Una implicación económica de lo anterior
es que el trabajo intelectual tiende a ser cada vez más
importante en relación con el trabajo físico. Las
transacciones en torno a la información son cada vez
más más comunes en el mercado. La expansión
y la creación de nuevos tipos de instituciones que
trabajen con información como, por ejemplo, universidades,
bibliotecas, patentes de empresas comerciales, etc. se consideran
indicativas del grado de evolución tecnológica
alcanzado por una civilización.
Curiosamente, esto pone de relieve la importancia de la
propiedad intelectual en relación con los sistemas de
distribución descentralizada, tales como Internet, cuando
el precio de la distribución de información tiende
a cero con cada vez más eficientes herramientas para
distribuir información y la creciente cantidad de
información que se distribuye a una cada vez mayor base de
clientes. La creciente des-intermediación en dichos
mercados y la creciente preocupación por la
protección de los derechos de propiedad intelectual no
deja claro qué forma tendrán los mercados de la
información con la evolución de la era de la
información.
6.
INTEGRACIÓN Y EXCLUSIÓN.
En cada etapa, la organización social se
establece en torno a los recursos básicos para el
desarrollo económico y social. En las etapas preindustrial
e industrial el proyecto de sociedad se centraba en un juego de
personas para tratar de dominar el medio natural o artificial; en
la postindustrial, de un «juego entre personas» bajo
el predominio de las tecnologías para la
información. Como consecuencia de ello, la
estratificación social y ocupacional se ha modificado
significativamente, siendo afectada por el acceso diferencial a
los conocimientos tanto profesionales como científicos y
técnicos. El capitalismo avanzado necesita una mano de
obra cualificada donde el saber se impone al hacer (Drucker,
1993).
La globalización de la economía y la
transnacionalización de la producción, en los
sectores industrial y de telecomunicación también
ha supuesto cambios significativos en la composición del
mercado laboral mundial. La economía globalizada y
tecnificada requiere una mano de obra cualificada, adaptable a
entornos cambiantes y flexible en las condiciones de
contratación, que debe ser competitiva en el mercado
mundial. En este contexto, la elaboración de procesos
productivos rutinarios se externalizan a favor de países
subdesarrollados, con menor nivel de vida y menores salarios.
Ello ha impulsado la introducción de reformas en los
sistemas productivos de los países desarrollados
justificadas con la promesa de crear empleo. Así, el
empresariado, en las décadas de los años ochenta y
noventa ha reclamado reducción de la presión fiscal
y flexibilidad en la contratación y despido de los
trabajadores (OCDE, 1985). Sustentándose en la
competitividad de las empresas se han puesto en marcha medidas de
flexibilización del mercado laboral y desregulación
de la protección social, a pesar de sus consecuencias para
la consolidación de la ciudadanía social (Navarro,
1995; Fitoussi, 1997; Castel, 1997; Alonso, 1998; Esteve, 1998).
Desde esta perspectiva, se puede afirmar que la economía
informacional es potencialmente excluyente, articulándose
la distinción entre «productores» y
«superfluos» (Castells, 1996). Con ello, se ha
evidenciado que orientarse por principios de rentabilidad
mercantil conlleva a estructuras sociales vulnerables, donde una
parte de la población se ubica en situación o
riesgo de exclusión, lo cual repercute negativamente en el
desarrollo económico de estos países, puesto que la
sociedad de la información necesita una mano de obra
altamente cualificada y capacitada para competir en el mercado
mundial (Anisi, 1996; Esteve, 1997; Riach, 1997).
En términos generales, las sociedades
postindustriales de los noventa han experimentando una serie de
rasgos comunes que pueden sintentizarse en: revolución del
sistema productivo como consecuencia de la aplicación de
las nuevas tecnologías; reorganización
internacional del trabajo; protagonismo del sector servicios y
consiguiente pérdida hegemónica del industrial;
mejoras de las condiciones de vida de la población,
particularmente en el acceso a la cultura y educación, en
los niveles de ingresos y gastos; Además, se aprecia una
tendencia hacia la dualización social.
