La Fundación Magna Fraternitas Universalis
organizó el Primer Coloquio Internacional de Educación para la
Paz; que se realizó el 2 y 3 de setiembre en el
Auditorio "César Vallejo" de la Universidad
Nacional de Trujillo. Participaron invitados de varios
países (España,
India,
Italia,
Venezuela,
Perú); se analizaron diversos temas relacionados con este
nuevo paradigma de
la educación;
esto es una educación que
promueva la generación de una Cultura de
Paz. Adelantamos algunas ideas de lo que fue materia de
debate en este
evento
Educación-Marginación-Competitividad
Consideramos a la educación como un
fenómeno histórico social-ideológico. Pues
coincidimos con J. Capella /1 en que "la Educación nace en la
sociedad, se
dinamiza y administra a través de las instituciones"; en este caso, la Universidad
está considerada como una institución. La
Educación es parte de la realidad social y como tal
está en interrelación con todos los elementos de la
misma recibiendo influencias y proyectándose hacia ella,
produciendo modificaciones de manera continua y
permanente.
Esta acepción social de la educación hace
que se la conciba no como un proceso
divorciado de su contexto sino inherente a la sociedad en la
cual se produce y vinculada, por su esencia, con la dinámica histórica.
La labor educativa se desenvuelve, entre nosotros, en
una situación de cambio
sociocultural caracterizado por una materialización de la
cultura
influida por los medios masivos
de comunicación por la cotidianeidad de los
grupos
sociales y marcada por el desarrollo
económico cuantitativo que, si bien ha representado
algún progreso, no ha suscitado los cambios requeridos
para una sociedad
más justa y equilibrada.
La situación de pobreza de
nuestro país está, significativamente,
correlacionada con los procesos
educativos no sólo en el nivel universitario sino en todos
los niveles y modalidades del Sistema Educativo
Nacional.
Las provincias económicamente más
deprimidas muestran mayores tasas de analfabetismo
y deserción
escolar.
De otro lado, la presencia de grandes grupos de
compatriotas cuyos valores
culturales, formas de organización social, sistemas
simbólicos lingüísticos, costumbres
comunitarias y demás expresiones sociales carecen de
formas estructuradas porque la "Educación Oficial" de
nuestro país, lejos de incorporar este bagaje, margina no
sólo la producción cultural sino a los grupos de
personas que lo producen y lo mantiene en una situación de
desventaja. De ahí que nuestras instituciones
educativas convencionales oficiales resulten para estos grupos ajenas y
poco o nada funcionales.
En cambio, para
el grupo de
peruanos cuyos valores
culturales son fundamentalmente occidentales, las instituciones
educativas y los procesos de
educación formal oficial les propiciará una
oportunidad de desarrollo de
espaldas a una gran cantidad de valores y
formas culturales que se están produciendo dentro del
país.
Ambos grupos van
adquiriendo la configuración de un perfil cultural
paralelo en los grupos marginados
porque la educación oficial no converge con el grupo
asimilado por el Sistema Educativo
Nacional y por ello la educación en nuestro país
opera "como mecanismo de desarraigo y evasión de la
comunidad
nacional" /2.
En esta perspectiva, la educación debería
propiciar solidaridad, y un
análisis a este nivel nos permite mas bien
definir a la educación como "antisolidaria"; el ambiente
escolar dentro del sistema educativo
vigente en nuestro país se vuelve, en muchos casos, en la
expresión opuesta a la solidaridad como
camino de la justicia la
libertad y la
integración /3.
Otro aspecto intrínseco a la educación
formal oficial en nuestro país lo constituyen las
influencias ideológicas de corte
utilitario-individualista, fundamentalmente, difundidas dentro
del Sistema Educativo
Nacional por una posición pragmática y de ascenso
social; que permite considerar a la educación escolar
oficial como un simple medio para asegurarse un porvenir.
Obviamente, este corte utilitario individualista no es gratuito
ni espontáneo sino profundamente fomentado a través
de "rivalidad y competitividad
permanente entre los educandos; el valor de
éxito y mejor logro está basado en el que tiene
mejor nota (o calificación) en el que sabe más por
encima de los otros" /4.
