanto a su visión de la mujer, porque su visión, y no la de Platón, llegaría a dominar durante la Edad Media. De esta manera, la Iglesia heredó una visión de la mujer que en realidad no tenía ninguna base en la Biblia. ¡Pues Jesús no era anti-mujer! No digo más! ¡Volverás a saber de mí! Cuando Sofia hubo leído el capítulo sobre Aristóteles una vez y media volvió a meter las hojas en el sobre amarillo y se quedó mirando fijamente su cuarto. De pronto vio lo desordenado que estaba todo. En el suelo había un montón de libros y carpetas. Por la puerta del armario asomaban en un caos total calcetines y blusas, medias y pantalones vaqueros. En la silla delante del escritorio había ropa sucia en un desorden total.

A Sofía le entraron unas ganas irresistibles de ordenar. Primero vació los estantes del armario ropero, y empujó todo al suelo. Era importante comenzar desde el principio. Se puso a doblar muy concienzudamente todas las prendas y a colocarlas en el armario. El armario tenía siete estantes Sofía reservó un estante para bragas y camisetas otro para calcetines y leotardos v otro para pantalones largos. De esa manera lleno de nuevo todos los estantes del armario No tuvo en ningun momento duda ninguna respecto a donde colocar las prendas. Luego puso la ropa sucia en una bolsa de plastico que había encontrado en el estante de abajo.

Sólo tuvo problemas con una prenda. Era un único calcetín blanco y largo, y el problema no era solamente que faltase su pareja, sino que además nunca había sido suyo. Se quedó de pie, investigando el calcetín durante varios mintitos. No llevaba ningún nombre, pero Solía tenía una fuerte sospecha sobre quién podía ser la dueña. Lo tiró al estante de arriba, junto a una bolsa con piezas de lego, una cinta de vídeo y un pañuelo rojo de seda.

Ahora le tocaba el turno al suelo. Sofía clasificó libros y carpetas revistas y posters, exactamente de la misma manera que había descrito el profesor de filosofía en el capítulo sobre Aristóteles. Cuando hubo terminado con el suelo, hizo primero la cama y luego se puso con el escritorio.

Por último reunió todas las hojas sobre Aristóteles en un bonito montón. Encontró una carpeta con anillas y una perforadora, perforó las hojas y las colocó en la carpeta. Finalniente la colocó en el último estante del armario, junto al calcetín blanco. Más tarde recogería la caja de galletas del Callejón.

A partir de ahora sería muy ordenada, y no se refería únicamente a las cosas de su habitación. Después de haber leído sobre Aristoteles entendió que era igual de importante tener orden en los conceptos e ideas. Había reservado un estante en la parte superior del armario para ese fin. Era el único sitio de la habitación que no dominaba completamente.

No había oído a su madre en varias horas. Sofia bajó a la planta baja. Antes de despertar a su madre tendría que dar de comer a sus animales.

En la cocina se inclinó sobre la pecera de los peces dorados. Uno de ellos era negro, el otro era de color naranja y el tercero blanco y rojo. Por ello los había llamado Negrito, Dorado y Caperucita Roja. Echó en el agua comida para peces y dijo:

-Pertenecéis a la parte viva de la naturaleza, por lo tanto podéis tomar alimento, podéis crecer y podéis procrear. Más concretamente pertenecéis al reino animal, lo que significa que sabéis moveros y mirar la habitación. Para ser del todo exacta, sois peces, y por eso podéis respirar con branquias y nadar por las aguas de la vida.

Sofía volvió a enroscar la tapa del bote de cristal que contenía comida para peces. Estaba satisfecha con la colocación de los peces dorados en el orden de la naturaleza, y muy especialmente satisfecha con su expresión «las aguas de la vida». Luego les tocó a los periquitos. Sofía puso algunas semillas para pájaros en el comedero y dijo:

-Queridos Cada y Pizca. Os habéis convertido en unos periquitos muy monos porque os habéis desarrollado de unos huevecitos muy monos de periquitos, y porque «la forma» de estos huevos consistía en la posibilidad de convertirse en periquitos, afortunadamente no os habéis convertido en unos loros charlatanes.

