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El Muro de Berlín




Enviado por marilozza



    • Introducción
    • Estallido de la guerra fría
    • La partición de Alemania y la
      definición de bloques
    • El Muro de Berlín, la frontera del
      mundo
    • En pro del equilibrio y
      la paz
    • La política exterior alemana de 1949 a
      1995
    • Sí a Berlín
    • Fuga hacia la libertad
    • El camino de Alemania hacia la unidad
      interna
    • Cinco años de unidad alemana
    • Opiniones sobre la unidad alemana
    • Cinco años de auge en el Este
    • La influencia de Alemania en Europa.
    • La Puerta

    Introducción

    El muro de Berlín fue la división
    física que
    existía entre el Este y el Oeste de Berlín desde
    1961 hasta 1989. Con el final de la Segunda Guerra
    Mundial en 1945 Berlín fue ocupada por los
    soviéticos; dicho territorio fue declarado como
    República del Este de Alemania en
    1949.

    Poco después la ciudad de Berlín en
    sí misma fue dividida entre el Este y el Oeste. El Oeste
    fue denominada República Federal Alemana y ocupada por las
    fuerzas de Gran Bretaña, Francia y
    EE.UU. y el Este fue denominada República
    Democrática Alemana y ocupada por las fuerzas de la
    Unión Soviética.

    La división política de
    Berlín se tornó psíquica cuando en 1961, los
    residentes en Berlín se encontraron con una
    división de alambres de púas entre el Este
    comunista y el Oeste no comunista. Dicha división fue
    reforzada por el Este alemán mediante soldados y milicias,
    y rápidamente fue reemplazada por un muro de material de
    103 millas de largo y 4 metros de alto, construído de la
    noche a la mañana.

    A lo largo del mismo fueron construídas
    trampas y zanjas; y solo existían 2 entradas/salidas; la
    más famosa fue la de Checkpoint Charlie. El muro
    resultó ser una barrera muy efectiva durante 25
    años.

    Desde que fue construído mucha gente
    trató de pasar de la RDA a la RFA (2,7 millones de
    personas aproximadamente). De acuerdo a algunos reportes mas de
    400 personas murieron en el intento durante la Guerra
    Fría. Pero los activistas de derecha aseguran que las
    muertes llegarían a 800 personas.

    En 1989, el muro de Berlín se
    convirtió en algo irrelevante, luego del permiso que
    Hungría concedió a los alemanes del este de
    dejarlos pasar por su país, para atravesar Austria y
    así llegar a la RFA. En Noviembre del mismo año
    cuando las noticias decían que no habría más
    restricciones para viajar o trasladarse de un lugar a otro, los
    ciudadanos comenzaron a demoler el muro sin ningún tipo de
    interferencia por parte de oficiales del gobierno. El Este
    alemán participó también en la
    destrucción del muro y se reunió junto al Oeste en
    1990 como una Nación, "LA REPÚBLICA FEDERAL
    ALEMANA".

    EL ESTALLIDO DE LA GUERRA
    FRIA

    Tras la conclusión de la Segunda Guerra
    Mundial, el paisaje europeo era
    dramático.

    Desde el punto de vista humano, millones de
    personas que habían sobrevivido a la barbarie
    bélica se veían abocadas al hambre, al frío,
    a las enfermedades y
    a otras penurias en medio de ciudades y campos arrasados. Desde
    el punto de vista social, la caída de los estados
    fascistas y la reordenación de los límites
    había provocado un complejo movimiento de
    masas, con gentes que huían de las represalias,
    trabajadores forzados y prisioneros de guerra que
    regresaban a sus hogares. Y, desde el punto de vista
    político, la paz parecía no encontrar acomodo entre
    los aliados, cuyas tensiones derivaron en lo que se dio en llamar
    "Guerra
    Fría".

    Pero no es lógico pensar que,
    después de la más devastadora de las guerras, cuyo
    tremendo poder
    destructor había provocado la muerte de
    unos cuarenta y cinco millones de personas, arrasado gran parte
    del aparato productivo y dejado en la retina humana el horror de
    la bomba atómica, la única causa de una
    tensión que amenazaba con desencadenar un conflicto
    más terrible aun fueron las divergencias
    ideológicas entre los antiguos aliados.

    Todo parece indicar que inicialmente ni EE.UU. ni
    la Unión Soviética tenían el
    propósito, al desaparecer el enemigo común, de
    repartirse el botín. La idea de una conspiración
    comunista para dominar el mundo resulta tan fantástica
    como la de un plan del imperialismo
    capitalista con el mismo cometido. Observando con perspectiva
    histórica la evolución de los hechos que
    desembocó en la división de Europa
    simbolizada en Alemania,
    queda claro que la Unión Soviética no la dio por
    válida hasta que tuvo la evidencia de que no
    controlaría el conjunto del país a través
    del Partido Comunista, tal como ya se había producido en
    la Europa
    Oriental.

    Resulta más razonable creer que fue la
    misma dinámica de los acontecimientos la que
    arrastró a las potencias occidentales y a la oriental a
    configurar dos bloques ideológicos antagónicos. Una
    dinámica en cuya orientación no
    fueron ajenos el talento autoritario de Stalin y el dogmatismo
    anticomunista de Truman, así como las escasas dotes para
    la diplomacia de personajes como el soviético Andrej
    Zdanov y el estadounidense Dean Alheson.

    LA PARTICION DE ALEMANIA Y LA
    DEFINICION DE LOS BLOQUES

    El proyecto de los
    aliados para Alemania, tal
    como se estipuló en Postdam, entre el 17 de Julio y el 2
    de Agosto de 1945, era constituir una entidad estatal unificada,
    cuyo potencial administrado por los aliados tenía por
    objetivo
    impedir que volviera a desempeñar un papel
    protagonista en la escena internacional. De acuerdo con esto, una
    Comisión interaliada convertida en órgano superior
    de gestión
    debía asumir la administración de Alemania
    sectorizada en áreas de influencia; pero tal objetivo no
    pudo llevarse a cabo debido a que pronto surgieron divergencias
    en la interpretación de los pactos, que no pudieron
    resolverse en las conferencias celebradas en Moscú,
    París y Londres entre 1946 y 1947.

