áridos ni una lágrima brotaban,
cuando ya su color tus labios rojos
en cárdenos matices cambiaban,
cuando de tu dolor tristes despojos
la vida y su ilusión te abandonaban
y consumía lenta calentura
tu corazón al par de tu
amargura.
(José de Espronceda)
Octava Italiana:
Formada por ocho versos de arte mayor de rima consonante, rimando
el 2º con el 3º, el 6º con el 7º, el 4º
con el 8º (debiendo ser esta rima aguda), y quedan sueltos
el 1º y 5º. Llegó a la poesía
española en el siglo XVIII, procedente de Italia, y a lo
largo de la historia ha sufrido variaciones tanto en el
número de sílabas como en la distribución
rítmica. También puede llamarse octava
aguda.
¡Silencio! ¡En el misterio de las
tumbas
la eternidad esconde su destino!
Húndete, pensamiento, en el mezquino
lugar de corrupción.
Tus atrevidas alas impotentes
al alzarse aumentaron tu caída;
confúndete, ya está desvanecida
tu orgullosa ilusión.
(Ángel María Dacarrete)
Octavilla
italiana: Ocho versos de arte menor, con la
misma disposición que la octava italiana.
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;
bajel pirata, que llaman,
por su bravura "El Temido",
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.
(José de Espronceda)
Copla de arte
mayor: Compuesta por ocho versos
dodecasílabos, con rima consonante dispuesta de la
siguiente manera: ABBAACCA. Fue muy utilizada por el poeta Juan
de Mena (siglo XV).
Al muy prepotente don Juan el segundo,
aquél con quien Júpiter tuvo tal
zelo
que tanta de parte le fizo del mundo
quanta a sí mesmo se fizo del
çielo;
al grand rey d'España, al Çesar
novelo,
al que con Fortuna es bien fortunado,
aquél en quien caben virtud e reinado;
a él, la rodilla fincada por suelo,
…
(Juan
de Mena)
Décima o
Espinela: Llamada así su estructura
fue fijada por el poeta Vicente Espinel (S. XVI-XVII). Consta de
diez versos octosílabos consonantes, con el esquema
ABBAACCDDC.
¿Dónde está ya el
mediodía
luminoso en que Gabriel
desde el marco del dintel
te saludó: -Ave María?.
Virgen ya de la agonía,
tu hijo es el que cruza ahí.
Déjame hacer junto a ti
ese augusto itinerario.
Para ir al monte del Calvario
cítame en Getsemaní.
Autor:
Pablo Turmero
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