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Absolutismo




Enviado por latiniando



    Introducción

    La historia de las ideas
    políticas siempre se encuentra muy relacionada con la
    historia de los
    pueblos.

    La historia del pensamiento
    político no es la clave para entender el pasado, el
    presente y menos para poder disernir
    el futurode la historia
    política

    En este trabajo me dediqué a investigar sobre un
    régimen político el cual centra el poder en una
    persona, este
    regimen es el absolutismo.
    Su maximo exponente fue Luis XIV… pero a tenido otros
    protagonistas de los cuales también me he preocupado de
    escribir.

     

    ABSOLUTISMO

    "El Estado soy
    yo"
    . La conocida sentencia de Luis XIV de Francia resume
    en pocas palabras la esencia del absolutismo:
    un régimen político en el que una persona, el
    soberano, ejerce el poder con
    carácter absoluto, sin límites jurídicos ni
    de nunguna otra naturaleza.

     

    Resulta totalmente artificial oponer los tumultos de la
    Reforma a la soberana majestad del "siglo de Luis
    XIV".

    Bajo diversas formas, el absolutismo ha
    sido la forma de gobierno de
    muchos países en distintas épocas. Sin embargo, se
    ha reservado dicho término para designar, en un sentido
    específico, el ejercicio del poder en un
    momento histórico y espacial concreto: el
    de las monarquías absolutas europeas de los siglos XVI al
    XVIII. Muchos autores distinguen un primer períido,
    correspondiente al siglo XVI, de monarquía autoritaria,
    que no llegaría a ser plenamente absoluta hasta mediados
    de la centuria siguiente.

    El siglo XVI, es un siglo innovador, lo es
    también en el campo de las ideas políticas. La
    Europa de
    comienzos del siglo XVI es un mosaico de cuerpos políticos
    muy diferentes. Junto a reinos diversamente organizados, pero ya
    sólidamente implantados en su independencia
    nacional, existen repúblicas urbanas y
    señoríos nacidos en torno a una
    ciudad, así como principados laicos o
    eclesiásticos, cuya autonomía es tan efectiva en
    Alemania como
    en la Italia
    desembarazada de la ficción misma del poder
    imperial.

    El siglo XVII es un siglo de crisis.
    Crisis
    económicas, políticas, guerras
    desórdenes de los Países Bajos, religiosas y
    crisis
    intelectuales.

    En vinculación con el progreso del poder real en
    ciertos Estados, se elabora una doctrina -la del absolutismo-
    que se define como una soberanía monárquica sin
    límites y sin control, que no
    reconoce a los súbditos más que el deber de
    obedecer. El absolutismo
    sale aparentemente reforzado de estas crisis. El
    siglo XVII se nos muestra
    así como el apogeo del absolutismo; pero es un absolutismo
    precario, híbrido y en vías de ser
    rebasado.

    Precario, ya que las causas que favorecen
    temporalmente el absolutismo tienen que provocar, a más o
    menos plazo, su disolución

    Híbrido, porque el absolutismo del siglo
    XVII hace descansar la noción de soberanía
    simultáneamente sobre los elementos tradicionales (los
    deberes del monarca, el contrato, la
    costumbre, las leyes
    fundamentales del reino) y sobre elementos nuevos (mercantilismo
    y utilitarismo).

    Anacrónico, ya que, aunque el absolutismo
    reine, no sin luchas, en la mayor parte de Europa, se
    derrumba em el país más ampliamente abierto el
    capitalismo
    moderno: Inglaterra.

    Por otro lado, la política permanece
    ideológicamente en la dependencia de la religión
    cristiana. Y, sobre todo, el equilibrio de
    las fuerzas sociales, las condiciones materiales y
    el estado de
    las técnicas oponen tales obstáculos a la
    instauración de un poder realmente concentrado, que las
    tesis
    absolutistas, susceptibles por lo demás de
    interpretaciones ampliamente divergentes, encuentran
    vivísimas oposiciones. Es preciso señalar,
    además, que los conflictos
    mezclan siempre las cuestiones religiosas con las cuestiones
    políticas.

    Hemos de ver como las expresiones del absolutismo
    reflejan una secularización del pensamiento
    político cuyos orígenes aparecen ya en la Edad
    Media.

    El absolutismo se concebió principalmente como la
    negación del feudalismo. La
    monarquía absoluta continúa estando limitada por la
    ley divina y
    la ley natural, y el
    que se oponga a la dispersión feudal no significa
    despotismoy tiranía.

    El carácter nacional de las monarquías se
    afirma claramente en Francia e
    Inglaterra.

    Desarrollo
    Historico

    Las teorías medievales del derecho divino
    suponían el poder dividido, por voluntad de Dios, en dos
    grandes brazos: espiritual y temporal. La iglesia, y a
    su cabeza el pontífice de Roma, se
    reservaba la potestad sobre los asuntos espirituales, mientras
    que el poder temporal era ejercido por otras instituciones,
    encabezadas por el rey. Aun cuando los conflictos
    entre ambas autoridades fueron continuos, a fines de la edad media el
    origen divino del poder real era conmúnmente admitido por
    los tratadistas y el pueblo. Sin embargo, la potestad real estaba
    limitada por fueros, leyes y
    privilegios de muy variado signo.

    A fines del siglo XVI cobró fuerza el
    fenómeno nacional, en íntima relación con el
    cual nació el absolutismo. Con el desarrollo de
    éste, el rey no sólo tendió a asumir la
    totalidad del poder temporal, sino que pretendió
    convertirse en cabeza de una iglesia
    nacional. Aunque en las monarquías que siguieron fieles a
    Roma se
    incrementó la injerencia del soberano en los asuntos
    eclesiásticos, ésta no llegó a afirmarse por
    completo. En los países en los que triunfó, la
    reforma dio pie, sin embargo, a la creación de iglesias
    nacionales, encabezadas por los monarcas correspondientes. La
    teoría del origen divino del poder real fue aceptada y
    apoyada decididamente por Lutero y Calvino, cuyas doctrinas
    ofrecieron a los gobernantes la oportunidad de sustituir por el
    suyo propio el poder de la iglesia
    romana. Han visto la luz diversas
    teorías que explican el surgimiento del absolutismo en la
    Europa
    renacentista. Parece evidente que los nuevos medios de
    guerra
    armas de fuego
    y tácticas de ataque y defensa muy elaborada –
    requerían la constitución de ejércitos
    profesionales y permanentes, con la consiguiente inversión
    de unos medios
    económicos que la nobleza feudal no estaba en condiciones
    de aportar. El incremento del comercio y las
    comunicaciones
    resultó decisivo para la consolidación de grandes
    estados nacionales como Francia,
    España e Inglaterra, que
    desde un primer momento estuvieron estrechamente ligados a las
    monarquías reinantes. Se produjo así un proceso de
    anulación de los privilegios locales y regionales, y la
    transferencia de sus jurisdicciones y poderes a las instituciones
    encabezadas por el monarca.