    La rápida evolución en favor de la URSS en la
    Europa
    oriental, como consecuencia de la situación
    postbélica y la presencia del Ejército Rojo,
    determinó una amplia área de influencia comunista
    cuya imaginaria línea demarcatoria, que iba de Stettin a
    Trieste, recibió de Churchill la gráfica
    denominación de "telón de acero". A partir
    de 1947, año en que empieza a hablarse de "guerra
    fría", los acontecimientos que consagraron la ruptura
    entre los antiguos aliados se precipitaron. Los gobiernos de
    coalición previstos para los países de la Europa oriental
    no fueron duraderos. El proceso de
    concentración del poder efectivo
    en manos de los partidos comunistas nacionales, iniciado desde el
    mismo fin de la guerra,
    afectó a Bulgaria, Rumania, Albania, Polonia,
    Hungría y la en ese entonces Checoslovaquia. La
    creación por Stalin de la "Kominform" (Oficina de
    información comunista), en septiembre de
    1947, destinada a asegurar la cohesión de los
    regímenes prosoviéticos, la guerra civil
    de Grecia (1946-
    1949) y el golpe de Praga (1948) tuvieron su respuesta en el
    feroz anticomunismo de la doctrina de Truman, la
    aplicación del plan Marshall de
    ayuda económica a las democracias europeas, la
    consumación de la alianza atlántica con la
    creación en 1949 de la
    Organización del Tratado del Atlántico Norte
    (OTAN), que contribuyeron a ahondar las divergencias de uno y
    otro bando y a tensar las relaciones hasta límites
    peligrosos para la paz mundial.

    Ante el temor de la expansión del comunismo en
    Europa y la
    gravedad de la situación económica, las potencias
    occidentales tomaron una serie de medidas que marcaron la
    profundidad de la grieta ideológica entre los vencedores.
    Mientras en su sector la URSS organizaba la economía y la
    sociedad de
    acuerdo a principios
    comunistas, EE.UU., Gran Bretaña y Francia
    fusionaron los suyos y pusieron todos los medios para
    una rápida reconstrucción del país. En este
    sentido, los aliados occidentales no sólo condonaron gran
    parte de las indemnizaciones de guerra de las
    que Alemania era deudora, sino que aportaron

    importantes cantidades de capital, sobre
    todo a través del plan Marshall
    estadounidense, que derivaron en la reforma monetaria de 1948 y
    en la creación de un marco de gran
    fortaleza,

    cuya introducción en la zona
    soviética provocó, como reacción más
    espectacular y preludio de la división del país, el
    bloqueo de Berlín, entre el 24 de Junio de 1948 y el 12 de
    Mayo de 1949.

    La partición de Alemania se consumó
    con la constitución de la República Federal
    de Alemania por los occidentales, el 23 de Mayo de 1949 y de la
    República Democrática de Alemania por los rusos, el
    7 de Octubre del mismo año, entidades estatales que no
    ejercieron su soberanía hasta la derogación del
    Estatuto de Ocupación en 1955.

    EL MURO DE BERLIN, LA
    FRONTERA DEL MUNDO

    A principios de la
    década de los 60, la guerra
    fría alcanzó un alto grado de tensión y
    las dos Alemanias fueron el escenario donde EE.UU. y la URSS
    parecían querer dirimir sus diferencias. En ese clima de
    crispación ideológica, en el que el espionaje de
    uno y otro bando encarecía las relaciones
    internacionales, miles de ciudadanos germano-orientales
    huían de la persecución política hacia la
    Alemania Occidental.

    La escalada de tensión en Berlín,
    situada en territorio dominado por el ejército rojo y
    dividida en sectores administrados por potencias occidentales
    (EE.UU., Gran Bretaña y Francia por un
    lado y la URSS por el otro), se debió, entre otras causas,
    a las elecciones llevadas a cabo en ella y a la
    introducción de una nueva moneda en Alemania occidental,
    cuya fortaleza alteró los planes del desarrollo
    económico comunistas. La URSS no aceptó la
    introducción del marco occidental en el país y
    prohibió su circulación en Berlín alegando
    que conculcaba los acuerdos firmados.

    El contraste de los niveles de vida en uno y otro
    lado se hizo evidente y ello contribuyó a fomentar la fuga
    constante de ciudadanos alemanes al sector
    Oeste.

    Tras exigir Jruschov la retirada de Berlín
    de todas las tropas de ocupación, el 13 de Agosto de 1961,
    fuerzas de seguridad
    germano- orientales cerraron con alambres de espino o ladrillo y
    cemento
    sesenta y ocho de los ochenta puntos de comunicación entre un sector
    y

    otro de la ciudad.

    El muro de Berlín, junto al cual perecieron
    decenas de alemanes, se erigió en un trágico
    símbolo de la guerra
    fría.

    EN PRO DEL EQUILIBRIO Y
    LA PAZ

    Cuarenta años después de la
    fundación del Estado
    alemán occidental, la política de Bonn
    presentaba un apreciable balance de éxitos. La
    República Federal de Alemania era una importante potencia media,
    orientada hacia el equilibrio y
    la paz. En la OTAN prestaba una importante contribución a
    la seguridad y a la
    política
    de paz de Occidente. La Comunidad
    Europea, impulsada por la voluntad de Francia y de
    la República Federal Alemana, avanzaba hacia la Unión
    Europea.

