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¿Las políticas de Trump perjudican o benefician a la Unión Europea? (Parte I) (página 4)




Enviado por Ricardo Lomoro



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"Controlaremos el número de personas que llegan a Gran Bretaña desde la UE", dijo la mandataria. May desea iniciar formalmente en marzo las negociaciones de la desconexión de su país del bloque, lo que dejaría para marzo de 2019 la salida de la UE. En su discurso, la Primera Ministra dijo que su gobierno someterá a votación en ambas cámaras del Parlamento el acuerdo definitivo del brexit.

Los inversionistas se han estado preparando para este discurso de May tras meses de incertidumbre en los mercados sobre el rumbo que tomará el país. La libra esterlina se ha depreciado cerca de 20% frente al dólar y muchos inversionistas temen que aún no haya descontado del todo los riesgos políticos que afronta la economía.

May resumió sus prioridades durante el discurso. Desea que el país recupere el control de sus fronteras y quiere sacar al Reino Unido de la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia, al tiempo que se mantienen los buenos términos comerciales con Europa.

"En apenas 24 horas, la Unión Europea ha sufrido el despreciativo ataque del próximo presidente de EEUU, Donald Trump, y el claro desafío de la primera ministra británica, Theresa May. El nuevo inquilino de la Casa Blanca describía el lunes el brexit como la primera ruptura de un club que, a su juicio, sufrirá muchas otras porque sólo sirve para los intereses de Alemania"… Theresa May desafía a la UE con un "brexit" tajante y sin concesiones (Cinco Días – 17/1/17)

May no ha ido tan lejos como el magnate estadounidense. Pero se atrevió a exigir a sus 27 socios europeos un acuerdo de salida a la medida de Londres para garantizar la prosperidad "de un Reino Unido más fuerte".

Las dos embestidas sorprendieron a las instituciones europeas en sus ocupaciones burocráticas habituales (como revisar por enésima vez las décimas del proyecto de Presupuestos de España) o en sus rifirrafes políticos de andar por casa (como la elección de un cargo casi simbólico como la presidencia del Parlamento Europeo).

Como en el caso de Trump, la primera respuesta a Londres tuvo que llegar desde Alemania y desde algunos países del Este, que pueden verse seriamente afectados por el anuncio de May de un brexit total con estrictos límites a la inmigración.

"Ni pertenencia parcial a la UE, ni acuerdo de asociación ni nada que nos deje medio dentro y medio fuera". La primera ministra británica, Theresa May, ha zanjado hoy con estas palabras siete meses de debate sobre el brexit que cabe esperar tras el referéndum del pasado 23 de junio (2016).

May ha dejado claro que, tal y como exige el ala euroescéptica de su Gobierno, Reino Unido saldrá de la UE, abandonará el mercado único e incluso la unión aduanera. Londres, según May, negociará un brexit total, que convertirá al Reino Unido en un país tercero tan ajeno a la UE como EEUU, Canadá o China.

A pesar de ese portazo, May exige a Bruselas una negociación de terciopelo, que a partir de marzo y en sólo dos años establezca una relación especial y exclusiva entre la UE y Reino Unido, con acuerdos específicos para áreas tan diversas como los servicios financieros (con el objetivo de que la City londinense siga siendo el principal centro financiero de la zona euro), la cooperación judicial y policial o los acuerdos aduaneros necesarios para mantener unos flujos comerciales entre la isla y el continente que ascienden a más de 480.000 millones de euros al año.

La primera ministra advirtió a sus pronto ex socios europeos que si el acuerdo no resulta favorable a los intereses británicos Londres responderá con represalias fiscales -"unos impuestos a tipos competitivos"-, barreras comerciales -"que pondrían en riesgo exportaciones europeas a Gran Bretaña valoradas en 290.000 millones de libras al año"-, frenos a la libre circulación de capitales -"lo que dañaría a las inversiones de empresas europeas, valoradas en más de medio billón de libras"- y hasta "en la pérdida de acceso a la City londinense para las compañías europeas".

May lanzó el guante en un esperado discurso en la Lancaster House de Londres (edificio del Foreign Office) ante los embajadores de los socios europeos en Reino Unido. Los diplomáticos, que esperaban desde hace meses que Downing Street concretase sus intenciones sobre el brexit, pudieron escuchar en directo un desafío en toda regla que pretende colocar a la UE entre la espada de un acuerdo favorable a Londres y la pared de un período indefinido de incertidumbre que paralice y gangrene al club europeo.

"Antes que un mal acuerdo preferimos que no haya acuerdo", advirtió May a los diplomáticos. Sin pacto, la UE debería elegir entre una abrupta salida del Reino Unido en 2019, lo que podría dañar gravemente las relaciones entre ambas partes, o mantener al socio saliente en el club hasta que Londres considere aceptable el acuerdo.

La primera ministra también advirtió contra la tentación de algunos socios europeos, encabezados por Francia, de utilizar las negociaciones para dar un escarmiento a las formaciones políticas que en otros países defienden la salida de la UE o del Euro, como el Frente Nacional francés, el Movimiento 5 Estrellas italiano o el Partido de la Libertad holandés.

"Debo ser clara", señaló May. "Gran Bretaña quiere seguir siendo un buen amigo y vecino de Europa, pero sé que algunas voces piden un acuerdo punitivo para disuadir a otros países de seguir el mismo camino. Sería un calamitoso acto autopunitivo por parte de Europa y no sería un acto amistoso".

May recordó los ingentes intereses europeos en Reino Unido y las estrechas relaciones comerciales, que en bienes arrojan un superávit de más de 100.000 millones de euros a favor del continente. "No creo que los líderes europeos le vayan a decir a los exportadores alemanes, a los agricultores franceses, a los pescadores españoles o a los jóvenes parados de la zona euro, que van a ser más pobres con el único objetivo de castigar a Gran Bretaña y hacer un gesto político".

El discurso de May provocó reacciones inmediatas en varias capitales europeas y dentro del Reino Unido. En Edimburgo, la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, señaló que la apuesta de Downing Street por un drástico brexit hace "más probable" la convocatoria de un nuevo referéndum para la independencia de Escocia.

En la UE, la respuesta llegó desde Berlín, con un medido comunicado del ministro alemán de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, quien agradeció que "la primera ministra haya arrojado por fin un poco de claridad sobre los planes británicos".

Alemania, que tiene previsto votar su posición negociadora en el comité parlamentario sobre el brexit, defenderá la integridad del mercado interior, señaló Steinmeier en un comunicado.

En los países de Europa del Este, causó cierto estupor la intención de Londres de lograr un acuerdo para acceder sin cortapisas a la mayor parte del mercado europeo al mismo tiempo que limita la entrada de trabajadores europeos en su territorio.

"¿Cuál es la contrapartida (de Londres) por tantas concesiones?", se preguntaba el secretario de Estado de asuntos europeos de la República checa, Tomas Prouza. El llamado grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República checa y Eslovaquia) teme el cierre del mercado laboral británico, donde trabajan casi 900.000 polacos, 85.000 húngaros, 79.000 eslovacos y 37.000 checos, según datos recogidos por el instituto Jacques Delors.

En el caso de Polonia, por ejemplo, esos emigrantes remiten a su país de origen más de 1.200 millones de euros al año. En un sector como la construcción, el 50% de los trabajadores en Londres son de origen extranjero.

Por su parte, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, respondió a la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, que la Unión Europea no permitirá que su país fragmente las libertades de circulación para permitir unas y no otras. En la rueda de prensa en el Senado tras finalizar la reunión de la Conferencia de Presidentes, Rajoy ha advertido de que "no se pueden disociar" las cuatro libertades que conllevan la pertenencia a la UE -personas, capitales, mercancías y servicios-. Rajoy ha recordado que los estados de la UE empezarán a negociar con el Reino Unido cuando los británicos "digan formalmente" ante Bruselas que quieren dejar la Unión, aunque ha subrayado que la idea es mantener con ese país una relación "lo más intensa posible".

Ha advertido en cualquier caso de que la posición de la UE es clara, y no se pueden disociar las cuatro libertades que conlleva cuando se es miembro.

"Las cuatro libertades van juntas, y no vale decir me quedo solo con la libre circulación pero no con otra de ellas", ha dicho Rajoy, quien en cualquier caso ha subrayado que los británicos no han dicho aún "qué tipo de relación quieren".

Será el Reino Unido quien deba hacer este planteamiento, ha dicho Rajoy, que en cualquier caso ha insistido en la "firme voluntad" de los Estados de la UE de "no dividir las cuatro libertades". Ha reiterado que la disposición es la de tener un entendimiento bueno, y habrá que esperar a saber si los británicos quieren un modelo como el de Suiza, Noruega o Canadá, u otro distinto.

Las exportaciones españolas al Reino Unido se han disparado desde 2009 (hasta los 15.000 millones de euros), con un superávit comercial de 5.000 millones, y el 21,6% de los turistas extranjeros son británicos. Además, miles de españoles han buscado trabajo en las islas británicas, una vía de escape al paro nacional que puede cerrarse en breve.

"Seguiremos atrayendo a los más brillantes y a los mejores", señaló May en su discurso como presunta prueba de que el país seguirá abierto a la inmigración. "Pero el mensaje de la opinión pública antes y durante la campaña del referéndum fue claro: debemos controlar el número de gente que viene a Gran Bretaña desde Europa y eso es lo que vamos a hacer", añadió la primera ministra.

