Introducción
La historia de las ideas
políticas siempre se encuentra muy relacionada con la
historia de los
pueblos.
La historia del pensamiento
político no es la clave para entender el pasado, el
presente y menos para poder disernir
el futurode la historia
política
En este trabajo me dediqué a investigar sobre un
régimen político el cual centra el poder en una
persona, este
regimen es el absolutismo.
Su maximo exponente fue Luis XIV… pero a tenido otros
protagonistas de los cuales también me he preocupado de
escribir.
ABSOLUTISMO
"El Estado soy
yo". La conocida sentencia de Luis XIV de Francia resume
en pocas palabras la esencia del absolutismo:
un régimen político en el que una persona, el
soberano, ejerce el poder con
carácter absoluto, sin límites jurídicos ni
de nunguna otra naturaleza.
Resulta totalmente artificial oponer los tumultos de la
Reforma a la soberana majestad del "siglo de Luis
XIV".
Bajo diversas formas, el absolutismo ha
sido la forma de gobierno de
muchos países en distintas épocas. Sin embargo, se
ha reservado dicho término para designar, en un sentido
específico, el ejercicio del poder en un
momento histórico y espacial concreto: el
de las monarquías absolutas europeas de los siglos XVI al
XVIII. Muchos autores distinguen un primer períido,
correspondiente al siglo XVI, de monarquía autoritaria,
que no llegaría a ser plenamente absoluta hasta mediados
de la centuria siguiente.
El siglo XVI, es un siglo innovador, lo es
también en el campo de las ideas políticas. La
Europa de
comienzos del siglo XVI es un mosaico de cuerpos políticos
muy diferentes. Junto a reinos diversamente organizados, pero ya
sólidamente implantados en su independencia
nacional, existen repúblicas urbanas y
señoríos nacidos en torno a una
ciudad, así como principados laicos o
eclesiásticos, cuya autonomía es tan efectiva en
Alemania como
en la Italia
desembarazada de la ficción misma del poder
imperial.
El siglo XVII es un siglo de crisis.
Crisis
económicas, políticas, guerras
desórdenes de los Países Bajos, religiosas y
crisis
intelectuales.
En vinculación con el progreso del poder real en
ciertos Estados, se elabora una doctrina -la del absolutismo-
que se define como una soberanía monárquica sin
límites y sin control, que no
reconoce a los súbditos más que el deber de
obedecer. El absolutismo
sale aparentemente reforzado de estas crisis. El
siglo XVII se nos muestra
así como el apogeo del absolutismo; pero es un absolutismo
precario, híbrido y en vías de ser
rebasado.
Precario, ya que las causas que favorecen
temporalmente el absolutismo tienen que provocar, a más o
menos plazo, su disolución
Híbrido, porque el absolutismo del siglo
XVII hace descansar la noción de soberanía
simultáneamente sobre los elementos tradicionales (los
deberes del monarca, el contrato, la
costumbre, las leyes
fundamentales del reino) y sobre elementos nuevos (mercantilismo
y utilitarismo).
Anacrónico, ya que, aunque el absolutismo
reine, no sin luchas, en la mayor parte de Europa, se
derrumba em el país más ampliamente abierto el
capitalismo
moderno: Inglaterra.
Por otro lado, la política permanece
ideológicamente en la dependencia de la religión
cristiana. Y, sobre todo, el equilibrio de
las fuerzas sociales, las condiciones materiales y
el estado de
las técnicas oponen tales obstáculos a la
instauración de un poder realmente concentrado, que las
tesis
absolutistas, susceptibles por lo demás de
interpretaciones ampliamente divergentes, encuentran
vivísimas oposiciones. Es preciso señalar,
además, que los conflictos
mezclan siempre las cuestiones religiosas con las cuestiones
políticas.
Hemos de ver como las expresiones del absolutismo
reflejan una secularización del pensamiento
político cuyos orígenes aparecen ya en la Edad
Media.
El absolutismo se concebió principalmente como la
negación del feudalismo. La
monarquía absoluta continúa estando limitada por la
ley divina y
la ley natural, y el
que se oponga a la dispersión feudal no significa
despotismoy tiranía.
El carácter nacional de las monarquías se
afirma claramente en Francia e
Inglaterra.
Desarrollo
Historico
Las teorías medievales del derecho divino
suponían el poder dividido, por voluntad de Dios, en dos
grandes brazos: espiritual y temporal. La iglesia, y a
su cabeza el pontífice de Roma, se
reservaba la potestad sobre los asuntos espirituales, mientras
que el poder temporal era ejercido por otras instituciones,
encabezadas por el rey. Aun cuando los conflictos
entre ambas autoridades fueron continuos, a fines de la edad media el
origen divino del poder real era conmúnmente admitido por
los tratadistas y el pueblo. Sin embargo, la potestad real estaba
limitada por fueros, leyes y
privilegios de muy variado signo.
A fines del siglo XVI cobró fuerza el
fenómeno nacional, en íntima relación con el
cual nació el absolutismo. Con el desarrollo de
éste, el rey no sólo tendió a asumir la
totalidad del poder temporal, sino que pretendió
convertirse en cabeza de una iglesia
nacional. Aunque en las monarquías que siguieron fieles a
Roma se
incrementó la injerencia del soberano en los asuntos
eclesiásticos, ésta no llegó a afirmarse por
completo. En los países en los que triunfó, la
reforma dio pie, sin embargo, a la creación de iglesias
nacionales, encabezadas por los monarcas correspondientes. La
teoría del origen divino del poder real fue aceptada y
apoyada decididamente por Lutero y Calvino, cuyas doctrinas
ofrecieron a los gobernantes la oportunidad de sustituir por el
suyo propio el poder de la iglesia
romana. Han visto la luz diversas
teorías que explican el surgimiento del absolutismo en la
Europa
renacentista. Parece evidente que los nuevos medios de
guerra –
armas de fuego
y tácticas de ataque y defensa muy elaborada –
requerían la constitución de ejércitos
profesionales y permanentes, con la consiguiente inversión
de unos medios
económicos que la nobleza feudal no estaba en condiciones
de aportar. El incremento del comercio y las
comunicaciones
resultó decisivo para la consolidación de grandes
estados nacionales como Francia,
España e Inglaterra, que
desde un primer momento estuvieron estrechamente ligados a las
monarquías reinantes. Se produjo así un proceso de
anulación de los privilegios locales y regionales, y la
transferencia de sus jurisdicciones y poderes a las instituciones
encabezadas por el monarca.
