Indice
1.
Abstract
2.
Introducción
3. La sexualidad
adolescente
4. Gonorrea en la
mujer
5.
Conclusión
6. Fuentes
utilizadas
La sexualidad es
un concepto
íntimamente vinculado con el adolescente. Esta
relación implica un período de cambios a nivel
social, físico y psíquico que conducen al joven a
mantener relaciones sexuales. Pero lamentablemente se ve influido
por una serie de desventajas, entre las que se encuentran la
escasa información que brindan entre otros los
docentes y los medios de
comunicación.
A raíz de este desconocimiento, el adolescente se
convierte en protagonista activo del acto sexual sin la debida
prevención, contrayendo así enfermedades de
transmisión sexual como el SIDA y la
gonorrea.
Sexualidad en la adolescencia:
¿Sabremos lo suficiente?
Bien sabemos sobre las características generales de una de las
más importantes enfermedades de
transmisión sexual, el SIDA:
*qué es, formas de prevención, etc. Pero,
¿conocemos realmente las consecuencias de lo que viven los
enfermos, cómo se sienten frente a un mundo lleno de
prejuicios y discriminación? ; ¿estamos seguros de
cómo tratar a alguien con esta enfermedad? ;
¿sabemos cómo enfrentar la situación?.
El objetivo de
esta monografía
es el de dar a conocer el punto de vista que poseemos los
adolescentes
con respecto a este tema. Esclarecer todas las dudas acerca de la
discriminación que conlleva padecimientos de este tipo
(que no solo implican la mortalidad como juicio final, sino que
presuponen infecciones y otro tipo de alteraciones
físicas, como es el caso de la GONORREA). Informarnos;
hacernos saber de lo que ocurre en el mundo, más
allá de las cifras y los números, tratando de
comprender los sentimientos de los que padecen esta
enfermedad.
La adolescencia es una dolencia universal. Nadie
negará que se trata de una experiencia que se mete a
prueba a todos los afectados. Primero se tiene un niño
dependiente, dócil y adorable. Luego, de la noche a la
mañana, o así lo parece sobrevienen cambios. Estos
cambios amilanan a los padres más inteligentes y sensatos,
lo cual no les facilita las cosas al adolescente que está
padeciendo la parte mayor de sufrimiento. El crecimiento es un
asunto penoso. El niño que antes se conocía se
transforma en un completo extraño. Parece vano todo lo que
sus padres han tratado de inculcarle en los pasados años
formativos (eso se decía que eran). Entre otras revisiones
de su conducta,
él quiere volver tarde de noche, demanda el
derecho de "vivir su propia vida", critica sus mayores, y
comienza a interesarse desmañadamente y con embarazo, por
el sexo
opuesto.
Es en extremo importante entender los problemas de
los jóvenes en esta edad de transición y
proporcionarles toda la ayuda que sea posible. Evidentemente, el
primer requisito es cierto sentido del humor, que en realidad es
simplemente un sentido de la perspectiva. Los mayores olvidan lo
que ellos fueron.
El primer error que cometen la mayoría de ellos consiste
en pensar que la generación más joven es diferente,
que es mejor o peor que cualquier otra generación en la
historia. Sin
duda los aspectos exteriores no resultan familiares, pero
¿son ellos tan distintos, realmente? Una adolescente de
hoy usa lápiz de labios y se pinta las pestañas
pareciera que casi antes de aprender a leer y escribir. En la
época de los padres de estos adolescentes, se frotaban la
cara con papel
crepé rojo. Se dice que las películas, la radio y
la
televisión han creado una generación diferente.
¿Estamos seguros de que su efecto no es más o menos
el mismo que las naciones engendradas por las novelas baratas
que antes se conseguían?
Hay cambios, cambios profundos, pero no son inherentes a estos
jóvenes. Son cambios de las tradiciones y credos de
otras
generaciones anteriores. Antes, lo bueno y lo malo era definido
por la religión y el código
social. Si bien en la actualidad los jóvenes tienen las
mismas inquietudes religiosas, en muchos casos no han sido
educados en la clara doctrina de ninguna fe.
