¿Las políticas de Trump perjudican o benefician a la Unión Europea? (Parte I) (página 3)
Las reacciones están siendo muy torpes en lo político. Ante la grave situación italiana, un país que fue sometido a un especie de protectorado en la etapa de Mario Monti (antes, cuando querían pacificar un Estado, ponían al frente a un militar, hoy a un tecnócrata económico) y que continúa en cierta forma en él, lo que ha hecho Renzi no ha sido combatir los problemas de su país, sino trazar una reforma electoral para perjudicar a Cinque Stelle. En Francia, la elección de François Fillon llevaría, si concurrieran él y Le Pen en segunda vuelta, a que el electorado de izquierdas y el centrista tuvieran que elegir entre lo malo y lo peor, sin identificar bien qué es qué, lo que animaría mucho las posibilidades de Le Pen. En España, no hay un partido populista de derechas mínimamente fuerte, pero si existiera, tendría muchas más opciones de las que creemos.
Tampoco las reacciones económicas están siendo muy afortunadas, ya que las políticas que se siguen amenazan con provocar más tensiones sociales, lo que aumenta esa desigualdad creciente. Como recuerda Wolfgang Münchau en su artículo, lo lógico sería "dejar de insultar a los votantes, resolver los problemas de un sector financiero fuera de control, los flujos incontrolados de personas y capitales y la distribución desigual de los ingresos". No es así, por lo que "ocho años después, todavía hay inversores que están apostando por un colapso de la zona euro".
Negar la realidad
Del mismo modo que Renzi ha aprovechado su capital político para consolidar su poder en lugar de arreglar Italia, Merkel ha optado por hacer lo mismo con la influencia de Alemania sobre sus socios, lo cual genera múltiples crisis en la zona euro. Las élites, en lugar de resolver los problemas que alimentan el extremismo, han decidido encender más fuegos.
La UE necesita dar un rumbo, pero siguen anclados en el mundo ficticio de la macroeconomía, encerrados en ese confortable castillo de grandes certezas, y pensando que lo que ha fallado no son sus fórmulas, sino el no aplicarlas lo suficiente o lo suficientemente bien. Los hechos políticos y sociales lo desmienten. Que medios como "Financial Times" estén insistiendo en esto, y que haya muchas voces moderadas y prosistema que lo subrayen, debería ser una señal inequívoca de que el sistema debería empezar a autocorregirse. Pero no hay ninguna pista que indique que las élites estén dispuestas a entender lo que ocurre y a ponerle solución. Más bien están rebelándose contra sus intereses a través de la negación continua de la realidad.
"El euro ha sobrevivido a la cesación de pagos de países, recesiones, crisis bancarias y rescates. Pero quizás no sobreviva al populismo. En el próximo año, se llevarán a cabo al menos cinco elecciones o referendos en la zona euro que podrían llevar a un partido populista, euroescéptico al poder. Para efectos prácticos, la divisa común está a punto de jugar varias rondas de ruleta rusa"… El ascenso del populismo acecha al euro (The Wall Street Journal – 2/12/16)
La amenaza populista es cualitativamente diferente a la crisis financiera que se desató en Grecia en 2009 y que posteriormente atrapó a media región. En ese caso, lo que preocupaba a los inversionistas privados era que un país, o sus bancos, se declararan en cesación de pagos y se vieran forzados a dejar el euro. Los inversionistas emprendieron la desbandada, disparando las tasas de interés y arrastrando al continente a la recesión.
El Banco Central Europeo puso fin a ese pánico prometiendo que no dejaría que ningún país fuera obligado a salir del euro. En cambio, la amenaza actual es que un país elija dejar el euro. "Es difícil imaginar cómo el BCE podría combatir a un gobierno francés que decida convocar a un referendo sobre (la permanencia) en el euro", dice Andrew Balls, quien supervisa la estrategia de bonos de Pacific Investment Management Co.
