El avance de las ciencias sociales y el estancamiento de
las demás ciencias – Monografias.com
El avance de las ciencias sociales y
el estancamiento de las demás ciencias
Durante este período son las ciencias sociales
las que tienen un mayor desarrollo en Cuba, principalmente por el
surgimiento de una generación de intelectuales inquieta e
indagadora que pretende actualizar los estudios sociales en el
país. Sobresalen tres figuras capitales: Fernando Ortiz
Fernández (1881-1969), Ramiro Guerra Sánchez
(1880-1970) y Emilio Roig de Leuchsering (1889-1964).
La Historia es de las ciencias sociales la de más
amplio desarrollo, por el nacimiento a la vida independiente de
la sociedad cubana y por la amplia gama de acontecimientos que
ocurren, que estimulan las investigaciones y estudios sobre la
historia nacional.
Ramiro Guerra Sánchez encabeza a un grupo de
distinguidos investigadores que se dedican al sistemático
estudio de la historia y en particular de la nacional. Su primera
obra es una extensa "Historia de Cuba" (1921-25), en la que se
propone escribir una historia general de la isla, pero le faltan
fuentes y la obra queda inconclusa. Pero sin embargo la obra es
de un gran valor porque actualiza la bibliografía
existente en el período que aborda, los primeros
años de la conquista y la colonización de Cuba
(1492-1607)
En la introducción de la monografía,
Ramiro Guerra expresa: "La historia tiene como objetivo
primordial explicar científicamente el proceso de
formación y desarrollo de la comunidad nacional,
esclareciendo la naturaleza de los factores que en este proceso
intervienen y lo condicionan"[1]
El libro es novedoso porque no se limita al estudio de
los aspectos políticos administrativos, sino que incorpora
estudios sobre la organización social, la
población, la cultura, la vida económica y las
costumbres.
En "Manual de Historia de Cuba" (1938), Guerra sintetiza
la información desde el descubrimiento hasta el inicio de
la guerra de independencia en 1868. La mayor amplitud corresponde
al siglo XIX, etapa de desarrollo de la burguesía
esclavista criolla, interrelacionando los problemas
económicos, sociales y políticos, haciendo
énfasis al estudio de la esclavitud y la actitud de la
clase dominante frente a este fenómeno social.
"Azúcar y población en Las Antillas"
(1927) es el más conocido y polémico de sus libros,
en este trabajo se une la indagación histórica al
análisis de la actualidad cubana de su tiempo, se compara
el desarrollo de las plantaciones azucareras en Barbado con Cuba,
estableciendo sus diferencias y el peligro a los que se
veía expuesto el país por la dependencia del
monocultivo, previendo el predominio del latifundio en los campos
cubanos, la superproducción, la crisis y el
empobrecimiento de Cuba, problemas más políticos
que históricos y que mantienen una gran
actualidad.
En diversas obras Ramiro Guerra se ocupa de las
relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, aunque en todas no
mantiene el mismo criterio que va desde el conformismo hasta la
fustigación de la política imperialista de Estados
Unidos en América Latina, y en otras obras posteriores en
la que vuelve a justificar y elogiar la intervención
norteamericana en los asuntos de Cuba. Esto no le resta
méritos a su obra historiográfica que marca una
pauta importante en el estudio de la historia nacional. Es un
historiador honesto que trató de desentrañar la
evolución político-social de su
país.
De él dirá Juan Marinello:
"(…)es el mejor historiador que hemos
producido(…)Un hombre que tiene esa condición de ver
la historia en un sentido moderno y por tanto progresista, sin
embargo es un hombre ligado a las fuerzas dominantes de nuestra
economía. Era de los grandes auxiliares de la
Asociación de Hacendados de Cuba, y fue también
nada menos que secretario de la presidencia de Gerardo
Machado"[2]
Emilio Roig de Leuchsenring, periodista, investigador e
historiador, realiza trabajos fundamentales en la
indagación histórica desde su cargo de Historiador
de la Ciudad de La Habana, para el cual fue nombrado en
1935.
