El pasado 24 de octubre de este año 2014, en el
marco del XIº Encuentro Internacional de Valdai, el
presidente ruso, y líder mundial, Vladimir Putin
pronunció el discurso más importante sobre la
problemática mundial y respondió a cuestiones de
sus interlocutores con la claridad que la urgente
situación del mundo, asediada por el terror sionista
norteamericano y sus aliados de Israel y de Europa, demanda de
sus líderes comprometidos con la paz y la seguridad
internacional.
El "Club de Discusión Valdai" es un marco
internacional para promover el análisis
científico y el diálogo independiente e imparcial
de los acontecimientos políticos, económicos y
sociales en Rusia y en el resto del mundo. Participan las mentes
más lúcidas de la intelectualidad rusa y del mundo.
Se fundó en 2004, cerca del lago Valdai (de donde le viene
el nombre) que es uno de los lagos más grandes de Novgorod
Oblast (en el Distrito Federal Noroeste, entre Moscú y San
Petersburgo en Rusia) en el centro del parque nacional
Valdaysky. Aquí se realizó la primera
reunión del Club de Discusión Valdai Internacional.
Cada año acuden a sus reuniones más de 800
representantes de la comunidad académica internacional de
casi 50 países. Se incluyen profesores de las principales
universidades del mundo, como Harvard, Columbia, Georgetown,
Stanford, la Universidad de Carleton, la Universidad de Londres,
la Universidad de El Cairo, la Universidad de Teherán, la
Universidad Oriental de China, la Universidad de Tokio, la
Universidad de Tel Aviv, la Universidad de Messina, la
Universidad Johns Hopkins, la London School of Economics, el
Kings College de Londres, el Sciences Po y la Sorbona de
París. (http://valdaiclub.com/about/).
El potencial intelectual del Club de Valdai es muy
apreciada tanto en Rusia como en el mundo académico y
político ajenos a las presiones del Consejo de Relaciones
Exteriores (CFR) y el Club de Bilderberg norteamericanos, del
Instituto Real de Asuntos Internacionales (RIIA) y la Casa de
Chatham británicos, y de los think thanks conservadores
anglo-norteamericanos.
El Presidente y el Primer Ministro de Rusia suele
reunirse con los miembros del club, y con los políticos y
figuras públicas de Rusia y otros Estados en reuniones de
trabajo como el que dio lugar al discurso que, gracias a una
traducción publicada el 10 de noviembre por "Iñaki"
en el blog Salsarusa
(http://salsarusa.blogspot.com.ar/2014/11/discurso-de-putin-en-valdai.html),
usted puede leerlo y entenderlo, ahora, aquí.
El discurso no fue parte de los espacios noticiosos de
la prensa decadente mundial. Tampoco sus sesudos comentaristas se
ocuparon de él. No es de extrañar si se tiene en
cuenta quiénes subvencionan los medios de todo tipo en el
mundo y la estima genuflexa que se tienen a sí mismos, sus
propietarios y escribidores. Esto los hace reaccionar
instintivamente frente a todo hecho o información que
discrepe o contradiga los dictados de sus titiriteros.
Puedo discrepar con lo que el Presidente Putin dice
respecto de la institucionalidad del orden internacional surgida
después de la II Guerra, pues para mí este orden
sirvió y sirve aún para imponer o manipular
"consensos" y hacer aparecer las decisiones imperiales
norteamericanas como "democráticas", o "vetar" aquellas
que pudieran afectar sus intereses o, simplemente, ignorarlas
como en el caso de la invasión a Granada, a Panamá,
a Irak a Libia, para recordar sólo algunas.
Discrepar respecto del 11 de septiembre cuya
autoría respondió a las urgencias sionistas de la
guerra contra el Islam contenidas en las doctrinas del terror de
las élites civil-militares del Imperio y que vienen siendo
aplicadas desde Reagan hasta Obama.
Tener reparos respecto de la actitud asumida por Rusia
cuando la invasión a Libia y el magnicidio de su
líder Muamar al Gadafi, constructor de la
soberanía, la integración y la calidad de vida en
ese país.
Pero, lo que es innegable es que se trata de un discurso
que con impecable rigor lógico hilvana el acontecer
mundial desde la II GM para procurar su entendimiento e
interpretación más allá del dogmatismo que
impregna el maniqueísmo de la inteligentzia sionista y de
sus epígonos en todos lados.
De un discurso diplomático que a diferencia de
los que se pronuncian en las conferencias y reuniones
"diplomáticas" sobre la problemática mundial, dice
todo claro porque se trata de un político que hace uso de
la lengua para decir la verdad y no para ocultarla como hacen los
gobernantes, especialistas y diplomáticos, tal como el
propio presidente Putin dejó en claro.
Un discurso que huye de los vericuetos de la
pseudo-ciencia que sirve para hacer ininteligible la realidad e
incomprensibles sus problemas. Un discurso en el que el
análisis y la acción futura propuesta por el
presidente Putin, se nutren en la reflexión de los hechos
que han generado la avaricia y el terror norteamericano
conjuntamente con sus socios europeos en Oriente Medio, en
África, en América latina y el Caribe, y en el
resto del mundo.