Para poner orden en la fragmentada sociedad
medieval, los gobernantes de los nuevos estados necesitaban
centralizar todos los poderes. Con tal objeto se
desarrolló una burocracia.
Causas religiosas del absolutismo.-
a) El recuerdo de las guerras de
religión está todavía vivo. No cabe duda de
que en una y otra parte se lanzan violentos ataques contra el
absolutismo; pero, en definitiva, el absolutismo sale reforzado
de ellos. En los países desgarrados por la guerra la
mayoría de la población sólo aspira a la
paz, contando con el monarca para garantizarla.
b) Tanto en Inglaterra como
en Francia se
manifiesta un sentimiento común de independencia
respecto al Papado. Mientras que Inglaterra
permanece fiel al anglicanismo, el galicanismo es la doctrina
oficial de la Monarquía de los Parlamentos y de los
obispos de Francia. La
declaración de 1682 significa a este respecto el remate de
una larga evolución. El triunfo del galicanismo frente a
las teorías ultramontanas libera a la Monarquía de
todo sentimiento de obediencia respecto a Roma.
Anglicanismo y galicanismo caminan en la dirección del
absolutismo.
Causas políticas.-
a) Los Movimientos revolucionarios contribuyen a
reforzar el Poder, a hacer sentir la necesidad de orden y de la
paz no sólo en los círculos gobernantes, sino en
los medios
populares. La dictadura de
Cromwell sigue a la revolución de 1649, y el absolutismo
de Luis XIV está profundamente marcado por el recuerdo de
la Fronda. El tema de la paz civi domina el pensamiento
político del siglo XVII, en especial el de Hobbes.
b) Las guerras, sin
embargo, se suceden a lo largo del siglo, exigiendo una
concentración y un reforzamiento del Poder. En lo
inmediato consolidan el absolutismo, pero a la larga contribuyen
a destruirlo. De esta forma el peligro exterior favoreció,
sin duda, el absolutismo de Richelieu; pero las guerras de
finales de siglo precipitaron el ocaso del absolutismo
francés y el nacimiento del liberalismo
europeo.
Supervivencias feudales y particularismos
locales
En Francia, desde Luis XI; en Inglaterra, a partir de
los dos primeros Tudor, y en la España de Fernando e
Isabel, la autoridad del
rey no cesa de afirmarse. El impuesto
permanente, el ejército permanente y la
multiplicación de los funcionarios reales dan forma a un
Gobierno central
y a una Administración provincial que controlan a las
autoridades locales o las substituyen. A estos rasgos
corresponden una adhesión o una resignación por
parte de los súbditos. Esta modernización no rebasa
ciertos límites; a pesar de sus tendencias autoritarias y
centralizadoras, los Gobiernos han de tener en cuenta numerosos
particularismos y han de respetar, en la forma y a veces en el
fondo, las franquicias de
las colectividades urbanas o provinciales.
El absolutismo monarquico
La corriente favorable al absolutismo monárquico
es más facil de seguir, a pesar de la diversidad de sus
aspectos. Se trata, en primer lugar, de la aceptación
tradicional y, por así decirlo, natural de la autoridad
existente, de la obediencia enseñada desde hace siglos por
la Iglesia;
numerosos autores laicos y eclesiásticos repiten
incansablemente la necesidad de esa aceptación, ocupando
este tema un lugar predominante en la literatura política
inglesa de la primera mitad del siglo XVI.
Francia gozó después de la guerra de los
Cien Años de una mayor estabilidad política. La
monarquía tenía un prestigio casi místico,
el del rey taumaturgo, ungido de la Sainte Ampoule y que
cura las escrófulas. Sobre este fondo de creencias
populares, algunos panegiristas bordan, en provecho de grupos
sociales más restringidos, variaciones de alcance
principalmente literario: simbología de las flores de lis,
leyenda troyana destinada a exaltar la línea real y que
será más tarde ilustrada laboriosamente por la
Franciade de Ronsard. Cabe considerarlas como una
trasposición, en otros registros, del
pensamiento de
los doctores y licenciados in utroque iure que pulen a
placer definiciones y comentarios sobre el poder real, sin gran
originalidad por lo demás, ya que todos beben en las
mismas fuentes
clásicas del derecho romano
(cuyas sentencias la Edad Media no
ha bía ignorado), incluso cuando concuerdan poco con la
realidad política del momento. El rey es emperador en su
reino; aunque esta frase también se utiliza en Inglaterra,
en Francia, donde la tradición de los legistas posee mucho
vigor, se la acompaña con desarrollo de
mayor profundidad.
Factores decisivos
Los inicios de la Edad Moderna
coinciden con la creciente consolidación de los Estados
nacionales. La poliarquía medieval resulta paulatinamente
reemplazada por comunidades centralizadas en las que los interses
nacionales prevalecen sobre las particularidades
locales.
El Rey ya no es un primus inter pares. Se
presenta ahora como cabeza de un estdo nacional con
límites territoriales cada vez más precisos. Surge
la noción jurídica de "frontera", desaparecen los
llamados "espacios vacios" y comienza a desarrollarse una
verdadera cartografía terrestre.
Las casas reinantes comienzan a requerir un
número creciente de colaboradores que integran las
primeras burocracias estatales. En el siglo XV los estados
italianos crean, con carácter estble, la
diplomacia. A partir del siglo XVI las monarquías
europeas establecen embajadas estables que frecuentemente son
asignadas a la alta nobleza.
Este proceso de
centralización se cumple bajo el signo del
absolutismo. El desconocimiento de la autoridad
religiosa del sucesor de Pedro, el Romano Pontífice, mueve
a reyes y príncipes a asumir atribuciones religiosas. Los
límites derivdos de la distinción entre lo que es
de Dios y lo que pertenece al César comienzan a esfumarse,
generando abusos y despotismo. Tales tendencias son manifiestas
en la primera etapa del protestantismo. Pero también en
monarquías católicas como las de Francia y
España aparecen corrientes que llevan en embrión
desviaciones cesaropapistas. El Concordarto de Bolonia (1516)
otorga a los reyes de Francia el derecho de "presentación"
de obispos y abades. Y en España los Reyes
Católicos y luego Carlos V obtienen el reconocimiento del
Real Patronato.
