- Introducción
- Estallido de la guerra fría
- La partición de Alemania y la
definición de bloques - El Muro de Berlín, la frontera del
mundo - En pro del equilibrio y
la paz - La política exterior alemana de 1949 a
1995 - Sí a Berlín
- Fuga hacia la libertad
- El camino de Alemania hacia la unidad
interna - Cinco años de unidad alemana
- Opiniones sobre la unidad alemana
- Cinco años de auge en el Este
- La influencia de Alemania en Europa.
- La Puerta
Introducción
El muro de Berlín fue la división
física que
existía entre el Este y el Oeste de Berlín desde
1961 hasta 1989. Con el final de la Segunda Guerra
Mundial en 1945 Berlín fue ocupada por los
soviéticos; dicho territorio fue declarado como
República del Este de Alemania en
1949.
Poco después la ciudad de Berlín en
sí misma fue dividida entre el Este y el Oeste. El Oeste
fue denominada República Federal Alemana y ocupada por las
fuerzas de Gran Bretaña, Francia y
EE.UU. y el Este fue denominada República
Democrática Alemana y ocupada por las fuerzas de la
Unión Soviética.
La división política de
Berlín se tornó psíquica cuando en 1961, los
residentes en Berlín se encontraron con una
división de alambres de púas entre el Este
comunista y el Oeste no comunista. Dicha división fue
reforzada por el Este alemán mediante soldados y milicias,
y rápidamente fue reemplazada por un muro de material de
103 millas de largo y 4 metros de alto, construído de la
noche a la mañana.
A lo largo del mismo fueron construídas
trampas y zanjas; y solo existían 2 entradas/salidas; la
más famosa fue la de Checkpoint Charlie. El muro
resultó ser una barrera muy efectiva durante 25
años.
Desde que fue construído mucha gente
trató de pasar de la RDA a la RFA (2,7 millones de
personas aproximadamente). De acuerdo a algunos reportes mas de
400 personas murieron en el intento durante la Guerra
Fría. Pero los activistas de derecha aseguran que las
muertes llegarían a 800 personas.
En 1989, el muro de Berlín se
convirtió en algo irrelevante, luego del permiso que
Hungría concedió a los alemanes del este de
dejarlos pasar por su país, para atravesar Austria y
así llegar a la RFA. En Noviembre del mismo año
cuando las noticias decían que no habría más
restricciones para viajar o trasladarse de un lugar a otro, los
ciudadanos comenzaron a demoler el muro sin ningún tipo de
interferencia por parte de oficiales del gobierno. El Este
alemán participó también en la
destrucción del muro y se reunió junto al Oeste en
1990 como una Nación, "LA REPÚBLICA FEDERAL
ALEMANA".
EL ESTALLIDO DE LA GUERRA
FRIA
Tras la conclusión de la Segunda Guerra
Mundial, el paisaje europeo era
dramático.
Desde el punto de vista humano, millones de
personas que habían sobrevivido a la barbarie
bélica se veían abocadas al hambre, al frío,
a las enfermedades y
a otras penurias en medio de ciudades y campos arrasados. Desde
el punto de vista social, la caída de los estados
fascistas y la reordenación de los límites
había provocado un complejo movimiento de
masas, con gentes que huían de las represalias,
trabajadores forzados y prisioneros de guerra que
regresaban a sus hogares. Y, desde el punto de vista
político, la paz parecía no encontrar acomodo entre
los aliados, cuyas tensiones derivaron en lo que se dio en llamar
"Guerra
Fría".
Pero no es lógico pensar que,
después de la más devastadora de las guerras, cuyo
tremendo poder
destructor había provocado la muerte de
unos cuarenta y cinco millones de personas, arrasado gran parte
del aparato productivo y dejado en la retina humana el horror de
la bomba atómica, la única causa de una
tensión que amenazaba con desencadenar un conflicto
más terrible aun fueron las divergencias
ideológicas entre los antiguos aliados.
Todo parece indicar que inicialmente ni EE.UU. ni
la Unión Soviética tenían el
propósito, al desaparecer el enemigo común, de
repartirse el botín. La idea de una conspiración
comunista para dominar el mundo resulta tan fantástica
como la de un plan del imperialismo
capitalista con el mismo cometido. Observando con perspectiva
histórica la evolución de los hechos que
desembocó en la división de Europa
simbolizada en Alemania,
queda claro que la Unión Soviética no la dio por
válida hasta que tuvo la evidencia de que no
controlaría el conjunto del país a través
del Partido Comunista, tal como ya se había producido en
la Europa
Oriental.
Resulta más razonable creer que fue la
misma dinámica de los acontecimientos la que
arrastró a las potencias occidentales y a la oriental a
configurar dos bloques ideológicos antagónicos. Una
dinámica en cuya orientación no
fueron ajenos el talento autoritario de Stalin y el dogmatismo
anticomunista de Truman, así como las escasas dotes para
la diplomacia de personajes como el soviético Andrej
Zdanov y el estadounidense Dean Alheson.
LA PARTICION DE ALEMANIA Y LA
DEFINICION DE LOS BLOQUES
El proyecto de los
aliados para Alemania, tal
como se estipuló en Postdam, entre el 17 de Julio y el 2
de Agosto de 1945, era constituir una entidad estatal unificada,
cuyo potencial administrado por los aliados tenía por
objetivo
impedir que volviera a desempeñar un papel
protagonista en la escena internacional. De acuerdo con esto, una
Comisión interaliada convertida en órgano superior
de gestión
debía asumir la administración de Alemania
sectorizada en áreas de influencia; pero tal objetivo no
pudo llevarse a cabo debido a que pronto surgieron divergencias
en la interpretación de los pactos, que no pudieron
resolverse en las conferencias celebradas en Moscú,
París y Londres entre 1946 y 1947.