En el que la valoración de la confianza rusa
depositada en EEUU se confronta con la doblez en su proceder
político.
En el que el enjuiciamiento certero y prospectivo de las
sanciones impuestas por ese país y sus socios europeos a
Rusia, advierten la perniciosa ceguera frente a sus crisis y la
amenaza que su profundización pudiera acarrear para la
humanidad.
En el que, por encima de la irracionalidad nazi-sionista
que se pretende imponer a través de "ejércitos" de
mercenarios como el Estado Islámico (o ISIS), y de
incentivar guerras religiosas y conflictos interétnicos,
proyecta la mirada del estadista hacia un mundo distinto, donde
"Rusia no reclama ningún lugar exclusivo sino el respeto
de los intereses de los otros y de su posición". Un nuevo
orden internacional a partir de la comprensión de que "el
mundo ha entrado en una época de cambios y
transformaciones profundas, cuando todos necesitan tener cuidado
y huir de dar pasos sin reflexionar".
"Los participantes en la política mundial, (dice
Putin), han perdido un poco sus cualidades. Ahora hay que
acordarse de éstas. En caso contrario las esperanzas de un
desarrollo pacífico y estable son una peligrosa
ilusión, y las actuales conmociones un preludio de la
destrucción del orden mundial".(rubèn
ramos).
Discurso del
Presidente Putin en Valdai
Estimados colegas, señoras y señores,
queridos amigos. Me alegro de saludarles en esta XI conferencia
del club de discusión Valdai.
Ya se ha dicho aquí que este año en el
club hay nuevos coorganizadores, entre ellos organizaciones no
gubernamentales rusas, expertos, universidades. Además se
ha expresado la idea de añadir a la discusión
problemática rusa y cuestiones de política y
economía globales.
Espero que estos cambios organizativos y de contenido
refuercen las posiciones del club como importante foro de
discusión y de reunión de expertos. Con ello espero
que el llamado espíritu de Valdai pueda mantenerse, y su
libertad, apertura, posibilidad de expresar las más
distintas opiniones y con ello las opiniones sinceras.
En este sentido quiero decirles que no les voy a
decepcionar, voy a hablar clara y sinceramente. Algunas cosas
pueden parecer duras. Pero si no habláramos directa y
sinceramente de lo que realmente pensamos no tendría
sentido reunirnos. Entonces habría que reunirse en alguna
reunión diplomática, donde nadie dice nada claro,
y, recordando las palabras de un conocido diplomático,
podemos indicar que la lengua se dio a los diplomáticos
para no decir la verdad.
Nos reunimos aquí para hablar sinceramente.
Necesitamos la franqueza y dureza de las valoraciones; no para
atacarnos mutuamente sino para intentar aclarar qué es lo
que en realidad sucede en el mundo, por qué es menos
seguro y menos previsible, porqué -por tanto- crecen los
riesgos.
El tema del encuentro de hoy se ha denominado
"¿Nuevas reglas de juego o juego sin reglas?".
En mi opinión este tema, describe exactamente la
situación en que nos encontramos, la elección que
tendremos que hacer todos.
La tesis de que el mundo contemporáneo cambia
radicalmente, por supuesto, no es nueva. Y sé que ustedes
han hablado de ello en el curso de esta discusión. Es
cierto, es difícil no darse cuenta de las transformaciones
radicales en la política global, en la economía, la
vida social, en la esfera de las tecnologías sociales, de
la información, de la producción.
Les pido disculpas desde ahora si repito lo expresado
por algunos participantes en este foro. Es difícil
evitarlo, ustedes han hablado en detalle, pero yo voy a expresar
mi punto de vista, que puede coincidir o ser distinto de lo dicho
por los participantes del fórum.
No olvidemos, al analizar la situación actual,
las lecciones de la historia. En primer lugar, el cambio en el
orden mundial (y sucesos de ese tipo los observamos ahora). Por
regla general van acompañados si no por una guerra global
o por choques globales, por una cadena de conflictos intensivos
de carácter local. En segundo lugar, la política
mundial es sobre todo el liderazgo económico, las
cuestiones de la guerra y la paz, de la esfera humanitaria,
incluyendo los derechos humanos.
En el mundo se han acumulado numerosas contradicciones.
Y debemos preguntarnos sinceramente unos a otros si tenemos una
red de seguridad. Por desgracia no hay garantías de que el
sistema existente de seguridad global y regional pueda alejarnos
de la catástrofe. Las instituciones internacionales y
regionales de relaciones económicas, políticas y
culturales viven tiempos difíciles.
Sí, muchos mecanismos de garantía del
orden pacífico se crearon hace bastante tiempo, como
consecuencia de la segunda guerra mundial sobre todo. La solidez
de este sistema se basaba no sólo en el balance de
fuerzas, quiero recalcar esto, y no solo en el derecho de los
vencedores, sino también en que los "padres fundadores" de
este sistema de seguridad se relacionaban respetuosamente unos
con otros, no intentaban "exprimirlo todo", sino que intentaban
llegar a acuerdos.
