- Introducción
- Método de investigación
- Descripción escrita
- Fotografía forense
- Evidencias
- Líquido espermático
- Pelos y fibras
- El pelo en la investigación criminal
- Exploración del cadáver
- Exploración del cadáver
Introducción
Como se ha indicado en el programa, una de las disciplinas que se integran en la medicina forense y por lo tanto dentro de las Ciencias Forenses, es la criminalística y su aplicación en la escena de la muerte. Esta es una de las actividades más importantes dentro de la investigación criminal y la única que nos puede dar datos objetivos que nos ayuden a reconstruir los hechos acaecidos en la escena de la muerte así como poder llegar a la identificación del autor de los mismos.
Por lo tanto debemos considerar a la criminalística como suministradora y alimentadora de evidencias físicas identificadoras y reconstructoras que se localizan en el escenario de los hechos y en los ambientes relacionados con la comisión del delito.
La criminalística aplica conocimientos, métodos y técnicas con objeto de proteger, observar, y fijar el lugar de los hechos, así como para coleccionar y suministrar las evidencias asociadas al hecho al laboratorio de criminalística o de forma más amplia, a un laboratorio debidamente dotado de Ciencias Forenses.
Del objetivo particular de la criminalística se desprende que esta disciplina se ocupa del estudio científico del lugar de los hechos y de otros sitios relacionados con la investigación, aplicando metodología y tecnología adecuadas para obtener resultados creíbles y fiables mediante procesos científicos inductivos y deductivos.
En la pericia criminalística el auxilio inmediato al agente investigador, sea el forense o/y el agente de policía encargado consiste principalmente en el asesoramiento y las orientaciones técnico científicas que hace el experto criminalista en el escenario del suceso sobre cuestiones técnicas exclusivamente. Por otra parte, coordina o indica la aplicación de las reglas para la protección del lugar de los hechos, observa de manera meticulosa el sitio con los métodos idóneos, fija el lugar con las técnicas aplicables, colecciona todas las evidencias asociativas a efectos de estudiarlas metodológicamente y las suministra a las diversas secciones del laboratorio de Ciencias Forenses.
Actualmente dentro del Estado, la labor del experto criminalista la llevan a cabo de forma, sería deseable, conjunta los expertos de policía científica y los forenses, bajo la dirección del juez instructor, es decir, se puede decir que existe una criminalística forense y otra policial que tienen sus cometidos específicos y múltiples campos de convergencia en los que se hace imprescindible la coordinación y el trabajo en equipo. De esto se debe deducir que la orientación en la investigación nace de los equipos desplazados al lugar de la muerte, siendo éstos los que tras una adecuada recogida de las evidencias orientan la investigación del laboratorio.
Método de investigación
La criminalística aplica determinados métodos para el desarrollo eficiente de sus actividades en el escenario de la muerte. A los técnicos que les corresponda asistir al lugar deberán verificar lo siguiente al llegar:
1. Anotar la hora de llegada.
2. Estado del tiempo y condiciones del lugar.
3. Localización del lugar, así como su orientación y dimensiones. (necesario el uso de brújula y metro).
4. Verificar visual y mediante los testigos si ha sido conservado intacto el sitio, después de descubierto el hecho, o bien, si alguien ha movido o tocado algo.
5. Establecer las reglas de protección del escenario de la muerte, según las condiciones del mismo (lugares cerrados o campo abierto).
6. Recomendar la normas adecuadas al equipo de investigación para iniciar y desarrollar eficientemente las investigaciones.
Consecuentemente, el policía y el médico forense encargados de la investigación, procederán a aplicar rigurosamente la metodología general de investigación criminalística en el lugar de los hechos, debiéndose cumplir con los siguientes pasos de forma metódica:
1. Protección del lugar de los hechos.
2. Observación del lugar.
3. Fijación del lugar.
4. Colección de indicios.
5. Suministro de indicios al laboratorio y orientación de la investigación.
De esta premisas se convierte en fundamental la protección del lugar de los hechos.
Esta acción es de vital importancia, ya que de no hacerlo de forma adecuada se puede considerar que implicaría el fracaso científico de la investigación criminal.
De la protección del lugar de los hechos se deduce que se debe conservar la forma primitiva del escenario, después de sucedido el hecho. De ello se desprende que al existir una buena conservación del lugar de los hechos, la pesquisas periciales policiales y forenses serán oportunas y verídicas sobre evidencias originales, cumpliendo las tres reglas fundamentales de protección:
1ª. Llegar con rapidez al lugar, desalojar a los curiosos y establecer un cordón de protección.
2ª. No mover ni tocar nada, ni permitirlo, hasta que haya sido examinado y fijado el lugar.
3ª. Seleccionar la áreas por donde se va a caminar, con objeto de no alterar o borrar indicios.
Al cumplir con las tres reglas anteriores se ganará mucho en la consecución de las investigaciones.