De esta manera la realización y el desarrollo
integral de la persona se
subordinan a la demostración en un sentido meramente
comparativo y competitivo de las diferencias en el grupo de
estudiantes entre, el aparentemente, más inteligente o
él más fuerte y el resto. Esto es producto de un
subproceso de la educación oficial, el proceso de
evaluación del educando en que el referente
permitirá la comparación constante del grupo con
respecto a un individuo que, por lo general, goza de una suerte
de privilegio con respecto al resto. Este proceso
continuo constante y reforzador de evaluación, con referencia a la norma en
desmedro de un proceso de
evaluación con referencia a sí
mismo, implica ahondar la perspectiva antes descrita y
conducirá a agudizar la marginación del que tiene
menores conocimientos respecto de la cultura
occidental; generando sentimientos de impotencia, de
pérdida de la autoestima
dentro de un ambiente en el
que hay que luchar, no para sobresalir sino para sobrevivir. Esta
cadena competitiva continúa en el mundo laboral donde
gana un puesto el "más vivo" /5.
Es evidente que las implicaciones antes descritas
motivan una reflexión, punto de partida de una
reorientación del actual proceso
educativo hacia una Educación para la Paz que sirva de
fundamento a una Cultura de
Paz.
Misión de la Universidad
La misión
tradicional de la universidad es la
formación profesional, la investigación y la difusión del
saber, sin embargo cada época y cada sociedad
imprimirán al sistema
educativo, y muy especialmente a la enseñanza superior,
orientaciones vinculadas a exigencias particulares, a decir de
Ortega y Gasset, la universidad es
una institución en la que se proveen los elementos
fundamentales para la materialización de la acción
educativa, por ello es el reflejo de la actividad cultural de una
sociedad.
Al estimar la educación universitaria nacional
estamos con Amando de Miguel y afirmamos que: "el mal no
está en la Universidad no en
los universitarios" /6; éstos se dan cuenta de su
falta de protagonismo social en un contexto que está
dispuesta a cambiar todo menos los mecanismos e instancias de
poder. El
problema universitario en nuestro país es
básicamente político. Esta problemática
cobra una dimensión especial porque la universidad tiene
la misión de
orientación y estímulo de todo el sistema educativo
del país siendo más responsable por ello
histórica y sustantivamente de su
perfeccionamiento.
Sin embargo, en la realidad se observa que cada vez se
necesita más educación y cada vez hay más
gente educada que no encuentra trabajo, y en el centro de todo
ese revoltijo está la universidad; esto nos indica que es
motivo de análisis su misión,
muchas veces declarada utópicamente, con base en modelos
clásicos y amorfos para las exigencias de nuestro tiempo más
aún en el caso de la universidad peruana para los retos
conflictivos y violentos del país.
Una reflexión sobre la misión de
la universidad latinoamericana se discutió en el Seminario sobre
la Universidad y el papel que
está llamada a desempeñar en el desarrollo de
su región de influencia; aquí se definía la
Universidad como puente o vínculo entre el universo del
saber general con el universo local
en que la Universidad está inmersa.
La función esencial de la universidad
contemporánea exige que profesores y estudiantes sin
perder su inquietud por el mundo del saber acepten el
desafío de la problemática circundante como tema
permanente de investigación de estudio y de
experimentación 6/.
En esta línea observamos que el desarrollo es
la razón de ser de la universidad, pone más
énfasis en la relación universidad y desarrollo que
en el enciclopedismo universitario, cabe hacer la relación
entre esta ponencia sobre la universidad latinoamericana y la
Encíclica de Pablo VI "Populorum Progressio", que
hace más de treinta años sentenció que el
desarrollo es el nuevo nombre de la Paz 7/.
El antecedente social cristiano de esta Encíclica
la encontramos en Juan XXIII que en 1963 publica "Pacem in
Terris", planteando en ella tambien la necesidad apremiante
de que la formación de jóvenes y adolescentes
sea plena, continua y se realice de modo que la cultura
moral y la
formación espiritual vayan a la par con el conocimiento
científico y con los incesantes progresos
técnicos puesto que "la paz ha de estar fundada sobre la
verdad, construida con las normas de la
justicia,
vivificada e integrada por la caridad y realizada, en fin, con la
libertad"
8/.
La función de la Universidad es la
búsqueda y comunicación del saber pero la
relación de éste con la integridad del hombre es
requisito y condición de la paz.
De otro lado el enfoque de la educación para el
desarrollo marca tambien una
dirección hacia acciones
educativas a favor de la Paz, es decir, el hacer de la
Educación universitaria un proceso más activo y
comprometido en la solución de la crisis que
atraviesa el país. Puesto que la violencia no
sólo se expresa mediante la toma de locales en la vida
universitaria sino que la acepta directa y fundamentalmente al
punto de distorsionar sus fines y funcionamiento.