El aumento del poder real -observa Vázquez de
Prada-, que venía a significar mayor eficacia del
Estado, se
hizo a costa de la nobleza. Sus miembros, al disminuir sus
prerrogativas locales, optaron frecuentemente por incorporarse a
los cargos y oficios reales de la Corte. En los cargos
administrativos fueron designados a menudo hombres egresados de
las universidades que pertenecían a los estratos
burgueses. El pueblo llano, por su parte, no opuso dificultades
al avance de la autoridad
real, y poco a poco los monarcas quedaron como árbitros
entre los distintos cuerpos sociales.
Otros factores contribuyen a consolidar el poder
absoluto de los reyes: el comercio
internacional, la expansión de las monarquías
europeas hacia América, Africa y Asia y las nuevas
técnicas de guerra,
fundadas en el empleo de la
pólvora que torna vulnerables a las hasta entonces
inexpugnables castillos de los señores feudales. Pero de
mayor importancia son los factores ideológicos: la
obediencia pasiva predicada por algunos reformadores, el
amoralismo de los discípulos de Maquiavelo y las
doctrinas francesas que tienden a afirmar el poder real para
superar las divisisones derivadas de las
guerras de
religión. Por lo demás, desde los siglos XIV y XV,
se incubaba un ruptura de la síntesis elaborada por
Alberto Magno, Tomás de Aquino y sus discípulos.
Las últimas fases de la filosofía del
Medioevo
-apunta Bidart Campos- habían disociado
dos ámbitos que hasta entonces estaban
íntimamente vinculados: el de la filosofía y el de
la teología, la razón de la fe, la naturaleza y la
gracia. En lo específicamente político esa
ruptura impulsará a prescindir de los límites
éticos que deben observar gobernantes y gobernados,
estableciéndose de esta forma las bases de los
totalitarismos contemporáneos.
Protagonistas
Claude de Seyssel y la monarquía
moderada
Esta realidad se percibe muy bien en La Grand´
Monarchie de France (1519), obra en la que Claude de Seyssel
expresa su preferencias por una monarquía moderada.
Seyssel (1450-1520), que escribe en su retiro tras una brillante
carrera administrativa, diplomática y episcopal al
servicio de
Francia – y especialmente de Luis XII -, no es en absoluto un
teórico abstracto. Sin disimular los incovenientes que en
principio puede comportar la monarquía, cree que el
régimen al que ha servido, tal y como él lo
describe, es el mejor posible: mezcla de monarquía,
aristocracia y democracia. El
poder real está "refrenado por tres frenos": las obligaciones
de conciencia del
rey y el carácter cristiano de la monarquía, los
Paralmentos y "las buenas leyes y
ordenanzas y costumbres que están establecidas de tal
manera que casi no pueden romperse ni aniquilarse". Su
análisis de la constitución consuetudinaria del
reino – que considera como ideal -, es significativa po sus
mismas ambigüedades. No proporciona una delimitación
precisa, ni de los poderes del rey, ni de los derechos de los Parlamentos
(practicamente no se plantea el tema de los Estados Generales).
El rey no puede cambiar la Ley
Sálica; por consiguiente, tiene conciencia de las
leyes
fundamentales del reino, pero éstas no son definidas.
Seyssel, aunque rechaza el término de absolutismo (para
él , equivalente al de tiranía), sólo erige,
sin embargo, frente a la voluntad real, obstáculos "que se
pueden doblegar".
Seyssel defiende una concepción
aristocrática y tradicional, contradicha y sobrepasada muy
ponto por las teorías absolutistas de los legistas si se
toman las fórmulas al pie de la letra.
La diferencia entre la monarquía moderada y la
monarquía absoluta, considerable en el terreno conceptual,
se reduce en la práctica.
Si los frenos elogiados por Seyssel pierden su eficacia la
responsabilidad del hecho no incumbe a la
difusión de esquemas jurídicos absolutistas.
Eminentes jurisconsultos sostienen todavía, hacia la mitad
del siglo, que el poder real es "más moderado que
absoluto".
Lo importante es que la balanza de las fuerzas se
inclina del lado de la autoridad
real. Las doctrinas se modelan, con entusiasmo o con reticencias,
en esa dirección. Sin embargo, donde el fenómeno
encuentra una expresión intelectual más notable y
original es en Italia.
Maquiavelo, Nicolás
La experiencia de la vida pública de la Florencia
renacentista permitió a Nicolás Maquiavelo
desarrollar un teoría política realista y
pragmática cuya característica más destacada
fue la separación de la moral de
los individuos y la del estado.
Nicolás Maquiavelo,
nombre castellanizado de Niccoló Machiavelli, nació
en Florencia, Italia, el 3 de
mayo de 1469. Es poco lo que se conoce acerca de los primeros
años de su vida. Parece que recibió una aceptable
formación humanística, si bien no llegó a
aprender el griego, uno de los elementos fundamentales de la
educación de la época. En 1498, tras los cambios
sobrevenidos em Florencia después de la ejecución
de Savonarola, el monje que intentó imponer
ascéticas formas de
gobierno y religión, Maquiavelo fue
promovido a un importante puesto, jefe de la segunda
cancillería, a la temprana edad de 29 años.
Inicialmente su función estaba referida a los asuntos
internos de la república, pero después fue nombrado
secretario del consejo ejecutivo de la ciudad (los Diez). La
primera misión importante de Maquiavelo fue la
llevada a cabo el año 1500 ante la corte de Francia. A su
vuelta desempeño otras tareas
diplomáticas.
Testigo de las duras acciones
llevadas a cabo por César Borgia contra sus enemigos de la
ciudad de Sinigaglia, se convirtió en admirador y amigo de
aquél, creyendo que sus cualidades serían la
solución para porner fin al desorden reinante en los
estados italianos. Muerto el papa Alejandro VI, padre de
César Borgia, ymuy poco después su sucesor, fue
elegido Julio II, implacable enemigo de la familia Borgia.
Entonces se produjo la caída de éste, y Maquiavelo,
su antiguo admirador, celebró su
prisión.