Sofia entró en el cuarto de baño grande, donde estaba en una caja la perezosa tortuga. Cada tres o cuatro duchas que se daba, la madre solía gritar que un día mataría a la tortuga. Pero hasta ahora había sido una amenaza vacía de contenido. Sofía sacó una hoja de lechuga de un frasco de cristal y la metió en la caja.

Querida Govinda -dijo-. No perteneces exactamente a la especie de los animales más rápidos. Pero al menos eres un animal capaz de participar en una pequeñísima fracción de ese gran mundo en el que vivimos. Si te sirve de consuelo, te diré que no eres la única incapaz de superarte a ti misma.

El gato Sherekan estaría probablemente fuera cazando ratones, pues ésa era la naturaleza de los gatos. Sofia atravesó la sala para ir al dormitorio de su madre. En la mesa del sofá había un florero con un ramo de narcisos. Sofia tuvo la sensación de que esas flores amarillas la saludaban solemnemente al pasar a su lado. Sofia se detuvo un momento y tocó con dos dedos las cabecitas lisas.

-También vosotras pertenecéis a la parte viva de la naturaleza -dijo-. En ese sentido le lleváis cierta ventaja al florero en el que estáis. Pero desgraciadamente no sois capaces de daros cuenta de ello.

Sofia entró de puntillas al cuarto de su madre. La madre dormía profundamente, pero Sofia le puso una mano sobre la cabeza.

-Tú eres de los más afortunados en este conjunto -dijo-. No solamente estás viva como los lirios en el campo. Y no eres sólo un ser vivo como Sherekan o Govinda. Eres un ser humano, es decir, que estás equipada con una rara capacidad para pensar.

-¿Qué dices, Sofia? Se despertó un poco más deprisa que de costumbre.

-Sólo digo que pareces una tortuga perezosa. Por otra parte, te puedo informar de que he ordenado mi cuarto. Me puse a trabajar con meticulosidad filosófica.

La madre se incorporó a medias en la cama.

-Ahora voy -dijo-. ¿Puedes poner el café? Sofia hizo lo que le pidió y poco rato después estaban sentadas en la cocina con café y chocolate. Finalmente, Sofia dijo:

-¿Has pensado alguna vez en por qué vivimos, mamá? -Vaya, no paras, por lo que veo.

-Ahora sí, que ya sé la respuesta. En este planeta vive gente para que algunos anden por ahí poniendo nombres a todas las cosas.

-¿De verdad? No se me había ocurrido nunca.

-Entonces tienes un problema serio, porque el ser humano es un ser pensante. Si no piensas no eres un ser humano.

-¡ Sofía! -¡Figúrate que en la Tierra sólo viviesen plantas y animales! Entonces no habría habido nadie capaz de distinguir entre «gatos» y «perros», «lirios» y «frambuesas», También son seres vivos las plantas y los animales, pero solamente nosotros sabemos ordenar la naturaleza en diferentes grupos y clases.

-De verdad que eres la chica más rara que conozco -dijo la madre.

-No faltaría más -dijo Sofia-. Todos los seres humanos son mas o menos raros. Yo soy un ser humano, por lo tanto soy más o menos rara. Tú sólo tienes una hija, por lo tanto soy la más rara.

-Lo que quería decir es que me asustas con todos estos… discursos últimamente.

-En ese caso, eres muy fácil de asustar.

Más avanzada la tarde Sofía volvió al Callejón. Logró meter la gran caja de galletas en su habitación sin que la madre se diera cuenta de nada.

Primero ordenó todas las hojas luego las perforó v finalmente las colocó en la carpeta de anillas antes del capítulo sobre Aristóteles. Por último, esribió el número de las páginas en la esquina de arriba, a la derecha de cada hoja. Tenía ya más de 50 hojas. Sofía estaba en vías de hacer su propio libro de filosofía. No era ella la que lo estaba escribiendo, pero había sido escrito especialmente para ella.

Aún no había tenido tiempo de pensar en los deberes para el lunes. A lo mejor habría control de religión pero el profesor siempre decía que valoraba el interés personal y las reflexiones propias. Sofía tenía cierta sensación de que estaba adquiriendo una buena base para ambas cosas.

 

RELACIÓN DE ARISTÓTELES CON OTROS AUTORES.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"® www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

 

 

 

Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

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