    La situación de partida había sido
    desastrosa, casi sin esperanza. El Reich Alemán
    había sido derrotado, dividido y desarmado;
    económicamente se encontraba por el suelo. Los
    territorios del Este de la línea Oder-Neisse estaban bajo
    administración polaca y una parte de Prusia
    Oriental había sido incorporada a la Unión
    Soviética. Alemania Occidental estaba inundada por doce
    millones de fugitivos. La mayoría de las ciudades en
    ruinas y los servicios
    públicos destruídos. Hasta fines de 1947 se
    habían realizado sin éxito seis conferencias de
    ministros de Relaciones Exteriores de las cuatro potencias
    vencedoras. Moscú había bloqueado toda la
    posibilidad de entendimiento. En 1949 entró en vigencia la
    Ley
    Fundamental (moderna Constitución de la República Federal
    de Alemania orientada hacia los modelos
    occidentales). En 1949 el Canciller Federal Konrad Adenauer
    (presidente de la Unión Cristiano-Demócrata y
    primer jefe de gobierno de la
    RFA) había señalado que sus objetivos de
    política
    exterior más importantes eran la incorporación en
    la comunidad de los
    pueblos libres, la superación de la confrontación
    germano-francesa y la recuperación de la soberanía y la igualdad de
    derechos.
    Según él, sin una Europa fuerte y unida, vinculada
    con los EE.UU., no sería posible lograr en libertad la
    unidad de Alemania. En 1950 se produjo la invitación para
    integrar al Consejo de Europa, en Estrasburgo. Adenauer dio de
    inmediato su aprobación al plan proclamado
    por el Ministro de Relaciones Exteriores francés Robert
    Schuman en el sentido de colocar bajo una autoridad
    común la producción del carbón y del acero de ambos
    países limítrofes y de otros Estados interesados.
    Un año después, Francia, los
    países del Benelux (unión económica que en
    1948 formaron Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo),
    Italia y la RFA
    firmaron el acuerdo. Tras el estallido de la guerra de Corea en
    1950, Adenauer se manifestó dispuesto a colaborar en una
    defensa común de Europa. En 1952 los miembros de la
    Comunidad del
    Carbón y del Acero acordaron
    fundar una Comunidad Europea
    de Defensa (CED), que fracasó en 1954.

    Pronto se encontró otra solución.
    La clave la proporcionó el llamado Pacto de Bruselas, en
    virtud del cual Francia, Gran Bretaña y los países
    del Benelux se habían comprometido en 1948 a oponerse a
    una nueva política de agresión alemana. Las
    potencias de ocupación se transformaron en aliados. Se
    comenzó la
    organización del Ejército Federal
    alemán.

    Adenauer buscó un nuevo punto de partida en
    la vinculación de las fuerzas económicas de Europa.
    El resultado fue, en 1956, la firma de los "Tratados de
    Roma" por parte
    de los seis Estados miembros de la Comunidad del
    Carbón y del Acero. En ellos
    se

    establecía la fundación, a partir
    del 1º de enero de 1958, de la Comunidad Económica
    Europa y de la Comunidad Europea del Atomo. En 1962, con la
    realización del Mercado
    agrícola común, Adenauer expresó que ese era
    "uno de los acontecimientos más importantes de los
    últimos siglos". Se habían logrado todos los
    objetivos
    básicos iniciales. Pero ello se había llevado a
    cabo a costa de graves conflictos de
    política interna. Ciertamente, el partido de la
    oposición (Partido Socialdemócrata)
    perseguía objetivos
    similares. Pero aspiraba a lograrlos sin pagar el precio de un
    endurecimiento o de una eternización de la división
    alemana. Durante once años debatieron en el Parlamento
    sobre este tema. Pero en 1960 fracasó la última
    cumbre de los "Cuatro Grandes" en París, y a partir de ese
    momento el SPD se adhirió a una política exterior e
    interalemana sobre la base de los acuerdos europeos y
    atlánticos.

    Las relaciones con Washington y París
    fueron decisivas tanto para la posición y la capacidad de
    acción de la RFA como para la construcción de Europa. Los EE.UU.
    habían dado los primeros y más importantes impulsos
    para la admisión de Bonn en la comunidad
    occidental.

    El Plan Marshall de
    1947, con su programa de ayuda
    para Europa, significó el detonante inicial de la
    reconstrucción de la RFA. El rápido establecimiento
    por parte de los EE.UU. de un puente aéreo para abastecer
    a la población como respuesta al bloqueo de
    Berlín (Oeste), impuesto por
    Moscú en 1948, y el coherente cumplimiento de las promesas
    de Bonn en el sentido de pagar reparaciones a Israel y a las
    víctimas de los crímenes nacionalsocialistas,
    contribuyeron decididamente a una creciente confianza
    recíproca. Entre ambos pueblos surgió una red cada vez más
    densa de relaciones
    humanas, políticas
    y económicas. En cambio, la
    relación con Francia estuvo todavía durante un
    tiempo
    afectada por los esfuerzos franceses de anexión del Sarre,
    importante región industrial alemana (en 1956 se pudo
    solucionar también este problema).

    En los años siguientes adquirieron
    creciente importancia los esfuerzos para lograr una
    distensión en la relación Oeste-Este, no obstante
    los retrocesos que significaron la construcción del muro de Berlín en
    1961 y la marcha soviética en Checoslovaquia
    después de la primavera de Praga. Este hecho fue
    desencadenante del comienzo de una reorientación de la
    política exterior soviética, que modificó
    las relaciones con el Oeste. La RFA, firmemente afianzada en
    Occidente, pudo utilizar esta situación para desarrollar
    las relaciones con el Este. La coalición social-liberal
    firmó a tal fin en 1970 los "Tratados con el
    Este" (Moscú, Varsovia y Praga) y negoció con la
    RDA un "Acuerdo Básico" que aseguraba un modus vivendi
    entre ambos Estados alemanes.

    Con la Conferencia de
    Estocolmo, concluida en 1986, sobre medidas de seguridad y de
    creación de confianza, se dio la primera señal real
    para el desarme.

    LA POLITICA EXTERIOR ALEMANA
    DE 1949 A 1995

    El 3 de octubre de 1990 se cumplió el
    cometido formulado en la Ley
    Fundamental

    (unidad alemana, integración europea y política de
    paz) de la República Federal de 1949: la unidad nacional y
    estatal del pueblo alemán. Con la paulatina integración de la República Federal
    de Alemania en las comunidades occidentales se realizó
    paso a paso la emancipación de la República Federal
    en el campo de la política exterior.

    Desde 1945 en Europa se formaron dos bloques
    caracterizados por sistemas
    políticos y económicos contrapuestos y
    antagónicos. La división de Alemania y de
    Berlín, fue cada vez más patente y más
    dolorosa para la población. Sin embargo, la época de
    postguerra estuvo caracterizada por una sabia decisión de
    los EE.UU. de América, a saber de permanecer en Europa,
    participando decisivamente en la configuración del futuro
    de este continente. Este plan llevado a cabo por los Estados Unidos
    fomentaba la estabilidad y la cooperación de las
    democracias europeas.

