La Revolución
Francesa, por una serie de razones se destaca de las
demás revoluciones que acontecieron por ésta
época.
Francia era el país más poblado de
Europa
Occidental, el más próspero del continente y
también el que gozaba de mayor prestigio intelectual como
centro de iniciativa de la revolución
ideológica del S XVIII.
La revolución
marca el fin
del Antiguo Régimen y el surgimiento de una nueva organización socio-política, qué
se fue afirmando paulatinamente.
Las causas que generaron la Revolución
fueron diversas, éstas son algunas de las más
influyentes: la incapacidad de las clases gobernantes
—nobleza, clero y burguesía— para hacer frente
a los problemas de
Estado, la
indecisión de la monarquía, los excesivos impuestos que
recaían sobre el campesinado, el empobrecimiento de los
trabajadores, la agitación intelectual alentada por el
Siglo de las Luces y el ejemplo de la guerra de la
Independencia
estadounidense.
También afectaron las periódicas crisis
económicas motivadas por las largas guerras
emprendidas durante el reinado de Luis XIV, además del
desmedido gasto que generaba la nobleza, la mala administración de los asuntos nacionales en
el reinado de Luis XV, las cuantiosas pérdidas que
acarreó la Guerra
Francesa e India y el
aumento de la deuda generado por los préstamos a las
colonias británicas de Norteamérica durante la
guerra de la
Independencia
estadounidense.
El pueblo exigía la convocatoria de los Estados
Generales (una asamblea formada por representantes del clero, la
nobleza y el Tercer estado, y el
rey Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas elecciones
nacionales en 1788.
El inicio de la Revolución: El rey se vio obligado a
ceder ante la continua oposición a los decretos reales y
la predisposición al amotinamiento del propio
Ejército real. El 27 de junio ordenó a la nobleza y
al clero que se unieran a la autoproclamada Asamblea Nacional
Constituyente.
El Rey dio instrucciones para que varios regimientos
extranjeros leales se concentraran en París y Versalles.
El pueblo de París respondió con la
insurrección ante estos actos de provocación; los
disturbios comenzaron el 12 de julio, y las multitudes asaltaron
y tomaron La Bastilla —una prisión real que
simbolizaba el despotismo de los Borbones— el 14 de
julio.
La burguesía parisina, temerosa de que la
muchedumbre de la ciudad aprovechara el derrumbamiento del
antiguo sistema de
gobierno y
recurriera a la acción directa, se apresuró a
establecer un gobierno
provisional local y organizó una milicia popular,
denominada oficialmente Guardia Nacional. El estandarte de los
Borbones fue sustituido por la escarapela tricolor (azul, blanca
y roja), símbolo de los revolucionarios que pasó a
ser la bandera nacional. No tardaron en constituirse en toda
Francia
gobiernos provisionales locales y unidades de la
milicia.
La redacción de una constitución: la Asamblea aprobó
una legislación por la que quedaba abolido el
régimen feudal y señorial y se suprimía el
diezmo, aunque se otorgaban compensaciones en ciertos casos. En
otras leyes se
prohibía la venta de cargos
públicos y la exención tributaria de los estamentos
privilegiados.
A continuación, la Asamblea Nacional
Constituyente se dispuso a comenzar su principal tarea, la
redacción de una Constitución. En el preámbulo,
denominado Declaración de los Derechos del hombre y del
ciudadano, los delegados formularon los ideales de la Revolución, sintetizados más tarde
en tres principios,
"Liberté, Égalité,
Fraternité" ("Libertad,
Igualdad,
Fraternidad"). Mientras la Asamblea deliberaba, la hambrienta
población de París, irritada por los
rumores de conspiraciones monárquicas, reclamaba alimentos y
soluciones. El
5 y el 6 de octubre, la población parisina, especialmente sus
mujeres, marchó hacia Versalles y sitió el palacio
real. Luis XVI y su familia fueron
rescatados por La Fayette, quien les escoltó hasta
París a petición del pueblo. Tras este suceso,
algunos miembros conservadores de la Asamblea Constituyente, que
acompañaron al rey a París, presentaron su
dimisión. En la capital, la
presión de los ciudadanos ejercía una influencia
cada vez mayor en la corte y la Asamblea. El radicalismo se
apoderó de la cámara, pero el objetivo
original, la implantación de una monarquía
constitucional como régimen político, aún se
mantenía.
El primer borrador de la Constitución suprimía la
división provincial de Francia y
establecía un sistema
administrativo cuyas unidades eran los departamentos, que
dispondrían de organismos locales elegibles. Se
ilegalizaron los títulos hereditarios, se crearon los
juicios con jurado en las causas penales y se propuso una
modificación fundamental de la legislación
francesa. Con respecto a la institución que
establecía requisitos de propiedad para
acceder al voto, la Constitución disponía que el
electorado quedara limitado a la clases alta y media.
