La cultura como mecanismo de adaptación de los seres humanos (página 4)
Se trata, entonces, no de humanizar la
naturaleza, como hemos hecho hasta ahora, viendo en ella la
demostración de nuestros comportamientos culturales, sino
de naturalizar la humanidad, es decir, de hacer humanas y, por lo
tanto, cultura aquellas formas de hacer que han posibilitado la
vida.
Los movimientos ecologistas le dan nuevos y
definitivos argumentos a la deconstrucción de la
lógica amigo/enemigo que plantea la Noviolencia: el pensar
diferente no nos hace enemigos, nos hace necesarios. Enriquecen
también la propuesta
del sarvodaya gandhiano al plantear la
historia de la supervivencia como un resultado de la
colaboración y la solidaridad entre las distintas formas
de vida y no la competencia donde se imponen los más
fuertes.
En estos cuarenta años de los
movimientos ecologistas, ya se puede evidenciar
que está sucediendo una nueva forma de
pensar y de hacer. De hecho, no hay cumbre de los que se llaman
poderosos en que el tema no aparezca como preocupación
prioritaria. Es posible que los resultados no se compadezcan con
la urgencia del cambio, pero ya hay una ética que
señala a quienes se niegan a cambiar. Se hace una gran
presión para crear un mecanismo vinculante que sancione
efectivamente los incumplimientos de los compromisos.
Se puede contar ya una veintena de cumbres
mundiales en las que el tema del peligro que se cierne sobre la
vida en el planeta Tierra ha sido su preocupación central.
Es importante seguir avanzando en la dirección de
conseguir acuerdos y compromisos en este nivel, pero sin olvidar
que los cambios culturales requeridos necesitan realizar
también otros tránsitos. El tema se percibe ya tan
importante y convoca de tal forma el sentir de la humanidad, que
las empresas multinacionales responsables de muchas de las
catástrofes ecológicas han tenido que acudir a
mensajes que las posicionen como defensoras del
planeta.
Por supuesto que, como en otras ocasiones,
la cultura hegemónica intentará domesticar esta
nueva mirada, de forma que se construyan apariencias de cambio
para que no cambie nada. En eso pueden terminar las cumbres. Ella
solo se transforma si hay una presión desde la periferia
que ponga en peligro su continuidad, no porque la periferia la
destruya a través de una guerra, sino porque deconstruye
de tal forma su legitimidad que se derrumbe su andamiaje. Y este
es un signo de los tiempos que no podemos desconocer.
Si parte del dinero que se invierte en
preparar y realizar las cumbres se dedicara a evidenciar
socialmente a aquellas empresas que contaminan aguas, que no
reducen sus emisiones de gases efecto invernadero, que destruyen
los ecosistemas, entre muchos otros tipos de atentados
ecológicos, es posible que los cambios llegasen
antes.
Hay ya evidencias de la efectividad de este
método, las cuales enriquecen las propuestas de las
acciones noviolentas. Por nombrar algunas: la campaña de
boicot a los productos de Nike por utilizar mano de obra
infantil; la que le puso nombre a las multinacionales que
apoyaban el gobierno del apartheid en
Sudáfrica, provocando su salida; las campañas
contra las comidas rápidas por atentar contra la salud
humana o contra Nestlé por desestimular la lactancia
materna en África. Ya todas las empresas saben de los
costos que puede suponer un bloqueo moral a sus productos, y se
vacunan con mensajes que los protejan. De hecho, Nike
necesitó vincularse a campañas contra el SIDA para
recomponer su deteriorada imagen.
Ya se han hecho importantes avances en la
contención de la proliferación de armas
atómicas, aunque aún queda camino por recorrer. Sin
embargo, los gobiernos del mundo, tan susceptibles a las demandas
de nuevas fuentes de energía para un modelo
económico que pretende crecer sin límites y de
forma sostenida, han planteado como necesaria la opción de
la energía nuclear. Los movimientos ecologistas han estado
siempre atentos para advertir de los peligros que plantea y han
impedido que el silencio cómplice esconda las tragedias
que han supuesto los sucesivos "accidentes" de este sistema de
producción energética. Gracias a la labor de las
organizaciones ecologistas y sus persistentes campañas
informativas, la conciencia crece, se manifiesta y pone en el
banquillo la continuidad de este tipo de
energía.
Cuando los gestores políticos del
modelo económico creían que la ciudadanía se
había olvidado de Chernobyl, y volvían a la carga
con la idea de aumentar el número de centrales nucleares,
sucedió lo de Fukushima, y las movilizaciones ciudadanas
no solo echaron atrás estos planes, sino que dichos
líderes políticos se vieron en la obligación
de empezar a poner fechas de cierre a las centrales
existentes.
El cine, como expresión
artística de las preocupaciones de la humanidad,
también ha vinculado estos mensajes, construyendo y
reflejando una nueva conciencia, que se hace cada día
más planetaria.
De nuevo el nivel de lo simbólico ha
estado presente pues, como se decía anteriormente,
facilita el mensaje y lo vincula al inconsciente
colectivo.
Algunos grafitis del Mayo
francés
Prohibido prohibir.
Corre camarada, el viejo mundo te
persigue.Tomad vuestros deseos por la
realidad.Sed realistas, pedid lo
imposible.La acción no debe ser una
reacción, sino una creación.La imaginación al
poder.El sueño es
realidad.Tengo algo que decir, pero no sé
qué.Exagerar es empezar a
inventar.Un pensamiento que se estanca es un
pensamiento que se pudre.Las trabas impuestas al placer excitan
el placer de vivir sin trabas.Cambiad la vida, o sea, transformad sus
instrucciones de uso.Vibración permanente y
cultural.Las paredes tienen oídos, sus
oídos tienen paredes.Decreto el estado de felicidad
permanente.Inventen nuevas perversiones
sexuales.Las mociones matan las
emociones.Debajo del asfalto está la
playa.Le tomó tres semanas para
anunciar en cinco minutos lo que iba a iniciar en un mes lo
que no pudo hacer en diez años.La revolución es
increíble porque es verdadera.El bosque antecede al hombre, el
desierto le sigue.Más hago el amor, más
tengo ganas de hacer la revolución; más hago la
revolución, más tengo ganas de hacer el
amor.
Famoso y brillante discurso de la
activista medioambiental Severn Suzuki en la Cumbre de la Tierra
de Río de Janeiro (1992) cuando contaba tan solo con 12
años de edad:
"Hola, soy Severn Suzuki y represento a
ECO (Environmental Children"s Organization). Somos un grupo de
niños de 12 y 13 años de Canadá intentando
lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle
Quigg y yo.
Recaudamos nosotros mismos el dinero
para venir aquí, a cinco mil millas, para decirles a
ustedes, adultos, que deben cambiar su forma de actuar. Al venir
aquí hoy, no tengo una agenda secreta. Lucho por mi
futuro.
Perder mi futuro no es como perder unas
elecciones o unos puntos en el MERCADO DE VALORESEstoy aquí para
hablar en nombre de todas las generaciones por venir. Estoy
aquí para hablar en defensa de los niños
hambrientos del mundo cuyos lloros siguen sin
oírse.
Estoy aquí para hablar por los
incontables animales que mueren en este planeta porque no les
queda ningún lugar adonde ir. No podemos soportar no ser
oídos.
Tengo miedo de tomar el sol debido a
los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire
porque no sé qué sustancias químicas hay en
él. Solía ir a pescar en Vancouver, mi hogar,
con mi padre, hasta que hace unos años encontramos un pez
con cáncer. Y ahora oímos que los animales y las
plantas se extinguen cada día, y desaparecen para
siempre.
Durante mi vida, he soñado con
ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y
bosques repletos de pájaros y mariposas, pero ahora me
pregunto si existirán siquiera para que mis hijos los
vean.
¿Tuvieron que preguntarse
ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?
Todo esto ocurre ante nuestros ojos, y
seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que
quisiéramos y todas las soluciones.
Soy solo una niña y no tengo
soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las
tienen.
No saben cómo arreglar los
agujeros en nuestra capa de ozono. No saben cómo devolver
los salmones a aguas no contaminadas. No saben cómo
resucitar un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques
que antes crecían donde ahora hay desiertos. Si no saben
cómo arreglarlo, por favor, dejen de
estropearlo.
Aquí, ustedes son seguramente
delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores,
reporteros o políticos, pero en realidad son madres y
padres, hermanas y hermanos, tías y tíos, y todos
ustedes son hijos.
Aún soy solo una niña, y
sé que todos somos parte de una familia formada por cinco
mil millones de miembros, treinta millones de especies, y todos
compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los
gobiernos nunca cambiarán eso.
