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Pasado y presente de la esclavitud (página 2)




Enviado por maurofunes



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El tráfico negrero se realizaba a través
de factorías que rodeaban el continente africano. En un
primer momento eran los piratas, comerciantes y navegantes
particulares quienes se dedicaban a esa actividad, pero a partir
del siglo XVII comenzó a ser ejercido por las grandes
compañías. Estas se encargaron también de la
instalación de factorías y la construcción de fuertes y bodegas para
almacenar a los esclavos. Hay que destacar que el monopolio que
intentaba imponer la compañía no excluía la
presencia de otros sujetos implicados en la trata. Por ejemplo,
en el caso de Portugal, el tráfico continuó
llevándose a cabo por negreros particulares -especialmente
a partir del Siglo XVII- cuando las relaciones entre las
posesiones de África y el Brasil comenzaron
a ser directas debido a la interferencia en el Atlántico
de otras potencias traficantes de esclavos.

Debemos distinguir entre la trata oriental y la
occidental. En rasgos generales, la trata oriental abarcaba a un
grupo reducido
de esclavos, mientras que la trata occidental era altamente
superior en cifras y se llevaba a cabo con medios mucho
más poderosos. Esta última se centraba
principalmente en la obtención de "bienes de producción", por esto, se exportaban en su
mayoría hombres vigorosos y una minoría de mujeres
de edad adulta. La trata oriental, en cambio, estaba
orientada a la consecución de "bienes de consumo", en
su mayoría niños y
mujeres para servidumbre doméstica, para engrosar los
harenes, etc.; los hombres solían ser utilizados como
mercenarios o bien como guardias de palacio. El trabajo de
esclavos negros en las plantaciones sólo comenzará
a darse tardíamente.

En la costa occidental de África el
tráfico trasatlántico de esclavos comenzó en
el siglo XV, más concretamente en el año 1441 con
el tráfico de los primeros esclavos africanos llevado a
cabo por los portugueses. Los futuros esclavos eran capturados
generalmente por otros africanos y transportados a la costa
occidental de África. España, al
poco tiempo, imitó esta práctica aunque durante
más de un siglo Portugal siguió monopolizando el
comercio. A finales del siglo XVI, el Reino Unido empezó a
competir por el derecho a abastecer de esclavos a las colonias
ultramarinas detentado hasta entonces por Portugal, Francia,
Holanda y Dinamarca. En este momento, los ingleses que llegaron
con retrazo a la carrera, comienzan a dominar los mares,
adjudicándose el liderazgo en
el comercio negrero: el primer cargamento fue transportado en
1562. En 1713, la British South Sea Company consiguió el
derecho exclusivo de suministro de esclavos a las colonias
transoceánicas.[ii] La trata continuará siendo
legal hasta finales del siglo XIX, con grandes diferencias
temporales en los diferentes países.

A través de la costa oriental africana, ya
durante el siglo XV, los comerciantes árabes enviaban
esclavos de África central a los mercados de
Arabia, Irán y la India. Ahora
bien, el tráfico de esclavos realizado por europeos,
llegó más tarde que a la costa occidental. Fue a
partir de 1645 que los traficantes y comerciantes portugueses
comenzaron a capturar y exportar esclavos de Mozambique debido a
la ocupación realizada por los holandeses, en agosto de
1641, de Angola y Benguela, dominadas hasta entonces por los
portugueses. El tráfico se intensificó a partir de
la segunda mitad del Siglo XVIII. Ya antes de ese siglo
habían salido esclavos de Mozambique, pero en
ningún caso el número fue tan elevado y alarmante
como desde el Siglo XVIII en adelante. A partir de los primeros
años del Siglo XIX, las relaciones comerciales con el
exterior pasaron a depender casi exclusivamente de la exportación de esclavos. De todos los
puertos de Mozambique se exportaban cautivos para las islas
francesas del Indico, América, Arabia, Golfo
Pérsico, India y Goa. A partir de 1830, los árabes
fueron los principales traficantes de esclavos. Muchas
embarcaciones árabes, desde diferentes puertos de
Mozambique trasportaron gran número de esclavos para las
islas Comores y Madagascar, entre otras regiones. La ciudad de
Zanzíbar a partir de 1839 se convirtió en un
verdadero centro del tráfico de esclavos en la costa
oriental de África.[iii] A partir de 1854, el
tráfico de esclavos para las islas francesas pasó a
llamarse "exportación de trabajadores libres". Esto se
debió a la prohibición del tráfico y al
control de los
ingleses en el Indico.

