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Ciudad de México, la ciudad del millón de latidos (página 2)




Enviado por Jorge Iván Aguilar



Partes: 1, 2

Flanqueando a la catedral por el oriente, se encuentra
el Palacio Nacional, que actualmente es sede del despacho del
presidente de la República y que guarda en esencia el
mismo uso desde la época colonial, puesto que desde en
aquél entonces era sede del Palacio Virreinal –se
tiene documentado que los antecedentes del Palacio Virreinal
datan de la construcción por el conquistador Hernán
Cortés de un palacete edificado sobre las ruinas de las
llamadas Casas Nuevas de Moctezuma y que fueron adquiridas a
Martín Cortés <<descendiente del
conquistador>> para ese uso específico por la corona
española- el Palacio Virreinal albergaba, además de
la residencia de los virreyes y su servidumbre, la Real
Audiencia, la Sala del Trono, el Real Jardín
Botánico y otros cuerpos necesarios para la
administración de la Colonia, destacando la Casa de
Moneda, que legó su nombre a una de las calles que
delimitan actualmente al palacio. Dicha edificación
también ha sufrido las transformaciones naturales de
varios siglos de permanencia, no escapando a los estilos y
caprichos de los gobernantes en turno, empero, permite al
visitante el poder admirar sobre su balcón central, la
campana de Dolores, la misma utilizada por el cura Hidalgo para
convocar en septiembre de 1810 al inicio de la gesta
independentista y, adentrándose en el mismo, uno de los
más renombrados murales de Diego Rivera, que con su
plástica y estilo singulares, plasma la historia de
México, desde la época prehispánica hasta el
siglo XX, pasando por supuesto por las guerras de Independencia,
de Reforma, de las Intervenciones Francesa y Norteamericana,
así como la de la Revolución; por lo que es visita
obligada.

Por el costado sur de la Plaza de la Constitución
encontraremos los edificios de La Suprema Corte de Justicia de la
Nación y del Gobierno del Distrito Federal, el de la Corte
es un edificio construido en la primera mitad del siglo XX, cuya
fachada de piedra y cantera encaja perfectamente con las
demás edificaciones de la plaza, destacando en su interior
sus escaleras y los murales de José Clemente Orozco
–donde, desde su perspectiva, el autor interpela a la
imparcialidad de la justicia-. Por lo que respecta a los
edificios del Gobierno del Distrito Federal, éstos se
encuentran divididos por la avenida 20 de Noviembre; al lado
poniente, el de mayor edad, corresponde al que fuera el Palacio
del Cabildo de la Ciudad de México; el del oriente, fue
reconstruido también en la primera mitad del siglo XX,
pero ocupa desde la postrimerías de la Colonia, al
ayuntamiento de la ciudad –funciones que se siguen
ejerciendo en la actualidad por un gobierno autónomo al
federal-

Siguiendo el perímetro del "Zócalo",
encontramos hacia el poniente una serie de edificios cuyas
fachadas y arcos están en concordancia con los
demás de la plaza, en donde se desarrolla una gran
actividad comercial y de servicios, sobresaliendo el Gran Hotel
de la Ciudad de México, que en su interior alberga unos
fabulosos vitrales manufacturados en Francia y esta
edificación anteriormente –a finales del siglo XIX-
fue una de las más novedosas y llamativas tiendas de la
capital, por los servicios de vanguardia que ofrecía. Al
final del perímetro poniente, destaca también el
edificio del Nacional Monte de Piedad, institución de
beneficencia fundada desde el siglo XVIII y donde originalmente
el conquistador Cortés edificó para sí,
sobre lo que alguna vez se conoció como las Casas Viejas
de Moctezuma, un palacio de inmensas proporciones y que con el
tiempo se transformó hasta su uso actual.

Una vez descritos los principales edificios que
contienen al "Zócalo" de la Ciudad de México la
ciudad del millón de latidos, es imprescindible mencionar
que este espacio donde convergen siglos y siglos de tradiciones,
es utilizado actualmente para diversos propósitos, que van
desde exposiciones temporales, museos itinerantes, ferias de
libro, conciertos, mítines, desfiles y muchos otros, pero
sobresalen a todos, las fiestas patrias y las decembrinas, sobre
todo en las primeras, ya que en la noche del 15 de septiembre de
cada año, se dan cita decenas de miles de capitalinos para
presenciar la ceremonia del "grito de independencia" que es
llevada a cabo por el gobierno en turno, destacando la
algarabía de la multitud, la entonación de
vítores a los héroes de la independencia, ante la
majestuosa presencia de una bandera monumental y en marcada la
noche con el uso de fuegos de artificio.