Elegido Piero Soderini gonfalonier (primer
magistrado) de Florencia, Maquiavelo se convirtió en su
mano derecha, inspirando la creación de una milicia y la
división del territorio en distritos, bajo su propia
supervisión.
Las luchas de Florencia contra los estados vecinos
llegaron a su momento más crítico cuando la Santa
Liga, dirigida por el papa, marchó sobre la
república. Soderini fue sustituido y Maquiavelo
perdió supuesto. En 1513, acusado de conspiración,
fue encarcelado y sometido a tormento. Libre poco después,
pero reducido a la pobreza,
Maquiavelo se retiró con su familia a una
pequeña propiedad
cercana a la ciudad. Fue allí donde escribió su
obra más famosa, Il principe (1513), dirigida a
"liberar a Italia de manos
de los bárbaros", en la que expuso su teoría
política. Según Maquiavelo, el príncipe
ideal debía establecer un poder absoluto
capaz de acabar con la corrupción política y las
disensiones internas del estado, y para
ello recomendaba todos los medios,
incluso la mentira y la violencia. En
la práctica política posterior, el maquiavelismo se
asoció a la falta de todo principio moral en la
actuación del estado. Se ha
dicho que uno de los modelos que
pudo considerar Maquiavelo para conformar su teoría,
aparte del ya citado César Borgia, fue el rey
españor Fernando el Católico.
Maquievelo murió en Florencia el 21 de junio de
1527. Además de sus obras políticas, fue autor de
una notable comedia titulada La mandragola (1524; La
mandrágora).
Un Patriota Italiano.-
Las ideas de Maquiavelo han suscitado, desde el siglo
XVI hasta nuestros días.
Maquiavelo, patriota italiano, no deja de envidiar la
solidez de los Estados nacionales como Francia o España, a
pesar de que descubre en ellos barbarie feudal. Pero en la
Italia
anárquica, que soporta el peso de sus divisiones,
agravadas por la nefasta presencia de la Santa Sede y las
intervenciones extranjeras, el problema político se
muestra, por
el contrario de difícil solución.
Para elevarse el príncipe deberá ser "un
hombre
hábil o bien protegido por la fortuna".
Elegirá con cuidado a sus consejeros y
evitará el cederles la menor parcela de autoridad; se
dedicará tan sólo a defender y extender su poder
por todos los medios,
incluso el crimen si es necesario: "Vale más ser temido
que ser amado".
Pero el príncipe debe cuidar su
reputación; su fortaleza mayor es la adhesión de su
pueblo. La hipocresía se convierte para el príncipe
en un deber. Si logra conservar su vida y su Estado, "todos
los medios que haya aplicado serán juzgados
honorables".
Al proponer como modelo a
César Borgia, Maquiavelo permanece dentro de la
lógica de su concepción, pero subraya
involuntariamente la fragilidad de sus aforismos. Exagera, sin
duda, la grandeza de propósitos que atribuye al hijo del
papa Alejandro VI; por otra parte, el papel que
concede en la Historia a la fortuna le
sirve de explicación un poco fácil del fracaso
final, rápido y total de su héroe.
Un Admirador de la República
Romana.-
Disipada esta quimera, Maquiavelo vuelve a sus
reflexiones de republicano fiorentino, en los márgenes de
Tito Livio. Sigue a Aristóteles, y, sobre todo, a Polibio.
"El príncipe, los grandes y el pueblo gobiernan
conjuntamente el Estado".
Insiste en la importancia del pacto constitucional, pero apenas
trata de los derechos de los ciudadanos
aunque sí lo suficiente como para condenar a César:
la Roma que
exlata es la Roma republicana.
El régimen civil, según Maquiavelo, es incompatible
con la existencia de una nobleza feudal. Toda su teoría
republicana, de inspiración romana, apenas puede
encontrar, por consiguiente, campo de aplicación en un
momento en el que el municipio y la república urbana libre
agonizan en Italia.
Secularización y exaltación del
Estado.-
Aunque la idea del Estado ocupa el centro de su pensamiento no
llega a formular su teoría. El Estado, para él, es
un dato, un ser al que no pretende explicar como filósofo.
Tampoco siente Maquiavelo la necesidad de legitimar la
subordinación del individuo al Estado. Su República
tiene exigencias tan autoritarias como la tiranía del
príncipe. La política es un arte
racional.
Maquiavelo detesta y desprecia el gobierno de los
sacerdotes, y es también adversario del poder temporal de
la Santa Sede. No contento con laicizar el Estado,
querría subordinarle por completo la religión, a la
que concibe como instrumento de poder y elemento de
cohesión social. El fondo mismo de su pensamiento
político conduce a Maquiavelo a una posición,
más que antirreligiosa, anticristiana.
Esta secularización y exaltación del
Estado acarrean numerosas consecuencias: hostilidad contra el
Imperio y contra todo lo que puede recordar el universalismo
cristiano; desconfianza y desprecio hacia las aristocracias
nobiliarias de origen feudal; concepción particularmente
"realista" de las relaciones entre los Estados.
El Estado tiene como tendencia natural a extenderse. En
estas condiciones se comprende la importancia primordial de la
organización militar dentro de un Estado.
El lugar de Maquiavelo en el pensamiento
político de su tiempo.-
"Hay que agradecer a Maquiavelo y a los escritores de
este género – escribió Francis Bacon – el que digan
abiertamente y sin disimulo lo que los hombres acostumbran a
hacer, no lo que deben hacer".
Maquiavelo expulsa de la política toda
metafísica y corta de una manera radical, el
vínculo entre la ciudad de Dios y la ciudad de los
hombres.
Lutero, Martín
Como iniciador de la Reforma religiosa del siglo XVI y
por tanto del protestantismo, Martín Lutero es una de las
figuras clave de la civilización occidental y de la
cristiandad.
Nació Lutero – cuyo nombre en alemás era
Martin Luther – el 10 de noviembre de 1483 en Eislebe,
Sajonia-Turingia, Alemania, hijo
de un minero que prosperó y llegó a ser consejero
en la pequeña ciudad de Mansfeld. Lutero creció en
ésta en un ambiente
piadoso y de estricta disciplina.
Tras estudiar en Magdeburgo y Eisenach ingresó en la
Universidad de
Erfurt, donde se graduó como bachiller en artes en 1505.
Decidió entonces seguir la vida religiosa y
solicitó su admisión en los agustinos de
Erfurt.