Aún soy solo una niña, y
sé que todos estamos juntos en esto, y debemos actuar como
un único mundo tras un único objetivo. Estoy
enfadada, pero no estoy ciega; tengo miedo, pero no me asusta
decirle al mundo cómo me siento. En mi país
derrochamos tanto… Compramos y desechamos, compramos y
desechamos, y aun así, los países del Norte no
comparten con los necesitados. Incluso teniendo más que
suficiente, tenemos miedo de perder nuestras riquezas si las
compartimos.
En Canadá, vivimos una vida
privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos
relojes, bicicletas, ordenadores y
televisión.
Hace dos días, aquí en
Brasil, nos sorprendimos cuando pasamos algún tiempo con
unos niños que viven en la calle. Y uno de ellos nos dijo:
"Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos
los niños de la calle comida, ropa, medicinas, un hogar,
amor y afecto".
Si un niño de la calle que no
tiene nada está deseoso de compartir, ¿por
qué nosotros, que lo tenemos todo, somos tan
codiciosos?
No puedo dejar de pensar que esos
niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una
diferencia tremenda. Yo podría ser uno de esos
niños que viven en las favelas de Río;
podría ser un niño muriéndose de hambre en
Somalia; un niño víctima de la guerra en Oriente
Medio o un mendigo en la India.
Aún soy solo una niña, y
sé que si todo el dinero que se gasta en guerras se
utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones
medioambientales, la Tierra sería un lugar
maravilloso.
En la escuela, incluso en el
jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos en
el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a
arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones,
a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser codiciosos.
Entonces, ¿por qué fuera de casa se dedican a hacer
las cosas que nos dicen que no hagamos?
No olviden por qué asisten a
estas conferencias: lo hacen porque nosotros somos sus hijos.
Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos.
Los padres deberían poder confortar a sus hijos diciendo:
"todo va a salir bien", "esto no es el fin del mundo" y "lo
estamos haciendo lo mejor que podemos".
Pero no creo que puedan decirnos eso
nunca más. ¿Estamos siquiera en su lista de
prioridades? Mi padre siempre dice: "Eres lo que haces, no lo que
dices".
Bueno, lo que ustedes hacen me hace
llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren.
Los desafío: por favor, hagan que sus acciones reflejen
sus palabras.Gracias.»
El camino de los nuevos movimientos
sociales
Podemos leer en los movimientos
sociales nuevas formas de ser, de organizarse expresando una
conciencia ética. Es una capacidad social de reinventar la
realidad, de creación o de producir actos creativos como
lo expresa Juan Pablo Lederach, que
llama Imaginación moral a esto mismo.
Podemos afirmar que los movimientos sociales se mueven en esta
lógica de la imaginación moral la cual
cree y actúa sobre la base de que lo inesperado es
posible. Opera bajo la visión de que el acto creativo
está siempre al alcance del potencial humano, pero que la
creatividad requiere moverse más allá de los
parámetros de lo que es visible, lo que actualmente
existe, o lo que se da por sentado. La imaginación moral
no solo piensa por fuera de la cuadrícula, sino que
está dispuesta a arriesgarse a vivir fuera de
ella (Lederach, 2008, p. 103).
Epistemológicamente,
la imaginación moral tiene una gran
fuerza para interpretar y construir la realidad desde dimensiones
que transcienden lo lineal, lo sincrónico, lo
mecánico. Es como si nos situara o nos quisiera avisar que
la realidad es, al mismo tiempo, antes, ahora y después,
lo que plantea la necesidad de una visión
periférica que nos ayude a trascender la visión de
túnel con la cual solo se ve hacia
delante.
Esta visión periférica
fue la que se evidenció en el encuentro
del movimiento antiglobalización en
Seattle (1999) donde se dio cita la diversidad social vivida
y caminada durante las décadas siguientes al Mayo del
68. La necesidad de manifestarse en contra de la
globalización económica planteó y
posibilitó un punto de encuentro de las
múltiples propuestas de transformación, con
motivaciones y campos de acción distintos, pero todas
en el camino de concretar la necesidad del cambio; ello trajo
consigo un fortalecimiento de todos los esfuerzos, grandes o
pequeños.Los nuevos movimientos sociales lograron
confluir en Seattle después de tres décadas de
aprendizajes. Allí se pudo ver el camino recorrido.
Cientos de acciones, muchas de ellas surgidas de motivaciones
personales o de pequeños grupos, que se habían
posibilitado históricamente por la necesidad del
cambio en el que está inmerso el mundo de los humanos,
necesidad que se ha expresado construyendo un espacio de
acción que Scott (2003) llama lainfrapolítica,
un lugar situado en la periferia y al margen de la pretendida
omnipresencia de los poderes de centro.De alguna forma,
la infrapolítica, más que
construir un discurso y unas prácticas
contrahegemónicas, está constituyendo un nuevo
discurso que emerge en lógica creativa. La
oposición es, por definición, una
práctica supeditada, pues depende de la existencia
previa de aquello que confronta. Lo que está surgiendo
es un acto profundamente estético, con existencia
propia y al margen de aquello que critica o condena. Pepa
Roma (2001) nos facilita un ejemplo que da cuenta de ello:
Nader, antiguo activista contra la guerra de Vietnam,
fundó en solitario Public
Citizen con el objetivo de investigar y dar a
conocer al público las actividades de las grandes
compañías y sus prácticas, amparadas en
una política que privatiza el interés general.
Hoy cuenta con más de 300.000 asociados.Un proceso histórico de todo
esto que venimos señalando es la persistencia e
identidad de la protesta ante la globalización
económica; estos movimientos han construido un nuevo
cauce: la altermundialización, recogida por
el Foro Social Mundial, que acuña no
solo una crítica definitiva sobre el modelo neoliberal
y su dictadura económica, sino que crea los espacios
para la construcción colectiva de otros
mundos posibles. Su primera reunión se
realizó en la ciudad brasileña de Porto Alegre,
en 2001, definiéndose como un espacio abierto para el
encuentro, el debate democrático y la
elaboración colectiva de propuestas que
procuren una sociedad planetaria orientada hacia una
relación fecunda entre los seres humanos y de estos
con la Tierra (FMS, 2001). No tiene la
pretensión de convertirse en una instancia
representativa de las personas y organizaciones que concurren
a sus reuniones, sino que más bien crea un espacio de
democracia participativa y directa en la que los acuerdos se
van construyendo con el aporte colectivo, sin que ellos
tengan ningún efecto vinculante.Es una tendencia de los nuevos
movimientos sociales, en clara concordancia con la diversidad
de géneros, etnias, culturas, generaciones y
capacidades físicas que lo conforman, y alternativo a
las tentaciones del unanimismo hegemónico. Para
ello, nadie estará autorizado a manifestar,
en nombre del Foro y en cualquiera de sus encuentros,
posiciones que fueran atribuidas a todos sus
participantes.También rechaza el uso de la
violencia como medio de control social por parte de los
Estados, propugnando por relaciones igualitarias,
solidarias y pacíficas entre las personas, etnias,
géneros y pueblos, condenando a todas las formas de
dominación o de sumisión de un ser humano a
otro y el respeto por la naturaleza como actitud
responsable con las generaciones futuras.Es importante resaltar que el Foro
Social Mundial acoge la resistencia social noviolenta como
una característica común de los movimientos y
entidades que espera articular, entendiéndola como una
capacidad que hay que desarrollar.
Más allá del
pacifismo
Para el desmonte de la legitimidad de la violencia ha
sido fundamental el aporte del movimiento pacifista. Ya
hemos visto que la presencia del sentimiento antiguerra es tan
antiguo como la guerra misma y ha crecido en la medida en que ha
aumentado la barbarie. Hemos bebido de reflexiones
radicales como las de Tolstói, que no acepta la guerra ni
siquiera en casos de agresión externa por una razón
moral, que se afinca en la deshumanización inevitable a
que conduce la misma, y por una razón práctica que,
según sus análisis, termina reproduciendo aquellos
problemas que pretendía solucionar; dicho de otra forma,
por inútil.
Pero también el pacifismo ha trascurrido en medio
de una sociedad ideologizada, es decir, marcada por formas de
pensar cerradas que han establecido los límites entre el
bien y el mal y que han llevado a construir pacifismos relativos.
Por poner un ejemplo: no se puede negar que las movilizaciones
contra la intervención en Vietnam tenían un sesgo
contra las intenciones imperialistas de EE. UU., que llevaban a
no condenar, al menos no con la misma pasión, las
intervenciones del bloque soviético. O viceversa,
según la posición ideológica de la que se
partiese.