Cerca de la Plaza de la Constitución, a pocos
minutos inclusive caminando, o bien en cualquiera de los diversos
transportes públicos que sirven a la zona, encontraremos
una gran oferta de atractivos, que van desde las iglesias y
conventos –en su gran mayoría con antigüedad
colonial- hasta hoteles, comercios, restaurantes, bares,
cantinas, cines, teatros, museos, casas y monumentos de la
más diversa naturaleza y vocación, que seguramente
satisfarán los más exigentes apetitos por conocer
las entrañas de una ciudad con la fama de ser la
más antigua de América y, a manera de un simple
recuento de los más afamados, sin menoscabo de pasar por
alto a muchos otros no menos interesantes, podemos citar por
ejemplo, del lado de los museos, al del Templo Mayor – a
espaldas de la Catedral Metropolitana- al de la Secretaría
de Hacienda, antes Palacio del Arzobispado; al de Sitio Recinto
Homenaje a don Benito Juárez –en uno de los patios
del Palacio Nacional- al del Antiguo Colegio de San Ildefonso,
perteneciente a la UNAM; al de la Ciudad de México
–ubicado en lo que fuera el Palacio de los Condes de
Santiago de Calimaya- el Museo Nacional de Arte
<<Munal>> alojado en el que fuera el Palacio de
Comunicaciones. Por el lado de los palacios –muchos de
ellos, también convertidos en museos o teatros- es visita
imprescindible al Palacio de las Bellas Artes, de incomparable
belleza, con una arquitectura y acústicas prodigiosas y su
telón de cristal; el Palacio de Minería
–perteneciente a la Facultad de Ingeniería de la
UNAM y que año con año sirve como anfitrión
de lujo de una de las más importantes ferias del libro- el
Palacio de Iturbide –actualmente ocupado por uno de los
más antiguos y prestigiados bancos del país- el
edificio de correos o Palacio Postal –que funciona como
oficina de correos y en su parte superior alberga un
pequeño museo donde se muestra la historia de los correos
en México- Por los teatros podemos mencionar el ya antes
citado y mundialmente famoso Palacio de las Bellas Artes; el
teatro de la Ciudad –antes teatro Esperanza Iris- el teatro
Hidalgo; el teatro del Pueblo; el teatro Blanquita –con sus
espectáculos populares- Mención aparte merecen los
centros culturales, como el Ex Teresa Arte Actual
–localizado en el que fuera el Templo de Santa Teresa la
Antigua- el Centro Cultural España, la casa de la Primera
Imprenta en América –perteneciente a la Universidad
Autónoma Metropolitana- Otras edificaciones dignas
también de visitar son por ejemplo, la Plaza y Templo de
Santo

Domingo; el edificio de la Antigua Aduana –hoy
sede de la Secretaría de Educación Pública-
La Asamblea Legislativa del Distrito Federal –antes sede
del Congreso de la Unión y mucho antes conocido como el
Teatro de Iturbide- Dentro de los monumentos alojados en la zona,
sobresalen la estatua de Carlos IV –conocida popularmente
como el caballito y que ha cambiado de ubicación en
más de dos ocasiones- y el Hemiciclo a Juárez que
fue erigido dentro de las fiestas de conmemoración del
centenario de la Independencia y que se ubica en la Alameda
Central –que es uno de los paseos que acompañan a
nuestra ciudad desde la época colonial- de gran
extensión y que está flanqueado por las avenidas
Juárez e Hidalgo.

Apenas hemos asomado brevemente a las entrañas
del Centro Histórico de la Ciudad de México, la
ciudad del millón de latidos y ya sentimos que nuestro
corazón corre apresuradamente, puesto que percibimos la
más granada gama de emociones y no hemos reparado en
señalar que también fuera de esta zona, pero eso
si, en toda su vasta extensión, encontraremos siempre un
mosaico multicolor de ofertas para adentrarnos en ella, con
múltiples servicios que independientemente de nuestro
presupuesto y preferencias, siempre hallaremos algo que cubra y
supere nuestras expectativas.

Dentro de los límites del Centro
Histórico, se encuentra la Plaza de Santa Cecilia, mejor
conocida como Garibaldi, que es un reducto de una de las
más representativas tradiciones del folclore popular
mexicano "el mariachi" y donde se puede uno deleitar con lo
más conocido de la música vernácula, con
decenas de grupos que gallardamente la interpretan.

Una vez que nos lanzamos a la aventura de conocer
más de la Ciudad de México, la ciudad del
millón de latidos, no es tarea fácil el decidir
hacia que punto o ruta proseguir, ya que, cualesquiera que se
consideren, siempre estarán llenas de incontables y
asombrosos sitios de la más diversa naturaleza que
regocijarán nuestros sentidos.

Ya fuera de la demarcación del Centro
Histórico, hacia el noreste por la prolongación del
Paseo de la Reforma –una de las principales y más
bellas avenidas de la capital que con toda oportunidad
detallaremos más adelante- se encuentra la unidad
habitacional "Tlatelolco" en una extensión de alrededor de
un millón de metros cuadrados, con modernos edificios
construidos en la segunda mitad del siglo XX y donde, desde antes
de la Colonia, ya operaba uno de las más importantes
mercados y, precisamente en este sitio, nuestro gran héroe
"Cuauhtémoc" libró una de las más grandes
batallas ante el conquistador español, que culminaron con
la caída de uno de los mayores imperios de
Mesoamérica. Es en Tlatelolco donde se encuentra la Plaza
de las Tres Culturas, que en su nombre marca el sincretismo de
dichas épocas, pues en ella confluyen una pirámide
de la época prehispánica, el templo de Santiago
Apóstol, muestra de la arquitectura colonial y los
modernos edificios de la unidad en sí, destacando el que
fuera la torre de Relaciones Exteriores, o la propia torre
Tlatelolco-Nonoalco, de oficinas administrativas y que en su
parte más alta tiene un carillón en donde
todavía se interpretan selectas piezas. También es
Tlatelolco sinónimo de una de las más oscuras
páginas de la historia reciente de nuestro país, al
ser reprimido en la denominada "Noche de Tlatelolco", el
movimiento estudiantil del 68 y que actualmente es tomado como un
hito por las consecuencias sociales que de ello derivaron. En el
Centro Cultural Universitario – perteneciente a la UNAM- en
su sede de Tlatelolco, puede apreciarse una exposición que
en diversos archivos fotográficos, documentales, videos y
otros, se dan testimonios de aquellos hechos.