Sus investigaciones se centran en el estudio de las
relaciones cubano-norteamericanas y en resaltar la figura de
José Martí, fue un activo miembro y participante de
los Congresos de Historia organizados por la Oficina del
Historiador de la Ciudad, donde ratificó algunos criterios
y rectificó errores históricos.
En otras muchas publicaciones dadas a conocer en este
período están: "La injerencia norteamericana en los
asuntos de Cuba" (1922), "Análisis y consecuencias de la
intervención norteamericana en los asuntos interiores de
Cuba" (1923), "La colonia superviva. Cuba a los veinte
años de la República" (1925), "Nacionalismo e
internacionalismo de Martí" (1927), "El intervencionismo,
mal de males de Cuba republicana" (1931), "Martí y los
niños" (1932), "Historia de la Enmienda Platt. Una
interpretación de la realidad cubana" (1935), "El
internacionalismo Antimperialista en la obra
político-revolucionaria de José martí"
(1935) y "Curso evolutivo de las relaciones
cubano-norteamericanas" (1937)
Roig fue un estudioso de las costumbres habaneras, la
historia de la ciudad y por ello impulsó la
creación de la Oficina del Historiador de la Ciudad
(1938), de la que fuera su primer director. Esta
institución se convierte en en un centro de
promoción histórico-cultural, que publica numerosos
e importantes trabajos históricos y nucleó a un
grupo importante de historiadores e investigadores, entre ellos
Fernando Ortiz, Elías Entralgo, Fernando Portuondo y
José Luciano Franco, entre otros.
Esta institución fundó la Sociedad Cubana
de Estudios Históricos e Internacionales y los Congresos
Nacionales de Historia que contribuyeron a la divulgación
de la Historia de Cuba.
Emilio Roig participó también en la
creación del Archivo Histórico Municipal (1937) y
de la Biblioteca Cubana y Americana" (1938).
Fernando Ortiz Fernández es figura capital de las
ciencias sociales cubanas, con justicia llamado el "Tercer
Descubridor de Cuba" y que a partir de la década del
veinte se dedica casi por completo a los estudios sociales y
etnográficos, que hicieron posible un mejor conocimiento
de las raíces de la cultura popular cubana, especialmente
su componente africano.
Ortiz, tras un breve período dedicado a la
política, durante el cual no abandonó sus
preocupaciones por las problemática cubanas, se dedica con
mayor profundidad a los estudios afrocubanos y de la realidad
cubana en general.
Sus estudios afrocubanos van más allá de
las indagaciones científicas pues su propósito es
lograr una mayor integración de la sociedad cubana.
Establece el concepto de que la nación cubana estaba
formada por la integración de los diversos etnos que
había coincidido en la isla.
Se desempeña como publicista, profesor
universitario, enseña etnografía; animador de la
Sociedad Económica de Amigos del País, cuya
"Revista Bimestre Cubano", rescate y mantiene con un alto nivel
intelectual.
Sobre temas etnográficos publica: "Glosario de
afronegrismo" (1924), "Personajes del folklor afrocubano" (1924),
"La fiesta del Día de Reyes" (1925), "Los afrocubanos
dientimellados" (1929), "El coricamo y los conceptos
teoplásmicos del folklore afrocubano" (1930), "De la
música afrocubana: un estímulo para su estudio"
(1934) y "La clave xilofónica de la música cubana"
(1935).
En 1940 aparece el libro fundamental para la
comprensión de la formación histórico-social
y cultural de Cuba, "Contrapunteo Cubano del Tabaco y el
Azúcar", en ella Fernando Ortiz incorpora el vocablo
"trasculturación" como concepto básico para la
comprensión e interpretación de la sociedad cubana,
siendo este uno de los aportes más importantes de Ortiz a
las ciencias sociales.
Funda en 1923 junto a José maría
Chacón y Calvo, la Sociedad del Folklore Cubano para
investigar, recopilar y estudiar las tradiciones de la vida
popular, incluyendo la música, la oralidad, la medicina
popular, las creencias religiosas y otras manifestaciones
sociales. La Sociedad se disuelve en 1931 por dificultades
económica para desarrollar su trabajo. Para divulgar los
trabajos realizados por dicha sociedad se creó la revista
"Archivo del Folklore" (1924.1929), en la que fueron publicados
diversos trabajos sobre variados temas junto a estudios hechos
por investigadores extranjeros sobre el tema.