A continuación, algunos rastros del camino,
situaciones históricas que han permitido la
elaboración de nuevos cauces que iluminan la
discusión entre el pacifismo absoluto y el pacifismo
relativo:
Uno de ellos ha sido la amenaza nuclear: no es
posible que haya ganadores en una guerra con armas
atómicas, solo perdedores, y la casi segura
destrucción de muchas formas de vida, entre ellas la
humana. Las divisiones ideológicas empezaron a perder
sentido y el pacifismo empezó a conectarse con la
protección de la vida, porque amenazar la vida de los
"enemigos" ponía en peligro también la vida de
los "amigos".Las movilizaciones de los pacifistas contra la
instalación de misiles nucleares, especialmente en
Europa, contribuyó a aumentar la consciencia de la
humanidad sobre este punto de no retorno.Otro aspecto importante fue evidenciar la barbarie
de las guerras. Hasta bien avanzada la década del 60,
estas barbaridades estaban restringidas al enemigo derrotado,
como los campos de concentración nazi. Conocer el
horror vivido por la población civil vietnamita en la
masacre de My Lai, los efectos del napalm o del agente
naranja, conectó la sensibilidad humana con el dolor
humano, que no tiene ideologías.Tampoco lograron sostenerse estas divisiones cuando
se conoció el sufrimiento producido por los Kmer Rojos
en Cambodia y los millones de asesinados en aras de la
revolución, los gulag en la antigua
Unión Soviética, los nuevos campos de
concentración de las guerras de los Balcanes o
del apartheid en Sudáfrica, el
inmenso campo de encerramiento que supone la Franja de Gaza,
los de los campos de refugiados en Somalia, los que se van
conformando con millones de desplazados en Colombia; todas
las ideologías matan por igual a civiles inocentes. La
humanidad empezó a sentir como propio el dolor del
otro, y los pacifistas se multiplicaron para amplificar lo
que sucedía, sin importar dónde fuese ni
quién lo provocase.Por otro lado, el aporte de las reflexiones para la
paz ha contribuido a dilucidar las verdaderas razones de las
guerras, y los intereses que se esconden detrás de las
luchas por la libertad o la justicia social. Entender la
violencia de la guerra como una construcción
histórica y cultural ha abierto la posibilidad de
vivir sin ella. Profundizar sobre la violencia estructural ha
develado los intereses económicos y
geoestratégicos que se camuflan detrás de
cualquier cruzada contra el mal, y que la libertad humana ha
quedado reducida a la libertad de mercado.Las reflexiones de los distintos feminismos han
ayudado a entender que las guerras se aprenden en las
justificaciones de las violencias de géneros y
generacionales, y que la cotidianidad es uno de los
ámbitos importantes para
deconstruirlas.El ecologismo ha puesto el énfasis en las
destrucciones ecosistémicas de las guerras, pero su
reflexión sobre la diversidad también nos ha
ayudado a entender y a valorar la diversidad humana y
cultural, como una fuente de riqueza que debe trascender el
unanimismo, importante sostén ideológico de la
guerra.El pacifismo no es solo una oposición a las
guerras, sino también un referente de reflexión
sobre sus causas y consecuencias y un esfuerzo más en
la deconstrucción cultural de la violencia en la que
está empeñada la humanidad. El movimiento
pacifista ha trascendido sus propios límites, ha ido
más allá de sus propias fronteras, ha
construido una concepción universalista sin perder sus
particularidades.Si el movimiento feminista está
deconstruyendo la violencia en las relaciones cotidianas, y
el movimiento ecologista, la violencia contra la naturaleza,
el movimiento pacifista está deslegitimando la
violencia de la guerra (de toda guerra). El
movimiento hippie le dio un impulso
significativo.Su profunda influencia en los cambios la podemos
observar si comparamos la percepción que se
tenía de la guerra hace 100 años, y la que se
tiene ahora. El deterioro de los asuntos del honor, del amor
a la patria, del heroísmo que proveían de
hombres a los ejércitos regulares e irregulares, ha
llevado a estos a profesionalizarse en muchos países
del mundo. La transformación de muchos veteranos de la
guerra del Vietnam en pacifistas se ha convertido en un
símbolo de la derrota moral de las guerras en el alma
humana.No podemos olvidar la importancia de los movimientos
por la objeción de conciencia, no solo por sus
enconadas luchas a que se reconozcan jurídicamente sus
argumentos (éticos, religiosos, políticos,
etc.), sino por la influencia de su posición moral en
la sociedad. Su profunda incidencia la podemos ver en que la
principal argumentación de los pacifistas de hoy,
activistas o no, es su rechazo a la guerra por razones
morales.Estos aprendizajes, sostenidos en estas
décadas, se evidenciaron en las manifestaciones contra
la guerra en Irak, en el año 2003. Fue la primera
movilización de carácter global y
también fue la primera convocada a través de
medios virtuales. Millones de personas en el planeta se
hicieron presentes para decir "No en mi nombre", que no fue
otra cosa que decir: ustedes tienen el poder para hacerlo,
pero no cuentan con mi apoyo ni mi aprobación; no usen
lo más importante que me identifica como persona
concreta, real, consciente: mi soberanía, mi
autorización, mi beneplácito, mi aquiescencia;
no pueden hacerlo diluyendo su responsabilidad concreta de
gobernantes en una delegación de soberanía
ciudadana; no tienen nuestro consentimiento; aunque no se
pueda evitar, no se consiente.La valoración de los esfuerzos individuales
está dando como resultado un nuevo concepto de
empoderamiento, que ayuda a superar la idea de que solo las
grandes gestas transforman la realidad.
La caída de las fronteras
Acorde con el sueño de John
Lennon, solo unos años después de expresarlo en
"Imagine", algunas fronteras físicas e ideológicas
que separaban al mundo y lo dividían con un profundo
contenido simbólico, así como divisiones basadas en
supuestas superioridades raciales, empezaron a
desmoronarse.
El Muro de Berlín y la cortina de
hierro eran la materialización de las fronteras
establecidas por la guerra fría y la expresión del
dolor humano infligido en los últimos cincuenta
años. Elapartheid en Sudáfrica legalizó
y pretendió legitimar la opresión sobre la
mayoría de la población levantando cercas, creando
guetos, educando para el servilismo y persiguiendo como
terrorismo cualquier amago de libertad. De la misma forma,
como eran símbolos de división que legitimaban la
cultura hegemónica y sus imaginarios atávicos, su
caída no son solo hechos históricos producto de
situaciones particulares, sino también signos de los
tiempos, que nos hablan de la transformación de aquellos
mecanismos culturales que necesitan de los límites para
definir las pertenencias y sus sentidos y que permean todos los
ámbitos de la vida humana: la nacionalidad, el
género, la especie, la religión, los partidos
políticos, las instituciones privadas y públicas y
hasta la posesión de un trozo de tierra que se define por
las cercas y los muros que le levantamos para garantizar el
dominio sobre él.
¿Qué es lo que hace que se
precipiten los acontecimientos sin un cerebro que los anime? No
sabemos responder con certezas a esta pregunta. Indudablemente es
una lección de humildad para tantos especialistas que se
creen poseedores del análisis de coyuntura correcto, y es
una razón de esperanza para todo esfuerzo humano,
así sea pequeño, por cambiar la realidad que nos
circunda. Demasiado rápido, uno de los polos de la guerra
fría reclamó, por descarte, el éxito de su
propuesta, sin saber reconocer el significado rotundo de la
caída de aquello que se mostraba como verdad
inevitable.
Cuando se cae un muro lo que se
evidencia es la existencia de los que quedan en pie y sus
propias contradicciones. Eso fue lo que ocurrió en la
noche del 9 de noviembre de 1989: la población de
Alemania Democrática fue capaz de superar el miedo al
poder que la había paralizado durante casi tres
décadas de existencia del Muro y que la había
dividido en una sola noche de 1961.Las movilizaciones ciudadanas se
multiplicaron en Dresden, Berlín, Leipzig…
Cantando We shall overcome, establecieron una
conexión simbólica con las marchas por la
libertad de la década del 60 en EE. UU. El Gobierno de
Honecker (citado por Meyer, 2009) no se mostraba dispuesto a
tolerarlas: Debemos estar preparados para impedir
estos actos contrarrevolucionarios si es menester, con un
arma en nuestras manos" (p. 171). Todo
hacía prever una masacre: Nos entrevistaban y
te consideraban no fiable si no estabas dispuesto a disparar
contra los manifestantes (p. 172). Sin
embargo, la amenaza del terror no pudo inhibir la fuerza de
las expresiones sociales.No se dio como el resultado de un
"proyecto" exhaustivamente planeado. Es más,
ningún avezado político hubiera podido
imaginarse lo que estaba por ocurrir en tan poco
tiempo.Hoy nos encontramos ante cambios que
trascienden la posesión de los medios y los modos de
producción. Para una cultura que sobrevive gracias a
la existencia de un contrario, la desaparición de este
revela que es posible una forma de relacionarnos sin que las
identidades tengan que definirse por oposición, y
empezamos a entender lo difícil que esto nos
resulta.Es otra característica de los
tiempos que vivimos y que estamos aprendiendo colectivamente.