    Para poner orden en la fragmentada sociedad
    medieval, los gobernantes de los nuevos estados necesitaban
    centralizar todos los poderes. Con tal objeto se
    desarrolló una burocracia.

     

    Causas religiosas del absolutismo.-

    a) El recuerdo de las guerras de
    religión está todavía vivo. No cabe duda de
    que en una y otra parte se lanzan violentos ataques contra el
    absolutismo; pero, en definitiva, el absolutismo sale reforzado
    de ellos. En los países desgarrados por la guerra la
    mayoría de la población sólo aspira a la
    paz, contando con el monarca para garantizarla.

    b) Tanto en Inglaterra como
    en Francia se
    manifiesta un sentimiento común de independencia
    respecto al Papado. Mientras que Inglaterra
    permanece fiel al anglicanismo, el galicanismo es la doctrina
    oficial de la Monarquía de los Parlamentos y de los
    obispos de Francia. La
    declaración de 1682 significa a este respecto el remate de
    una larga evolución. El triunfo del galicanismo frente a
    las teorías ultramontanas libera a la Monarquía de
    todo sentimiento de obediencia respecto a Roma.
    Anglicanismo y galicanismo caminan en la dirección del
    absolutismo.

     

    Causas políticas.-

     

    a) Los Movimientos revolucionarios contribuyen a
    reforzar el Poder, a hacer sentir la necesidad de orden y de la
    paz no sólo en los círculos gobernantes, sino en
    los medios
    populares. La dictadura de
    Cromwell sigue a la revolución de 1649, y el absolutismo
    de Luis XIV está profundamente marcado por el recuerdo de
    la Fronda. El tema de la paz civi domina el pensamiento
    político del siglo XVII, en especial el de Hobbes.

    b) Las guerras, sin
    embargo, se suceden a lo largo del siglo, exigiendo una
    concentración y un reforzamiento del Poder. En lo
    inmediato consolidan el absolutismo, pero a la larga contribuyen
    a destruirlo. De esta forma el peligro exterior favoreció,
    sin duda, el absolutismo de Richelieu; pero las guerras de
    finales de siglo precipitaron el ocaso del absolutismo
    francés y el nacimiento del liberalismo
    europeo.

     

    Supervivencias feudales y particularismos
    locales

    En Francia, desde Luis XI; en Inglaterra, a partir de
    los dos primeros Tudor, y en la España de Fernando e
    Isabel, la autoridad del
    rey no cesa de afirmarse. El impuesto
    permanente, el ejército permanente y la
    multiplicación de los funcionarios reales dan forma a un
    Gobierno central
    y a una Administración provincial que controlan a las
    autoridades locales o las substituyen. A estos rasgos
    corresponden una adhesión o una resignación por
    parte de los súbditos. Esta modernización no rebasa
    ciertos límites; a pesar de sus tendencias autoritarias y
    centralizadoras, los Gobiernos han de tener en cuenta numerosos
    particularismos y han de respetar, en la forma y a veces en el
    fondo, las franquicias de
    las colectividades urbanas o provinciales.

     

    El absolutismo monarquico

    La corriente favorable al absolutismo monárquico
    es más facil de seguir, a pesar de la diversidad de sus
    aspectos. Se trata, en primer lugar, de la aceptación
    tradicional y, por así decirlo, natural de la autoridad
    existente, de la obediencia enseñada desde hace siglos por
    la Iglesia;
    numerosos autores laicos y eclesiásticos repiten
    incansablemente la necesidad de esa aceptación, ocupando
    este tema un lugar predominante en la literatura política
    inglesa de la primera mitad del siglo XVI.

    Francia gozó después de la guerra de los
    Cien Años de una mayor estabilidad política. La
    monarquía tenía un prestigio casi místico,
    el del rey taumaturgo, ungido de la Sainte Ampoule y que
    cura las escrófulas. Sobre este fondo de creencias
    populares, algunos panegiristas bordan, en provecho de grupos
    sociales más restringidos, variaciones de alcance
    principalmente literario: simbología de las flores de lis,
    leyenda troyana destinada a exaltar la línea real y que
    será más tarde ilustrada laboriosamente por la
    Franciade de Ronsard. Cabe considerarlas como una
    trasposición, en otros registros, del
    pensamiento de
    los doctores y licenciados in utroque iure que pulen a
    placer definiciones y comentarios sobre el poder real, sin gran
    originalidad por lo demás, ya que todos beben en las
    mismas fuentes
    clásicas del derecho romano
    (cuyas sentencias la Edad Media no
    ha bía ignorado), incluso cuando concuerdan poco con la
    realidad política del momento. El rey es emperador en su
    reino; aunque esta frase también se utiliza en Inglaterra,
    en Francia, donde la tradición de los legistas posee mucho
    vigor, se la acompaña con desarrollo de
    mayor profundidad.

     

    Factores decisivos

    Los inicios de la Edad Moderna
    coinciden con la creciente consolidación de los Estados
    nacionales. La poliarquía medieval resulta paulatinamente
    reemplazada por comunidades centralizadas en las que los interses
    nacionales prevalecen sobre las particularidades
    locales.

    El Rey ya no es un primus inter pares. Se
    presenta ahora como cabeza de un estdo nacional con
    límites territoriales cada vez más precisos. Surge
    la noción jurídica de "frontera", desaparecen los
    llamados "espacios vacios" y comienza a desarrollarse una
    verdadera cartografía terrestre.

    Las casas reinantes comienzan a requerir un
    número creciente de colaboradores que integran las
    primeras burocracias estatales. En el siglo XV los estados
    italianos crean, con carácter estble, la
    diplomacia. A partir del siglo XVI las monarquías
    europeas establecen embajadas estables que frecuentemente son
    asignadas a la alta nobleza.

    Este proceso de
    centralización se cumple bajo el signo del
    absolutismo. El desconocimiento de la autoridad
    religiosa del sucesor de Pedro, el Romano Pontífice, mueve
    a reyes y príncipes a asumir atribuciones religiosas. Los
    límites derivdos de la distinción entre lo que es
    de Dios y lo que pertenece al César comienzan a esfumarse,
    generando abusos y despotismo. Tales tendencias son manifiestas
    en la primera etapa del protestantismo. Pero también en
    monarquías católicas como las de Francia y
    España aparecen corrientes que llevan en embrión
    desviaciones cesaropapistas. El Concordarto de Bolonia (1516)
    otorga a los reyes de Francia el derecho de "presentación"
    de obispos y abades. Y en España los Reyes
    Católicos y luego Carlos V obtienen el reconocimiento del
    Real Patronato.

