- Consideraciones preliminares en torno a la
Historia y la Ficción - Breath, Eyes, Memory de Edwidge Danticat: una
manera entre muchas de inserción de la historia en la
ficción - Consideraciones finales
- Referencias
bibliográficas
Consideraciones
preliminares en torno a la Historia y la
Ficción
Para nosotros, adentrarnos al tema de la
inserción de la historia en la ficción implica
necesariamente hacer un pequeño recorrido por lo que la
crítica ha calificado como: la novela histórica. La
novela histórica fue definida por Lukács como un
género con caracterizaciones muy específicas y, de
manera general, este autor sostiene la idea de que se trata de un
telón de fondo histórico sobre el cual se construye
una historia ficticia que a su vez respeta ese telón de
fondo.
No obstante, Lukács, al teorizar sobre la novela
histórica, deja claro que la relación entre el
pasado y el presente se presenta como función propia del
elemento histórico en el interior de la novela. Esta es
una noción que no podemos desestimar, pero para la
época en la que teoriza Lukács es innegable que ha
analizado y teorizado sobre la novela histórica sin dejar
de tener en cuenta los "patrones" del romanticismo. No olvidemos
que la novela histórica nace durante el romanticismo, de
ahí que, en las primeras novelas catalogadas como
históricas, por lo general, en su mayoría nos
ofrecen la presencia de un episodio amoroso propio de la novela
romántica.
De ahí que, a través de la lectura de
autores como Hayden White, especialmente sobre el texto que
encontramos en el libro "La historia en la ficción y
la ficción en la historia" (Perus, 2009), lo primero
que nos viene a la mente a través de las palabras de White
es que, al parecer, muchos autores leídos por White
tomaron la formalización conceptual de Lukács como
la única que refiere qué es la novela
histórica, al punto que la lectura de White deja entrever
que para muchos críticos si alguna novela se sale de los
parámetros de Lukács es ya "otra cosa", de
ahí la necesidad de White de, actualizar razonadamente la
noción de novela histórica.
Pensamos que pretender circunscribir el concepto de
novela histórica únicamente a lo elaborado por
Lukács resulta metodológicamente inoperante. Al
adentrarnos a la perspectiva de White, más bien, nos
atreveríamos a afirmar que, así como muchas obras
ficcionales anteriores a la novela como género buscaron en
cada época sus propios cánones estéticos, la
novela de cada época atiende a distintas nociones y
expectativas de acuerdo con la cultura que la produce. De hecho,
asomarse un poco a lo que ocurría en las producciones
literarias medievales confirma este hecho.
Un ejemplo de ello se encuentra en la interesante
controversia que todavía hoy se debate sobre la
definición misma del término "roman" en
francés, lo cual arroja un dato sumamente importante.
Veamos.
Emmanuèle Baumgartner (1995), nos comenta que
existe una carencia en lengua francesa de un término otro
que "roman" para designar a las obras medievales, y distinguirlas
de las ficciones modernas:
« …à la différence
de l"espagnol, de l"italien, de l"anglais qui disposent tous
trois de termes distincts (en anglais par exemple romance
et novel) pour distinguer les œuvres du passé
et les fictions modernes, le français ne connaît que
le mot « roman » pour qualifier les uns et
les autres[1]».
Ahora bien, sobre el término "roman", esta misma
autora agrega que:
"Durant tout le Moyen âge, le terme "roman" ne
désigne pas une forme littéraire, mais la langue
vernaculaire, le français, par opposition au latin, la
langue des lettrés, des savants, des clercs, et, pendant
longtemps, la seule langue de la culture"[2],
(Baumgartner, 1995 :4).
y complementa su idea agregando que el término
"roman" daba a entender más bien el proceso de traducir,
escribir o componer directamente una obra en francés
(antiguo) o bien, adaptar a esta lengua un texto proveniente del
latín.
Ahora bién, Payen y Diekstra, (1975), al tratar
de ofrecer su definición sobre el término "roman",
nos proveen de otro dato interesante:
"Il a toujours été difficile de
définir le roman, dont le visage et la finalité
sont différents d"une civilisation à une autre et
d"une époque à une autre. Genre narratif, comme le
conte ou l"épopée, il vise à distraire, mais
aussi à servir de
miroir… »[3] (Payen y
Diekstra, 1975 :19)
Payen y Diekstra (1975) nos hablan de "servir de
espejo", pero, ¿de qué forma?. Sobre este
aspecto nos comenta Améndolla (2009): "Los textos
literarios producidos en las cortes nobles ocuparon un papel muy
importante en la ideología de estos grupos de poder,
más allá de ser una forma de entretenimiento".