Son revoluciones que surgen de un sentir compartido
colectivamente en las relaciones cotidianas, pero sin un
claro y evidente liderazgo unipersonal que las jalone. Son la
sumatoria de los pequeños poderes que se expresan en
la aparente fragilidad de la periferia social.La paradoja de "el poder de la
fragilidad" nos muestra que la llamada lucha de los
contrarios, en muchos casos, no es sino el complemento
entre realidades que se nos presentan culturalmente como
opuestas. La lógica de las paradojas empieza a mostrar
caminos alternativos a la lógica dualista que sostiene
a la cultura sedentaria.
La fuerza de la desobediencia civil de
Thoreau, la resistencia activa de Gandhi con su Fuerza de la
Verdad, replicada en el Movimiento por los Derechos Civiles en
EEUU; la fuerza moral de la Noviolencia, el cuestionamiento del
poder autoritario de las primaveras del 68, la
desobediencia masiva del movimiento hippie, la
deconstrucción de las fronteras cotidianas de
géneros de los nuevos feminismos, la consciencia global
promovida por los grupos ecologistas sobre la amenaza de la
especie que, de alguna manera, incidió en que el desastre
de Chernobyl no fuera acallado por el poder soviético; la
deslegitimación de la violencia que sostiene las guerras
lograda por los miles de pequeños esfuerzos de los
pacifistas, que le restó piso y legitimidad a la guerra
fría; la horizontalidad de los nuevos movimientos
sociales, todo ello pareció ser recogido por las
movilizaciones de 1989, que dieron como resultado la caída
del Muro de Berlín y la desaparición de la cortina
de hierro y, con ello, el derrumbe de la Unión
Soviética y su dominación sobre la Europa del Este.
Con estos hechos, el mundo descubrió de nuevo las razones
pragmáticas y morales de la propuesta de la Noviolencia.
Al mismo tiempo que se caían las fronteras físicas
en Europa del Este, las fronteras raciales en Sudáfrica
-que habían levantado cercas por todo el país para
concentrar en guetos inmensos a la población mayoritaria,
que habían legalizado la segregación y la
exclusión a través
del apartheid y que habían penetrado
las identidades con la certeza de la superioridad racial-
empezaban también a caerse, después de
décadas de lucha.
En 1948, mientras que el mundo se
escandalizaba cada vez más ante la evidencia de los
horrores de los campos de concentración nazi, en
Sudáfrica, los afrikaners, con una
ideología similar, montaban un régimen igual,
ante el silencio cómplice de los países
"civilizados". Sus referentes de la verdad, la ciencia y la
religión demostraban la superioridad que legitimaba la
dominación. De nuevo el imaginario atávico que
naturalizaba la preponderancia de los fuertes sobre los
frágiles. En 1960, se establecieron ocho territorios
en los que se concentró a la población negra de
todo el país.
La oposición a todas estas leyes
fue liderada por el Congreso Nacional Africano, que
organizó en el mismo año una protesta
pacífica, en el distrito de Sharpeville, similar a la
protagonizada por Gandhi durante su estancia en
Sudáfrica, a principios del siglo XX: invitaron a la
población a quemar en público las
cédulas que, como pasaportes dentro de su propio
país, necesitaban para transitar por fuera de los
territorios determinados por el gobierno sudafricano. Las
fuerzas de seguridad del régimen respondieron
disparando contra la población.Nelson Mandela
manifestó entonces el dilema profundo que se plantea
entre los métodos de la Noviolencia y los de la
violencia, cuando el opositor no tiene ningún reparo
en disparar sobre la población.La lucha contra
el apartheid en Sudáfrica
mostró que la Noviolencia es un aprendizaje en proceso
que va arrinconando progresivamente los métodos de la
violencia, en la medida en que se va evidenciando la
incapacidad de los mismos para trascenderla y posibilitar
mundos mejores, pero también camina de la mano de la
construcción y del descubrimiento de un poder
alternativo.El trabajo de Steve Biko con su
propuesta de Conciencia Negra fue
fundamental para este tránsito. Como Gandhi, Biko
develó que la esclavitud también se aloja
en la identidad colectiva, haciendo de la libertad una
quimera. La lucha de Steve Biko se centró en la
necesidad de recomponer la dignidad de la población
negra sudafricana, primordial para el descubrimiento del
propio poder y condición para conseguir las
transformaciones necesarias.El poder de la Noviolencia bebió
en la fuente de este descubrimiento. Su lucha se
encontró recogida en la película de Richard
Attenborough (1987): "Grito de libertad", De la misma
forma que el Black Power y
del Black Pride, por su fuerza
simbólica, influyeron en la población
afroamericana, el movimiento por la "Conciencia Negra"
procuró el descubrimiento del propio poder a
través de la certeza de la propia valía y la
propia dignidad, en aras de superar el victimismo que
reproduce las relaciones de la cultura
hegemónica.Esto suponía tumbar las
fronteras más difíciles, que son las que se
instalan en la cultura, negando cualquier posibilidad de ver
y leer la realidad en otras lógicas, soportando la
opresión en el tiempo y legitimando, de paso, el poder
establecido. La fuerza pedagógica de este mensaje fue
la semilla para acciones de la ciudadanía negra
sudafricana, como los bloqueos económicos a los
comercios de los blancos, que se sucedieron en la
década del 80 de forma persistente y que confirmaron
el inmenso poder de la gente. Miles de niños,
niñas y jóvenes se manifestaron en el distrito
de Soweto, en 1976, contra este tipo de enseñanza que
procuraba la servidumbre voluntaria. El
gobierno de Sudáfrica respondió disparando
contra la multitud, asesinando a más de trescientos
estudiantes. La indignación mundial ante estos hechos
los convirtió en el principio del fin del
régimen del apartheid.De nuevo, un sentido profundo de
humanidad contribuyó a la deconstrucción de la
pretendida legitimidad de las violencias institucionales.
Esta indignación y la persistencia del gobierno de
Sudáfrica en su actitud, convirtió a este
país en un paria internacional. Una tras otra, las
compañías internacionales retiraron sus
inversiones, y los gobiernos extranjeros impusieron sanciones
al comercio. La liberación de Nelson Mandela se
convirtió en un símbolo universal de la lucha
contra el apartheid y de la libertad
humana, realizándose conciertos por su libertad en
diferentes ciudades del mundo.Al salir de la cárcel, en
febrero de 1990, Nelson Mandela contribuyó de forma
definitiva a la demolición de los muros racistas: en
lugar de aumentar el tamaño de las divisiones, como
mucha gente esperaba, invitó a construir
el País del Arco Iris, un
país sin las fronteras que separaban por el color de
la piel y en el que cupieran por igual la mayoría
negra y la minoría blanca. No ha sido fácil el
camino. Las transformaciones culturales son de más
largo aliento y no se corresponden con el tiempo de las
transformaciones políticas.
Las primaveras de 2011
Llevábamos ya unos años desde
la eclosión del sistema financiero y todo parecía
ocurrir según lo previsto: naturalización de la
crisis, que no era otra cosa que asemejarla a un desastre natural
en el que las víctimas no tienen un responsable a quien
señalar, y su consecuente aceptación conformista.
Se decía: "es una más de las crisis cíclicas
del capital", como si se hablara del clima y sus huracanes en el
final del verano de cada año. Las consecuencias sociales
de este "fenómeno natural del capitalismo" parecían
ser asimiladas pacientemente por la población.
El modelo capitalista actual, con la
hegemonía del capital financiero, importa las ganancias
hacia el centro y exporta las pérdidas hacia la periferia:
se privatizan las ganancias y se socializan las pérdidas.
