Indice
1.
Introducción.
2. ¿Qué es el
valor?
3. ¿Es necesaria una escala de
valores? ¿Sería objetiva o
subjetiva?
4. La educación moral –
axiológica
5. Conclusiones.
6. Referencia
bibliográfica.
1. Introducción.
La formación de valores dentro del trabajo
educativo es una tarea difícil, por cuanto no es
recomendable abusar de determinadas acciones como
el discurso y la
imposición, hay que buscar vías para el proceso y
llegar a cada uno de los espacios sociales del estudiante con una
comunicación real, donde se cree un espacio
común entre las partes que intervienen, compartiendo
necesidades, reflexiones, motivaciones y errores.
Comunicar no es convencer a alguien, es ubicarlo en el espacio de
nuestra razón, de nuestra causa, a través de su
posición … "Ningún contenido que no provoque
emociones, que
no estimule nuestra identidad, que
no mueva fibras afectivas, puede considerarse un valor, porque
éste se instaura en el ámbito psicológico de
dos maneras: formales… y personalizados…" (1)
Los valores
forman parte del contenido de la enseñanza; pero sería ingenuo pensar
que una campaña educativa con fines axiológicos (la
Axiología es la teoría
de los valores y de los juicios de valor), resolvería los
problemas que
hoy enfrentan nuestras v sociedades.
Existen consideraciones teóricas que asumen el carácter
preferencial de los valores como hecho de naturaleza
eminentemente psicológico, que se manifiesta en la
conducta
orientativa de los sujetos, la cual puede variar en dependencia
de las circunstancias de unos sujetos a otros, de unas culturas y
sociedades a otras.
La fuente de los valores son las necesidades humanas y
en tanto las cosas u objetos responden a los intereses de un
sujeto, tienen un valor para él, pues satisfacen alguna
necesidad. Los valores se identifican con inteligencia y
sentimiento. La importancia del valor no reside en SER o NO SER,
sino en ESTAR o NO ESTAR; pues el valor no es sustancia, es
accidente.
El problema didáctico del valor se sustenta en conocer que
el problema filosófico de éste surge por la
actitud ante
los objetos del mundo exterior como medio de satisfacer
necesidades humanas. Por lo que el problema didáctico
está en qué valor y cómo formarlo.
El valor es un fenómeno socio – histórico y un
aspecto de la interacción práctica del sujeto y el
objeto. De ahí, que el valor es una cualidad de los
objetos surgida en el proceso del desarrollo de
la sociedad.
El valor está, como cualidad, en las cosas; pero sin la
conciencia de un
sujeto, una cosa no sería objeto y por tanto
carecería de valor. De ahí que la base del valor
esté en el objeto y su realización en el sujeto. El
valor sólo existe en la relación sujeto – objeto;
pues se determina por la acción o reacción del
sujeto provocada por la cualidad del objeto.
El valor es el resultado de la actividad del hombre. Por
eso, sólo el hombre
tiene este privilegio, pues aunque los animales realizan
operaciones
selectivas instintivas o reaccionan, no lleva acabo ACTIVIDAD
alguna. Si se permitiera la instauración de un mundo de
sujetos insensibles o indiferentes, que respondan más a
los instintos que a la conciencia social, habrían cosas,
pero no valores.
Por lo que se coincidiría, en algunos aspectos esenciales
con el criterio de J. M. Quintana, al considerar, valor, a la
cualidad abstracta (pero no secundaria) de un objeto (cosa,
estado,
situación consciente) en que al satisfacer una necesidad
de un sujeto, suscita en éste interés o
aversión por ella.
Autores como Garzón y García destacan el consenso
en la idea de la polaridad de los valores, o sea, a la
manifestación de valores positivos y negativos. Al
respecto, algunos explican los valores como la
significación socialmente positiva de objetos y
fenómenos. De igual manera conciben como contravalores o
antivalores a todo aquello que posee significación
socialmente negativa y que, por tanto, dificulta a los hombres el
crecimiento armonioso de su personalidad.
3. ¿Es necesaria una
escala de
valores? ¿Sería objetiva o
subjetiva?
Existen tantos valores como relaciones sujeto objeto.
Son dinámicos y dialécticos; pues al cambiar el
sujeto cambia la relación y al cambiar el objeto,
también cambia esa relación.
Los valores no se alinean como un conjunto de elementos, ellos
constituyen un sistema. Es
necesario definir que valores se van a formar primero; y con
ello, que sistema de juicios y de elementos conductuales han de
formarse primero, para luego estos sirvan de sustento a otros
valores.
Existen unos valores que son más importantes que otros,
son más necesarios; estos están en dependencia del
contexto histórico – cultural concreto en
que se desarrolla el sujeto.