De allí que, Payen y Diekstra (1975), se refieren en la
cita anterior, a la evolución que van a experimentar los
llamados "romans antiques" en el marco de un nuevo contexto
histórico: el surgimiento de una dinastía y la
importancia que viene a cobrar la literatura en ese mundo
aristocrático: « …Tout grand
roman, au moyen âge, crée des valeurs nouvelles
(…) au profit d"une morale
aristocratique… »[4].
Todo lo cual nos trae directamente a lo que
veníamos comentando: así como muchas obras
ficcionales anteriores a la novela como género buscaron en
cada época sus propios cánones estéticos, la
novela de cada época atiende a distintas nociones y
expectativas de acuerdo con la cultura que la produce. Entonces,
no nos oponemos en absoluto a las consideraciones, postulados y
nociones que el joven Lukács le ha legado a la historia de
la literatura sobre su postura acerca de la novela
histórica. Sin embargo, tan sólo una lectura como
la de Hayden White (Perus, 2009) nos hace pensar que dentro la
definición de novela histórica y sus alrededores
existe un horizonte cada vez más amplio de aportaciones y
de nociones que está a su vez, en constante apertura y
re-significación y que lo seguirá estando conforme
el tiempo siga transcurriendo. Pretender fijar como un concepto
estático definidor de un género el conjunto de
conceptualizaciones de Lukács sobre la novela
histórica, un conjunto de rasgos evidentemente
románticos, traduce entonces la necesidad de acuñar
nuevos términos para referirse a todas aquellas
producciones novelescas que de una u otra manera ficcionalizan la
historia. De ahí que lo que rompe con el conocido modelo
clásico fijado por Lukács necesitaría
llamarse de otra manera, que es exactamente lo que sucede con
Seymour Menton (1993), quién acuña así su
propio concepto: "Nueva novela histórica", que ya no
será tan nueva cuando surjan otras formas más
nuevas. En este sentido, Menton utiliza este concepto para dar
cuenta de las producciones latinoamericanas más recientes,
cuyas características son menos afines al romanticismo y
más afines a las concepciones de la historia y a las
narrativas posmodernas: ficcionalización de personajes
históricos, juegos de metaficción, de
intertextualidad, dialogismo, parodia, heteroglosia y hasta ideas
filosóficas propuestas en el interior del texto, todo un
conjunto que nos hace pensar en el texto "Al borde del
acantilado" de Chartier.[5] La imagen que nos
ofrece Chartier bajo este título da cuenta no sólo
del pluri- y multi-, sino del trasfondo transcultural inserto
dentro del fenómeno, si se pudiera calificar de esta
manera, de inserción de la historia en la ficción.
Chartier a través de la imagen que ofrece el título
de su escrito "Al borde del acantilado" enfatiza la
importancia de establecer vínculos entre los estudios
concentrados en las estructuras que delimitan y permiten la
noción de individuo y las manifestaciones que esos seres,
encuadrados en órdenes sociales y culturales, realizan en
un nivel más particular, todo lo cual da cuenta de hasta
dónde ha llegado a introducirnos las llamadas "narrativas
posmodernas" y la observación y revisión de
conceptos como el de novela histórica. Pero sigamos
abordando el tema de la novela histórica.
Creemos que Hayden White nos da una valiosa clave sobre
el rumbo a seguir al tratar nociones como las de la novela
histórica en el marco de su discurso acerca de la
poética de la historia, cuando aborda el tema de los
niveles de conceptualización de la obra histórica.