Para poder imponer esos controles, Londres acepta abandonar de manera definitiva el mercado único europeo, un espacio económico de 500 millones de consumidores que se puso en marcha en 1986 y se dio por concluido en 1993. Bruselas asegura que, en su momento, la supresión de barreras legales y técnicas sin barreras legales que afectaban al comercio transfronterizo supuso un ahorro de unos 200.000 millones de euros. Pero May interpreta que el Reino Unido puede arriesgarse a perder tamaño mercado.

La primera ministra británica, Theresa May, hizo ayer un largo listado de posible represalias económicas contra la UE si el acuerdo sobre el brexit se tuerce. Pero evitó mencionar las graves consecuencias que también tendría una brusca ruptura para el Reino Unido. En exportaciones de bienes, los 27 socios de la UE se juegan un descomunal superávit comercial de 149.000 millones de euros, según datos de Eurostat para 2015. Pero la industria británica es más dependiente del mercado continental que a la inversa. El 44% de las exportaciones británicas tienen como destino el resto de la UE, mientras que sólo el 10% de las exportaciones de los 27 se dirigen hacia la isla.

Reino Unido se juega además un importante superávit en el sector servicios, donde cuenta con unas exportaciones hacia la UE de 123.000 millones de euros frente a unas importaciones de 94.000 millones.

Londres podría compensar en parte la pérdida en Europa gracias a su internacionalización. El 57% de sus ingresos por exportaciones en servicios dependen de países no europeos, el porcentaje más alto entre las grandes economías del club. Pero una ruptura a las malas pondría en peligro el futuro de la City, principal centro financiero de la zona euro. El 75% de las operaciones internacionales en euros se liquidan en Londres. Y sólo en el sector de las cámaras de compensación, la City se juega más de 84.000 puestos de trabajo.

Sin duda, May conoce todos esos riesgos. Pero en el arranque de la negociación ha prefiere ignorarlos para asustar al contrario.

– China se convierte en un férreo defensor de la globalización (Expansión – FT – 18/1/17)

(Por J. Anderlini / W. Feng / T. Mitchell – Financial Times)

El presidente de China hizo una férrea defensa de la globalización y del libre comercio ayer, marcando diferencias frente a Donald Trump sólo tres días antes del discurso de investidura del presidente electo de EEUU en Washington.

"Los problemas que afligen al mundo no están causados por la globalización", aseguró Xi Jinping en una intervención en el Foro Económico Mundial de Davos. "No son el resultado inevitable de la globalización".

Aunque Xi no se refirió a Trump por su nombre, advirtió sobre los peligros del proteccionismo. "Los países deberían analizar sus intereses propios en un contexto más amplio y no a costa de otros", señaló el presidente chino. "No deberíamos retirarnos a puerto cada vez que encontremos una tormenta o nunca alcanzaremos la otra orilla".

También advirtió de que "nadie saldrá vencedor en una guerra comercial" y prometió que China no intentaría beneficiarse de la devaluación de su moneda o de una "guerra de divisas".

La presencia de Xi en el foro de Davos, que requirió meses de planificación pero que no se confirmó hasta el 10 de enero (2017), ha puesto de relieve la emergencia de China como una de las pocas potencias comprometidas con la defensa del libre comercio y la lucha contra el cambio climático.

La victoria de Trump en las elecciones presidenciales de EEUU y la decisión de Reino Unido de abandonar la UE han conmocionado a la élite global que se reúne cada mes de enero en Suiza.

Analistas chinos señalaron que Davos había ofrecido a Xi una oportunidad de oro para presentarse como un destacado estadista internacional, mientras el resto del mundo se prepara para la presidencia de Trump. El presidente electo de EEUU, que asumirá el cargo el viernes, ha amenazado en las últimas semanas con iniciar una guerra comercial con México y China, e incluso ha lanzado calumnias contra la UE calificándola de "vehículo de Alemania" al borde del colapso.

"El mundo no está preparado para tratar con un líder de la mayor potencias global que tuitea comentarios en plena noche que pueden conmocionar a los mercados y tener un serio impacto sobre las relaciones diplomáticas", explicó Chen Fengying, un experto en relaciones internacionales de Pekín.

La delegación estadounidense que acude este año a Davos está liderada por el vicepresidente saliente Joe Biden y por John Kerry, el secretario de Estado. Incluso líderes europeos como la canciller alemana Angela Merkel, que aspira a un cuarto mandato, han evitado viajar a Davos, recelosos de la reacción populista que se ha producido por todo el mundo.

Shi Yinhong, catedrático de relaciones internacionales de la Universidad Renmin de Pekín, explicó que la presencia de Xi en Davos también ponía de relieve la mejora de la confianza del Gobierno chino en las perspectivas económicas del país. El año pasado por estas fechas, los mercados globales se resentían a causa de las turbulencias en los mercados de renta variable y divisas de China.

Tuvieron que pasar meses hasta que los líderes chinos abordaron la doble crisis en público, y Pekín envió a dos autoridades relativamente desconocidas a Davos el año pasado.

"Pekín confía en su capacidad para abordar los riesgos financieros mientras sigue reformando la economía", aseguró el Prof. Shi. "Ante las presiones que plantean Trump y el Brexit, Xi también está dispuesto a reiterar la creencia de China en un orden económico global liberal y abierto, y nuestra oposición al proteccionismo comercial y al nacionalismo económico".

El Gobierno chino anunciará el viernes que la segunda mayor economía del mundo habría crecido cerca de un 6,7% el año pasado, dentro de los objetivos de Pekín.

El lunes, el Fondo Monetario Internacional revisó al alza sus previsiones de crecimiento global, haciendo referencia a una economía china más sólida de lo previsto y a los posibles estímulos de la nueva administración Trump. Algunos diplomáticos han contrastado la retórica a favor de la globalización del presidente Xi Jinping con las políticas proteccionistas de China. En declaraciones el lunes, el embajador de Alemania en Pekín advirtió de que "las promesas políticas de tratamiento equitativo (para las empresas extranjeras) dan paso a tendencias proteccionistas". Michael Clauss también instó a concluir las negociaciones comerciales entre China y la UE que, según él, indicarían que "dos de las principales regiones comerciales del mundo están determinadas a progresar hacia mayores inversiones, más comercio y más prosperidad".

– Brexit, Donald Trump y la amenaza para Europa (Expansión – FT – 20/1/17)

(Por Philip Stephens – Financial Times)

En sus últimos días de mandato, los primeros ministros británicos suelen gobernar desde un búnker.

Convencidos de su propia inmortalidad, prescinden de sus asesores más cercanos recurriendo a los ayudantes más abnegados. El paso del tiempo reduce su visión del mundo fuera del 10 de Downing Street.

Theresa May ha empezado en el punto en el que terminaron sus antecesores. Seis meses después de jurar el cargo, May desconfía totalmente de su equipo de funcionarios. Las autoridades son apartadas del proceso de toma de decisiones. No es una forma inteligente de dirigir un Gobierno, y no digamos ya un Ejecutivo encargado de gestionar el mayor cambio político y económico desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

May ha elaborado un programa para llevar a cabo un Brexit "duro", una ruptura completa con la UE que sacará a Reino Unido del mercado único y de la unión aduanera. No puede haber soluciones a medias, asegura, si lo que quiere Reino Unido es reducir la inmigración de la UE y renunciar a la jurisdicción del Tribunal de Justicia Europeo.

En su discurso más reciente, la primera ministra ha ofrecido las habituales garantías de que tras el Brexit mantendrá unos fuertes vínculos con Europa, ofreciendo un discurso absurdo sobre las nuevas oportunidades para un país ahora rebautizado como "Reino Unido" global.

Aun así, nadie debería dudar del coste económico y geopolítico de la ruptura con la Unión Europea. Reino Unido dejará de ser una plataforma para los negocios extranjeros, manufacturero y de servicios, que quieran vender libremente al mayor mercado del mundo. Las empresas tendrán nuevas barreras para comerciar con los 27 países miembros de la UE, que representan más del 40% de las exportaciones británicas. Decenas de tratados comerciales con terceros países quedarán invalidados. Tanto los vínculos económicos como las relaciones políticas perderán fuerza. Los primeros ministros británicos estarán ausentes de los consejos que se celebren en su propio continente.

Es probable que May haya entendido esto, de ahí su interés por cortejar al presidente Donald Trump. Antes de las elecciones compartió la opinión del establishment de Westminster, que dijo que Trump era un ricachón peligroso. Ahora, desde el 10 de Downing Street se ha dado la orden de que no se haga ninguna declaración que contradiga la admiración de Reino Unido por la nueva Administración.

Seguramente, la Reina Isabel se verá obligada a dar una recepción a Trump en el Palacio de Buckingham. A los líderes británicos siempre les ha preocupado tener una buena relación con los nuevos inquilinos de la Casa Blanca. La relación es un pilar fundamental de la seguridad nacional. Y todo apunta a que esa preocupación irá en aumento. Trump ha prometido un acuerdo comercial, razón por la que un poco de galantería no está de más.

No obstante, llega un momento en el que los elogios pueden rozar la autodegradación. Donald Trump no proyecta una imagen de socio en el que se pueda confiar. En casi todos los aspectos, desde el libre comercio, pasando por el cambio climático, la OTAN, Rusia o Irán, sus opiniones chocan con los intereses nacionales de Reino Unido. De hecho, los servicios secretos británicos se preguntan si a partir de ahora será seguro intercambiar su información confidencial con Washington.