Continuando con nuestra exploración
asimétrica de la Ciudad de México, la ciudad del
millón de latidos, podemos continuar de Tlatelolco hacia
el norte, por la prolongación del Paseo de la Reforma,
apuntando hacia el cerro del Tepeyac, por una calzada que ahora
lleva el mismo nombre de uno de los más grandes santuarios
marianos del mundo, La Basílica de Nuestra Señora
de Guadalupe, edificación dedicada a la "Patrona de
México" y "Emperatriz de América", la Virgen de
Guadalupe y que desde el siglo XVI es venerada, según el
dogma de fe cristiano, tras la aparición de la Virgen al
indígena Juan Diego –ahora ya elevado a su calidad
de santo- y a quien le fue ordenado la creación de un
templo, dando como pruebas de dicho acto, la estampación
en el ayate de Juan Diego de la imagen de la Virgen.

Desde aquel entonces y hasta nuestros días, el
fervor y veneración que los mexicanos –y otros
muchos del mundo- se manifiestan diariamente en las
peregrinaciones que desde diversas latitudes emprenden los fieles
hacia la casa de la Virgen, La Basílica de Nuestra
Señora de Guadalupe –comúnmente conocida como
"La Villa"- en donde le agradecen por los favores recibidos y
otros tantos le hacen sus "peticiones" Dichas peregrinaciones y
visitas a este santuario tienen su máximo pináculo
el doce de diciembre de cada año –día de la
Fiesta de la Virgen de Guadalupe- en la que tan sólo en
ese día, se registran por "millones" los visitantes con
las más diversas manifestaciones de fe.

Ya de regreso hacia la parte opuesta de la ciudad,
recorriendo en sentido contrario a la Calzada de Guadalupe, por
la Calzada de los Misterios, ésta se convierte a la altura
de Tlatelolco en la prolongación del Paseo de la Reforma y
tras recorrer por algunos barrios antiguos llegamos al
mundialmente famoso Paseo de la Reforma considerado como la
avenida más importante y hermosa de la ciudad, por su
simbolismo histórico y por la cantidad y calidad de los
monumentos y edificios que en ella o su lado se alojan. Dicha
avenida data de la época del emperador Maximiliano, que en
aras de acortar el recorrido que hacia desde su residencia en el
Castillo de Chapultepec hasta el Palacio Imperial –ahora el
Palacio Nacional- trazó la avenida, inspirándose en
los modelos de diversas ciudades europeas y conocida en aquel
entonces como Paseo del Emperador. Los gobiernos ulteriores al de
Maximiliano embellecieron el paseo con la plantación de
árboles, bancas y jardines así como con mobiliario
urbano y durante el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada
–ilustre veracruzano- solicitó a los gobiernos de
los estados por intermediación del historiador y cronista,
Francisco Sosa, la donación de estatuas de sus
próceres más destacados. Es hasta el gobierno de
Porfirio Díaz y en vísperas de celebrar el
centenario de la lucha de la Independencia, que esta avenida
adquirió su esplendor por la colocación de diversos
monumentos que detallaremos más adelante y fue entonces
que se empezaron a construir residencias y palacetes de las
clases más poderosas, aumentando así el valor de la
zona y desplazando el eje de la ciudad a lo que hoy conocemos
como el cruce de las avenidas Reforma, Juárez y Bucareli,
para después de la segunda mitad del siglo XX reemplazar
dichas residencias, por los modernos edificios destinados en la
actualidad a hoteles, oficinas y centros financieros que ya en el
siglo XXI siguen contribuyendo al esplendor y fama del citado
paseo.

Antes de iniciar a transcurrir la descripción
propiamente dicha de este hermoso paseo, nos desviaremos un poco
por la continuación de la Avenida Juárez, sobre la
Avenida de la República, llegamos a la Plaza del mismo
nombre donde imponente se yergue el Monumento a la
Revolución y que en un principio de su construcción
–por el año de 1910- estaba destinado como palacio
legislativo y cuyas obras fueron suspendidas precisamente durante
el movimiento revolucionario hasta ser concluidas una veintena de
años después.

En este imponente monumento de proporciones gigantescas,
se alberga un museo con archivo especializado en la
Revolución y en sus columnas están depositados los
restos de personajes importantísimos de nuestra historia
como Francisco Villa, Francisco I Madero, Plutarco Elías
Calles, Venustiano Carranza y Lázaro
Cárdenas.