Este carece de experiencia personal de los
problemas
políticos, los descubre a través del Evangelio y de
San Pablo, en un perspectiva puramente religiosa. En los
años de su "conversión" – es decir, antes del
asunto de las indulgencias (1517) – plantea dos temas que
seguirán siendo fundamentales a lo largo de toda su
predicación: el carácter divino de toda
autoridad establecida y la separación radical entre la Fe
y la Ley. Lleva hasta el último extremo el precepto
cristiano, más matizado en otros doctores, que ordena una
sumisión incondicional a la autoridad, debido a que
ésta tiene un origen y una misión divinas. Pero la
ciudad de Dios no puede realizarse en la Tierra: "El
mundo de la ley es, por
completo, el mundo del pecado". Las consecuencias
políticas de este corte total entre lo temporal y lo
espiritual no son sencillas, ya que cada hombre se
encuentra comprometido a la vez en ambos órdenes en el de
la sujeción y en el de la libertad.
Lutero decidió poner por escrito sus opiniones y
redactó en 1520 tres célebres tratados que
supusieron la base del luteranismo y el inicio de la Reforma. En
ellas afirmaba la salvación del hombre
sólo por la fe.
En 1521 fue excomulgado.
En 1525 contrae matrimonio.
En la segunda dieta de Speyer, en 1529, se aprobó
un decreto por el que los estados católicos actuaban
duramente contra Lutero y sus seguidores; éstos elevaron
una protesta, y surgió así la denominación
de protestantes.
Extendido el protestantismo, pronto comenzaron a hacerse
notar diferencias entre sus seguidores.
Lutero falleció en su ciudad natal, Eisleben, el
8 de febrero de 1546. Tras su muerte se
agudizaron las disensiones no sólo entre las iglesias
protestantes sino en el seno del propio luteranismo, pero su
figura permaneció siempre como la del gran inspirador de
la Reforma.
Calvino, Juan
Entre los grandes del naciente protestantismo del siglo
XVI, Juan Calvino descolló por sus singulares dotes pata
la organización política y eclesiástica, y
su influencia fue decisiva para la difusión de la nueva fe
en Europa, el norte
de América y otras regiones del mundo.
Calvino, cuyo nombre francés era Jean Cauvin o
Calvin, nació en Noyon, localidad de la Picardía,
en el norte de Francia, el 10 de julio de 1509. Hijo del
secretario del obispado de su ciudad natal cursó estudios
de humanidades en famosos colegios parisienses y más tarde
leyes en las
universidades de Orleans y Brujas, donde tuvo como maestros a
importantes pensadores de la época. En 1532, Calvino
evidenció sus sólidos conocimientos de latín
e historia con su edición del tratado de Sénea
De clementia (Sobre la clemencia).
Poco después de publicar esta obra, Calvino se
convirtió al protestantismo, pero cuando el grupo de
teólogos reformadores al que pertenecía fue
ilegalizado en Francia, abandonó París. A principios de
1535 se instaló en Basilea, Suiza, allí
apareció al año siguiente su obra fundamental,
Christianae religionis institutio (Instituciones de la
religión cristiana). Se trataba de un brillante
resumen de las doctrinas protestantes, donde, entre otras cosas,
postulaba la predestinación de los elegidos, rechazaba los
sacramentos tal como los entendía el catolicismo y
esbozaba un nuevo esquema de organización para la nueva
forma del cristianismo.
Con esta obra, traducida al francés en 1541, Calvino se
convirtió en uno de los principales teólogos
protestantes.
Todavía en 1536, tras un breve viaje a Italia –
donde mostró su talento político para atraer el
apoyo de los poderosos hacia el protestantismo -, al pasar por
Ginebra fue invitado a permanecer en ella. Calvino
permaneció allí dos años, pero
elaboró un código litúrgico y moral tan
severo que fue expulsado por el consejo ginebrino.
Desde 1538 hasta 1541 residió en Estrsburgo,
donde creó una nueva liturgia y asentó nuevas
instituciones
parroquiales, al tiempo que
dirigía personalmente una congregación.
Conoció a importantes teólogos luteranos como
Melanchton y Martín Lutero.
No menos hostil que Lutero respecto a los
"fantásticos" que pretenden liberar al cristiano del orden
político tradicional, Calvino tiene el mérito de
oponerles una construcción más racional y, por
ello, más universalmente eficaz que la
Obrigkeitstaat luterana.
Durante los años siguientes, tras eliminar a
todos sus opositores – sin dudar en ejecutarlos cuando lo
considera preciso -.
A partir de 1550 se dedicó sobre todo a apoyar a
otros grupos
protestantes afines a sus tesis y a
proporcionar coherencia a su doctrina.
Juan Calvino murió en Ginebra el 27 de mayo de
1564, lo que no impidió la continua expansión de
las iglesias reformadas.
Bodin, Jean
Nace en Angers en 1530. Su vida está cargada de
extraños matices. En un siglo en el que la posición
religiosa tiene implicancias políticas, no resulta
nítida su militancia confesional. Algunos le atribuyen
ascendencia israelita. Habría profesado como carmelita,
siendo después eximido de sus votos por haberlos formulado
a edad muy temprana. Se cuestionó, también, su
catolicismo, y se le consideró un hugonote disimulado. Lo
cierto es que Bodin fue un jurista que integró el
núcleo de los políticos, liderados por el
Canciller Michel L´ Hopital. Ante las sangrientas guerras
de religión, que amenezaban con destruir el reino de
Francia, este grupo
auspició una política de tolerancia
procurando afirmar la autoridad real por encima de las
discrepancias confesionales.
La filosofía política de Bodin
-afirma George H. Sabine- es una mezcla singular de cosas
viejas y nuevas… una amalgama de superstición, racionalismo,
misticismo, utilitarismo y tradicionalismo. Para Marcel
Prelot, empero, es un autor original. Considera que es
difícil situarlo porque no siendo maquiavélico,
aristotélico, tomista o utópico, sus teorías
tienen, sin embargo, un poco de estas corrientes de
pensamiento.
Hobbes, Thomas
Jean Bodin es la gran fgura del absolutismo en el
siglo XVI. En el siglo XVII es Thomas Hobbes quien
lleva dicha corriente de pensamiento hasta sus últimas
consecuencias.