    El aumento del poder real -observa Vázquez de
    Prada-, que venía a significar mayor eficacia del
    Estado, se
    hizo a costa de la nobleza. Sus miembros, al disminuir sus
    prerrogativas locales, optaron frecuentemente por incorporarse a
    los cargos y oficios reales de la Corte. En los cargos
    administrativos fueron designados a menudo hombres egresados de
    las universidades que pertenecían a los estratos
    burgueses. El pueblo llano, por su parte, no opuso dificultades
    al avance de la autoridad
    real, y poco a poco los monarcas quedaron como árbitros
    entre los distintos cuerpos sociales.

    Otros factores contribuyen a consolidar el poder
    absoluto de los reyes: el comercio
    internacional, la expansión de las monarquías
    europeas hacia América, Africa y Asia y las nuevas
    técnicas de guerra,
    fundadas en el empleo de la
    pólvora que torna vulnerables a las hasta entonces
    inexpugnables castillos de los señores feudales. Pero de
    mayor importancia son los factores ideológicos: la
    obediencia pasiva predicada por algunos reformadores, el
    amoralismo de los discípulos de Maquiavelo y las
    doctrinas francesas que tienden a afirmar el poder real para
    superar las divisisones derivadas de las
    guerras de
    religión. Por lo demás, desde los siglos XIV y XV,
    se incubaba un ruptura de la síntesis elaborada por
    Alberto Magno, Tomás de Aquino y sus discípulos.
    Las últimas fases de la filosofía del
    Medioevo

    -apunta Bidart Campos- habían disociado
    dos ámbitos que hasta entonces estaban
    íntimamente vinculados: el de la filosofía y el de
    la teología, la razón de la fe, la naturaleza y la
    gracia.
    En lo específicamente político esa
    ruptura impulsará a prescindir de los límites
    éticos que deben observar gobernantes y gobernados,
    estableciéndose de esta forma las bases de los
    totalitarismos contemporáneos.

     

    Protagonistas

     

    Claude de Seyssel y la monarquía
    moderada

    Esta realidad se percibe muy bien en La Grand´
    Monarchie de France
    (1519), obra en la que Claude de Seyssel
    expresa su preferencias por una monarquía moderada.
    Seyssel (1450-1520), que escribe en su retiro tras una brillante
    carrera administrativa, diplomática y episcopal al
    servicio de
    Francia – y especialmente de Luis XII -, no es en absoluto un
    teórico abstracto. Sin disimular los incovenientes que en
    principio puede comportar la monarquía, cree que el
    régimen al que ha servido, tal y como él lo
    describe, es el mejor posible: mezcla de monarquía,
    aristocracia y democracia. El
    poder real está "refrenado por tres frenos": las obligaciones
    de conciencia del
    rey y el carácter cristiano de la monarquía, los
    Paralmentos y "las buenas leyes y
    ordenanzas y costumbres que están establecidas de tal
    manera que casi no pueden romperse ni aniquilarse". Su
    análisis de la constitución consuetudinaria del
    reino – que considera como ideal -, es significativa po sus
    mismas ambigüedades. No proporciona una delimitación
    precisa, ni de los poderes del rey, ni de los derechos de los Parlamentos
    (practicamente no se plantea el tema de los Estados Generales).
    El rey no puede cambiar la Ley
    Sálica; por consiguiente, tiene conciencia de las
    leyes
    fundamentales del reino, pero éstas no son definidas.
    Seyssel, aunque rechaza el término de absolutismo (para
    él , equivalente al de tiranía), sólo erige,
    sin embargo, frente a la voluntad real, obstáculos "que se
    pueden doblegar".

    Seyssel defiende una concepción
    aristocrática y tradicional, contradicha y sobrepasada muy
    ponto por las teorías absolutistas de los legistas si se
    toman las fórmulas al pie de la letra.

    La diferencia entre la monarquía moderada y la
    monarquía absoluta, considerable en el terreno conceptual,
    se reduce en la práctica.

    Si los frenos elogiados por Seyssel pierden su eficacia la
    responsabilidad del hecho no incumbe a la
    difusión de esquemas jurídicos absolutistas.
    Eminentes jurisconsultos sostienen todavía, hacia la mitad
    del siglo, que el poder real es "más moderado que
    absoluto".

    Lo importante es que la balanza de las fuerzas se
    inclina del lado de la autoridad
    real. Las doctrinas se modelan, con entusiasmo o con reticencias,
    en esa dirección. Sin embargo, donde el fenómeno
    encuentra una expresión intelectual más notable y
    original es en Italia.

     

    Maquiavelo, Nicolás

    La experiencia de la vida pública de la Florencia
    renacentista permitió a Nicolás Maquiavelo
    desarrollar un teoría política realista y
    pragmática cuya característica más destacada
    fue la separación de la moral de
    los individuos y la del estado.

    Nicolás Maquiavelo,
    nombre castellanizado de Niccoló Machiavelli, nació
    en Florencia, Italia, el 3 de
    mayo de 1469. Es poco lo que se conoce acerca de los primeros
    años de su vida. Parece que recibió una aceptable
    formación humanística, si bien no llegó a
    aprender el griego, uno de los elementos fundamentales de la
    educación de la época. En 1498, tras los cambios
    sobrevenidos em Florencia después de la ejecución
    de Savonarola, el monje que intentó imponer
    ascéticas formas de
    gobierno y religión, Maquiavelo fue
    promovido a un importante puesto, jefe de la segunda
    cancillería, a la temprana edad de 29 años.
    Inicialmente su función estaba referida a los asuntos
    internos de la república, pero después fue nombrado
    secretario del consejo ejecutivo de la ciudad (los Diez). La
    primera misión importante de Maquiavelo fue la
    llevada a cabo el año 1500 ante la corte de Francia. A su
    vuelta desempeño otras tareas
    diplomáticas.

    Testigo de las duras acciones
    llevadas a cabo por César Borgia contra sus enemigos de la
    ciudad de Sinigaglia, se convirtió en admirador y amigo de
    aquél, creyendo que sus cualidades serían la
    solución para porner fin al desorden reinante en los
    estados italianos. Muerto el papa Alejandro VI, padre de
    César Borgia, ymuy poco después su sucesor, fue
    elegido Julio II, implacable enemigo de la familia Borgia.
    Entonces se produjo la caída de éste, y Maquiavelo,
    su antiguo admirador, celebró su
    prisión.