Lo importante es que este sistema se desarrolló y
con todos sus defectos ayudó, si no a solucionar, al menos
a contener los problemas mundiales existentes, regular las
dificultades de la competencia entre países.
Estoy seguro de que este mecanismo de contenciones y
balances, durante las últimas décadas, se ha
desarrollado con dificultades, a veces con esfuerzos. En
cualquier caso, no se deberían romper sin crear antes algo
en su lugar, pues en caso contrario no habría instrumentos
salvo la fuerza bruta. Habría que llevar a cabo una
reconstrucción racional, adaptar a las nuevas realidades
el sistema de relaciones internacionales.
Sin embargo, Estados Unidos, que se ha declarado a
sí mismo vencedor de la guerra fría, considero que
de manera presuntuosa, piensa que no hay ninguna necesidad de
ello. Y en lugar del establecimiento de un nuevo balance de
fuerzas, que sea condición indispensable del orden y
estabilidad, al contrario, ha dado pasos que han llevado a una
fuerte desestabilización del balance.
La guerra fría terminó. Pero no lo hizo
con una declaración de "paz" mediante acuerdos
comprensibles y transparentes de observación de las normas
y estándares existentes o de creación de unos
nuevos. Parecía que los así llamados vencedores en
la guerra fría decidieron explotar la situación,
tomar todo el mundo exclusivamente para ellos, para sus
intereses. Y si el sistema existente de relaciones
internacionales y de derecho internacional, el sistema de
contenciones y contrapesos molestaba para lograr estos objetivos,
entonces declaraban su invalidez y necesidad de
desmontarlo.
Así se comportan, discúlpenme, los nuevos
ricos, que de repente obtienen una gran riqueza, en este caso en
forma de dominación mundial, liderazgo mundial. Y en lugar
de, con esta riqueza, comportarse educadamente y con cuidado,
incluso claro está, en su propio beneficio, considero que
han hecho muchas cosas mal.
Ha comenzado un periodo de diferentes interpretaciones y
silencios en la política mundial. Bajo presión del
nihilismo legal, paso tras paso ha retrocedido el derecho
internacional. La objetividad y justicia han sido víctimas
de la conveniencia política. Las normas jurídicas
han sido sustituidas por interpretaciones arbitrarias y
valoraciones parciales. Además, el control total de los
medios de comunicación ha permitido hacer pasar lo blanco
por negro y lo negro por blanco.
En las condiciones de dominio de un país y sus
aliados, o por decirlo de otra manera, sus satélites, la
búsqueda de soluciones globales se ha convertido
parcialmente en el intento de hacer pasar por
universales recetas propias. Las ambiciones de este grupo han
crecido tanto que las políticas que ellos acuerdan las
presentan como la opinión de toda la comunidad
internacional. Pero eso no es así.
El propio concepto de "soberanía nacional" para
la mayoría de los países se ha convertido en algo
relativo. En esencia, se propuso la fórmula: cuanto mayor
sea la lealtad a un solo centro de influencia en el mundo mayor
es la legitimidad de este o aquel régimen de
gobierno.
Luego tendremos ustedes y yo una discusión libre,
y con mucho gusto contestaré a las preguntas y les
permitiré que ejerzan el derecho a hacer preguntas. Pero
en el curso de esta discusión prueben a negar la tesis que
acabo de formular.
Las medidas contra los que no acatan esto son bien
conocidas y probadas muchas veces: acciones de fuerza,
presión económica y propagandística,
injerencia en asuntos internos, apelación a cierta
legitimidad "supralegal" cuando hay que justificar una
solución no legal a los conflictos, el derribo de
regímenes incómodos. En los últimos tiempos
hemos sido testigos de que contra determinados
líderes se ha ejercido un chantaje abierto. No
en vano el llamado gran hermano gasta miles de millones de
dólares en vigilar a todo el mundo, incluidos sus aliados
más cercanos.
Hagámonos la pregunta de hasta qué punto
vivimos confortablemente y seguros en un mundo
así, hasta qué punto es justo y racional.
¿Puede ser que no tengamos motivos para preocuparnos,
discutir, formular preguntas incómodas? ¿Puede ser
que la exclusividad de los Estados Unidos, tal y como ellos
ejercen su liderazgo, sea realmente beneficioso para todos, y la
continua injerencia en los asuntos del mundo lleve tranquilidad,
beneficio, progreso, florecimiento, democracia y simplemente haya
que relajarse y gozar?
Me permito responder que no. No es
así.
El dictado unilateral y la imposición de los
propios modelos produce el efecto contrario: en vez de solucionar
los conflictos, estos aumentan; en vez de estados soberanos y
firmes, un creciente caos; en vez de democracia, el apoyo de un
público dudoso: desde abiertamente neonazis hasta
radicales islámicos.
¿Y por qué les apoyan? Porque los utilizan
en alguna etapa como instrumento para lograr sus fines,
después se queman y echan hacia atrás. No dejo de
sorprenderme cuando nuestros socios, una vez tras otra caen en el
mismo agujero, es decir, cometen el mismo error.