La rápida evolución en favor de la URSS en la
Europa
oriental, como consecuencia de la situación
postbélica y la presencia del Ejército Rojo,
determinó una amplia área de influencia comunista
cuya imaginaria línea demarcatoria, que iba de Stettin a
Trieste, recibió de Churchill la gráfica
denominación de "telón de acero". A partir
de 1947, año en que empieza a hablarse de "guerra
fría", los acontecimientos que consagraron la ruptura
entre los antiguos aliados se precipitaron. Los gobiernos de
coalición previstos para los países de la Europa oriental
no fueron duraderos. El proceso de
concentración del poder efectivo
en manos de los partidos comunistas nacionales, iniciado desde el
mismo fin de la guerra,
afectó a Bulgaria, Rumania, Albania, Polonia,
Hungría y la en ese entonces Checoslovaquia. La
creación por Stalin de la "Kominform" (Oficina de
información comunista), en septiembre de
1947, destinada a asegurar la cohesión de los
regímenes prosoviéticos, la guerra civil
de Grecia (1946-
1949) y el golpe de Praga (1948) tuvieron su respuesta en el
feroz anticomunismo de la doctrina de Truman, la
aplicación del plan Marshall de
ayuda económica a las democracias europeas, la
consumación de la alianza atlántica con la
creación en 1949 de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), que contribuyeron a ahondar las divergencias de uno y
otro bando y a tensar las relaciones hasta límites
peligrosos para la paz mundial.
Ante el temor de la expansión del comunismo en
Europa y la
gravedad de la situación económica, las potencias
occidentales tomaron una serie de medidas que marcaron la
profundidad de la grieta ideológica entre los vencedores.
Mientras en su sector la URSS organizaba la economía y la
sociedad de
acuerdo a principios
comunistas, EE.UU., Gran Bretaña y Francia
fusionaron los suyos y pusieron todos los medios para
una rápida reconstrucción del país. En este
sentido, los aliados occidentales no sólo condonaron gran
parte de las indemnizaciones de guerra de las
que Alemania era deudora, sino que aportaron
importantes cantidades de capital, sobre
todo a través del plan Marshall
estadounidense, que derivaron en la reforma monetaria de 1948 y
en la creación de un marco de gran
fortaleza,
cuya introducción en la zona
soviética provocó, como reacción más
espectacular y preludio de la división del país, el
bloqueo de Berlín, entre el 24 de Junio de 1948 y el 12 de
Mayo de 1949.
La partición de Alemania se consumó
con la constitución de la República Federal
de Alemania por los occidentales, el 23 de Mayo de 1949 y de la
República Democrática de Alemania por los rusos, el
7 de Octubre del mismo año, entidades estatales que no
ejercieron su soberanía hasta la derogación del
Estatuto de Ocupación en 1955.
EL MURO DE BERLIN, LA
FRONTERA DEL MUNDO
A principios de la
década de los 60, la guerra
fría alcanzó un alto grado de tensión y
las dos Alemanias fueron el escenario donde EE.UU. y la URSS
parecían querer dirimir sus diferencias. En ese clima de
crispación ideológica, en el que el espionaje de
uno y otro bando encarecía las relaciones
internacionales, miles de ciudadanos germano-orientales
huían de la persecución política hacia la
Alemania Occidental.
La escalada de tensión en Berlín,
situada en territorio dominado por el ejército rojo y
dividida en sectores administrados por potencias occidentales
(EE.UU., Gran Bretaña y Francia por un
lado y la URSS por el otro), se debió, entre otras causas,
a las elecciones llevadas a cabo en ella y a la
introducción de una nueva moneda en Alemania occidental,
cuya fortaleza alteró los planes del desarrollo
económico comunistas. La URSS no aceptó la
introducción del marco occidental en el país y
prohibió su circulación en Berlín alegando
que conculcaba los acuerdos firmados.
El contraste de los niveles de vida en uno y otro
lado se hizo evidente y ello contribuyó a fomentar la fuga
constante de ciudadanos alemanes al sector
Oeste.
Tras exigir Jruschov la retirada de Berlín
de todas las tropas de ocupación, el 13 de Agosto de 1961,
fuerzas de seguridad
germano- orientales cerraron con alambres de espino o ladrillo y
cemento
sesenta y ocho de los ochenta puntos de comunicación entre un sector
y
otro de la ciudad.
El muro de Berlín, junto al cual perecieron
decenas de alemanes, se erigió en un trágico
símbolo de la guerra
fría.
EN PRO DEL EQUILIBRIO Y
LA PAZ
Cuarenta años después de la
fundación del Estado
alemán occidental, la política de Bonn
presentaba un apreciable balance de éxitos. La
República Federal de Alemania era una importante potencia media,
orientada hacia el equilibrio y
la paz. En la OTAN prestaba una importante contribución a
la seguridad y a la
política
de paz de Occidente. La Comunidad
Europea, impulsada por la voluntad de Francia y de
la República Federal Alemana, avanzaba hacia la Unión
Europea.
La situación de partida había sido
desastrosa, casi sin esperanza. El Reich Alemán
había sido derrotado, dividido y desarmado;
económicamente se encontraba por el suelo. Los
territorios del Este de la línea Oder-Neisse estaban bajo
administración polaca y una parte de Prusia
Oriental había sido incorporada a la Unión
Soviética. Alemania Occidental estaba inundada por doce
millones de fugitivos. La mayoría de las ciudades en
ruinas y los servicios
públicos destruídos. Hasta fines de 1947 se
habían realizado sin éxito seis conferencias de
ministros de Relaciones Exteriores de las cuatro potencias
vencedoras. Moscú había bloqueado toda la
posibilidad de entendimiento. En 1949 entró en vigencia la
Ley
Fundamental (moderna Constitución de la República Federal
de Alemania orientada hacia los modelos
occidentales). En 1949 el Canciller Federal Konrad Adenauer
(presidente de la Unión Cristiano-Demócrata y
primer jefe de gobierno de la
RFA) había señalado que sus objetivos de
política
exterior más importantes eran la incorporación en
la comunidad de los
pueblos libres, la superación de la confrontación
germano-francesa y la recuperación de la soberanía y la igualdad de
derechos.