Cerca de la Plaza de la República, a una cuantas
calles, se encuentra el Museo de San Carlos, perteneciente al
Instituto Nacional de Bellas Artes y con un acervo proveniente en
forma principal de la Antigua Academia de San Carlos
–institución que data de la Colonia- y a la fecha
tiene un gran número de obras pictóricas del arte
europeo, además de grabados, esculturas, dibujos y piezas
de arte decorativas en general que suman cerca de dos mil
obras.

Regresando a la citada Avenida Bucareli, que es
también una importante arteria que corre de norte a sur,
encontraremos a unas pocas calles del Paseo de la Reforma, un
pequeño obelisco coronado con un reloj, conocido como el
"reloj chino" y que precisamente fue donado a la ciudad por la
comunidad china. Frente a este monumento encontraremos el
denominado Palacio de Cobián, sede de la Secretaría
de Gobernación y edificio de singular belleza,
además de que alberga una importante colección
pictórica y de esculturas.

Retornando al inicio del Paseo de la Reforma, hasta hace
un poco más de un par de décadas se encontraba en
este sitio la efigie de Carlos IV, que como ya citamos
anteriormente ha sido movida en varias ocasiones –hoy en
día se encuentra en la Plaza Tolsá, llamada
así en honor al escultor y arquitecto valenciano que tuvo
gran influencia con sus obras en la época de la Colonia-
en su lugar recientemente fue colocada una fuente, "La Fuente de
la República", con una gran cantidad de chorros de agua y
efectos multicolores por la noche, que brindan un
espectáculo digno de admirarse. A un costado de dicha
fuente, apuntando hacia la Avenida Juárez, también
en fechas recientes se colocó una escultura modernista
donada a la ciudad por el escultor Felguérez y que en
conjunto con la fuente, son consideradas como una de las puertas
al Centro Histórico y forman parte de las obras y actos de
la conmemoración del Bicentenario de la Guerra de
Independencia. A un costado de la fuente se puede apreciar el
edificio de la Lotería Nacional y frente a él un
moderno y lujoso hotel. Asimismo, en contraesquina, están
las oficinas de un prestigiado periódico y al lado
opuesto, hacia el norte, un moderno edifico de oficinas, que en
el nombre –Torre Caballito- y en la escultura de acero de
corte modernista –obra del actor Sebastián- que lo
delimitan, llevan marcado la huella de la permanencia de la
estatua de Carlos IV en dicho sitio.

Continuando nuestro recorrido hacia el poniente sobre el
emblemático Paseo de la Reforma, el que dicho sea de paso
debe su nombre a la conmemoración de la Guerra de Reforma
y a la promulgación de la Constitución de 1857,
encontraremos a cada cierta distancia sobre sus camellones
laterales las estatuas o bustos de los próceres que
intervinieron ya sea en la Guerra de Reforma o en alguna otra de
las luchas nacionales. La siguiente glorieta después de la
de La República es la de Colón, cuyo nombre deviene
del monumento a Cristóbal Colón que ahí se
asienta –que fue colocado por instancias del presidente
Lerdo de Tejada y donado por un acaudalado empresario de apellido
Escandón- y que además de honrar la memoria del
descubridor de América, también lo hace a los
monjes de la orden de La Rábida. Este monumento
está rodeado de enormes edificios, en su mayoría
hoteles, que con su moderna arquitectura, parecen arropar a la
insigne figura del navegante genovés.

Avanzando por el Paseo de la Reforma, después del
monumento a Colón, encontraremos otro que a iniciativa del
secretario de Fomento Riva Palacio y del presidente Porfirio
Díaz se inauguró en el año de 1887 y con el
cual se enaltece la memoria de uno de los más grandes
defensores del imperio Mexica: Cuauhtémoc, cuya estatua de
bronce está asentada sobre un pedestal de cantera que fue
traída del cerro de Loreto, cerca del fuerte del mismo
nombre en el estado de Puebla y donde el Ejército Mexicano
hizo una férrea defensa ante el invasor francés; en
los costados de dicho basamento están inscritos los
nombres de otros grandes indígenas aztecas que defendieron
al imperio: Cuitláhuac, Coanacoch, Tetlepanquetzal y
Cacama. La ubicación de este altar –aunque se ha
movido por algunos metros a efecto de contribuir al
tránsito vehicular- coincide con el que más
recientemente es considerado como eje de la ciudad, el cruce de
las avenidas Reforma e Insurgentes, ésta última la
de mayor extensión en la ciudad, puesto que la cruza de
norte a sur y de sur a norte; por el norte desde la entrada de la
carretera a Pachuca y por el sur con la entrada de la carretera a
Cuernavaca.

Posterior al monumento a Cuauhtémoc, en el mismo
sentido de nuestro recorrido, hallaremos otra glorieta pero esta
vez sin monumento, la glorieta de la Palma –en su centro
está una alta palmera- y que marca por un lado uno de los
centros neurálgicos de las finanzas en México: La
Bolsa de Valores y por el otro la entrada a uno de los sitios que
estuvo en boga en la década de los setentas del siglo
pasado, la Zona Rosa, vecindario lleno de restaurantes, bazares
de antigüedades, bares, cantinas y centros de
diversión y que actualmente lucha por recuperar y mejorar
el esplendor pasado –muestra de su rejuvenecimiento es la
recientemente inaugurada plaza Reforma 222, espacio
arquitectónico conformado por altos edificios de oficinas
unidos por un centro comercial con restaurantes, cafés y
comercios, además de espacios de entretenimiento y que se
inserta perfectamente con la modernidad de los demás
edificios de la Avenida Reforma.