La defensa realizada por Thomas Hobbers de la
monarquía autoritaria en su célebre
Leviathan basada en sus concepciones acerca de la naturaleza humana
que hicieron de él el primer gran empirista
británico.
Hobbes nació en Westport (actual Malmesbury),
Wilshire, Inglaterra, el 5 de abril de 1588. Era hijo de un
vicario y, tras estudiar en Oxford, fue designado preceptor del
hijo de Lord Cavenedish, segundo conde de Devonshire, a
quien acompañó en su viaje por Francia e Italia.
Posteriormente, siempre como tutor, pasó largas temporadas
en Europa
continental y conoció personalmente a Galileo, que
ejercería gran influencia en su obra. En 1629 vuelve a
París donde estudia las ciencias de la
naturaleza y
las matemáticas. Hacia 1637, encontrándose ya en
Inglaterra concibe la idea de exponer sus doctrinas a
través de un triple tratado que sintetice sus
teorías filosóficas y políticas. Hobbes
redactó The Elements of Law, Natural and Politic
(Elementos de la ley natural y
política), obra que circulaba ya en manuscrito en
1640. En ella postulaba un filosofía natural basada en un
materialismo
mecanicista, según el cual los únicos objetos de la
filosofía, que ha de seguir el método
geométrico, son la materia y el
movimiento,
cuyas combinaciones matemáticas originan todas las cosas.
La conciencia no
sería sino el movimiento
nervioso, y la política el estudio de los contactos entre
los cuerpos nerviosos, es decir, los hombres. Sobre estas bases
sentaría su defensa el absolutismo
monárquico.
Por lo que respecta a la teología, Hobbes la
excluía del campo de la filosofía, pues aun cuando
consideraba que las leyes naturales respondían a los
mandatos divinos, nada era posible conocer racionalmente acerca
de Dios.
La vida de Hobbes fue
sacudida por los acontecimientos políticos ocurridos en
Inglaterra a lo largo del siglo XVII. Partidario de los Estuardo,
se refugia en Francia cuando en 1640 Carlos I convoca el
Parlamento Largo. En 1650 se publican dos fragmentos de su
autoría bajo los títulos Human Nature y
De Corpore Politico. Su obra más conocida,
Leviathan, or the Matter, Form and Power of a Commonwealth,
Ecclesiastical and Civil (1651; Leviatán, o la
materia, la
forma y el poder de un estado eclesiástico y civil).
Sus ideas disgustaron a los partidarios de la corriente
absolutista de derecho divino. Según Hobbes, la
primera ley natural del hombre es la
autoconservación, que lo induce a imponerse sobre los
demás: "El hombre es
un lobo para el hombre".
Para construir una sociedad, todo
ser humano ha de renunciar a parte de sus deseos y establecer un
"contrato social",
cuyo garante es la soberanía. Para que ésta sea
efectiva ha de recaer en un sola persona, y de
ahí la conveniencia de la monarquía
absoluta. Es de hacer notar, de cualquier forma, que, a
diferencia de autores anteriores, para Hobbes la soberanía
del rey no residía en el derecho divino, sino en el
mantenimiento
del contrato que le
había dado tal soberanía.
En 1651 Hobbes regresó a Inglaterra y
publicó De corpore (1655) y De homine
(1658), que ampliaban sus teorías físicas y
psicológicas, Tras la restauración de 1660
gozó del favor real, pero ante las acusaciones de
ateísmo lanzadas sobre él por los estamentos
eclesiásticos preferió no intervenir en la vida
pública.
En Hobbes prevalece un absolutismo diferente. Jacques
Chevalier señala que se obra inspira en concepciones
mecanicistas y en ideas sensualistas, materialistas y
utilitaristas. Ello motivó que en los últimos
años de su vida, a partir de la restauración de los
Estuardo, se viera envuelto en interminables polémicas,
especialmente con el Canciller Hyde, conde de Clarendon, y con
los obispos anglicanos, que lo acusaban de ateísmo,
herejía y blasfemia.
Thomas Hobbes murió a los 91 años en
Hardwich Hall, Derbyshire, el 4 de diciembre de 1679. Su
influencia sobre el empirismo fue
grande y, curiosamente, sus tesis sobre el
contrato social
serían reinterpretadas por pensadores como Jean-Jacques
Rousseau para
desacreditar las concepciones monárquicas que el pensador
británcio quiso defender.
Bossuet
Nace Jacques-Bénigne Bossuet en Dijón, el
27 de septiembre de 1627. Canónigo de Metz, Obispo de
Condon y después de Meaux, preceptor de Delfín,
célebre orador y apologista, Bosseut es una de las figuras
más importantes del largo reinado de Luis XIV. Polemiza
con protestantes, jansenistas y quietistas. Se inclina en la
polémica entre el Rey de Francia y el papa Inocencio XI
hacia el galicanismo.
Bossuet, además, sostiene la heterodoxa
teoría según la cual el concilio general tiene
supremacía con relación al Papa. En la referida
Declaración se sostiene que "la Santa Sede
Apostólica debe respetar las reglas, las costumbres y las
constituciones concedidas al reino y a la Iglesia
galicana" (francesa).
A diferencia de Hobbes, su punto de partida es
aristotélico. En el Libro Primero
de La Política sostiene como el estagirita que
el hombre
está hecho para vivir en sociedad. Su punto de
llegada, empero, será absolutista, como el del
autor del Leviathan. Pero el absolutismo del preceptor del
Delfín presenta características
distintas.
Aun cuando teóricamente considera aceptables
todas las formas de
gobierno establecidas, se inclina Bossuet claramente por la
monarquía. Para él la monarquía es
sagrada. Bossuet afirma efáticamente que la
monarquía es absoluta. Frente al Rey, aunque sea un
gobernante injusto o pagano, los súbditos deben obedecer.
No hay en Bossuet lugar para la jus resistendi de los
escolásticos. Sólo podría desobedecerse al
Príncipe cuando este ordenara algo contra Dios.
A pesar de su absolutismo, Bossuet no auspicia en modo
alguno el ejercicio de un gobierno
arbitrario. El príncipe debe sujetarse a los
mandatos de la justicia, la
equidad y el derecho
natural. Pero esta sumisión a tales ordenamientos
heterónomos no supone que quede sujeto a ninguna potestad
humana.