Según él, sin una Europa fuerte y unida, vinculada
con los EE.UU., no sería posible lograr en libertad la
unidad de Alemania. En 1950 se produjo la invitación para
integrar al Consejo de Europa, en Estrasburgo. Adenauer dio de
inmediato su aprobación al plan proclamado
por el Ministro de Relaciones Exteriores francés Robert
Schuman en el sentido de colocar bajo una autoridad
común la producción del carbón y del acero de ambos
países limítrofes y de otros Estados interesados.
Un año después, Francia, los
países del Benelux (unión económica que en
1948 formaron Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo),
Italia y la RFA
firmaron el acuerdo. Tras el estallido de la guerra de Corea en
1950, Adenauer se manifestó dispuesto a colaborar en una
defensa común de Europa. En 1952 los miembros de la
Comunidad del
Carbón y del Acero acordaron
fundar una Comunidad Europea
de Defensa (CED), que fracasó en 1954.
Pronto se encontró otra solución.
La clave la proporcionó el llamado Pacto de Bruselas, en
virtud del cual Francia, Gran Bretaña y los países
del Benelux se habían comprometido en 1948 a oponerse a
una nueva política de agresión alemana. Las
potencias de ocupación se transformaron en aliados. Se
comenzó la
organización del Ejército Federal
alemán.
Adenauer buscó un nuevo punto de partida en
la vinculación de las fuerzas económicas de Europa.
El resultado fue, en 1956, la firma de los "Tratados de
Roma" por parte
de los seis Estados miembros de la Comunidad del
Carbón y del Acero. En ellos
se
establecía la fundación, a partir
del 1º de enero de 1958, de la Comunidad Económica
Europa y de la Comunidad Europea del Atomo. En 1962, con la
realización del Mercado
agrícola común, Adenauer expresó que ese era
"uno de los acontecimientos más importantes de los
últimos siglos". Se habían logrado todos los
objetivos
básicos iniciales. Pero ello se había llevado a
cabo a costa de graves conflictos de
política interna. Ciertamente, el partido de la
oposición (Partido Socialdemócrata)
perseguía objetivos
similares. Pero aspiraba a lograrlos sin pagar el precio de un
endurecimiento o de una eternización de la división
alemana. Durante once años debatieron en el Parlamento
sobre este tema. Pero en 1960 fracasó la última
cumbre de los "Cuatro Grandes" en París, y a partir de ese
momento el SPD se adhirió a una política exterior e
interalemana sobre la base de los acuerdos europeos y
atlánticos.
Las relaciones con Washington y París
fueron decisivas tanto para la posición y la capacidad de
acción de la RFA como para la construcción de Europa. Los EE.UU.
habían dado los primeros y más importantes impulsos
para la admisión de Bonn en la comunidad
occidental.
El Plan Marshall de
1947, con su programa de ayuda
para Europa, significó el detonante inicial de la
reconstrucción de la RFA. El rápido establecimiento
por parte de los EE.UU. de un puente aéreo para abastecer
a la población como respuesta al bloqueo de
Berlín (Oeste), impuesto por
Moscú en 1948, y el coherente cumplimiento de las promesas
de Bonn en el sentido de pagar reparaciones a Israel y a las
víctimas de los crímenes nacionalsocialistas,
contribuyeron decididamente a una creciente confianza
recíproca. Entre ambos pueblos surgió una red cada vez más
densa de relaciones
humanas, políticas
y económicas. En cambio, la
relación con Francia estuvo todavía durante un
tiempo
afectada por los esfuerzos franceses de anexión del Sarre,
importante región industrial alemana (en 1956 se pudo
solucionar también este problema).
En los años siguientes adquirieron
creciente importancia los esfuerzos para lograr una
distensión en la relación Oeste-Este, no obstante
los retrocesos que significaron la construcción del muro de Berlín en
1961 y la marcha soviética en Checoslovaquia
después de la primavera de Praga. Este hecho fue
desencadenante del comienzo de una reorientación de la
política exterior soviética, que modificó
las relaciones con el Oeste. La RFA, firmemente afianzada en
Occidente, pudo utilizar esta situación para desarrollar
las relaciones con el Este. La coalición social-liberal
firmó a tal fin en 1970 los "Tratados con el
Este" (Moscú, Varsovia y Praga) y negoció con la
RDA un "Acuerdo Básico" que aseguraba un modus vivendi
entre ambos Estados alemanes.
Con la Conferencia de
Estocolmo, concluida en 1986, sobre medidas de seguridad y de
creación de confianza, se dio la primera señal real
para el desarme.
LA POLITICA EXTERIOR ALEMANA
DE 1949 A 1995
El 3 de octubre de 1990 se cumplió el
cometido formulado en la Ley
Fundamental
(unidad alemana, integración europea y política de
paz) de la República Federal de 1949: la unidad nacional y
estatal del pueblo alemán. Con la paulatina integración de la República Federal
de Alemania en las comunidades occidentales se realizó
paso a paso la emancipación de la República Federal
en el campo de la política exterior.
Desde 1945 en Europa se formaron dos bloques
caracterizados por sistemas
políticos y económicos contrapuestos y
antagónicos. La división de Alemania y de
Berlín, fue cada vez más patente y más
dolorosa para la población. Sin embargo, la época de
postguerra estuvo caracterizada por una sabia decisión de
los EE.UU. de América, a saber de permanecer en Europa,
participando decisivamente en la configuración del futuro
de este continente. Este plan llevado a cabo por los Estados Unidos
fomentaba la estabilidad y la cooperación de las
democracias europeas.
La consolidación del enfrentamiento entre
el Este y el Oeste en Alemania estuvo relacionado con el auge de
la Unión Soviética, la que llegó a ser una
potencia militar
del mismo rango que los Estados Unidos.