Las necesidades racionales del sujeto son la fuente de los
valores ideales; mientras las necesidades sensitivas del sujeto
son la fuente de los valores reales ("sensibles"). Existe un
orden ideal o subjetivo y otro real u objetivo que
se interrelacionan; los que definen la escala de valores para
determinada generación.
Para determinar una escala de valores es necesario tener en
cuenta el aspecto absoluto del valor. Éste reside en la
naturaleza racional del mismo; pues todo lo racional posee
validez universal. Si se valora "bien" se debería valorar
con determinada similitud, como ocurre con la honestidad,
honradez, etc. Sin embargo, esto no ocurre así, pues
generalmente las personas no interactúan y tienden a una
dispersión dada por prejuicios, poca reflexión y
sugestión consciente o subconscientemente.
También es necesario a la hora de determinar la escala de
valores a formar, el relativismo de los mismos. Éste tiene
un gran campo lo mismo desde la diacronía como de la
sincronía. Muchos son los que proclaman que en
cuestión de valores no hay norma universal.
¿Pudiera estar la causa de la dispersión al juzgar
los valores en la equivocación, intencional o no, de los
que valoran?
Como planteara el alemán M. Scheler, el valor tiene un
ámbito tan amplio y rico que ningún sujeto que lo
perciba lo capta del todo. De ahí que, al determinar la
escala de valores se debe tener en cuenta el necesario balance
entre los valores reales y los valores ideales, considerando
además, que los valores son racionalmente absolutos y
existencialmente relativos.
El carácter preferencial de los valores alude a la
existencia de cierto orden o estructura
jerárquica de los mismos, de ahí que más que
valores aislados lo que existe es una constelación de
estos, es decir, un sistema de orientación de los valores.
De igual manera, en la medida en que los valores son
preferencias, resulta indispensable formular el orden en que se
producen tales preferencias, lo cual se resume generalmente en
ciertas escalas.
En resumen, Scheler propone como criterios para llegar a conocer
el orden jerárquico de un sistema de valores los
siguientes:
- Durabilidad, carácter más o menos
estable y permanente de los valores. - Divisibilidad, un valor puede ser descompuesto en
otros. - Fundamentación, un valor puede dar origen a
otro. - Profundidad de satisfacción, relacionada con
la realización o cumplimiento de un valor. - Relatividad, grado en que un valor se percibe como
más próximo al valor central o
supremo.
El filósofo cubano José R. Fabelo
señala la posibilidad de, al menos, tres planos de
análisis de la categoría valor, a
saber:
Primero: Los valores concebidos como relación de
significado entre los diferentes procesos o
acontecimientos de la vida social y las necesidades e intereses
de la sociedad en su conjunto.
Así, cada resultado de la actividad humana, tendencia,
objeto, fenómeno, proceso, sujeto, conducta o idea
adquiere una u otra significación social en la medida en
que favorece u obstaculiza el desarrollo progresivo de la
sociedad. Llama a estos valores "objetivos" y
al conjunto de todos ellos "sistema objetivo de valores".
Considera este sistema como dinámico, cambiante,
dependiente de las condiciones histórico – concretas
y estructurado de manera jerárquica.
Segundo: Forma en que los valores objetivos son reflejados en la
conciencia individual o colectiva.
Modo en que cada sujeto social conforma su propio sistema
subjetivo de valores (como resultado de un proceso de
valoraciones) que puede poseer mayor o menor grado de
correspondencia con el sistema objetivo de valores, lo cual
depende del nivel de coincidencia entre intereses personales del
sujeto con los intereses de la sociedad y también de las
influencias educativas y culturales que dicho sujeto recibe,
tanto de las normas como de
los principios que
prevalecen en la sociedad en que vive.
Estos valores subjetivos o de la conciencia desempeñan una
importante función
reguladora de la actividad humana.
Tercero: Diferente grado de coincidencia entre el sistema de
valores socialmente instituido y reconocido oficialmente (que
puede ser resultado de la generalización de una de las
escalas subjetivas existentes en la sociedad o la
combinación de varias de ellas) y el sistema objetivo de
valores.
A partir de esta concepción puede decirse que en el
ámbito social es posible encontrar:
- Un sistema objetivo de valores.
- Gran diversidad de sistemas
subjetivos (de grupos
sociales e individuos) - Un sistema socialmente instituido.
Los valores, en la medida en que son un constructo que
implica el comportamiento
humano, tanto individual como colectivo se relacionan con otras
estructuras
también vinculadas con la acción social que
están igualmente relacionadas con las normas, actitudes y la
ideología. De ahí que se afirme que
los valores sólo pueden ser conceptualizados en su
integración en una teoría general de
la acción humana.