    La consolidación del enfrentamiento entre
    el Este y el Oeste en Alemania estuvo relacionado con el auge de
    la Unión Soviética, la que llegó a ser una
    potencia militar
    del mismo rango que los Estados Unidos.
    La decisión de la República Federal de Alemania de
    tomar su lugar en la comunidad de las democracias occidentales
    representó la primera y fundamental determinación
    del rumbo de la política alemana federal de posguerra; la
    República Federal resistió la tentación de
    buscar la respuesta al pasado y la división del
    país siguiendo un camino aislado, en un status del no
    alineamiento y de la neutralización.

    Con la profundización del antagonismo entre
    el bloque oriental y el occidental se vieron reforzadas los
    disímiles desarrollos a ambos lados de la cortina de
    hierro.

    En 1997 se definió la cuestión
    alemana como la causa principal de la tensión en Europa;
    esta concepción exigía una solución
    definitiva y estable para eliminar las barreras artificiales
    entre Europa occidental y oriental.

    La política exterior alemana
    experimentó a mediados de 1989 una constelación
    extraordinariamente positiva: ambas superpotencias, los Estados Unidos y
    la Unión Soviética, declararon a Alemania como su
    más importante socio en Europa.

    En las negociaciones "2+4" de 1990, ambos Estados
    alemanes consiguieron con los EE.UU., la Unión
    Soviética, Francia y Gran Bretaña, asegurar la
    unidad de Alemania desde el punto de vista de la política
    exterior. Según el Tratado "2+4", la Alemania unificada
    comprendía los territorios de la República Federal
    de Alemania, de la República Democrática Alemana y
    todo Berlín. En forma definitiva, Alemania obtuvo su
    soberanía el 15 de marzo de 1991; esto
    significó un importante aporte para un orden duradero y
    justo destinado a una Europa democrática, consciente de su
    responsabilidad por la estabilidad, la paz y la
    cooperación.

    En 1994 los últimos soldados del "Grupo
    Occidental" de las FF.AA. rusas abandonaron el suelo
    alemán. En esa fecha terminó aquel capítulo
    en la historia
    ruso-germana que había comenzado con el ataque de Hitler en contra
    de la entretanto desaparecida Unión Soviética
    (1941).

    SI A
    BERLIN

    Dio la mayoría de los diputados el 20 de
    junio de 1991: 338 votaron por Berlín como nueva sede del
    gobierno; 320 por
    Bonn. Una ajustada pero concluyente decisión y un impulso
    para la Alemania unificada.

    La parte occidental de Berlín era una isla
    democrática en un mar socialista, cercada durante casi
    tres decenios por el Muro y las alambradas. Ello trajo como
    consecuencia un considerable retraso en el desarrollo,
    comparado con el de otras ciudades alemanas occidentales.
    Ciertamente, el nivel de vida de Berlín Oeste estaba a la
    altura del resto de la República Federal de Alemania;
    pero, ello era sólo posible gracias a las subvenciones que
    fluían en la ciudad. Cuando se avecinó en
    Berlín un auge de dimensiones desconocidas en las
    construcciones, los inversionistas se lanzaron a esta ciudad y
    los precios de los
    inmuebles y los alquileres se fueron por las nubes; algo que
    sucedía hace decenios en Munich, Francfort o
    Hamburgo.

    Muchos políticos germano-occidentales temieron
    con motivo del debate acerca
    del traslado de la sede del gobierno y del
    Parlamento de Bonn a Berlín. Esta ciudad necesitaba un tal
    poder de
    atracción: la decisión sobre la capital se lo
    proporcionaría. Sólo así podría
    Berlín, tan largamente aislada y dividida, marcada
    todavía por los daños de la guerra y el desastre
    económico socialista, independizarse poco a poco de las
    altas subvenciones que todavía seguían siendo
    necesarias. Pues, lo que hacía que los problemas se
    presenten como tan graves era el hecho de que Berlín
    Oeste, mantenido hasta ahora por la República Federal
    Alemana, no estaba rodeado de un entorno próspero sino por
    una RDA que en la parte oriental y en los distritos circundantes
    había arruinado la economía, destruido
    la infraestructura e impedido el pensamiento
    económico.

    Con la reunificación alemana, se
    sumó al fiscalmente débil Berlín Oeste, con
    sus dos millones de habitantes, una ruinosa mitad con un
    millón de habitantes que, en medida todavía mayor,
    dependía para su reconstrucción de subvenciones y
    ayudas. Durante algunos años existió en una misma
    ciudad un desnivel económico comparable al que existe
    entre Milán y Nápoles.

    En Berlín la gente emigraba del Este al
    Oeste, y en algunos ámbitos, como el de la salud pública, se
    producían situaciones criticas: como las enfermeras
    ganaban en el Oeste el doble que en el Este, había
    allí una sensible falta de personal
    asistencial. Esto significa que había que equiparar
    rápidamente los salarios, no
    sólo en este ámbito.

    La decisión a favor de Berlín como
    sede del gobierno no tuvo
    un impacto financiero inmediato. Esta ciudad experimentó
    el "boom" de la construcción, ya que se instalaron en ella
    no sólo las empresas de
    prestaciones
    de servicios y
    las grandes empresas (que,
    desde allí deseaban explorar los nuevos mercados en el
    Este de Alemania y en la Europa Oriental que comenzaba poco a
    poco a desarrollarse), sino también los políticos,
    diputados, funcionarios federales, diplomáticos,
    asociaciones y medios de
    información. Y para todo esto se
    necesitaban centros de trabajo, viviendas, hoteles,
    restaurantes, infraestructura. Todo esto se

    vio obstaculizado por numerosos derechos de propiedad no
    declarados y reclamados por quienes fueron expropiados por la RDA
    o antes aún por los nazis.

    También se fundó la universidad de
    Berlín, y ello atrajo a la elite intelectual del
    país. Berlín tuvo esta chance. Para ello tuvo que
    desprenderse del papel de
    mendigo y receptor de subvenciones, superar el sentimiento de
    ciudad-isla, a la que había que defender, y recuperar la
    confianza en sus propias fuerzas, su orgullo y su
    serenidad.

    FUGA HACIA LA
    LIBERTAD

    Estos acontecimientos han conmovido al mundo.
    Hasta ese momento nunca se había dispensado a
    ningún grupo de
    fugitivos una acogida tan calurosa como a las decenas de miles de
    alemanes que, desde la otra parte del país, la RDA,
    habían huido a la parte oriental. "Fueron recibidos como
    desterrados que hubieran regresado a su patria", escribió
    el diario londinense "The Times".

