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Experiencia laboral, flexibilidad e identidad (página 2)




Enviado por Rosa Vera Garcia



Partes: 1, 2

La conducta humana se puede entender desde tres
perspectivas: personal, interpersonal y social y las tres se
interrelacionan en la explicación de la misma. La sociedad
es una construcción de los individuos y las relaciones que
mantienen entre sí. A lo largo del desarrollo de la
disciplina, han existido diferentes paradigmas teóricos,
en muchas ocasiones enfrentados.

Los autores clásicos contemplaron abiertamente a
la organización como un punto de partida para la
interpretación y explicación de la sociedad como un
todo articulado.

Weber tuvo, entre otros objetivos, el estudio del
poder y la orientación de la racionalidad que lo nutre; en
sus textos, la organización fue un punto fundamental para
articular ambos niveles de análisis, y conjuntamente con
su enfoque interpretativo logró focalizar a la
acción social y a las motivaciones que incitan a los
individuos a ejecutarla. Por otro lado, Marx vio a la
organización como el nicho propicio para el desarrollo del
proceso productivo, y para la articulación de las
relaciones de subordinación y subsunción al
interior de la misma.

Los planteamientos clásicos son necesarios para
analizar los nuevos rumbos de esta formación social hasta
la organización flexible de las empresas, que ha dado pie
a una expansión global del capitalismo. Aportan elementos
para el análisis histórico al rastrear la
dinámica de las organizaciones en el tiempo en que ellos
vivieron y al compararla con las actuales tendencias, y para la
utilización de principios
teórico/epistemológicos que nos permitan construir
conocimientos sobre la intergénesis de la
organización con el todo social.

Partir del estudio de la organización como
proceso sustantivo de la realidad social nos acerca a esta
posibilidad tan necesaria en momentos en que el dogmatismo, el
empirismo, el inmediatismo y el cortoplacismo en el
análisis se aceleran con intensidad.

La dinámica social se ha reconfigurado por
efecto de la "globalización
", entendiéndose
como resultante de la confluencia de factores estructurales y
coyunturales económicos de mercado de las naciones
desarrolladas. Se constituye una estrategia fundamentada en una
lógica del mercado que ha logrado permear los diferentes
sectores de la vida económica, política, social y
cultural.

Se producen profundas inequidades, en los diferentes
órdenes del complejo y cambiante ordenamiento mundial,
expresándose en las relaciones que se establecen sobre el
telón de fondo de la estructura social, con expresiones y
matices en múltiples niveles (desde la
macro-economía y la macro-política hasta las
más pequeñas e inmediatas estructuras sociales en
las que tienen lugar las vivencias cotidianas de los
sujetos).

La sociedad entera está cambiando, la ciencia y
la tecnología se están desarrollando
vertiginosamente, lo que es novedad hoy mañana es
obsoleto
, las fronteras culturales se desdibujan por efectos
de los medios de comunicación y los límites entre
las profesiones sociales se hacen cada vez más ambiguos.
El entorno de las empresas en el siglo XXI, es cada día
más complejo, entre otros: aumento de la incertidumbre
debido al agotamiento de los recursos naturales, la crisis del
petróleo, la deuda externa y las crisis bursátiles.
Protagonismo de la competencia por lo intangible. Incremento en
la velocidad del cambio tecnológico. En este entorno, es
muy importante la capacidad para asimilar, adaptar, mejorar y
desarrollar las nuevas tecnologías.

Así, en este marco, se plantea la necesidad de
comprensión holística de los fenómenos
humanos y las vivencias de los actores sociales. En las
condiciones actuales de desarrollo es indispensable un
re-examen de la identidad de los trabajadores. Pero,
¿a qué nos referimos cuando hablamos de
identidad?