Las siguientes recomendaciones complementan los alcances de las reglas de protección:
Si el hecho ha sido cometido en un lugar cerrado, todas las vías de acceso, serán vigiladas.
Si el hecho ha sido cometido en un lugar abierto o local aislado, el acceso al área quedará prohibido al público cuanto menos a 50 m. de diámetro.
El acceso al lugar de los hechos, cerrado o abierto, deberá quedar prohibido a toda clase de personas ajenas a la investigación.
Observación de lugar de los hechos.
Una vez protegido el lugar de los hechos, se procederá a su observación de forma intencionada y reiterada, de tal forma que pueda captarse toda la información indiciaria y que se pueda asociar al suceso que se investiga. La observación minuciosa del lugar de los hechos persigue el objetivo siguiente:
1. Reconocer si el lugar de los hechos es el original, o si existen otros sitios asociados que se deben investigar.
2. Localizar la evidencias asociadas al hecho, tanto identificadoras como reconstructoras.
3. Hacer las reflexiones oportunas in situ, con objeto de formar un juicio inicial sobre el hecho y poder emitir una primera opinión.
Para llegar a este objetivo es preciso tener en cuenta una serie de recomendaciones que es importante considerar para evitar la confusión o que se malogren los resultados de la investigación:
1. La capacidad de la persona encargada de la labor criminalística.
2. Los métodos de investigación que han de aplicarse.
3. Las técnicas instrumentales que servirán de apoyo.
4. El cuerpo de conocimientos que se va a desarrollar.
5. El método para registrar la información que va a obtenerse.
Consideradas estas variables para cumplir con los objetivos fijados en la investigación, es recomendable la aplicación de los siguientes métodos:
A) Método para lugares cerrados.
Desde la entrada principal al lugar de los hechos se dirige la vi al interior del inmueble, recorriendo con la vista de derecha a izquierda y viceversa cuantas veces sea necesario para recibir la información indiciaria general de las características del hecho. De acuerdo con información recibida, se debe acercar al centro mismo del lugar de hechos, seleccionando las áreas por donde se realizarán los desplazamientos. A continuación, a partir de ese centro se iniciará el riguroso examen el indicio principal, en nuestro caso un cadáver, poniendo especial énfasis en identificar todo lo que está en posesión de él. Después, de forma espiral, deben observarse todas las áreas cercanas y distantes alrededor del indicio principal, efectuando el desplazamiento con sumo cuidado también en espiral, sin que quede sin observar nada del suelo o soporte y sus muebles, hasta llegar a la periferia.
Finalmente, se debe examinar de manera minuciosa las paredes, puertas, ventanas y el techo, dirigiendo la vista de arriba a abajo y viceversa, sin que quede nada por revisar. Conforme se vayan descubriendo los indicios o evidencias, se darán las indicaciones para que sean tomadas las fotografías necesarias con testigo métrico, y las cuales irán describiéndose manuscrita y planimétricamente.
En relación aparte, también se anotará la ausencia de las evidencias que, de acuerdo con las características del hecho, se suponía que deberían encontrarse y que no fueron halladas, así como todos aquellos indicios sospechosos que se localicen en el escenario del hecho.
Cuando sea necesario, habrá de auxiliarse con instrumentos de aumento para una mejor observación de las evidencias.
B) Método para los lugares abiertos.
Previamente protegida un área de por lo menos 50 m. de diámetro, tomando como centro el sitio exacto de los hechos, se observa, en primer lugar y de forma preliminar desde un punto periférico, abanicando con la vista de un lado al otro hasta percibir la información general que se desea.
Una vez seleccionadas las áreas por donde se efectuaran los desplazamientos, habrá de ubicarse en el centro mismo del lugar de los hechos y proceder a examinar el indicio principal (cadáver) y lo que esté en posesión de él.
A continuación, también dirigiendo la vista en forma espiral, se examinan todas las áreas cercanas y distantes alrededor del indicio principal hasta llegas a la periferia. En caso de existir alguna duda, se repite la operación de la periferia hacia el centro, hasta tener la seguridad de que nada ha pasado inadvertido. También, evidentemente, se puede recurrir a instrumentos de aumento o identificación.
C) Métodos para carreteras y campo abierto.
En lugares abiertos, donde se buscan objetos, instrumentos o cadáveres principalmente en la áreas laterales de las carreteras o brechas, se debe proceder de la siguiente manera.
Extender por las áreas laterales de las carreteras una línea de hombres que abarque por los menos 200 m. colocando a los observadores a no más de 10 m. de separación entre cada uno de ellos. Se debe examinar la zona caminando, mirando de derecha a izquierda y manteniendo un paso regular. A la vez los que ocupan la parte externa de la hilera irán colocando señales para que, en caso de duda o necesidad, se prolonguen las áreas de búsqueda.