White nos habla de la crónica y el relato, ambas para
él: "(…) elementos primitivos de la
narración histórica, [que] representan procesos de
selección y ordenación de datos del registro
histórico en bruto" (1992: 16)[6]. A
estos les siguen niveles más complejos de
abstracción: modo de tramar, modo de argumentación
y modo de implicación ideológica. Comprendemos
entonces que sí hay una necesidad e intención
evaluadora e ideológica a su vez acompañada de la
necesidad de reinterpretar la historia desde la novela misma como
texto de ficción. White en su libro "El contenido de
la forma: narrativa, discurso y representación
histórica" (1987) agrega que:
"Lejos de ser la antítesis de la narrativa
histórica, la narrativa ficcional es su complemento y
aliado en el esfuerzo humano universal por reflexionar sobre el
misterio de la temporalidad. De hecho, la ficción
narrativa permite al historiador percibir con claridad el
interés metafísico que motiva su tradicional
esfuerzo por contar "lo que realmente sucedió" en el
pasado en la forma de relato" (White, 1987: 190)
¿Qué tan exagerado sería afirmar
que estas palabras de White parecieran invitar a dejar de
levantar muros fronterizos entre la historia y la
ficción?. De hecho, Chartier parece ver en las palabras de
White este mismo sentido al que nos referimos en su texto "Al
borde del acantilado":
"Hayden White, quien considera que la historia tal y
como la escribe el historiador no depende ni de la realidad
pasada, ni de las operaciones propias de la disciplina.
Según él, la elección que hace el
historiador de una matriz tropológica, de una modalidad en
la urdimbre de una intriga, de una estrategia explicativa, es
idéntica a la del novelista." (Chartie, 1996,
101).[Énfasis nuestro]
Todo lo cual parece sugerir que la línea que
divide a la historia de la ficción y a su vez a la
ficción de la historia es una delgadísima raya
amarilla, que tal y como en las señalizaciones de
seguridad de un sistema ferroviario, puede ser a veces,
ligeramente transgredida. Pues Según White (Perus, 2009:
231): "El discurso histórico (…) no produce
nueva información sobre el pasado, ya que la
posesión de información tanto conocida como nueva
acerca del pasado es una condición previa a la
composición de dicho discurso.", lo cual pareciera
diluir a su vez al discurso histórico al interior de
sí mismo. Ante tal aseveración y en función
del quehacer literario, nos hacemos la pregunta:
"¿Historia o ficción?… ¿Historias o
ficciones?"…
Un hecho sí es cierto a pesar de nuestra
interrogante: actualmente la novela contemporánea,
analizada desde perspectivas narratológicas y
semióticas, herramientas éstas de mucha utilidad
para desmontar los discursos ficcionales con el fin de determinar
el tipo de discurso que subyace en la ficción, puede dar
cuenta efectiva de la presencia del discurso
historiográfico insertado como intertexto histórico
tácito o explicito dentro de las construcciones
ficcionales y que en el caso particular, por ejemplo, de la
producción literaria de los escritores caribeños en
condición de diáspora, nos está indicando,
muy en el sentido del pensamiento de White, que el escritor
caribeño se encuentra en una época en la cual le ha
surgido la necesidad de contar quizás, por llamarlo de
alguna manera: "la historia tras las rendijas"…
Breath, Eyes,
Memory de Edwidge Danticat: una manera entre muchas de
inserción de la historia en la
ficción
La forma en la que Milán Kundera describe su
trabajo de inserción de la historia en la ficción
en su libro "El arte de la novela", es muy pertinente,
elocuente e iluminador al observar lo que sucede al interior de
una novela como Breath, Eyes, Memory de Edwidge
Danticat, para algunos críticos, una novela representativa
de la cada vez más creciente producción literaria
de los escritores caribeños.
Resumiendo la perspectiva de Kundera en su libro "El
arte de la novela" sobre el rol que cumplen en la
ficción los aspectos de la historia oficial tenemos que,
en primer lugar, Kundera trata todas las circunstancias
históricas con un máximo de economía, y que
como novelista, él actúa en relación a la
Historia como un escenógrafo que decora una escena
abstracta con la ayuda de algunos objetos indispensables para la
acción. En segundo lugar, Kundera elige, entre las
circunstancias históricas, sólo aquellas que crean
para sus personajes una situación existencialmente
reveladora, en tercer lugar, Kundera, luego de afirmar que
"la historiografía escribe la historia de la sociedad,
no la del hombre", precisa en este sentido que, los
acontecimientos históricos de los que hablan sus novelas
son con frecuencia los olvidados por la historiografía.