    En sólo media hora, tras la apertura de la
    frontera de Hungría el día 10 de septiembre, 200
    automóviles pasaron por la frontera de Austria con la
    República Federal de Alemania. Más de 20000
    fugitivos, aprovechando sus vacaciones en Hungría,
    emprendieron la huida hacia occidente, hacia la libertad. Los
    alemanes del Oeste acogieron con los brazos abiertos a los
    alemanes del Este y les ayudaron en la medida de sus
    posibilidades. Gimnasios, contenedores habitables y albergues
    juveniles fueron acondicionados por doquier para dar alojamiento
    a los refugiados. Sin la incondicional ayuda del pueblo
    húngaro no habría sido posible la huida. Tras
    prolongadas e infructuosas negociaciones con la RDA,
    Hungría decidió abrir sus fronteras con Austria,
    arriesgando con ello una confrontación con este
    país miembro del Pacto de Varsovia.

    Los derechos humanos
    tenían prioridad absoluta. El artículo 2 del
    tratado de la ONU de 1969
    determina que "todo ser humano es libre de abandonar cualquier
    país, inclusive el suyo propio." Los húngaros
    obraron de acuerdo con esta premisa. "En una Europa unida no hay
    lugar para una habitación con alambradas". Austria, por
    donde los alemanes procedentes de la RDA tenían que pasar,
    prestó ayuda espontánea y carente de toda burocracia. La
    Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos y los cuerpos
    automovilísticos estuvieron presentes en todos los puntos
    de encuentro y paso de las caravanas de refugiados para ocuparse
    de ellos y de sus maltratados vehículos.

    Tres semanas más tarde llegaron más
    de 7000 fugitivos de la RDA en trenes especiales procedentes de
    Praga. En un principio, el gobierno checoslovaco declaró
    que este problema había de ser solucionado por los dos
    Estados alemanes. Pero imposibles de olvidar son los gritos de
    "¡Alemania, Alemania!", a la llegada de los "trenes de la
    libertad",
    demostrando al mundo que los alemanes se sentían
    unidos.

    También para los refugiados en la Embajada
    de la República Federal de Alemania en Varsovia se pudo
    allanar el camino hacia occidente. El gobierno de la RDA
    declaró que los refugiados habían sido desterrados
    "por motivos humanitarios". Apenas habían salido de Praga
    los 7000 refugiados cuando otras miles de personas volvieron a
    buscar asilo en la Embajada. Tres días después,
    otros 11000 refugiados habían ocupado la Embajada, cuyas
    dependencias tuvieron que ser cerradas por hallarse
    congestionadas. Otra vez se celebraron intensas negociaciones con
    los gobiernos de Praga y Berlín Oriental, hasta lograr
    que

    pudiesen partir en trenes especiales, atravesando
    el territorio de la RDA, con destino a la República
    Federal de Alemania. Todos ellos habían huido de la
    agobiante limitación de la libertad en su
    país, decepcionados de que la política de
    "glasnost" (reformas políticas
    que hicieron posible la legalización de otros partidos
    políticos y la aplicación del sufragio
    universal en las elecciones presidenciales de las distintas
    repúblicas) y "perestroika" (reformas económicas
    que permitieron el ingreso de capitales extranjeros y la
    formación de empresas
    privadas, limitando el control del
    Estado sobre
    las empresas y
    permitiendo una mayor libertad en la
    toma de
    decisiones acerca de la producción) practicada por Gorvachov no
    haya tenido la menor repercusión sobre el régimen
    de la RDA, de que su vida siguiera estando reglamentada, de que
    los viajes a
    occidente fuesen prohibidos o autorizados solamente tras largos
    años de espera, de que aún no se haya derrumbado el
    muro tras el que se oculta la RDA. De Berlín Este a
    Berlín Oeste hubieran podido desplazarse en el metro, en
    diez minutos y por un precio de
    veinte pfennig. En su lugar, tuvieron que recorrer mil
    kilómetros y viajar durante cincuenta horas. Emprendieron
    la huida, y no por necesidades materiales.
    "Disponíamos de todo lo necesario para vivir, pero para
    vivir en una jaula.", dijo uno de ellos.

    Llamaba la atención lo jóvenes que
    eran. Y tenían la suerte de que la mano de obra
    especializada estaba muy solicitada en la República
    Federal de Alemania, que necesitaba, enfermeros y enfermeras para
    sus hospitales, mecánicos de automóviles,
    técnicos en telecomunicaciones para Correos. Por eso, en la
    mayoría de los casos, encontraron rápidamente
    trabajo.

    Luego de la caída del muro los alemanes de
    la ex – RDA eran alemanes con pasaporte alemán y con todos
    los derechos,
    inclusive de voto. Tenían también derecho a
    percibir prestaciones
    por desempleo,
    subsidios para el alquiler de una vivienda y una
    asignación mensual por cada hijo. Más
    difícil resultaba la búsqueda de un hogar.
    Escaseaban viviendas económicas en las regiones de gran
    concentración demográfica. De ahí que el
    Ministerio de la Vivienda destinara 4 mil millones de marcos
    alemanes a la construcción de viviendas económicas
    de protección oficial. En un período de tiempo
    relativamente corto se construyeron 50000
    viviendas.

    Las consecuencias políticas
    de esta fuga: en la RDA se produjeron manifestaciones
    multitudinarias y un cambio en las
    esferas más altas del poder. La
    cuestión de la reunificación alemana volvió
    a pasar a la orden del día de los sectores
    políticos internacionales.

    El mundo adquirió conciencia de que
    los alemanes se consideran como una nación y acabó
    por entender que, como tal, tienen derecho de
    autodeterminación como cualquier otro país de
    nuestro planeta.