Cualquier hallazgo que haga alguno de los integrantes del cuerpo de búsqueda deberá ser comunicado de inmediato al director de la investigación (juez) y a los peritos encargados, a efecto de realizar los exámenes correspondientes del hallazgo habido.
D) Fijación del lugar de los hechos.
La fijación del lugar de los hechos, sus evidencias y demás manifestaciones materiales se efectúa aplicando las siguientes técnicas :
1. Descripción escrita.
2. Fotografía forense.
3. Planimetría forense.
4. Moldeado.
Objetivo.
Con la fijación del lugar del suceso, se logra registrar general y particularmente el lugar y sus evidencias, con objeto de plasmar su situación y características materiales a efectos de su investigación científica.
La fijación del lugar de los hechos es imprescindible en todos los casos de investigación de hechos presuntamente delictivos, por ende más en los delitos de homicidio, donde se considera necesario el registro general y particular del escenario del hecho, de tal manera que las descripciones escritas, las fotografías, los dibujos planimétricos o croquis simples y el moldeado que se elaboren puedan ijar e ilustrar en cualquier momento sin la necesidad de regresar al lugar de los hechos y, por otra parte, unidos al informe pericial cumplen la función de asesoramiento judicial, dejando las puertas abiertas al responsable de la investigación (juez) para que efectúe o demande las ampliaciones y/o explicaciones que considere necesarias.
Objetivos específicos.
En primer lugar, la descripción escrita detallada general y particularmente del lugar del suceso y sus evidencias por medio de registros manuscritos en las diligencias policiales, periciales forenses y, evidentemente, judiciales. La fotografía señala detalles y particularidades del escenario y de las evidencias físicas asociadas al hecho.
La planimetría precisa que sea exacta con anotaciones de las distancias exactas entre un indicio y otro, o entre algún punto referencial y alguna evidencia física; así mismo, nos enseña una vista general superior de la escena del crimen.
El moldeado, hoy quizá prácticamente en desuso, es útil para captar huellas negativas que se encuentran en el suelo o soportes en el lugar de los hechos, ya sean pies calzados, descalzos, neumáticos o de otros instrumentos accesorios.
Aunque parezca absurdo el recordarlo, para la fijación del lugar de los hechos hay que apoyarse en los sentidos de la vista, oído y olfato, dejando al final el tacto, que se utilizará para la idónea colección o levantamiento de los indicios. Como es lógico, no es recomendable utilizar el sentido del gusto, entre otras razones obvias, por lo demasiado empírico del mismo.
Descripción escrita
Como se ha indicado, la descripción escrita es útil para detallar de forma general y particular las características del lugar de los hechos, sus evidencias y demás manifestaciones materiales.
Según se va conociendo el escenario del crimen y se toma situación, se va describiendo la estructura externa y consecuentemente la interna, así como la ubicación, tipo, características, dimensiones y situación de los cadáveres y objetos, muebles, instrumentos e indicios en general que se encuentren en el sitio inspeccionado.
Para esto se recomienda los siguientes pasos, ya sea para lugares cerrados o abiertos.
En primer lugar describir manuscritamente de lo general a lo particular todas las áreas exteriores así como las interiores. Después de la vista de conjunto al detalle. Posteriormente, describir del detalle a los pequeños detalles y sus particularidades.
Las descripciones escritas deben coincidir en:
Tipo.
Dimensiones.
Características.
Situación.
Esta última, situación, debe ser de todas aquellas evidencias físicas: que se registren en las diligencias periciales forenses, policiales y por tanto judiciales.
La importancia de la descripción escrita radica en tres puntos principales:
1. Al anotar en el momento de observar se evitan errores posteriores y se recuerdan cosas que de otra manera se olvidarían, siendo posible verificar detalles que si en principio no presentaron importancia, después pueden llegar a tenerla.
2. Cuando se sospecha de un posible culpable, cabe la posibilidad que la memoria traicione al investigador/es, olvidando detalles que van en contra de la hipótesis y recordando sólo los que la apoyan.
3. La descripción del lugar de los hechos, objetos y lesiones debe ser concreta en su redacción, clara en sus conceptos, exacta en sus señalamientos y lógica en su desarrollo.
Fotografía forense
La fotografía señala detalles y particularidades del escenario y de sus evidencias y manifestaciones materiales; en igual forma, conforme se va examinando y describiendo el lugar se irán tomando las fotografías necesarias de todas las cosas.
Los peritos fotógrafos deben intervenir en el sitio inspeccionado antes de que sean tocados o movidos los indicios y cadáveres, con objeto de plasmar en las fotografías la situación primitiva del escenario y de todas las evidencias asociadas al caso sujeto de investigación.
Las fotografías que se deben tomar en el lugar de los hechos se dividen en cuatro tipos:
a) Vistas generales.
b) Vistas medias.
c) Acercamientos.
d) Grandes acercamientos.