Ante este giro radical de May, cabe preguntarse cuánto tiempo tardará la primera ministra en deshacerse en elogios con el presidente ruso Vladimir Putin y en negar el calentamiento global. Las amenazas de represalias de la primera ministra si las conversaciones con la UE fracasan sin duda afectarán negativamente al proceso del Brexit.

Parece lógico que los socios de Reino Unido no le permitan escoger los puntos más ventajosos de la unión aduanera o una protección extraordinaria para sus servicios financieros. No obstante, deberían ser conscientes de la diferencia entre una respuesta dura pero razonable y una respuesta punitiva a la estrategia de May. Nadie saldrá beneficiado de un Brexit caótico. Después de todo, los 27 ya tienen suficientes problemas, como un lento nivel de crecimiento, una unión monetaria incompleta o un auge de los populistas contrarios a la inmigración.

Trump ha prometido empeorar las cosas aún más. Durante más de seis décadas, EEUU ha alentado, e incluso garantizado, la integración europea. Trump quiere dar un giro radical a esta política y espera que el Brexit sea el comienzo de la desintegración del proyecto europeo. No tiene sentido buscar la lógica en esta idea. Una Europa unida seguiría velando por los intereses de EEUU.

En referencia a la llegada de Trump, la canciller Angela Merkel dijo esta semana que el destino de Europa está en sus manos. A no ser que Marine Le Pen gane las elecciones presidenciales en Francia, casi cualquier alternativa presentará a Berlín y París como una oportunidad y un desafío. Hace más de medio siglo, el canciller alemán Konrad Adenauer, le dijo a su homólogo francés, Guy Mollet, que una Europa unida sería la revancha de Francia frente a los pérfidos anglosajones. Aunque el mundo ha avanzado, los paralelismos son reveladores.

– La solución para Europa, según Davos: tenéis que vivir peor (El Confidencial – 21/1/17)

Las declaraciones de Jamie Dimon, CEO de JP Morgan en el Foro son buena muestra del consenso de las élites sobre nuestro continente: vivimos demasiado bien

(Por Esteban Hernández)

Europa está bajo amenaza. Pero no de los populismos, ni de las tentaciones nacionalistas, ni del proteccionismo. El mayor peligro para la UE proviene del ataque de las élites, y en este sentido, Davos no deja de ser una excelente muestra de su alejamiento de la realidad y de la persistencia en sus errores.

Gran parte de estas élites, parte de las cuales no son europeas, no tienen en mucha estima a la UE. En particular, desagrada a los multimillonarios estadounidenses que están detrás del gobierno de Trump, que insisten en que la unión va camino de romperse, y que estaría bien que así fuera; el mismo Trump cree que debilitar a Alemania es necesario, y que, para ese propósito, una Europa dividida es una buena idea.

Enemigos de Europa

La UE puede ser un excelente instrumento para mejorar la vida colectiva de los europeos, pero lo cierto es que no lo está siendo, por lo que no es extraño que se multipliquen las tensiones internas, y los enemigos de la UE aprovechan para hurgar en la herida. Lo curioso es la forma en que lo hacen.

Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, es uno de sus portavoces, y señala que a los europeos nos espera un futuro negro. En una entrevista concedida en Davos, aseguró que "lo que va mal, va mal para todo el mundo, no sólo para Reino Unido, y ahora va a multiplicarse por dos". Según Dimon, los líderes van a tener que ocuparse de solventar unos cuantos problemas "sobre la inmigración, las leyes del país y la cantidad de poder que se delega en Bruselas".

Las tensiones en Europa son una preocupación insistente en el entorno de Davos. El panel celebrado sobre la clase media, en el que estuvieron presentes el economista Larry Summers, la directora del FMI, Christine Lagarde, el ministro de finanzas italiano, Pier Carlo Padoan y Ray Dalio, el multimillonario que dirige Blackwater, el hedge fund más importante del mundo, fue una buena muestra de los asuntos que realmente les preocupan.

Las capas medias, que fundamentalmente se desarrollaron en Europa y en EEUU tras la segunda guerra mundial, y que son un sector clave en nuestra sociedad, atraviesan un mal momento. El panel debería haber servido sobre cómo ayudarlas en su tarea de recuperación, pero su intención estaba lejos de eso. Lagarde insistió en la redistribución, pero tanto Summers como Dalio se centraron en lo que de verdad constituye su problema: las clases medias están enfadadas y están alentando las propuestas populistas, algo que les viene especialmente mal. Como afirmó Dalio, "el populismo es una gran amenaza para las empresas multinacionales, para el globalismo y para los países emergentes".

El problema real de Europa

Esa es la perspectiva que adopta también Dimon, para quien el mayor obstáculo no es que las clases medias vivan peor, sino que están viviendo todavía demasiado bien. El problema de fondo de Europa, el que lo explica todo, es que no es suficientemente competitiva. "Dicho sea con todo el respeto para los europeos, pero eso tiene que cambiar. Pueden forzar a ello los políticos, o un nuevo tipo de liderazgo".

El error de Europa, según Dimon y la mayoría de los asistentes el Foro Económico Mundial, es que el nivel de vida europeo es demasiado elevado; que los salarios de sus trabajadores son demasiado altos si quieren competir con otros países; que sus pensiones y, en general, las prestaciones que reciben del Estado son excesivas, y van a tener que ajustarse; que querer conservar el nivel de vida favorecido del que disfrutan es una entelequia.

¿Liderazgo responsable?

Lo peculiar es que ambas afirmaciones van juntas, como si Dimon quisiera pasar por alto que no se puede querer una cosa y su contraria a la vez. El populismo está cobrando tanta fuerza social precisamente porque el deterioro material, ese que Dimon promueve, ha empezado, y lógicamente trata de combatirlo. Lo que las élites de Davos pretenden, y por eso el lema del Foro de este año es el liderazgo responsable, es que todo siga igual a pesar de lo que ha llovido: cuando invocan a la necesidad de nuevos liderazgos, lo que quieren señalar es que necesitan personas capaces de enfocar a las poblaciones hacia los objetivos que ellos desean pero sin tener que sufrir el descontento social que inevitablemente las acompaña.

Tiene su lógica, porque Trump lo ha hecho. Ha logrado canalizar el descontento de esas capas en declive hacia un gobierno de nuevo cuño en el que está medio Goldman Sachs y en el que los multimillonarios son la norma. Incluso algunos de ellos, que no están en el gobierno, y con los que ha discutido con frecuencia, como Warren Buffet, han manifestado su actual apoyo al presidente.

Las excusas de los acomodados

Quizá, como señala el New York Times, todo esto no sea más que el producto de conversar sobre desigualdad en salones bien abastecidos con bandejas de canapés y vinos caros. Para ninguno de ellos los temas materiales, las menores posibilidades económicas, el declive de la clase media, el emprobrecimiento de las clases trabajadoras y las menores opciones vitales de la mayoría de la gente constituye un problema real. Más bien, esconden las excusas de gente que quiere seguir viviendo por encima de sus posibilidades, y que en el fondo no son más que unos racistas que temen que los inmigrantes les quiten el puesto. Algo así venía a decir Larry Summers, el economista que nos llevó a la crisis: en el fondo, esto del populismo puede explicarse como el producto del choque cultural de personas acomodadas que eligen como presidente a alguien como Trump, el ejemplo más claro de consumo conspicuo.

Para luchar contra esta comodidad instalada en las clases medias, y contra la indignación resultante cuando se les saca de ellas, Davos ha encontrado una receta: es necesario que la gente tenga más mentalidad emprendedora, más entrenamiento en mindfulness y más educación orientada a la tecnología. Luchar contra la desigualdad material, contra el declive europeo y contra un entorno de deterioro es sencillo: hay que ayudarles a que sean emprendedores, a que manejen su ira a través del pensamiento positivo y a que se focalicen en aquellas disciplinas que realmente demanda el mercado.

La opción de Dimon

El ataque a la UE por parte de Trump tiene motivaciones estratégicas ligadas a esa recomposición del mapa político mundial que pretende el nuevo presidente estadounidense, pero también hay bastante de asalto al único espacio en el que todavía el estado del bienestar se conserva. El populismo, en este sentido, posee dos vertientes. Davos ofrece una, como es la reconducción hacia las prioridades de las élites de esta clase de movimientos, y Trump, según muchos de los millonarios ligados al sector financiero presentes en la "montaña mágica", es más una oportunidad que un riesgo, como se nota en la composición de su gabinete. Es también la opción defendida por gente como Dimon, quien en 2016 ganó 28 millones de dólares, un 3,7% más que el año anterior.

"El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retiró el lunes formalmente al país norteamericano del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, el pacto comercial de 12 naciones que incluía a Perú, Chile y México, entre otros, y que fue negociado por Barack Obama"… Donald Trump retira oficialmente a EEUU del Acuerdo Transpacífico (The Wall Street Journal – 23/1/17)

La medida de Trump fue el cumplimiento de una promesa de campaña de poner fin a la participación estadounidense en el acuerdo, conocido como TPP por sus siglas en inglés. El pacto tenía como objetivo eliminar la mayoría de los aranceles y otras barreras comerciales entre EEUU, Japón, Canadá, México, Australia, Vietnam y media decena de otros países alrededor del Pacífico. China está excluida del acuerdo.

El memorándum que anuncia la decisión de Trump fue en gran medida simbólico, porque los líderes del Congreso y el gobierno de Obama habían señalado en noviembre que no se celebraría una votación a corto plazo sobre el TPP.