Bossuet propone una monarquía paternal
cuyo titular actúe limitado y condicionado por el
único "contrapeso verdadero del poder": el temor de
Dios.
Para Bossuet como para Hobbes -comenta Jean Touchard-.
la última palabra de la política es la
sumisión al poder; pero llegan a esta conclusión
común por caminos opuestos: individualismo laico y
utilitarismo en Hobbes, respeto por la
tradición y abandono a la Providencia en Bossuet. El
absolutismo de Hobbes y el de Bossuet son, por consiguiente,
diferentes.
Bossuet piensa en un rey absoluto, pero embebido del
espíritu cristiano de justicia y de
rectitud. Lo equivocado radica en suponer que el monarca
absoluto es el que mejor puede llevar a cabo un gobierno
justo".
EL ESTADO
Para referirse al Estado Bodin utiliza el vocablo
República. La define como recto gobierno de
varias familias y de lo que les es común, con potestad
soberana.
Otro aspecto importante es la afirmación de que
las familias y lo que les es común (los
patrimonios) son anteriores al Estado. En su extensa obra Bodin
refuta el utopismo colectivista, y toda forma de comunismo, y se
empeña en preservar a la familia y
al derecho de propiedad de
cualquier desborde autoritario. Este enfoque sugiere desde el
comienzo la serie de graves contradicciones que encierran su
pensamiento. En efecto, no obstante tratarse de un precursor y un
propulsor del absolutismo monárquico,
plantea desde las primeas páginas de su libro
limitaciones que no se condicen con esa visión del poder
político.
Sin perjuicio de señalar la confusión que
se advierte entre Estado y gobierno, la definición de
Bodin suscita varios comentarios. En primer lugar, destacamos que
Bodin se refiere en su tratado a las Repúblicas
rectamente gobernadas. Se aparta así del plano de
los hechos, por el que se inclinaba Maquiavelo, para referirse
exclusivamente a formas de Estados
legítimas.
La soberanía
Los textos referidos a la potestad soberana que debiera
regir en toda República son los que reflejan con mayor
claridad la tendencia absolutista de Bodin.
Define a la soberanía como summa in
cives ac subditos legibusque soluta potestas (poder supremo
sobre los ciudadanos y súbditos, no sometido a leyes). En
la versión francesa la soberanía aparece definida
como puissance absolue et perpetuélle d´ une
république (potestad absoluta y perpetua de una
república).
Pero no todo aquel que ejerce poder es titular de
soberanía. Sobre el punto Bodin es categórico: "Si
el pueblo otorga su poder a alguien de por vida, en calidad de
oficial, o teniente, o bien para descargarse solamente del
ejercicio de su autoridad; en ese caso no es en absoluto
soberano, sino simple oficial, o teniente, o regente, o
gobernador, o guardián y arrendatario de la
autoridad ajena". Pero "si el poder absoluto se le
entrega pura y simplemente, sin calidad de
magistrado, ni de comisario, ni de manera precaria, es por
completo evidente que ése es, y se puede llamar
monarca soberano: pues el pueblo se ha
desprendido y despojado de su poder soberano, para
investirlo: y en él, y sobre él se halla
transferido todo su poder, autoridad, prerrogativas y
soberanías". Esta últia posibilidad, que es la
auspiciada por Bodin para Francia, significa abandonar las
tesis
medievales según las cuales el príncipe es un
vicario de la comunidad para
optar por una donación irreversible que sirve de sustento
al poder absoluto.
Para que no queden dudas acerca de lo que debe
entenderse por poder absoluto, Bodin expresa: "El pueblo o
los señores de una República pueden otorgar
puramente y simplemente el poder soberano y perpetuo a alguien
para que disponga de los bienes, de las
personas, y de todo el estado a su antojo, y entregarlo
después a quien le plazca".
El absolutismo de Bodin se encuentra
definitivamente perfilado en otros textos en lo que expresa que
"el monarca queda separado del pueblo"; que "no tiene que rendir
cuentas sino a
Dios"; que "no puede prestar juramento sino a Dios"; que "el
punto principal de la majestad soberana y poder absoluto consiste
principalmente en dar leyes a los súbditos en general
sin si consentimiento", y que "la soberanía no
está limitada ni en poder, cargo ni tiempo
determinado".
Puesto que el pueblo se ha despojado y privado
absolutamente de su poder para transferirlo al soberano, e
investido con él, entonces el soberano ya no forma parte
del pueblo y del cuerpo político: "queda separado del
pueblo", ha sido convertido en un toto, un todo separado y
trascendente, que se encarna en su viviente persona soberana,
y merced a lo cual el otro todo, el todo inmanente del cuerpo
político, es gobernado desde arriba. Cuando Jean Bodin
dice que el príncipe soberano es la imagen de Dios,
esta frase debe interpretarse con la plenitud de su fuerza, e
implica que el soberano -sometido a Dios, pero que no tiene que
rendir cuentas sino a
El- trasciende el todo político lo mismo que Dios
trasciende el Cosmos.
Agrega Maritain que en la perpectiva de Bodin
soberanía implica el poder supremo separado y
trascendente -no en la cúspide (como en el Medioevo),
sino por encima de ella ("par dessus tous les sunjects")-
que gobierna desde arriba a todo el cuerpo
político. Por eso dicho poder es absoluto (ab-soluto, es
decir desligado, separado) y consiguientemente ilimitado, tanto
en la extensión como duración, y sin tener que
rendir cuentas a nadie
en la
tierra.
Los limites
A pesar de tan catgóricos textos, Bodin reconoce
en otros pasajes de su obra la existencia de
límites que deben ser rigurosamente observados por
quien ejerciere el poder doberano. Tal contraste pone de
manifiesto un contradicción derivada de las influencias
asimiladas por el autor de los seis libros de la
República. Max Adam Shepard considera que Bodin se
encuentra en la encrucijada entre la noción medieval del
príncipe sometido a la ley y la noción moderna
(absolutista) del príncipe liberado de cualquier ley sobre
la tierra. La
primera conduce al constitucionalismo de Locke y Montesquieu.
La segunda, a través de Hobbes, al totalitarismo. En Bodin
la coontradicción no aparece resuelta.