    Elegido Piero Soderini gonfalonier (primer
    magistrado) de Florencia, Maquiavelo se convirtió en su
    mano derecha, inspirando la creación de una milicia y la
    división del territorio en distritos, bajo su propia
    supervisión.

    Las luchas de Florencia contra los estados vecinos
    llegaron a su momento más crítico cuando la Santa
    Liga, dirigida por el papa, marchó sobre la
    república. Soderini fue sustituido y Maquiavelo
    perdió supuesto. En 1513, acusado de conspiración,
    fue encarcelado y sometido a tormento. Libre poco después,
    pero reducido a la pobreza,
    Maquiavelo se retiró con su familia a una
    pequeña propiedad
    cercana a la ciudad. Fue allí donde escribió su
    obra más famosa, Il principe (1513), dirigida a
    "liberar a Italia de manos
    de los bárbaros", en la que expuso su teoría
    política. Según Maquiavelo, el príncipe
    ideal debía establecer un poder absoluto
    capaz de acabar con la corrupción política y las
    disensiones internas del estado, y para
    ello recomendaba todos los medios,
    incluso la mentira y la violencia. En
    la práctica política posterior, el maquiavelismo se
    asoció a la falta de todo principio moral en la
    actuación del estado. Se ha
    dicho que uno de los modelos que
    pudo considerar Maquiavelo para conformar su teoría,
    aparte del ya citado César Borgia, fue el rey
    españor Fernando el Católico.

    Maquievelo murió en Florencia el 21 de junio de
    1527. Además de sus obras políticas, fue autor de
    una notable comedia titulada La mandragola (1524; La
    mandrágora
    ).

     

     

     

    Un Patriota Italiano.-

    Las ideas de Maquiavelo han suscitado, desde el siglo
    XVI hasta nuestros días.

    Maquiavelo, patriota italiano, no deja de envidiar la
    solidez de los Estados nacionales como Francia o España, a
    pesar de que descubre en ellos barbarie feudal. Pero en la
    Italia
    anárquica, que soporta el peso de sus divisiones,
    agravadas por la nefasta presencia de la Santa Sede y las
    intervenciones extranjeras, el problema político se
    muestra, por
    el contrario de difícil solución.

    Para elevarse el príncipe deberá ser "un
    hombre
    hábil o bien protegido por la fortuna".

    Elegirá con cuidado a sus consejeros y
    evitará el cederles la menor parcela de autoridad; se
    dedicará tan sólo a defender y extender su poder
    por todos los medios,
    incluso el crimen si es necesario: "Vale más ser temido
    que ser amado".

    Pero el príncipe debe cuidar su
    reputación; su fortaleza mayor es la adhesión de su
    pueblo. La hipocresía se convierte para el príncipe
    en un deber. Si logra conservar su vida y su Estado, "todos
    los medios que haya aplicado serán juzgados
    honorables".

    Al proponer como modelo a
    César Borgia, Maquiavelo permanece dentro de la
    lógica de su concepción, pero subraya
    involuntariamente la fragilidad de sus aforismos. Exagera, sin
    duda, la grandeza de propósitos que atribuye al hijo del
    papa Alejandro VI; por otra parte, el papel que
    concede en la Historia a la fortuna le
    sirve de explicación un poco fácil del fracaso
    final, rápido y total de su héroe.

     

     

    Un Admirador de la República
    Romana.-

    Disipada esta quimera, Maquiavelo vuelve a sus
    reflexiones de republicano fiorentino, en los márgenes de
    Tito Livio. Sigue a Aristóteles, y, sobre todo, a Polibio.
    "El príncipe, los grandes y el pueblo gobiernan
    conjuntamente el Estado".
    Insiste en la importancia del pacto constitucional, pero apenas
    trata de los derechos de los ciudadanos
    aunque sí lo suficiente como para condenar a César:
    la Roma que
    exlata es la Roma republicana.
    El régimen civil, según Maquiavelo, es incompatible
    con la existencia de una nobleza feudal. Toda su teoría
    republicana, de inspiración romana, apenas puede
    encontrar, por consiguiente, campo de aplicación en un
    momento en el que el municipio y la república urbana libre
    agonizan en Italia.

     

    Secularización y exaltación del
    Estado.-

    Aunque la idea del Estado ocupa el centro de su pensamiento no
    llega a formular su teoría. El Estado, para él, es
    un dato, un ser al que no pretende explicar como filósofo.
    Tampoco siente Maquiavelo la necesidad de legitimar la
    subordinación del individuo al Estado. Su República
    tiene exigencias tan autoritarias como la tiranía del
    príncipe. La política es un arte
    racional.

    Maquiavelo detesta y desprecia el gobierno de los
    sacerdotes, y es también adversario del poder temporal de
    la Santa Sede. No contento con laicizar el Estado,
    querría subordinarle por completo la religión, a la
    que concibe como instrumento de poder y elemento de
    cohesión social. El fondo mismo de su pensamiento
    político conduce a Maquiavelo a una posición,
    más que antirreligiosa, anticristiana.

    Esta secularización y exaltación del
    Estado acarrean numerosas consecuencias: hostilidad contra el
    Imperio y contra todo lo que puede recordar el universalismo
    cristiano; desconfianza y desprecio hacia las aristocracias
    nobiliarias de origen feudal; concepción particularmente
    "realista" de las relaciones entre los Estados.

    El Estado tiene como tendencia natural a extenderse. En
    estas condiciones se comprende la importancia primordial de la
    organización militar dentro de un Estado.

     

    El lugar de Maquiavelo en el pensamiento
    político de su tiempo.-

    "Hay que agradecer a Maquiavelo y a los escritores de
    este género – escribió Francis Bacon – el que digan
    abiertamente y sin disimulo lo que los hombres acostumbran a
    hacer, no lo que deben hacer".

    Maquiavelo expulsa de la política toda
    metafísica y corta de una manera radical, el
    vínculo entre la ciudad de Dios y la ciudad de los
    hombres.

     

    Lutero, Martín

    Como iniciador de la Reforma religiosa del siglo XVI y
    por tanto del protestantismo, Martín Lutero es una de las
    figuras clave de la civilización occidental y de la
    cristiandad.

    Nació Lutero – cuyo nombre en alemás era
    Martin Luther – el 10 de noviembre de 1483 en Eislebe,
    Sajonia-Turingia, Alemania, hijo
    de un minero que prosperó y llegó a ser consejero
    en la pequeña ciudad de Mansfeld. Lutero creció en
    ésta en un ambiente
    piadoso y de estricta disciplina.
    Tras estudiar en Magdeburgo y Eisenach ingresó en la
    Universidad de
    Erfurt, donde se graduó como bachiller en artes en 1505.
    Decidió entonces seguir la vida religiosa y
    solicitó su admisión en los agustinos de
    Erfurt.