El nuevo estatuto confería el poder
legislativo a la Asamblea Nacional, compuesta por 745
miembros elegidos por un sistema de
votación indirecto. Aunque el rey seguía ejerciendo
el poder
ejecutivo, se le impusieron estrictas
limitaciones.
Era la Asamblea quien tenía el control efectivo
de la dirección de la política exterior. Se
impusieron importantes restricciones al poder de la
Iglesia
católica mediante una serie de artículos
denominados Constitución civil del Clero, el más
importante de los cuales suponía la confiscación de
los bienes
eclesiásticos. A fin de aliviar la crisis
financiera, se permitió al Estado emitir
un nuevo tipo de papel moneda,
los asignados, garantizado por las tierras confiscadas. Asimismo,
la Constitución estipulaba que los sacerdotes y obispos
fueran elegidos por los votantes, recibieran una
remuneración del Estado,
prestaran un juramento de lealtad al Estado y las
órdenes monásticas fueran disueltas.
El resentimiento y el descontento del grupo de
ciudadanos que había quedado excluido del electorado. Las
clases
sociales que carecían de propiedades deseaban acceder
al voto y liberarse de la miseria económica y social, y no
tardaron en adoptar posiciones radicales. Este proceso, que
se extendió rápidamente por toda Francia
gracias a los clubes de los jacobinos adquirió gran
impulso cuando se supo que María Antonieta estaba en
constante comunicación con su hermano Leopoldo II,
emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico. El recelo popular con respecto a las
actividades de la reina y la complicidad de Luis XVI quedó
confirmado cuando la familia
real fue detenida mientras intentaba huir de Francia en un
carruaje con destino a Varennes el 21 de junio.
Radicalización del gobierno: El
rey fue privado de sus poderes durante un breve periodo, pero la
mayoría moderada de la Asamblea Constituyente, que
temía que se incrementaran los disturbios,
restituyó a Luis XVI con la esperanza de frenar el ascenso
del radicalismo y evitar una intervención de las potencias
extranjeras. El 14 de septiembre, el rey juró respetar la
Constitución modificada.
La Asamblea Nacional Constituyente estaba formada por
distintos grupos. Algunos
eran más radicales que otros. Por un lado estaban los
Girondinos, que defendían la transformación de la
monarquía constitucional en una república federal,
un proyecto similar
al de los Montañeses, integrados por los jacobinos, el
centro de la cámara acogía al grupo
mayoritario, conocido como el Llano, que carecía de
opiniones políticas
definidas.
Un día después de la victoria de Valmy se
reunió en París la Convención Nacional
recién elegida. La primera decisión oficial
adoptada por esta cámara fue la abolición de la
monarquía y la proclamación de la I
República.
Sin embargo, ninguna facción se opuso al decreto
presentado por los girondinos y promulgado el 19 de noviembre,
por el cual Francia se
comprometía a apoyar a todos los pueblos oprimidos de
Europa.
El Reinado del Terror: El 6 de abril, la
Convención creó el Comité de
Salvación Pública, que habría de ser el
órgano ejecutivo de la República, y
reestructuró el Comité de Seguridad General
y el Tribunal Revolucionario.
La Convención promulgó una nueva
Constitución el 24 de junio en la que se ampliaba el
carácter democrático de la
República.
Los poderes del Comité fueron renovados
mensualmente por la Convención Nacional desde abril de
1793 hasta julio de 1794, un periodo que pasó a
denominarse Reinado del Terror.
María Antonieta fue ejecutada el 16 de octubre, y
21 destacados girondinos murieron guillotinados el 31 del mismo
mes.
El número total de víctimas durante el
Reinado del Terror llegó a 40.000. Entre los condenados
por los tribunales revolucionarios, aproximadamente el 8% eran
nobles, el 6% eran miembros del clero, el 14% pertenecía a
la clase media y el 70% eran trabajadores o campesinos acusados
de eludir el reclutamiento,
de deserción, acaparamiento, rebelión u otros
delitos. Fue el
clero católico el que sufrió proporcionalmente las
mayores pérdidas entre todos estos grupos
sociales. El odio anticlerical se puso de manifiesto
también en la abolición del calendario juliano en
octubre de 1793, que fue reemplazado por el calendario
republicano.
El ascenso de Napoleón al poder: No
habían pasado aún cinco meses desde que el
Directorio asumiera el poder, cuando
comenzó la primera fase de las Guerras
Napoleónicas. Los tres golpes de Estado que se produjeron
durante este periodo, reflejaban simplemente el reagrupamiento de
las facciones políticas
burguesas.