Sin embargo, la decisión del nuevo presidente estadounidense de enterrar el acuerdo de su predecesor en su primera semana de mandato demuestra que se toma en serio el cambio de política comercial de Estados Unidos, abandonando décadas de constante liberalización comercial y prefiriendo una mayor confrontación con China y otros socios comerciales, a los que ha amenazado con la imposición de aranceles si no llegan a la mesa de negociación dispuestos a hacer concesiones.

"Hemos estado hablando sobre esto durante mucho tiempo", dijo Trump tras firmar la orden ante la presencia del vicepresidente, Mike Pence, su jefe de gabinete, Reince Priebus, y dos de sus asesores más cercanos, Steve Bannon y su yerno Jared Kushner.

La retirada del país del TPP es "algo grande para los trabajadores estadounidenses", enfatizó el mandatario.

Tras el acto del lunes en el Despacho Oval, el influyente senador republicano y excandidato presidencial John McCain denunció en un comunicado que la decisión de salir del TPP es "un error grave" con "consecuencias duraderas para la economía estadounidense" y la "posición estratégica" del país en Asia-Pacífico.

El TPP, cuya negociación llevó más de seis años y se firmó a comienzos de 2016, está en proceso de ratificación en los parlamentos de los países firmantes para su entrada en vigor.

Pese a la promesa de Trump de sacar a Estados Unidos del pacto, algunos de sus miembros han señalado su disposición a continuar con él.

Algunos medios habían anticipado que Trump también iba a firmar el lunes otra orden para iniciar la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado con Canadá y México hace 20 años, algo que finalmente no se produjo.

No obstante, en un acto en la Casa Blanca este domingo, el presidente confirmó su intención de iniciar en breve la renegociación de ese tratado con el mandatario mexicano, Enrique Peña Nieto, al que recibirá el 31, y con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, con quien también prevé reunirse pronto.

Además de la orden sobre el TPP, Trump firmó el lunes otra que prohíbe el uso de fondos gubernamentales para subvencionar a grupos que practiquen o asesoren sobre el aborto en el extranjero y una tercera para congelar las contrataciones del Gobierno federal, exceptuando las de las Fuerzas Armadas.

– El nuevo orden mundial (porqué a la UE solo le queda año y medio de vida) (El Confidencial – 26/1/17)

Trump no pretende únicamente que los trabajos vuelvan a EEUU: quiere reconfigurar el mapa geopolítico y el económico, y la Unión Europea va a ser la gran perdedora

(Por Esteban Hernández)

El mapa geopolítico está reconfigurándose y las perspectivas no son buenas para Europa. La elección de Trump va mucho más allá de la simple intención de que los estadounidenses recuperen sus fábricas u obtengan mejores condiciones en los tratados de libre comercio. No es solo proteccionismo, sino parte de un cambio que puede ser radical.

Un elemento esencial tiene que ver con el nuevo papel de EEUU en el mundo. Es la gran potencia militar mundial, la que concentra las mayores y más importantes empresas financieras, las que tienen un peso decisivo en la energía, y las que están desarrollando las innovaciones más atrevidas en el entorno productivo. Las empresas fabriles estadounidenses, por importantes que resulten, ya no son, a causa de la competencia, tan decisivas como en el pasado. En contrapartida, muchas de las firmas norteamericanas ligadas a Silicon Valley, desde Amazon hasta Facebook, están convirtiéndose en los actores dominantes en el nuevo contexto económico, y algunas otras, como Uber o Airbnb, amenazan con hacerlo. La mayoría de ellas utilizan un modelo que les permite absorber sectores ya existentes, que tenían su propia ecología, concentrarlos y reconvertirlos al servicio de una empresa mediadora (desde las librerías y tiendas de discos o de informática hasta los taxis o los hoteles) que recoge casi todos los réditos. Eso supondrá, si la fórmula termina siendo exitosa, que el dominio económico de EEUU se va a potenciar de una nueva manera, más intensa que en el pasado.

Otra manera de extender la influencia estadounidense tiene que ver con el mapa político que está dibujándose, con quiénes van a ser sus aliados y cuál va a ser el grado de vinculación. Es evidente que Trump respaldará a Israel en Oriente Medio, que buscará otro tipo de relación, más cercana, con Rusia y que tratará de rebajar el papel de China. Mientras las élites occidentales han reaccionado a la presidencia de Trump asegurando que hay que ser prudentes, que hay personas de mucha experiencia y de gran conocimiento en su gabinete, y que probablemente tomará medidas económicamente inteligentes, las chinas han sido más beligerantes: el presidente fue el conferenciante estrella en Davos, donde defendió con uñas y dientes ese libre comercio que les ha convertido en ricos, y Jack Ma, el CEO de Alibaba, ha declarado que si a los trabajadores norteamericanos les va mal, es por culpa de su Gobierno, que se gasta el dinero en presupuesto militar.

Un clarísimo perdedor

En esa recomposición hay un pequeño perdedor, como es Japón, su tradicional aliado asiático, y un clarísimo perdedor, la Unión Europea. El Brexit es el primer paso hacia el declive de una Unión que Trump entiende que está supeditada a Alemania y que pretende debilitar. El que se espera sea el próximo embajador ante la UE, Ted Malloch, ha declarado que al euro le queda año y medio de vida; que 2017 será el de la celebración de elecciones decisivas, en el que los europeos van a decidir de modo democrático si quieren seguir o no en la UE, y que el final del camino resultará inevitable.

Por supuesto, que la moneda común desaparezca y la UE se rompa no será ningún problema para los países que se marchen porque ahí estará EEUU para respaldarles. Dicen que Trump está contra el libre comercio, pero quizás esté solo en contra de ese libre comercio que beneficia a países distintos del suyo. La apuesta ha quedado clara con el Reino Unido, al que ha ofrecido un tratado bilateral por la vía exprés si fuese necesario, y ese será el camino que utilice para reafirmar la posición de su país.

La fórmula para salir de la UE

El problema es que en esta recomposición del mapa europeo, es muy probable que se produzca. Como bien señalan Malloch y Trump, son fruto de tensiones internas, de una población que encuentra muchos motivos para la insatisfacción en esta aventura europea, y que ha ido acumulando descontento que ha dirigido, con bastante lógica, hacia los burócratas de Bruselas y hacia ese Banco Central Europeo que tan poco ha pensado en ellos. La mezcla de populismo de derechas, sectores empobrecidos y desconfianza en las instituciones es un desafío enormemente serio para la Unión, y posee bastantes bazas, no ya para generar dudas sino para salir triunfante. Trump lo sabe, porque esa es la fórmula que le ha llevado al poder y porque sus aliados han logrado sacar al Reino Unido de Europa, y por tanto confía en que esos escenarios ofrezcan los mismos frutos.

Para Europa, la actitud hostil estadounidense es un problema, pero haría mucho menos daño si el magnate no tuviera razón en el argumento de fondo: Europa está dividida, producto de las políticas de Bruselas y del BCE, que han empeorado el nivel de vida de buena parte de su población. Lo lógico hubiera sido, frente a este descontento, generar una respuesta a la altura del desafío. Pero no se hizo: se prefirió seguir unos dictados que beneficiaban a Alemania, y de paso a los inversores financieros, y que perjudicaban a pequeñas empresas y asalariados, urbanos y rurales.

El enemigo a las puertas

El último Foro de Davos fue una demostración más de esta particular ceguera, y ni siquiera ahora que el enemigo está a las puertas han amagado con poner en marcha otro tipo de políticas. Eso es arrojar Europa a los brazos de Trump y renunciar al legado europeo, ese que se asentó en el Estado de bienestar. Pero al mismo tiempo es echar al pozo de la historia todo aquello que Europa debería significar, desde el legado de la Ilustración hasta la defensa de los derechos humanos pasando por la idea de una sociedad donde la desigualdad no sea el núcleo estructural.

A la UE le pasa igual que al periodismo. Es cierto que los medios son cada vez más partidistas, ofrecen peor información y están políticamente mucho más controlados: les importan más los suyos que la realidad, de modo que cuando alguien como Trump les critica, encuentra muchas simpatías entre los ciudadanos. Pero lo que Trump pretende no es reformar los medios para que hagan mejor su trabajo, ese de confrontar al poder con los hechos, sino simplemente eliminar su mediación: así no habrá nadie que pueda difundir una realidad diferente de la que a él le agrada. Este es también el caso de la UE. Su expresión actual es deficiente, torpe y en ocasiones repelente, pero sus enemigos no tratan de mejorarla: quieren eliminar la modernidad social, material y redistributiva en la que en un momento llegó a basarse, y todas las ideas racionales, aplicadas o no, que la inspiraron. Es la hora de los presidentes carismáticos (y mejor si son millonarios) a los que expertos, especialistas, intelectuales y periodistas les sobran. Acabar con esta UE puede ser una buena idea para mucha gente, lo cual es lógico, pero quienes van tras ella son bastante peores. En fin, quizá las élites europeas, algunas de las cuales van a salir muy dañadas de este proceso, comiencen a darse cuenta antes de que las exilien en el Caribe.

¿Qué países han ganado y cuáles han perdido con la globalización?