La primera prueba comienza el domingo, cuando los italianos votarán por una nueva constitución y los austriacos elegirán a un nuevo presidente. Dependiendo de los resultados, eso abriría el camino para nuevas elecciones que podrían llevar al partido inconformista Movimiento 5 Estrellas al poder en Italia o al ultraderechista Partido de la Libertad de Austria. El próximo año, Francia, Alemania y Holanda llevarán a cabo elecciones nacionales.
El mayor riesgo es que Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, que se opone al euro, sea elegida presidenta de Francia. No se cree que Le Pen supere en la segunda vuelta al candidato republicano François Fillon, e incluso si lo logra, su partido no controlaría el parlamento. De hecho, pocos de los partidos populistas de Europa Occidental son lo suficientemente fuertes como para gobernar por sí solos.
No obstante, el viento empieza a soplar a su favor. Los británicos votaron para salir de la Unión Europea y los estadounidenses eligieron presidente a Donald Trump, aunque por razones que quizás no resuenen en el continente. Sin embargo, el hecho de que los votantes británicos y estadounidenses hayan desafiado a los poderes tradicionales y no hayan pagado el precio económico que se predecía, reduce el estigma para los europeos que estén pensando en votar en contra de los partidos tradicionales. Además, estos están perdiendo un importante aliado: Barack Obama, quien ha sido un partidario de la Unión Europea y el euro. Trump y los partidos antieuro de Europa, en cambio, son más afines.
No se debe subestimar la durabilidad del euro. Pese a toda la miseria que ha generado, las encuestas muestran que mayorías sólidas en cada país miembro desean mantenerlo. De hecho, el euro es mucho más popular que los populistas que desean acabar con él. Alternativa para Alemania comenzó como un partido antieuro, pero se hundió en las encuestas hasta que un flujo de refugiados de Medio Oriente elevó su atractivo entre los que se oponen a la inmigración.
A sabiendas de esto, los populistas podrían suavizar su oposición a la moneda común a medida que se acerquen al poder. El Frente Nacional, por ejemplo, podría diluir su euro escepticismo cuando publique su plataforma para 2017.
Incluso si los populistas no logran tomar el control de la legislatura, la expansión de su presencia amenaza el futuro de la divisa común. Si Le Pen se acerca a la presidencia en la primera vuelta en abril, los inversionistas podrían salir en desbandada de la deuda francesa por temor a que se redenomine en francos.
En ese punto, las opciones del BCE son limitadas. Actualmente compra cerca de 14.000 millones de euros de deuda francesa al mes, como parte de un programa más amplio de compra de bonos para estimular el crecimiento. Eso es ligeramente menor que lo que Francia debe tomar prestado para financiar su déficit y refinanciar la deuda que se vence pronto. El BCE podría orientar más de sus compras de bonos a Francia, pero no puede comprar suficiente como para absorber una venta generalizada.
El BCE y el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate de la región, pueden apoyar explícitamente la deuda francesa sólo si el país acepta cambios de política dictados por la Comisión Europea. "Por supuesto, Le Pen nunca haría eso", dice Mujtaba Rahman, de Eurasia Group, una firma consultora de riesgo político.
Por lo tanto, el siempre presente riesgo de un gobierno populista podría sacudir los mercados y socavar la aún frágil recuperación. Los partidos tradicionales, amenazados por la derecha euroescéptica, a su vez serán reacios a aceptar los cambios necesarios para resolver las fallas estructurales del euro, como un presupuesto común más amplio, seguro de depósitos o garantías de deuda. El euro podría sobrevivir al próximo año, pero la próxima década se ve mucho menos prometedora.
– La derecha populista derriba a la izquierda (Expansión – FT – 2/12/16)
(Por Philip Stephens – Financial Times)
El preocupante nacionalismo no es propiedad exclusiva de la derecha.
Durante el referéndum británico, aquellos que apoyaban el Brexit reivindicaban que el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido estaba saturado por culpa de los millones de inmigrantes turcos. Quien sostuvo este argumento fue Gisela Stuart, diputada del Partido Laborista y líder de la campaña a favor del Brexit.
