Indice
1.
Introducción
2. Conclusiones
Parece que por regla cualquier exposición
debe empezarse por la conceptualización del tema a tratar.
En este caso habría que comenzar dando los conceptos de
dignidad, primero, y luego, de Derechos Humanos.
En este sentido es menester diferenciar la condición
humana de la dignidad humana.
Pero ¿cómo definir la dignidad humana? El problema
es que, como señala Elías Neuman en un diálogo
con Antonio Beristain, dos grandes criminólogos de
actualidad, al referirse a este interesante tema nos dice:
"dignidad humana" y "derechos humanos" encierran conceptos de
universalidad capaces de traspasar cualquier sistema
político-social. Son valores
idénticos que no sólo deben sentirlos todos los
habitantes del planeta, sino hacerse efectivos por sobre las
contradicciones de cualquier formulación o interés.
Hay cosas que se viven o sienten, pero que no se pueden definir.
Así, uno puede ignorar lo que en realidad es la dignidad,
y entender muy bien lo que es la humillación. De
ahí que cualquiera sea la circunstancia en la que se halle
el ser humano, no pierde o no debe perder la dignidad.
A pesar de la dificultad de definir la dignidad, a nadie le puede
molestar que ella constituya la suma de las virtudes y atributos
humanos. Por eso es que, como veremos luego, se pueden perder o
ver limitados ciertos derechos aún los fundamentales mas
no la dignidad, o por lo menos es reclamable.
Semánticamente es un concepto
adjetivado atribuido a una persona
individual, física, natural, pero
que dadas las circunstancias, también se aplica a las
personas colectivas. El Estado,
conocido también como "Nación", ya que así como se habla
del "Estado
boliviano", también se menciona, y es corriente, a la
"Nación boliviana", personas colectivas a las que se le
puede atribuir DIGNIDAD. De esta manera la dignidad pasa a ser un
atributo de la persona, así como "bueno", "malo",
"bondadoso" o cualquier otro.
Una muestra actual y
bastante clara la dio el pueblo guaraní cuando dice que va
suscribir un "tratado de paz" con España. Es
de resaltar que este pueblo kereimba (guerrero) e
indómito nunca se
sometió a la corona española.
La DIGNIDAD como atributo de toda la colectividad exige de
ésta y de cada uno de sus componentes una actitud que la
haga merecedora. Al hablar de derechos humanos se requiere
necesariamente poseer vida, existir realmente, entonces la
dignidad se hace patente.
En el Art. 6 de la constitución política del estado
boliviano se instituye que "la dignidad y la libertad de la
persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber
primordial del Estado"; precepto recogido del artículo I
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que
dice: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad
y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros"
Así empieza a enmarcarse jurídicamente la DIGNIDAD
como fundamento de los derechos reconocidos a todos los seres
humanos, cuyo conjunto se expresa en el Estado o la
Nación. Esta y no otra es la razón por la que el
precepto constitucional referido primero hace referencia a la
DIGNIDAD y luego pasa a enumerar los derechos y
garantías.
¿Qué se precisa, entonces, para reclamar el
reconocimiento y respeto de los
derechos humanos? Poseer ante todo y sobre todo DIGNIDAD, hay que
ser digno a poseer tales derechos.
Con la
globalización actual que abarca todo el quehacer
humano, y hasta el pensar, ya que todos piensan de modo liberal,
el derecho nacional está siendo abarcado por el derecho
internacional. No nos detengamos, entonces, en los derechos
individuales, sino en el derecho colectivo, en la dignidad
colectiva que irradia al individuo, aunque bien puede ser del
individuo a la colectividad.
En este sentido, la DIGNIDAD es un valor, que
vale, por lo que la dignidad debe ser objeto de valoración
por los que valoran.
No es posible reclamar la vigencia y reconocimiento de los
derechos si no se tiene merecimiento para ellos. Se puede decir
que es suficiente vivir para ser merecedor de los demás
derechos, acorde con la opinión del insigne Prof. Eugenio
Raúl Zaffaroni, quien sostiene que "es también
más o menos obvio que el Derecho Humano a la vida es
prioritario en el marco de los derechos humanos o, al menos, lo
señala de modo preferencial un elemental dato
óntico. Sin vida no hay posibilidad alguna de ejercer los
restantes derechos humanos". Pero o olvidemos que la dignidad es
el fundamento de los derechos humanos.
