1ro. de Enero 2015 Viva Cuba …Por Siempre 1959 – 2015. Aurelio
Ángel Baldor: (1906 – 1978)
HACE UNOS AÑOS FIDEL CASTRO DIJO… ¿PERO…?
¿ES CIERTO ESO? Cuba: 1959 – 2015 55 AÑOS
DESPUES
¿QUIÉN EN HISPANOAMERICA, NO ESTUDIÓ EL
ÁLGEBRA DE BALDOR? Muchos latinoamericanos de distintas
generaciones han utilizado por lo menos uno de los famosos libros
de matemáticas de Baldor. Este es un relato de la vida de
este profesor de toda la América y de todos los tiempos.
Baldor, cuyo nombre es inmediatamente relacionado con su
principal libro, ha sido quizás el que más
pasión ha despertado en los estudiantes de la secundaria y
de bachillerato de toda Latinoamérica.
No nació en Bagdad como hasta hoy pensábamos
muchos. Nació en La Habana, Cuba, y su problema más
difícil no fue una operación matemática,
sino la revolución de Fidel Castro. Esa fue la
única ecuación inconclusa del creador del
Álgebra de Baldor, Aurelio Ángel Baldor
(1906-1978). Un apacible abogado y matemático que se
encerraba durante largas jornadas en su habitación, armado
sólo de lápiz y papel, para escribir un texto que
desde 1941 apasiona a millones de estudiantes de toda
Latinoamérica.
El Álgebra de Baldor es el libro más consultado en
los colegios y escuelas desde Tijuana hasta la Patagonia; lo es
aún más que El Quijote de la Mancha. Tenebroso para
algunos, misterioso para otros y definitivamente indescifrable
para los adolescentes que intentan resolver sus
"misceláneas" a altas horas de la madrugada, es por lo
demás un texto que permanece en la cabeza de tres
generaciones que ignoran que su autor no es el árabe que
observa con desdén calculado a sus alumnos amedrentados,
sino el hijo menor de Gertrudis y Daniel, nacido el 22 de octubre
de 1906 en La Habana, y portador de un apellido que significa
"valle de oro" y que viajó desde Bélgica hasta Cuba
sin tocar la tierra de Scherezada.
Daniel Baldor quien reside actualmente en Miami y es el tercero
de los siete hijos del célebre matemático, es
inversionista, consultor, hombre de finanzas y además
quien vivió directamente el drama que se
ensañó con su familia en los días de la
revolución de Fidel Castro junto a sus padres, sus seis
hermanos y la abnegada nana que los acompañó
durante más de cincuenta años. Él nos narra
una síntesis de esa historia. "Aurelio Baldor (mi padre)
era el educador más importante de la isla cubana durante
los años cuarenta y cincuenta.
EL DESASTRE DE CUBA Era fundador y director del Colegio Baldor,
una institución que tenía 3 mil 500 alumnos y 32
buses en la calle 23 y 4, en la exclusiva zona residencial del
Vedado. "Fue un hombre tranquilo y enorme, enamorado de la
enseñanza y de mi madre, quien hoy lo sobrevive, y se
pasaba el día ideando acertijos matemáticos y
juegos con números“. Recuerda Daniel y evoca a su
padre caminando con sus 100 kilos de peso y su proverbial altura
de un metro con noventa y cinco centímetros por los
corredores del colegio, siempre con un cigarrillo en la boca,
recitando frases de Martí y con su álgebra bajo el
brazo, que para entonces, en lugar del retrato del sabio
árabe intimidante, lucía una sobria carátula
roja.
EL CRISTO Los Baldor vivían en las playas de Tarará
en una casa grande y lujosa donde las puestas de sol se
despedían con un color distinto cada tarde y donde el
profesor dedicaba sus tardes a leer, a crear nuevos ejercicios
matemáticos y a fumar, la única pasión que
lo distraía por instantes de los números y las
ecuaciones. La casa aún existe y la administra el Estado
totalitario cubano. Hoy es y hace parte de una villa
turística para extranjeros que pagan cerca de dos mil
dólares para pasar una semana de verano en las mismas
calles en las que Baldor se cruzaba con el "Che" Guevara, quien
vivía a pocas casas de la suya en el mismo barrio. "Mi
padre era un hombre devoto de Dios, de la patria y de su
familia", afirma Daniel.
EL MALECON "Cada día rezábamos el rosario y todos
los domingos, sin falta, íbamos a misa de seis, una
costumbre que no se perdió ni siquiera después en
el exilio". “Además era masón”, cosa
que entonces creía incompatible y me creaba
muchísimas confusiones. Eran los días de riqueza y
filantropía, días en que los Baldor ocupaban una
posición privilegiada en la escalera social de la isla y
que se esmeraban en distribuir justicia social por medio de becas
en el colegio y ayuda económica para los enfermos de
cáncer. El 2 de enero de 1959 los hombres de barba que
luchaban contra Fulgencio Batista tomaron La Habana. No pasaron
muchas semanas antes de que Fidel Castro fuera personalmente al
Colegio Baldor y le ofreciera la revolución al director
del colegio.
revolucionarios hasta la casa del profesor con la orden de
detenerlo. Solo una contraorden de Camilo Cienfuegos, quien
defendía con devoción de alumno el trabajo de
Aurelio Baldor, lo salvó de ir a prisión. Pero
apenas un mes después, aparentemente la familia Baldor se
quedó sin protección, pues Cienfuegos, en un vuelo
entre Camagüey y La Habana, desapareció en medio de
un mar furioso que se lo tragó para siempre. "Fidel fue a
decirle a mi padre que la revolución estaba con la
educación y que le agradecía su valiosa labor de
maestro…, pero ya estaba planeando otra cosa", recuerda Daniel.