Aunque no es el propósito de este trabajo adentrarse en el
análisis del desastre financiero de los últimos
años, no sobran algunas "perlas" que dan cuenta de algunas
causas de las crisis y del método utilizado para
"solucionarlas". Se dedicaron 230.000 millones de euros de fondos
públicos, solo en España, para salvar a los bancos
y a las cajas. Cada ciudadano español ha aportado 4.983
euros entre 2008 y 2010, mientras los beneficios de los bancos
han sido de 24.000 millones de euros en 2008 y 20.000 millones de
euros en 2009. El descenso en las ganancias en 2010 lo han
reportado como pérdidas. Al tiempo, el hueco fiscal de los
gobiernos se subsana con mayor endeudamiento, a intereses
leoninos, que no es otra cosa que hipotecar el futuro de la
ciudadanía y la garantía de pago se mide en
recortes del gasto social y el consecuente desmonte de las
responsabilidades de los Estados con su ciudadanía. En
Portugal, el gobierno dedicó 4.000 millones de euros de
contribuyentes para nacionalizar y salvar de la quiebra, producto
de sus prácticas especulativas, al Banco Portugués
de Negocios. Una vez saneadas sus finanzas, su venta fue impuesta
por la UE y el FMI dentro del plan de rescate. Se vendió
por 40 millones de euros. El gobierno norteamericano, en 2011,
estuvo a punto de una cesación de pagos. La mayoría
republicana en la Cámara de Representantes aprobó
por fin una autorización de 2.2 billones de dólares
en el aumento del cupo de endeudamiento, con la condición
de un plan de recortes de los gastos sociales y en contra de la
propuesta demócrata de aumentar los impuestos a los
más ricos. La sola guerra en Afganistán le ha
costado al fisco estadounidense entre 2.3 y 2.7 billones de
dólares.
Es en este contexto que surge lo que se
está nombrando como "las primaveras de 2011". No se trata
de construir la historia de estos movimientos, sino de ver sus
aportes a la cultura emergente, que estamos
llamando cultura de la Noviolencia, centrando
nuestra atención en Túnez, Egipto y España.
No sobra decir que no se restringen a estos tres países.
Todo el mundo árabe se ha visto, de alguna forma,
conmocionado por esta especie de efecto dominó. En
Portugal, Grecia, Italia, Francia, Alemania, Inglaterra, por
nombrar solo algunos países de Europa, ha habido
movilizaciones con características similares en su forma
de convocatoria, en sus expresiones públicas, en la
participación de ciudadanos que no se han caracterizado
por su militancia partidaria. Aunque las razones puedan ser
diversas: en contra de la energía nuclear, por la
situación social y económica, los recortes de los
gastos sociales, etc., hay un denominador común que es un
llamado a una nueva ética. Estas revoluciones están
cuestionando de fondo este principio ético al denunciar el
poder que se enriquece, domina y mata a costa de la miseria
colectiva:
Pareciera como si estas movilizaciones
ciudadanas estuvieran recogiendo y decantando los
aprendizajes colectivos de los últimos ochenta
años, a través de lo que se podría
llamar una especie de ósmosis social, similar a lo
ocurrido en la Experiencia del centésimo
mono.En todas ellas se observa la
opción por la resistencia sin violencia como forma de
confrontar las distintas violencias de los Estados, directas
y estructurales, construyendo con ello una fuerza moral para
sus propósitos y suscitando empatías con sus
causas en la ciudadanía global.Han surgido de un profundo sentimiento
de indignación ante hechos que convocan lo mejor del
espíritu humano, ante situaciones que han desgarrado
la sensibilidad y han convocado la esencia de la vida humana,
trascendiendo fronteras de todo tipo. Por sus
características noviolentas, han sido
llamadas revoluciones blandas y se
inscriben en la historia al lado de otras con similares
características como "la revolución de los
claveles" (Portugal) o "la revolución de terciopelo"
(antigua Checoslovaquia). De hecho, a la rebelión en
Túnez se le llamó "la revolución de los
jazmines".
En los sucesos de Túnez y Egipto
esta opción fue mucho más desconcertante para una
opinión mundial que llevaba más de 10 años
construyendo una simbiosis entre las culturas musulmanas y el uso
de la violencia por supuestos motivos religiosos. Los poderosos
medios de comunicación en manos de los monopolios
noroccidentales en EE. UU. y Europa, que de muchas formas
apoyaban sus dictaduras al asimilarlas con sus intereses
económicos y geoestratégicos, transmitían
esa imagen de forma persistente, construyendo un
nuevo eje del mal difuso, pero claramente
identificable con la cultura del Islam.
Estas movilizaciones también
están aportando a la cultura de la Noviolencia con la
construcción de un nuevo universo simbólico:
las manos arriba como señal de indefensión,
pero también de fortaleza, como la fuerza de los
desarmados que es capaz de inhibir la aparentemente
invencible fuerza de las armas. La imagen se repite en
Túnez, en España, en Egipto, en Yemen, en
Dubai…, explicitando con ello su decisión de no
agredir a su oponente, porque su fuerza es de otras
características.El poder de la fragilidad se hace
símbolo y desconcierta a los que se ufanan de su
fuerza física, armada de fusiles o de bancos, porque
les devuelve como en un espejo la imagen de su propia
destrucción. Y el símbolo está
adquiriendo tal fortaleza que el uso de las armas solo ha
conseguido que estos movimientos se afiancen y se
multipliquen. Ejemplo, los desalojos realizados por la
policía en Puerta del Sol, en Madrid, y en Plaza
Catalunya, en Barcelona, solo consiguieron fortalecer el
movimiento y aumentar las empatías ciudadanas con el
mismo.También está haciendo
camino para convertirse en un símbolo de las
manifestaciones globales salir a marchar con zapatos en las
manos en alusión a la pérdida del respeto
reverencial al poder que está presente en la cultura
hegemónica y que, de alguna forma, también
implica sobreponerse al miedo al castigo, que ha sido
fundamental para el control social. Cuando se pierde el miedo
se rompe la cadena de la obediencia, y los mecanismos de
represión pierden su fuerza simbólica, que es
la que construye su legitimidad y garantiza la
sumisión. Este gesto tiene su origen en una
reacción de indignación de un periodista
iraquí que le lanzó un zapatazo a Busch en una
rueda de prensa en 2008.
La Noviolencia es una salida que
desconcierta al poder y posibilita puntos de fuga creativos en la
búsqueda de nuevas formas de hacer y pensar la realidad
que les ha tocado vivir. Saben también la importancia de
deconstruir el dualismo amigo/enemigo y que la Noviolencia
plantea la alternativa de la humanización del opositor,
evidenciando que el problema es cultural, porque también
están atravesados por esa concepción del mundo que
necesita ser cambiada; por ello, con las primaveras de
2011 aparece por primera vez con tanta claridad y tanta
fuerza el tema de la opción por las estrategias de la
Noviolencia:
En el caso de Túnez, lo que
prendió la mecha de las manifestaciones contra el
régimen de Ben Alí fue la inmolación de
Mohamed Bouazizi, un joven vendedor de frutas de Sidi Bouzid
que decidió echarse encima un galón de gasolina
y prenderse fuego en frente de la estación de
policía, como protesta por los continuos atropellos a
los que se veía sometido por parte de los uniformados.
La indignación encontró cauce. Era el 17 de
diciembre de 2010. El 14 de enero de 2011, el dictador
buscó refugio en Arabia Saudita, después de 23
años de poder despótico. Es muy posible que
Mohamed no tuviera ninguna intención de suscitar una
protesta generalizada contra el régimen, como tampoco
formaba parte de la intención de Rosa Parks, aquel
día de 1955 en Montgomery, el despertar la solidaridad
con su gesto que desembocó en un boicot de más
de un año al sistema segregado de
autobuses.Esto no configura un método,
pero sí permite dar valor a pequeños actos que,
de alguna forma, son expresión individual de un
sentimiento colectivo, suaves movimientos de aire que se van
juntando hasta desatar una tormenta. La frase "lo que hagas
es insignificante, pero es muy importante que lo hagas"
(Sabiduría.com, 1999-2013), atribuida a Gandhi,
responde a esta nueva concepción del poder de lo
frágil.Otro aspecto para resaltar en
Túnez, al igual que en Egipto y en España,
fueron las redes sociales del ciberespacio como un
instrumento para la convocatoria a las manifestaciones en las
distintas ciudades, desdibujando con ello la idea de que solo
los medios masivos de comunicación son los
depositarios por excelencia de transmitir e interpretar la
realidad.Con ello se han fortalecido las
dimensiones horizontales de las organizaciones, al empezar a
prescindir de la mediación vertical, desdiciendo de la
máxima que dice que lo que no aparece en los
medios de comunicación, no existe. El poder de la
información se está desplazando del centro a la
periferia, como un signo de nuevos tiempos.La experiencia de Túnez
explicitó también otra dimensión de la
fortaleza de los frágiles, centrada en un sentimiento
de solidaridad internacional que se expresó a
través de estas nuevas
tecnologías.Los activistas
de Anonymous aportaron su fortaleza a la
revolución tunecina. En Egipto, fue el asesinato del
joven Khaled Saeed, en julio de 2010, víctima de la
violencia policial, lo que suscitó la
indignación colectiva. ElShaheed, creador del grupo
Facebook "Todos somos Khaled Said", tomó la
decisión como acto individual ante la conmoción
que le produjeron las imágenes del joven
asesinado.Podemos observar otra
característica importante del cambio cultural: el
liderazgo colectivo. Los organismos de seguridad están
preparados para reprimir, torturar y hasta desaparecer a
quien ejerce influencia sobre la población, pero son
incapaces con un sentimiento colectivo y generalizado. Somos
incapaces de entender que muchas de las muertes colectivas de
la historia son precisamente las que han sido guiadas por
líderes de ideas
claras.Otro elemento importante de
estas primaveras ha sido la inmensa
diversidad de procedencias, motivaciones, religiones,
opciones políticas, géneros, edades, clases
sociales que se han dado cita en ellas, sin que necesiten
acuerdos previos ni supongan trabas para juntarse. Esto ha
sido un motivo más de desconcierto para los narradores
de la historia oficial. En Egipto, no lograban entender
cómo compartían propósitos los coptos y
los musulmanes, cuando les hubiera gustado calificar la
revolución como islamista, para desacreditarla. En
España, no comprendían cómo muchos
asistentes a las asambleas manifestaban su intención
de votar en las jornadas electorales del 22 de mayo, cuando
hubiera sido más sencillo calificarlos a todos como
antisistema o resentidos sociales, anarquistas enemigos de la
democracia y del Estado Social de Derecho. No han entendido
nada.