La dignidad es una expresión del alma que aflora en el
cuero y por ello vence todos los peligros y adversidades,
permitiendo la realización de los derechos que
universalmente se le ha reconocido a todo hombre por su
sola condición humana; sin embargo, este hombre con tantos
derechos, ha "encontrado más peligro entre los hombres que
entre los animales", como
señalara Federico Nietzsche.
El que no posee virtudes no puede ni siquiera dormir bien y esto
es lo que pasa con aquel (hombre o pueblo) que carece de
dignidad, por eso mínimamente se debe aspirar a una buena
reputación y a un pequeño tesoro.
Toda la imperfección existente y que nos rodea es lograda
por el hombre y si
queremos que ella no exista, el hombre debe ser superado, por eso
hay que amar as virtudes, la dignidad: HAY QUE SER DIGNO.
Hay quienes hablan mucho de dignidad y virtud. Y no entienden
nada de la dignidad porque se arrodillan y extienden la mano en
busca de la dádiva, del regalo. Pretendemos ser
misericordiosos y nos estamos acostumbrando a que nos tengan
misericordia. Por la vía de la misericordia se pretende
lograr lo que no por la dignidad.
En cuanto a Bolivia se
refiere, se trata de justificar nuestra falta de dignidad
atribuyéndonos la condición de país pobre y
subdesarrollado. Nada más falso, si bien no estamos al
día con los avances de la tecnología de punta
de los países llamados del primer mundo, no quiere decir
que seamos pobres.
¿Quién ha dicho que el desarrollo es
felicidad? Más bien, el escritor tarijeño William
Bluske Castellanos sostiene que el
"subdesarrollo
es felicidad". Con sobrada razón dice este insigne
escritor tarijeño que "… la felicidad es un estado
espiritual y no un resultado de la técnica y el
desarrollo".
Claro que habría que especificar a qué pobreza se hace
referencia. En este sentido de repente la sentencia resulta
cierta, ya que como sostiene Juan Renjifo Llanos en su
artículo intitulado "Bolivia… un país pobre",
publicado en la página Editorial del Diario El Deber del
26 de mayo de 1999, "hay pobreza en el respeto a las leyes y pobreza
en dignidad, honor, justicia y
verdad. Hay muchos pobres de conciencia y de las principales
virtudes humanas que empobrecen el espíritu y el alma. En
fin hay mucha pobreza en buenas costumbres como hijos, como
padres, como maestros, como esposos, como verdaderos amigos, como
líderes, como autoridades, como políticos…" Esta
y no otra es la pobreza que
nos sacude hasta los tuétanos.
He comenzado, como ven, refiriéndome de manera sucinta
para cumplir con nuestro cronograma, a la DIGNIDAD humana. Ahora
bien, en cuanto a los Derechos Humanos debemos señalar que
ellos se asientan sobre valores creados por el hombre porque
responden a su propia naturaleza. Es
decir, los derechos humanos son inmanentes a la naturaleza
humana, o dicho de otro modo, son esenciales a su propia
naturaleza.
El ser humano nace con ellos, están en él, nadie se
los otorga ni reconoce ni siquiera el Estado, porque derivan de
la ley natural.
Debemos convencernos definitivamente que no es el Estado ni la
ciudad ni la familia los
que han hecho al hombre, sino, como dice Tristán de
Ataide, citado por Pablo A. Ramella en su libro "Los
Derechos Humanos", "el hombre existe, como hombre, en la sociedad o fuera
de ella. Ésta es apenas una necesidad condicional, un
medio para que aquél realice mejor su finalidad
completa".
Por eso es mejor que, siendo los derechos atributos inseparables
de la persona humana, deben ser respetados sin reparo ni
distinción alguna. Así está reconocido en el
código
social elaborado por la Unión Internacional de Estudios
Sociales de Malinas, que dice: "Teniendo el hombre un destino
personal, la
sociedad es para él el medio necesario que le ayuda a
alcanzar su propio fin. Sus derechos dimanan de su
naturaleza".
Cuando el hombre vio peligrar sus derechos, creó su "Dios
Mortal", el Leviatán de Tomas Hobbes, y
desde entonces el Estado está obligado a reparar las
medidas lesivas de la libertad, de la propiedad, del
honor, y de la salud de todos, que deben
respetarse las minorías étnicas y devolverse a la
persona humana la dignidad que Dios le concedió desde el
principio, oponiéndose a la explotación de los
hombres por el hombre.