Prosiguiendo el recorrido del paseo, llegamos ahora al
que es considerado como el máximo altar a la Patria: La
Columna de la Independencia, o popularmente conocida como "El
Ángel de la Independencia", por la estatua que con su
dorado esplendor corona a la misma. Este monumento fue construido
por intermediación también del presidente Porfirio
Díaz, quien en el año de 1902 colocó la
primera piedra de la magna obra en solemne ceremonia y fue el 16
de septiembre de 1910 en la celebración del "Centenario"
que fue inaugurada. La columna tiene una longitud de 36 metros y
la escultura que la corona es obra del artista italiano Enrique
Alciati, es de bronce con recubrimiento de oro, mide unos 6.7
metros, pesa alrededor de 7 toneladas y en realidad más
que un ángel representa una "victoria alada" la que en una
mano sostiene una corona de laurel –símbolo de la
victoria- y en la otra una cadena con los eslabones rotos
–símbolo de la libertad sobre la esclavitud
Sobresalen en la base de la columna, que es de forma cuadrangular
y que en cada uno de sus vértices tiene una escultura que
representa respectivamente a la Ley, la Paz, la Justicia y la
Guerra, al frente de la columna –la cual está
orientada hacia el centro de la ciudad- aparecen también
las esculturas de un gran león y la de un niño
conduciéndolo y que simbolizan: "fuerte en la guerra y
dócil en la paz". También en la base de la columna,
por encima de las anteriores hay un grupo escultórico que
representa a las figuras de los principales héroes de la
independencia –destacando don Miguel Hidalgo, don
José María Morelos, el Gral. Vicente Guerrero,
etc.- En los anillos de la columna están grabados los
nombres de ocho de los héroes, sumando otros veinticuatro
nombres más en su base, amén del grupo
escultórico ya señalado. En el interior de la
columna están depositados en un mausoleo, los restos
mortuorios de doce de ellos que anteriormente estaban depositados
en la Catedral Metropolitana y que a manera de homenaje perenne
se les ilumina con una Lámpara Votiva, representando el
"fuego eterno de la libertad"

Cuando uno llega a la Ciudad de México, la ciudad
del millón de latidos, puede uno priorizar entre los
múltiples sitios a visitar, los que por el interés
personal de cada quien le resulte más atractivo conocer,
pero sin lugar a dudas será la visita a la Columna de la
Independencia una parada imperdonable por lo arrobador e
imponente de su majestuosidad, además de que es un sitio
de reunión por las más disímbolas razones y
aún por la ausencia de las mismas, lo que si se garantiza
es que al admirarle nuestro corazón latirá
apresuradamente

Ya repuestos de la emoción causada por el
descubrimiento de los encantos de la Columna de la Independencia,
la siguiente parada y glorieta sobre el Paseo de la Reforma es la
de la Diana Cazadora, hermosa fuente-escultura en honor a la
diosa romana, que con su arco y flecha parece avizorar el
descubrimiento de otras emociones por venir -esta obra, como
muchas otras en la gran ciudad, han sido movidas de su sitio en
diversas ocasiones en aras de una mejor vialidad- Unos cuantos
cientos de metros más, en lo que hoy se conoce como el
"Circuito Interior" y que próximamente cambiará de
nombre al de "Circuito Bicentenario", el Paseo de la Reforma
cambia de fisonomía –dejando atrás los
grandes edificios y rascacielos <<en los que sobresale la
Torre Mayor, considerado el edificio más alto de
Latinoamérica>>- Puesto que tras una breve
inflexión de la avenida hacia el norte, el paseo se
sumerge en lo que es considerado como más que un remanso o
una isla: El Bosque de Chapultepec –que en Lengua
Náhuatl significa <<Cerro del
Chapulín>>- Este bosque, cuya existencia data desde
antes de la época de la Colonia sirve como pulmón a
la ciudad, además de ser un parque público
–quizás el más grande de América-
aloja en su interior al castillo del mismo nombre y que desde el
virreinato fue amurallado, posteriormente sirvió de
asiento de los poderes imperiales y republicanos
–precisamente al emperador Maximiliano y a la emperatriz
Carlota que lo utilizaron como Palacio Imperial les debemos en
parte su gran belleza y toque romántico- Asimismo, ha sido
mudo testigo de dolorosas páginas de la historia, como la
del asalto al Colegio Militar que ahí se asentaba y cuya
defensa por un puñado de jóvenes cadetes ante la
intervención del invasor Ejército Norteamericano
conocemos actualmente como el episodio de los "Niños
Héroes". El Bosque de Chapultepec alberga también
incontables esculturas, calles, fuentes y avenidas peatonales;
museos, lagos artificiales, centros de espectáculos y
unidades culturales y hasta un zoológico, además de
que en el mismo se encuentra también la residencia oficial
del presidente de la República, conocida como "Los
Pinos"