Entre los colaboradores de la revista se contaron,
Chacón y Calvo, Carolina Foncet, Manuel Pérez
Beato, Joaquín Llavería, Francisco G. del Valle,
Emilio Roig, Elías Entralgo, Eduardo Sánchez de
Fuentes, Salvador Massip, Herminio Portell Vilá, Juan
Marinello y Gaspar Agüero, entre otros.
Como continuidad de la Sociedad del Folklore Cubano,
Fernando Ortiz crea en 1937 la Sociedad de Estudios Afrocubanos y
la revista de igual nombre, en la que continuaron apareciendo
estudios y artículos relacionado con los temas
etnológicos, fundamentalmente los referidos a las culturas
africanas y españolas y su síntesis en lo
afrocubano. Pero la revista fue más universal, al incluir
temas de otras partes del mundo.
En ese mismo año 1937 Fernando Ortiz organiza los
"Cursos de Verano" en la Universidad de La Habana, que resultaron
de in interés impactante al presentar, no solo sus
conferencias, sino a modo de ilustración y de
desprejuiciar a la intelectualidad habanera, la música
sacra de los cultos afrocubanos, interpretadas por genuinos
cultores, como fueron Jesús Pérez (Oba-Ilú,
rey del tambor), Pablo Roche (Akilakua), Merceditas Valdés
(La pequeña Aché), intérprete de los cantos
religiosos y otros músicos y cantantes y bailarines de
diversos cultos africanos.
Fernando Ortiz fue un fustigador de la injerencia de los
Estados Unidos en Cuba y denunció los problemas sociales
que aquejaban a la sociedad cubana, manteniendo una actitud de
compromiso con su tiempo y su pueblo.
Otros estudiosos del folklor cubano fueron, Manuel
Martínez Mole, quien recopila evidencias del folklor
espirituano en siete tomos de los cuales publicó tres en
su libro, "Contribución al estudio del folklore"
(1926-1931). Otro tanto realiza Ramón Martínez con
las costumbres de la parte oriental de la isla, al dar a conocer
su, "Oriente Folklórico" (1934-1939), en nueve cuadernos
en forma de revista.
La Academia de Historia de Cuba continuó una
útil labor en la divulgación de investigaciones y
monografías sobre historia nacional, muchas de ellas
contemporáneas o del siglo precedente, a más de
publicar los trabajos premiados por la Academia.
Otra labor importante de esta institución
histórica fue la recopilación de informaciones
sobre Cuba en los Archivos de España, a través de
corresponsales que trabajaron con los fondos, como fueron los
casos de José María Chacón y Calvo y
Néctor Carbonell.
Completando el panorama de los estudios
históricos cubanos citaremos a otros autores de amplia
trayectoria en este período, como fueron los casos de
Emeterio Santovenia (1889-1968), Joaquín Llaverías
(1875-1956), Enrique Gay Calbó (1889-1977), José
Manuel Pérez Cabrera (1902-1969), Calixto Masó
Vázquez (1901-1974) y Herminio Portell Vilá
(1901-1992), entre otros.
Sobresale en este período el trabajo de
bibliógrafo y publicista, Fermín Peraza Sarausa
(1907-1969), uno de los más acuciosos investigadores de la
bibliografía cubana en el siglo XX, que recopila y publica
la "Bibliografía de Enrique José Varona"(1932),
ampliada en 1937; la "Guía bibliográfica sobre
José Martí" (1938), "Índice de la Revista de
Cuba" (1938), "Índice de la revista Cubana" (1939),
"Índice de Cuba Contemporánea" (1940); los
"Anuarios Bibliográficos Cubanos" (1937-1938) y
"Índice de las Memorias de la Sociedad Económica
Amigos del País" (1938), fue un incansable bibliotecario y
colaboró en diversos medios de prensa divulgando la
bibliografía tanto de personalidades cubanas, como de
instituciones y publicaciones.