El golpe de Estado
que tuvo lugar el 9 y 10 de noviembre (18 y 19 de brumario)
derrocó al Directorio. El general Napoleón
Bonaparte, en aquellos momentos héroe de las
últimas campañas, fue la figura central del golpe y
de los acontecimientos que se produjeron posteriormente y que
desembocaron en la Constitución del 24 de diciembre de
1799 que estableció el Consulado. Bonaparte, investido con
poderes dictatoriales, utilizó el entusiasmo y el idealismo
revolucionario de Francia para satisfacer sus propios intereses.
Sin embargo, la involución parcial de la
transformación del país se vio compensada por el
hecho de que la Revolución se extendió a casi todos
los rincones de Europa durante el
periodo de las conquistas napoleónicas.
Las transformaciones producidas por la
Revolución: Una consecuencia directa de la
Revolución fue la abolición de la monarquía
absoluta en Francia. Asimismo, este proceso puso
fin a los privilegios de la aristocracia y el clero. La
servidumbre, los derechos feudales y los
diezmos fueron eliminados; las propiedades se disgregaron y se
introdujo el principio de distribución equitativa en el pago de
impuestos.
Napoleón instituyó durante el Consulado
una serie de reformas que ya habían comenzado a aplicarse
en el periodo revolucionario.
Todos los ciudadanos, independientemente de su origen o
fortuna, podían acceder a un puesto en la
enseñanza, cuya consecución dependía de
exámenes de concurso. La reforma y codificación de
las diversas legislaciones provinciales y locales, que
quedó plasmada en el Código Napoleónico,
ponía de manifiesto muchos de los principios y
cambios propugnados por la Revolución: la igualdad ante
la ley, el derecho
de habeas corpus y disposiciones para la
celebración de juicios justos. El procedimiento
judicial establecía la existencia de un tribunal de jueces
y un jurado en las causas penales, se respetaba la
presunción de inocencia del acusado y éste
recibía asistencia letrada.
La Revolución también
desempeñó un importante papel en el
campo de la religión. Los
principios de
la libertad de
culto y la libertad de
expresión tal y como fueron enunciados en la
Declaración de Derechos del hombre y del
ciudadano, pese a no aplicarse en todo momento en el periodo
revolucionario, condujeron a la concesión de la libertad de
conciencia y de
derechos civiles
para los protestantes y los judíos. La Revolución
inició el camino hacia la separación de la Iglesia y
el
Estado.
Los ideales revolucionarios pasaron a integrar la
plataforma de las reformas liberales de Francia y Europa en el
siglo XIX, así como sirvieron de motor
ideológico a las naciones latinoamericanas independizadas
en ese mismo siglo, y continúan siendo hoy las claves de
la democracia. No
obstante, los historiadores revisionistas atribuyen a la
Revolución unos resultados menos encomiables, tales como
la aparición del Estado centralizado (en ocasiones
totalitario) y los conflictos
violentos que desencadenó.
Independencia de USA
En 1607 se estableció la primera colonia inglesa
en la costa de Virginia.
Luego de la colonización se habían formado
13 colonias, las cuales por los impuestos
elevados y el monopolio del
comercio
estaban disconformes. Se cero un Congreso Continental que se
reunió por primera vez en Filadelfia en 1774.. Elaboraron
un Memorial de agravios que fue rechazado por el Parlamento
Británico.
Ante la gravedad de la situación, el congreso de
las 13 colonias se reunió de nuevo en 1775 y
decidió declarar la guerra a
Inglaterra;
Francia apoyó a los rebeldes.
Por un tratado firmado en París Inglaterra
reconoció la Independencia
de Estados
Unidos.
En 1788 fue redactada la constitución.
Cronología:
- 1765 – Ley de timbres
– provoca rebelión por considerarla
anticonstitucional - 1770 – Matanza de Boston – Es el
encuentro de los rebeldes con el ejército de Jorge
III - 1772 – Organización de correspondencia entre las
colonias - 1773 – "Fiesta del Té" – Cuando
los colonos sufrieron una gran suba de impuestos
decidieron arrojar los cargamentos de té que estaban a
punto de ser enviados a Inglaterra. Lo
que provocó el enfurecimiento de la corona. - 1774 – Primer congreso Constitucional de
Filadelfia – (Declaración de derechos) no pagar
impuestos. - 1775 – 1783 – Guerra de
Independencia – 4 de Julio 1776
Declaración de independencia – En 1783 se reconoce la
Independencia. Hamilton escribe la Constitución, que
luego será modificada.
Autor:
Diego Castro