Comúnmente cuestionamos la forma en que
está cumpliendo con su misión de
desarrollo, sin considerar las causas que son múltiples y
complejas. Nosotros sin ánimo de exonerarla ni condenar su
responsabilidad en nuestro país la
consideramos:
Como una Universidad abandonada, asistida con recursos
estatales que no cubren ni siquiera la tercera parte de lo que
ésta demanda
anualmente; ignorada por la sociedad cuando no temida con escaso
o ningún prestigio académico, salvo excepciones; en
la Universidad no se investiga, no hay invención
científica, tampoco extensión cultural ni
proyección social; a los factores mencionados se suma la
improvisación de profesores la falta de locales adecuados
la pobreza de
las bibliotecas los
laboratorios y talleres de práctica 9/.
Pero la universidad no sólo es víctima de
la violencia que
sobre ella ejerce el Estado y la
sociedad sino que esta anomalía tiende a convertirse en un
elemento fundamental en la reproducción de violencia que
se enraíza en todo el país. Por lo tanto estimamos
para la universidad peruana, y concretamente para la Universidad
Nacional de Trujillo, una misión propulsora del desarrollo
nacional partiendo de la reflexión sobre las causas y
orígenes de la violencia
utilizando una estrategia
metodológica dialéctica; puesto que, a pesar de las
grandes limitaciones que hemos mencionado es en ella donde se
genera gran parte de la cultura imperante.
Esto nos hace pensar que la universidad no puede estar
ajena al drama social de la miseria y a la violencia
porque el desarrollo integral implica la eliminación de
los actuales desequilibrios de nuestra sociedad, tarea esta que
requiere el compromiso total de la Universidad en su perspectiva
intelectual, de toda su sabiduría y su creatividad a
fin de que concurran hacia acciones
concretas de desarrollo y cambio.
La concepción del desarrollo no puede seguir
aferrada a modelos
foráneos que tienen en cuenta básicamente los
resultados de un proceso diseñado para el crecimiento
unilateral material y logrado basándose en máquinas
y tecnologías importadas que vienen a transformar o
más bien a violentar la naturaleza y la
sociedad sin esfuerzo creativo de quienes la utilizan
10/.
Esto implica que, inherente al desarrollo, la
educación universitaria ha de brindar otra propuesta para
la solución de paz esto es, la creatividad.
Una universidad que no busca retroalimentarse, revitalizarse y
remodelarse en beneficio propio y de la sociedad que la
circunscribe, es una institución aniquilada,
paralítica y deshumanizante; puesto que no responde a la
naturaleza del
hombre que es
su agente autodirigido que moldea activamente el medio ambiente
no solo social sino tambien físico en el que
vive.
Para cambiar en forma productiva el medio circundante se
requiere la capacidad de anticipo a los problemas
antes que estos aparezcan y encontrar soluciones
para los que se presentan. Una universidad que responda a una
cultura de paz y que perciba la configuración del bien
social deberá ser motivadora de la creatividad
conjunta de estudiantes y docentes "creatividad
que no es sólo expresar, producir, sino configurar,
modelar, lo que implica el dominio sobre los
conocimientos e instrumentos que posibilitan la
realización" 11/.
El desarrollo y la creatividad
son imperativos del presente para la constitución de una mayor equidad y
justicia
social en el orden nacional. La tarea de la universidad dentro de
una concepción de cultura de paz debe iniciarse en las
personas que conforman y deciden el rol de la Universidad, tanto
el docente como el estudiante universitario deben tomar conciencia y
hacerse responsables de la producción creativa que impulsará el
desarrollo.
Citas
1/. Jorge Capella R. Educación un enfoque
integral. Edit. Cultura y desarrollo. Lima. 1987.
p.81
2/. Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano de Puebla (CELAM). p. 217
3/. Comisión nacional permanente de
Educación para la Paz. Cultura de Paz.
Edit Universo. Lima.
1986
4/. CELAM. ob. cit. p. 218
5/. Cultura de Paz. ob. cit. p.
132
6/. Proyecto
Universidad y Desarrollo Nacional. OEA-CINDA.
Guayaquil. 1979. p. 23
7/. SS. PABLO VI. Populorum Progressio.
Ediciones Paulinas. Lima. 1967. p. 61
8/. SS.JUAN XXIII. Pacem in Terris. Edit.
Avanzada. Lima. 1963. pp. 41
9/. Enrique Bernales. Retorno al tema
universitario. Diario "La República". Año
6 # 1800. 8/12/86. p. 15
10/. Dos Santos. Proyecto Universidad y Desarrollo
Nacional. ob. cit. p. 63
11/. Paul Matussek. Citado por J. Capella en
Educación Planteamientos para la
formulación de una teoría. Edit.
Santillana. 1983. Vol. I. p.214.
Fidel Robles Ortiz
Profesor Principal a dedicación exclusiva de la
Facultad de Educación y Ciencias de
la
Comunicación de la UNT