Las construcciones sociales eran más rígidas. Los
muchachos bebían y fumaban, pero lo hacían
subrepticiamente. Las muchachas "buenas" ni soñaban con
tales hábitos. Existían las caricias y besos, pero
las hijas bien educadas negaban siempre que ellas hicieran esas
"cosas". Antes el gran problema era: si una se deja besar,
¿ él lo contará? Sabemos que todo esto es
muy diferente hoy. Los instintos de los jóvenes son
independientes del tiempo, pero el
impacto de la sociedad difiere.
Esto constituye nuestro problema.
El desarrollo
sexual forma parte del rápido crecimiento físico
que produce durante la adolescencia. Antes, los padres
instruían a sus hijos a esta edad a cerca de los "hechos
de la vida". El padre inteligente de la actualidad ha respondido
a todas las preguntas de su hijo mucho antes. Si no lo ha hecho
ya es demasiado tarde; el joven ya se ha informado –mas o
menos bien- con sus amigos.
Pero no se ha informado de todo. Sus padres lo saben, por
consiguiente, cuando su hijo se aproxima a su libertad, el
padre moderno le habla de sorpresivas erecciones y poluciones
nocturnas, le dice que debe esperar para muy pronto esos signos
de incipiente virilidad y que resultarán menos
perturbadores si trabaja duro, juega mucho, duerme con
regularidad y así se sobrepone a ello. La madre prepara a
su hija para la menstruación y se asegura que esta tiene
una actitud sana
hacia a la misma.
Esto es relativamente fácil, pero no es suficiente. A un
padre le resulta sumamente difícil explicar o exponer
sensaciones de impulsos sexuales demasiado personales. Pocos de
ellos pueden hablar a sus hijos de cosas que tuvieron que
aprender por experiencia propia, principalmente sus relaciones
conyugales. Aún si pudieran hacerlo, los adolescentes son
demasiado tímidos y sensibles para atender. Y a parte de
eso, tales como ellos los ven son demasiado viejos.
Los adultos conocen la fuerza de las
tumultuosas emociones
juveniles no refrenadas por la sociedad o la religión. Hay
todavía una reconfortante cantidad de muchachos y
muchachas que van a la escuela dominical
y a la iglesia, y que
siguen la enseñanza moral de su
credo, pero otros consideran que el tema está sujeto a su
propia decisión personal. Es
indudable que los jóvenes no esperen al matrimonio, sino
que empiecen su experiencia sexual antes de la ceremonia nupcial.
Muchas madres ven con temor a sus hijas, salir de casa.
Por lo tanto, algunos padres tratan de colocar al miedo a las
consecuencias en el lugar de temor a Dios, a los padres o a lo
que dirá la gente que los contenía nuestra juventud.
Hablan tan violentamente de los peligros de la preñez y
las enfermedades
venéreas como solían hacerlo nuestro viejo y
buen ministro respecto al fuego del infierno.
Los jóvenes están llenos de ideales, ideas y de
anhelos de conocimiento a
cerca de este importante sector de su vida afectiva. Es probable
que hasta los más instruidos estén confusos, pues
sus sentimientos sexuales son nuevos para ellos. Muchos acumulan
una afligente cantidad de mala información, que puede o no
resultar malsana en términos de futuro. Una
generación le transmite inevitablemente a la
próxima algunas de las actitudes y
supersticiones de un pasado polvoriento y superado.
Cómo se siente y se comporta un infectado por HIV y
cómo reaccionan sus allegados
Acabamos de desarrollar el tema SIDA desde un punto de vista
biológico en el que la "persona enferma"
se considera como "persona–organismo" y la enfermedad como
hecho natural, explicable causalmente (prevención,
etiología, formas de contagio, evolución). También abordamos el
mismo tema desde el punto de vista sociológico en el que
la "persona enferma" se considera como "persona social" y la
enfermedad como respuesta a los factores sociales y socio
económicos que la sobre determinan
(discriminación).