    Este carece de experiencia personal de los
    problemas
    políticos, los descubre a través del Evangelio y de
    San Pablo, en un perspectiva puramente religiosa. En los
    años de su "conversión" – es decir, antes del
    asunto de las indulgencias (1517) – plantea dos temas que
    seguirán siendo fundamentales a lo largo de toda su
    predicación: el carácter divino de toda
    autoridad establecida y la separación radical entre la Fe
    y la Ley
    . Lleva hasta el último extremo el precepto
    cristiano, más matizado en otros doctores, que ordena una
    sumisión incondicional a la autoridad, debido a que
    ésta tiene un origen y una misión divinas. Pero la
    ciudad de Dios no puede realizarse en la Tierra: "El
    mundo de la ley es, por
    completo, el mundo del pecado". Las consecuencias
    políticas de este corte total entre lo temporal y lo
    espiritual no son sencillas, ya que cada hombre se
    encuentra comprometido a la vez en ambos órdenes en el de
    la sujeción y en el de la libertad.

    Lutero decidió poner por escrito sus opiniones y
    redactó en 1520 tres célebres tratados que
    supusieron la base del luteranismo y el inicio de la Reforma. En
    ellas afirmaba la salvación del hombre
    sólo por la fe.

    En 1521 fue excomulgado.

    En 1525 contrae matrimonio.

    En la segunda dieta de Speyer, en 1529, se aprobó
    un decreto por el que los estados católicos actuaban
    duramente contra Lutero y sus seguidores; éstos elevaron
    una protesta, y surgió así la denominación
    de protestantes.

    Extendido el protestantismo, pronto comenzaron a hacerse
    notar diferencias entre sus seguidores.

    Lutero falleció en su ciudad natal, Eisleben, el
    8 de febrero de 1546. Tras su muerte se
    agudizaron las disensiones no sólo entre las iglesias
    protestantes sino en el seno del propio luteranismo, pero su
    figura permaneció siempre como la del gran inspirador de
    la Reforma.

    Calvino, Juan

    Entre los grandes del naciente protestantismo del siglo
    XVI, Juan Calvino descolló por sus singulares dotes pata
    la organización política y eclesiástica, y
    su influencia fue decisiva para la difusión de la nueva fe
    en Europa, el norte
    de América y otras regiones del mundo.

    Calvino, cuyo nombre francés era Jean Cauvin o
    Calvin, nació en Noyon, localidad de la Picardía,
    en el norte de Francia, el 10 de julio de 1509. Hijo del
    secretario del obispado de su ciudad natal cursó estudios
    de humanidades en famosos colegios parisienses y más tarde
    leyes en las
    universidades de Orleans y Brujas, donde tuvo como maestros a
    importantes pensadores de la época. En 1532, Calvino
    evidenció sus sólidos conocimientos de latín
    e historia con su edición del tratado de Sénea
    De clementia (Sobre la clemencia).

    Poco después de publicar esta obra, Calvino se
    convirtió al protestantismo, pero cuando el grupo de
    teólogos reformadores al que pertenecía fue
    ilegalizado en Francia, abandonó París. A principios de
    1535 se instaló en Basilea, Suiza, allí
    apareció al año siguiente su obra fundamental,
    Christianae religionis institutio (Instituciones de la
    religión cristiana
    ). Se trataba de un brillante
    resumen de las doctrinas protestantes, donde, entre otras cosas,
    postulaba la predestinación de los elegidos, rechazaba los
    sacramentos tal como los entendía el catolicismo y
    esbozaba un nuevo esquema de organización para la nueva
    forma del cristianismo.
    Con esta obra, traducida al francés en 1541, Calvino se
    convirtió en uno de los principales teólogos
    protestantes.

    Todavía en 1536, tras un breve viaje a Italia –
    donde mostró su talento político para atraer el
    apoyo de los poderosos hacia el protestantismo -, al pasar por
    Ginebra fue invitado a permanecer en ella. Calvino
    permaneció allí dos años, pero
    elaboró un código litúrgico y moral tan
    severo que fue expulsado por el consejo ginebrino.

    Desde 1538 hasta 1541 residió en Estrsburgo,
    donde creó una nueva liturgia y asentó nuevas
    instituciones
    parroquiales, al tiempo que
    dirigía personalmente una congregación.
    Conoció a importantes teólogos luteranos como
    Melanchton y Martín Lutero.

    No menos hostil que Lutero respecto a los
    "fantásticos" que pretenden liberar al cristiano del orden
    político tradicional, Calvino tiene el mérito de
    oponerles una construcción más racional y, por
    ello, más universalmente eficaz que la
    Obrigkeitstaat luterana.

    Durante los años siguientes, tras eliminar a
    todos sus opositores – sin dudar en ejecutarlos cuando lo
    considera preciso -.

    A partir de 1550 se dedicó sobre todo a apoyar a
    otros grupos
    protestantes afines a sus tesis y a
    proporcionar coherencia a su doctrina.

    Juan Calvino murió en Ginebra el 27 de mayo de
    1564, lo que no impidió la continua expansión de
    las iglesias reformadas.

     

     

    Bodin, Jean

    Nace en Angers en 1530. Su vida está cargada de
    extraños matices. En un siglo en el que la posición
    religiosa tiene implicancias políticas, no resulta
    nítida su militancia confesional. Algunos le atribuyen
    ascendencia israelita. Habría profesado como carmelita,
    siendo después eximido de sus votos por haberlos formulado
    a edad muy temprana. Se cuestionó, también, su
    catolicismo, y se le consideró un hugonote disimulado. Lo
    cierto es que Bodin fue un jurista que integró el
    núcleo de los políticos, liderados por el
    Canciller Michel L´ Hopital. Ante las sangrientas guerras
    de religión, que amenezaban con destruir el reino de
    Francia, este grupo
    auspició una política de tolerancia
    procurando afirmar la autoridad real por encima de las
    discrepancias confesionales.

    La filosofía política de Bodin
    -afirma George H. Sabine- es una mezcla singular de cosas
    viejas y nuevas… una amalgama de superstición, racionalismo,
    misticismo, utilitarismo y tradicionalismo.
    Para Marcel
    Prelot, empero, es un autor original. Considera que es
    difícil situarlo porque no siendo maquiavélico,
    aristotélico, tomista o utópico, sus teorías
    tienen, sin embargo, un poco de estas corrientes de
    pensamiento.

     

    Hobbes, Thomas

    Jean Bodin es la gran fgura del absolutismo en el
    siglo XVI. En el siglo XVII es Thomas Hobbes quien
    lleva dicha corriente de pensamiento hasta sus últimas
    consecuencias.