En términos generales, en África los
esclavos eran trocados por productos
europeos, en general de calidad mediocre
y de escaso valor, como
tejidos,
bebidas alcohólicas, espejos, armas, collares,
etc. Una vez llegados a América también continuaba
el trueque, en general eran cambiados por tabaco,
algodón, madera,
café,
oro, plata, y otros minerales
preciosos.

La trata se desarrollaba según un esquema
rutinario: los futuros esclavos eran capturados en el interior o
a lo largo de la costa, actividad que desencadenaba verdaderas
guerras que
dejaban como saldo infinidad de heridos y muertos, pero casi
siempre un saldo "preciado": los esclavos. Estos, una vez
encadenados, eran trasladados a pie hasta los barracones -se
encontraran donde se encontraran- con todo el esfuerzo
físico que implicaba sobre todo para los heridos -por no
hablar de los niños. Estos sitios eran sucios,
pestilentes, el agua
potable escaseaba, y el calor
ahogaba.

Obligados a convivir con las enfermedades, el maltrato,
la sed, el hambre y la aglomeración se veían
diezmados poco a poco. Dentro de esas estructuras se
llevaba a cabo una de las actividades repugnantes de la trata: la
separación de padres de hijos, de hermanos, esposos,
amigos, parientes o vecinos, de acuerdo con la elección
que llevara a cabo el comerciante. En estos lugares esperaban
semanas o incluso meses hasta que el barco pasara a recogerlos, y
una vez a bordo debían permanecer en las costas africanas
hasta que el cargamento se completara. En el barco las
condiciones eran incalificables, el hacinamiento, el hambre, la
suciedad, la pestilencia, el calor sofocante, la tortura, el
dolor y el pánico lo inundaba todo. Como la
travesía duraba dos meses -en el mejor de los casos- la
mortandad que se producía bajo esas condiciones era
inmensa. Sumado a estos tormentos, antes de la llegada, los
enfermos o heridos, que corrían el riesgo de no
poder
venderse, eran lanzados al mar.[iv] Una vez llegados a destino
los esclavos solían ser cebados o incluso drogados para
que lucieran saludables, eran sometidos nuevamente a un examen
anatómico pormenorizado y luego, eran comprados por
algún plantador o minero ávido de explotarlos. Su
calvario comenzaba un nuevo capítulo. En las plantaciones
o en las minas, el hambre, la falta de sueño, las
condiciones de trabajo inhumanas y los malos tratos, terminaban
por agotar el vigor del esclavo, y una vez sin fuerzas, el amo
prefería comprar uno nuevo que cuidar de su esclavo
enfermo. El círculo mortal comenzaba de nuevo su
curso…

Formas de
resistencia

Resulta relativamente sencillo hablar de las diversas
formas de resistencia a las que se puede echar mano, para quienes
no hemos conocido esa forma de esclavitud. Muchas veces olvidamos
la dificultad que implica resistirse viviendo, o más
precisamente, "sobre-viviendo" extenuado, aterrorizado, enfermo,
herido, sediento, golpeado, famélico y agotado intelectual
y psicológicamente. No obstante, la resistencia
constituyó la contrapartida de la esclavitud. Esto nace
del hecho de que el esclavo nunca puede reducirse a la
categoría de "objeto" a la que se le quiere confinar. Por
esto, la esclavitud siempre implicó una vigilancia
continua y los castigos físicos fueron de
aplicación común para los esclavos. Para someterlos
se desarrolló una cruel tecnología para la
tortura y el suplicio: los grilletes, las sogas, el cepo, las
cadenas, el látigo y la marca con hierros
al rojo vivo para asegurar la propiedad.