Kundera culmina sus reflexiones sobre su trabajo de
inserción de la historia en la ficción aseverando
que: "no sólo la circunstancia histórica debe
crear una situación existencial nueva, sino que la
Historia debe en sí misma ser comprendida y analizada como
situación existencial", en el que la debilidad se
muestra como una categoría muy generalizada de la
existencia. Todo un trabajo particular de inserción de la
historia en la ficción.
La razón por la que hemos decidido tomar en
cuenta esta visión de Kundera sobre la historia en la
ficción es porque creemos que es justamente la forma en la
que la autora de Breath, Eyes, Memory, ha decidido
tratar la historia al interior de su novela. Veamos.
El relato de esta novela comienza situándonos en
Haití durante los primeros años de la década
de los ochenta mientras este país caribeño se
encontraba bajo la dictadura de Jean Claude Duvalier "Baby Doc".
Lo cual va a conformar la diegesis –al estilo Genette-
dentro de la cual va a aflorar con mucha fuerza el tema de las
circunstancias de la diáspora caribeña donde quiera
que se encuentre en el mundo, el cual para nosotros está
entre los temas principales en esta novela.
A principios de la década de 1980, la pobreza
generalizada, el analfabetismo y sobre todo la violencia
orquestada por el gobierno oprimen a la población
haitiana. Es dentro de este contexto histórico que
Martine, la madre de la protagonista, es violada a los
dieciséis años por un Tonton Macoutes, lo cual la
motiva a abandonar Haití hacia los Estados Unidos en
búsqueda de su equilibrio existencial. Por otra parte,
Sophie, la hija producto de la violación que sufrió
su madre, es dejada a cargo de su tía en Haití,
pero su madre Martine decide ir por ella cuando ya Sophie tiene
la edad de 13 años. Sin embargo, en vista de la renuencia
de Sophie de abandonar Haití y a su tía,
ésta le cuenta a Sophie sobre el tiempo de sus padres en
los trabajos forzados en las plantaciones de caña de
azúcar en Haití para explicarle la razón por
la que su ida a los Estados Unidos será lo mejor para
ella:
"Whenever she was sad, Tante Atie would talk about the
sugar cane fields, where she and my mother practically lived when
they were children. They saw people die there from sunstroke
every day. Tante Atie said that, one day while they were all
working together, her father – my grandfather – stopped to wipe
his forehead, leaned forward, and died. My grandmother took the
body in her arms and tried to scream the life back into it. They
all kept screaming and hollering, as my grandmother's tears
bathed the corpse's face. Nothing would bring my grandfather
back." (Danticat, 4)
"Cuando ella estaba triste, la tía Atie hablaba
sobre los campos de caña de azúcar, donde ella y mi
madre prácticamente vivieron cuando eran niñas.
Ellas vieron gente morir allí de insolación cada
día. La tía Atie dijo que un día mientras
ellas estaban trabajando juntas, su padre -mi abuelo- se detuvo
para limpiar su frente, se fue hacia adelante y murió. Mi
abuela tomó el cuerpo en sus brazos tratando de devolverle
la vida a gritos. Ellas se mantuvieron gritando, mientras las
lágrimas de mi abuela bañaban la cara del
cadáver. Nada devolvería a mi abuelo a la
vida."(Danticat, 4)[7]
De ahí que, la autora de esta ficción,
Edwidge Danticat, ha colocado a sus personajes principales Sophie
y Martine dentro de circunstancias históricas precisas que
operan en el relato para ubicar a ambos personajes en situaciones
existencialmente reveladoras muy al estilo Kunderiano. Martine
huye de Haití por su necesidad de supervivencia
física y mental, y Sophie es trasladada fuera de
Haití bajo la promesa de que tendrá un bienestar
integral en los Estados Unidos.
Al preguntarnos cómo la literatura de los
escritores caribeños en condición de
diáspora está logrando una representación
ficcional de las circunstancias que han provocado y que siguen
provocando este fenómeno, el tema de la inserción
de la historia en la ficción juega un papel fundamental,
ya que los escritores caribeños en condición de
diáspora están re-creando cada vez más las
circunstancias históricas clave de sus países de
origen creando personajes bajo situaciones existencialmente
reveladoras en las que la historia misma, como diría
Kundera: "debe ser comprendida y analizada como
situación existencial".