De forma simple, podemos decir que la identidad es
aquello que, independientemente del campo de acción, del
nivel de intervención y del contexto en el que se ubique,
le permite reconocerse a sí mismo como individuo, como
integrante de la sociedad, como trabajador…

Ante este escenario, en el que se da una
confusión de sentimientos y emociones, en una
sociedad rápida y cambiante, y parafraseando a Sennett,
¿Cómo decidimos lo que es de valor duradero
entre nosotros? ¿Cómo perseguir metas a largo plazo
en una economía entregada al corto? ¿Cómo
sostener la lealtad y compromiso en instituciones en
contínua desintegración o
reorganización?

El nuevo orden exige una continua
reinvención
y búsqueda de beneficios
inmediatos.

Esta aceleración del sistema puede llevar a un
aislamiento de los individuos y un camino sin
referencias.

Richard Sennett, en su libro "La corrosión del
carácter" enumera una serie de ejemplos muy
representativos de la realidad de los trabajadores de nuestra
era. Valga el siguiente como ejemplo: "Los empleados de una
panadería están de brazos cruzados. Ellos operan
una computadora para fabricar el pan, pero ésta se ha roto
y esperan al técnico que realiza el mantenimiento. Como
buena parte de la tecnología actual está
deliberadamente encapsulada, y no admite reparaciones caseras,
ninguna prueba por ensayo y error es posible. Además, su
sentimiento de inutilidad se exacerba porque tampoco es posible
refugiarse en la identidad que antaño proporcionaba el
oficio. No se sienten "panaderos" sino operadores de una
máquina".
Este es un excelente ejemplo en el que se
puede observar la relación establecida por los
trabajadores con la empresa (panadería). Ellos son
manipuladores de una máquina y su función
está cumplida, en tanto que no pueden hacer más si
ésta no funciona. Además la máquina
está preparada para aumentar esa sensación de no
pertenencia, no existe ningún nivel de preocupación
ni emoción ante el problema, porque no se sienten parte de
él. Este hecho, además, favorece una progresiva
destrucción de la creatividad laboral y de los
trabajadores, de muchas prácticas que anteriormente se
honraban en hacer.

En esta nueva sociedad del conocimiento, de la
tecnología, de los avances en genética,… en
continuo cambio vertiginoso, incluso aquellos trabajadores
que se mudan de un trabajo a otro a lo largo de su vida laboral,
se encuentran incómodos y, en múltiples ocasiones,
no saben exactamente cuál es el rumbo.

No existen valores para dar cimientos a las formas de
continuidad
, para educar a sus hijos, convivir en su
comunidad vecinal, no se da una situación adecuada para la
búsqueda de su identidad a través del trabajo, no
hay sitio para la iniciativa individual o solidaridad social. Se
perciben a sí mismos como individuos de valores
tradicionales, pero con vidas de inconexión y con un
fuerte sentimiento de ruptura continua, provocada por el cambio
consecutivo de cultura empresarial.

En mi opinión, este sería un claro ejemplo
de las consecuencias personales del trabajo en el nuevo
ordenamiento económico.

Como resultado de la reestructuración actual, el
trabajador no tiene esperanza de carrera profesional en una misma
empresa, por lo que se hace más difícil reclutar y
retener personal dentro de grandes organizaciones
jerárquicas. El objetivo del trabajador brillante es el de
ir a compañías nacientes de menor tamaño
donde pueden establecer tanto sus ideas propias como sus
fortunas..Es necesaria una nueva forma de pensar respecto a las
vidas económicas de los individuos.

Los fundadores del pensamiento social europeo
reconocían los beneficios sociales y psicológicos
de una división del trabajo en profesiones y ocupaciones
bien definidas. Emile Durkheim advirtió tal
división del trabajo como un remedio para la anomia
— la enfermedad de la aspiración infinita a la que,
a su juicio, las culturas individualistas eran especialmente
vulnerables.

Los temores que invaden a la vida laboral hoy en
día se concentran en la marginalidad social a la que
conduce la posiblidad de la no continuidad laboral, la
exclusión prolongada del empleo y, de forma más
profunda, la disipación del significado que llega cuando
el trabajo se ha hecho profundamente eventual. Durkheim con su
teoría anticipó este efecto.