En su tiempo financiaron movimientos islamistas
extremistas para luchar contra la Unión Soviética,
que obtuvieron experiencia en Afganistán. De allí
salieron los Talibanes y Al Qaeda. Occidente, si no les
apoyó, cerró los ojos, y yo diría que
apoyaron informativamente, políticamente y financieramente
el ataque de los terroristas internacionales a Rusia (no hemos
olvidado esto), y a los países de Asia Central.
Sólo tras los terribles ataques cometidos en los propios
Estados Unidos comprendieron la amenaza general del terrorismo.
Recuerdo que entonces fuimos los primeros en apoyar al pueblo de
los Estados Unidos de América, reaccionamos como amigos y
socios en esta terrible tragedia del 11 de septiembre.
Durante mis conversaciones con líderes europeos y
de los Estados Unidos siempre hablo de la necesidad de una lucha
conjunta contra el terrorismo, como tarea global. En esta tarea
no podemos rendirnos, no podemos dividirla, usando dobles
estándares. Estuvieron de acuerdo con nosotros, pero
pasó algo de tiempo y todo volvió a ser como antes.
Se desarrolló la injerencia en Irak, y en
Libia.
Este país, por cierto, se colocó al borde
de la disolución. ¿Por qué se puso en esa
situación? Ahora se ha convertido en un polígono de
entrenamiento de terroristas.
Sólo la voluntad e inteligencia de la actual
dirección egipcia ha permitido salir del caos y el
extremismo en este país árabe clave.
En siria, como en otros tiempos, los Estados Unidos y
sus aliados han comenzado directamente a financiar y
armar a los guerrilleros y permitiendo completar sus
filas con mercenarios de distintos países.
Permítanme preguntar de dónde viene el
dinero, las armas y los especialistas militares. ¿De
dónde viene todo esto? ¿Por qué el ISIL se
ha convertido un poderoso grupo armado?
En lo referente a la financiación, hoy no
proviene sólo de los ingresos por drogas, cuya
producción, por cierto, durante el periodo de estancia de
las fuerzas internacionales en Afganistán ha aumentado
muchísimo, y no sólo un pequeño
porcentaje.
Ustedes lo saben, la financiación proviene de la
venta de petróleo, su extracción en territorios
controlados por los terroristas. Lo venden a precios tirados, lo
extraen y transportan. Alguien compra este petróleo, lo
revende, gana dinero con ello sin pensar en que está
financiando a los terroristas que tarde o temprano vendrán
a su territorio y sembrarán la muerte en su
país.
¿De dónde vienen los nuevos reclutas? En
el mismo Irak como resultado del derrocamiento de Sadam Hussein
se destruyeron las instituciones estatales, incluido el
ejército. Entonces dijimos: tened cuidado de a
dónde expulsáis a toda esta gente. A la calle.
¿Qué van a hacer? No olvidéis que, justo o
injusto, estaban al mando de una potencia regional relativamente
grande. ¿En qué la han convertido?
¿Qué sucedió? Decenas de miles de
soldados y oficiales, antiguos activistas del partido Baaz
arrojados a la calle completan ahora las filas de los
guerrilleros. ¿Puede ser que ahí esté la
clave de la capacidad del ISIS? Actúan de una manera muy
efectiva desde el punto de vista militar, son gente muy
profesional.
Rusia ha manifestado claramente su preocupación
por el peligro de acciones armadas unilaterales, las injerencias
en los asuntos de estados soberanos, el juego con extremistas y
radicales. Hemos insistido en la inclusión de los grupos
que luchan contra el gobierno central sirio, incluido el ISIS, en
la lista de organizaciones terroristas. ¿Cuál ha
sido el resultado? Ninguno.
A veces tenemos la impresión de que nuestros
colegas y amigos luchan constantemente con los resultados de su
propia política, dedican sus esfuerzos a luchar contra los
riesgos que ellos mismos han creado, pagan por ello un precio
cada vez mayor.
Estimados colegas: Este periodo de dominación
unipolar ha demostrado claramente que el dominio de un solo
centro de fuerza no lleva al aumento de la manejabilidad de los
procesos globales. Al contrario esta endeble construcción
ha mostrado su incapacidad para luchar contra amenazas tales como
los conflictos regionales, el terrorismo, el narcotráfico,
el fanatismo religioso, el chauvinismo y el neonazismo. Al mismo
tiempo ha dejado el paso libre a la aparición de la
soberbia nacional, manipulando la opinión pública,
con una fuerte presión de la voluntad del débil por
la voluntad del fuerte.
Fundamentalmente el mundo unipolar es una
apología de la dictadura sobre la gente y sobre los
países. Por cierto, el mundo unipolar no es cómodo,
llevadero y es de difícil control incluso para el
autoproclamado líder. Se han hecho comentarios sobre ello
y yo estoy totalmente de acuerdo. De ahí vienen los
actuales intentos ya en una nueva etapa histórica de crear
algo parecido a un mundo cuasibipolar, a un sistema cuasibipolar,
como modelo cómodo de perpetuación del liderazgo
americano. Y no en vano la propaganda americana presenta el lugar
del "centro del mal", el lugar de la URSS como principal
oponente: es Irán, como país que intenta tener
tecnología nuclear, China como primera economía del
mundo, o Rusia como superpotencia nuclear.