En el esquema de Bodin -afirma Prelot- no hay lugar para
el derecho de rebelión. Los súbditos
deben obedecer la ley incluso si ésta les parece
injusta.
Varios son los límites que marca Bodin.
Figuran entre ellos: -1- la ley divina; -2- la ley natural; -3-
los pactos celebrados con los súbditos; -4- las leyes
fundamentales del Reino. También el derecho de propiedad
constituye una importante limitación.
Las formas de gobierno
Bodin se manifiesta adverso a toda forma mixta de
gobierno.Se inclina por vincular las tres formas clásicas
con su concepto de
soberanía: "no hay más que tres Estados o
clases de República: la monarquía, la aristocracia
y la democracia.
El Estado de naturaleza
Hobbes toma como punto de su teoría
política la supuesta existencia de una etapa presocial en
la que el hombre es
un lobo para el hombre:
Homo hominis lupus.
El pesimismo antropológico de Hobbes, conforme
surge del texto
transcripto, es total. Considera que el hombre es
un ser intrínsecamente corrompido, un egoísta que
busca la satisfacción de sus impulsos sin sujeción
a ninguna norma trascendente. Observamos así un abandono
sin tapujos de la tradición medieval, de San
Agustín, Santo Tomás y la neoclásica. El
derecho natural, en la versión de Hobbes constituye
una verdadera adulteración. Derecho
natural: "la libertad que
cada hombre tiene que usar su propio poder como quiera, para la
conservación de su propia naturaleza".
Sobre la base de esa autonomía plena,
Hobbes estima que en el estado de
naturaleza "cada hombre tiene derecho a hacer cualquier cosa,
incluso en el cuerpo de los demás". Así queda
explicado, en el enfoque de este autor, el estado de guerra de
todos contra todos en el que se vive antes de constituir el
estado. "Todos los hombres tienen derecho a todas las cosas y,
por tanto, donde no hay Estado nada es injusto".
Origen del estado
Los hombres abandonan la vida presocial en busca de la
seguridad. El impulso que motiva al hombre al
tránsito hacia la vida comunitaria -según Hobbes-
es el cuidado de la propia conversación. Para
llegar a esa meta será menester constituir un "poder
visible" que "tenga a raya" a los hombres
sujetándolos mediante el "temor al
castigo".
A fin de preservar la seguridad individual los
hombres convienen en celebrar un contrato. Es éste
muy distinto al pacto de sujeción de la Edad Media.
Se trata ahora de un único convenio multilateral para
fundar el Estado y crear un Poder supremo.
"El acuerdo de los hombres es sólo por
contrato, es
artificial. Para lograr que su Acuerdo sea constante y duradero
se necesita un Poder Común capaz de librarlos del temor y
de dirigir sus actos en pro del Beneficio
Común".
"La úncia manera de erigir ese Poder
Común, para defenderlos de una invasión de
Extranjeros y de las injusticias de uno y otro, y por
consiguiente darles la seguridad
necesaria para que puedan alimentarse de su propia industria y de
los frutos de la tierra y
vivir contenyos, es confiriendo todo su poder y fuerza a un
Hombre, o a una Asamblea de hombres, que pueda reducir todas sus
Voluntades, por pluralidad de votos, en una sola Voluntad: lo
cual quiere decir, designar un Hombre o una Asamblea de hombres
para que encarne a sus personas; es una verdadera Unidad de todos
ellos en un sola Persona".
"Yo autorizo y cedo mi Derecho de gobernarme a este
Hombre, o a esta Asamblea de Hombres, con esta condición:
que tu le cedas también tu Derecho y que autorices todas
sus acciones de la
misma manera". Hecho esto, la Multitud, unida en una persona, se llama
República, en latín civitas. Así se
genera el gran LEVIATHAN, o mejor (para hablar con mayor
reverencia) el Dios Mortal al cual debemos, bajo el Dios
Inmortal, nuestra paz y defensa. En él consiste la Esencia
de la República; la cual es Una Persona que actúa
como una gran multitud, merced al Contrato natural
de todos ellos, con lo cual lo han convertido en el Autor, a fin
de que emplee la fuerza y los
medios de todos ellos, como juzgue pertinente para su Paz y
Defensa Comunes".
"Y esta Persona es llamado SOBERANO, y se dice de ella
que tiene PODER SOBERANO: y quienes son súbditos
suyos".
El Leviathan
El titular del poder soberano: el
Leviathan. Este ser tiene un poder absoluto. No hay en
este esquema para límites como los concebidos por
Bodin, El Estado, luego de constituido, pasa a ser la
úncia fuente de orden jurídico. Aquí nos
encontramos con el más radical positivismo
jurídico.
La doctrina de Hobbes contribuye a poner en relieve la
pendiente hacia el absolutismo promovida por los primeros
impulsores del protestantismo. La oposición de Hobbes al
Pontífice Romano es total, pero la potestad religiosa no
queda vacante, la asume el nuevo Leviathan.
Hobbes es un precursor del totalitarismo
contemporáneo. Diseña un sistema de ideas
que sirve de sustento al m completo absolutismo. No hay espacio
en su sistema para la
libertad
religiosa. Tampoco para la afirmación de otros derechos o libertades que
deriven de la ley natural. Sólo lo que aparezca
consagradi en la ley positiva tiene para Hobbes verdadero
imperio. Su enfoque es así marcadamente relativista. Es
menester ceñirse a lo que exprese el Leviathan. Los
derecho individuales, sólo tendrán vigencia en
tanto sean expresamente reconocidos en el ordenamiento positivo.
El Estado tiene una única obligación: preservar la
seguridad,
ejercer de modo efectivo la autoridad.
Jorge García Venturini, en su obra
Politea, coincide con Jacques Maritain al considerar que
"el dios mortal hobbesiano"es el antecedente directo del
estado totalitario hegeliano.
Conclusión
El absolutismo retorna a sus originarias concepciones
paganas. Reuniendo en una misma mano el cetro y la cruz,
confundiendo lo que corresponde al César y lo que
corresponde a Dios, se hace totalitario.
Bibliografia
Historia de las ideas políticas
Alberto Rodriguez Varela
A-Z editora
Enciclopedia Hispánica
Editorial Británica
Historia de las ideas Políticas
Jean Touchard
Colección de Ciencias
Sociales
Serie de Ciencia
Política
Editorial Tecnos