Los esclavos adoptaron infinidad de formas de
resistencia como contrapartida al dominio de los
amos: los gritos, la lucha, la huída, el trabajo realizado
en más tiempo que el exigido, el robo de propiedades, los
sabotajes, las huelgas de brazos caídos, el asesinato de
capataces y amos, la quema de los edificios de las haciendas, las
sublevaciones, las rebeliones, etc., etc.[v]

Los palenques fueron otra forma de resistencia.
Constituyeron núcleos en donde los fugitivos reorganizaban
su proyecto de vida,
trastocado por la esclavitud. En ellos crearon verdaderas
"republicas independientes" y eran el centro de su acción
guerrera, ya que no eran construidos al azar en cualquier sitio,
sino que correspondían a una necesidad de defensa,
ubicados en lugares estratégicos de acuerdo a la topografía del terreno, contando con fosos,
trampas y empalizadas (de ahí el nombre de
palenques).

Entre las miles de rebeliones de esclavos que tuvieron
lugar a lo largo de la historia de la esclavitud, no puedo dejar
de mencionar al menos algunas de ellas: las rebeliones de
esclavos negros en 1532 en Venezuela; en
1533 en Cuba y
Panamá.
En 1547 la prolongada rebelión de Sebastián Lemba
en La Española; en 1550 la rebelión de Juan Criollo
que duró varios años. En 1579, la
sublevación de los negros rebeldes en Portobelo
(Panamá) que llevó a la firma de un tratado de paz
con los colonos españoles mediante el cual los esclavos
consiguieron la libertad
colectiva. En 1635 se destacan, las rebeliones de los esclavos
negros de Jamaica que llegaron a tal extremo que la Asamblea de
Jamaica se vio en la necesidad de enviar una petición de
ayuda a la metrópoli. La lista no se agota: la
rebelión de los esclavos de Haití en 1791 que
constituyó el núcleo del proceso
haitiano de independencia
y las rebeliones de Puerto Rico y
Cuba en 1812 que fueron fuertemente sofocadas por miedo a que se
duplicaran los sucesos de Haití.[vi] Estas rebeliones, se
suman a la larga lista de resistencias
personales, sublevaciones y rebeliones llevadas a cabo en la
misma África, en el Caribe, en América, y en
aquellos sitios donde se conoció la esclavitud. La
mención de las innumerables rebeliones de esclavos implica
un trabajo investigativo arduo y está fuera del
propósito de este trabajo, por esto, simplemente me he
limitado a mencionar unas pocas de todas ellas, a modo de ejemplo
y de recuerdo.

Entre otras formas de resistencia adoptadas por los
esclavos es interesante prestar atención a las canciones y los cuentos que
realizaban los esclavos. Dos canciones pueden servirnos de
ejemplo a este respecto:

"Cultivamos el trigo,
y ellos nos dan el maíz;
Horneamos el pan,
y nos dan el mendrugo;
Cribamos la harina,
y nos dan la cáscara;
Pelamos la carne,
y nos dan la piel;
Y de esta forma,
nos van engañando."[vii]

"No más migajas de maíz para mí, no
más, no más,
No más latigazos del amo para mí, no más no
más…"[viii]

Con esta somera descripción de las formas de resistencia
sólo he intentado mostrar que la resistencia no se agota
simplemente en rebeliones triunfantes, huidas exitosas o luchas
campales, sino que también, una mirada; un "¿por
qué?"; un grito; por qué no, el silencio; una
canción; un relato o una poesía
constituyen otras formas de resistencia que no deben ser
olvidadas.

Consecuencias del
tráfico

Las consecuencias del tráfico de esclavos para
África fueron negativas, más bien desastrosas, en
todos los aspectos.