Ahora, desde un modelo
psicológico- social, consideraremos a la "persona enferma"
como "persona en relación con otras personas" y la
enfermedad como conflicto
interpersonal o como alteraciones de la
comunicación lingüística o como
perturbación de las normas.
Cuando una persona recibe el diagnóstico de SIDA, casi siempre siente
una sacudida. Su vida cambia, como así también la
de su círculo de familiares y amigos. La frecuencia de
lasa pruebas, los
tratamientos y las hospitalizaciones suelen ser agobiantes. La
vida se complica a medida que la enfermedad avanza y se hace
necesario solicitar ayuda para realizar los controles y
tratamientos y también para llevar a cabo las tareas de
rutina.
Algunos enfermos se sienten culpables de haber contraído
la enfermedad. Otros tienen miedo de adquirir infecciones o les
preocupa el que puedan transmitir la enfermedad a otras personas.
Algunos por padecer esta enfermedad incurable, se preocupan por
su enfermedad y por la muerte
mostrando síntomas de ansiedad: tensión, insomnio,
perturbación y dificultad para concentrarse. Muchas veces
no pueden pensar con claridad y pasan por su mente preguntas y
pensamientos confusos. Pueden también sentir enojo hacia
ellos mismos, la enfermedad, la discriminación y el
estigma de que son objeto, la falta de cura y la posibilidad de
la muerte, y
aún hacia las personas que cuidan de ellos. Muchas de las
personas con SIDA se sienten deprimidas y algunas piensan en el
suicidio,
aunque pocas lo llevan a cabo.
Las personas allegadas al enfermo deben comprender estos cambios
del estado de
ánimo y el comportamiento
del paciente.
La forma en que los enfermos y su círculo se enfrentan a
la enfermedad, depende de las capacidades y fortaleza que posean,
de sus actitudes y del cuidado y atención de los que lo rodean. El soporte
brindado por profesionales (médicos y psicólogos)
es de gran ayuda.
Los familiares y amigos de los enfermos de SIDA necesitan apoyo
emocional ya que ellos también experimentan depresión
y ansiedad al ver que un ser querido sufre de una enfermedad
sumamente dolorosa y debilitante. A menudo las personas que lo
cuidan tienen los mismos prejuicios que el enfermo y no saben a
quién pedir ayuda y decirle que un ser querido está
muriendo de SIDA. Algunas veces, estas personas dedican todo su
tiempo y energías a la atención del enfermo,
olvidando que ellos también tienen necesidades. A pesar de
que es difícil, se debe evitar esta situación.
Además de los profesionales anteriormente citados, es muy
importante la ayuda que brindan los grupos de apoyo.
Es consolador discutir nuestras experiencias con otras personas
que se encuentran en situaciones similares y los grupos de apoyo
nos ofrecen esta oportunidad a la vez que son fuente de
información valiosa.
Hablemos de cómo se siente un enfermo y sus allegados
más íntimos (amigos y familiares), pero
también hay un tercer grupo
mayoritario de personas que son los que conocen o pueden llegar a
conocer a un enfermo o infectado y en ese grupo estamos incluidos
todos y, lamentablemente, cada vez tenemos más
posibilidades de que ocurra debido al incremento de esta
enfermedad. Desde ya, que lo ideal sería que los
mecanismos de prevención se desarrollaran al máximo
de manera de poder
erradicar definitivamente esta enfermedad y en esto
tendríamos que poner todas nuestras energías, pero
ante la evidencia cierta de su existencia y de la cantidad de
enfermos, es importante tener en cuenta qué podemos hacer
para ayudarlos desde nuestra posición.
En primer lugar, es fundamental conocer los comportamientos que
no contagian el SIDA y que la convivencia con una persona con
SIDA es totalmente posible por lo cual no existe razón
alguna para el abandono o el aislamiento de la persona
infectada.