    La defensa realizada por Thomas Hobbers de la
    monarquía autoritaria en su célebre
    Leviathan basada en sus concepciones acerca de la naturaleza humana
    que hicieron de él el primer gran empirista
    británico.

    Hobbes nació en Westport (actual Malmesbury),
    Wilshire, Inglaterra, el 5 de abril de 1588. Era hijo de un
    vicario y, tras estudiar en Oxford, fue designado preceptor del
    hijo de Lord Cavenedish, segundo conde de Devonshire, a
    quien acompañó en su viaje por Francia e Italia.
    Posteriormente, siempre como tutor, pasó largas temporadas
    en Europa
    continental y conoció personalmente a Galileo, que
    ejercería gran influencia en su obra. En 1629 vuelve a
    París donde estudia las ciencias de la
    naturaleza y
    las matemáticas. Hacia 1637, encontrándose ya en
    Inglaterra concibe la idea de exponer sus doctrinas a
    través de un triple tratado que sintetice sus
    teorías filosóficas y políticas. Hobbes
    redactó The Elements of Law, Natural and Politic
    (Elementos de la ley natural y
    política
    ), obra que circulaba ya en manuscrito en
    1640. En ella postulaba un filosofía natural basada en un
    materialismo
    mecanicista, según el cual los únicos objetos de la
    filosofía, que ha de seguir el método
    geométrico, son la materia y el
    movimiento,
    cuyas combinaciones matemáticas originan todas las cosas.
    La conciencia no
    sería sino el movimiento
    nervioso, y la política el estudio de los contactos entre
    los cuerpos nerviosos, es decir, los hombres. Sobre estas bases
    sentaría su defensa el absolutismo
    monárquico.

    Por lo que respecta a la teología, Hobbes la
    excluía del campo de la filosofía, pues aun cuando
    consideraba que las leyes naturales respondían a los
    mandatos divinos, nada era posible conocer racionalmente acerca
    de Dios.

    La vida de Hobbes fue
    sacudida por los acontecimientos políticos ocurridos en
    Inglaterra a lo largo del siglo XVII. Partidario de los Estuardo,
    se refugia en Francia cuando en 1640 Carlos I convoca el
    Parlamento Largo. En 1650 se publican dos fragmentos de su
    autoría bajo los títulos Human Nature y
    De Corpore Politico. Su obra más conocida,
    Leviathan, or the Matter, Form and Power of a Commonwealth,
    Ecclesiastical and Civil
    (1651; Leviatán, o la
    materia, la
    forma y el poder de un estado eclesiástico y civil
    ).
    Sus ideas disgustaron a los partidarios de la corriente
    absolutista de derecho divino. Según Hobbes, la
    primera ley natural del hombre es la
    autoconservación, que lo induce a imponerse sobre los
    demás: "El hombre es
    un lobo para el hombre".
    Para construir una sociedad, todo
    ser humano ha de renunciar a parte de sus deseos y establecer un
    "contrato social",
    cuyo garante es la soberanía. Para que ésta sea
    efectiva ha de recaer en un sola persona, y de
    ahí la conveniencia de la monarquía
    absoluta.
    Es de hacer notar, de cualquier forma, que, a
    diferencia de autores anteriores, para Hobbes la soberanía
    del rey no residía en el derecho divino, sino en el
    mantenimiento
    del contrato que le
    había dado tal soberanía.

    En 1651 Hobbes regresó a Inglaterra y
    publicó De corpore (1655) y De homine
    (1658), que ampliaban sus teorías físicas y
    psicológicas, Tras la restauración de 1660
    gozó del favor real, pero ante las acusaciones de
    ateísmo lanzadas sobre él por los estamentos
    eclesiásticos preferió no intervenir en la vida
    pública.

    En Hobbes prevalece un absolutismo diferente. Jacques
    Chevalier señala que se obra inspira en concepciones
    mecanicistas y en ideas sensualistas, materialistas y
    utilitaristas. Ello motivó que en los últimos
    años de su vida, a partir de la restauración de los
    Estuardo, se viera envuelto en interminables polémicas,
    especialmente con el Canciller Hyde, conde de Clarendon, y con
    los obispos anglicanos, que lo acusaban de ateísmo,
    herejía y blasfemia.

    Thomas Hobbes murió a los 91 años en
    Hardwich Hall, Derbyshire, el 4 de diciembre de 1679. Su
    influencia sobre el empirismo fue
    grande y, curiosamente, sus tesis sobre el
    contrato social
    serían reinterpretadas por pensadores como Jean-Jacques
    Rousseau para
    desacreditar las concepciones monárquicas que el pensador
    británcio quiso defender.

     

    Bossuet

    Nace Jacques-Bénigne Bossuet en Dijón, el
    27 de septiembre de 1627. Canónigo de Metz, Obispo de
    Condon y después de Meaux, preceptor de Delfín,
    célebre orador y apologista, Bosseut es una de las figuras
    más importantes del largo reinado de Luis XIV. Polemiza
    con protestantes, jansenistas y quietistas. Se inclina en la
    polémica entre el Rey de Francia y el papa Inocencio XI
    hacia el galicanismo.

    Bossuet, además, sostiene la heterodoxa
    teoría según la cual el concilio general tiene
    supremacía con relación al Papa. En la referida
    Declaración se sostiene que "la Santa Sede
    Apostólica debe respetar las reglas, las costumbres y las
    constituciones concedidas al reino y a la Iglesia
    galicana" (francesa).

    A diferencia de Hobbes, su punto de partida es
    aristotélico. En el Libro Primero
    de La Política sostiene como el estagirita que
    el hombre
    está hecho para vivir en sociedad
    . Su punto de
    llegada, empero, será absolutista, como el del
    autor del Leviathan. Pero el absolutismo del preceptor del
    Delfín presenta características
    distintas.

    Aun cuando teóricamente considera aceptables
    todas las formas de
    gobierno establecidas, se inclina Bossuet claramente por la
    monarquía. Para él la monarquía es
    sagrada. Bossuet afirma efáticamente que la
    monarquía es absoluta. Frente al Rey, aunque sea un
    gobernante injusto o pagano, los súbditos deben obedecer.
    No hay en Bossuet lugar para la jus resistendi de los
    escolásticos. Sólo podría desobedecerse al
    Príncipe cuando este ordenara algo contra Dios.

    A pesar de su absolutismo, Bossuet no auspicia en modo
    alguno el ejercicio de un gobierno
    arbitrario. El príncipe debe sujetarse a los
    mandatos de la justicia, la
    equidad y el derecho
    natural. Pero esta sumisión a tales ordenamientos
    heterónomos no supone que quede sujeto a ninguna potestad
    humana.