A nivel demográfico, el tráfico de
esclavos causó estragos en el continente africano cuyas
consecuencias son sufridas incluso en la actualidad. El
éxodo forzado de millones de personas provocó la
disminución del crecimiento vegetativo de la
población africana, ya que los hombres y mujeres en edad
de procreación fueron los más vendidos. Hay
regiones que no se han recuperado de la exportación masiva
de sus habitantes, los espacios vacíos e improductivos y
la falta de mano de obra, delatan día a día el
genocidio perpetrado. Es interesante apuntar que entre 1500 y
1870 el crecimiento demográfico acusó en
África un retraso sensible con relación al de
cualquier otro continente durante el mismo período, y
cuando cesó la demanda de
esclavos hacia finales del siglo XIX, el crecimiento
demográfico alcanzó entre 1900 y 1950 una de las
tasas más elevadas del mundo.

En cuanto a las cifras, los datos
estadísticos que se obtienen de los libros de a
bordo de los barcos o de los puertos negreros no permiten llegar
a conclusiones exactas, sino tan sólo aproximadas. Un
error que se ha cometido muchas veces es tomar en cuenta
sólo el número de esclavos que llegaban a las
colonias, sin tener en cuenta las pérdidas humanas que se
producían en África a lo largo de todas las etapas
por las que atravesaba el esclavo antes de llegar a destino:
durante las guerras, la larga marcha hasta la costa, durante el
almacenamiento
esperando el embarque y en el mismo barco. Algunos investigadores
llegan a decir que entre los siglos XV y XIX el continente
perdió más de cien millones de hombres y mujeres
jóvenes, contando la trata occidental y oriental, y
teniendo en cuenta que por cada negro vendido, otros cuatro o
cinco, aproximadamente, morían en África durante
las batallas, en el camino o en el mar [ix].

A lo expuesto hay que agregar el gigante movimiento de
población que provocó la trata: muchas poblaciones,
ante el peligro de la esclavitud, abandonaron sus regiones
originales, refugiándose en las zonas interiores, ayudando
de esta forma a la despoblación. Si apuntamos que las
poblaciones africanas se fundamentan en una economía
agrícola, es decir, sobre la estabilidad y la permanencia,
resulta incalculable el daño que estos traslados generaron
a las actividades productivas. Si sumamos a esto, el fuerte
desarraigo, el terror y la inseguridad
crónica en la que vivían permanentemente estas
poblaciones, hay que agregar que, el hecho mismo de proyectar
actividades productivas a largo plazo -indispensable en la
agricultura
también se tornaba imposible.

En el plano político, la trata desencadenó
guerras crónicas, acentuó la violencia
tribal e intertribal y fue una de las causas del desmoronamiento
de muchos reinos. Una vez que las armas de fuego se introdujeron
en África, los soberanos comenzaron a depender de ellas ya
sea para capturar esclavos o para defenderse de vecinos con las
mismas intenciones. De este modo se produjo una reacción
en cadena. La aristocracia, los jefes y los comerciantes
africanos querían aumentar su riqueza, autoridad y
poder, queriendo también defenderse de otros pueblos, para
ello, necesitaban de armas de fuego y mercancías de
Europa. Esto hizo
surgir un circulo vicioso: para obtener los fusiles -u otras
mercancías- necesitaban vender esclavos, y para
capturarlos necesitaban fusiles. En este contexto, la
fabricación de armas de fuego se transformó en un
gran negocio de exportación. Con ellas se organizaban
extensas cazas de hombres, ataques a otros pueblos, tribus y
aldeas, con el fin de someterlos y venderlos como
esclavos.

De este modo, se deterioraron las relaciones entre los
diversos reinos y tribus. Los pueblos del litoral y del interior
más próximo se encontraban en guerra continua.
Así, a partir del Siglo XVI los reinos de Benín,
Congo y Angola en África Occidental, tal como el Imperio
Mutapa en África Oriental, se desmoronaron. En los siglos
XVII, XVIII y XIX, en las selvas del Golfo de Guinea y en el
valle del río Zambeze se desarrollaron estados militares
con base en el comercio de esclavos. Tenían una
rígida organización militar, poseían
grandes ejércitos permanentes y se enriquecían con
la venta de esclavos
capturados haciendo la guerra a los pueblos
vecinos.[x]

A nivel económico, las consecuencias negativas
directas e indirectas para el continente africano son
incalculables.