Otro punto a tener en cuenta es utilizar la terminología
adecuada: decir "persona con SIDA" y no decir "sidoso o
sidásico"; "enfermedad incurable" y no decir "enfermedad
mortal"; "epidemia" y no "flagelo"; "enfermo" y no
"víctima".
Por último, consideremos algunas actitudes que son
positivas para la relación interpersonal: aprender todo lo
posible acerca del HIV y el SIDA, tener contacto físico
con el afectado (un abrazo a un simple apretón de manos le
dicen que es querido); llamarlo y preguntarle si le parece bien
ser visitado; compartir sus emociones (llorar cuando llora,
reír cuando ríe); invitarlo a compartir un paseo,
celebrar fiestas juntos; no tener miedo a hablar con él
sobre su enfermedad si es lo que él desea; tenerle
más paciencia que a otro en sus "días malos";
acompañarlo a sus controles médicos o a cualquier
otro lado: banco, cine, compras, etc.;
animarlo a tomar decisiones, no subestimarlo; aceptar sus enojos
con nosotros ya que suelen descargar su agresividad sobre quienes
más quieren; si se es religioso, preguntarle si quiere que
oremos por él (la fe religiosa y la espiritualidad suelen
ser muy importantes en estos momentos); ofrecerse a hacer los
trabajos domésticos cuando las fuerzas le flaqueen, pero
siempre preguntándole antes; no sermonearlo o aconsejarlo
permanentemente (habrá momentos en los que no entendamos
cómo se sienten y por qué toman ciertas
decisiones); hablarle del futuro, mantener viva la esperanza y,
finalmente cuidarnos nosotros mismos compartiendo nuestro dolor,
rabia o sentimientos de impotencia con otros amigos o en un grupo
de apoyo.
Para introducirnos en el campo de los efectos emocionales y las
consecuencias a nivel social que genera el estar afectado por
alguna enfermedad como el SIDA, o cualquier otro tipo de
enfermedad de transmisión sexual, primero debemos
informarnos acerca de como se ve perjudicado físicamente
el individuo. Con este fin, a continuación presentamos
algunas de ellas, formas de contagio, su accionar en el cuerpo y
métodos de
prevención :
Las enfermedades de transmisión sexual (E.T.S.), son
enfermedades infecciosas que se pueden contagiar principalmente
por contacto sexual. Algunas se pueden transmitir por vía
no sexual, pero representan la minoría del número
total de casos. Entre las de transmisión mayoritaria o
exclusiva por contacto sexual entre las personas, están la
sífilis, la infección por ladillas
(Pediculosis pubis), el chancroide, la hepatitis B, la
gonorrea, colidoma, y la más conocida de todas, el SIDA (
o Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), entre muchas
otras.
La transmisión de la infección se efectúa
sólo por un contacto íntimo con una persona
infectada, ya que los organismos que las producen mueren
rápidamente si se los separa del cuerpo humano.
La mayoría de los organismos infecciosos son transferidos
por el contacto directo con una úlcera o lesión
sobre los genitales o boca. Sin embargo, algunos pueden vivir en
los fluidos corporales sin ocasionar una lesión visible y
ser transferidos por el contacto con estos fluidos, en
prácticas tanto homosexuales ( hombre a
hombre, mujer a mujer)
como heterosexuales ( hombre a mujer, mujer a hombre), y por
vías tanto anal como vaginal y también sexo oral.
Algunas prácticas sexuales, tales como la relación
anal, llevan un riesgo más
alto de transmisión que otras prácticas sexuales,
tales como la relación vaginal.
Algunas afecciones, como el chancroide y la producida por las
ladillas, pueden extenderse de una parte de la piel a otra
por la misma persona infectada a través de sus manos. La
gonorrea, sífilis e infecciones por Chlamydia pueden pasar
de la mujer
embarazada a su hijo, ya sea en el embarazo o durante el parto. Tales
infecciones congénitas pueden ser bastante graves.