    EL CAMINO DE ALEMANIA HACIA LA UNIDAD
    INTERNA

    Cuando el 9 de Noviembre de 1989 se abrieron las
    compuertas del muro berlinés, los alemanes en el Este y en
    occidente fueron presa de un gran júbilo – se
    había convertido en realidad un sueño que ya no se
    consideraba posible. Una sorpresa incrédula se
    mezcló con una alegría espontánea, gente que
    no se conocía se abrazaba efusivamente, y no solamente en
    Berlín se celebró una gran fiesta de reencuentro.
    Sin embargo, cuando empezó nuevamente la vida cotidiana se
    impuso

    la certeza de que los alemanes se encontraban
    frente al mayor desafío de su historia desde el
    término de la Segunda Guerra
    Mundial. La posibilidad de restablecer la unidad estatal de
    Alemania nunca había sido tan grande, y a fines del
    año 1989 nadie podía decir si alguna vez se
    presentaría nuevamente la misma oportunidad. Con la
    apertura del muro, el sistema
    socialista de la desaparecida RDA había declarado
    públicamente su quiebra.
    Colapsó sin mayor estrépito, al igual que todos los
    otros sistemas
    socialistas en el ex bloque oriental, poco antes o
    después. Ese derrumbamiento puso en marcha una dinámica de los acontecimientos que
    echó por la borda en un breve período de tiempo un orden
    mundial bipolar. Solamente los sistemas de
    alianza occidentales, la
    Organización del Tratado del Atlántico Norte y
    la Comunidad Europea, quedaron como verdaderas "anclas de
    estabilidad" dentro de los cambios políticos y sociales
    que se dieron en Europa, y también más allá
    de sus fronteras.

    En 1990 se hizo efectiva la unidad estatal de
    Alemania, y la RDA dejó de existir. Ese mismo año
    bajo el imperio de la unidad y la libertad, el pueblo
    alemán eligió por primera vez conjuntamente un
    Parlamento Federal alemán.

    Sin embargo todavía quedaba una frontera:
    la situación económica y material de la ex RDA y la
    República Federal eran totalmente distintas. Es decir,
    después de la guerra, la población germano-oriental pasó casi
    sin darse cuenta de una dictadura a la
    próxima, y la represión y el igualitarismo han
    dejado huellas en el alma de la colectividad.
    ¿Quién puede negar que aún tengan los
    alemanes dificultades con la libertad
    recuperada?.

    En el Este de Alemania existe un problema
    psicológico en esta etapa de reconstrucción: la
    falta de iniciativa propia, o sea, la escasa disposición a
    tomar responsabilidad y a delegar responsabilidades. El
    problema para la población germano-oriental ha sido que el
    antiguo sistema
    tenía un carácter represivo y protector a la vez.
    La represión desapareció, algo justo y que
    también se pretendía conseguir. Pero la mano
    protectora que se preocupaba por todo, también se
    esfumó, lo que explica el alto grado de inseguridad y
    a veces la nostalgia por los viejos tiempos que siguen existiendo
    en los nuevos Estados federados, aunque casi nadie desea
    restaurarlos verdaderamente. En vista de esta situación no
    es fácil solucionar aquel problema que es el mayor en la
    ruta hacia la unidad interna de Alemania.

    Miedo ante los cambios, tendencias a la
    inmovilidad, creciente egoísmo, inercia y mezquindad son
    los otro lados de la medalla del bienestar individual dentro de
    una colectividad. En Alemania occidental, la población estaba marcada más por
    los valores
    materiales que
    los espirituales.

    Un factor por cierto de vital importancia para la
    unidad interna es que todos los ciudadanos alemanes tomen
    conciencia de
    ser parte integrante de una sola nación y
    colectividad.

    CINCO AÑOS DE UNIDAD
    ALEMANA

    El tranquilo transcurso de la
    reunificación es todavía más significativo
    si se toma en cuenta que nadie estaba preparado realmente para
    afrontarla. Cuando por doquier en Europa del Este y Central se
    rompían las cadenas del imperio soviético no hubo
    tiempo para
    tomar

    en serio la idea de constituir un segundo estado
    democrático en suelo
    alemán. Los ciudadanos federales tenían pocas
    expectativas ante una eventual unidad, y no pudieron ofrecerles
    nada más a sus compatriotas del Este que la economía social de
    mercado y el
    estado de derecho
    que habían obtenido de los aliados en
    1945.

    Para disminuir las sobresalientes diferencias
    entre las dos Alemanias en los años siguientes a la
    caída del muro, se han transferido 600 mil millones de
    marcos a los Estados Federados para transformar la
    infraestructura del Este, modernizar las comunicaciones, ampliar autovías, acelerar
    los trenes, sanear viviendas, reestructurar los centros de las
    ciudades y volver a implementar el sistema
    parlamentario.

    Con la mejoría económica se
    volatiliza el shock producido con la desaparición del
    régimen comunista y por la reunificación, generando
    una difusa conciencia. Se
    trata sobre todo de la necesidad de reconocimiento que afirma que
    cuarenta años de trabajo, penurias y sacrificios, no han
    sido en vano, y que son parte de la historia de todos los
    alemanes. Los alemanes occidentales tienen ahora que aceptar que
    el cambio
    también los ha afectado, ya que de esta forma
    podrán lograr la reunificación del
    país.

    OPINIONES SOBRE LA UNIDAD
    ALEMANA

    La reunificación alemana estaba muy
    alejada de los golpes de picos y martillos del 9 de noviembre.
    Cada paso por la senda de la reunificación podía
    provocar temblores políticos que repercutirían en
    todo el mundo.

    El objetivo
    perseguido por la política norteamericana en el sentido de
    alcanzar una Europa libre y unida presuponía una Alemania
    reunificada. Europa se inclinó por Estados Unidos,
    quien tomaría la dirección del proceso.

    Después de que se trató de
    aproximar los diferentes intereses en Londres, París y
    Moscú, se pudieron fijar los principios
    internacionales de la unidad alemana en el tratado "2+4". Los
    alemanes obtuvieron la oportunidad de reunificar su país
    como miembro de la OTAN.

    El proceso
    diplomático que condujo a dicha unidad representó
    sólo el primer paso de la misma.

    CINCO AÑOS DE AUGE EN
    EL ESTE

    Con la unión monetaria de 1990, la
    economía
    de mercado
    reemplazó a la fracasada economía socialista
    planificada. Pero los cambios económicos no fueron
    realizados en forma

    estructural normal, sino que representaron la
    reconstitución de toda una
    economía.

    Si se quiere hacer un balance de los efectos de
    la unión monetaria en la economía de Alemania del
    Este, no se puede tomar como canon la euforia de los primeros
    tiempos, ni el desencanto posterior.

