Resumen:
Dios es la máxima revelación para el
hombre. Su omni- potencia, omnisciencia y omnipresencia infinitas
presentadas en la expresión de amor salvífico del
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero a su
presentación de la Verdad, Dios espera nuestra respuesta.
Nosotros, con su gracia, respondemos "creo". Y es así como
los credos son nuestra respuesta a la revelación de Dios.
En el pre- sente trabajo se exponen algunos aspectos importantes
sobre los tres primeros credos.
Descriptores: Credo Apostólico / Credo
Niceno Cons- tantinopolitano / Credo Quicunque Vult
(Atanasiano)
Al realizar una breve revisión
bibliográfica referente al significado de la palabra
credo, se observa que todos concuerdan en que: Credo es
un:
• "Símbolo de la fe cristiana, ordenado por
los apósto- les, en el cual se contienen los prales,
artículos de ella". También que, credo es un
"conjunto de doctri- nas comunes a una
colectividad"[1].
INTRODUCCIÓN
Y que "con el fin de obtener un esencialismo que sea
flexible al cambio cultural, se hace necesario colocar fir-
memente los baluartes de la ortodoxia cristiana", a saber: Las
Sagradas Escrituras, los tres credos, los seis prime- ros
concilios; "elementos que constituyen lo que hemos creído
todos los cristianos en todo lugar y en todo tiem-
po".[2]
Desde el inicio la Iglesia quiso recoger lo esencial de
su fe en resúmenes orgánicos y articulados,
destinados so- bre todo a los candidatos al bautismo. Se les
llama Profesiones de Fe porque resumen la fe de los cristia- nos.
También se les llama Credos porque comienzan con la
afirmación "creo". También se les llama
Símbolos de la Fe porque la palabra griega symbolon
significaba la mi- tad de un objeto partido que se presentaba
como señal de identidad: debía corresponder con la
otra mitad. Los Símbolos de la Fe son signos de
identificación y de comunión entre los
creyentes.[5]
Los credos son inevitables. El hombre que dice, "Yo
creo…" y luego termina la oración ha expresado un cre-
do. "No creo en credos" es un credo. "No un credo sino Cristo" es
un credo. El asunto nunca es credos vs. no credos; el asunto
siempre es, ¿El credo de quién? Los Cristianos,
para ser Cristianos, deben confesar a Cristo. Y aunque a veces
ciertamente debemos hacer esa con- fesión en palabras que
reflejen nuestras circunstancias corrientes, sin embargo, hay un
gran valor en confesar a Cristo en palabras marcadas por la edad
– palabras que son propiedad de la iglesia universal y que
pertenecen no meramente a nuestro tiempo, sino a todos los tiem-
pos.[6]
CREDOS
Son pocos los Credos que se formaron antes del tiempo de
la Reforma y se refieren a los principios fundamenta- les del
cristianismo, especialmente a la Trinidad y a la persona del Dios
Hombre y son la herencia de toda la
Iglesia.[7]
2.1 CREDO APOSTÓLICO
2.1.1 Historia
(c. 700, primeras formas desde c. 200 d.C.)
Este no fue escrito por los Apóstoles sino que se
fue formando gradualmente por un consentimiento común,
fundándose en las varias confesiones que separadamen- te
habían adoptado las congregaciones particulares y que
usaban en la recepción de sus miembros. Adquirió su
forma actual y el uso entre todas las iglesias, a fines del siglo
segundo. Fue puesto al fin del Catecismo Menor juntamente con la
Oración del Señor y los Diez manda- mientos en la
primera edición publicada por orden del parlamento, "no
porque se creyera que había sido com- puesto por los
Apóstoles, o porque debiera considerarse como escritura
canónica… sino por ser un breve resumen de la fe
cristiana, de acuerdo con la Palabra de Dios, y recibido
antiguamente en las iglesias de
Cristo."[7]
2.1.2 Credo
Dicho credo es como sigue:
«Creo en Dios Padre, Creador del Cielo y de la
tierra.
Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor; que fue concebido por obra del Espíritu
Santo; nació de la Virgen María; padeció
bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucifi- cado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos, Al tercer día
resucitó entre los muertos; subió al cielo; y
está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; y
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muer-
tos.
Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia
Cristiana; la comunión de los santos; la remisión
de los pecados; la resurrección de la carne; y la vida
perdurable. Amén.»
2.2 CREDO NICENO –
CONSTANTINO-POLITANO
2.2.1 Historia
(325, 381 d.C.)
Este fue formado sobre las bases de los
Apóstoles, y la cláusula relativa a la divinidad
sustancial de Cristo, fue agregada por el Gran Concilio celebrado
en Nicea, Biti- nia, 325 a.C., y las que se refieren a la
divinidad y personalidad del Espíritu Santo, las
añadió el segundo Concilio Ecuménico reunido
en Constantinopla, 381 a.C., y la cláusula
«filioque» (quiere decir: y del Hijo) la
añadió el Concilio de la Iglesia Occidental
verificado en Toledo,
Página siguiente |