En la era del posfordismo, se están
produciendo cambios significativos como la emergencia de un nuevo
tipo societal, la ruptura en las instituciones sociales y la
separación creciente entre el objeto y sujeto.
Además, la integración social ya no puede
entenderse como una correspondencia entre el actor y el sistema,
la política y el trabajo dejan de ser determinantes y
la identidad va estar centrada en el primado del Yo, es
decir, que los individuos se definen a distancia de las
estructuras sociales y a veces en contra de los colectivos
sociales.

Se produce el deterioro y descomposición de los
magmas de sentido colectivo y de determinados grupos: fe en el
progreso, conciencia de clase, por ejemplo, que pertenecen a la
cultura de la sociedad industrial. Todos los esfuerzos se centran
en la figura del individuo.

Este proceso de individualización significa un
proceso de revinculación y desvinculación a nuevas
formas de vida en la sociedad. No se trata de una
atomización, aislamiento o soledad, sino que significa la
desintegración y sustitución de las formas de
vida socioindustriales por unas nuevas
en las que el
individuo se libera de las normas obligatorias, las estructuras
dejan de ser determinantes. El entorno cultural ya no es valorado
y la conducta del individuo no está sujeta a normas fijas
sociales. Para el nuevo individuo social, la familia deja de ser
la unidad de reproducción social.

Este nuevo concepto de individualización hace que
el individuo sea actor, diseñador de su propia
biografía, de su identidad. El individuo está
obligado a vivir de una manera más abierta y reflexiva

que en las generaciones anteriores, permanentemente al borde del
"abismo".

Una empresa es una interacción social articulada,
dinámica, orientada por decisiones negociadas y con una
determinada división técnica del trabajo, siendo un
punto para la convergencia de intereses y principios portados por
individuos, los cuales están motivados por incentivos que
les permiten contribuir a la consecución de objetivos y
metas más allá de sus inquietudes personales,
inmediatas y efímeras. Esta organización
empresarial se garantiza en tanto exista una
compenetración cultural entre los miembros para contribuir
a una cohesión de éstos y a una
identificación con sus objetivos. Una
compenetración cultural que incluye el manejo de un mismo
lenguaje que propicie la comunicación fluida entre los
miembros y la identificación con principios que la rijan.
Por su parte, el individuo, orientado hacia intereses
específicos, trata de realizarlos racionalmente mediante
la ponderación de los medios con la idoneidad para
alcanzar los objetivos de la organización. La empresa y su
entorno social se encuentran en constante interacción e
intercambio, redefiniéndose recíprocamente. Como
sistema parcial o como subsistema, la organización
está ubicada dentro de un sistema social más
amplio, siendo los factores externos indispensables para
funcionar y perpetuarse.

Cómo conseguir el equilibrio entre las
aspiraciones individuales y la cohesión social es uno de
los principales temas de reflexión
. La sociedad
moderna también necesita de una serie de valores o
visión del mundo compartida, que modere las aspiraciones
individualistas, absolutamente egoístas, y que exista una
unión de intereses comunes por encima de los particulares,
pero sin eliminar tampoco estos últimos. Esto
conllevaría a la permanencia de la identidad individual y
a una equilibrada interacción social para su buen
desarrollo.

Durkeim sostuvo que la división del
trabajo no produce la dispersión o incoherencia, sino que
las funciones al estar en contacto las unas con las otras, se
equilibran; siendo esta adaptación y contacto una regla de
conducta, no sustraída al libre arbitrio individual.
Reconoció que la división del trabajo y solidaridad
del cuerpo social, que permite a los miembros de la sociedad
conservar su autonomía y su identidad
diferenciada.

El problema social fundamental no era el
económico sino un problema de consenso social, de
compresión de la superioridad moral de la sociedad y de
interiorización de todos los imperativos, normas y
obligaciones requeridas para su buen funcionamiento. Sus ideas
que crearon escuela fueron: idea de institución social, la
relación de los conceptos sociológicos de cultura y
sociedad, el análisis estructural- funcional,
construcción de tipologías, acotamiento de los
principales campos temáticos de la Sociología,
desarrollo de teorías específicas como la
anomia.