Diciembre de 2005EEUU pugnaba con Alemania por ser el mayor exportador del mundo. Las ventas de bienes al exterior germanas rozaron los 700.000 millones de euros, lo que supuso un 9,5% del total mundial, mientras que las estadounidenses superaban los 621.000 millones, con un 8,67%. La industria europea competía con la estadounidense por mantener un liderazgo que se empezaba a ver amenazado por los bajos costes del Este de Europa. Más lejos aparecía la amenaza de China. Ya había superado a Japón, tradicionalmente en el tercer puesto de los exportadores mundiales, y sus ventas de bienes al exterior rebasaron en 2005 por primera vez el medio billón de euros. El petróleo empezaba a remontar con fuerza y superaba el techo de los 50 euros por barril, más del doble de lo registrado un año antes, lo que impulsaba las ganancias entre los países productores con Arabia Saudí a la cabeza.

Once años después, la fotografía ha cambiado radicalmente. China ha roto todos los registros y se sitúa como la nación más exportadora del año, con 1,4 billones de euros entre enero y septiembre de 2016, un 13,1% de las ventas de bienes de todo el mundo, a mucha distancia de sus perseguidores. China se ha convertido en la gran beneficiada del proceso de globalización, ya que ha triplicado sus números en once años y su cuota exportadora (su participación en el comercio mundial) ha crecido seis puntos. En ese período, las exportaciones mundiales crecieron un 51,8% y solo cinco naciones registraron incrementos superiores: China (179,1%), México (76,4%), Corea (74,8%) y Brasil (60,4%). El resto de grandes naciones vendedoras de bienes avanzaron a un ritmo más lento.

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(Fuente: Cinco Días – 30/1/17)

Los bajos salarios y la elevada productividad en China generaron un proceso generalizado de deslocalización industrial en todo el mundo en busca de mayores rentabilidades, lo que provocó pérdidas de actividad y empleo en numerosas zonas. La segunda más beneficiada ha sido México, con un crecimiento de las exportaciones del 76,4% en esos once años, lo que le ha llevado a contar con una cuota exportadora del 2,35%, por encima de naciones como Singapur, España, Taiwán, Rusia, Brasil o Arabia Saudí.

China y México han sido las protagonistas del discurso proteccionista de Donald Trump durante la campaña electoral y de las primeras medidas que ha adoptado para volver a hacer "grande" a EEUU. A ambas les acusa de llevarse la industria norteamericana a través de sus políticas de salarios y costes bajos. En particular a China le achaca intervencionismo en su política monetaria, con constantes devaluaciones del yuan para hacer más competitivas sus exportaciones frente a las del resto del mundo. Si bien el presidente norteamericano ha sido muy cauto en sus declaraciones sobre el gigante asiático, no lo ha sido con México. Una de las primeras decisiones que ha adoptado ha sido la construcción del muro que separará por completo la frontera de ambos países, cuyo coste asumirá en principio el Ejecutivo norteamericano y posteriormente lo recuperará a través de la imposición de un arancel del 20% para todas las exportaciones mexicanas con destino EEUU.

Los datos de la Organización Mundial de Comercio son una enmienda a la totalidad a los argumentos de Trump. EEUU no ha sido el país más perjudicado con la globalización y la irrupción de China como fábrica del mundo. Las exportaciones han crecido un 61,8% entre 2005 y 2016, diez puntos más que la media nacional, y su participación en el comercio mundial ha subido 0,57 puntos hasta un 9,24% del total, consolidando la segunda posición en la clasificación mundial y ya a bastante distancia de Alemania (8,67%).

Si EEUU no ha sido la gran damnificada, ¿quién lo ha sido? Hay tres bloques diferenciados en función de la cuota exportadora que hayan perdido en esos once años. El más dañado ha sido la Unión Europea, con una merma de 4,7 puntos en ese período, seguido por los países productores de petróleo, como Arabia Saudí, y las naciones asiáticas que han visto como gran parte de su producción se ha trasladado a China.

La zona euro simboliza mejor que ninguna otra área geográfica en el mundo el proceso de desindustrialización, vivido en dos fases (primero al este de Europa y posteriormente a China) y que le ha llevado a convertirse en una economía en la que los servicios cada vez adquieren un peso mayor (un 75,9% del total).

La importancia de la industria manufacturera ha caído en picado y se ha situado en el 19,3% del PIB europeo. Una media que, sin embargo, está condicionada por el elevado peso que tiene en algunos países. Es el caso de Irlanda, la primera en la clasificación, en el que la industria representa el 40% del PIB, gracia al dumping fiscal que realiza, ya que ofrece un impuesto de sociedades con un gravamen reducido (12,5%) con el que ha atraído un gran número de multinacionales. A continuación aparecen los países del Este de Europa (República Checa, Hungría, Eslovenia o Rumanía) en el que la industria representa valores cercanos a una tercera de su riqueza, gracias al proceso de desindustrialización iniciado en 2005. Por debajo de la media del 19,3% aparecen los grandes países de la zona euro como España (18,3%), Francia (14%) y Reino Unido (13,3%).

A ese proceso de deslocalización también han contribuido los elevados costes de la energía en la Unión Europea, denunciada con reiteración con las empresas para justificar la falta de competitividad frente a sus homólogas americanas o asiáticas. Esa es una de las razones que han provocado la salida masiva de las fábricas de coches o de la industria pesada de Francia o Reino Unido a otros destinos.

Los datos de la OMC así lo corroboran. Las exportaciones europeas han pasado de representar el 42,7% del total mundial al 38% en once años. Una pérdida de 4,7 puntos que supone la mayor en todo el mundo y que esconde una doble tendencia, con los países del Este ganando peso y los del oeste cayendo en picado. El mayor retroceso le ha correspondido a Francia, cuyas exportaciones solo crecieron un 8,2% entre 2005 y 2016 frente al 51,8% mundial, lo que le hizo perder 1,29 puntos de cuota exportadora. Las ventas al exterior de Reino Unido, inmersa en pleno proceso de desconexión de la UE, todavía crecieron menos (un 4,4%) y su peso en el comercio mundial se redujo 0,94 puntos. Alemania, la locomotora de la zona euro y el mayor exportador de la UE, también cayó 0,80 puntos y ha pasado de ser el mayor vendedor de bienes en 2005 a la tercera posición en 2016. Ningún país ha ganado peso y todos tienen menos protagonismo en el comercio mundial. Bélgica pierde 0,75 puntos de cuota, Italia 0,69 puntos, Holanda 0,32 puntos y España 0,03 puntos.

El segundo bloque de países perjudicados afecta a los productores de petróleo que figuran entre los mayores exportadores del mundo (Rusia y Arabia Saudí). Ambas han perdido peso en el comercio mundial (-0,56 y -1,05 puntos, respectivamente) y en ello ha tenido que ver el desplome del petróleo, que tocó suelo a principios de enero al llegar a 28 dólares. Posteriormente la cotización se recuperó y cerró el año en un nivel medio de 45 dólares, diez menos que la cotización registrada en 2005.

El tercer bloque de afectados se refiere a los vecinos asiáticos de China, que han visto como su industria tecnológica ha desplazado la gran mayoría de sus centros de producción por el abaratamiento de costes. Japón es el país del mundo que más cuota exportadora pierde (1,66 puntos) y Singapur ha sufrido una merma de 0,6 puntos.

"El choque entre la Unión Europea y la nueva administración estadounidense se ha agudizado y sólo 11 días después de la investidura de Donald Trump la tensión en las relaciones transatlánticas alcanza ya un nivel desconocido al menos desde la guerra de Irak en 2003, cuando Berlín y París chocaron frontalmente con el gobierno de George W. Bush"… Trump abre hostilidades contra la economía de Alemania y el euro (Cinco Días – 31/1/17)

El presidente del Consejo Europeo, el conservador polaco Donald Tusk, ha llegado hoy a situar a EEUU entre las "amenazas externas" que afronta la UE, una ominosa categoría en la que también situó a China, Rusia y el terrorismo islámico.

Washington, por su parte, redobló los ataques contra el presunto dumping comercial de Alemania, un país que destina el 10% de sus exportaciones al mercado estadounidense y que disfruta de un superávit comercial de 58.000 millones de euros con EEUU.

Peter Navarro, el máximo asesor comercial de Trump, ha acusado a Alemania de "explotar a otros países de la UE y a EEUU con un marco alemán implícito que está exageradamente infravalorado". Las palabras de Navarro, presidente del Consejo de Política Comercial de EEUU, no sólo describen al euro como una mera reencarnación de la desaparecida moneda alemana sino que denuncian su presunta manipulación por parte del gobierno alemán.

El gobierno estadounidense puede adoptar represalias comerciales contra los países que tengan un superávit comercial con EEUU superior a los 20.000 millones de euros, un superávit de balanza corriente superior al 3% y que manipulen la moneda para facilitar el dumping comercial.

El Tesoro estadounidense concluyó el año 2016 que Alemania rebasa los dos primeros umbrales pero no manipula su moneda, el euro. La acusación de Navarro, e confirmarse, podría desencadenar una guerra comercial.

El ataque de Navarro pareció coger por sorpresa a Alemania y la canciller Angela Merkel se limitó a señalar, en una rueda de prensa, que su Gobierno "siempre ha respetado la independencia del BCE". Las palabras de Merkel parecen sugerir que el BCE es el responsable de la cotización de la divisa europea, aunque Fráncfort siempre ha asegurado que "el tipo de cambio no es uno de sus objetivos y que nunca ha intentado influir en él".

El choque transatlántico parece ya tan evidente que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en una carta dirigida a los 28 Gobiernos de la UE para convocar la cumbre europea del mes de enero (2017), advierte que "el cambio en Washington pone a la UE en una difícil situación, con una nueva administración que parece poner en cuestión los últimos 70 años de política exterior americana".