En diciembre de 1930 la Academia de Historia de Cuba
forma parte de la comisión para crear un Diccionario
Bibliográfico Cubano de personalidades cubanas ya
fallecidas y que él complementaria con la obra
"Personalidades Cubanas" que recoge el quehacer de personalidades
vivas para su época.
Otros trabajos bibliográficos relevantes del
período fueron, la "Bibliografía de José de
Armas y Céspedes (Justo de Lara)" (1923) de Antonio L.
Valverde y la Bibliografía de Manuel Sanguily, adjunta a
un estudio sobre el mismo hecho por José Rodríguez
García en 1926.
Como publicación especializada en
bibliografía se edita la "Revista Bibliográfica
Cubana" (1936-1939) con valiosos trabajos sobre el
tema.
El profesor universitario Juan Manuel Dihigo (1866-1952)
realiza un destacado trabajo docente e investigativo en
filología y lingüística, saberes en los que
fue una autoridad en el país. Aparecen en este
período tres importantes trabajos: "Julio Cejador y
Franca, filólogo, lingüista y literato" (1927),
"Algunos grandes pensadores de las ciencias del lenguaje" (1928)
y "Léxico cubano, contribución al estudio de las
voces que lo forman" (1928)
En cuanto a las ciencias exactas y la aplicación
tecnológica, el país mantuvo un lento desarrollo
que se traduce en casi un estancamiento de algunas ramas en las
que existía un reducido número de especialistas de
la Universidad de La Habana y pocos centros de
investigación.
La rama azucarera de gran tradición en el
país tenía un buen número de
técnicos, químicos, agrónomos y de otras
especialidades que formaron la Asociación de
Técnico Azucareros (ATAC)[3] que convoca a
partir de 1927 un congreso anual para discutir los problemas
relacionados con la fabricación y comercialización
del azúcar. La ATAC tenía varias secciones:
agricultura, fabricación, ingeniería, productos
secundarios, nutriología, investigación y uso del
azúcar. Publicaba anualmente sus memorias en inglés
y español.
El desarrollo azucarero en Cuba enfrentó el reto
de las plagas del "virus del mosaico" que destruyó muchas
plantaciones cañeras y que fueron enfrentadas por la
Estación Agronómica de Santiago de Las Vegas, que
en 1927 introdujo la variedad de caña POJ-2878, la cual
salvaría a la industria azucarera cubana. La
Estación estudio la enfermedad en las condiciones de Cuba
y se prepararon los técnicos que la enfrentarían en
todas las provincias.
La Estación de Santiago de Las Vegas, aunque
estatal enfrentó diversas dificultades económicas
para desarrollar sus investigaciones, de las cuales muchas eran
engavetadas sin la debida publicación y conocimiento de
los interesados.
Pero en sentido general esta institución
jugó un rol muy importante en los agronómicos en
Cuba, siendo la base para la creación de algunas
instituciones de investigación como fueron: la
estación Experimental de la Caña (1924-1932) creada
por el Club Azucarero de Cuba en el Central Baraguá; la
Estación experimental del Tabaco (1937) en San Juan y
Martínez, Pinar del Río y la Estación
Experimental del café (1939) en Palma Soriano.
En este período se produce un redescubrimiento de
los trabajos cañeros de Álvaro Reynoso, cuyas obras
casi no había tenido aplicación en Cuba, pese al
buen resultado que tuvieron en otros países. El magnate
azucarero José Miguel Tarafa paga una reimpresión
de cinco mil ejemplares del libro "Ensayo sobre el cultivo de la
caña de azúcar" de Álvaro Reynoso, para
distribuirlo gratuitamente entre los colonos.
En cuanto a la industria azucarera y sus derivados, el
ingeniero José de la Maza patentó diez
procedimientos para producir celulosa con diversas fibras de la
caña. En el central Tuinicú, provincia de Santi
Spíritus, instaló una fábrica experimental.
Fue el primero en extraer la celulosa del bagazo de la
caña de azúcar y produjo con ella papel
periódico hecho de bagazo. El ingeniero de la Maza es
considerado una autoridad mundial en esta materia.