Aunque las infecciones de transmisión sexual comienzan en
los genitales externos, se pueden extender también a la
próstata, útero, testículos
y órganos cercanos. La mayoría de estas infecciones
sólo causan irritación, picores y ligeros dolores
pero la gonorrea y la uretritis por Chlamydia son causa
importante de esterilidad en las mujeres.
Algunas ETS también pueden ser transmitidas por un
contacto directo no sexual con tejidos o fluidos
infectados, por ejemplo el contacto con sangre infectada
por medio de agujas cuando son utilizadas drogas
intravenosas, como es el caso del VIH y de la hepatitis B. Otra
forma no sexual de transmisión es la transfusión de
sangre contaminada.
Existen creencias y mitos con
respecto a la transmisión del VIH, sin embargo ahora
sabemos que en las siguientes situaciones no se transmite el
virus :
contacto físico no sexual con gente afectada, por
picaduras de insectos, por medio del uso de teléfonos,
piscinas u otros lugares públicos, en lugares de trabajo,
al compartir utensilios de comer, o durante la visita a
hospitales.
El carácter
epidémico de las enfermedades de transmisión sexual
torna muy dificultoso tener un control sobre las
mismas. Esto es atribuible al aumento de la actividad sexual,
sobre todo entre adolescentes. También es significativa la
sustitución del preservativo (que además de actuar
como método
anticonceptivo proporcionaba cierta protección) por otros
métodos de control como píldoras y diafragma.
Los modelos de
enfermedad de transmisión sexual también cambian.
La sífilis y la gonorrea fueron epidémicas en un
tiempo, pero el uso masivo de la penicilina consiguió un
control moderado sobre la sífilis. La atención se
centró entonces en la gonorrea, y en ese momento
empezó a aumentar de nuevo la aparición de la
sífilis. Aumentaron también entre los años
1970-80, el herpes genital y la infección por
Chlamydia.
El tratamiento básico de las enfermedades de
transmisión sexual es mediante antibióticos. La
penicilina ha sido efectiva contra la sífilis y la
gonorrea, pero muchos organismos gonorreicos resisten hoy la
acción de este fármaco, obligando a los
científicos a buscar nuevas curas.
La única forma de prevenir la propagación de las
ETS, es identificando a las personas con las cuales ha tenido
contacto sexual la persona infectada y proceder a determinar si
también necesitan tratamiento.
La adolescencia es una etapa
crítica de la vida caracterizada por profundas
transiciones en la conducta emocional, intelectual, sexual y
social de los seres humanos. Su tarea principal es la
consolidación de la propia identidad;
esto es, el descubrir "quién soy yo". En esta etapa la
amistad llega a
ser de vital importancia ya que el adolescente busca el aliento
de afines, con quienes pueda compartir las experiencias vividas
en el proceso de
búsqueda de identidad. Los amigos se dan entre sí
el apoyo emocional que los adolescentes necesitan.Los padres
temen porque ignoran las reacciones del hijo en ese
período y cómo acercarse a él, y el propio
adolescente porque teme el descontrol. El equilibrio se
ha roto, los padres dejaron de protegerle y tiene que afrontarse
con diferentes retos en la vida que le conducirán al mundo
adulto.
El bebé, que no ha configurado todavía la respuesta
sexual, experimenta la sexualidad simplemente al azar de sus
descubrimientos sensoriales, y de forma incompleta.
Durante el período infantil, en el que hay un
perfeccionamiento de las distintas habilidades mentales y
motoras, también se adquiere una mayor integración del cuerpo propio,
dándose ya, el comienzo del esquema sensorial susceptible
de configurarse como excitación sexual: el tipo de caricia
táctil, estímulos olfativos y visuales,
sensibilidad genital.
Algunos niños
tienen inhibida la exploración sexual porque desde muy
pequeños han aprendido a descartar ese tipo de
sensaciones.