Eduardo Galeano insinúa que un mundo
distinto está sucediendo, se está gestando al
interior de este que existe; vale la pena resaltar en las
movilizaciones en Túnez y Egipto la participación
activa de las mujeres, por ser sociedades culturalmente
más patriarcales, si cabe, que las llamadas occidentales,
donde el camino recorrido por ellas tiene más historia y
mucha más incidencia. En España, la
participación femenina ha sido hombro a hombro. La
aparente separación entre política y
economía sólo esconde la real supeditación
de la primera a la segunda. El gobierno de Islandia
decidió preguntar a sus ciudadanos si aceptaban pagar la
crisis, y estos lo rechazaron en dos ocasiones sin importar que,
para la segunda ocasión, se hubiesen reducido los
intereses del plan de rescate. En palabras del mismo presidente
Olafur Ragnar Grimsson: Las antiguas condiciones de pago
eran muy injustas: las nuevas son mejores, pero si los islandeses
van a tener que cargar con una deuda de sus bancos deben tener
derecho a decidir (Dylan, 2011, p. 65).
Hay cada vez mayor conciencia de que el
problema es estructural y, como dicen los movimientos
ecologistas, no hay salidas sin un cambio profundo de la cultura
que nos atraviesa y su modelo económico, que naturaliza
las consecuencias desastrosas sobre la viabilidad de la vida en
el planeta. Crece la certeza de que el problema es de
humanidad.
Muchas cosas se podrían decir de lo
que sucede en un movimiento vivo y de sus profundas
significaciones. Hasta ahora han logrado ir construyendo nuevos
retos que los mantiene actuales, pero su huella ya está
puesta en la historia que une y mantiene vivos a
los hippies, a la gente de las primaveras del 68, a
las luchas contra el racismo, al sexismo, por la libertad, por la
paz, por el reencuentro con los equilibrios de la vida, que son
todas ellas experiencias en la ruta humana por construir una
nueva cultura que posibilite de nuevo la vida.
La posibilidad de un mundo mejor nos seduce
y necesitamos avanzar en esta sensación, cada vez
más socialmente sentida, de la imposibilidad de la vida en
la ruta señalada por intereses ruines como la
acumulación descontrolada. Las primaveras de
2011 nos devuelven el aire; son como una bocanada de
oxígeno en el límite de la asfixia.
INVICTUS
Poema de William Ernest
Henley
Fuera de la noche que me
cubre,
negra como el abismo de polo a
polo,
agradezco a cualquier dios que
pudiera existir
por mi alma
inconquistable.
En las feroces garras de las
circunstancias
ni me he lamentado ni he dado
gritos.
Bajo los golpes del
azar
mi cabeza sangra, pero sin
inclinarse.
Más allá de este lugar
de ira y lágrimas
es inminente el Horror de la
sombra,
y sin embargo la amenaza de los
años
me encuentra y me encontrará
sin miedo.
No importa cuán estrecha sea
la puerta,
cuán cargada de castigos la
sentencia.
Soy el amo de mi
destino:
Soy el capitán de mi
alma.
A manera de epílogo
Cuando decidí poner el punto final a
este escrito, empezó a sonar en el sistema aleatorio
de mi música un poema de Mario Benedetti, en la voz de
Susana Rinaldi, en el que encontré el profundo sentido de
mi esfuerzo y, por ello, no puedo dejar de compartirlo (palabras
del autor Carlos Eduardo Martínez H.):
Por qué
cantamos
Si cada hora viene con su
muerte
si el tiempo es una cueva de
ladrones
los aires ya no son los buenos
aires
la vida es nada más que un
blanco móvil
usted preguntará por
qué cantamos.
Si nuestros bravos quedan sin
abrazo
la patria se nos muere de
tristeza
y el corazón del hombre se
hace añicos
antes aún que explote la
vergüenza
usted preguntará por
qué cantamos.
Si estamos lejos como un
horizonte
si allá quedaron
árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna
ausencia
y cada despertar un
desencuentro
usted preguntará por
qué cantamos.
Cantamos porque el río
está sonando
y cuando suena el río / suena
el río
cantamos porque el cruel no tiene
nombre
y en cambio tiene nombre su
destino
cantamos por el niño y porque
todo
y porque algún futuro y porque
el pueblo
cantamos porque los
sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que
cantemos.
Cantamos porque el grito no es
bastante
y no es bastante el llanto ni la
bronca
cantamos porque creemos en la
gente
y porque venceremos la
derrota.
Cantamos porque el sol nos
reconoce
y porque el campo huele a
primavera
y porque en este tallo en aquel
fruto
cada pregunta tiene su
respuesta.
Cantamos porque llueve sobre el
surco
y somos militantes de la
vida
y porque no podemos ni
queremos
dejar que la canción se haga
ceniza.
Ensayo del poder de la Noviolencia
Configuramos un espiral de violencias y
contraviolencias sin precedente. Somos parte de un escalada de
actos de intolerancia, corrupción, marginación y
discriminación. Somos parte de la globalización de
la violencia. Presenciamos modelos y estilos violentos de
convivir, gobernar y educar. Modelos y estilos que se
caracterizan por la vigilancia para el castigo y la intolerancia
que lleva a la confrontación. Modelos y estilos donde las
decisiones se toman sin la participación de aquellos
sectores siempre-presos de la exclusión. Modelos y estilos
cuyos motivos son el individualismo, la competitividad y el lucro
desmedido. Modelos y estilos que, ciertamente, nos han legado una
alta "ganancia de violencias".(2)
La globalización de la violencia es
un fenómeno que presenciamos, en sociedades ricas como en
sociedades pobres, en sociedades con tradición
antimilitarista como en sociedades con tradición
bélica, en las relaciones interpersonales como en las
relaciones con la naturaleza, en generaciones jóvenes y
adultas como en generaciones ancianas y niñas.
Según Jorge Werthein (1997), representante de la UNESCO en
Brasil, la violencia en sus variadas manifestaciones se perfila
como un síndrome de nuestra nueva sociedad moderna
excluyente. Un estudio realizado por varios organismos adscritos
a las Naciones Unidas, apunta a Latinoamérica y el Caribe
como una de las regiones mas violentas. En países
occidentales "civilizados" y "pacíficos", la creciente
violencia es igualmente alarmante (Werthein, 1997; Herra, 1991).
En muchos países, la violencia ha llegado a niveles
insólitos e insospechados – como testimonian las
trágicas experiencias de balacera y muerte en varias
escuelas en los Estados Unidos.
Irónicamente, en muchos
países la violencia ocurre con mayor frecuencia en
contextos domésticos e intrafamiliares. Se observa
también, una creciente y preocupante tendencia de
comportamiento agresivo en las mujeres, quiénes han
comenzado a emular – desde edad temprana – los modelos masculinos
patriarcales. Más aún, la alta incidencia y
reincidencia de menores en la actividad criminal es alarmante y
lamentable.
Puerto Rico no es excepción. En
nuestra sociedad se ha ido perdiendo el valor de la vida, y se
fomenta un culto a la violencia en una cultura de muerte. Gran
parte de nuestros periódicos y noticiarios han devenido en
crónicas de sangre. Estructuralmente, también somos
recipientes de enormes violencias. Esta carencia y abandono
institucional se manifiesta en quebrantos de salud mental, que
con frecuencia devienen en experiencias de cárcel, o en la
muerte trágica callejera de un número significativo
de nuestros jóvenes.