Teniendo en cuenta estos criterios consideramos que los
valores se funden dialécticamente entre lo objetivo y lo
subjetivo, se estructuran jerárquicamente en cada
individuo y en muchos casos se manifiestan inconscientemente. Es
por ello que en la formación de valores se debe tener
presente no sólo lo intelectual, sino movilizar
internamente en cada persona sus
procesos afectivos.
4. La educación moral –
axiológica.
La moral es una categoría de la conciencia social
que implica un sistema de principios, exigencias, normas y reglas
que regulan la conducta del hombre en todas las esferas de la
vida social. Ésta no sólo nos establece los
elementos necesarios para determinar cómo actuar, sino
además que trata de explicar por qué es necesario
actuar de una manera y no de otra.
P. Foulquié afirma que la moral no es
una ciencia
positiva de los valores; no se reduce a averiguar qué es
lo que prefieren de hecho los hombres; para él es una
ciencia normativa que determina qué es lo que ellos deben
preferir. Lo importante aquí no es precisar si la moral es
una ciencia, una rama, una disciplina o
no, sino destacar que no hay posibilidades de formar una moral
sin la presencia de una sistema de valores.
Si lo moral constituye uno de las especies de valores y la
temática de la educación axiológica es
más amplia que la educación moral, entonces
debería asumirse esta dirección del trabajo educativo como
esencia de la formación de la
personalidad.
La esencia de la educación moral – axiológica
radica en la formación de valores que permite una
conciencia moral, unos sentimientos morales, hábitos y
costumbres que exige la sociedad del momento.
Para lograr la formación de actitudes altamente morales
hacia las demás personas, el humanismo, es
necesario la formación de valores como la honradez, la
honestidad, la responsabilidad, el patriotismo, la solidaridad, el
antimperialismo, la laboriosidad, y la incondicionalidad.
En la formación moral – axiológica es importante
tener presente que la conducta moral no sólo está
caracterizada por una acción, sino por un sistema de
conocimientos, habilidades, hábitos y valores.
Teniendo en cuenta estos criterios, Fabelo sugiere algunas
líneas para enfrentar la Pedagogía en Valores:
- Evitar la transmisión fría y
esquemática de valores. Más que enseñar
valores fijos, se debe enseñar a hacer valoraciones
propias y autovalorarse. - Conocer las consideraciones que hacen los
jóvenes y niños
de la vida cotidiana, de manera tal, que se pueda eliminar
gradualmente el modelo de
doble moral. - Evidenciar el nexo histórico y genético
entre los valores que hoy se defienden y los que se encuentran
en el origen mismo de la nación.
En el trabajo
educativo no se pueden establecer recetas; pero sí pueden
trazarse puntos de partida, conociendo y respetando las
individualidades de cada estudiante, niño o joven. Estos
sujetos, como parte del medio social, responden a determinadas
costumbres, hábitos y actitudes; dada la influencia de
la familia, de
los medios de
difusión, el deporte, la cultura, los
colectivos sociales, etc.
Retomando lo relacionado con el sistema referencial de valores,
debemos apuntar que la responsabilidad es un valor que lleva
implícito el respeto, la
confianza, la libertad, la
justicia,
honradez, sinceridad, dignidad, optimismo, constancia,
generosidad y esfuerzo. Todos interactúan en la
formación de la personalidad.
El amor al
trabajo, estará orientado hacia la dedicación,
calidad,
eficiencia,
puntualidad, etc.
El patriotismo incluye estar dispuesto a salvar la patria y
sentirse comprometidos con toda su historia.
Es evidente que desde el punto de vista conceptual todos estos
valores engloban al resto y en el ámbito educacional
permiten mejorar el perfil humanista del hombre del
mañana.
También es importante tener presente que todo lo que
enseñamos, absolutamente todo, puede formar valores
siempre y cuando se someta a valoraciones acertadas que permitan
al joven o niño una adecuada orientación de su vida
personal y
social.
- Los valores sólo son válidos cuando han
sido interiorizados, personalizados. - La educación en valores requiere de la
comunicación e interacción entre los sujetos
implicados. - Se debe preparar al joven para que pueda orientarse
valorativamente de manera acertada ante
- Audiencia Pública "La formación de
calores en las nuevas generaciones". Ministerio de Educación
Superior de la República de Cuba. 1996.
pp. 16, 19,20,28,46,65.
Autor:
Ulises Mestre Gómez
*Doctor en Ciencias
Pedagógicas. Más de 20 años de experiencia
docente. Ha publicado artículos en Cuba, Costa Rica,
Colombia,
España
y Argentina.
Coordinador del Programa de
Maestría en Ciencias de la Educación Superior de la
Universidad de
Oriente en el Centro Universitario de Las Tunas. Miembro de su
Tribunal y Comité Académico. Director de la
Cátedra de Estudios de Didáctica del Centro Universitario de Las
Tunas. Cuba.