Ninguna razón de Estado puede justificar a
violación de los derechos primordiales del hombre. Para
una mejor comprensión de lo dicho, he traído las
expresiones del extinto presidente argentino Juan Domingo
Perón
que en 1950, en un mensaje al parlamento, dijo: "Frente a un
mundo absolutamente dividido en dos fracciones diametralmente
opuestas de individualismo y colectivismo, nosotros realizamos en
nuestros país, y proponemos a la humanidad, la doctrina
del equilibrio y
la armonía del individuo y la colectividad por la justicia
social que dignifica al trabajo, que humaniza el capital, que
eleva la cultura
social, que suprime la explotación del hombre por el
hombre, que produce la realidad positiva de los derechos del
trabajador, del anciano, del niño y de la familia, de tal
manera que el "nosotros" de la sociedad se realiza y perfecciona
por el yo individual, dignificado como persona humana".
"La validez universal de los Derechos Humanos –dice Paloma
Durán L:_ es una cuestión práctica referida
a la ratificación, por las naciones del mundo, de la
Declaración Universal de 1948 y los pactos internacionales
posteriores de las Naciones
Unidas".
Históricamente se sostiene que los acontecimientos que
pueden considerase fuentes de los
Derechos Humanos, son las ideas reformadoras de Martín
Lutero (1517) expuestas en sus 95 tesis sobre la
venta de
indulgencias de la Iglesia
católica, hasta ese momento homogénea.
A las ideas y tesis luteranas se adhirió Calvino con
similares tendencias, provocando una creciente que fue
discriminándose por toda Europa y llegaron
a América
como sectas protestantes. Sumóse, a esos hechos
eminentemente ideológico-religiosos surgidos por necesidad
de tolerancia y
libertad de conciencia que se consolida, el advenimiento del
pensamiento
capitalista seriamente cuestionado por Marx, que ve en
la sociedad de mercado la
formación de una plebe que se mantiene en el nivel
mínimo de subsistencia, y reclama que el Estado
debería asumir la función
garantista de la dignidad humana.
En síntesis,
los sistemas
políticos de las sociedades
occidentales han tenido que atravesar etapas perfectamente
delimitadas: desde el régimen feudal al Estado absoluto,
para pasar al Estado Liberal donde harán su
aparición los derechos fundamentales, bajo el principio de
igualdad de
derechos, basado en la autonomía individual y su
desarrollo.
La idea central que podemos encontrar en todos los momentos
históricos, será el reclamo por la vigencia de la
dignidad humana. En cada época esta dignidad se realiza de
acuerdo con las condiciones económicas, sociales,
culturales y políticas,
y sólo en el mundo moderno a través de los derechos
fundamentales.
El Art. I de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, transcrito arriba, dice que "todos los seres humanos
nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros".
A continuación el Art. II, sostiene: "Toda persona tiene
los derechos y las libertades proclamadas en esta
declaración, sin distinción alguna de raza,
color,
sexo, idioma,
religión,
opinión política o de cualquier otra índole,
origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición. Además, no
se hará distinción alguna fundada en la
condición política, jurídica o internacional
del país o territorio de cuya jurisdicción dependa
una persona, tanto si se trata de un país independiente,
como de un territorio bajo administración fiduciaria, no
autónomo o sometido a cualquier otra limitación de
soberanía".
Ambos preceptos han sido recogidos en el artículo
6 de la constitución política del Estado Boliviano,
ley suprema del ordenamiento jurídico nacional.
La libertad es la máxima expresión de la
dignidad y de los derechos humanos. En ella se hallan subsumidos
ambos conceptos. La negación total y absoluta de la
libertad es la esclavitud,
proscrita en los ordenamientos jurídicos de todo el mundo
civilizado. En nuestro país, en el artículo 3 de la
constitución política del estado de 1880, se lee:
"La esclavitud no existe en Bolivia. Todo esclavo que pise
territorio boliviano es libre".
Bajo esos principios
universales y constitucionales se yergue el Derecho Penal
como órgano de control social
garantista, dirigido a proveer seguridad
jurídica al conglomerado social, a través del
aseguramiento de la dignidad y de los derechos humanos cuando
ellos resultan lesionados por acciones
contraventoras del ordenamiento jurídico nacional e
internacional, de ahí que se exprese en un catálogo
conductual bajo normas
prohibitivas e imperativas que todos estamos en la
obligación de observar, es decir, Actuar conforme a
derecho.