La violencia desgarra también los
esfuerzos de renovación escolar. Nuestras 1,547 escuelas
públicas han demostrado ser un espejo de la sociedad
puertorriqueña. Irónicamente, nuestra
política pública educativa pareciera ser: Cerremos
escuelas no-rentables, encerremos cada escuela en una
"ZELDA"(3) y
abramos más celdas en nuestras cárceles. Nuestras
instituciones de educación superior tampoco escapan a
estas realidades.
Lamentablemente, para enfrentar las
violencias, se escogen caminos de igual o mayor violencia
punitiva y represiva, que dinamiza aún más el ya
ágil espiral de violencias. Ciertamente, nos compete a
todas y a todos, cerrar las puertas de muerte y violencia que se
abren a cada paso, y echar a andar por caminos que puedan
imaginar y esbozar culturas alternas. Ciertamente, también
le compete a las comunidades universitarias pues…
? Cabe subrayar que la educación
superior no es un simple nivel educativo. En este peculiar
período signado por la presencia de una cultura de guerra,
debe ser la principal promotora en nuestras sociedades de la
solidaridad moral e intelectual de la humanidad y de una cultura
de paz construida sobre la base de un desarrollo humano
sostenible, inspirado en la justicia, la equidad, la libertad, la
democracia y el respeto pleno de los derechos
humanos (UNESCO, 1997, 39).
No, no ha llegado aún el fin de la
historia. Mucho menos el fin de la esperanza, pues como bien ha
afirmado Federico Mayor, Director General de la
UNESCO…
? La apertura y el diálogo son
los medios, la paz, la democracia y la seguridad, los objetivos
para lograr un futuro que refleje lo mejor de las diversas
culturas, las distintas regiones y la condición humana que
compartimos. Sólo nosotros – todos [y todas] juntos –
podemos 'asomarnos' y escribir la primera página de la
historia del futuro. No, el año 2000 no es el 'fin de la
historia'. Pero debería ser el fin de esta historia, de la
historia de la guerra (UNESCO, 1994, 1).
Sabio sería iniciar nuestra
travesía, a partir de un aforismo ghandiano que pone el
acento en el quehacer que exige el valor al cual aspiramos y que
afirma la coherencia entre medios y fines: "No hay camino a
la paz; la paz es el camino" (Hicks, 1993, 30). Sabio
sería también evocar la exhortación de
Francisco Matos Paoli, para que – bajo ninguna circunstancia –
permitamos la proscripción, la malversación o el
suicidio de nuestra esperanza (1989, 57-58).
VIOLENCIA, PAZ Y CONFLICTO:
LABERÍNTICOS TRENZADOS.
A través de la historia, los
conceptos violencia, paz y conflicto, han estado
íntimamente entrelazados. Y es que se requiere una
visión de la paz plena, presente y en positivo,
pues…
? La paz significa algo más que
la ausencia de guerra y de conflicto; es un concepto
dinámico que debe considerarse en términos
positivos: la presencia de la justicia social y la
armonía, la posibilidad de que los seres humanos realicen
plenamente sus posibilidades y gocen del derecho a una
supervivencia digna y sostenible (UNESCO, 1994,
4).
Más aún, se requiere un
modelo holístico de la paz, una "paz integral", una paz
democratizada, de manera que podamos…
? Vivir la paz como un concepto, una
meta y un proceso activo, dinámico, creativo, con
repercusiones directas en nuestra vida cotidiana. Democratizar en
definitiva este derecho fundamental (Jares, 1991,
7).
El conflicto es inherente a la paz. Una
política y práctica educativa explícita de
"paz conflictual" es por ende esencial para
contrarrestar nuestra heredad bélica. El que las partes en
un conflicto – sea éste de naturaleza política,
cultural, económica, social o interpersonal – puedan
"sentarse a la misma mesa", requiere la creación de
relaciones de confianza y de procesos de mediación,
consenso y reconciliación. Estos procesos parten de la
premisa de que la manera más eficaz para resolver los
conflictos entre "enemigos", "adversarios" o "antagonistas", es
promover su cooperación para el logro de una meta de mutuo
beneficio. También se fundamenta en el propiciar las
posibilidades de poder que radican en la sociedad civil y en las
organizaciones no-gubernamentales (Ortega Pinto, 1996; Padilla,
1996; UNESCO, 1994, 1995a).
Algunos teóricos hacen distinciones
entre "establecer", "mantener" y
"consolidar" la paz, y "prevenir" el conflicto.
La ONU, por ejemplo, cuenta con organismos especializados en
dichos ámbitos, y matiza las diferencias en
términos de fines y estrategias. Consideran el
"establecimiento de la paz" (peacemaking) necesario para
"poner término" a los conflictos. Una vez lograda la paz,
orientan sus esfuerzos al "mantenimiento de la paz"
(peacekeeping o peace enforcement).
Mediante la "consolidación de la paz"
(peace-buiding), se proponen fortalecer y afianzarla,
con miras a evitar que se reanuden los conflictos. Y abordan la
"diplomacia preventiva", con la finalidad de anticipar los
conflictos y solucionarlos – antes de que irrumpa la violencia
(UNESCO, 1994).
La forma más idónea de
aproximarse a los conflictos en todo contexto, sin embargo, no es
mediante vías y fuerzas bélicas – sino a
través de su resolución constructiva y creativa.
Aproximación por los bordes de la conflictividad que no
destruye, sino que problematiza y desafía. Acercamiento
que recalca lo que no es, ni debe convertirse jamás, la
resolución de conflictos: Una receta de paz a cualquier
precio, en la cual los poderosos "establecen la paz" sobre los
"sin-poder"; o un acto de coerción para "mantener la paz"
(Bejerano, 1995; Prutzman, 1990; McCollough, 1991).
Deberemos acercarnos al conflicto como
parte natural de nuestra vida. Como algo inevitable que dice
presente y ocupa de manera constante todo nivel de nuestra
cotidianidad – personal, interpersonal, intra-grupal o
internacional. Será necesario pues re-crear nuestras
controversias – asumiendo la paz y el conflicto – no como
opuestos, sino complementarios. Será necesario
además, no enmarcar los conflictos en un esquema
polarizado – propio de una batalla a ganar o perder – sino en una
problemática solucionable a ser resuelta con apertura y
equidad a los sentimientos, temores e intereses de todas las
partes (Fisas, 1987; Johnson, 1995; McCollough, 1991;
Rodríguez & Juvenal, 1988; Wichert, 1989).
Al educar para la "paz conflictual", se
hace igualmente necesario, descifrar el laberíntico
trenzado entre los conceptos violencia, conflicto y paz – y
marcar los hitos de su evolución. Es en esta
teorización acumulada, que subyacen las huellas del amplio
y diverso legado de la "Educación para la Paz". Y
es a partir de esta teorización, que han emanado variados
matices y múltiples veredas educativas.
EDUCACIÓN PARA LA PAZ: HUELLAS DE
UN LEGADO RELEGADO
Las huellas de quienes nos antecedieron son
imprescindibles para apre(he)nder nuestros legados. Pues como
acertadamente expresa en su canto la admirable voz de Mercedes
Sosa…
? Cada paso anterior deja una huella…
que lejos de borrarse se incorpora…
Dichas huellas indican que las diversas
concepciones religiosas y seculares de la paz son tan viejas como
la propia institución de la guerra (Hutchinson, 1986,
1996). Desafortunadamente, este amplio legado ha estado
verdaderamente relegado. Este ocultamiento, no debería
sorprendernos, pues como afirma el educador por la paz
francés, Paul Lederach…
? La historia siempre se escribe desde
la perspectiva de los guerreros, los ricos, los reyes y
poderosos, o sea, todo lo que no ha sido, ni ha representado el
pacifismo y la noviolencia(1986, 68).
A la Educación para la Paz se le ha
denominado desde sus orígenes de innumerables formas y
maneras. Podemos develar su historia, a través del bagaje
de los variados matices, énfasis, concepciones y
prácticas que estos apelativos encierran. Historia que
confirma que no ha sido ni es un lujo, una moda pedagógica
pasajera, o una invención teórica recién
acuñada. Historia cuyo saldo ha sido considerarla como
necesario "derecho-deber" del educador y del educando
(Visalberghi, 1984).