Los planes tendría que ejecutarlos Raúl Castro,
hermano del líder del nuevo gobierno, y una calurosa tarde
de septiembre envió a un piquete de
ADOCTRINADOS "Nos vamos de vacaciones para México", nos
dijo mi papá. Nos reunió a todos, y como si se
tratara de una clase de geometría nos explicó con
precisión milimétrica cómo teníamos
que prepararnos. Muchos años después, fue mi madre
que confesara que la dedición se precipito por las
advertencias de sus hermanos de logia."Era el 19 de julio de 1960
y él estaba más sombrío que de costumbre. Mi
padre era un hombre que no dejaba traslucir sus emociones, muy
analítico, de una fachada estricta, durísima, pero
ese día algo misterioso en su mirada nos decía que
las cosas no andaban bien y que el viaje no era de recreo", dice
el hijo de Baldor.
Un vuelo de Mexicana de Aviación los dejó en la
capital azteca. La respiración de Aurelio Baldor estaba
agitada, intranquila, como si el aire mexicano le advirtiera que
jamás regresaría a su isla y que moriría
lejos, en el exilio. El profesor, además del dolor del
destierro, cargaba con otro temor. Era infalible en
matemáticas y jamás se equivocaba en las cuentas,
así que si calculaba bien, el dinero que llevaba le
alcanzaría apenas para algunos meses.
Partía acompañado de una pobreza monacal que ya sus
libros no podrían resolver, pues 12 años
atrás había vendido los derechos de su
álgebra y su aritmética a Publicaciones Culturales,
una editorial mexicana, y había invertido el dinero que
obtuvo de ello en su escuela y en su país. La lucha
empezaba. Los Baldor, incluida la nana, se estacionaron con
paciencia durante 14 días en México y
después se trasladaron hasta Nueva Orleans, en Estados
Unidos, donde se encontraron con el fantasma vivo de la
segregación racial. Aurelio, su mujer y sus hijos eran de
color blanco y no tenían problemas, pero Magdalena, la
nana, una soberbia mulata cubana, tenía que separarse de
ellos si subían a un bus o llegaban a un lugar
público.
Aurelio Baldor, heredero de los ideales libertarios de
José Martí, no soportó el trato y
decidió llevarse a la familia hasta Nueva York, donde
consiguió alojamiento en el segundo piso de la propiedad
de un italiano en Brooklyn, un vecindario formado por inmigrantes
puertorriqueños, italianos, judíos y por toda la
melancolía de la pobreza. El profesor, hombre friolento
por naturaleza, sufrió aun más por la falta de agua
caliente en su nueva vivienda, que por el desolador panorama que
percibía desde la única ventana del segundo
piso.
La aristocrática familia que invitaba a cenar a ministros
y grandes intelectuales de toda América a su hermosa casa
de las playas de Tarará estaba condenada a vivir en el
exilio, hacinada en medio del olvido y la sordidez de Brooklyn,
mientras que la junta revolucionaria declaraba la
nacionalización del Colegio Baldor y la
expropiación de la casa del director, que sirvió
durante años como escuela revolucionaria para formar a los
célebres "pioneros".La suerte del colegio fue distinta.
Hoy se llama Colegio Español y en él estudian 500
estudiantes pertenecientes a la Unión Europea.
Ningún niño nacido en Cuba puede pisar la escuela
que Baldor construyó para sus compatriotas. Aurelio Baldor
trató en vano de recuperar su vida. Fue a clases de
inglés junto a sus hijos a la Universidad de Nueva York y
al poco tiempo ya dictaba una cátedra en Saint Peters
College, en Nueva Jersey, gracias por cierto a sus hermanos
masones americanos
COMERCIO Se esforzó para terminar la educación de
sus hijos y cada uno encontró la profesión con que
soñaba: uno profesor de literatura, dos ingenieros, uno
inversionista, dos administradores y una secretaria.Ninguno
siguió el camino de las matemáticas, aunque todos
continuaron aceptando los desafíos mentales y los juegos
con que los retaba su padre todos los días. Con los
años, Baldor se había forjado un importante
prestigio intelectual en los Estados Unidos y había dejado
atrás las dificultades de la pobreza.
Sin embargo, el maestro no pudo ser feliz fuera de Cuba. No lo
fue en Nueva York como profesor, ni en Miami donde vivió
su retiro acompañado de Moraima, su mujer, quien hoy tiene
89 años y recuerda a su marido como el hombre más
valiente de todos cuantos nacieron en el planeta.Baldor
jamás recuperó sus fantásticos cien kilos de
peso y se encorvó poco a poco como una palmera monumental
que no puede soportar el peso del cielo sobre sí. El
exilio le supo a jugo de piña verde. "Mi padre se
murió con la esperanza de volver", asegura su hijo
Daniel.
El autor del Álgebra de Baldor se fumó su
último cigarrillo el 2 de abril de 1978. A la
mañana siguiente cerró los ojos, murmuró la
palabra Cuba por última vez y se durmió para
siempre. Un enfisema pulmonar, dijeron los médicos,
había terminado con su salud. Pero sus siete hijos, quince
nietos y diez biznietos, siempre supieron y sabrán que a
Aurelio Baldor lo mataron "la nostalgia y el destierro".
¡HAN PASADO 53 AÑOS! ¿PUEDE ALGUIEN CREER EN
EL SOCIALISMO DEL SIGLO 21? SI
LOS HOMBRES SE DIVIDEN EN DOS BANDOS LOS QUE AMAN Y CONSTRUYEN Y
LOS QUE ODIAN Y DESTRUYEN
Viva Cuba …Por Siempre 1959 – 2015