Las vistas generales, deberán tomarse de manera que proyecten vistas generales del lugar desde cuatro ángulos diferentes, y si la estancia o el lugar no permite un objetivo normal deberá utilizarse un gran angular.
Después deberán tomarse series completas de medianos acercamientos que relacionen muebles, objetos, instrumentos y cuerpos, cambiando de posición, aunque siempre bajo un claro y definido punto de referencia.
Evidentemente, se tomarán fotografías de detalle que muestren los indicios, siempre con un testigo métrico.
Por último, se harán fotografías de carácter macro que señalen las determinadas particularidades de los indicios evidenciados.
Planimetría forense.
El dibujo forense, ya sea con el croquis simple para lugares abiertos o con la planimetría para lugares cerrados, precisa fundamentalmente distancias entre un indicio y otro, o entre un punto de referencia y los indicios; asimismo, muestra una vista general superior muy completa del escenario.
Cuando se trata de esquematizar recintos cerrados se recurre a la planimetría de KENYERES (húngaro que la ideó), donde resulta necesario tomar medidas exactas para situar las características generales y particulares del lugar de los hechos, obteniendo un croquis claro y completo con los muros y techo abatidos.
Evidencias
Como ya se ha indicado, es imprescindible la búsqueda de cualquier indicio o evidencia capaz de aclarar y reconstruir hacia atrás el como se desarrollaron los hechos, incluso tomando nota de aquellas cosas que habitualmente se deben encontrar y que no aparecen.
Debemos tener en cuenta que la traza, la huella y/o el vestigio son frágiles, pueden pasar inadvertidos, perdidos o alterados. Mal recogida la evidencia se vuelve inutilizable.
Debemos conocer y tener muy en cuenta que el valor de la prueba indiciaria es relativo por múltiples factores de ahí que la rapidez en la intervención y la coordinación con el resto del personal encargado de la investigación se convierta en absolutamente fundamental.
El problema central de la investigación criminal es buscar el cúmulo de indicios que nos lleve a el establecimiento de la identidad del presunto autor, siendo esta búsqueda siempre de forma indirecta y en colaboración con la búsqueda directa del mismo que realizan los grupos de policía.
La metodología más idónea para llevar a cabo el estudio de las evidencias en el lugar del delito es la siguiente:
1. Interpretación "in situ".
Una interpretación adecuada exige su estudio dentro del contexto en el que se ha desarrollado el delito. Se debe practicar una observación detallada y evidentemente minuciosa, absteniéndose de practicar cualquier tipo de prueba sobre las evidencias con el fin de evitar cualquier, destrucción o alteración de la misma que nos produzca falsos resultados posteriores.
Como ya se ha indicado, previo al estudio pormenorizado de la evidencia se debe haber efectuado estudios fotográficos y planimétricos del lugar de los hechos como fijación del mismo.
2. Recogida de evidencias.
Es de absoluta y transcendental importancia esta etapa de la investigación criminal. La diferente naturaleza de las evidencias que puedan encontrarse hace el que debe emplearse una metodología variada, distinta para cada caso.
– Las huellas dactilares son de la máxima importancia, ya que de por sí son capaces del diagnóstico individual. La ciencia que se encarga de su estudio se denomina lofoscopia y expresa el capítulo de la policía científica encargado del examen de las huellas dejadas por la parte de epidermis que se caracteriza por la presencia de crestas. Es preciso tener en cuenta en el estudio de las huellas dactilares su origen embriológico: Se conoce desde los trabajos de KRISTINE BONNEVIE, en 1929, que hacia el cuarto mes de vida intrauterina, los dibujos dermopapilares comienzan a hacerse presentes, de tal forma que la formación de estos dibujos puede señalarse en épocas más tempranas, en el tercer mes de vida intrauterina, cuando el embrión tiene una longitud de unos 4 cm.
Esta formación de las crestas en las superficies de las yemas de los dedos y en general, en las zonas con crestas dermopapilares, representa un plegamiento, pasivo de la capa germinativa del embrión, resultante de las características individuales de presión en la epidermis y en el corión en íntima relación con el desarrollo de los nervios papilares, ramas de los nervios digitales palmares. Desde el tercer mes de vida intrauterina estos dibujos van a ser características de cada persona. Existe, pues, un mecanismo de plegamiento aleatorio y otro nervioso, heredado. Esto explica, por el primero, que todas las huellas sean diferentes y por el segundo, que muestren características heredadas coincidentes en parientes de primer grado.
Por otra parte las huellas digitales pueden clasificarse en tres grandes grupos:
Latentes.
Visibles; y
Moldeadas.
Estas huellas se forman mediante el contacto de la cara anterior de la mano o del pie con cualquiera de las múltiples cosas que presentan una superficie adecuada para recibirlas y conservarlas.