La política racista y la falta de rigor son las cartas de presentación del populismo. Obtienen más poder con la unión de la derecha y la izquierda. Los nacionalistas de hoy en día se aprovechan de los problemas económicos, sociales y culturales de la clase trabajadora excluida por la globalización. Esta marea está arrastrando a gran parte de la antigua izquierda política europea.
El UKIP (Partido de la Independencia de Reino Unido) empezó adelantando a los conservadores por la derecha. El partido de Nigel Farage cosechó su primera victoria al forzar al Gobierno tory a plantear un referéndum sobre la permanencia en la UE. Pero el Brexit sólo ganó gracias al apoyo contra el establishment y la inmigración de un gran número de votantes laboristas.
Esta semana, Farage ha dimitido como líder del UKIP. Su sucesor, Paul Nuttall, cree que el futuro del partido está en el enfado de los partidarios laboristas de las zonas rurales al norte de Inglaterra.
El Partido Republicano de centro-derecha francés ha decidido que su candidato para las elecciones presidenciales del año que viene sea François Fillon, al que muchos consideran el único que puede hacer frente a la extrema derecha del Frente Nacional de Marine Le Pen. Lo sorprendente es el apoyo que ha conseguido Le Pen entre la clase trabajadora. Lo que Le Pen busca es limitar las opciones entre el liberalismo "thatcherista" de Fillon y la idea de estado de bienestar del Frente Nacional.
La que no aparece por ningún sitio es la izquierda tradicional. Si François Hollande insiste en buscar su segundo mandato, no conseguirá el apoyo del Partido Socialista. Los índices de popularidad del presidente se han desplomado, muy por debajo de Emmanuel Macron, su exministro de Economía. Tal y como está la situación, Le Pen y Fillon se enfrentarán en la última vuelta. Para la UE, la victoria del Frente Nacional podría ser fatídica.
En EEUU, Hillary Clinton ganó la votación popular, pero perdió el apoyo de los estados rurales que solían ser demócratas. La rabia contra las élites, el descarado nacionalismo y el proteccionismo económico han consternado a las clases pudientes y a los estadounidenses cultos, y han ofendido a la mayoría de las minorías, pero el resultado de las elecciones refleja el mismo grito de protesta de los obreros de Reino Unido.
En toda Europa, los partidos de centro-izquierda han sufrido un castigo motivado por el discurso populista sobre el abandono de la población autóctona. En Italia, el primer ministro Matteo Renzi puede verse desplazado por Beppe Grillo, del partido nacionalista Movimiento 5 Estrellas, un partido que aplaude el nacionalismo beligerante del trumpismo. Alemania ha logrado escapar de los excesos populistas, pero el año que viene el mayor rival de la canciller Angela Merkel será la ultraderecha y no el Partido Socialdemócrata. Y en Austria puede que el próximo presidente sea de un partido fundado por nazis.
En la izquierda piensan que la solución es adoptar una postura más de izquierdas. Aquellos que apoyaban a Bernie Sanders creen que hubiese tenido más opciones que Clinton de derrotar a Trump.
En realidad, la extrema derecha y la izquierda radical comparten su visión proteccionista de la economía. La opinión de Le Pen sobre el capitalismo mundial no dista de la de Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista de Reino Unido. Ambas posturas también suelen admirar a líderes "poderosos" como Vladimir Putin. En cualquier caso, la derecha siempre puede acorralar a la izquierda con las cuestiones de la cultura y la identidad.
Este hecho queda patente en los errores de políticos como Corbyn, que esta semana ensalzó los logros de Fidel Castro. El Gobierno de Theresa May está atrapado en el fango del Brexit. Los ministros están en guerra los unos con los otros, la libra ha caído y la economía se está desacelerando.
Los partidos de la izquierda y de la derecha moderada tienen claro que sólo el "centrismo" puede derrotar al populismo. La globalización no puede desaparecer, pero tampoco puede distribuir todas sus ganancias entre los más ricos. El cierre de fronteras nos perjudicará a todos, pero se deben evitar los disturbios sociales. El patriotismo puede celebrarse, pero no debe derivar en la xenofobia. Las multinacionales deben pagar impuestos, y los consejos de administración deben limitar las remuneraciones excesivas de los ejecutivos.