Lo interesante es que, al buscar en cualquier libro de
Historia oficial o de enciclopedias digitales en la web sobre la
dictadura de Duvalier-hijo, lo que nos presentan son aspectos, si
se quiere, meramente referenciales de la época que no dan
cuenta de la historia vivida y sentida, en el caso de
Haití, por el pueblo haitiano. Las referencias
históricas desde el punto de la Historia oficial y la
dictadura de Duvalier-hijo son como la siguiente:
Jean-Claude Duvalier llamado
Bébé Doc o Baby Doc (Puerto Príncipe,
3 de julio de 1951), político haitiano. Fue presidente
vitalicio y dictador de Haití entre 19711 a 1986, siendo
el Jefe de Estado más joven de la historia moderna,
asumiendo el poder con sólo 19 años de edad. Su
gobierno se caracterizó por luchas internas entre miembros
de su familia, y la influencia de su madre, junto con la
postración de la economía haitiana. Se casó
con Michèle Bennett, una mulata perteneciente a la
élite haitiana. Tuvo una influencia negativa en su
gobierno, conocida por sus grandes gastos en joyas y trajes. Sin
embargo durante el gobierno de Duvalier, el país
vivió una cierta estabilidad y desarrollo
económico. Las calles se mantenían limpias, la
seguridad estaba garantizada, los servicios de alumbramiento
eléctrico no sufrían cortes, el desempleo era bajo
y existía el servicio de agua potable. Por auspicio de su
esposa Michèle se construyeron algunos hospitales y
escuelas. Sin embargo se rumoreaba que los parientes de la
primera dama era una de las familias más corruptas del
país. Una insurrección acabó con su gobierno
el 7 de febrero de 1986, a raíz de la retirada del apoyo
militar y económico de EE. UU. y del golpe militar del
jefe del ejército, Henri Namphy.Tras su derrocamiento,
Duvalier y su familia se exiliaron en Francia, cuyo gobierno le
dio asilo temporalmente a él y su familia, donde
permanecen hasta hoy. Al inicio de su exilio Duvalier
rentó una villa en Mougins, donde su mujer Michèle
continuó con su extravagante estilo vida, comprando autos
lujosos y asistiendo a fiestas de la alta sociedad francesa. La
esposa de Duvalier era muy conocida en las boutiques más
exclusivas del país, hacía compras de US$270,200 en
la conocida joyería Boucheron, US$9,752 en Hermès,
US$68,500 por un reloj y US$13,000 por hospedarse una semana en
un hotel de París.[8]
El contenido de la cita anterior dista con mucho acerca
de lo que vivieron los haitianos de la época de esta feroz
dictadura, por lo tanto, para nosotros constituye una de las
razones por las cuales estamos de acuerdo con Kundera cuando nos
dice de manera tajante que: "la historiografía escribe
la historia de la sociedad, no la del hombre", precisando en
este sentido que, los acontecimientos históricos de los
que hablan sus novelas son con frecuencia los olvidados por la
historiografía. Las referencias de tipo histórico
que nos concede la cita anterior difieren, o al menos no dan
cuenta de aspectos gravísimos como la tragedia
física que le ha ocurrido a una de las heroínas de
Danticat en esta novela: Martine, quien al no verle salida a su
conflicto existencial ni siquiera en los Estados Unidos termina
por quitarse la vida. Martine no pudo con el peso de su pasado en
Haití. La violación de la que fue víctima la
marca hasta quitarse la vida. ¿Cuántas Martine de
la época de los Duvalier no se encontraran en el mundo
luchando contra los fantasmas de su pasado haitiano en
búsqueda de un equilibrio existencial?. ¿Historia o
ficción?…
Desde el punto de vista de los acontecimientos
históricos olvidados por la historiografía, la
escritora venezolana Luz Marina Rivas (2004) nos ofrece su
visión al respecto en su libro "La novela
Intrahistórica":
¿Qué es la novela
intrahistórica?