Otro profesional de meritorio trabajo fue el ingeniero
Eugenio Armando Vázquez quien registró en 1828 en
los Estados Unidos un aparato para producir
simultáneamente azúcar y pulpa para papel; en 1930
un procedimiento para producir celulosa, en 1932 un proceso para
producir subproductos extraídos de la caña de
azúcar e inventor del método "vazcaine" para la
producción de tablas aisladoras de bagazo de caña.
Dejó publica el libro, Utilización de los residuos
de la industria azucarera".
Las ciencias médicas seguían desarrollando
individualidades de gran destaque, aunque la situación de
la salubridad y la prevención de enfermedades era muy
lamentable.
Uno de los médicos cubanos más distinguido
en el período lo fue el doctor Domingo M. Gómez,
establecido en París en la década del 30,
colaboró con el profesor Henri Vaquez, Director del
Servicio Hospitalario de París, con quien trabaja en
investigaciones médicas de gran envergadura. Junto a los
doctores Vaquez y Cley, participa en la creación de un
nuevo oscilómetro[4]sus estudios y
descubrimientos en el tratamiento de la hipertensión
arterial con extracto de la región cordial del
riñón, fueron reconocidos con el premio Mesureur,
que entrega la Academia de Medicina de París cada cinco
años. Sus estudios sobre la hemodinámica son
pioneros en el ámbito médico de la época;
aplicó por primera vez el fenómeno de la
Piezo-electricidad, descubierto por Pierre Curie, a la
medición de la tensión sanguínea de los
vasos, con un equipo inventado por él, el Piezographe. Su
compendio de las leyes de la hemodinámica fueron publicada
en Cuba costeado por el gobierno
cubano.[5]
El cirujano José A. Presno Bastiony,
médico de larga y exitosa carrera en Cuba, fue el pionero
en cirugía de las vías biliares y de la
pielotomía en la isla y opero por primera vez las
aneurismas en las extremidades en 1938. Uno de los mejores
cirujanos de principios del siglo XX, docente destacado y autor
de un texto básico para los cirujanos cubanos de esos
tiempos: "Clínica Quirúrgica y Técnica
Operatoria" (1920)[6]
Doctor Ricardo Núñez Portuondo, cirujano
pionero en la aplicación de las técnicas de
gastrectomía totales, toracoplastias y drenajes de
abscesos pulmonares.
Doctor Agustín Castellano descubridor de la
angiocardiografía en 1937, cuyo procedimiento es
indispensable para el diagnostico de cardiopatías y de uso
común en todo el mundo. Publicó más de un
centenar de trabajos en revistas médicas de Cuba y en
otras partes del mundo.[7]
Los doctores Octavio Montoro y José M.
Martínez Cañas introducen en Cuba la técnica
del drenaje biliar y el tratamiento científico de la
diabetes en 1924. Detectan en Cuba los primeros casos de
encefalitis letárgica.
El doctor Arturo Curbelo, eminente bacteriólogo
cubano autor de varios libros sobre el tema, que fueron
bibliografía de consultas en los estudios de medicina en
Cuba. Entre sus más importantes aportes, está la
localización por primera vez en Cuba del bacilo
desentérico (Shiga) en 1936, con la colaboración
del doctor José M. Martínez y posteriormente junto
a otros especialistas cubanos identifica la "Salmonella habana",
en momentos de un brote epidémico, que fue combatido
eficazmente por estos especialistas.
El doctor Clemente Inclán, profesor de la
Universidad de La Habana, ortopédico, introdujo numerosas
técnicas quirúrgicas, principalmente en el uso de
donantes óseos conservados en frío (1936), cuya
aplicación tuvo repercusión en la medicina
internacional de su época.
Los doctores Nicolás Puentes Duany,
oncólogo y Carlos Ramírez Corría,
neurólogo, realizaron la primera leucotomía pre
frontal en el país (1937).
En 1927 se crea el Instituto Finlay cuyo objetivo social
eran los estudios relacionados con la higiene y la medicina
preventiva. Dotado de un moderno equipamiento, la
institución logro relevantes resultados
científicos, como el descubrimiento de la paratifoidea C
en Cuba; formas de Salmonelosis, muy infecciosas y antes no
descritas; Leptospirosis ictero-hemorrágica (enfermedad de
Well); estudios de la forma de Rickkettosis y su tratamiento con
antibiótico y ensayos de tratamientos nuevos de la fiebre
tifoidea, entre otras. Este esfuerzo científico ha
redundado en la reducción de los índices de
mortalidad por estas enfermedades infecciosas.
