"La razón en la
filosofía"
1. ¿;Me pregunta usted
qué cosas sonidio sincrasia en los filósofos?… Por ejemplo, su falta de
sentido histórico, su odio a la noción misma de
devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa
cuando la deshistorizan, subspecie aeterni (desde la
perspectiva de lo eterno), —cuando hacen de ella una momia.
Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace
milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió
vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores
idólatras de los conceptos, cuando adoran, —se
vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran. La muerte, el
cambio, la
vejez,
así como laprocreación y el crecimiento son para
ellos objeciones, —inclusorefutaciones. Lo que es no
deviene; lo que deviene no es… Ahora bien, todosellos
creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como
nopueden apoderarse de ello, buscan razones de por qué se
les retiene."Tiene que haber una ilusión, un engaño
en el hecho de queno percibamos lo que es: ¿;dónde
se esconde el engañador?—"Lo tenemos, gritan
dichosos, ¡;es la sensibilidad! Estos sentidos,que
también en otros aspectos son tan inmorales, nos
engañanacerca del mundo verdadero. Moraleja: deshacerse
del engaño de lossentidos, del devenir, de la historia (Historie),
de la mentira,—la historia no es más
que fe en los sentidos, fe
en la mentira.Moraleja: decir no a todo lo que otorga fe a
los sentidos,
a todo el restode la humanidad: todo él es "pueblo".
¡;Ser filósofo,ser momia, representar el
monótono-teísmo con una mímicade
sepulturero! — ¡;Y, sobre todo, fuera el cuerpo, esa
lamentableidée fixe (idea fija) de los sentidos!,
¡;sujeto a todoslos errores de la lógica
que existen, refutado, incluso imposible,aun cuando es lo
bastante insolente para comportarse como si fuera
real!…".
2. Pongo a un lado, con gran reverencia, el
nombrede Heráclito. Mientras que el resto del pueblo de
los filósofosrechazaba el testimonio de los sentidos
porque éstos mostraban pluralidady modificación,
él rechazó su testimonio porque mostrabanlas cosas
como si tuviesen duración y unidad. También
Heráclitofue injusto con los sentidos.
Estos no mienten ni del modo como creen loseleatas ni del modo
como creía él, —no mienten de ningunamanera.
Lo que nosotros hacemos de su testimonio, eso es lo que
introducela mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la
mentira de la coseidad,de la sustancia, de la
duración… La "razón" es la causa deque
nosotros falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el
devenir,el perecer, el cambio, los
sentidos no mienten… Pero Heráclito
tendráeternamente razón al decir que el ser es una
ficción vacía.El mundo "aparente" es el
único: el "mundo verdadero" no es másque un
añadido mentiroso…
3. —¡;Y qué sutiles
instrumentos deobservación tenemos en nuestros sentidos!
Esa nariz, por ejemplo,de la que ningún filósofo ha
hablado todavía con veneracióny gratitud, es hasta
este momento incluso el más delicado de losinstrumentos
que están a nuestra disposición: es capaz
deregistrar incluso diferencias mínimas de movimiento que
ni siquierael espectroscopio registra. Hoy nosotros poseemos
ciencia
exactamente enla medida en que nos hemos decidido a aceptar el
testimonio de los sentidos,—en que hemos aprendido a seguir
aguzándolos, armándolos,pensándolos hasta el
final. El resto es un aborto y
todavía-no-ciencia:quiero
decir, metafísica, teología, psicología,
teoríadel conocimiento.
O ciencia
formal, teoría
de los signos: como lalógica, y esa lógica
aplicada, la matemática. En ellasla realidad no llega a
aparecer, ni siquiera como problema; y tambiéncomo la
cuestión de qué valor tiene en
general ese convencionalismode signos que es la lógica.—
4. La otra idiosincrasia de los
filósofosno es menos peligrosa: consiste en confundir lo
último y lo primero.Ponen al comienzo, como comienzo, lo
que viene al final —¡;por desgracia!,¡;pues no
debería siquiera venir! —los "conceptos supremos",es
decir, los conceptos más generales, los más
vacíos,el último humo de la realidad que se
evapora. Esto es, una vez más,sólo expresión
de su modo de venerar: a lo superior no lees lícito
provenir de lo inferior, no le es lícito provenirde
nada… Moraleja: todo lo que es de primer rango tiene que
ser causasui (causa de sí mismo). El proceder de
algo distinto es consideradocomo una objeción, como algo
que pone en entredicho el valor.