Las huellas latentes, invisibles por tanto, se forman a expensas del sudor y de la secreción sebácea que impregnan las crestas dermopapilares. Las huellas visibles se consiguen impregnando, de forma voluntaria o involuntaria, estas crestas con cualquier sustancia coloreada; las moldeadas, al presionar sobre sustancias maleables.
La secreción sebácea es producida por estas glándulas de la piel y esta compuesta por agua, restos epiteliales, materias y ácidos grasos y ácidos capróico, valeriánico y butírico con algunos componentes más de menor importancia. La secreción sudoral, producida por las glándulas sudoríparas, presenta una constitución variable a base de agua, cloruro sódico y potásico, sulfatos alcalinos, fosfatos alcalino térreos, lactatos y sudoratos alcalinos, urea y elementos grasos. Su composición química varia según su procedencia y según se origine artificialmente o de forma natural. Una y otras sustancias se depositan a través de los orificios glandulares inmediatamente a las superficies con la que estas crestas se ponen en contacto.
Por las características de esta secreción, unos soportes van a ser buenos para reproducir el dibujo latente dermopapilar y otros malos. El conocimiento de este importante factor va a condicionar de forma especial la búsqueda de impresiones digitales y dermopapilares. Es condición indispensable que estos soportes tengan una superficie lisa, tersa, pulimentada y que se encuentren en relativas condiciones de buena limpieza; conforme a que estas condiciones van siendo modificadas, las huellas que se determinen son peores hasta hacerse ilegibles.
Demostrada la existencia de huellas sobre un objeto, éste debe ser considerado como pieza de convicción. Esas huellas deben llegar al laboratorio en las mejores condiciones. Un descuido o una aplicación de los conocimientos técnicos para su transporte equivocada pueden hacerlas desaparecer o modificar de forma tan profunda que las haga inútiles al efecto.
Para manipular estos objetos, como regla general, debe observarse la precaución de cogerlos por aquellos sitios donde lógicamente no debieron ser cogidos por el delincuente o por aquellos, que, aun habiendo tocado, no quede posibilidad de revelado suficiente a nuestros propósitos.
Cuando se trata de huellas latentes, en su búsqueda debe tenerse en cuenta todo los dicho al tipo de soporte y manipulación. En esta búsqueda tiene una gran importancia la iluminación y la forma de emplearla. Mejor que la luz natural o la uniforme de una lámpara eléctrica es mejor la linterna de bolsillo con la que podemos dirigir el haz de luz; oblicuamente sobre el punto o los puntos a explorar, dejando en sombra el resto del objeto. Con este sistema de epi-iluminación, hacemos más patentes las más pequeñas huellas y evitamos otras fuentes de luz o reflejos que puedan deslumbrar al operador. Actualmente se puede utilizar una fuente de iluminación Lasser, metódica actualmente ampliamente experimentada.
El revelado de las huellas latentes se basa en que éstas están compuestas por productos grasos y éstos pueden colorearse mediante diversos colorantes selectivos para los elementos de este tipo, o mediante polvos que se adhieran a estas superficies grasientas. Estos reactivos pueden ser, gaseosos, líquidos y pulverulentos. Los reactivos líquidos normalmente no se utilizan, a no ser en el laboratorio, por las dificultades que supone su empleo y por las manchas que producen. Por otro lado, los contrastes fotográficos que se logran con ellos son deficientes. Los más usuales son los pulverulentos. Estos se utilizan dejándolo resbalar suavemente sobre el soporte cuando éste es de fácil manipulación. En caso contrario, pueden emplearse pulverizadores y, mejor, la brocha suave de pelo de marta, poniendo polvo y arrastrando suavemente el sobrante.
– Manchas.
Por mancha se entiende toda modificación del color, toda suciedad, toda adición de substancia extraña, visible o no, en la superficie corporal, instrumentos u objetos cualquiera, determinada por el depósito de un producto líquido, blando y algunas veces sólido, de cuyo estudio se pueden establecer relaciones de la participación de una persona o cosa en la comisión de un delito.
Aunque el número de manchas que pueden ser motivo de estudio médico forense es muy elevado, no todas tienen la misma importancia y frecuencia. Nos vamos a fijar en algunas de ellas de mayor interés, debiéndose tener en cuenta que las que no se enumeren pueden, en algunos casos, ser de capital importancia y por lo tanto, tenidas siempre en cuenta por los peritos encargados de la investigación.
– Manchas de Sangre.
La sangre es el vestigio más frecuente y el más importante, por lo que cuando exista debe ser estudiado minuciosamente. Es importante su estudio cuidadoso, bajo todos los aspectos. Así como se da una gran importancia al estudio altamente especializado, aquel que únicamente puede realizarse en laboratorios adecuadamente dotados y con técnicos específicos, para el médico forense y para el policía, tiene más interés inmediato el estudio de la apariencia y distribución de la sangre debido a la abundancia de información que nos puede suministrar en la investigación criminal.