Podemos entonces acercarnos a conceptualizar la novela
intrahistórica como la narración ficcional de la
historia desde la perspectiva de los subalternos sociales, que
aunque víctimas de la misma, no son sus agentes pasivos;
tienen un bagaje histórico por vía de la
tradición entendida como vínculo entre pasado y
presente dado por la costumbre y los modos culturales
transmitidos generacionalmente. (…) al menos en nuestro
continente no todos los subalternos tienen voz, pero muchos de
ellos sí la tienen y la utilizan a pesar de la violencia
con la que muchos sistemas se empeñan en acallarla. Por
ejemplo, de alguna manera el testimonio de Rigoberta
Menchú le ha salvado la vida. La intrahistoria es, por
lo tanto, una visión de la historia desde los
márgenes del poder y tiene como protagonistas a personajes
cuya tensión entre espacio de experiencia o habitus y
horizonte de espera resulta en una conciencia del subalterno de
un pasado y de un futuro muy distantes a los de la historia
oficial. [Énfasis nuestro]. (Rivas, 2004:
88).
Rivas (2004) nos habla entonces de la novela
intrahistórica como aquella novela que presenta una
visión de la historia desde los márgenes del poder
y cuya conciencia del subalterno de un pasado y de un futuro
distan de los que nos presenta la historia oficial. De tal manera
que, la postura de Rivas (2004) sobre la novela
intrahistórica, refuerza la postura de Hayden White sobre
la novela histórica, al tiempo que amplifica la
visión de Kundera, cuando este autor nos señala que
los acontecimientos históricos de los que hablan sus
novelas son con frecuencia los olvidados por la
historiografía. De hecho, Kundera nos coloca como ejemplo
lo que piensa sobre los años que siguieron a la
invasión rusa en Checoeslovaquia en 1968, en la que
"el terror contra la población fue precedido por
matanzas de perros oficialmente organizadas, un episodio
totalmente olvidado y sin importancia para un historiador o para
un politólogo pero de un supremo significado
antropológico.".
Kundera, al mencionar que "la Historia debe en
sí misma ser comprendida y analizada como situación
existencial", agrega un dato crucial al colocar la debilidad
como una categoría muy generalizada de la existencia,
sobre lo cual nos dice que: "cuando hay que hacer frente a un
enemigo superior en número, siempre se es débil,
aunque se tenga un cuerpo atlético como Dubcek".
Alexander Dubcek, personaje de la novela de Kundera "La
insoportable levedad del ser", es un personaje que,
después de ser detenido por el ejército ruso,
secuestrado, encarcelado, amenazado y forzado a negociar con el
personaje Breznev, regresa a Praga, y en la ocasión de
hablar por la radio para contar lo que le ha sucedido, no puede
hacerlo, le falta el aliento, y en medio de cada frase hace
largas pausas atroces, lo cual llevan a Kundera a señalar
a la debilidad, como categoría generalizada de la
existencia. Sobre este aspecto, ya el mismo Walter Benjamin lo
mencionaba en su texto sobre el narrador:
Con la Guerra Mundial comenzó a hacerse
evidente un proceso que aún no se ha detenido. ¿No
se notó acaso que la gente volvía enmudecida del
campo de batalla? En lugar de retornar más ricos en
experiencias comunicables, volvían empobrecidos. Todo
aquello que diez años más tarde se vertió en
una marea de libros de guerra, nada tenía que ver con
experiencias que se transmiten de boca en boca. Y eso no era
sorprendente, pues jamás las experiencias resultantes de
la refutación de mentiras fundamentales, significaron un
castigo tan severo como el infligido a la estratégica por
la guerra de trincheras, a la económica por la
inflación, a la corporal por la batalla material, a la
ética por los detentadores del poder. Una
generación que todavía había ido a la
escuela en tranvía tirado por caballos, se encontró
súbitamente a la intemperie, en un paisaje en que nada
había quedado incambiado a excepción de las nubes.