Las consecuencias sociales derivadas del mercado laboral
postindustrial muestran la reducción de la
población activa ocupada en la industria y pérdida
de integración de la conciencia de clase; aumento del
paro, o de las situaciones de no trabajo, con tendencia hacia una
mayor proporción de parados de "caracterización
sociológica homogénea", es decir, jóvenes,
mujeres, personas con bajo nivel de instrucción, etc.;
tendencia a la bipolarización de los niveles
prácticos de cualificación necesarios para el
funcionamiento del sistema productivo: un segmento de trabajos
altamente cualificados (los que inventan , programan, desarrollan
y aplican tecnología) y otro segmento mayor compuesto por
quienes cubren tareas de mantenimiento, con un nivel de
cualificación bajo; tendencia "desasistencializadora" a
corto plazo, como consecuencia del aumento de las cargas sociales
y de las políticas de reducción de los gastos
públicos. El riesgo de progresivo deterioro de los grupos
afectados, su posición marginal en el mercado y su bajo
nivel de cobertura sindical, da lugar al surgimiento de "nuevas
infraclases sociales".
La sociedad actual se caracteriza por el término
red, que se define por "el conjunto de nodos interconectados.
[…] Lo que un nodo es depende del tipo de redes a que nos
refiramos" (Castells, Manuel, 2001: 550). Las redes son
estructuras abiertas que se expanden sin límites
integrando nuevos nodos que comparten los mismos códigos
de comunicación, por lo que cabe considerar la estructura
social basada en las redes como dinámica y abierta a todo
tipo de innovaciones. La nueva estructura de la sociedad red
está compuesta por redes de producción, poder y
experiencia que construyen la cultura de la virtualidad en los
flujos globales que trascienden en el espacio y en el tiempo,
aunque no debemos pasar por alto que esta sociedad no está
libre de contradicciones, conflictos y desafíos sociales.
Esta red representa un cambio cualitativo en la experiencia
humana. La información pasa a considerarse como un factor
clave para la organización social, desatando una serie de
consecuencias en las relaciones de clases, de tal manera que el
nuevo sistema de clases se caracteriza por la tendencia a
aumentar la desigualdad y la polarización
social.
La implementación de las redes que sustenta la
sociedad de la información se está realizando de
modo global pero desigual debido a que se parte de realidades
sociales y económicas diferentes, por lo tanto la
posición relativa de cada país y región en
el orden económico internacional y las desigualdades que
esto genera afecta a los ciudadanos de cada sociedad concreta;
por ende, las zonas más ricas y mas desarrollados
serán las receptoras naturales de la información,
mejorando su posición relativa, mientras en las menos
ricas ocurrirá el proceso contrario. Este fenómeno
se ha comenzado a denominar como brecha digital, de tal forma que
aumenta la distancia entre los países ricos y los
países pobres en todo el planeta, además de
incrementar la distancia entre las diferentes capas sociales,
dentro de cada país.
Al hablar de brecha digital estamos haciendo referencia
a la "fuerte desigualdad que surge en las sociedades por la
diferencia entre los que acceden a las nuevas tecnologías
de la información y las comunicaciones (TIC) e incorporan
su uso en la vida cotidiana, y aquellos que no pueden o no saben
acceder". Esta nueva forma de desigualdad que se está
gestando en la sociedad actual puede acabar generando un
agravamiento de la exclusión social de ciertos sectores de
la población, de tal manera que esta puede afectar a los
diferentes géneros, edades, idiomas, nivel de ingresos,
nivel educacional, etc, además de producirse entre los
diferentes países. Con ello se profundiza e incrementa las
situaciones pobreza, subdesarrollo, exclusión social de
los colectivos sociales más vulnerables y desfavorecidos,
tales como los inmigrantes, lo pobres, los jóvenes, las
mujeres con un bajo nivel educativo, las barriadas populares, las
zonas rurales
BIBLIOGRAFIA
Manuel Castells:
El estado del bienestar y la sociedad de la
información..
La Sociedad Red.
REDEFINIENDO LA GLOBALIZACION: LA IMPORTANCIA DE LAS
DIFERENCIAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO
de PANKAJ GHEMAWAT
DEUSTO S.A. EDICIONES
Autor:
Pablo Turmero
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