El aspecto de las manchas varía con la antigüedad y el soporte sobre el que recaen. En los tejidos absorbentes y claros, las manchas recientes presentan un color rojo oscuro, que con el tiempo tiende a ennegrecerse más. Si las manchas han sido lavadas con agua, el color se hace más claro y el pigmento difunde por el tejido, si bien de un modo irregular, con lugares más densos que otros. El aspecto de la mancha como de haber sido lavada debe poner en guardia al perito, ya que diversos productos caústicos o ácidos modifican las características estructurales de los componentes de la mancha, dando lugar a errores en la investigación.
En los tejido oscuros las manchas se visualizan mal, por lo que se hace necesario emplear diversos reactivos capaces de hacer las manchas aparentes sin alterarlas ni modificar la marcha analítica posterior.
Cuando la mancha asienta sobre un soporte no absorbente forma costras con aspecto de escamas brillantes o agujas. Si la sangre es reciente las escamas son rojas, aunque el color depende, con independencia de la antigüedad, del grosor de la costra; a menor espesor el rojo es más acusado. Con la antigüedad las costras se van haciendo más oscuras.
Es importante estudiar los diferentes mecanismos de producción de las manchas, pudiéndose distinguir los siguientes:
1. Proyección.
Tiene lugar cuando la sangre sale proyectada con cierta fuerza viva, bien describiendo una curva parabólica, bien en caída libre.
2. Escurrimiento.
La sangre babea y, por concentración de cierta cantidad, al ir cayendo por acción de la gravedad, forma regueros, charcos, etc.
3. Contacto.
Cualquier objeto ensangrentado al contactar con el sustrato deja una impresión, como huellas de manos, pies, etc..
4. Impregnación.
Se trata de un mecanismo común a los anteriores, con los que se asocia; consiste en la inhibición del sustrato por el líquido. Si el tejido es absorbente la sangre lo empapa y difunde por él dando lugar a manchas uniformes, circulares y de bordes netos.
5. Un mecanismo mixto, entre contacto y la impregnación, es el origen de las manchas de limpiadura. Cuando se enjuga una hoja de un arma blanca, o un palo, en un trapo absorbente, se producen una manchas típicas, de forma rectangular, con soluciones de continuidad y trazos transversales más densos. La intensidad del color decrece progresivamente.
Estudiando estas manchas podemos ver el gran interés que se desprende y el gran valor que poseen en la investigación criminal.
Manchas de Proyección.
Su origen puede ser múltiples: una arteria seccionada, un instrumento que se sacude con violencia, un charco de sangre que se pisa, una cabeza ensangrentada que se golpea. Todos estos mecanismos producen un lanzamiento de la sangre a distancia y en varias direcciones. También pueden producirse, por un reguero que escurre y gotea, cayendo la sangre desde cierta altura.
El análisis de la morfología de estas manchas tiene un claro interés reconstructivo, aunque está sujeto a influencias diversas que exigen una cautela y verdadera práctica a la hora de su valoración.
Cuando una mancha cae perpendicularmente sobre una superficie produce una mancha redondeada, cuyo aspecto dependerá de la cantidad de sangre que forma la gota, la altura de caída y de la superficie sobre la que cae.
La altura de caída, si ésta es pequeña, la mancha tiene la forma de un disco redondeado; a mayor altura el diámetro es mayor y el contorno de la mancha se empieza a hacer irregular, apareciendo dentellones y pequeñas gotas satélites, que se forman al estallar y romperse la tensión superficial de la sangre. En la formación de estas manchas influye más que la viscosidad de la sangre la cantidad de la misma que forma la gota.
El tamaño y las características del contorno de la mancha están condicionadas muy directamente por las características del soporte, tanto en su superficie como en su naturaleza intrínseca. En superficies duras y lisas, no absorbentes, se formarán gotas más circulares; en superficies rugosas o que tengan junturas se producirán manchas más irregulares, con gotículas satélites; cuando se trata de substratos absorbentes, predomina el mecanismo de inhibición o impregnación, difundiendo la sangre en sentido periférico, por lo que no suelen existir gotas satélites.
Si la gota es proyectada oblicuamente incide sobre el plano en un ángulo agudo, con lo que la mancha se alarga en el sentido de la dirección que lleva. Según este ángulo de incidencia, la velocidad de proyección y la cantidad de sangre, la superficie de la mancha se alargará más o menos, dibujando en los casos más extremos, una gotita satélite en la punta, lo que asemeja un punto de admiración. La mancha va modificando progresivamente su forma, que cuando el ángulo es poco agudo semeja una elipse, va estrechándose el extremo distal hasta asumir la forma de un renacuajo, y termina asumiendo la forma de un signo de admiración muy alargado.