Todoslos valores
supremos son de primer rango, ninguno de los conceptos
supremos,lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero,
lo perfecto —ningunode ellos puede haber devenido, por
consiguiente tiene que ser causa sui.Mas ninguna de esas cosas
puede ser tampoco desigual una de otra, no puedeestar en
contradicción consigo misma… Con esto tienen los
filósofossu estupendo concepto
"Dios"… Lo último, lo más tenue,
lomás vacío es puesto como lo primero, como causa
en sí,como ens realissimum (ente
realísimo)… ¡;Que la humanidadhaya tenido que
tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermostejedores
de telarañas!— ¡;Y lo ha pagado
caro!…
5. —Contrapongamos a esto, por fin, el modo
tandistinto como nosotros (—digo nosotros por
cortesía…) vemos el problemadel error y de la
apariencia. En otro tiempo se tomaba
la modificación,el cambio, el
devenir en general como prueba de apariencia, como signode que
ahí tiene que haber algo que nos induce a error. Hoy, a
lainversa, en la exacta medida en que el prejuicio de la
razón nosfuerza a asignar unidad, identidad,
duración, sustancia, causa,coseidad, ser, nos vemos en
cierto modo cogidos en el error, necesitadosal error; aun cuando,
basándonos en una verificación rigurosa,dentro de
nosotros estemos muy seguros de que es
ahí donde estáel error. Ocurre con esto lo mismo
que con los movimientos de una granconstelación: en
éstos el error tiene como abogado permanentea nuestro ojo,
allí a nuestro lenguaje. Por
su génesis ellenguaje pertenece a la época de la
forma más rudimentariade psicología:
penetramos en un fetichismo grosero cuando adquirimosconsciencia
de los presupuestos
básicos de la metafísicadel lenguaje,
dicho con claridad: de la razón. Ese fetichismo veen todas
partes agentes y acciones: cree
que la voluntad es la causa engeneral; cree en el "yo", cree que
el yo es un ser, que el yo es una sustancia,y proyecta sobre
todas las cosas la creencia en la sustancia-yo
—asíes como crea el concepto
"cosa"… El ser es añadido con el pensamiento,es
introducido subrepticiamente en todas partes como causa; del
concepto"yo"
es del que se sigue, como derivado, el concepto
"ser"… Al comienzoestá ese grande y funesto error
de que la voluntad es algo que produceefectos,—de que la
voluntad es una facultad… Hoy sabemos que no es
másque una palabra… Mucho más tarde, en un
mundo mil veces másilustrado, llegó a la
consciencia de los filósofos, parasu sorpresa, la seguridad, la
certeza subjetiva en el manejo de las categoríasde la
razón: ellos sacaron la conclusión de que esas
categoríasno podían proceder de la empiria,
—la empiria entera, decían,está, en efecto,
en contradicción con ellas. ¿;De
dóndeproceden, pues? —Y tanto en India como en
Grecia se
cometió el mismoerror: "nosotros tenemos que haber
habitado ya alguna vez en un mundo másalto (—en
lugar de en un mundo mucho más bajo: ¡;lo cual
habríasido la verdad!), nosotros tenemos que haber sido
divinos, ¡;puesposeemos la razón!"… De hecho,
hasta ahora nada ha tenido una fuerzapersuasiva más
ingenua que el error acerca del ser, tal como fueformulado, por
ejemplo, por los eleatas: ¡;ese error tiene en favorsuyo,
en efecto, cada palabra, cada frase que nosotros pronunciamos!
—Tambiénlos adversarios de los eleatas sucumbieron a
la seducción de suconcepto de ser: entre otros
Demócrito, cuando inventó suátomo… La
"razón" en el lenguaje:
¡;oh, qué viejahembra engañadora! Temo que no
vamos a desembarazarnos de Dios porquecontinuamos creyendo en la
gramática…
6. Se me estará agradecido si condenso
unconocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis:
así facilitola comprensión, así provoco la
contradicción.
Primera tesis. Las
razones por las que "este"mundo ha sido calificado de aparente
fundamentan, antes bien, su realidad,—otra especie distinta
de realidad es absolutamente indemostrable.}
Segunda tesis. Los
signos distintivos que hansido asignados al "ser verdadero" de
las cosas son los signos distintivosdel no-ser, de la nada,
— a base de ponerlo en contradicción conel mundo
real es como se ha construido el "mundo verdadero": un mundo
aparentede hecho, en cuanto es meramente una ilusión
óptico-moral.
Tercera tesis.
Inventar fábulas acercade "otro" mundo distinto de
éste no tiene sentido, presuponiendoque no domine en
nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento,de
recelo frente a la vida: en este último caso tomamos
venganzade la vida con las fantasmagoría de "otra" vida
distinta de ésta,"mejor" que ésta.
Cuarta tesis.
Dividir el mundo en un mundo "verdadero" y en un mundo
"aparente", ya sea al modo del cristianismo,
ya sea al modo de Kant (en
última instancia, un cristiano alevoso), es
únicamente una sugestión de la
décadence, — un síntoma de vida
descendente… El hecho de que el artista estime más
la apariencia que la realidad no constituye una objeción
contra esta tesis. Pues "la apariencia" significa aquí la
realidad una vez más, sólo que seleccionada,
reforzada, corregida… El artista trágico no es un
pesimista, — dice precisamente sí incluso a todo lo
problemático y terrible, es
dionisíaco…
Nietzsche: Crepúsculo de los
ídolos.Alianza Editorial, Madrid.