La decisión de la República Federal de Alemania de
tomar su lugar en la comunidad de las democracias occidentales
representó la primera y fundamental determinación
del rumbo de la política alemana federal de posguerra; la
República Federal resistió la tentación de
buscar la respuesta al pasado y la división del
país siguiendo un camino aislado, en un status del no
alineamiento y de la neutralización.
Con la profundización del antagonismo entre
el bloque oriental y el occidental se vieron reforzadas los
disímiles desarrollos a ambos lados de la cortina de
hierro.
En 1997 se definió la cuestión
alemana como la causa principal de la tensión en Europa;
esta concepción exigía una solución
definitiva y estable para eliminar las barreras artificiales
entre Europa occidental y oriental.
La política exterior alemana
experimentó a mediados de 1989 una constelación
extraordinariamente positiva: ambas superpotencias, los Estados Unidos y
la Unión Soviética, declararon a Alemania como su
más importante socio en Europa.
En las negociaciones "2+4" de 1990, ambos Estados
alemanes consiguieron con los EE.UU., la Unión
Soviética, Francia y Gran Bretaña, asegurar la
unidad de Alemania desde el punto de vista de la política
exterior. Según el Tratado "2+4", la Alemania unificada
comprendía los territorios de la República Federal
de Alemania, de la República Democrática Alemana y
todo Berlín. En forma definitiva, Alemania obtuvo su
soberanía el 15 de marzo de 1991; esto
significó un importante aporte para un orden duradero y
justo destinado a una Europa democrática, consciente de su
responsabilidad por la estabilidad, la paz y la
cooperación.
En 1994 los últimos soldados del "Grupo
Occidental" de las FF.AA. rusas abandonaron el suelo
alemán. En esa fecha terminó aquel capítulo
en la historia
ruso-germana que había comenzado con el ataque de Hitler en contra
de la entretanto desaparecida Unión Soviética
(1941).
SI A
BERLIN
Dio la mayoría de los diputados el 20 de
junio de 1991: 338 votaron por Berlín como nueva sede del
gobierno; 320 por
Bonn. Una ajustada pero concluyente decisión y un impulso
para la Alemania unificada.
La parte occidental de Berlín era una isla
democrática en un mar socialista, cercada durante casi
tres decenios por el Muro y las alambradas. Ello trajo como
consecuencia un considerable retraso en el desarrollo,
comparado con el de otras ciudades alemanas occidentales.
Ciertamente, el nivel de vida de Berlín Oeste estaba a la
altura del resto de la República Federal de Alemania;
pero, ello era sólo posible gracias a las subvenciones que
fluían en la ciudad. Cuando se avecinó en
Berlín un auge de dimensiones desconocidas en las
construcciones, los inversionistas se lanzaron a esta ciudad y
los precios de los
inmuebles y los alquileres se fueron por las nubes; algo que
sucedía hace decenios en Munich, Francfort o
Hamburgo.
Muchos políticos germano-occidentales temieron
con motivo del debate acerca
del traslado de la sede del gobierno y del
Parlamento de Bonn a Berlín. Esta ciudad necesitaba un tal
poder de
atracción: la decisión sobre la capital se lo
proporcionaría. Sólo así podría
Berlín, tan largamente aislada y dividida, marcada
todavía por los daños de la guerra y el desastre
económico socialista, independizarse poco a poco de las
altas subvenciones que todavía seguían siendo
necesarias. Pues, lo que hacía que los problemas se
presenten como tan graves era el hecho de que Berlín
Oeste, mantenido hasta ahora por la República Federal
Alemana, no estaba rodeado de un entorno próspero sino por
una RDA que en la parte oriental y en los distritos circundantes
había arruinado la economía, destruido
la infraestructura e impedido el pensamiento
económico.
Con la reunificación alemana, se
sumó al fiscalmente débil Berlín Oeste, con
sus dos millones de habitantes, una ruinosa mitad con un
millón de habitantes que, en medida todavía mayor,
dependía para su reconstrucción de subvenciones y
ayudas. Durante algunos años existió en una misma
ciudad un desnivel económico comparable al que existe
entre Milán y Nápoles.
En Berlín la gente emigraba del Este al
Oeste, y en algunos ámbitos, como el de la salud pública, se
producían situaciones criticas: como las enfermeras
ganaban en el Oeste el doble que en el Este, había
allí una sensible falta de personal
asistencial. Esto significa que había que equiparar
rápidamente los salarios, no
sólo en este ámbito.
La decisión a favor de Berlín como
sede del gobierno no tuvo
un impacto financiero inmediato. Esta ciudad experimentó
el "boom" de la construcción, ya que se instalaron en ella
no sólo las empresas de
prestaciones
de servicios y
las grandes empresas (que,
desde allí deseaban explorar los nuevos mercados en el
Este de Alemania y en la Europa Oriental que comenzaba poco a
poco a desarrollarse), sino también los políticos,
diputados, funcionarios federales, diplomáticos,
asociaciones y medios de
información. Y para todo esto se
necesitaban centros de trabajo, viviendas, hoteles,
restaurantes, infraestructura. Todo esto se
vio obstaculizado por numerosos derechos de propiedad no
declarados y reclamados por quienes fueron expropiados por la RDA
o antes aún por los nazis.
También se fundó la universidad de
Berlín, y ello atrajo a la elite intelectual del
país. Berlín tuvo esta chance. Para ello tuvo que
desprenderse del papel de
mendigo y receptor de subvenciones, superar el sentimiento de
ciudad-isla, a la que había que defender, y recuperar la
confianza en sus propias fuerzas, su orgullo y su
serenidad.
FUGA HACIA LA
LIBERTAD
Estos acontecimientos han conmovido al mundo.
Hasta ese momento nunca se había dispensado a
ningún grupo de
fugitivos una acogida tan calurosa como a las decenas de miles de
alemanes que, desde la otra parte del país, la RDA,
habían huido a la parte oriental. "Fueron recibidos como
desterrados que hubieran regresado a su patria", escribió
el diario londinense "The Times".