Cuando se encuentren cientos de gotas pequeñas a gran distancia entre sí y en ausencia de otras de mayor tamaño, debe pensarse en un mecanismo de proyección a gran velocidad, como el disparo a cañón tocante. Pequeñas gotas alargadas en forma de signos de admiración, de dirección opuesta o múltiple, sugiere un objeto ensangrentado manejado violentamente; para conocer el lugar de procedencia basta con trazar el eje de todas las gotas y ver el lugar donde convergen, ahí debe situarse la fuente de proyección.
Las manchas de proyección sobre objetos fácilmente transportables, que lleva implícita la posibilidad de que hayan sido cambiados de sitio, deberán valorarse con suma prudencia, tendiendo en cuenta tal circunstancia.
Manchas de Escurrimiento.
Su mayor interés radica en que permiten reconstruir los cambios de posición que haya experimentado el cadáver. El reguero sigue siempre en su dirección la influencia de la gravedad; regueros opuestos, por tanto, indicarán cambios de posición.
Manchas de Contacto e Impregnación.
Tiene extraordinario interés cuando dibujan huellas de manos o de pies, así como cuando han sido producidas al enjugar el arma para limpiarla. etc: Las dimensiones que alcanzan las manchas de los vestidos empapados pueden dar una idea del tiempo que permanecieron en contacto con la sangre.
Una vez estudiada la mancha "in situ", es necesario su traslado al laboratorio y aquí destaca la importancia del sustrato en que se encuentre, lógicamente, aquellos substratos fácilmente transportables tienen el inconveniente de que pueden haber sido modificados en su situación desvirtuando la pesquisa en el momento, por otra parte, aquellos con un sustrato fijo deben ser tratados de forma adecuada para su traslado.
Aquí rige el mismo principio indicado en el proceso de fijación del lugar de los hechos, debiéndose recoger un estudio gráfico adecuado siempre con relaciones métricas lo más exactas posibles.
Trasladadas las muestras al laboratorio, éste lo principales problemas que debe resolver en relación a las manchas de sangre, son:
1. Diagnóstico genérico. Es decir, demostrar la naturaleza sanguínea de la mancha.
2. Diagnóstico específico. Especie animal a que corresponde la sangre.
3. Diagnóstico individual. Demostrado el origen humano, determinar a qué individuo pertenece (Grupos sanguíneos, D.N.A., etc.).
4. Diagnóstico del sexo del individuo de quien procede la sangre y si es posible la región anatómica de origen.
5. Data de la mancha de sangre.
Líquido espermático
El líquido espermático se puede presentar en tres formas distintas: como mancha, impregnando un tejido; como fluido, mezclado con otros fluidos corporales, como la secreción vaginal, o como semen o líquido espermático, cuando se obtiene directamente del sujeto para una investigación de esterilidad.
La búsqueda de líquido espermático se relaciona con los delitos de estirpe sexual, siendo fundamental en el caso que nos ocupa, el homicidio, la búsqueda sistemática en vagina, recto y cavidad oral de restos de éste, así como en aquellas zonas susceptibles de encontrar el mismo. Esta búsqueda no sólo confirma la acción sexual ejercida sino que conforma o descarta determinadas versiones sobre los hechos acontecidos.
La metódica de recogida de material de examen difiere de unos casos a otros. En el caso de una investigación sobre una víctima de violación o/y atentado pederástico, se debe buscar el líquido espermático en vagina y recto, debiéndonos servir de un escobillón de los utilizados en microbiología para recoger las secreciones.
El tiempo postcoito en el que se pueden encontrar espermatozoides en la cavidad vaginal varía de unos autores a otros, aunque de todos modos cuanto más precozmente se proceda, mayores posibilidades de éxito habrá, es decir, en el caso de la muerte homicida de una persona de sexo femenino, se hace preciso la investigación de carácter inmediato de la posibilidad de presencia de restos de líquido espermático, sería perder un porcentaje de posibilidades de éxito importante el dejar la toma de muestras para el acto de autopsia.
Cuando el esperma lo encontramos en forma de mancha, se puede observar que la morfología de ésta varia según el soporte donde asienta. En la piel produce lo que se denomina como "rastro de caracol" aspecto de fina película, como de pegamento. En los tejidos absorbentes forma unas manchas típicas, con una característica tiesura, como si el tejido estuviese almidonado. Si la mancha es reciente tiene un olor típico. La morfología de las manchas es irregular, con unos contornos bien delimitados, que han justificado su comparación con "cartas geográficas". Es preciso tener en cuenta que pueden existir marcadas variaciones en la mancha dependiendo el mecanismo de producción.
La recogida de las manchas al igual que en las de sangre, precisa de un cuidado especial, para su posterior envío y estudio en el laboratorio, donde se procederá a una marcha analítica similar a la de la sangre en el aspecto de diagnóstico genérico, de especie e individual.