El joven está lleno de curiosidad, es impresionable,
quiere saber, naturalmente, qué cosa es ésta gran
experiencia, cómo se conducirá él o hasta
dónde llegará su capacidad. La curiosidad
intelectual es un componente esencial de la sexualidad juvenil.
Los miedos tienen varias formas de expresión: lenguaje
corporal, lenguaje psíquico y lenguaje social. Estos
lenguajes sirven para expresar las enfermedades producidas por
esos miedos, que son:
Los trastornos de la alimentación
relacionados con la imagen
corporal,
Las enfermedades de transmisión sexual relacionadas con la
sexualidad, entre otras.
Hace ya mucho tiempo que nuestra sociedad occidental se preocupa
por definir la sexualidad de una sola manera. En virtud de la
aparición de grandes epidemias como la sífilis
durante el siglo pasado y el sida en nuestro siglo, la actividad
sexual se ha considerado una actividad riesgosa para la salud. Esta
concepción tiene como consecuencia la necesidad de hacer
de lo sexual un asunto susceptible de políticas
y estrategias que
supuestamente protejan a las personas de los riesgos
asociados, como son el embarazo no deseado y la
transmisión de enfermedades sexuales. Sobra decir,
entonces, que la sexualidad se ha convertido en algo que requiere
de administración y control, aún desde
el punto de vista médico.
Para esta concepción, que domina nuestra cultura hoy en
día, la actividad sexual de los jóvenes representa
una dificultad particular porque se considera que presenta
“riesgos'' específicos de la edad, diferentes de los que
enfrentan los niños y los adultos.
La conducta sexual de los jóvenes se considera
precisamente su conducta más riesgosa, en virtud de que se
piensa que el “impulso'' sexual no se controla eficazmente por
la precaria situación emocional del adolescente.
¿Podemos considerar que todos los jóvenes pasan por
los mismos procesos
personales, como si éstos fueran una evolución
natural determinada solamente por la biología? Tal
empresa
resultaría sumamente dudosa y, sin embargo, eso es lo que
nuestra cultura hace cotidianamente: construir un estereotipo
universal de adolescente que se aplica a todos los jóvenes
de cierta edad sin atender a sus condiciones concretas de
existencia.
Con respecto a la sexualidad, estas ideas dominantes consideran
que los adolescentes son incapaces de hacerse responsables de su
conducta sexual. En respuesta, la mayoría de las
estrategias educativas se realizan bajo una concepción
fundamentalmente negativa tanto de la sexualidad como de los
jóvenes, además de que niegan sus circunstancias
particulares y sus necesidades concretas.
En todo caso, se piensa que es necesario controlar a los
adolescentes ya que ellos no pueden controlarse a sí
mismos, y esta tarea le es encomendada principalmente a los
padres. De hecho, la “buena'' conducta sexual de los hijos es un
elemento para la evaluación
de la buena educación recibida en
el seno familiar. Si en ello va la reputación parental, es
obvio que la sexualidad de los jóvenes es una
preocupación de los adultos.
Las fuentes de la
desinformación
Algunos de los jóvenes, entre 13 y 17 años,
entrevistados no consideran a los padres informantes confiables
sobre la sexualidad, debido fundamentalmente a dos
circunstancias: el nivel educativo de los padres y sus reacciones
negativas ante cualquier pregunta sobre el tema. Los siguientes
comentarios ilustran la primera circunstancia: “Uno les pregunta
y se ponen colorados, no saben qué decir.''
No es infrecuente la decisión de guardar silencio frente a
los progenitores pues, a decir de estos jóvenes
entrevistados, plantear preguntas e inquietudes sobre el tema
genera en ellos una reacción adversa basada en la
preocupación, el temor y la necesidad de control de la
sexualidad del hijo.