Esta teoría podría ser de
aplicación, para definir el trabajador flexible de hoy en
día. Sigue siendo válida, en mi opinión,
pero el problema es que se ha producido una revalorización
del trabajo, a causa de la ampliación de las funciones
asignada a los trabajadores y a una mayor consideración de
las competencias, valorando cada vez más su vertiente
individual y automía en el trabajo. Ello exige al
individuo un continuo cambio, casi podríamos decir que "a
marchas forzadas", lo cual hace que le cree confusión en
el camino a seguir hacias sus metas y objetivos individuales.
Dice Sennett, "el trabajo seguro y estable dentro de una
misma empresa es algo prácticamente imposible de
conseguir
": esta conducta empresarial llámese ETT"s,
contratos indefinidos con garantía de despido
prácticamente libre por parte de la empresa,
centralización para reducción de costes mediante la
reducción de la "inteligencia", etc… hacen que el
individuo trate de "sobrevivir" en la empresa, más que
involucrarse y hacer de los objetivos de la empresas sus
objetivos.

¿Estaremos llegando a una anomia social? En la
sociedad moderna, del consumo, del cambio, en la que parece que
"todo vale", los individuos no pueden orientar con
presición su conducta. El individuo pierde poco a poco sus
marcas normativas de referencia, se siente perdido, no sabe
rehacer, dirigir su conducta para lograr sus metas y objetivos,
sin dejar de aportar valor añadido a la
sociedad.

Para Weber, en palabras de Sennet, "los
trabajadores vivían bajo lo que él denominó
"la jaula de hierro", una estructura burocrática
que racionalizaba el uso del tiempo del trabajador de forma que
el trabajador disfrutaba de una seguridad y estabilidad laboral
hasta llegada su jubilación y después disfrutaba de
una pensión estatal. Evidentemente, esa figura hoy en
día ha desaparecido, me aventuraría a decir que por
completo en la empresa privada.

Por tanto, el trabajador flexible no encajaría en
su teoría, no sabría cómo desenvolverse, no
encontraría validez a los esquemas que presenta Weber. En
la sociedad, en la que nos encontramos inmersos, en la que no
existen horarios, no hay seguridad de continuidad en el empleo o
ni siquiera en la función dentro de la misma
organización … El individuo se siente perdido, con
un sentimiento de desprotección e
indefensión.

El individuo, de Weber, básicamente
racional con respecto a sus metas, adapta sus fines y valores,
ajustando sus conductas. Las personas actúan con una
orientación según las tradiciones y costumbres
sociales. Siendo, por tanto, esta conducta de alguna forma
predecible y regular
.

Su acción social se produce en unos marcos
específicos, en los que se puedan observar "una
regularidades de hecho"; la teoría de Weber no
podría acoplarse, por tanto, a la conducta de un
trabajador flexible, que se adapta a las necesidades del mercado,
en contínua demanda de cambio, reciclaje, más y
más formación, disponibilidad total por encima de
sus necesidades, de las necesidades de su familia, de su
círculo, de su persona.

La sociología, en mi entender, tiene un
gran trabajo que hacer en el sentido de intentar entender las
circunstancias presentes para tomar conciencia de las
consecuencias sociales y personales que los cambios en el mundo
del trabajo van a tener en el devenir del individuo y en su
interacción con los demás individuos, con la
sociedad.

No debería centrarse en el análisis de un
solo nivel (macro frente a micro) ni decantarse por una
única teoría, cayendo así en el
reduccionismo, en nuestra era no funciona una
sociología dicotómica ni reduccionista,
sino
que los diversos enfoques deben ser capaces de dar respuestas al
individuo de la sociedad moderna y a los diversos matices del ser
humano actual.

Una marco teórico válido, en mi
opinión, podría ser el nuevo Interaccionismo
Simbólico
que combina ideas autóctonas con
otras procedentes de teorías micros tales como la teoria
del intercambio, la etnometodologia y el análisis
conversacional, la fenomenologia, integración de
teorías macro como el funcionalismo estructural y de
teorías macro tales como Parsons, Durkheim, Simmel, Weber,
Marx. Los Interaccionista simbólicos se esfuerzan
también por integrar ideas de posestructuralismo, post
modernismo y el feminismo radical.