En 1937 surge el Instituto de Medicina Tropical creado
por el eminente profesor Pedro Kourí con sede en el
Hospital Calixto García de La Habana y dentro de la
facultad de Medicina de la Universidad de La Habana. Pronto se
constituye en un centro de investigación de referencia
internacional en cuanto a las enfermedades tropicales, pero con
muy poca aplicación en los hospitales cubanos, que
carecían de salas especializadas en
parasitología.
El estudio sobre distomatosis hepática realizado
en 1932 realizado por los doctores Kourí y Rogelio Arenas,
son el aporte más novedosos en estudios de
parasitología en el período.
En los estudios botánicos en este período
sobresalen tres estudiosos que ya tenían una obra
consolidada desde principios del siglo XX: Tomás Roig, el
ingeniero Julián Acuña y el Hermano León,
jesuita e investigador de la flora cubana.
Juan Tomás Roig publica dos obras de gran
importancia en este período: "Diccionario Botánico
de Nombres Vulgares" (1928), reeditado varias veces y su
monografía, "Plantas Medicinales Aromáticas y
Venenosas de Cuba" (1945).
El ingeniero Julián Acuña (1900-1970)
quien junto a Tomás Roig son figuras destacadas en las
investigaciones en la Estación experimental de Santiago de
las vegas", se dedicó al estudio de las plantas y a la
introducción de otras por sus valores económicos,
como el kenaf y varias plantas forrajeras, también
dedicó tiempo al estudio de las orquídeas y de las
plantas melíferas de Cuba.
El trabajo investigativo del religioso francés
Joseph Sylvestre Sauget (Hermano León) durante treinta
años dedicado al estudio de la flora cubana dejó
una buena cantidad de trabajos publicados, describiendo nuevas
especies de la isla. La mayoría de estas monografía
fueron publicadas por el Colegio La Salle: "Contribución
al estudio de las palmas de Cuba" (1931), "El género
Melocaetus en Cuba" (1934), "Contribución al estudio de
las palmas de Cuba II y III. Género Copernicia" (1936),
"Contribución al estudio de las palmas de Cuba IV. Un
corojo nuevo para la ciencia" (1940) y "Contribución al
estudio de las Cactáceas de Cuba II. El Leptocereus de
Cojimar" (1940)
La obra más relevante en los estudios de
botánica en este período fue, "Flora Cubana" (I y
II) (1946), escrita por los eclesiásticos del Colegio La
Salle, Hermanos León y Alaín (H. Liogier), en
colaboración con los botánicos cubanos Juan
Tomás Roig y Julián Acuña.
En 1930 el doctor Mario Sánchez Alfonso
publicó en las "Memorias del Instituto de Investigaciones
Científicas", un importante estudio sobre las algas
cubanas. A estas plantas marinas también dedicó sus
estudios el doctor Isidoro Castellano.
Cerca de la ciudad de Cienfuegos se creó el mejor
Jardín Botánico del país, fomentado en
terrenos del Central Soledad. Su origen se remonta a los trabajos
realizados en su finca por el botánico norteamericano
Erwin F. Atkin a lo largo de unos 40 años con fines
experimentales e investigativos. En 1899 algunos
científicos de la Universidad de Harvard llegaron a un
acuerdo con Atkin para convertir su finca en una Estación
de Investigaciones Tropicales. Luego de años de trabajo
científico se inauguró oficialmente el
Jardín Botánico en 1932 con el nombre de "The
Atkins Instituction of the Arnold Arnoretum". En 1933 el
jardín botánico tenía1970 especies de 165
familias y realizó una importante labor en el estudio de
variedades cañeras, selección y aclimatación
de plantas tropicales, con una importante colección de
orquídeas y plantas ornamentales. Allí colaboraron
los botánicos cubanos Tomás Roig, Julián
Acuña y el mencionado Hermano León del Colegio La
Salle.