    Bossuet propone una monarquía paternal
    cuyo titular actúe limitado y condicionado por el
    único "contrapeso verdadero del poder": el temor de
    Dios
    .

    Para Bossuet como para Hobbes -comenta Jean Touchard-.
    la última palabra de la política es la
    sumisión al poder; pero llegan a esta conclusión
    común por caminos opuestos: individualismo laico y
    utilitarismo en Hobbes, respeto por la
    tradición y abandono a la Providencia en Bossuet. El
    absolutismo de Hobbes y el de Bossuet son, por consiguiente,
    diferentes
    .

    Bossuet piensa en un rey absoluto, pero embebido del
    espíritu cristiano de justicia y de
    rectitud. Lo equivocado radica en suponer que el monarca
    absoluto es el que mejor puede llevar a cabo un gobierno
    justo"
    .

     

    EL ESTADO

    Para referirse al Estado Bodin utiliza el vocablo
    República. La define como recto gobierno de
    varias familias y de lo que les es común, con potestad
    soberana.

    Otro aspecto importante es la afirmación de que
    las familias y lo que les es común (los
    patrimonios) son anteriores al Estado. En su extensa obra Bodin
    refuta el utopismo colectivista, y toda forma de comunismo, y se
    empeña en preservar a la familia y
    al derecho de propiedad de
    cualquier desborde autoritario. Este enfoque sugiere desde el
    comienzo la serie de graves contradicciones que encierran su
    pensamiento. En efecto, no obstante tratarse de un precursor y un
    propulsor del absolutismo monárquico,
    plantea desde las primeas páginas de su libro
    limitaciones que no se condicen con esa visión del poder
    político.

    Sin perjuicio de señalar la confusión que
    se advierte entre Estado y gobierno, la definición de
    Bodin suscita varios comentarios. En primer lugar, destacamos que
    Bodin se refiere en su tratado a las Repúblicas
    rectamente gobernadas. Se aparta así del plano de
    los hechos, por el que se inclinaba Maquiavelo, para referirse
    exclusivamente a formas de Estados
    legítimas.

     

    La soberanía

    Los textos referidos a la potestad soberana que debiera
    regir en toda República son los que reflejan con mayor
    claridad la tendencia absolutista de Bodin.

    Define a la soberanía como summa in
    cives ac subditos legibusque soluta potestas
    (poder supremo
    sobre los ciudadanos y súbditos, no sometido a leyes). En
    la versión francesa la soberanía aparece definida
    como puissance absolue et perpetuélle d´ une
    république
    (potestad absoluta y perpetua de una
    república).

    Pero no todo aquel que ejerce poder es titular de
    soberanía. Sobre el punto Bodin es categórico: "Si
    el pueblo otorga su poder a alguien de por vida, en calidad de
    oficial, o teniente, o bien para descargarse solamente del
    ejercicio de su autoridad; en ese caso no es en absoluto
    soberano, sino simple oficial, o teniente, o regente, o
    gobernador, o guardián y arrendatario de la
    autoridad ajena". Pero "si el poder absoluto se le
    entrega pura y simplemente, sin calidad de
    magistrado, ni de comisario, ni de manera precaria, es por
    completo evidente que ése es, y se puede llamar
    monarca soberano: pues el pueblo se ha
    desprendido y despojado de su poder soberano
    , para
    investirlo: y en él, y sobre él se halla
    transferido todo su poder, autoridad, prerrogativas y
    soberanías". Esta últia posibilidad, que es la
    auspiciada por Bodin para Francia, significa abandonar las
    tesis
    medievales según las cuales el príncipe es un
    vicario de la comunidad para
    optar por una donación irreversible que sirve de sustento
    al poder absoluto.

    Para que no queden dudas acerca de lo que debe
    entenderse por poder absoluto, Bodin expresa: "El pueblo o
    los señores de una República pueden otorgar
    puramente y simplemente el poder soberano y perpetuo a alguien
    para que disponga de los bienes, de las
    personas, y de todo el estado a su antojo, y entregarlo
    después a quien le plazca".

    El absolutismo de Bodin se encuentra
    definitivamente perfilado en otros textos en lo que expresa que
    "el monarca queda separado del pueblo"; que "no tiene que rendir
    cuentas sino a
    Dios"; que "no puede prestar juramento sino a Dios"; que "el
    punto principal de la majestad soberana y poder absoluto consiste
    principalmente en dar leyes a los súbditos en general
    sin si consentimiento", y que "la soberanía no
    está limitada ni en poder, cargo ni tiempo
    determinado".

     

    Puesto que el pueblo se ha despojado y privado
    absolutamente de su poder para transferirlo al soberano, e
    investido con él, entonces el soberano ya no forma parte
    del pueblo y del cuerpo político: "queda separado del
    pueblo", ha sido convertido en un toto, un todo separado y
    trascendente, que se encarna en su viviente persona soberana,
    y merced a lo cual el otro todo, el todo inmanente del cuerpo
    político, es gobernado desde arriba. Cuando Jean Bodin
    dice que el príncipe soberano es la imagen de Dios,
    esta frase debe interpretarse con la plenitud de su fuerza, e
    implica que el soberano -sometido a Dios, pero que no tiene que
    rendir cuentas sino a
    El- trasciende el todo político lo mismo que Dios
    trasciende el Cosmos.

     

    Agrega Maritain que en la perpectiva de Bodin
    soberanía implica el poder supremo separado y
    trascendente
    -no en la cúspide (como en el Medioevo),
    sino por encima de ella ("par dessus tous les sunjects")-
    que gobierna desde arriba a todo el cuerpo
    político. Por eso dicho poder es absoluto (ab-soluto, es
    decir desligado, separado) y consiguientemente ilimitado, tanto
    en la extensión como duración, y sin tener que
    rendir cuentas a nadie
    en la
    tierra.

     

    Los limites

    A pesar de tan catgóricos textos, Bodin reconoce
    en otros pasajes de su obra la existencia de
    límites que deben ser rigurosamente observados por
    quien ejerciere el poder doberano. Tal contraste pone de
    manifiesto un contradicción derivada de las influencias
    asimiladas por el autor de los seis libros de la
    República
    . Max Adam Shepard considera que Bodin se
    encuentra en la encrucijada entre la noción medieval del
    príncipe sometido a la ley y la noción moderna
    (absolutista) del príncipe liberado de cualquier ley sobre
    la tierra. La
    primera conduce al constitucionalismo de Locke y Montesquieu.
    La segunda, a través de Hobbes, al totalitarismo. En Bodin
    la coontradicción no aparece resuelta.

    En el esquema de Bodin -afirma Prelot- no hay lugar para
    el derecho de rebelión. Los súbditos
    deben obedecer la ley incluso si ésta les parece
    injusta
    .