Además de la captura de hombres y mujeres, el
tráfico promovió el saqueo sistemático de
los bienes producidos, a través de tributos o de
pillaje. Los traficantes saqueaban el producto de
las cosechas, ganado, marfil, pieles, cera, maderas preciosas,
etc. Sumado a todo esto, el hecho de que las poblaciones, huyendo
de la esclavitud, se movilizaran a lugares escogidos en función de
su inaccesibilidad, dificultó el desarrollo de vías
de comunicación, y la elección de
sitios propicios para la construcción y para el desarrollo
de actividades económicas productivas como la minería y
la agricultura. El tipo de hábitat elegido,
favoreció la economía de subsistencia y
desalentó las actividades comerciales.

El tráfico de esclavos trajo al continente
africano un estancamiento, por no decir un retroceso
económico. Las actividades económicas como la
agricultura, los tejidos, la minería, la artesanía,
la alfarería y el comercio local se fueron reduciendo y se
orientaron a una actividad económicamente más
productiva: la exportación de seres humanos.

No solamente la trata de negros retrasó el
desarrollo de las economías africanas por sus efectos
demográficos y por las conmociones que produjo sino que ha
impedido también, la expansión de intercambios
"normales" entre África y el resto del mundo en una
época en que los intercambios eran un poderoso motor de desarrollo
económico.[xi] En lugar de poner a la venta productos,
ahora el único producto de fácil venta en el
mercado eran los
propios productores. Por lo tanto, el tráfico de esclavos
retardó el desarrollo y creó condiciones para el
actual estado de
subdesarrollo
que sufre en la actualidad el continente africano.

Pero no todos fueron perdedores, Europa y América
del Norte durante este período fueron ampliamente
favorecidos por la expansión del comercio mundial, y esta
expansión fue debida en gran parte a la
movilización de esclavos africanos para explotar los
recursos de
América. Además, gracias a los grandes beneficios
del tráfico negrero, las ganancias pudieron ser invertidas
en industrias de
transformación cuyo nacimiento marca el de la gran
industria. En
concepto de
recursos
humanos y de materias primas, podemos decir, entonces, que
África ha contribuido en el desarrollo económico de
Europa y de América del Norte.

A nivel psicológico la historia de esclavitud
dejó una huella imborrable en la mente de todo africano
sometido o no a la esclavitud. El hecho de haber sido esclavo es
una violación imborrable al derecho más
intrínseco del ser humano que es la libertad. El golpe
psicológico es sentido como traumático tanto para
quién ha vivido la esclavitud en carne propia, como para
aquél que ha tenido contacto indirecto con ella, a
través por ejemplo, de la esclavización de su
pueblo, de un hermano, marido, hijo, pariente o
conocido.

De la constante presencia de la cuestión de la
esclavitud en la mente de los africanos dan testimonio unos
niños negros de una escuela privada
de Cincinnati. Frente a la pregunta: "¿En qué
piensas más?", de las cinco respuestas que constan en los
informes todas
tienen que ver con la esclavitud. Un niño de siete
años escribió: "Me da pena pensar que el barco…
se hundió con doscientos pobres esclavos provenientes de
río arriba. ¡Oh, cuánta pena siento al
oírlo! Me apena tanto el corazón
que podría desmayarme en un minuto.[xii]

Abolición de
derecho

Es un hecho que la esclavitud como forma legal de
trabajo ha sido abolida en todos los países del mundo,
pero día a día descubrimos que fue tan sólo
una abolición de derecho, porque de hecho la esclavitud
-bajo formas diversas- subsiste en la actualidad.

La abolición de la esclavitud fue un proceso
lento que se resiste a generalizaciones ya que las aboliciones
respondieron a diversos factores, que se combinaron de formas
distintas de acuerdo a cada caso en particular. Ahora bien, para
acercarnos al análisis, podemos convenir en el hecho de
que las causas ideológicas, sociales, políticas
y económicas, jugaron un papel
importante.