Ya Rouseau señalaba que "la obediencia a la ley
que se ha prescrito es la libertad".
La libertad es la medida que determina el ejercicio de
los derechos. Cuando la Ley suprema dice en el Art. 7: "Toda
persona tiene los siguientes derechos fundamentales, conforme a
las leyes que reglamentan su ejercicio: a) A la vida…", debemos
entender no como derecho a vivir, sino como el derecho a disponer
de la propia vida. Nadie puede quitar la vida a otro, ni siquiera
el Estado, por eso la pena de muerte
esta proscrita. Esa es la razón por la que no esté
penado el suicidio y
sí el homicidio. La ley
penal no protege la "cosa en sí misma", sino la
"relación de disponibilidad" del titular de la cosa.
Ahora bien ¿qué precisamos para ejercer plenamente
los derechos sean fundamentales o no? En primer lugar tenemos que
despojarnos de la miserabilidad humana, ser dignos de ser seres
humanos, orgullosos de nuestra estirpe zoológica. Darnos
cuenta del rol protagónico individual. Alguien dijo que en
este pueblo todos quieren ser caciques, ninguno indio. ¿Y
qué de los valores
éticos y morales? Estos parecen haber desaparecido por
completo. Aunque esto suene apocalíptico, estamos siendo
testigos, sino protagonistas, de la pérdida paulatina del
respeto, estima, dignidad y hasta despersonalización, en
suma de la pérdida de valores de la sociedad boliviana en
los últimos tiempos.
No todos pueden ser directores generales o propietarios de
empresas
comerciales o industriales. ¿Qué harían los
arquitectos e ingenieros con sus grandiosos planos y proyectos si no
hubieran albañiles? Y ¿qué harían los
compositores y los directores de orquesta si no hubieran
músicos? –Dice Otto Goldman en su obra citada.
Bastan estas dos interrogantes para darnos cuenta de cuan
importante somos en el puesto que nos corresponde actuar, sin que
ello signifique un menoscabo de nuestra dignidad. Este es el
punto de convergencia de todas las profesiones y aptitudes, todos
los actos y los méritos, el respeto mutuo que hace posible
la convivencia pacífica. Dentro de cada actividad que se
desarrolle simplemente pretendamos ser el mejor. Nada más.
Esta es la lucha que se debe emprender día a día.
Hagamos las cosas por placer y superación y no solamente
por dinero.
Cuando Dios mandó al hombre: "Dominad la tierra", le
dijo que trabajara honradamente y transformara lo que en bruto
había creado sobre ella, por el bien de todos; muchos
fueron los que a través de la historia se dedicaron al
logro de esa transformación para el bien de todos.
Sólo así se explican las grandes obras, bellas y
útiles producidas por el hombre, aunque no faltaron los
que se preocuparon por la deformación y destrucción
del mundo. Contradicciones propias y necesarias de un mundo donde
hay diferencias, así, "han usado el acero no
sólo para fabricar arados y tractores sino también
para bayonetas y tanques; de los extractos vegetales no
sólo han hecho medicamentos, sino también para los
asesinatos en masa y destrucción", nos dice con toda
claridad Otto Goldman.
El gobierno habla de
un Plan de Dignidad
Nacional, pero para hablar de dignidad nacional primero tenemos
que hablar de dignidad personal: "Aquello que es el hombre eso es
la humanidad".
Sin embargo, hay hechos, o actos, mejor dicho, que
desvirtúan todo sentido de dignidad y son los criminales.
Conductas descriptas en el código penal como delitos. El
país que vive en el delito o del
delito carece de dignidad, y no son todos los delitos, sino
aquellos que afectan en mayor medida la dignidad, porque los
delitos, de diversa gravedad, existieron en toda la historia
desde que el hombre se organizó de la manera que ahora se
halla organizado, pasando por todas las etapas que la sociología nos enseña por la boca de
H. Lévy-Bruhl, en su obra "Sociología del
Derecho".
Por eso nada nuevo se tiene que decir. Basta con señalar
que esta sociedad es imperfecta. Sin embargo, a pesar de la
imperfección reclamamos el reconocimiento y respeto a los
derechos humanos.
Decía que hay delitos que realmente degradan al ser humano
a nivel de animal inferior, pero es como dice Franceso
Carnelutti, el delito es un acto de incivilidad, porque si
fuéramos realmente civilizados no realizaríamos
ninguna de las conductas descriptas en el código penal.