    El considerable crecimiento
    económico alcanzado en nuestros días contrasta
    con un

    alto nivel de desocupación. Otro aspecto
    negativo, a pesar de las amplias subvenciones estatales, es la
    falta de capital
    propio. Independientemente de las fuertes inversiones
    privadas y públicas, la infraestructura consigna un grave
    déficit.

    La transformación de la economía en
    la desaparecida RDA implicó cierre de fábricas,
    pérdida de puestos de trabajo en las ramas industriales,
    inmigración de la población,
    pérdida de mercados, etc. La
    construcción de empresas, la
    creación y modernización de puestos de trabajo en
    ramas emergentes, el dinamismo de los centros de
    aglomeración y la apertura de nuevos mercados tienen
    lugar al mismo tiempo.

    Para realizar un balance económico de
    Alemania del Este se debe tener en cuenta el proceso de
    crecimiento que ha tenido lugar en los últimos
    años. Luego de la caída del muro las necesidades de
    la población, la euforia de la unificación y las
    masivas transferencias occidentales produjeron una dinámica que no podía ser
    duradera.

    El despliegue de la actividad económica en
    la ex – RDA refleja una transformación económica
    exitosa a grandes rasgos, pero la capacidad competitiva de las
    empresas germano-orientales no es aún lo suficientemente
    fuerte debido a su bajo nivel en las exportaciones
    generado por la inexperiencia en los mercados. Por
    otra parte se acordaron aumentos de sueldos y
    salarios que por lo menos hasta 1992, sobrepasaron la
    capacidad en las empresas. La política de remuneraciones no
    fue, por lo tanto, un factor que apoyara al proceso de
    transformación, sino que por el contrario condenó a
    muchos a la desocupación.

    Actualmente, si bien existen aún problemas
    estructurales, la Alemania Oriental se encuentra en proceso de
    recuperación.

    LA INFLUENCIA DE ALEMANIA EN
    EUROPA

    Cuarenta años constituyen un lapso
    suficiente en la existencia de una constitución o de una ley fundamental
    (como suele llamársela en la República Federal
    Alemana) como para poder formular
    una evaluación
    equilibrada. Por lo demás, en el mundo no abundan las
    constituciones que han durado más de una
    generación. Pero, ¿son cuarenta años
    suficientes para realizar un balance de la República
    Federal Alemana desde la perspectiva de un
    extranjero?

    La historia de la
    República Federal Alemana es corta, pero rica en
    experiencias y decisiones. Desde la perspectiva europea se
    presentan cinco fases.

    La primera comenzó con la
    satisfacción general por la derrota del nacionalsocialismo
    que fue percibida como una victoria sobre los alemanes.
    ¿Cómo hubiera podido esperarse de personas que
    tanto habían sufrido bajo la cruz gamada (símbolo
    de una pesadilla en idioma alemán) la objetividad
    necesaria como para distinguir entre alemanes y nazis? En aquella
    hora sombría, en la que se entretejían la miseria y
    la libertad recuperada, la historia alemana
    parecía haber llegado a su fin y Alemania a su hora cero.
    La derrota había significado no sólo la
    rendición incondicional sino la destrucción total
    de un Estado en una
    medida quizás jamás dada en la historia. El tejido
    social estaba destruido. No podía dejar de percibirse que
    no sólo las ciudades sino también las almas y los
    pensamientos de todo un pueblo yacían en ruinas. Gracias
    al esfuerzo de viejos y jóvenes demócratas, al
    vigor de las llamadas "mujeres de escombros" y a la voluntad de
    sacrificio de los trabajadores, pudo surgir de la profunda
    destrucción el coraje suficiente para un nuevo comienzo,
    el del "milagro de la curación": fin y principio a la vez,
    símbolo de la voluntad de un pueblo. Después de la
    Primera Guerra
    Mundial los vencedores perdieron la paz porque no supieron
    resistir la tentación de la venganza, porque abatieron y
    humillaron al pueblo alemán suponiendo falsamente que un
    tratado impuesto
    podría conjurar los peligros. En cambio, en
    1945, los Aliados tomaron en sus brazos al pueblo alemán y
    se lanzaron a la extraordinaria tarea de la reeducación:
    en el oeste en libertad, en el este como una ideología que
    negaba la libertad. Las atrocidades habían sido terribles
    y terribles fueron también las consecuencias. Casi no
    existe ningún ejemplo en la historia de una nación
    que, como supuesto castigo por sus errores, perdiera extensos
    territorios que le habían pertenecido durante siglos y
    millones de personas fueran obligadas a abandonar penosamente su
    patria.

    Una inteligente perspicacia de las potencias de
    ocupación caracteriza la segunda fase. Los europeos
    comprendieron que no era posible esquivar el problema de Alemania
    ya que afectaba el orden de paz en Europa Central. Desde el
    discurso de
    Byrnes en Stuttgart, el 6 de Septiembre de 1946, pasando por la
    autoresponsabilidad de los alemanes a través del Plan
    Marshall, hasta el paulatino establecimiento de la soberanía por medio de elecciones libres y
    una constitución: el objetivo fue
    siempre ofrecer nuevamente a una nación una base para la
    esperanza y la creación; este proceso estuvo estrechamente
    vinculado a la aparición de la guerra fría. En
    realidad, el conflicto
    entre el este y el oeste no surgió a raíz de
    Alemania. Fue más bien la expresión de la
    inevitable división en la concepción opuesta de la
    democracia:
    libertad en el Oeste y comunismo en el
    Este. La decisión de los alemanes era clara: libertad
    antes que la unidad y paz en libertad, pero la libertad
    tenía que ser la "condición y no el precio de la
    unidad". Europa era la meta a fin de
    lograr la libertad, la paz y la unidad, y por ello la
    reconciliación entre Alemania y Europa era la vía
    que conducía a ese futuro.