A nivel ideológico, en el siglo XVIII algunos
filósofos franceses, Voltaire,
entre otros, comenzaron a hacer públicas sus posturas
resueltas en contra de la esclavitud. Los abates Raynal y
Grégoire, con la Sociedad de
Amigos de los Negros, fueron otros que iniciaron una ofensiva
contra la esclavitud de los negros, y partir del siglo XIX
Roma
lanzará una campaña de amplitud en contra del
esclavismo. En
cuanto a Gran Bretaña, serán los cuáqueros y
los metodistas quienes bregarán por la abolición de
la esclavitud. Por otra parte, en cada país donde
funcionaba el sistema
esclavista comenzaron a surgir voces de diferentes ámbitos
que se levantaron en su contra.

En el plano social, es claro que las rebeliones de
esclavos jugaron un papel importante a la hora de evaluar la
viabilidad y rentabilidad
de la esclavitud. No hay que olvidar que en Haití la
abolición de la esclavitud fue el resultado de una
revuelta de esclavos. En el ámbito político, sin
lugar a dudas las coyunturas locales e internacionales aceleraban
o retrazaban el proceso de abolición. En Estados Unidos,
por ejemplo, la esclavitud fue abolida a través de una
guerra civil.

A nivel económico, no cabe duda de que a medida
que evolucionaba el sistema capitalista, el antiguo sistema de
trabajo comenzaba a ser desplazado. En efecto, Gran
Bretaña, que era la primera potencia europea
que iniciaba la revolución
industrial, luego de haber relegado la agricultura en aras de
la industria, tenía una imperiosa necesidad de ampliar la
demanda de productos manufacturados. Ahora, los negros que
interesaban ya no eran los productores manuales, sino
los consumidores de tejidos de Manchester y de útiles y
herramientas
de Birmingham o de Sheffield. Holanda, Francia y el resto de las
potencias europeas seguirán más tarde el camino que
en 1792 inició Dinamarca constituyéndose en el
primer país europeo que abolió el comercio de
esclavos.

Hay un hecho que hay que resaltar: la abolición
no implicó la supresión definitiva de la esclavitud
sino su ilegalidad. De hecho, la servidumbre forzosa, la trata
clandestina, la explotación y los prejuicios no se
extinguieron con la abolición. La mayoría de los
antiguos esclavos continuaron viviendo en condiciones de miseria,
muchos de ellos incluso bajo el mismo amo y sometidos a la misma
explotación –física y mental- que
antes de la abolición. Por otro lado, abandonar al amo
implicaba dejar el único reducto conocido en un
país extranjero y someterse a la deriva total en cuanto a
trabajo, techo, comida, etc. Legalmente ya eran libres, pero de
hecho eran esclavos con pocas posibilidades de llegar a ser
libres: la dominación, el sometimiento, la discriminación y la explotación
seguían formando parte de su realidad.

La esclavitud,
presente

La esclavitud como forma de trabajo legal ha sido
abolida en todos los países del mundo pero la
abolición no implicó su desaparición: la
esclavitud es una realidad que subsiste.

Hoy la esclavitud toma variadas formas, por esto en este
último punto, no voy a limitarme a la esclavitud africana
porque hoy la esclavitud nos acecha a todos: por un lado, los
países desarrollados mantienen a los países
subdesarrollados bajo un régimen de servilismo y
explotación, donde las cadenas y los látigos se han
camuflado en los requerimientos del Fondo Monetario
Internacional, el cual exige cada día más las
reservas y recursos
naturales como pago de intereses de una deuda externa
agiotista y oportunista a la cual entregamos nuestra
autonomía y nuestra propia supervivencia como pueblos; por
otro lado, subsiste la venta y tráfico ilegal de personas,
tráfico donde las principales -aunque no exclusivas-
víctimas son los niños, los pobres, las mujeres,
los desvalidos, los inmigrantes y las minorías
étnicas o raciales. Sus actividades más frecuentes
son: el trabajo forzoso en la agricultura y en la industria (en
industrias famosas y no tan famosas),[xiii] la prostitución, la pornografía, el tráfico de drogas, el
robo, el trabajo doméstico, la mendicidad obligatoria, la
venta callejera, etc., etc.