Ahora vemos de nuevo intentos de romper el mundo, de
crear nuevas líneas de división, establecer
coaliciones no por el principio de "a favor de" sino de "contra"
quien sea; formar de nuevo una imagen de enemigo, como se hizo
durante la guerra fría, y conseguir el derecho al
liderazgo, o si lo prefieren, el derecho al dictado.
Así es como se trataba la situación
durante la época de la guerra fría, todos lo
sabemos y entendemos. A los aliados de los Estados Unidos se les
decía siempre: "tenemos un enemigo común, es
terrible, es el centro del mal. Nosotros os defendemos a
vosotros, nuestros aliados, de ellos y por tanto tenemos derecho
a dirigiros, haceros víctimas de nuestros intereses
políticos y económicos; nos encargamos de los
gastos de la defensa colectiva pero esa defensa, por supuesto, la
dirigimos nosotros".
En una palabra, hoy es evidente el intento de llevar a
cabo los esquemas habituales de dirección global en un
mundo cambiante, y todo para garantizar su exclusividad y obtener
los dividendos políticos y económicos.
Estos intentos están alejados de la realidad, se
oponen a un mundo plural. Pasos similares indefectiblemente
crearán enfrentamientos, reacciones de respuesta y
provocarán finalmente el efecto contrario.
También vemos lo que sucede cuando la
política se mezcla imprudentemente con la economía,
la lógica racional deja su lugar a la
lógica de la confrontación, incluso cuando
perjudica a las propias posiciones e intereses económicos,
incluidos los intereses de los negocios del
país.
Los proyectos económicos conjuntos, las
inversiones mutuas acercan objetivamente a los países,
ayudan a amortizar los problemas corrientes en las relaciones
interestatales. Sin embargo hoy día la sociedad
económica global sufre una presión sin precedentes
por parte de los gobiernos occidentales. ¿Qué
negocio, qué objetivo económico, qué
pragmatismo puede haber cuando aparece el eslogan: "La patria
está en peligro, el mundo libre está en peligro, la
democracia está en peligro"? Hay que movilizarse. Esto es
una política de movilización.
Las sanciones están socavando las bases del
comercio mundial, las normas de la OMC y los principios de
inviolabilidad de la propiedad privada. Amenazan el modelo
liberal de globalización, basado en el mercado, la
libertad y la competencia, un modelo cuyos máximos
beneficiarios son, lo recalco, los países
occidentales.
Ahora se arriesgan a perder la confianza como
líderes de la globalización. Nos preguntamos,
¿para qué hacer esto? El bienestar de los propios
Estados Unidos depende en gran medida de la confianza de los
inversores, de los poseedores extranjeros de dólares y
bonos americanos. Ahora la confianza se está minando y
aparecen señales de desconfianza en los frutos de la
globalización en muchos países.
El precedente chipriota y la motivación
política de las sanciones han reforzado las tendencias
hacia la soberanía económica y financiera, el
intento de los estados o sus uniones regionales de asegurarse de
alguna manera contra los riesgos de la presión externa.
Así, cada vez más países intentan salir de
la dependencia del dólar y crear sistemas financieros y
contables alternativos, divisas de reserva.
En mi opinión nuestros amigos americanos
simplemente están cortando la rama en la que están
apoyados. No hay que mezclar política y economía,
pero precisamente esto es lo que sucede. Pensaba y sigo pensando
que las sanciones motivadas políticamente son
un error que produce daño a todos, pero estoy seguro de
que más tarde hablaremos de esto.
Entendemos quién ejerce la presión para
tomar estas decisiones. Con todo Rusia, quiero llamar su
atención sobre esto, no va a hacerse la ofendida por
alguien, pedir nada a nadie. Rusia es un país
autosuficiente. Vamos a trabajar en las condiciones
económicas internacionales que haya, desarrollar nuestra
producción y tecnología, actuar de forma decidida
en el desarrollo de las reformas, y la presión exterior,
como ha sucedido más de una vez, sólo consolida
nuestra sociedad, no permite relajarse, yo diría que nos
hace concentrarnos en las direcciones fundamentales de nuestro
desarrollo.
Las sanciones, por supuesto, nos molestan, con estas
sanciones intentan hacernos daño, bloquear nuestro
desarrollo, aislarnos política, económica y
culturalmente, es decir, forzarnos a ir hacia atrás. Pero
el mundo, quiero recalcar, como ya he dicho y repito, el mundo ha
cambiado cardinalmente. No podemos encerrarnos y elegir un camino
de desarrollo cerrado por un camino autárquico. Siempre
estamos dispuestos al diálogo, incluso para la
normalización de las relaciones económicas y
políticas. Contamos aquí con las posiciones y
comportamientos pragmáticos de los grupos
económicos de los países líderes
mundiales.