En sólo media hora, tras la apertura de la
frontera de Hungría el día 10 de septiembre, 200
automóviles pasaron por la frontera de Austria con la
República Federal de Alemania. Más de 20000
fugitivos, aprovechando sus vacaciones en Hungría,
emprendieron la huida hacia occidente, hacia la libertad. Los
alemanes del Oeste acogieron con los brazos abiertos a los
alemanes del Este y les ayudaron en la medida de sus
posibilidades. Gimnasios, contenedores habitables y albergues
juveniles fueron acondicionados por doquier para dar alojamiento
a los refugiados. Sin la incondicional ayuda del pueblo
húngaro no habría sido posible la huida. Tras
prolongadas e infructuosas negociaciones con la RDA,
Hungría decidió abrir sus fronteras con Austria,
arriesgando con ello una confrontación con este
país miembro del Pacto de Varsovia.
Los derechos humanos
tenían prioridad absoluta. El artículo 2 del
tratado de la ONU de 1969
determina que "todo ser humano es libre de abandonar cualquier
país, inclusive el suyo propio." Los húngaros
obraron de acuerdo con esta premisa. "En una Europa unida no hay
lugar para una habitación con alambradas". Austria, por
donde los alemanes procedentes de la RDA tenían que pasar,
prestó ayuda espontánea y carente de toda burocracia. La
Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos y los cuerpos
automovilísticos estuvieron presentes en todos los puntos
de encuentro y paso de las caravanas de refugiados para ocuparse
de ellos y de sus maltratados vehículos.
Tres semanas más tarde llegaron más
de 7000 fugitivos de la RDA en trenes especiales procedentes de
Praga. En un principio, el gobierno checoslovaco declaró
que este problema había de ser solucionado por los dos
Estados alemanes. Pero imposibles de olvidar son los gritos de
"¡Alemania, Alemania!", a la llegada de los "trenes de la
libertad",
demostrando al mundo que los alemanes se sentían
unidos.
También para los refugiados en la Embajada
de la República Federal de Alemania en Varsovia se pudo
allanar el camino hacia occidente. El gobierno de la RDA
declaró que los refugiados habían sido desterrados
"por motivos humanitarios". Apenas habían salido de Praga
los 7000 refugiados cuando otras miles de personas volvieron a
buscar asilo en la Embajada. Tres días después,
otros 11000 refugiados habían ocupado la Embajada, cuyas
dependencias tuvieron que ser cerradas por hallarse
congestionadas. Otra vez se celebraron intensas negociaciones con
los gobiernos de Praga y Berlín Oriental, hasta lograr
que
pudiesen partir en trenes especiales, atravesando
el territorio de la RDA, con destino a la República
Federal de Alemania. Todos ellos habían huido de la
agobiante limitación de la libertad en su
país, decepcionados de que la política de
"glasnost" (reformas políticas
que hicieron posible la legalización de otros partidos
políticos y la aplicación del sufragio
universal en las elecciones presidenciales de las distintas
repúblicas) y "perestroika" (reformas económicas
que permitieron el ingreso de capitales extranjeros y la
formación de empresas
privadas, limitando el control del
Estado sobre
las empresas y
permitiendo una mayor libertad en la
toma de
decisiones acerca de la producción) practicada por Gorvachov no
haya tenido la menor repercusión sobre el régimen
de la RDA, de que su vida siguiera estando reglamentada, de que
los viajes a
occidente fuesen prohibidos o autorizados solamente tras largos
años de espera, de que aún no se haya derrumbado el
muro tras el que se oculta la RDA. De Berlín Este a
Berlín Oeste hubieran podido desplazarse en el metro, en
diez minutos y por un precio de
veinte pfennig. En su lugar, tuvieron que recorrer mil
kilómetros y viajar durante cincuenta horas. Emprendieron
la huida, y no por necesidades materiales.
"Disponíamos de todo lo necesario para vivir, pero para
vivir en una jaula.", dijo uno de ellos.
Llamaba la atención lo jóvenes que
eran. Y tenían la suerte de que la mano de obra
especializada estaba muy solicitada en la República
Federal de Alemania, que necesitaba, enfermeros y enfermeras para
sus hospitales, mecánicos de automóviles,
técnicos en telecomunicaciones para Correos. Por eso, en la
mayoría de los casos, encontraron rápidamente
trabajo.
Luego de la caída del muro los alemanes de
la ex – RDA eran alemanes con pasaporte alemán y con todos
los derechos,
inclusive de voto. Tenían también derecho a
percibir prestaciones
por desempleo,
subsidios para el alquiler de una vivienda y una
asignación mensual por cada hijo. Más
difícil resultaba la búsqueda de un hogar.
Escaseaban viviendas económicas en las regiones de gran
concentración demográfica. De ahí que el
Ministerio de la Vivienda destinara 4 mil millones de marcos
alemanes a la construcción de viviendas económicas
de protección oficial. En un período de tiempo
relativamente corto se construyeron 50000
viviendas.
Las consecuencias políticas
de esta fuga: en la RDA se produjeron manifestaciones
multitudinarias y un cambio en las
esferas más altas del poder. La
cuestión de la reunificación alemana volvió
a pasar a la orden del día de los sectores
políticos internacionales.
El mundo adquirió conciencia de que
los alemanes se consideran como una nación y acabó
por entender que, como tal, tienen derecho de
autodeterminación como cualquier otro país de
nuestro planeta.
EL CAMINO DE ALEMANIA HACIA LA UNIDAD
INTERNA
Cuando el 9 de Noviembre de 1989 se abrieron las
compuertas del muro berlinés, los alemanes en el Este y en
occidente fueron presa de un gran júbilo – se
había convertido en realidad un sueño que ya no se
consideraba posible. Una sorpresa incrédula se
mezcló con una alegría espontánea, gente que
no se conocía se abrazaba efusivamente, y no solamente en
Berlín se celebró una gran fiesta de reencuentro.