Existen otras formas de esclavitud: la servidumbre por
deudas; la participación obligatoria de ciudadanos en
trabajos públicos en el contexto del desarrollo
económico, una práctica dominante en algunos
países asiáticos (entre ellos Vietnam) y africanos
(República Centroafricana, Sierra Leona y Tanzania);[xiv]
otra cara de la esclavitud es el trabajo forzoso impuesto por
militares; el reclutamiento
forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en
conflictos
armados; el uso del trabajo de los presos en países en los
que el trabajo forma parte de la pena como en China, o en
los que está autorizada la contratación de
prisioneros por parte de organizaciones
privadas, como en Estados Unidos. La cárcel -con
imposición de trabajo forzoso- se convierte antes que en
un lugar de "rehabilitación de los presos" en un medio de
explotación de personas y fuente de grandes ganancias. Una
vez tildados de "criminales" la explotación resulta de
esta forma legitimada.

Otra forma de esclavitud es la que se lleva a cabo en
trabajos tildados de "legales", pero donde se explota al empleado
bajo diferentes formas: salarios
míseros, deudas, falta de pago, extensas horas de trabajo,
posturas corporales perjudiciales para la salud, grandes esfuerzos
físicos y/o mentales, manipulación de productos
tóxicos, ambientes insalubres, tratos inhumanos, ausencia
de descansos, trabas o simple prohibición del abandono del
empleo, etc.,
etc.

A modo de síntesis
creo que, las condiciones de explotación que genera el
sistema socio-económico vigente, privilegiando la ganancia
por encima de todo y de todos, lo convierte en el generador de
pauperización por excelencia: La escasez de controles a
nivel local, nacional e internacional; la falta de educación; el
desinterés y la despreocupación a nivel individual
y social; la falta de leyes -o su
aplicación- que garanticen la igualdad y
protección jurídica de las personas; la complicidad
encubierta; la ausencia de canales de información y denuncia; los conflictos
civiles y la discriminación por motivos raciales o de
género,
contribuyen -entre otras causas- a crear un ambiente
propicio a la explotación de personas por parte de los
traficantes.

Por todo esto, considero que actuando sobre las causas y
no sobre "los síntomas" es la única forma concreta
de comenzar a trabajar para combatir esta dramática
realidad que hoy nos acecha a todos.

 

Notas

[i] Ki-Zerbo, Historia del África negra. I De los
orígenes al siglo XIX, ed. Alianza Universidad,
1980, p. 302-304.
[ii] Íbidem, p.306.
[iii] Barticevic Sapunar, Marco Antonio, La esclavitud:
América conquistada, África esclavizada. En:
www.monografías.com.
[iv] Íbidem, p.314.
[v] Zinn, Howard, La otra historia de los Estados Unidos, siglo
XXI, México,
1999, p.133.
[vi] Cronología: Esclavitud y trata del negro en
América. En: www.afrol.com.
[vii] Íbidem, p.135-136.
[viii] Íbidem. p.136.
[ix] Íbidem, p. 317.
[x] Barticevic Sapunar, Marco Antonio, op cit.
[xi] Inikori, Joseph E, "La trata atlántica y las
economías atlánticas de 1451 a 1870". En: La trata
negrera del siglo XV al XIX, Barcelona, 1981, p. 99.
[xii] Zinn, Howard, op. cit, p.139.
[xiii] Derechos Humanos,
las marcas y las
modernas formas de esclavitud. En: www.afrol.com.
[xiv] La Revista de la
OTI, Nº 39: Trabajo forzoso y tráfico de seres
humanos: la esclavitud todavía nos acecha,
junio/2001.

 

mauro facundo funes oviedo

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