Este catálogo describe conductas para que no las realice
el ser humanos, por eso las conmina con una pena.
Cada uno de los hechos recriminables constituye un atentado
contra los derechos de los demás, aparte de aquellos que
el individuo por sí solo manifiesta en su comportamiento
que deben ser delitos pero que no se hallan descriptos en el
código penal, como por ejemplo, la condición de
"humildad" (entre comillas), porque ninguna persona debe sentirse
"humilde" (sigue entre comillas) en el sentido peyorativo, es
decir como un ser que merece misericordia de sus semejantes. Es
posible que esa misericordia no provenga de Dios, pero nunca de
otros seres humanos iguales.
El ejemplo mayor lo tenemos con el narcotráfico. Bolivia supuestamente ocupa
un lugar preponderante en este delito cuyo bien jurídico
protegido es impreciso; y en corrupción, figura jurídica que
tiene muchas manifestaciones. Nunca se detuvieron ni por un
momento a pensar en el enorme daño que le inflingen a la
sociedad en su conjunto a través de la corrupción y
deshumanización individual.
Han visto, eso sí, la facilidad con la que por ese medio
pueden ganar mucho dinero sin esfuerzo alguno, porque se dieron
cuenta que el dinero es
el motor del mundo,
la fuerza motriz
que impulsa al hombre y lo mantiene en movimiento. El
dinero gobierna al mundo y también al hombre, dice Otto
Goldman en su opúsculo intitulado "Lo que importa es ganar
dinero", publicado en 1996.
Quizás el individuo que pugna por hacer dinero, aunque sea
de mala manera, en algún momento ha meditado sobre el
riesgo de sus
acciones; pero siendo tanto su apetito de enriquecimiento, el
riesgo corrido únicamente encarece el servicio.
Total no le gusta el trabajo
honrado, aquél que dignifica al humano. Ignoran que el
trabajo ya es una categoría de "valor".
No hay nada que hacer, el economicismo se ha apoderado del mundo
y del alma y espíritu del hombre. Éste ya no tiene
conciencia, ha perdido su dignidad.
El dinero fácil proviene de menos trabajo, del menor
esfuerzo, mayor tiempo libre. Han
despojado al trabajo de su valor profundo y del dinero han hecho
un ídolo, sin darse cuenta que como todo ídolo es
frío y duro. Este preciado ídolo ha sido y es el
causante de los más grandes crímenes, traiciones,
asesinatos, infidelidades y crueldades.
Por creer que el dinero es lo más importante en la vida,
se destruye la persona y la felicidad, si no echemos una mirada
en las celdas carcelarias o policiales donde guardan
detención aquellos que pretendieron ser ricos de la noche
a la mañana en base a la corrupción, actitud nada
razonable porque se olvidó el hombre que la dignidad es el
único valor del ser humano que está por encima de
los otros valores, su auténtica realidad, porque es la
forma con la que nos asemejamos a Dios.
No nos vamos a detener en el análisis de las figuras penales, más
bien nos vamos a referir a los comportamientos que tienen directa
relación con el ejercicio de los derechos humanos. Si
hemos hecho referencia a los delitos es porque queremos resaltar
que los derechos humanos son reclamables únicamente cuando
nos comportamos conforme a las normas y no cuando las
transgredimos. Toda violación a la norma es una
negación de los derechos que la naturaleza nos proporciona
porque perdemos dignidad.
La dignidad entonces se constituye en el fundamento de los
derechos humanos, queremos decir que si no tenemos dignidad no
podemos reclamar el reconocimiento ni la vigencia de nuestros
derechos, aunque ellos se hallen reconocidos por las instancias
internacionales y nacionales como tenemos señalado
arriba.
Un individuo que no se precia a sí mismo no puede de
ninguna manera exigir que se le reconozcan sus derechos. Lo
propio ocurre con una nación que se ha desidentificado o
sencillamente vive en el delito o la miserabilidad. No es pecado
ser pobre de solemnidad, lo que es repudiable es el hecho de que
no sepamos aceptar esta condición grandiosa a los ojos
divinos y nos ocupemos de pretender superar la situación
merced al delito o al regalo.
Toda vez que aceptamos un regalos perdemos parte de nuestra
dignidad. Un obsequio siempre es un compromiso que se debe
retribuir, y cuando no se está en condiciones de retribuir
es signo de dependencia, de sometimiento.