Incursionando en el Bosque de Chapultepec desde el Paseo
de la Reforma, pero sin abandonar a este último, lo
primero que avistamos es una escultura de grandes leones –
que originalmente se utilizarían en el palacio legislativo
que se transformó en el actual monumento a la
Revolución- y que conjuntamente con el monumento a los
Niños Héroes enmarcan la entrada al bosque;
atrás de ellos se contempla el majestuoso Palacio y
continuando por el mismo lado del paseo pronto encontraremos el
Museo de Arte

Moderno, que acoge exposiciones fotográficas,
pictóricas y de esculturas, que además "saca"
frecuentemente parte de su acervo a la calle, sobre el paseo,
para acercar aún más el arte a la población.
Del otro lado del paseo, a escasos metros de la avenida, se
sitúa el Museo Rufino Tamayo, que rinde justo homenaje al
artista oaxaqueño y que además de su obra resalta
la de otros renombrados artistas. Volviendo de nuevo al otro lado
del paseo nos toparemos con un Centro de Convivencia Infantil, el
Lago, con su centro de difusión cultural denominado
<<la Casa del Lago>> y el Zoológico –uno
de los más grandes e interesantes de Latinoamérica-
Del lado de enfrente, ahora arribamos al impresionante Museo de
Antropología de relevancia toral no sólo para la
ciudad en sí, sino para todo el país, pues en sus
salas encontraremos las más exquisitas y prolíficas
colecciones de arte prehispánico del cual nos jactamos
orgullosos y, precediendo a las mismas como silentes
vigías de sus tesoros, encontramos la monolítica
deidad de "Tláloc" –dios de la lluvia para los
aztecas- Y la "Piedra del Sol" o popularmente conocida como el
"Calendario Azteca" –por la iconografía de
calendario ahí grabada- y con el que conmemoraban a la era
del "Quinto Sol" con el rostro de Tonatiuh al centro y en cuyo
alrededor aparecen los cuatro soles anteriores, considerada como
una de las obras más famosas del museo y que es tomada
como símbolo de nuestras raíces por propios y
extraños.

Casi al final de esta sección del Bosque de
Chapultepec –pasando la calzada que por un lado se denomina
Parque Lira y por el otro Arquímedes– encontramos un
espacio dedicado al entretenimiento y a la cultura, precedido por
el Auditorio Nacional — también conocido como el Coloso
de Reforma- el cual cuenta con capacidad para casi diez mil
personas y en el que lo más distinguido de los
espectáculos, tanto populares como culturales tienen
cabida. Atrás del auditorio, se encuentra un conjunto de
teatros cuyo complejo es denominado como Centro Cultural del
Bosque y donde sobresalen, el Teatro de la Danza, el Lunario, la
Sala Xavier Villaurrutia, Teatro el Granero, etc. Aledaño
al Centro Cultural del Bosque se encuentra el Campo Marte-
perteneciente a la milicia- con su esplendoroso Casino

Ya al fin de esta sección del Bosque de
Chapultepec, todavía sobre el Paseo de la Reforma, a unos
cuantos cientos de metros después del Campo Marte
–en la convergencia del Boulevard Manuel Ávila
Camacho <>- nos topamos ahora con otro monumento-fuente: a
la "Expropiación Petrolera", que además sirve como
una especie de distribuidor vial ya sea para proseguir por la
Avenida Reforma hacia el poniente o bien tomar camino al sur o al
norte de la ciudad

Si decidiéramos continuar sobre el Paseo de la
Reforma hacia el poniente, entonces cruzaríamos una de las
más exclusivas colonias de la capital con hermosas
residencias – Las Lomas de Chapultepec- y que por
corresponder por doble partida a una de las partes más
"elevadas" de la ciudad mantiene un aire aristocrático. La
Avenida Reforma prosigue hasta interceptar a la Avenida de los
Constituyentes para que una vez unidas desemboquen en la salida
de la carretera a Toluca y, cercana a esta zona, se encuentra una
de las muestras más fehacientes de la inacabada
transformación de la ciudad: "Santa Fe", que es un
complejo de edificios modernos de oficinas, zonas comerciales y
de servicios, que aloja a los corporativos de las empresas
más importantes del país y de las multinacionales
que tienen representación en el nuestro. También
cercano a este punto se encuentran fraccionamientos de la talla
de "Bosques de las Lomas" con portentosas arquitecturas, jardines
y espacios abiertos.