Hoy se oye afirmar que Rusia vuelve la espalda a Europa,
seguramente se ha oído en el transcurso de esta
discusión, que está buscando otros socios
comerciales, sobre todo en Asia. Quiero decir que esto no es
así en absoluto. Nuestra política activa en la
región de Asia y el Pacífico no ha comenzado ahora
ni en relación con las sanciones, sino hace bastantes
años. Hemos actuado como muchos otros países,
incluidos los occidentales, porque Oriente representa ya un gran
papel en el mundo económico y en el político. Esto
es algo que no podemos dejar pasar.
Quiero recalcar de nuevo que todos lo hacen, y nosotros
lo haremos, tanto más cuando una parte significativa de
nuestro territorio está en Asia. ¿Por qué no
vamos a utilizar una ventaja de este tipo? Eso sería
simplemente una falta de visión a largo plazo.
El desarrollo de relaciones económicas con esos
países, los proyectos conjuntos de integración, son
un serio estímulo para nuestro desarrollo interno. Las
actuales tendencias demográficas, económicas, y
culturales nos dicen que la dependencia de una superpotencia, por
supuesto, disminuirá objetivamente. Es lo que dicen los
expertos europeos y norteamericanos que escriben sobre
ello.
Probablemente en la política mundial nos esperen
los mismos hechos que en la economía global, una
competencia fuerte en nichos concretos, un cambio parcial del
liderazgo en direcciones concretas. Todo es posible.
Indudablemente, en la competición global crece el
papel de los factores humanitarios: la educación, la
ciencia, la sanidad, la cultura. Esto, por su parte, influye
sensiblemente en las relaciones internacionales, porque el
recurso de la llamada "fuerza blanda" dependerá en gran
medida de los logros reales en la formación del capital
humano, más que en la propaganda.
Al mismo tiempo, la formación del llamado mundo
policéntrico, también quiero llamar la
atención sobre esto, estimados colegas, por sí
mismo no refuerza la estabilidad, más bien al contrario.
El objetivo del logro de un equilibrio global se transforma en un
complicado rompecabezas, en una ecuación con muchas
incógnitas.
¿Qué nos espera, si preferimos no vivir
por esas reglas, que son severas e incómodas, sino sin
ningunas reglas? Precisamente este escenario es completamente
real, no lo podemos excluir, al ver las tensiones de la
situación mundial. Se pueden hacer muchos
pronósticos al ver las tendencias actuales, y por
desgracia no son optimistas. Si no creamos un sistema claro de
obligaciones mutuas y de acuerdos, no crearemos un mecanismo de
solución de las situaciones de crisis, y las
señales de anarquía mundial aumentarán
inevitablemente.
Ya hoy en día vemos un crecimiento de las
posibilidades de una serie de fuertes conflictos con
participación directa o indirecta de las grandes
potencias. Además este factor de riesgo incluye no
sólo las tradicionales contradicciones entre
países, sino también la inestabilidad interna de
algunos países, sobre todo cuando se trata de
países situados en la intersección de los intereses
geopolíticos de las grandes potencias, o en la frontera de
las grandes zonas histórico-culturales, económicas
y de civilizaciones.
Ucrania, de la cual estoy seguro de que se ha hablado
mucho y de la que hablaremos aún, es uno de los ejemplos
de este tipo de conflictos que influyen en la distribución
mundial de fuerzas, y creo que está lejos de
ser el último. De ahí viene la siguiente
perspectiva real de destrucción del sistema de acuerdos
sobre limitación y control de armamento. Y el comienzo de
este proceso viene de los Estados Unidos, cuando en 2002 de
manera unilateral abandonó el Tratado de Misiles
Antibalísticos, y después comenzó, y hoy
continúa activamente, con la creación de su sistema
global antimisiles.
Estimados colegas, amigos: quiero llamar su
atención sobre el hecho de que no hemos comenzado
nosotros. Estamos volviendo a aquellos tiempos en que no era el
balance de intereses y garantías mutuas, sino el miedo, el
balance de autodestrucción, lo que alejaba a los
países del ataque directo. A falta de instrumentos legales
y políticos las armas vuelven al centro de la
situación global, se utilizan donde conviene y como
conviene, sin ninguna sanción del consejo de seguridad de
la ONU. Y si el consejo de seguridad rechaza adoptar tales
decisiones, inmediatamente se dice que es un instrumento antiguo
e inefectivo.
Muchos países no ven otras garantías de su
soberanía que crear sus propias bombas. Esto es muy
peligroso. Somos partidarios de continuar las
conversaciones, no solo de conversaciones sino de conversaciones
para disminuir los arsenales atómicos. Cuanto menos
armamento atómico haya en el mundo, mejor. Y estamos
dispuestos a las más serias conversaciones sobre la
cuestión del desarme atómico. Pero serias, sin
dobles estándares.