Existen múltiples manchas orgánicas más a estudiar como las de orina, heces, meconio, etc., a las que se deben añadir y distinguir otras no de origen animal, sino que pueden ser de origen vegetal y mineral y que es preciso saber distinguir, a efecto de evitar confusiones que tengan verdadera trascendencia jurídica, es decir, la apariencia absoluta y características de una determinada mancha debe tener una confirmación e investigación posterior de laboratorio en los términos que ya hemos indicado.
Pelos y fibras
El pelo está integrado por dos partes, una libre, denominada tallo y otra intracutánea, llamada raíz.
El tallo o porción pilosa que flota en la atmósfera, es muy variable en los sujetos y en las razas, por lo que desde el punto de vista somatoscópico, ha sido perfectamente estudiado por los investigadores.
Desde el punto de vista estructural el pelo está formado por células epiteliales dispuestas en tres capas concéntricas que de fuera a dentro, son las siguientes: cutícula, capa cortical y médula.
La cutícula o epidérmica está formada por células planas, delgadas, transparentes, sin núcleo, imbricadas como las tejas de un tejado con el borde libre hacia la punta del pelo. Es interesante, desde el punto de vista forense, este detalle histológico de la disposición de las células cuticulares, pues aparte de otros datos identificativos, nos permite determinar, ante un fragmento de pelo, que extremidad corresponde a la punta y cual a la raíz.
La capa cortical, cubierta por la cutícula, es mucho más gruesa y constituye la mayor parte del pelo. Está constituida por células alargadas, que le dan un aspecto más o menos estriado longitudinalmente, con núcleo fácilmente visible. Su color comprende desde el blanco transparente hasta el negro más o menos intenso; unas veces regularmente distribuido en forma de finas granulaciones pigmentarias; otras distribuido más irregularmente en granulaciones e islotes de diferente tamaño. Constituye un cilindro que envuelve la médula, más cuando ésta no existe, forma un tallo macizo.
La médula constituye el eje del pelo. Es generalmente cilíndrica y está integrada por la superposición de una o varias series de células poliédricas, con núcleo, granulaciones pigmentarias, glóbulos grasos y burbujas de aire.
La médula no es un elemento constante del tallo piloso, muy frecuentemente falta, en los pelos de los jóvenes y en el vello suele quedar localizada en la raíz. Son muchas las especies animales cuyos pelos están desprovistos de médula.
El conducto medular es continuo en algunos pelos humanos, pero en general, aparece fragmentado, discontinuo y en los pelos muy finos, lo corriente es la ausencia de médula.
Es de gran interés forense señalar el hecho de la gran afinidad que tiene la capa cortical del pelo para fijar vapor de agua de la atmósfera, ya que la humedad o las operaciones analíticas de sumersión de los pelos en los diversos líquidos pueden alterar las medidas, especialmente diametrales, que son fundamentales para el estudio forense.
La extremidad libre del pelo o punta es de forma extraordinariamente variable y así mismo de sumo interés en la investigación criminal.
El pelo en la investigación criminal
El hallazgo de pelos en las actuaciones policiales y/o forenses, ya sea en el lugar del suceso, ya en el presunto agresor, o en la víctima, en prendas u objetos más o menos directamente relacionados con el hecho, entraña dos series de problemas completamente distintos: de una parte, los de orden identificativo; de otra, los no menos importantes que se refieren a la reconstrucción de los hechos.
Así pues, no se ha de mirar el pelo como un simple elemento susceptible de ser analizado con fines identificativos, con ser éstos muy importantes y a veces, decisivos en la investigación; el pelo en la investigación criminal es algo más que un factor histológico o anatómico, es una evidencia, una huella del crimen y, como tal, debe estudiarse también para la reconstrucción de los hechos. De la misma manera que las huellas de sangre u otras huellas requieren necesariamente, en todos los casos, un estudio topográfico y organoléptico antes de proceder a su análisis específico. El pelo encontrado, requiere siempre, sin excepción, un estudio de su topografía, disposición, forma y ambiente en que se encuentra, circunstancias que hábilmente estudiadas, pueden hacer innecesarias toda una serie de investigaciones técnicas.
Los problemas identificativos que teóricamente se pueden resolver mediante un estudio forense completo, son los siguientes:
1. Diagnóstico Genérico.
Indudablemente es el primero y fundamental problema el demostrar la naturaleza del pelo, ya que hay múltiples cuerpos filiformes que pueden prestarse a confusión, tales como fibras vegetales o de cualquier otra naturaleza, pelos procedentes de plantas pilíferas, etc..
2. Diagnóstico de Especie.
Una vez resuelto el problema de la identificación genérica, si se trata de pelos, surge automáticamente el problema de diagnóstico específico o zoológico. Cuestión básica pues aún no tratándose de pelos humanos puede interesar a la justicia el precisar a que especie zoológica pertenecen.
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