"El problema reside en el hecho de que el colectivo
social sigue convenciendo a todos de que la única manera
de acceder a la identidad social y personal consiste en acceder a
un trabajo remunerado en un empleo estable
". "El trabajo
se convierte en una forma de prostitución, porque de
algún modo venden el cuerpo, la pluma, la inteligencia,
las capacidades, la fuerza, caracteres todos que no pueden
separarse del sujeto mismo, de la persona
" (Gorz
1998).

El trabajador depende absolutamente de quien lo emplea y
lo contrata, y da todo de sí por mantener su fuente de
trabajo (su salario), por no perder la dignidad de "hacer algo
socialmente reconocido". Existe una gran verdad en estas
palabras, que me lleva a una cuestión:
¿quién puede frenar esta vorágine?
¿Hasta dónde se va a "flexibilizar" el trabajador
para no perder su identidad como partícipe en la
sociedad?

Un poco más lejos, hasta en las actividades menos
pensadas cada uno puede hacer uso de un espacio virtual en
tiempos flexibles que facilitan el acceso a los mismos y que nos
alejan un poco más los unos de los otros, donde no existe
presencia física. Creo que éste sería
también otro debate largo e interesante.

Volviendo al que debate que nos ocupa, lo que para los
antiguos trabajadores -que acoplaría perfectamente en la
teoría de Weber- era normal, como es un sueldo decente,
seguridad en el trabajo, derechos, se ha convertido para los
jóvenes en algo excepcional. Ellos, que acceden por
primera vez al mercado de trabajo, no sólo ven su
situación como "natural", sino que además se les
conmina a afrontarla de una manera individual: sólo su
esfuerzo y su preparación les posibilitarán la
obtención de beneficios en un mundo competitivo, cambiante
y flexible. Para tener éxito en la nueva economía,
los trabajadores deben estar mejor formados y más
especializados, pero al mismo tiempo deben ser más
adaptables, más flexibles y estar entrenados según
los nuevos estándares mundiales.

Esta generación ha crecido en el
desencanto
y opta por una aceptación pasiva de las
reglas del juego, colocándose al margen de todo compromiso
social, político o económico, sin identificarse con
la comunidad a la que pertenecen.

Ante este panorama tan oscuro que puedo haber presentado
en este documento, no existen muchas posibilidades de
cimentación de identidad entre los individuos sino es
mediante la creación de una educación formadora
de hábitos y abierta a valores profundamente humanos

que propicie el pensamiento crítico y creativo para
afrontar un futuro cambiante.

Al mismo tiempo, se debería romper con el hombre
unidimensional y educar para el tiempo libre y el ocio, con
una amplia formación cultural
que permita encontrar
otras posibilidades de realización.

Quizá una educación polivalente que
forme en competencias humanas y culturales
universales y que
desarrolle la capacidad de aprender, adaptarse y vivir
humanamente. Se debe frenar el creciente egoísmo que
caracteriza a los individuos de nuestra sociedad motivado por
unas condiciones sociales-laborales de competencia, materialismo
y consumo que lleva a éste al individualismo, frente a un
sistema laboral que pretende que prime, cada vez más, el
trabajo en equipo. Este sería un nuevo largo debate.
¿Cómo se explica este requisito en el entorno
social actual?

Se puede imaginar una educación que civilice y
no una educación que especialice
.

Aquí aparecen algunos de los gérmenes de
un cambio de perspectiva radical, de nuevos conceptos de
hombre, actividad humana, tiempo y sociedad
. Si se utiliza la
flexibilidad del trabajo de forma positiva, se podría dar
paso a la recuperación del tiempo libre (ocio),
recuperación del hombre social, que se interrelaciona con
los suyos y tiene un proyecto de vida social y humana.

Autor:

Rosa Vera García

Partes: 1, 2
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