En la experiencia de estos jóvenes, tanto la familia
como la comunidad
consideran que su sexualidad les es ajena por su edad. Ellos
expresan que el discurso de
los adultos los califica de “chiquitos'' e incapaces de tener
deseos sexuales, menos aún de ejercer una sexualidad
responsable. De esta manera, sus dudas y preguntas son
descalificadas de inmediato por ser “inapropiadas'' para su
edad. Pero la negación del deseo de los jóvenes no
lo elimina de la realidad, solamente provoca que ellos cierren
sus posibilidades de diálogo en
la familia y lo
trasladen hacia otros ámbitos, no siempre los más
indicados, pero sí más receptivos a sus inquietudes
sin mediar una reprimenda.
Por todo lo anterior, es importante reconocer que la familia no
siempre es el espacio idóneo de orientación
sexual.
Durante la adolescencia la actividad sexual, satisface una gran
cantidad de necesidades importantes de las cuales la menos
urgente es el placer físico. Más importante es la
habilidad de la interacción sexual para mejorar la
comunicación, para ejemplificar la
búsqueda de nuevas experiencias, para proporcionar
madurez, para estar a tono con los amigos y para lograr acabar
con presiones sociales. De esta forma, con el objeto de verse
libre de las presiones familiares, de los amigos y de la sociedad
en general, el adolescente se compromete en actividades sexuales
aún antes de estar preparado para ellas; esto es, incluso
antes de que haya recibido una educación
sexual adecuada y oportuna que le dé las armas suficientes
para salvar las consecuencias graves del ejercicio de la
sexualidad tales como la infección de ETS y el SIDA.
Desde hace varios años se han llevado a la práctica
diversas intervenciones educativas con el objeto de proteger de
la amenaza del SIDA a los adolescentes, incrementando el
conocimiento acerca de la enfermedad, sus consecuencias y
formas de prevención. La mayoría de los estudiantes
conocen todo lo relacionado con el SIDA y las estrategias de
prevención; sin embargo, no se perciben como sujetos de
riesgo ni realizan cambios en su comportamiento sexual para
protegerse de una posible infección de VIH .
Los datos obtenidos
sobre actitudes y prácticas de riesgo sexual, muestran que
el 69% de la población estudiada considera estar
medianamente informada, en contraste con un 21% de estudiantes
que reportaron tener un mejor conocimiento sobre el tema; no
obstante estas encuestas
muestran un nivel de información sobre sexualidad muy
deficiente, el cual han obtenido a través de revistas,
televisión, periódicos y libros. En
relación con esto, se ha encontrado que a pesar de que los
medios masivos
de comunicación juegan un papel importante en la
transmisión de ideas y actitudes sobre sexualidad, muchas
veces presentan situaciones que corresponden a contextos
culturales diferentes a los de la población receptora.
El método anticonceptivo que utilizan con más
frecuencia es el condón; el 35.5% de las mujeres y el
42.2% de los hombres que han tenido relaciones sexuales, reportan
haber utilizado el condón en su primera relación
sexual. Finalmente, la información recolectada muestra que la
utilización del condón se enfoca principalmente a
la prevención del VIH; sin embargo el 60% de la
población considera que las ETS y el SIDA son enfermedades
propias de homosexuales, prostitutas y adultos.
En esta etapa conflictiva e inestable de la vida, las necesidades
fisiológicas, psicológicas y socioculturales
impulsan al adolescente a tomar conductas sexuales compulsivas:
ya sean tener relaciones genitales sin cuidado ni
protección alguna, elección equivocada de la
pareja, promiscuidad y/o inicio precoz de la actividad
sexual,etc.
Las Enfermedades de Transmisión Sexual
son otro importante factor de riesgo. La falta de
utilización de métodos de prevención
eficaces, que en muchos casos se viven como una barrera en sus
relaciones afectivas, pueden desarrollar un clima oportuno
par el contagio de las mismas. Las familias, asumen con ansiedad
las vivencias de la sexualidad de sus hijos e hijas adolescentes
y los sistemas
educativo, sanitario y de servicios
sociales no dan la cobertura necesaria para facilitar a la
población juvenil y adolescente el disfrute de una
sexualidad de forma saludable y satisfactoria.
