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Movimientos sociales: enfoque
clásico vs contemporáneo
El concepto de Movimiento Social data de 1850, haciendo
alusión al Movimiento Obrero. Este concepto se va a crear
con el fin de definir una movilización crítica con
la estructura de un proceso determinado en un momento
histórico. Vendría a ser la expresión de un
descontento que conlleva la activación de unas redes
sociales, con una composición de varias y diferentes
actores colectivos, cuyo objetivo va a ser incidir y participar
en la forma de estructuración de la sociedad. Podemos ver
en los movimientos una clara intención de incidir,
orientar y protagonizar los procesos de cambio social.
Muchos casos son ejemplos de acciones
sociales: en una obra de teatro la gente tiende a aplaudir,
reír, llorar, o taparse los ojos de miedo en el mismo
momento; o en un partido de fútbol gritar contra un
jugador, o aplaudir, al unísono. Estas conductas,
aún en una sociedad moderna, son conductas colectivas
reconocidas como conductas de masa (planteamiento
clásico). Se entiende como una manifestación
del miedo, pánico, de una fuga de la colectividad…
en el que se acentúa la acción "sin actores" como
una suma accidental de individuos (Le Bon y Tarde), para los que
los motivos que surgen de esa interacción son producto
de una "muchedumbre irracional". Es un enfoque muy ligado a
la teoría Freudiana del contagio de la desviación y
de la sugestión en donde se vislumbra la crisis o el
desorden del sistema social ante el conservadurismo de las
élites. Por otro lado, y dentro de este enfoque
clásico, encontramos el trabajo de Marx, que acuña
el término Clase social, en el que se fundamentan las
condiciones sociales que los actores tienen en común
"problemas de clase" (trabajadores de una mina para mejorar su
economía), o en palabras más conservadoras "auto
interés" (como el de unos pequeños agricultores
preocupados por el control del único precio de
compra).
Tenemos así que el enfoque psicosocial
clásico hace foco en lo colectivo y lo irracional,
designando a la masa como un conjunto indiferenciado e
irracional movido por un comportamiento de adhesión y
sugestión, que es incapaz de realizar un
análisis coherente.
Por su parte, las Teorías del Comportamiento
Colectivo (Escuela de Chicago) se ven influidas por la
posición clásica. Desde la perspectiva
macroestructural de Smelser, con la introducción de la
Creencia Generalizada como equivalente de identidad colectiva,
pasando por Kornhausser, Teoría Sociedad de las masas
–la masa como suma de individuos alienados-; Gurr,
Teoría Privación relativa –profundiza en los
procesos psicosociales entre contexto
histórico y la percepción del contexto,
expectativas no satisfechas.
Todas ellas nos hablan de una desadaptación
del orden instituido.
La visión clásica es, pues, que existe
un sin número de personas sin criterio racional,
comportándose de forma atávica y unidos de
forma libidinal1, donde se observa al grupo formado desde
sólo el comportamiento y en un período
histórico centrado en la nueva industrialización,
donde las ciudades crecen sin medida, necesitada de mano de obra,
en la que el nuevo proletariado desconoce la cultura ciudadana y
no existe integración social, donde no existe una
estructura institucional que estructure porque lo que se busca
es, desde una ideología que enfatiza la riqueza, el
progreso económico ininterrumpido y… por supuesto
privado.
Sin embargo, en los años 60 se comprueba
cómo la definición de movimiento social, hasta
ahora existente, no tiene cabida, algo ha cambiado y la respuesta
puede ser, tal y como dice Milton Friedman2, que el mercado
constituye la superioridad política sobre cualquier otra
forma de organización de la sociedad.
Ante ello, nuevas movimientos, de estudiantes,
pro-civiles, se crean y mantienen, se estructuran y
racionalizan su discurso. Tilly muestra cómo las
transformaciones económicas y la construcción del
Estado, entre otras, producen un cambio en la cultura y en el
proceso colectivo, haciendo que emerjan nuevos tipos de
movilizaciones y organizaciones.
Lo que fue el pánico colectivo, las algaradas y
alzamientos dejan paso a grupos comunales, a resistencia hacia el
mercantilismo, a acciones solidarias,… todas ellas
proactivas y racionales (siguiendo a McCarthy3) que buscan
reafirmarse ante el poder para cambiar la situación social
existente.
Son protestas organizadas, tejidas, que enfatizan la
disponibilidad de recursos (dinero, experiencia profesional,
reclutamiento…) mediatizadas en la medida en que se
orientan hacia el éxito y, por tanto, necesitadas de los
medios de comunicación que ejercen influencia sobre la
definición actual de la situación y sobre el
"interés colectivo". Es aquí cuando se crean los
héroes -¿movimientos sociales y los
antihéroes -¿las instituciones, para que
la audiencia entienda, más bien sienta y enjuicie en el
relato periodístico con facilidad, la injusticia ocurrida,
tal y como definiría Hunt y la Teoría de los marcos
cognitivos.
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