Sin embargo, cuando empezó nuevamente la vida cotidiana se
impuso
la certeza de que los alemanes se encontraban
frente al mayor desafío de su historia desde el
término de la Segunda Guerra
Mundial. La posibilidad de restablecer la unidad estatal de
Alemania nunca había sido tan grande, y a fines del
año 1989 nadie podía decir si alguna vez se
presentaría nuevamente la misma oportunidad. Con la
apertura del muro, el sistema
socialista de la desaparecida RDA había declarado
públicamente su quiebra.
Colapsó sin mayor estrépito, al igual que todos los
otros sistemas
socialistas en el ex bloque oriental, poco antes o
después. Ese derrumbamiento puso en marcha una dinámica de los acontecimientos que
echó por la borda en un breve período de tiempo un orden
mundial bipolar. Solamente los sistemas de
alianza occidentales, la
Organización del Tratado del Atlántico Norte y
la Comunidad Europea, quedaron como verdaderas "anclas de
estabilidad" dentro de los cambios políticos y sociales
que se dieron en Europa, y también más allá
de sus fronteras.
En 1990 se hizo efectiva la unidad estatal de
Alemania, y la RDA dejó de existir. Ese mismo año
bajo el imperio de la unidad y la libertad, el pueblo
alemán eligió por primera vez conjuntamente un
Parlamento Federal alemán.
Sin embargo todavía quedaba una frontera:
la situación económica y material de la ex RDA y la
República Federal eran totalmente distintas. Es decir,
después de la guerra, la población germano-oriental pasó casi
sin darse cuenta de una dictadura a la
próxima, y la represión y el igualitarismo han
dejado huellas en el alma de la colectividad.
¿Quién puede negar que aún tengan los
alemanes dificultades con la libertad
recuperada?.
En el Este de Alemania existe un problema
psicológico en esta etapa de reconstrucción: la
falta de iniciativa propia, o sea, la escasa disposición a
tomar responsabilidad y a delegar responsabilidades. El
problema para la población germano-oriental ha sido que el
antiguo sistema
tenía un carácter represivo y protector a la vez.
La represión desapareció, algo justo y que
también se pretendía conseguir. Pero la mano
protectora que se preocupaba por todo, también se
esfumó, lo que explica el alto grado de inseguridad y
a veces la nostalgia por los viejos tiempos que siguen existiendo
en los nuevos Estados federados, aunque casi nadie desea
restaurarlos verdaderamente. En vista de esta situación no
es fácil solucionar aquel problema que es el mayor en la
ruta hacia la unidad interna de Alemania.
Miedo ante los cambios, tendencias a la
inmovilidad, creciente egoísmo, inercia y mezquindad son
los otro lados de la medalla del bienestar individual dentro de
una colectividad. En Alemania occidental, la población estaba marcada más por
los valores
materiales que
los espirituales.
Un factor por cierto de vital importancia para la
unidad interna es que todos los ciudadanos alemanes tomen
conciencia de
ser parte integrante de una sola nación y
colectividad.
CINCO AÑOS DE UNIDAD
ALEMANA
El tranquilo transcurso de la
reunificación es todavía más significativo
si se toma en cuenta que nadie estaba preparado realmente para
afrontarla. Cuando por doquier en Europa del Este y Central se
rompían las cadenas del imperio soviético no hubo
tiempo para
tomar
en serio la idea de constituir un segundo estado
democrático en suelo
alemán. Los ciudadanos federales tenían pocas
expectativas ante una eventual unidad, y no pudieron ofrecerles
nada más a sus compatriotas del Este que la economía social de
mercado y el
estado de derecho
que habían obtenido de los aliados en
1945.
Para disminuir las sobresalientes diferencias
entre las dos Alemanias en los años siguientes a la
caída del muro, se han transferido 600 mil millones de
marcos a los Estados Federados para transformar la
infraestructura del Este, modernizar las comunicaciones, ampliar autovías, acelerar
los trenes, sanear viviendas, reestructurar los centros de las
ciudades y volver a implementar el sistema
parlamentario.
Con la mejoría económica se
volatiliza el shock producido con la desaparición del
régimen comunista y por la reunificación, generando
una difusa conciencia. Se
trata sobre todo de la necesidad de reconocimiento que afirma que
cuarenta años de trabajo, penurias y sacrificios, no han
sido en vano, y que son parte de la historia de todos los
alemanes. Los alemanes occidentales tienen ahora que aceptar que
el cambio
también los ha afectado, ya que de esta forma
podrán lograr la reunificación del
país.
OPINIONES SOBRE LA UNIDAD
ALEMANA
La reunificación alemana estaba muy
alejada de los golpes de picos y martillos del 9 de noviembre.
Cada paso por la senda de la reunificación podía
provocar temblores políticos que repercutirían en
todo el mundo.
El objetivo
perseguido por la política norteamericana en el sentido de
alcanzar una Europa libre y unida presuponía una Alemania
reunificada. Europa se inclinó por Estados Unidos,
quien tomaría la dirección del proceso.
Después de que se trató de
aproximar los diferentes intereses en Londres, París y
Moscú, se pudieron fijar los principios
internacionales de la unidad alemana en el tratado "2+4". Los
alemanes obtuvieron la oportunidad de reunificar su país
como miembro de la OTAN.
El proceso
diplomático que condujo a dicha unidad representó
sólo el primer paso de la misma.
CINCO AÑOS DE AUGE EN
EL ESTE
Con la unión monetaria de 1990, la
economía
de mercado
reemplazó a la fracasada economía socialista
planificada. Pero los cambios económicos no fueron
realizados en forma
estructural normal, sino que representaron la
reconstitución de toda una
economía.
Si se quiere hacer un balance de los efectos de
la unión monetaria en la economía de Alemania del
Este, no se puede tomar como canon la euforia de los primeros
tiempos, ni el desencanto posterior.