    Varios son los límites que marca Bodin.
    Figuran entre ellos: -1- la ley divina; -2- la ley natural; -3-
    los pactos celebrados con los súbditos; -4- las leyes
    fundamentales del Reino. También el derecho de propiedad
    constituye una importante limitación.

     

    Las formas de gobierno

    Bodin se manifiesta adverso a toda forma mixta de
    gobierno.Se inclina por vincular las tres formas clásicas
    con su concepto de
    soberanía: "no hay más que tres Estados o
    clases de República: la monarquía, la aristocracia
    y la democracia.

     

    El Estado de naturaleza

    Hobbes toma como punto de su teoría
    política la supuesta existencia de una etapa presocial en
    la que el hombre es
    un lobo para el hombre:
    Homo hominis lupus.

    El pesimismo antropológico de Hobbes, conforme
    surge del texto
    transcripto, es total. Considera que el hombre es
    un ser intrínsecamente corrompido, un egoísta que
    busca la satisfacción de sus impulsos sin sujeción
    a ninguna norma trascendente. Observamos así un abandono
    sin tapujos de la tradición medieval, de San
    Agustín, Santo Tomás y la neoclásica. El
    derecho natural, en la versión de Hobbes constituye
    una verdadera adulteración. Derecho
    natural: "la libertad que
    cada hombre tiene que usar su propio poder como quiera, para la
    conservación de su propia naturaleza".

    Sobre la base de esa autonomía plena,
    Hobbes estima que en el estado de
    naturaleza "cada hombre tiene derecho a hacer cualquier cosa,
    incluso en el cuerpo de los demás"
    . Así queda
    explicado, en el enfoque de este autor, el estado de guerra de
    todos contra todos en el que se vive antes de constituir el
    estado. "Todos los hombres tienen derecho a todas las cosas y,
    por tanto, donde no hay Estado nada es injusto"
    .

     

    Origen del estado

    Los hombres abandonan la vida presocial en busca de la
    seguridad. El impulso que motiva al hombre al
    tránsito hacia la vida comunitaria -según Hobbes-
    es el cuidado de la propia conversación. Para
    llegar a esa meta será menester constituir un "poder
    visible"
    que "tenga a raya" a los hombres
    sujetándolos mediante el "temor al
    castigo"
    .

    A fin de preservar la seguridad individual los
    hombres convienen en celebrar un contrato. Es éste
    muy distinto al pacto de sujeción de la Edad Media.
    Se trata ahora de un único convenio multilateral para
    fundar el Estado y crear un Poder supremo.

    "El acuerdo de los hombres es sólo por
    contrato, es
    artificial. Para lograr que su Acuerdo sea constante y duradero
    se necesita un Poder Común capaz de librarlos del temor y
    de dirigir sus actos en pro del Beneficio
    Común"
    .

    "La úncia manera de erigir ese Poder
    Común, para defenderlos de una invasión de
    Extranjeros y de las injusticias de uno y otro, y por
    consiguiente darles la seguridad
    necesaria para que puedan alimentarse de su propia industria y de
    los frutos de la tierra y
    vivir contenyos, es confiriendo todo su poder y fuerza a un
    Hombre, o a una Asamblea de hombres, que pueda reducir todas sus
    Voluntades, por pluralidad de votos, en una sola Voluntad: lo
    cual quiere decir, designar un Hombre o una Asamblea de hombres
    para que encarne a sus personas; es una verdadera Unidad de todos
    ellos en un sola Persona
    ".

    "Yo autorizo y cedo mi Derecho de gobernarme a este
    Hombre, o a esta Asamblea de Hombres, con esta condición:
    que tu le cedas también tu Derecho y que autorices todas
    sus acciones de la
    misma manera". Hecho esto, la Multitud, unida en una persona, se llama
    República, en latín civitas. Así se
    genera el gran LEVIATHAN, o mejor (para hablar con mayor
    reverencia) el Dios Mortal al cual debemos, bajo el Dios
    Inmortal, nuestra paz y defensa. En él consiste la Esencia
    de la República; la cual es Una Persona que actúa
    como una gran multitud, merced al Contrato natural
    de todos ellos, con lo cual lo han convertido en el Autor, a fin
    de que emplee la fuerza y los
    medios de todos ellos, como juzgue pertinente para su Paz y
    Defensa Comunes".

    "Y esta Persona es llamado SOBERANO, y se dice de ella
    que tiene PODER SOBERANO: y quienes son súbditos
    suyos".

     

    El Leviathan

    El titular del poder soberano: el
    Leviathan. Este ser tiene un poder absoluto. No hay en
    este esquema para límites como los concebidos por
    Bodin, El Estado, luego de constituido, pasa a ser la
    úncia fuente de orden jurídico. Aquí nos
    encontramos con el más radical positivismo
    jurídico.

    La doctrina de Hobbes contribuye a poner en relieve la
    pendiente hacia el absolutismo promovida por los primeros
    impulsores del protestantismo. La oposición de Hobbes al
    Pontífice Romano es total, pero la potestad religiosa no
    queda vacante, la asume el nuevo Leviathan.

    Hobbes es un precursor del totalitarismo
    contemporáneo. Diseña un sistema de ideas
    que sirve de sustento al m completo absolutismo. No hay espacio
    en su sistema para la
    libertad
    religiosa. Tampoco para la afirmación de otros derechos o libertades que
    deriven de la ley natural. Sólo lo que aparezca
    consagradi en la ley positiva tiene para Hobbes verdadero
    imperio. Su enfoque es así marcadamente relativista. Es
    menester ceñirse a lo que exprese el Leviathan. Los
    derecho individuales, sólo tendrán vigencia en
    tanto sean expresamente reconocidos en el ordenamiento positivo.
    El Estado tiene una única obligación: preservar la
    seguridad,
    ejercer de modo efectivo la autoridad.

    Jorge García Venturini, en su obra
    Politea, coincide con Jacques Maritain al considerar que
    "el dios mortal hobbesiano"es el antecedente directo del
    estado totalitario hegeliano
    .

     

    Conclusión

     

    El absolutismo retorna a sus originarias concepciones
    paganas. Reuniendo en una misma mano el cetro y la cruz,
    confundiendo lo que corresponde al César y lo que
    corresponde a Dios, se hace totalitario.

     

     

    Bibliografia

     

    Historia de las ideas políticas

    Alberto Rodriguez Varela

    A-Z editora

     

    Enciclopedia Hispánica

    Editorial Británica

     

    Historia de las ideas Políticas

    Jean Touchard

    Colección de Ciencias
    Sociales

    Serie de Ciencia
    Política

    Editorial Tecnos

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