En clara alusión hacia Trump, Tusk añade que "por primera vez en nuestra historia, en un mundo crecientemente multipolar, muchos se están volviendo antieuropeos".

La descarnada misiva del presidente del Consejo resume la creciente preocupación en las principales capitales europeas ante la confirmada voluntad de Trump de romper con el orden diplomático mundial imperante desde hace 60 años.

La cita en la capital maltesa, La Valeta, parece llamada a convertirse en la prueba de fuego de respuesta europea al nuevo escenario mundial. El gobierno alemán de Angela Merkel y el francés de François Hollande abogan por cerrar filas en el Viejo Continente. Pero Washington parece dispuesto a sembrar la discordia y a dar prioridad a unas relaciones bilaterales, país por país, que amenazan con dividir a los socios de la Unión Europea.

"El brexit es un ejemplo de lo que viene", señaló Trump la semana pasada tras reunirse con la primera ministra británica, Theresa May, la primera mandataria extranjera en visitarle.

La alfombra roja al Reino Unido contrasta con el aparente desprecio hacia Bruselas y la creciente tensión con Berlín y París. El ataque contra el superávit comercial de Alemania parece sólo la primera andanada, pero ya va directa a la línea de flotación de la UE

La canciller alemana, Angela Merkel, ha respondido a las acusaciones vertidas por el máximo asesor de Donald Trump en materia de comercio, Peter Navarro. La dirigente ha afirmado que "no pueden influir" en la cotización de la divisa comunitaria.

"Alemania es un país que siempre ha reclamado al Banco Central Europeo (BCE) que establezca una política monetaria independiente, igual que hizo con el Bundesbank antes de la existencia del euro", ha señalado Merkel en una comparecencia conjunta con el primer ministro de Suecia, Stefan Lofven, recogida por Reuters. "Por esto, no podemos influir en el comportamiento del BCE y como resultado, no puedo y no quiero que la situación cambie", ha añadido Merkel.

Doce días después de la investidura de Donald Trump la Unión Europea sigue tan descolocada en su relación con la Casa Blanca como el 8 de noviembre de 2016, cuando el magnate estadounidense se alzó con la victoria electoral frente a Hillary Clinton, la candidata preferida por Bruselas.

El resultado pilló tan desprevenida a la diplomacia comunitaria que, según fuentes europeas, la delegación de la UE en Washington no había establecido ni un sólo contacto con el equipo de Trump. La aparente falta de profesionalidad dejó en entredicho a las instituciones europeas ante el recién elegido presidente, que desde entonces no ha disimulado su desprecio hacia Bruselas.

La Comisión Europea ha intentado capear la situación refugiándose en un estruendoso silencio y todavía ni siquiera ha criticado la decisión de Trump de impedir la entrada a las personas procedentes de siete países musulmanes, incluidas las que dispongan también de nacionalidad europea.

La pasividad de la CE ha servido de poco y Trump mantiene su actitud claramente hostil hacia Bruselas. El presidente cesó al embajador de EEUU ante la UE nada más tomar posesión y todavía no ha designado a su sucesor. El favorito para ocupar el puesto, Ted Malloch, es conocido por sus declaraciones a favor de la desintegración de la UE y del euro.

Esta misma semana, Malloch describió al presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, como "alguien que fue un buen alcalde de alguna ciudad en Luxemburgo y que tal vez debería volver a ese puesto".

La CE ha respondido con el silencio. Tal vez para no provocar una escalada diplomática, aunque más bien parece que ha sido por pura desorientación ante la nueva escena mundial.

Las medias verdades de Trump sobre Alemania

Monografias.com

(Fuente: Cinco Días – 2/2/17)

1973 fue el último año en el que la economía norteamericana tuvo superávit comercial (exportó más bienes de los que importó). En concreto vendió bienes a terceros países por valor de 85.000 millones de euros y compró por valor de 83.100 millones, registrando un saldo positivo de 1.900 millones de euros. A partir de esa fecha, tal y como muestran los datos del Departamento de Comercio, el déficit comercial no ha parado de crecer y se situó a finales de 2015 por encima de 705.000 millones de dólares. Este año, el déficit será inferior y llegará a 680.000 millones de euros, como consecuencia de la parálisis del comercio mundial.

Pete Navarro, director del Consejo Nacional de Comercio de EEUU, acusó el martes a Alemania de infravalorar "manifiestamente" el euro con el objetivo de obtener ventajas competitivas frente a sus principales socios comerciales, entre ellos EEUU. En declaraciones a Financial Times acusó al Ejecutivo presidido por Merkel de explotar una divisa "manifiestamente devaluada" y señaló que Alemania es "un gran obstáculo" en la consecución del tratado de libre comercio entre EEUU y la UE, conocido como TTIP.

Los datos muestran otra realidad. Hay cuatro economías (China, Japón, Alemania y México) que son las principales responsables de que ese déficit haya crecido de forma imparable y que las importaciones estadounidenses de bienes casi dupliquen a las exportaciones. De los 627.000 millones de saldo negativo acumulados hasta noviembre de 2016, China es responsable de 296.000 millones (un 47,2%), Japón de 57.822 millones (un 9,2%), Alemania de 55.245 (un 8,8%) y México de 54.400 (un 8,7%). De los cuatro, Alemania es el único que está en la zona euro y que se puede haber aprovechado de la devaluación del euro frente al dólar.

Las explicaciones del Ejecutivo de Trump son tan solo medias verdades. Desde que se introdujo el euro en 2002, el déficit comercial de EEUU con Alemania se ha duplicado, pasando de 33.529 a rozar los 70.000 millones en el cierre de 2015. Entre enero y noviembre de 2016, el saldo negativo no supera los 56.000 millones y cerrará en el entorno de los 63.000 millones. De hecho, EEUU se ha convertido en el primer comprador de bienes a Alemania, con un 9,5% del total.

¿Cuáles son las razones de ese crecimiento? Trump lo achaca a la devaluación del euro frente al dólar. Media verdad. La moneda única estuvo muy apreciada con el dólar desde 2004 hasta 2014, con un cambio medio de 1,33 dólares y con un máximo de 1,59 dólares en abril de 2008. Los actuales niveles, en los que ha llegado alguna vez a rozar la paridad, solo se han producido en los dos últimos ejercicios. Por lo tanto, los verdaderos motivos de que Alemania exporte más a EEUU no tienen que ver con la relación entre el euro y el dólar.

El principal argumento se centra en la fortaleza de la industria alemana (automoción, bienes de equipo y productos químicos suman más de la mitad de las ventas al exterior), sus ganancias de competitividad a través de la moderación salarial y la deslocalización de las grandes multinacionales de EEUU en busca de ahorro.

El Ejecutivo nipón rechazó también las acusaciones de Trump de intervenir los tipos de cambio de su divisa. El ministro portavoz Yoshihide Suga negó que Japón realice intervenciones en el Forex, y señaló que este país "basa su política monetaria en los acuerdos del G7 y el G20 sobre la no manipulación de divisas".

En declaraciones recogidas por EFE, Suga calificó de "totalmente incorrectas" las acusaciones de Trump, quien dijo en la víspera que tanto Japón como China "han jugado a la devaluación" en los mercados monetarios durante los últimos años, en una reunión con responsables de compañías farmacéuticas celebrada en Nueva York. Los comentarios de Trump propiciaron un incremento de la divisa japonesa frente a la estadounidense en el mercado tokiota hasta rebasar los 112 yenes, su máximo en los últimos dos meses. El portavoz del Ejecutivo nipón añadió que la política financiera de su país "tiene como objetivo buscar la estabilidad de los precios de consumo y por tanto no está dirigida a abaratar el yen".

En la misma línea, el viceministro de Finanzas a cargo de Asuntos Internacionales, Masatsugu Asakawa, explicó hoy que la estrategia financiera de Japón "es una política interna dirigida a salir de la deflación", en declaraciones a la agencia Kyodo. "Los tipos de cambio de divisas están determinados por los mercados. Nosotros no los estamos manipulando", subrayó Asakawa

Este tema podría tratarse en la reunión que Trump mantendrá con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, el próximo 10 de febrero en Washington.

"El marco de supervisión y coordinación financiera creado tras la crisis de 2008 se perfila como la primera víctima de la ruptura de Donald Trump con el orden mundial. Las reuniones de algunos organismos ya están paralizadas, según reconocen fuentes europeas. Y las citas previstas han quedado entre paréntesis ante el temido boicot de Washington"… Washington abandona los órganos de supervisión creados tras la crisis de 2008 (Cinco Días – 3/2/17)

La mayor arremetida ha llegado a través de una carta de Patrick McHenry, vicepresidente del Comité Financiero de la Cámara de Representantes, en la que exige a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, que deje de participar en las reuniones de los foros internacionales como la FSB (Financial Stability Board) o el comité de Basilea, donde la UE, EEUU y el resto de países del G-20 pactan la regulación financiera.

La carta de McHenry, a la que ha tenido acceso CincoDías, acusa a esos organismos de "penalizar injustamente al sector financiero estadounidense" y "de ralentizar el crecimiento económico de EEUU". McHenry plantea la ruptura con el modelo actual e, incluso, la revisión de los acuerdos ya suscritos.