El ingeniero José Isaac del Corral Alemán
(1882-1946) fue el sabio polifacético, con una notable
obra en selvicultura, ordenación de montes y otros temas
relativos a la rama forestal, muchas de ellas aparecidas en las,
"Revista de la Agricultura" y "Agricultura y Zootecnia". Sus
obras más relevantes en estos temas fueron:
"Ordenación y valoración de montes", tres tomas
(1935) y 1938; "El derecho forestal cubano" (1936) y "Curso de
aprovechamiento e industrias forestales" (1942-1946)
En ingeniero Carral fue creador de los viveros
forestales establecidos en La Habana en 1925, en 1933 crea la
Escuela Forestal "Pozos Dulces" en La Habana que graduaba a sus
alumnos en la especialidad de silvicultura.
En piscicultura de agua dulce, el ingeniero Corral es
precursor al publicar en 1927 un folleto sobre el tema y en 1931
su monografía, "Repoblación Piscícola de
nuestros ríos". Las investigaciones sobre peces cubanos de
agua dulce y su explotación económica
impulsó el establecimiento de la primera Estación
de Piscicultura en la isla (1934), creada por el Ministerio de
agricultura.
José Isaac del Corral fue también
geólogo, ingeniero de minas, metalúrgico y
matemático, teniendo a su cargo la reglamentación
sobre la explotación de minas en los primeros años
del siglo XX, proponiendo la creación de una
Comisión para hacer el mapa geológico de Cuba, obra
terminada en 1938. En matemáticas fue la mayor autoridad
del país dando a conocer en Cuba los avances más
relevantes que se producían en ese campo.
El doctor Carlos de la Torre es una autoridad mundial en
el estudio de las polímitas publicando en 1940 su obra,
"Género Polymita", dedicándose también al
estudios de los moluscos cubanos.
Los estudios sobre la fauna cubana ocupan a un
pequeño grupo de profesores y especialistas como Carlos
Guillermo Aguayo y Jaime García, quienes dieron conocer un
"Catálogo de Moluscos Cubanos"; el ictiólogo Luis
Howell Rivero, quien estudió la especie cubanas de peces y
publicó sus hallazgos en obras como, "Los peces apodales
de Cuba" (1932), "Peces nuevos para la fauna cubana" (1934) y
"Tiburón Azul" (1934).
Los trabajos geológicos y de minas abundaron en
este período, hechos por investigadores cubanos y
extranjeros, en su mayoría estadounidenses, pero tras los
estudios faltó el propósito de aprovechar los
recursos para el desarrollo nacional. Entre los cubanos se
destacan además de José Isaac del Corral, el
ingeniero Antonio Calvache con una larga experiencia en los
estudios geológicos en Cuba que dejó plasmada en
obras como: "Esquema de las riquezas mineras de Cuba" (1936), "El
níquel y su aplicación industrial, minerales y
metalurgia del níquel" (1937) y otros estudios dedicados a
yacimientos de otros minerales en Cuba.
En los estudios del suelo el gobierno contrata en 1928 a
los especialistas estadounidenses H.H. Bennett y R.B. Allison,
ellos confeccionaron un mapa a escala 1:300 000, con textos
explicativos en inglés.: "The soils of Cuba". En 1933
Bennett hace un nuevo recorrido y resume sus observaciones en un
trabajo complementario, "Some new Cuban Soils"
Este es el panorama de las ciencias cubanas, sin apoyo
oficial o de instituciones que permitieran una mayor
aplicación de estos estudios al desarrollo del país
y con unos pocos cientos de especialistas en la Universidad y los
contados centros de investigación.
Autor:
Ramón Guerra
Díaz
[1] Ramiro Guerra: Historia de Cuba. Tomo 1,
La Habana, 1921
[2] Citado por Luis Baez: “Juan
Marinello: otros contemporáneos, Rev. La Gaceta de Cuba
, Nº 5, 1993
[3] Fundada el 3 de enero de 1927 en La
Habana
[4] Equipo para medir la oscilación
arterial y que llevó el nombre de Kimometre
[5] Historia de la Nación Cubana, tomo
X, pág., 158
[6] Ídem. Pág. 159
[7] Ídem. Pág. 160