[9](Énfasis nuestro)
El concepto benjaminiano de empobrecimiento de la
experiencia que aparece en sus textos "El narrador",
así como en "Experiencia y pobreza" ilustra
perfectamente la debilidad a la que se refiere Kundera como
categoría generalizada de la existencia y a su vez, al
señalar que "todo aquello que diez años
más tarde se convirtió en una marea de libros de
guerra, nada tenía que ver con experiencias que se
transmiten de boca en boca", nos abre una perspectiva de
análisis interesante sobre, entre otros temas, los
límites entre la historia y la ficción, pues, no es
la novela histórica en el sentido Lukács, ni la
nueva novela histórica de Menton, sino la novela
intrahistórica en el sentido de Rivas (2004) la que en la
actualidad nos está mostrando la ficcionalización
de un "subalterno" con voz: pareciera que lo que antes teorizaba
Benjamin, la novela intrahistórica (Rivas, 2004) lo
está ficcionalizando. De hecho, al caracterizar como
"subalterna" la comunidad a partir de la cual se narra la
historia en Breath, Eyes, Memory, aparecen datos
interesantes que modifican la propuesta de Spivak (1988) de que
los subalternos no tienen voz: Martine consigna su voz -"en la
ficción"- al confesar que fue violada por un Tonton
Macoute, saliendo así de su silencio, y Sophie consigna la
suya al regresar a Haití e ir a los campos de caña
de azúcar donde las mujeres pertenecientes a su linaje
habían también sido humilladas para gritar en esos
campos, tal y como se lo había recomendado su terapeuta en
Estados Unidos y lograr su catarsis emocional. Lo cierto en todo
esto es que, estas voces resuenan, irradian y se refractan por
todo el planeta gracias a la literatura, y se trata entonces del
"subalterno con voz" tomando la palabra a través de la
literatura. En la cita de Benjamin, este autor teoriza sobre una
Primera Guerra Mundial que dio lugar a la decadencia de la
sociedad, un hecho que la literatura, por el momento
"intrahistórica" está mostrado
ficcionalmente…
Consideraciones
finales
Ante lo que se nos narra en esta novela de la escritora
haitiana Edwidge Danticat, nos seguimos preguntando si
detrás del título de la compilación de
Françoise Perus (2009), esa suerte de quiasmo narrativo,
"La historia en la ficción y la ficción en la
historia", ¿no se esconderá acaso una pregunta
mucho más profunda? luego de reflexionar en torno a la
cultura y algunas nociones afines entre Historia, Lenguaje y
Ficción consideramos que el debate se abre más bien
en torno a la pregunta: ¿La historia en la ficción
o la ficción en la historia?. De nuestra parte, nuestra
mayor interrogante es, luego de la novela histórica, la
nueva novela histórica y la novela intrahistórica
¿qué viene?, si dentro de los límites entre
la Historia y la Ficción se yergue una delicada raya
amarilla, que parece señalar, a riesgo de abrirle la
puerta a discusiones acaloradas, que, de continuar la Historia
Oficial el camino que lleva, ésta terminará
debiéndole mucho a la literatura…
Referencias
bibliográficas
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de Troyes y la Francia del siglo XII.
México:
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
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México:FCE.
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inglés, 1973. Trad. Stella Mastrangelo.
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Jean Claude Duvalier:
http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Claude_Duvalier
Roger Chartier:
http://cienciasdelacultura.blogspot.com/2007/10/la-actualidad-de-la-historia-una.html
Autor :
Joan Robert Chávez
[1] “A diferencia del español,
del italiano y del inglés los cuales disponen de
términos distintos (en inglés por ejemplo romance
et novel) para distinguir las obras del pasado y las ficciones
modernas, el francés no conoce sino la palabra
“roman” para designar tantos a los unos como a los
otros”.
[2] “Durante toda la Edad Media el
término novela no designa una forma literaria, sino la
lengua vernácula, el francés, en oposición
al latín, la lengua de los letrados, de los
científicos, del clero, y, durante mucho tiempo, la
lengua única de la cultura”.
[3] “Siempre ha sido difícil
definir a la novela, cuya cara y finalidad son diferentes de
una civilización a otra y de una época a otra.
Género narrativo, como el cuento y la epopeya, busca
distraer, pero también busca servir de espejo”
[4] Traducción: “…Todo
gran “roman” en la Edad Media crea valores nuevos
(…) al servicio de una moral
aristocrática…)
[5] “Al borde del acantilado” es
un breve texto contenido en Pluma de ganso, que es, a su vez,
una recopilación de seminarios y conferencias que Roger
Chartier dio durante su estancia en México en 1996, en
el cual se recrea el horizonte en el que la
historiografía se encuentra ubicada en la
actualidad.”
http://cienciasdelacultura.blogspot.com/2007/10/la-actualidad-de-la-historia-una.html
[6] Tomado del libro “Metahistoria: la
imaginación histórica en la Europa del siglo
XIX”. México: FCE.
[7] La traducción es nuestra.
[8]
http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Claude_Duvalier
[9] Benjamin, Walter. “El
narrador” (1936), en Sobre la violencia y otros ensayos,
Madrid: Taurus,1998.