El considerable crecimiento
económico alcanzado en nuestros días contrasta
con un
alto nivel de desocupación. Otro aspecto
negativo, a pesar de las amplias subvenciones estatales, es la
falta de capital
propio. Independientemente de las fuertes inversiones
privadas y públicas, la infraestructura consigna un grave
déficit.
La transformación de la economía en
la desaparecida RDA implicó cierre de fábricas,
pérdida de puestos de trabajo en las ramas industriales,
inmigración de la población,
pérdida de mercados, etc. La
construcción de empresas, la
creación y modernización de puestos de trabajo en
ramas emergentes, el dinamismo de los centros de
aglomeración y la apertura de nuevos mercados tienen
lugar al mismo tiempo.
Para realizar un balance económico de
Alemania del Este se debe tener en cuenta el proceso de
crecimiento que ha tenido lugar en los últimos
años. Luego de la caída del muro las necesidades de
la población, la euforia de la unificación y las
masivas transferencias occidentales produjeron una dinámica que no podía ser
duradera.
El despliegue de la actividad económica en
la ex – RDA refleja una transformación económica
exitosa a grandes rasgos, pero la capacidad competitiva de las
empresas germano-orientales no es aún lo suficientemente
fuerte debido a su bajo nivel en las exportaciones
generado por la inexperiencia en los mercados. Por
otra parte se acordaron aumentos de sueldos y
salarios que por lo menos hasta 1992, sobrepasaron la
capacidad en las empresas. La política de remuneraciones no
fue, por lo tanto, un factor que apoyara al proceso de
transformación, sino que por el contrario condenó a
muchos a la desocupación.
Actualmente, si bien existen aún problemas
estructurales, la Alemania Oriental se encuentra en proceso de
recuperación.
LA INFLUENCIA DE ALEMANIA EN
EUROPA
Cuarenta años constituyen un lapso
suficiente en la existencia de una constitución o de una ley fundamental
(como suele llamársela en la República Federal
Alemana) como para poder formular
una evaluación
equilibrada. Por lo demás, en el mundo no abundan las
constituciones que han durado más de una
generación. Pero, ¿son cuarenta años
suficientes para realizar un balance de la República
Federal Alemana desde la perspectiva de un
extranjero?
La historia de la
República Federal Alemana es corta, pero rica en
experiencias y decisiones. Desde la perspectiva europea se
presentan cinco fases.
La primera comenzó con la
satisfacción general por la derrota del nacionalsocialismo
que fue percibida como una victoria sobre los alemanes.
¿Cómo hubiera podido esperarse de personas que
tanto habían sufrido bajo la cruz gamada (símbolo
de una pesadilla en idioma alemán) la objetividad
necesaria como para distinguir entre alemanes y nazis? En aquella
hora sombría, en la que se entretejían la miseria y
la libertad recuperada, la historia alemana
parecía haber llegado a su fin y Alemania a su hora cero.
La derrota había significado no sólo la
rendición incondicional sino la destrucción total
de un Estado en una
medida quizás jamás dada en la historia. El tejido
social estaba destruido. No podía dejar de percibirse que
no sólo las ciudades sino también las almas y los
pensamientos de todo un pueblo yacían en ruinas. Gracias
al esfuerzo de viejos y jóvenes demócratas, al
vigor de las llamadas "mujeres de escombros" y a la voluntad de
sacrificio de los trabajadores, pudo surgir de la profunda
destrucción el coraje suficiente para un nuevo comienzo,
el del "milagro de la curación": fin y principio a la vez,
símbolo de la voluntad de un pueblo. Después de la
Primera Guerra
Mundial los vencedores perdieron la paz porque no supieron
resistir la tentación de la venganza, porque abatieron y
humillaron al pueblo alemán suponiendo falsamente que un
tratado impuesto
podría conjurar los peligros. En cambio, en
1945, los Aliados tomaron en sus brazos al pueblo alemán y
se lanzaron a la extraordinaria tarea de la reeducación:
en el oeste en libertad, en el este como una ideología que
negaba la libertad. Las atrocidades habían sido terribles
y terribles fueron también las consecuencias. Casi no
existe ningún ejemplo en la historia de una nación
que, como supuesto castigo por sus errores, perdiera extensos
territorios que le habían pertenecido durante siglos y
millones de personas fueran obligadas a abandonar penosamente su
patria.
Una inteligente perspicacia de las potencias de
ocupación caracteriza la segunda fase. Los europeos
comprendieron que no era posible esquivar el problema de Alemania
ya que afectaba el orden de paz en Europa Central. Desde el
discurso de
Byrnes en Stuttgart, el 6 de Septiembre de 1946, pasando por la
autoresponsabilidad de los alemanes a través del Plan
Marshall, hasta el paulatino establecimiento de la soberanía por medio de elecciones libres y
una constitución: el objetivo fue
siempre ofrecer nuevamente a una nación una base para la
esperanza y la creación; este proceso estuvo estrechamente
vinculado a la aparición de la guerra fría. En
realidad, el conflicto
entre el este y el oeste no surgió a raíz de
Alemania. Fue más bien la expresión de la
inevitable división en la concepción opuesta de la
democracia:
libertad en el Oeste y comunismo en el
Este. La decisión de los alemanes era clara: libertad
antes que la unidad y paz en libertad, pero la libertad
tenía que ser la "condición y no el precio de la
unidad". Europa era la meta a fin de
lograr la libertad, la paz y la unidad, y por ello la
reconciliación entre Alemania y Europa era la vía
que conducía a ese futuro.