Por último los medios de
comunicación social, en general, comercializan el sexo
dando una imagen distorsionada del mismo, y sólo en
escasas ocasiones se promueven programas
divulgativos y formativos. Con todo lo expuesto podemos afirmar
que nuestra sociedad no está abordando adecuadamente las
vivencias de la sexualidad de la población joven, y por
ello se hace necesario promover estrategias que permitan aceptar
que la población adolescente y joven es sexualmente
activa, mejorar su nivel de información sobre sexualidad,
ofrecerles los medios educativos y asistenciales para que puedan
vivirla sin riesgos, y por último fomentar actitudes
positivas ante el hecho sexual humano en jóvenes, familias
y profesionales.
La Blenorragia En El Hombre
La enfermedad venérea más difundida es la
BLENORRAGIA o GONORREA: en general, se considera como una
enfermedad local que afecta al aparato genital y urinario.
Es causada por un germen que ataca particularmente a las mucosas
genitales, produciendo un estado de notable inflamación y
flujo de material purulento.
Raramente el proceso morboso se extiende a otras partes del
organismo.
Diferencia En Los Dos Sexos
Esta afección tiene la peculiaridad de atacar al hombre
con manifestaciones que en la mayoría de los casos no
pueden ser ignoradas, mientras que puede presentarse en la mujer
con síntomas tan débiles que a menudo no se toman
en consideración; de aquí nace la posibilidad de
que algunas mujeres transmitan la enfermedad a través de
las relaciones sexuales, no sabiendo que están infectadas;
en ciertos casos es precisamente el contagio del hombre el que
revela en la mujer la primera fuente de la enfermedad.
Manifestaciones Iniciales
Como hemos dicho, en el hombre las
manifestaciones son , en general , bastante evidentes : 3
ó 4 días después del contagio se nota
prurito y escozor bastante intensos en los labios del orificio
urinario (meato urinario),que se presentan enrojecidos y
ligeramente hinchados ;a la presión, y
a veces también espontáneamente, sale del meato
urinario un líquido purulento amarillo verdoso.
El examen de esta excreción efectuado al microscopio, nos
revela los gérmenes (gonococos) responsables de la
enfermedad; se presentan como pequeños elementos en forma
de granos de café,
contenidos inicialmente en las células
superficiales de la mucosa, que son las primeras en ser
atacadas.
A continuación, en el ulterior desarrollo de la
enfermedad, determinadas células de la sangre intentan
defender al organismo de la infección, envolviendo con sus
seudópodos a los gonococos y enjaulándolos en su
interior. Y justamente en el interior de estas células
(los leucocitos o glóbulos blancos), podemos ver algunos
gérmenes, mientras que otros pueden encontrarse libres en
la secreción purulenta.
Para que la enfermedad se transmita es necesario que una
pequeña cantidad de la secreción, rica en
gérmenes entre en contacto con la mucosa genital; esto
explica que sea extraordinariamente improbable el contraer la
enfermedad fuera de los contactos sexuales, ya que los
gérmenes, expuestos al aire y a la
desecación mueren en pocas horas.
Hemos visto cómo unos de los síntomas más
importantes es el escozor; éste se hará bastante
intenso hasta convertirse en un vivo dolor cuando el enfermo
orina; la causa es la distensión de los tejidos
inflamados, debida al paso del liquido; el dolor es tan fuerte
que arranca verdaderos gemidos y hace muy difícil la
expulsión de la orina.
A los síntomas locales es menester añadir un estado
de cansancio general de malestar, cierta palidez y a veces fiebre
no muy alta.
La primera infección se desarrolla en un ensanchamiento
que toma el nombre de fosa navicular, situado en el interior del
conducto uretral (por el que fluye la orina desde la vejiga hasta
el orificio externo).
Si esta primera infección se trata en seguida, los
individuos afectados de blenorragia pueden considerarse curados
en la casi totalidad de los casos.
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