La misiva del congresista republicano también arremete contra "las estructuras secretas de estos foros internacionales". Y considera que los acuerdos se negocian "con un proceso opaco" y se y firman "sin que el pueblo americano apenas se percate".

El texto de McHenry contra el FSB y el Comité de Basilea evoca el tono de las diatribas lanzadas contra ese tipo de organizaciones por parte de los movimientos antiglobalización. Y concluye pidiendo "una revisión de los acuerdos internacionales que aniquilan puestos de trabajo en América" y exigiendo a la Reserva Federal que "ponga fin a todas las negociaciones" al menos hasta que "el presidente Trump tenga ocasión de designar y nombrar a funcionarios que prioricen los mejores intereses de América".

La primera negociación a punto de saltar por los aires es la del llamado acuerdo de Basilea IV, para endurecer el control de la evaluación de riesgos del sector bancario. La reunión de noviembre de 2016, la última con Barack Obama en la Casa Blanca, no logró rematar el acuerdo. Se convocó otra cita para el 8 de enero (2017), pero esa reunión, a solo unos días de la investidura de Trump, ni siquiera llegó ya a celebrarse.

"No lograr un acuerdo sería un duro golpe a la credibilidad de todo el proceso", señalaba anteayer Olivier Guersent, director general de Mercados Financieros de la Comisión Europea. "Sería una señal terrible en el clima actual de políticas de postverdad y de creciente proteccionismo", añadió ese alto cargo comunitario en una conferencia del sector financiero.

Fuentes europeas reconocen que, aparte de los acuerdos concretos, la sacudida de Trump hace tambalearse toda la estructura de coordinación internacional. Los organismos que más peligro corren son el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, en sus siglas en inglés), que desde 2009 revisa los puntos vulnerables de la banca internacional; el Comité de Basilea, que elabora las directrices de la regulación bancaria; y la Asociación internacional de Supervisores de Seguros, que agrupa a las autoridades del sector asegurador.

En el sector financiero, algunas fuentes apuntan que la espantada de EEUU hiere de muerte el marco regulador actual. "Se entra en un período de parálisis total", apuntan esas fuentes, que anticipan una "peligrosa etapa de incertidumbre en cuanto a la regulación financiera internacional".

La banca europea teme quedar en desventaja competitiva una vez que Trump consume su decisión de desmantelar las normas adoptadas durante el mandato de Obama. El sector cree que la UE no secundará esa marcha atrás. Pero pronostican que Bruselas pisará el freno y suavizará o retirará las normas pendientes.

Fuentes bancarias auguran que el parón de la UE se llevará por delante, con toda probabilidad, iniciativas como la separación estructural de banca comercial de inversión, los nuevos requisitos de capital o el impuesto sobre las transacciones financieras.

El Consejo de Estabilidad Financiera o Financial Stability Board (FSB) nació en abril de 2009 como la primera respuesta del G-20 a la debacle financiera del año anterior. Mario Draghi, entonces gobernador del Banco de Italia, fue su primer presidente. En el FSB participan representantes de los ministerios de Finanzas y de los bancos centrales. Algunos países, como EEUU, Alemania o Brasil, cuentan con tres miembros y el resto de los países, entre ellos España, con dos. Las directrices se aprueban por consenso. Y aunque carecen de fuerza legal y no son vinculantes, encauzan de manera decisiva la regulación financiera, en particular, en la UE y en EEUU.

Su funcionamiento ha sido criticado por opacidad y se han estudiado diversas fórmulas para dotarle de mayor transparencia, pero nunca se han aplicado. Ahora que las críticas llegan desde Washington tal vez sea demasiado tarde. El congresista estadounidense, Patrick McHenry, en su carta para exigir a la Reserva Federal que abandone el FSB y organismos similares, describe esos foros como "burócratas mundiales en tierras extranjeras sin transparencia, control ni autoridad para hacer lo que hacen". Unas palabras que pueden ser el principio del fin del FSB.

"El presidente de EEUU, Donald Trump, firmó hoy dos órdenes ejecutivas para iniciar el proceso de revocación de parte de la "desastrosa" reforma financiera impulsada tras la crisis de 2008 por su predecesor Barack Obama"… Trump ordena paralizar la reforma financiera de Obama (Cinco Días – 3/2/17)

La ley Dodd-Frank, aprobada en 2010, tenía como objetivo elevar la regulación y la supervisión sobre las grandes entidades financieras y evitar la toma de riesgos como los que provocaron la crisis que estalló en 2008, la más profunda que ha vivido EEUU en ocho décadas.

El presidente estadounidense ha ordenado una revisión de las regulaciones bancarias introducidas después de la crisis, incluida la revisión de una norma sobre el asesoramiento en materia de jubilación.

Trump prometió durante su campaña para reemplazar la ley Dodd-Frank introducida bajo la administración de Obama, y que sirvió para aumentar los requisitos de capital para la banca, restringieron su negociación y en paralelo creó la Oficina de Protección Financiera del Consumidor.

Las normas establecidas por Obama y que ahora Trump pretende eliminar incluían estrictos nuevos estándares de capital para los bancos, exigía test de stress anuales para las entidades financieras consideradas demasiado grandes para caer. Establecía una mayor supervisión en el comercio de derivados. La legislación también creó un nuevo organismo de protección del consumidor para defenderlos de eventuales préstamos depredadores.

"Tenemos una necesidad desesperada para reformar cómo nos enfrentamos a la regulación financiera (…). La ley Dodd-Frank es una política desastrosa que está entorpeciendo los mercados y reduciendo la disponibilidad de crédito", aseguró el portavoz presidencial, Sean Spicer, en su rueda de prensa diaria.

Trump rubricó los decretos en el Despacho Oval después de sostener un encuentro con destacados líderes empresariales como el consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon; la consejera de General Motors, Mary Barra; y el consejero de General Electric, Jack Welch, entre otros.

Al comienzo de la reunión, el presidente estadounidense criticó que hay "mucha gente", como amigos suyos, que tienen "buenos negocios y no pueden pedir dinero prestado debido a las normas y regulaciones de Dodd-Frank".

La primera de las órdenes firmadas por Trump urge a una revisión integral de esta ley, algo defendido por parte de la industria financiera; mientras que la segunda analiza cómo revertir una norma que fija las condiciones de inversión de los planes de retiro de los trabajadores.

Para llevar a cabo la revocación de la reforma financiera, no obstante, el presidente estadounidense necesita el respaldo del Congreso, algo para lo que buscará la ayuda de la mayoría republicana (su partido) en ambas cámaras.

– Francia, el problema y la solución de Europa (El Español4/2/17)

(Por Daniel Lacalle)

Olvídense de Trump. El gran problema que amenaza a España y la Unión Europea es Francia.

Las elecciones francesas son mucho más importantes para nosotros y el futuro de la UE que cualquier otro evento geopolítico global.

El lunes analizaremos en detalle los programas económicos de los principales candidatos, pero desafortunadamente, podemos intuir que la mayoría de promesas vendrán por el lado de aumentar los desequilibrios y soluciones mágicas falsas. Anunciar reformas que luego no se cumplen y continuar con un modelo insostenible de estancamiento.

Por supuesto, Le Pen promete salir del euro ordenadamente, que es como decir que vas a acuchillarte amablemente. Una sandez. Los defensores del populismo siempre atribuyen la solución a los problemas estructurales hundiendo el país devaluando y destruyendo a las clases medias con inflación desorbitada (lean "La falacia de devaluar para exportar")

Francia es, a la vez, el gran problema y la solución para Europa. Es nuestro primer socio comercial y nos debería preocupar mucho. No solo es nuestro principal mercado de exportaciones, sino que Francia es el segundo proveedor de España y su primer cliente. Las exportaciones a Francia superan los 31.400 millones de euros, más del 15,7% de nuestras exportaciones.

Es el gran problema porque es un modelo económico insostenible que el propio candidato Macron ha tildado de "esclerótico".

Una enorme parte del problema es un sector público que supera el 22% de la fuerza laboral y supone casi el 48% del presupuesto, con uno de los mayores gastos públicos de la OCDE -el séptimo mayor del mundo-. Pero eso no sería un problema si el país creciera y mejorara su posición internacional. El grave error es que ese modelo de "economía dirigida", socialista gane quien gane, lleva más de dos décadas en estancamiento, una deuda y déficit inaceptable para un país líder y que, además, ha ido perdiendo puestos con respecto a Alemania, con quien debe compararse, desde 2001.

La otra parte del problema es que, para financiar ese enorme gasto público, se acude a subidas de impuestos, con un esfuerzo fiscal que ya es uno de los más altos del mundo, y una presión fiscal que es la más elevada de la eurozona. Una rigidez y presión que afecta al crecimiento, la creación de empresas, empleo y la competitividad.

Esto ha llevado a que, a pesar de subidas de impuestos constantes, el objetivo de déficit no se cumpla, y la economía, tras breves trimestres esperanzadores, caiga una y otra vez de nuevo en el estancamiento.

Francia no solo ha visto sus exportaciones perder peso mundial, sino que su vecina Alemania se lanzaba a un récord histórico de superávit comercial mientras reducía el desempleo a niveles de la considerada "tasa natural". Es decir, casi al pleno empleo.

Lo peor es que la enorme rigidez laboral no protege y el desempleo juvenil sigue siendo superior al 24%, la tasa de desempleo duplica a la de Alemania o Reino Unido, y crea menos empleo que cualquiera de sus economías comparables. El propio gobierno reconoce que entre 1998 y 2015 el coste laboral ha subido más de un 50% pero la productividad apenas ha crecido un 20%.