"El futuro de Alemania se llamaba Europa". Esta
es la 3º fase, que puede ser resumida con la palabra
"solidaridad". El
puente aéreo para salvar Berlín fue la
expresión de esta solidaridad por
parte de las "potencias protectoras". Pero el desarrollo
continuó, Berlín ha seguido siendo para todos el
símbolo de la lucha entre la libertad y la dictadura. La
audaz decisión de rearmar la RFA y de posibilitar en 1955
su ingreso en la OTAN no fue sólo una consecuencia de la
guerra fría, significó el reconocimiento de
Alemania como una democracia de
igual rango, la superación de los temores pasados. El
apoyo de Europa durante la crisis de
Berlín de 1958 a 1960 hasta la vergonzosa
construcción del "Muro" respondía a la responsabilidad conjunta de los europeos frente a
Alemania. A pesar del fracaso, en 1954, de la perspectiva de una
comunidad europea de defensa, debido a que la conciencia de los
europeos todavía no estaba madura para este salto, la
solidaridad se
consolidó en aquellos años a través del
ingreso de la República Federal de Alemania como decidido
miembro fundacional de la Comunidad Europea (Tratados de
Roma de
1957).
La cuarta y larga fase se extiende hasta fines de
los años setenta. La República Federal de Alemania
se había convertido en un miembro pleno de la comunidad de
naciones. Esta igualdad de
derechos estaba
enraizada en los tratados, en las
concepciones y en la conciencia de las
gentes en Europa.
El desarrollo no
era sólo un alejamiento del pasado a causa del progreso de
los tiempos, sino mucho más. Los cambios en la
Unión Soviética obligaron a Europa Occidental a
desarrollar una nueva concepción de las relaciones en
Europa: debido a la distensión el problema de Alemania
volvió a estar en primer plano. La solidaridad
seguía existiendo, pero los europeos deseaban movimiento: el
llamado reconocimiento del "status quo" era inevitable a fin de
poder mantener contactos con el Este. La "cuestión
alemana" no debía obstaculizar estos desarrollos. La
división de Europa no podía ser superada a breve
plazo. Tenía que ser aceptado sin que esto significara
renunciar a los principios de la
autodeterminación y de la libertad. En la política
con Alemania, lo esencial ya no era la solidaridad en la
lucha de la democracia
contra la dictadura sino
la solidaridad en la búsqueda de un orden de paz que
había que establecer de alguna manera.
Este proceso está vinculado con el
concepto de la
"OSTPOLITIK" (la política del oeste). Los europeos
apoyaron esta política y algunos hasta ya habían
preparado los primeros contactos con el este.
Así llegamos a la actual y quinta fase.
¿Se ha convertido la RFA en los años `90 en una
gran potencia? Los
europeos ven en ella un país muy poderoso, pero no una
gran potencia y
tampoco una potencia mundial
porque la RFA no aspira a jugar ningún papel rector,
por mas que muchos quizás hasta lo deseen. No podemos
medir su prestigio con viejas pautas pues está situada
mucho más alto. La influencia que puede ejercer en el
ámbito financiero y económico y en el comercio
internacional, conduce a la RFA en una dirección que es europea y no
alemana.
Ante los ojos de los europeos, la RFA ofrece una
imagen clara e
inequívoca: un país democrático que se
siente comprometido con la creación de una Europa libre.
Desde la perspectiva europea no puede ignorarse que Alemania, los
alemanes y la RFA, seguirán jugando un papel central
en la confrontación de los europeos con ellos mismos. Para
todos en Europa la creación de una Europa propia de la
gente, más allá de las fronteras significa la
reconciliación de ellos mismos, la superación de
hostilidades milenarias. Impresiona el interés de
los alemanes en llevar adelante este debate, que en
tiempo reciente se ha ampliado demostrando cuán importante
es y sigue siendo este tema.
Finalmente, muchas observaciones serían
posibles en este lugar, como lo es la comprobación de que
la historia alemana es reiteradamente medida con una pauta
ética
de lo bueno y lo malo como si a los pueblos le estuvieran
abiertas siempre todas las vías y los alemanes hubieran
tomado siempre las decisiones falsas.
LA
PUERTA
Su construcción se realizó hacia el
1800, cuando cada vez más ciudades comenzaron a derribar
sus murallas, en parte de origen medieval, porque se
habían vuelto inútiles y tan solo dificultaban el
crecimiento de los municipios. Berlín era pues una de las
muchas "ciudades abiertas", tal como lo es por ejemplo, Bonn
desde hace decenios. Por lo pronto, su nombre no decía
nada, más que a través de esta puerta pasaba el
camino que conducía a la ciudad de Brandenburgo, situada
al Oeste de Berlín.
En 1788 fue constituida la cuadriga, un carro de
triunfo con la Victoria, que debía coronar la puerta; es
decir que el monumento fue pensado como un símbolo de la
paz.
La Puerta de Brandenburgo se transformó en
símbolo de toda Alemania cuando, en Berlín, 1871,
que hasta entonces había sido solo capital de
Prusia, se convirtió en capital del
Imperio Alemán.
En tanto, ha experimentado de todos los altos y
bajos. Después de las guerras
napoleónicas y las llamadas guerras de
unificación (1864 y 1871) desfilaron por ella las tropas
victoriosas que regresaban a la patria. Pero, en 1918, quienes
regresaron fueron los soldados derrotados en la Primera Guerra
Mundial. Al final de la Segunda Guerra
Mundial se luchó duramente por ella, al igual que en
todo Berlín.
La Puerta está situada en el lado oriental
de la ciudad, o sea que durante 28 años estuvo rodeada por
el muro que en esta parte tenía 4 metros de
alto.
Es por lo demás significativo el hecho de
que en esa revolución
pacífica que, finalmente, condujera a la apertura de la
Puerta, no se percibieran nunca tonos nacionalistas
extremos.
- REVISTAS "SCALA" – agosto, septiembre,
octubre, noviembre, diciembre 1989; enero, febrero, marzo,
abril, mayo, noviembre 1990; noviembre 1991; noviembre 1995 y
noviembre 1996. - REVISTAS "DEUTSCHLAND" – agosto,
septiembre, octubre, noviembre y diciembre
1989. - "La Caída del Muro de Berlín"
Editorial Bonum – 1997.
Trabajo realizado
por:
Mariana Lozza
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