Son muchos los aconteceres, iniciativas e
inspiraciones que han hecho de la evolución de los
estudios sobre y para la paz, una realidad urgente y pujante –
desde lo personal a lo global – sobre todo, durante las pasadas
tres décadas (Burns & Aspeslagh, 1996). El
investigador y educador por la paz español, Xesús
R. Jares (1991, 6-7), ha identificado cuatro "grandes
hitos-generadores" – que ha denominado "olas" – en su
evolución. Privilegia Jares en su interpretación la
metáfora de la "ola", ya que aunque algunos de los
aconteceres que reseña se desplazan temporalmente de forma
paralela – no necesariamente comienzan en un mismo punto, ni
irrumpen con igual intensidad.
Según el autor, nace la
Educación para la Paz a principios de siglo, en una
"Primera Ola", junto a su nodriza la Nueva Escuela – movimiento
de renovación pedagógica de gran influencia
histórica. A finales de 1945, y a partir de la Segunda
Guerra Mundial, en una "Segunda Ola" se crea la UNESCO y otras
entidades y normas de naturaleza internacional. Esta "ola" cuenta
con la experiencia previa y contribución de las
asociaciones y sindicatos de la enseñanza. La "Tercera
Ola", recoge la amplia contribución de los movimientos
pacifistas y de la noviolencia. La "Cuarta Ola", gira en torno a
la Investigación para la Paz. Surgen en este
período nuevos y más radicales presupuestos
educativos para la Educación para la Paz. Estas cuatro
grandes inspiraciones o discursos, convergen en los 80's, en una
"Quinta Ola", caracterizada por la diversificación y auge
de la Educación para la Paz. Esta Quinta Ola se manifiesta
en numerosas experiencias educativas renovadoras que se inscriben
en un "inequívoco signo pacificador" (Jares, 1991,
11).
No obstante coincidimos con Jares, en
nuestro propio recorrido histórico-normativo – hemos
incorporado otros antecedentes e iluminaciones que ciertamente
provocaron otras oleadas. Particular énfasis hemos dado a
tres marejadas que Jares considera tangencialmente y que a
nuestro juicio ameritan mayor atención: (a) la vida y obra
de grandes creadores y pioneros que han iluminado nuestros
senderos educativos; (b) la historia de coloniaje y esclavitud
que violentó nuestros pueblos; y (c) nuestra heredad
común de violencias, que presentan los actuales riesgos y
desafíos globales. Hemos optado, sin embargo, por la
metáfora de la "huella", para resaltar el legado – o
más bien camino y reto prospectivo – que nos han dejado
estos maridajes y marejadas de pasos, que aunque distintas
convergen y se confunden en nuevas pistas y pisadas.
Las siguientes "Siete Huellas", a
nuestro juicio, constituyen rastros significativos del gran
legado la Educación para la Paz, tal cual la conocemos hoy
en sus diversas variantes.
Primera huella: Legado del pacifismo y
la noviolencia…(4)
El movimiento pacifista y noviolento – en
sus variadas etapas y matices – contribuyó ampliamente al
nacimiento y evolución de la Educación para la Paz.
Sus raíces primigenias se remontan al siglo VI a. de J.C.,
cuando Mahavir, fundador del Jainismo, privilegió el
principio de
la ahimsa o noviolencia como
paidea religiosa, primer deber moral y máximo valor
educativo (Vidal, 1971).
Se han identificado otras influencias de
naturaleza filosófica-religiosa-educativa, arraigadas en
la tradición y cultura oriental. Entre éstas: La
amalgama en Buda de los conceptos deahimsa y piedad, y
la vocación espiritual de los "voceros chinos de la paz".
Posteriormente, la prédica de Cristo y la práctica
de los primeros cristianos nos dejarían un legado
ético pacifista de incalculable valor. De hecho, ciertos
movimientos radicales del pacifismo cristiano, anteceden el
pacifismo moderno, pues se enfrentaron a violencias estructurales
e institucionales como el racismo, la pobreza, la pena capital y
la guerra (Haring, 1989; Jares, 1991; Lederach, 1986).
Los movimientos del pacifismo
histórico fueron muy variados; tendrían sin
embargo, ciertos elementos comunes : (a) Su postura pacifista se
expresaba como consecuencia de una fe radical; (b) Su
expresión de fe se traducía a la vivencia
cotidiana; (c) De forma abierta y crítica, fomentaban
cambios sociales y políticos; y (d) De manera
explícita, confrontaban las estructuras de poder –
incluyendo las instituciones religiosas (Lederach,
1986).
La historia tiene a su haber variados
surgimientos que denotan pacifismos de otras naturalezas. Son
pacifismos, que aunque no emanan del pacifismo
ético-religioso ni comparten la noviolencia ghandiana,
responden a los signos de los tiempos. Tal es el caso en el siglo
XX de movimientos, tales como los de resistencia popular
no-armada, los antimilitaristas, los antinucleares y los
ecológicos. También se destacan, las iniciativas
pacifistas lidereadas por grandes pensadores, científicos,
creadores y educadores.
La repercusión de la noviolencia
sería tal, que para los 70's, ya el reconocido
sociólogo Gene Sharp (1973), llegaría a identificar
sobre 200 técnicas noviolentas practicadas a través
de la historia. No debe extrañarnos pues que, a mediados
del siglo XX, un cura-maestro italiano, Lorenzo Milani, desde la
cátedra abogara por una pedagogía de la
desobediencia…(5)
? Yo no puedo decir a mis alumnos que
la única manera de amar la ley es obedecerla. Sólo
puedo decirles que deben honrar las leyes… de forma que las
cumplan cuando sean justas (es decir, cuando son la fuerza del
débil); cuando vean, por el contrario, que no son justas
(es decir, cuando sancionan el abuso del fuerte) habrán de
luchar para cambiarlas…(Jares, 1991, 69).
Tampoco debería sorprendernos que
dos décadas atrás, la UNESCO resaltara
explícitamente la objeción por conciencia como
derecho inalienable del ser humano y fundamento educativo
válido…
? Debe concederse un lugar apropiado en
esta enseñanza al derecho de todo ser humano a negarse al
servicio militar en calidad de objetor por conciencia, así
como el derecho a oponerse a la obligación de hacer la
guerra y de matar (UNESCO, 1980, en Jares, 1991,
74).
Segunda huella: Creadores y pioneros de
la Educación para la Paz.
El legado heredado a través de la
vida y obra de las y los grandes pensadores, científicos,
creadores y maestros ciertamente puede iluminarnos sobre
cómo educarnos para edificar culturas menos violentas. En
una cultura de la inmediatez y de escasez de genuinos modelos,
sus huellas y senderos, pueden ser alentadores para que las
nuevas generaciones aprendan a trascender espiritual y
éticamente.
A partir de la filosofía de la
noviolencia y con un matiz de naturaleza ético-espiritual,
por ejemplo, tres grandes maestros y creadores serían
guía e inspiración durante el siglo XIX: Mohandas
Karamanchand Ghandi, Leo Tolstoy y Rabindranath Tagore.
Históricamente, sería esta tríada
responsable de articular el pacifismo histórico con las
técnicas de la noviolencia y la labor pedagógica
(Jares, 1991, 12-13).
Este pacifismo de corte humanista,
personificado durante este siglo por figuras de la talla de
Bertrand Russell y Albert Einstein, se ha expresado sobre todo en
contra del creciente militarismo y la carrera armamentista. Otros
personajes de la literatura y del arte – como Ernest Hemingway,
E.E. Cummings y Aldous Huxley – también han expresado
sentimientos similares (Jares, 1991). De igual manera, las
culturas híbridas y voces milenarias de los pueblos
originarios, nos han estado hablando sobre la vigencia de su
sabiduría ancestral, tanto en torno a la paz interior,
como a la paz con la naturaleza (Pascual Morán,
1997).
El proyecto ético-pacifista de estos
pioneros seres, se encarnó en sus prédicas,
personas y obras – por medio de la fuerza interna de la
noviolencia. Sus enseñanzas – las cuales implican una
clara postura de rechazo al poder, a la fuerza y a la respuesta a
la violencia con más violencia – tendrían una
influencia mayor en las prácticas pedagógicas
contemporáneas. La profundidad de su filosofía
educativa profética implica una convergencia de los medios
noviolentos con los fines de una "paz en positivo"
– capaz de revelar las injusticias estructurales (Jares, 1991;
Lederach, 1986). Dicha "paz positiva" tendría
como reto mayor, según Albert Einstein, la
transformación del pensamiento en aras de nuestra
sobrevivencia…(6)
? Nuestro mundo está amenazado
por una crisis cuya amplitud parecen no comprender los que tienen
el poder para tomar las grandes decisiones que pueden acarrear el
bien o el mal… Es esencial introducir un nuevo modo de pensar
si queremos que sobreviva la humanidad. (Laloup, 1964,
289).
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