Es tan preocupante, y a la vez triste, que gran parte del arco parlamentario francés, en vez de analizar la pérdida de fuerza y poder económico con respecto a Alemania o los países líderes del mundo, ha pasado a justificarse comparándose con Italia.

El jueves estuve en una conferencia sobre el Brexit con los representantes de las principales ciudades candidatas a atraer capital de ese proceso, Fráncfort, París y Dublín. El representante de París, cuando le preguntaron por la rigidez laboral y altos impuestos, solo pudo responder, diplomáticamente, que Francia ofrecía "seguridad". Y un miembro de la audiencia comentaba después "seguridad de que los suben".

Pero Francia es también la solución de Europa. Tiene todos los ingredientes para llevar a cabo una revolución como la que llevó a cabo Schröder en Alemania, llevando al país de ser el "enfermo de Europa" al líder del continente. Puede poner en marcha una auténtica reforma que le lleve a compararse con las economías líderes, no a justificarse con los datos de los que tienen un peor desempeño.

Si Francia recupera su liderazgo económico, poniendo como pilares la competitividad, atracción de capital, fortalecer la renta disponible y eliminar los incentivos perversos de los conglomerados dinosáuricos, salvará a Europa.

Si Francia insiste en la política del avestruz, e ignorar los desequilibrios que la separan cada año más de las economías líderes, se llevará por delante a la Unión Europea. Porque, mientras tanto, los aristócratas del gasto público y los gobiernos de la periferia se comparan con Francia -como siempre- en gastar y subir impuestos con la cantinela de que "estamos por debajo de la media". Una media que sube desproporcionadamente Francia, y que lleva a los demás a perpetuar, con el aplauso de todos, el gasto inútil, la deuda y el infierno fiscal, con la excusa de que Francia "gasta, sube impuestos y se endeuda más"… Y Francia perpetúa su estancamiento con la excusa de que los países de la periferia lo hacen peor. Vamos, parece un concurso de alumnos a ver quién suspende más, para echarle la culpa al profesor.

Fíjense en los debates en España… ¿Qué cosas se les ocurre copiar inmediatamente de Francia? ¿Su fortaleza tecnológica privada, su empresariado innovador? No, la idiotez de la renta básica que se le ocurre al desesperado que ya no sabe qué más prometer después de Pan y Circo para mantener a ese porcentaje de votantes apesebrados que, encima, se le escapa hacia el populismo más intervencionista.

Pensar que aguantando la respiración y negando la realidad pasará todo y los desequilibrios de Francia y la UE los solventarán las soluciones mágicas es simplemente suicida.

No, el problema de Europa y del euro no es Trump. Es Francia. El problema, y la solución.

"Los líderes europeos no quieren una guerra abierta con Donald Trump, ni polémicas como las que ya han afectado al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, o al primer ministro australiano, Malcolm Turnbull. Pese a la hostilidad y el desprecio que el nuevo presidente de EEUU ha mostrado hacia Bruselas, desean preservar, en la medida de lo posible, la relación transatlántica, que consideran un "pilar central" del orden internacional"… La UE elude el choque frontal con Trump pero reforzará su autonomía (El Español – 4/2/17)

Por eso, los 28 han optado por un mensaje conciliador en la cumbre celebrada el 3 de febrero (2017) en Malta. Y se han desmarcado de las combativas declaraciones del presidente del Consejo Europeo, el conservador polaco Donald Tusk, que tachó a la nueva Administración norteamericana de "amenaza" para la UE al mismo nivel que Rusia, China o el yihadismo.

Ningún jefe de Estado y de Gobierno ha respaldado el contenido o el tono de Tusk. Tampoco el presidente del Consejo Europeo se ha atrevido a repetir su diagnóstico. Eso sí, los líderes europeos siguen viendo con "preocupación" algunas decisiones y actitudes de la nueva Administración de Estados Unidos, según ha dicho el primer ministro maltés, Joseph Muscat, cuyo país ocupa la presidencia de turno de la UE, en la rueda de prensa final de la cumbre.

"No obstante, no ha habido ningún sentimiento de antiamericanismo. La sensación es que tenemos que seguir dialogando con EEUU, aunque no nos quedaremos callados cuando estén en juego los principios. Como en cualquier buena relación, hablaremos muy claro cuando creamos que esos principios estén siendo pisoteados", ha dicho Muscat. Hasta ahora, la decisión de Trump que ha provocado más rechazo en la UE ha sido el veto a los inmigrantes de siete países de origen musulmán.

También el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha abogado por "mantener las mejores relaciones posibles" con la nueva Administración estadounidense. Bruselas debe identificar áreas de interés común en las que pueda trabajar con Trump, por ejemplo la lucha contra la organización terrorista Estado Islámico. Al mismo tiempo, la UE debe "defender en todo momento" su identidad y sus valores. Frente al proteccionismo y cierre de fronteras del presidente estadounidense, Rajoy ha reclamado impulsar acuerdos comerciales con México, Chile y Mercosur.

Incluso el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ha desautorizado a Tusk y ha tratado de rebajar el tono de enfrentamiento con Washington. "No me siento amenazado (por Trump), pero hay que explicar las cosas. Porque a veces tengo la impresión de que la nueva Administración norteamericana no conoce la UE en detalle. Pero en Europa los detalles son importantes", ha resaltado.

Por su parte, la primera ministra británica, Theresa May, que no ha hablado con la prensa en La Valeta, ha informado a sus colegas durante el almuerzo sobre su reunión con Trump el pasado viernes. Londres "puede ser de mucha ayuda, dentro o fuera de la UE" a la hora de suavizar los conflictos con EEUU. Pero en el futuro serán los 27 los que tengan que tratar unidos con los norteamericanos, ha dicho el presidente del Consejo Europeo.

La cautela de la UE no se explica únicamente por el deseo de evitar la confrontación con la Administración de EEUU, sino también por la división entre los Estados miembros. Frente a la beligerancia del presidente francés, François Hollande, que ha tachado de "inaceptable" la injerencia de Trump en los asuntos europeos, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, no ha escatimado los elogios al magnate neoyorquino.

"¿Estamos todos de acuerdo en nuestra opinión sobre la nueva Administración? Sin duda no. Hay países que tienen una actitud de reserva y otros incluso de benevolencia", ha admitido el propio Hollande en La Valeta. Pero pese a las discrepancias, el presidente galo cree que hay una "convergencia" entre los Estados miembros: todos coinciden en que Europa debe reforzar su autonomía y no depender tanto de Estados Unidos como en el pasado en cuestiones como la defensa, la política comercial o la seguridad en las fronteras.

"Europa tiene su destino en sus propias manos". Es el lema que ha repetido este viernes hasta en tres ocasiones la canciller alemana, Angela Merkel. Merkel asume que con Trump "habrá menos áreas de cooperación" que con las anteriores administraciones de EEUU. Una de ellas, ha destacado, podría ser la lucha contra el terrorismo internacional. Pero otras tareas las tendrá que hacer la UE "en solitario", como la política comercial, el refuerzo de la defensa o la cooperación con África.

"No hay otra opción que ganar confianza en nuestra propia fuerza", ha defendido el presidente del Consejo Europeo. Tusk ha aprovechado la cumbre de Malta para comunicar a los líderes europeos que quiere renovar otros dos años y medio su mandato, que concluye el 31 de mayo. Su principal obstáculo será el Gobierno ultraconservador polaco de Ley y Justicia, que le considera parte de la oposición.

Tusk ha tratado de quitar hierro a la desautorización de la que ha sido objeto por parte del resto de líderes europeos. "Tenemos diferentes temperamentos y diferentes formas de expresarnos, pero sólo un objetivo: proteger la dignidad europea y el interés europeo. En esto estamos totalmente unidos. En la sustancia, he recibido un apoyo pleno. La mejor prueba de ello es que algunos colegas me han puesto un nuevo apodo, que es "nuestro Donald" para diferenciarme del nuevo presidente estadounidense", ha bromeado Tusk.

– Alemania sí manipula la divisa (Vozpópuli – 9/2/17)

Alemania, al darse cuenta de que ya no podía manipular el tipo de cambio, se esforzó por mejorar su competitividad mediante una devaluación interna controlada. Mientras que atornillaba a los trabajadores alemanes, también colocaba a sus socios en una posición difícil.

(Por Juan Laborda)

Donald Trump ha iniciado su mandato presidencial como era de esperar, con mucha estridencia y con una fuerte oposición del establishment dominante. Promete emociones fuertes. De todas sus afirmaciones, algunas de ellas han sido cuando menos rocambolescas, otras delirantes, pero también las hay ciertas. Y una de esas afirmaciones ciertas es que Alemania manipula la divisa.

Resulta grotesco ver como aquí nadie dice nada cuando Mario Draghi, con argumentos falsos, amenaza a Italia ante cualquier intento de abandono del Euro, recordándole que deben al Eurosistema alrededor de 360.0000 millones de euros, que son los pasivos Target 2. Draghi engaña al personal porque sabe perfectamente que la posición deficitaria del Target 2 no es deuda ni del Estado ni de los ciudadanos italianos. Por el contrario, cuando el nuevo inquilino de la Casa Blanca afirma que Alemania manipula la divisa, la prensa dominante y el propio Draghi se echan las manos a la cabeza, cuando en realidad tal afirmación analizada detenidamente es cierta. Pero vayamos por partes.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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