    "El futuro de Alemania se llamaba Europa". Esta
    es la 3º fase, que puede ser resumida con la palabra
    "solidaridad". El
    puente aéreo para salvar Berlín fue la
    expresión de esta solidaridad por
    parte de las "potencias protectoras". Pero el desarrollo
    continuó, Berlín ha seguido siendo para todos el
    símbolo de la lucha entre la libertad y la dictadura. La
    audaz decisión de rearmar la RFA y de posibilitar en 1955
    su ingreso en la OTAN no fue sólo una consecuencia de la
    guerra fría, significó el reconocimiento de
    Alemania como una democracia de
    igual rango, la superación de los temores pasados. El
    apoyo de Europa durante la crisis de
    Berlín de 1958 a 1960 hasta la vergonzosa
    construcción del "Muro" respondía a la responsabilidad conjunta de los europeos frente a
    Alemania. A pesar del fracaso, en 1954, de la perspectiva de una
    comunidad europea de defensa, debido a que la conciencia de los
    europeos todavía no estaba madura para este salto, la
    solidaridad se
    consolidó en aquellos años a través del
    ingreso de la República Federal de Alemania como decidido
    miembro fundacional de la Comunidad Europea (Tratados de
    Roma de
    1957).

    La cuarta y larga fase se extiende hasta fines de
    los años setenta. La República Federal de Alemania
    se había convertido en un miembro pleno de la comunidad de
    naciones. Esta igualdad de
    derechos estaba
    enraizada en los tratados, en las
    concepciones y en la conciencia de las
    gentes en Europa.

    El desarrollo no
    era sólo un alejamiento del pasado a causa del progreso de
    los tiempos, sino mucho más. Los cambios en la
    Unión Soviética obligaron a Europa Occidental a
    desarrollar una nueva concepción de las relaciones en
    Europa: debido a la distensión el problema de Alemania
    volvió a estar en primer plano. La solidaridad
    seguía existiendo, pero los europeos deseaban movimiento: el
    llamado reconocimiento del "status quo" era inevitable a fin de
    poder mantener contactos con el Este. La "cuestión
    alemana" no debía obstaculizar estos desarrollos. La
    división de Europa no podía ser superada a breve
    plazo. Tenía que ser aceptado sin que esto significara
    renunciar a los principios de la
    autodeterminación y de la libertad. En la política
    con Alemania, lo esencial ya no era la solidaridad en la
    lucha de la democracia
    contra la dictadura sino
    la solidaridad en la búsqueda de un orden de paz que
    había que establecer de alguna manera.

    Este proceso está vinculado con el
    concepto de la
    "OSTPOLITIK" (la política del oeste). Los europeos
    apoyaron esta política y algunos hasta ya habían
    preparado los primeros contactos con el este.

    Así llegamos a la actual y quinta fase.
    ¿Se ha convertido la RFA en los años `90 en una
    gran potencia? Los
    europeos ven en ella un país muy poderoso, pero no una
    gran potencia y
    tampoco una potencia mundial
    porque la RFA no aspira a jugar ningún papel rector,
    por mas que muchos quizás hasta lo deseen. No podemos
    medir su prestigio con viejas pautas pues está situada
    mucho más alto. La influencia que puede ejercer en el
    ámbito financiero y económico y en el comercio
    internacional, conduce a la RFA en una dirección que es europea y no
    alemana.

    Ante los ojos de los europeos, la RFA ofrece una
    imagen clara e
    inequívoca: un país democrático que se
    siente comprometido con la creación de una Europa libre.
    Desde la perspectiva europea no puede ignorarse que Alemania, los
    alemanes y la RFA, seguirán jugando un papel central
    en la confrontación de los europeos con ellos mismos. Para
    todos en Europa la creación de una Europa propia de la
    gente, más allá de las fronteras significa la
    reconciliación de ellos mismos, la superación de
    hostilidades milenarias. Impresiona el interés de
    los alemanes en llevar adelante este debate, que en
    tiempo reciente se ha ampliado demostrando cuán importante
    es y sigue siendo este tema.

    Finalmente, muchas observaciones serían
    posibles en este lugar, como lo es la comprobación de que
    la historia alemana es reiteradamente medida con una pauta
    ética
    de lo bueno y lo malo como si a los pueblos le estuvieran
    abiertas siempre todas las vías y los alemanes hubieran
    tomado siempre las decisiones falsas.

    LA
    PUERTA

    Su construcción se realizó hacia el
    1800, cuando cada vez más ciudades comenzaron a derribar
    sus murallas, en parte de origen medieval, porque se
    habían vuelto inútiles y tan solo dificultaban el
    crecimiento de los municipios. Berlín era pues una de las
    muchas "ciudades abiertas", tal como lo es por ejemplo, Bonn
    desde hace decenios. Por lo pronto, su nombre no decía
    nada, más que a través de esta puerta pasaba el
    camino que conducía a la ciudad de Brandenburgo, situada
    al Oeste de Berlín.

    En 1788 fue constituida la cuadriga, un carro de
    triunfo con la Victoria, que debía coronar la puerta; es
    decir que el monumento fue pensado como un símbolo de la
    paz.

    La Puerta de Brandenburgo se transformó en
    símbolo de toda Alemania cuando, en Berlín, 1871,
    que hasta entonces había sido solo capital de
    Prusia, se convirtió en capital del
    Imperio Alemán.

    En tanto, ha experimentado de todos los altos y
    bajos. Después de las guerras
    napoleónicas y las llamadas guerras de
    unificación (1864 y 1871) desfilaron por ella las tropas
    victoriosas que regresaban a la patria. Pero, en 1918, quienes
    regresaron fueron los soldados derrotados en la Primera Guerra
    Mundial. Al final de la Segunda Guerra
    Mundial se luchó duramente por ella, al igual que en
    todo Berlín.

    La Puerta está situada en el lado oriental
    de la ciudad, o sea que durante 28 años estuvo rodeada por
    el muro que en esta parte tenía 4 metros de
    alto.

    Es por lo demás significativo el hecho de
    que en esa revolución
    pacífica que, finalmente, condujera a la apertura de la
    Puerta, no se percibieran nunca tonos nacionalistas
    extremos.

    • REVISTAS "SCALA" – agosto, septiembre,
      octubre, noviembre, diciembre 1989; enero, febrero, marzo,
      abril, mayo, noviembre 1990; noviembre 1991; noviembre 1995 y
      noviembre 1996.
    • REVISTAS "DEUTSCHLAND" – agosto,
      septiembre, octubre, noviembre y diciembre
      1989.
    • "La Caída del Muro de Berlín"
      Editorial Bonum – 1997.

    Trabajo realizado
    por:

    Mariana Lozza
    marianal[arroba]topmail.com.ar

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