¿Qué quiero decir? Hoy día muchos
tipos de armas de gran precisión, por su capacidad se
acercan a las armas de destrucción masiva, y en caso de
negativa al arsenal nuclear o disminución crítica
del mismo, el país que ostenta el liderazgo en la
creación y producción de estos sistemas de
precisión tendrá un claro predominio militar. Se
romperá la paridad estratégica y esto es claramente
desestabilizador. Aparecerá la tentación de uso del
llamado ataque preventivo global. En una palabra, los riesgos no
disminuirán, sino que aumentarán.
La siguiente amenaza evidente es el aumento de los
conflictos étnicos y religiosos. Esos conflictos son
peligrosos no sólo por sí mismos, sino
también porque se forman en zonas con un vacío de
poder y ley, de caos, donde se sienten a gusto los terroristas y
los criminales, florece la piratería, el comercio de seres
humanos, el tráfico de drogas.
Por cierto, nuestros colegas en su momento intentaron
dirigir estos procesos, utilizar los conflictos regionales,
construir "revoluciones de colores" para sus intereses, pero el
genio se escapó de la botella. Qué le vamos a
hacer, parece que ni sus propios autores entienden la
teoría del caos dirigido. No hay más que
división y dudas entre ellos.
Observamos atentamente las discusiones en las
élites dirigentes y entre los expertos. Basta ver las
cabeceras de la prensa occidental durante el último
año: la misma gente a la que llamaban luchadores por la
democracia y después islamistas, al principio
escribían de revoluciones y después de pogroms y
golpes de estado. El resultado es evidente: una mayor
expansión del caos global.
Estimados colegas: en tal situación el mundo debe
encontrar un acuerdo sobre cuestiones de principio. Esto es
tremendamente importante y necesario, esto es mucho mejor que
separarnos, cada uno en su rincón, tanto más cuando
nos enfrentamos a problemas comunes, estamos, como se dice, en el
mismo barco. Y el camino lógico es la cooperación
entre países, sociedades y la búsqueda de
respuestas colectivas a los múltiples problemas, una
gestión común de los riesgos. Cierto que alguno de
nuestros socios, por algún motivo, solo se acuerdan de
esto cuando responde a sus intereses.
La experiencia práctica muestra que las
respuestas conjuntas a los problemas no son siempre una panacea,
por supuesto, hay que reconocerlo, y además en la
mayoría de los casos son difíciles de conseguir. Es
muy difícil superar los intereses nacionales, la
subjetividad, sobre todo cuando se trata de países con una
tradición cultural e histórica
diferente. Pero hay ejemplos de que cuando nos
guían objetivos comunes y actuamos en base a criterios
unificados podemos lograr conjuntamente éxitos
reales.
Recordemos la solución del problema del armamento
químico de Siria, y el diálogo sobre el programa
nuclear iraní, y nuestro trabajo en la cuestión
norcoreana también ha tenido algunos resultados positivos.
¿Por qué no utilizar toda esta experiencia tanto
para la solución de problemas locales como
globales?
¿Cuál debería ser el fundamento
legal, político y económico del nuevo orden mundial
que garantice la estabilidad y seguridad, que
garantice la sana competencia y no permita la formación de
nuevos monopolios que bloqueen el desarrollo?
Es difícil que nadie pueda ahora dar una
respuesta total a esta cuestión. Se necesita un largo
trabajo con participación de un amplio círculo de
países, empresas, sociedad civil y de foros de expertos
como el nuestro. Sin embargo es evidente que el éxito, un
resultado real sólo es posible si los participantes clave
de la vida internacional pueden llegar a un acuerdo sobre los
intereses básico, sobre una lógica
autolimitación, si dan ejemplo de un liderazgo
responsable.
Hay que definir claramente dónde están los
límites de las acciones unilaterales y dónde
aparece la exigencia de mecanismos multilaterales, solucionar en
el marco de la mejora del derecho internacional el dilema entre
las acciones de la comunidad internacional para la
garantía de la seguridad y los derechos humanos y el
principio de la soberanía nacional y la no injerencia en
los asuntos internos de los países.
Ese tipo de colisiones llevan cada vez más a
menudo a la injerencia extranjera arbitraria en procesos internos
muy complicados, y una vez tras otra provocan peligrosas
contradicciones en los principales agentes mundiales.
La cuestión del contenido de la soberanía
se convierte en muy importante para el mantenimiento y
reforzamiento de la estabilidad mundial.
Está claro que la discusión sobre los
criterios de utilización de la fuerza externa es muy
complicada, es casi imposible de separarla de los intereses de
unos países u otros. Sin embargo es bastante más
peligrosa la falta de acuerdos comprensibles por todos,
condiciones claras en las que la injerencia sea imprescindible y
legal.
Añado que las relaciones internacionales deben
construirse sobre el derecho internacional, en base al cual deben
estar los principios morales tales como la justicia, la igualdad,
el derecho. Lo más importante es el respeto al
socio y sus intereses. Una fórmula evidente, pero que si
se sigue puede cambiar de raíz la situación en el
mundo.