Hay instituciones
que se prestan, so pretexto de dar soluciones al
problema de la pobreza, para instigar y hasta determinar a la
colectividad a la pérdida de la dignidad. El 26 de mayo de
1999, se publicó en el diario EL Deber una noticia que da
cuenta que los obispos paceños, a obre dela Iglesia
Católica, pedirán la "condonación de la
deuda externa
de Bolivia", con la advertencia falsa de que "no es para no pagar
la deuda"; pero es que ¿acaso condonación no
significa no pago de la deuda? Condonación no tiene otro
significado que el de perdón. Lo que se está
pidiendo es que se nos perdone la deuda. Con ese fin se han dado
a la tarea de recolectar firmas de los ciudadanos. Claro que en
La Paz todos van a firmar porque creen erróneamente que de
ese modo están defendiendo los intereses de las "clases" o
"población" (entre comillas) más
desfavorecidas, amén que a ellos les agrada el
fenómeno de la rebaja por todo y por nada. Actitud no
recomendable para ser dignos de mejor suerte.
¿Qué país o institución financiera
tendría confianza en Bolivia como país si en vez de
honrar sus compromisos económicos pide que al final le
regalen el dinero que inicialmente le fue dado en calidad de
préstamo? Haciéndose eco de esta interrogante, el
monseñor Terrazas, obispo de la diócesis
cruceña y presidente de la Conferencia
Episcopal de Bolivia, en el mismo diario El Deber, del 31 de mayo
de 1999,dijo: "No basta pedir que se nos perdone la deuda
externa, hay que pedir también que se haga justicia. No es
posible que nos perdonen una deuda dejando a los que robaron la
plata o los que malgastaron libres, tranquilos y felices gozando
de ese dinero que nos tiene oprimidos a todos los que vivimos en
este país". Y continúa llamando la atención a los gobernantes ya quienes
administran justicia para que "pongan la ley donde debe estar,
porque ese dinero que ha venido al país y no se ha
invertido en lo que se debe, anda en bolsillos y cuentas
particulares". "No es posible –dice- que estos
señores estén regordeándose y diciendo que
vayan a pedir perdón y que nos manden más plata
para dilapidar una vez más". Termina haciendo referencia a
la dignidad nacional cuando sostiene que "no son capaces (los
gobernantes) de buscar una salida que dignifique al
país":No pudo el Monseñor Julio Terrazas ser
más claro y concreto en su
apreciación de la dignidad.
Otra cosa muy distinta, pero también violación de
la dignidad es el tratamiento penológico que brinda la
justicia tardía a los encausados por un hecho delictivo,
cuya explicación criminológica es realmente
desalentadora a la luz de los
derechos humanos. Pero no todo es cuestión de
ejecución de la pena, sino que la violación a los
fundamentales derechos de la persona humana subyacen en la misma
ley sustantiva y adjetiva, lo cual ha sido denunciado por el
Instituto Interamericano de Derechos Humanos en un estudio e
informe
pormenorizado de las legislaciones de los países
suramericanos.
La eficacia de las
cárceles para el cumplimiento de los fines de la pena
viene siendo cuestionada desde hace mucho tiempo, toda vez que
constituyen reservorio de presos sin condena que viven hacinados
sin consideración alguna a su condición humana.
Este tratamiento ha motivado levantamientos y huelgas de los
reclusos en justo reclamo de su dignidad.
Mucho hay que decir sobre tan delicado tema, pero este no es
justamente el escenario adecuado. Me doy por satisfecho por la
atención que sobre el tema se me ha prestado y agradezco a
ustedes profundamente.
- La dignidad es un atributo de toda persona sea
individual o colectiva. - Es condición previa para el reconocimiento de
los derechos humanos la dignidad. - Los derechos humanos son inherentes a la naturaleza
humana. El hombre nace con ellos. - Los preceptos constitucionales sobre la dignidad y
los derechos humanos han sido tomados de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. - El delito es una negación de los derechos
humanos y de la dignidad, por ser un acto de
incivilidad. - La justicia que viola la dignidad humana no es
justicia.
Autor:
Blas Aramayo Guerrero. Master en derecho penal y
constitución, catedrático de derecho penal y
clínica forense en la Universidad
Autónoma Gabriel René Moreno, Santa Cruz de la
Sierra – Bolivia