Hasta ahora el recorrido descriptivo de la que es
considerada como la más hermosa arteria de la Ciudad de
México, la ciudad del millón de latidos, ha sido
muestra fehaciente de lo que podemos encontrar en cualquier
rincón de la misma y sin embargo nos deja la
sensación de aún no conocer prácticamente mi
una pequeña fracción de ella y seguramente haber
pasado por alto incontables detalles, cada uno digno de conocerse
y de explorarse a mayor profundidad. Pero también estamos
conscientes de que cada convidado a conocerla tiene su propio
estilo, tiempo y posibilidad de encararla. Lo que si podemos
asegurar es que independientemente del motivo o carácter
de la visita, el explorador encontrará a una ciudad bien
comunicada, ya sea por aire con su Aeropuerto Internacional
Benito Juárez el cual sirve a todos los aeropuertos de la
nación además de tener conexiones directas con las
más importantes ciudades de Norte, Centro y
Suramérica así como del Continente Europeo e
inclusive con Asia. Cuando se arriba a ella por carretera, la
ciudad está alimentada por modernas autopistas como la de
Pachuca y Querétaro por el Norte; la de Cuernavaca por el
Sur; la de Puebla por el Oriente y la de Toluca hacia el
Poniente; además de cuatro centrales camioneras en los
distintos puntos cardinales, en las que sirven decenas de
líneas de modernos ómnibuses. En su parte interna,
el Sistema de Transporte Colectivo < cubre la mayor parte de
la ciudad y del valle de México inclusive, además
de contar con numerosas líneas de autobuses urbanos y de
un tiempo a la fecha del especialmente denominado Metrobús
<<a base de autobuses articulados en carriles
confinados>> que en conjunto con un parque vehicular de
numerosos taxis ofrecen una amplia gama de opciones para
adentrarse en ella y descubrir sus secretos. Por el lado del
hospedaje podemos presumir de una muy diversa y variada oferta
que arranca desde pequeños establecimientos tipo posadas u
hosterías, pasando por los hoteles de diversas
categorías, hasta los denominados hoteles Gran Turismo o
los de tipo Boutique; La ciudad cuenta con varios cientos de
miles de cuartos y que permiten al visitante encontrar siempre un
lugar de acuerdo a sus preferencias y posibilidades. Y como todo
paseo requiere para ser completo de conocer la gastronomía
del lugar que se visita, aquí también –como
en otros muchos rubros- podemos presumir de una vasta oferta,
capaz de satisfacer a los paladares más exigentes, ya que
podemos encontrar desde los tradicionales Antojitos Placeros;
Fondas –lugares donde se expenden viandas
económicas, pero no por ello menos sabrosas-
Establecimientos de la denominada comida rápida;
Restaurantes de comida regional –entre las más
destacadas la poblana, la oaxaqueña, la yucateca, la
regia, etc.- De comida de especialidad, como la de pescados y
mariscos; De comida prehispánica; Así como de casi
todas las culturas del mundo; Contando también con la de
los restaurantes dedicados a la Comida Internacional de manera
habitual.

Otro aspecto fundamental que tiene que ver con la
vida de las ciudades en general y que por supuesto no escapa a la
de una Metrópolis de la talla de la Ciudad de
México, la ciudad del millón de latidos, son los
mercados y, en ella podemos encontrar mercados
prácticamente de todo, puesto que además de que
casi en todas las colonias o barrios existe uno o en ocasiones
hasta más –que sirven para garantizar el abasto
popular- la ciudad los tiene de antigüedades como el Mercado
de la Lagunilla; De artesanías como el de la Ciudadela o
el de Buenavista; El de Tepito, enclavado en el denominado
"Barrio Bravo" y que es considerado como un mercado de "pulgas",
pero donde se encuentra prácticamente de todo; De
productos alimenticios selectos como el de San Juan –donde
se encuentra la mejor selección de cárnicos, aves,
piezas de caza y,

pescados y mariscos, tanto nacionales como de
importación– De yerbas y plantas medicinales como el de
Sonora, donde además se puede encontrar una amplia gama de
fetiches –para los que creen o practican la brujería
o técnicas alternativas a las curas tradicionales- El
Mercado de la Merced, con una gran diversidad de productos
alimenticios y enseres diversos y que hasta la década de
los setentas del siglo pasado fungió como el principal
centro de distribución de la ciudad y hoy en día a
pesar de su cercanía con el Centro Histórico sigue
siendo el segundo en importancia; El de Jamaica, especializado en
flores, frutas y verduras; Y el más grande de todos y
quizás uno de los más grandes del mundo: La Central
de Abasto en la demarcación de Iztapalapa, que por
sí solo podría considerarse como una
ciudad-mercado, puesto que en su interior se manejan miles de
toneladas de productos todos los días, las cuales son
transportadas por centenares de vehículos y en ella
laboran también millares de personas. Mención
aparte requieren los "tianguis" o mercados sobre ruedas que
tienen su antecedente más remoto desde la época
prehispánica y cuya característica principal es la
movilidad de sus puestos con estructuras desarmables y que pueden
o no tener un itinerario fijo.

Pasando a la oferta cultural y de entretenimiento
que tiene la Ciudad de México, la ciudad del millón
de latidos, además de los anteriormente citados teatros,
palacios, galerías y museos; existen muchos otros que
enriquecen las posibilidades que tiene el visitante, sumados a
los numerosos complejos cinematográficos que en las
últimas décadas también han proliferado y al
gran número de festividades populares y culturales como
las citadas fiestas patrias o las decembrinas; así como
las conmemoraciones de muertos o de la pasión de Cristo
por el lado de las religiosas; o el Festival del Centro
Histórico y La Muestra Internacional de Cine, por el lado
de las culturales. Asimismo, existen exclusivas salas de
concierto como la Nezahualcoyotl y La Sala Ollin Yolitzli; El
Foro Sol y El Palacio de los Deportes, que sirven estos
últimos –además de su vocación de
foros deportivos- para magnos conciertos de música
popular. También hay una red de bibliotecas
públicas, independientemente de las que existen dentro de
los institutos y universidades, las cuales por cierto, de las
más importantes de la nación están asentadas
en la ciudad, como la Universidad Nacional Autónoma de
México –La más antigua de América y
una de las de mayor relevancia en el mundo hispanoparlante- El
Instituto Politécnico Nacional –Líder en
ingeniería y en desarrollo tecnológico- La
Universidad Autónoma Metropolitana; La Universidad
Autónoma de la Ciudad de México. Todas ellas de
carácter oficial, además de una gran oferta de
instituciones educativas de carácter
privado.