Estoy seguro de que si existe voluntad podemos
restablecer la efectividad del sistema de instituciones
internacionales y regionales. No es necesario ni siquiera
construir algo nuevo desde cero, esto no es un "greenfield",
tanto más cuando las instituciones creadas tras la II
guerra mundial son universales y pueden ser llenadas con
contenidos modernos, adecuados a la situación
actual.
Esto se refiere a la mejora del trabajo de la ONU, cuyo
papel central es insustituible. Y la OSCE, (u OCDE), que en 40
años ha probado ser un mecanismo de garantía de
seguridad y colaboración en la zona euroatlántica.
Hay que decir que ahora mismo, en la solución de la crisis
en el sureste de Ucrania la OSCE juega un papel muy
positivo.
Sobre el fondo de cambios fundamentales en la
situación internacional, la creciente ingobernabilidad y
las diferentes amenazas nos obligan a un nuevo consenso de
fuerzas responsables. No se trata de cualquier acuerdo local ni
una separación de esferas de influencia al estilo de la
diplomacia clásica, ni de ningún dominio
global.
Creo que se necesita una nueva "edición" de la
interdependencia. No hay que tenerle miedo. Al contrario, es un
buen instrumento para… Esto es tan actual, considerando el
reforzamiento y crecimiento de determinadas regiones del planeta,
que forma una exigencia objetiva de
formalización institucional de dichos polos, de
creación de potentes organizaciones regionales y
elaboración de las normas de su
interacción.
La cooperación de estos centros
añadiría una fuerza considerable a la seguridad
mundial, a la política y la economía. Pero para
conseguir éxito en tal diálogo hay que partir de
que todos los centros regionales, los proyectos de
integración nacidos a su alrededor tengan idéntico
derecho a desarrollarse para que se complementen unos a otros y
que nadie se interponga artificialmente entre ellos. Como
resultado de esa línea destructiva se romperían las
relaciones entre países, y los propios países
sufrirían situaciones difíciles, incluso hasta su
propia destrucción.
Quisiera recordarles los sucesos del año pasado.
Entonces dijimos a nuestros socios, tanto a los americanos como a
los europeos, que decisiones apresuradas y a
escondidas sobre, digamos, la asociación de Ucrania y la
UE, tenían grandes riesgos, no dijimos ni siquiera nada
sobre política, hablábamos solo de economía,
riesgos serios en el campo económico porque tales pasos
afectan a los intereses de muchos terceros países, entre
ellos Rusia como socio comercial fundamental de Ucrania, lo que
hacía necesario un amplio estudio de la cuestión.
Por cierto, recuerdo en relación con esto, que el ingreso
de Rusia, por ejemplo, en la OMC, llevó 19 años.
Esto supuso un duro trabajo y se consiguió un
consenso.
¿Por qué hablo de esto? Porque en la
realización del proyecto de asociación con Ucrania,
como si fuera por una puerta trasera, entrarían nuestros
socios con sus productos y servicios, y nosotros no lo hemos
aceptado, nadie nos ha preguntado. Nosotros mantuvimos
discusiones sobre estos temas relacionados con la
asociación entre Ucrania y la UE pero quiero recalcar que
de una manera totalmente civilizada, indicando los problemas
posibles, mostrando argumentos y razones. Nadie quiso escucharnos
ni hablar con nosotros, simplemente nos decían: esto no es
asunto vuestro, eso fue todo, esa fue toda la discusión.
En lugar de un diálogo complicado, pero, recalco,
civilizado, las cosas llegaron hasta un golpe de estado, llevaron
al país al caos y destruyeron la economía, la
protección social, provocaron una guerra civil con
muchísimas víctimas.
¿Para qué? Cuando pregunto a mis colegas
para qué, no hay respuesta. Nadie responde nada, es
así. Todos gesticulan con las manos: es lo que ha
sucedido. No habría que haber animado a tales
acciones. Ya lo dije, el anterior presidente de Ucrania
Yanukovich firmó todo, aceptó todo. ¿Para
qué hubo que hacer esto, qué sentido tuvo?
¿Es esto una forma civilizada de resolver las cuestiones?
Parece que aquellos que organizan más y más
"revoluciones de colores" se consideran unos artistas geniales y
no pueden parar.
Estoy seguro de que el trabajo de asociaciones de
integración, estructuras de influencia regional
deberán construirse sobre una base clara y comprensible.
Un buen ejemplo de dicha apertura es el proceso de
formación de la unión económica
euroasiática. Los países miembros de este proyecto
informaron previamente a sus socios de sus intenciones, de los
parámetros de nuestra unión, de los principios de
su funcionamiento, que estaban totalmente de acuerdo con las
normas de la Organización Mundial de Comercio.
Añado que también dimos la bienvenida al comienzo
del diálogo entre las uniones europea y
euroasiática. Por cierto en esto también nos han
rechazado casi siempre, tampoco se entiende por qué,
¿qué hay de malo en ello? Y claro está que
en este trabajo conjunto consideramos que es necesario el
diálogo, he hablado de ello muchas veces y he oído
a muchos de nuestros socios occidentales aceptar la necesidad de
la formación de un espacio único económico,
de colaboración humanitaria que se extienda desde el
Atlántico al Pacífico.
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