Por el lado de los recintos deportivos, igualmente
la multiplicidad de espacios es abundante y los hay desde los
modestos deportivos –pequeñas unidades con lo
elemental para una práctica deportiva, de los que
generalmente existe uno en cada colonia o barrio- hasta las
grandiosas instalaciones como la Ciudad Deportiva por el rumbo de
la Magdalena Mixhuca, La Escuela Nacional de Educación
Física o la de Entrenadores Deportivos, además de
los anteriormente señalados Foro Sol y Palacio de los
Deportes, que la mayoría se encuentran en la misma zona
junto con el Velódromo Olímpico, la Sala de Armas y
el Autódromo Hermanos Rodríguez. En otras zonas de
la ciudad se encuentran el Centro de Alto rendimiento del
Comité Olímpico Mexicano, la Alberca y Gimnasio
Olímpicos y la Pista de Canotaje Olímpico; Y por
supuesto, además de contar con los fabulosos estadios: El
Azul; El Olímpico Universitario y el majestuoso Azteca
–mundialmente conocido como el "Coloso de Santa
Úrsula"-

En materia de congresos y convenciones la Ciudad
de México, la ciudad del millón de latidos, ofrece
una infraestructura de clase mundial, no solo por las facilidades
de comunicación y transporte para llegar a ella sino
porque ha desarrollado un conjunto de recintos feriales y de
congresos que van desde los salones que para dicho efecto se
cuentan en múltiples hoteles, hasta los recintos
especializados con la más moderna tecnología que le
han valido el obtener la sede para cada vez más y mejores
eventos que anteriormente solo se celebraban en ciudades
pertenecientes a los países de un alto desarrollo
económico.

El hasta ahora somero recorrido por la Ciudad de
México, la ciudad del millón de latidos, nos ha
permitido adivinar unos cuantos velos como de un gran lago
escondido, pero promete al visitante que a ella arribe, el gozar
de una y mil experiencias en su recorrido, descubriendo la magia
de sus calles y colores, advirtiendo de antemano que sería
imposible el tratar de resumir en unas cuantas líneas
todos sus tesoros que existen en cada uno de sus barrios o
colonias –todas ellas con algún atractivo especial-
Empero, si se nos permite el ofrecer alguna recomendación
al viajero, además de todas las anteriormente
señaladas, le sugeriríamos el visitar por ejemplo
la Colonia Polanco – con sus tiendas y boutiques con la
más alta moda mundial- La Colonia Condesa –hoy en
día hogar de innumerables artistas tanto de la
plástica como de otras artes y su prolífica vida de
restaurantes, bares y centros de entretenimiento de todo tipo; La
Colonia Roma, una de las más antiguas de la ciudad
–con sus diversos jardines, restaurantes y bares- El
imperdonable Coyoacán, con su propio centro
histórico que data desde la época de Hernán
Cortés –quien aquí tuvo una de sus casas- Y
en sus jardines y callejones donde se respira siempre una esencia
a cultura, con sus múltiples museos y donde por cierto
también pulularon personajes de la talla de Diego Rivera,
Frida Kahlo y León Trotsky, entre muchos otros:; El
También barrio colonial de San Ángel, con sus
calles empedradas, sus mercado y sus flores; La Ciudad
Universitaria –sede de la máxima casa de estudios
<<La UNAM>> con sus teatros, murales, monumentos y
prodigiosa arquitectura- La zona arqueológica de Cuiculco
–de las más antiguas de la ciudad- Tlalpan, con su
propio bosque y centro histórico que también data
de la época colonial, además de la serranía
del Ajusco y su Pico del Águila; Xochimilco, en cuyo
nombre de origen náhuatl <<campo de flores>>
denota su naturaleza, lleno de canales y "chinampas"
–pequeñas islas artificiales de las zonas lacustres,
ex profeso construidas para ocuparlas como sembradíos- De
trajineras que invitan a un recorrido romántico por sus
canales y su vegetación, acompañados de un
exquisito plato de comida típica y escuchando la
más bravía música de un mariachi o tal vez
presenciando la representación folclórica del mito
de la "Llorona" No en balde Xochimilco ha sido declarado por la
UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

En fin, son tantas y tan variadas las
oportunidades de esparcimiento, de atractivos y de cultura que
ofrece la Ciudad de México, la ciudad del millón de
latidos, que no nos queda más que agregar para concluir la
más importante de todas, una que llevamos todos los que
moramos en esta gran megalópolis y que fuimos adquiriendo
con el pasar de los siglos, desde la herencia ancestral de
nuestros antepasados hasta el mestizaje de las otras culturas que
se fundieron con la nuestra: El Corazón Hospitalario con
el que recibimos a los que nos visitan y que late cual tambor
batiente por el regocijo y gusto de recibirlos. Es por ello que
orgullosamente decimos que la "Ciudad de México es la
ciudad del millón de latidos"

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