Los paralelismos con los años 30 son a un mismo tiempo inexactos y desconcertantes. Muchas personas han perdido la fe en el sistema. Y algo debe ir realmente mal cuando los ciudadanos de las democracias desarrolladas declaran constantemente que la situación empeorará para sus hijos. Los populistas se alimentan de ese pesimismo. La política necesita el optimismo de un centro robusto.
"2016 ha sido el peor año para el proyecto europeo desde sus inicios, marcado por atentados, flujos migratorios, populismos nacionalistas y referéndums desestabilizadores" El "annus horribilis" de la Unión Europea (El Confidencial – 27/12/16)
De los errores se aprende, y a la Unión Europea falta le hace empezar el año nuevo con la lección aprendida. Las instituciones europeas deberían tomar nota de este 2016, para saber qué ha fallado y cómo evitar que vuelva a pasar en el futuro. La balanza europea se ha desnivelado este año en materias tan importantes como la seguridad, la cooperación entre países y los acuerdos internacionales, a pesar de los esfuerzos inútiles de la Comisión y el Parlamento por intentar evitarlo.
2016 empezaba con la llegada de Cameron a Bruselas exigiendo un nuevo acuerdo de cara al referéndum por el Brexit. El entonces primer ministro británico viajó a la capital europea para reclamar cambios en la soberanía, la gobernanza económica, la emigración y el Estado de bienestar, materias es las que la UE no estaba dispuesta a hacer muchas concesiones, pero que el líder británico creía imprescindibles para su campaña por la permanencia. La fuerte cruzada por el "no", promovida entre otros por el UKIP de Nigel Farage, ni siquiera se vio afectada por la radicalidad que tomó la campaña con la muerte de la laborista Jo Cox, asesinada a puñaladas y balazos por defender la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.
Las encuestas preveían una victoria por la mínima del "remain", aunque si algo ha demostrado este 2016 es que no hay que fiarse de los resultados de las encuestas. Europa amanecía con la sorprendente victoria del "no" y confundida por las miles de dudas que se abrían tras este resultado. Los expertos intentaban analizar qué había pasado y qué les deparaba el futuro. El Brexit se llevó por delante a Cameron, que dimitió de su cargo aceptando la derrota y abriendo una etapa de incertidumbre en las instituciones europeas, que por primera vez se enfrentan a la salida de uno de sus miembros. Y no uno cualquiera.
Otro de los puntos más polémicos y amargos de este año dentro de la Unión Europea es el famoso pacto migratorio firmado con Turquía. Un acuerdo con el que la UE pretendía sellar la ruta del Mar Egeo por el que han entrado más de un millón de refugiados, devolviendo a tierras turcas a todos aquellos "migrantes irregulares" que llegan a Grecia. Turquía, que desde hace años lleva negociando su entrada en la Unión, vivió uno de sus momentos más agrios este verano, con el intento de golpe de estado que el presidente Erdogán solventó con mano de hierro. Las medidas del líder turco no han gustado en el Parlamento Europeo, que hace poco votó la congelación de las negociaciones con Turquía en oposición a la deriva autoritaria de Erdogán.
Varias organizaciones de ayuda humanitaria, como Oxfam o ACNUR, han denunciado las bajas cifras de acogida de refugiados de los países más ricos. España no ha llegado al 3% de lo prometido, mientras que Francia solo ha alcanzado el 7% y Reino Unido el 13% de lo previsto. Mientras tanto, las cifras de los refugiados que han muerto en el mar intentando llegar a tierras europeas es escandalosamente alta. La situación de los refugiados en tierras europeas es dramática y aún no se han dado soluciones específicas para tan terrible tragedia. Por otra parte, la canciller Angela Merkel se ha visto perjudicada por su política de acogida de refugiados, siendo Alemania un país con una de las tasas más altas de la Unión Europea. El problema al que se enfrenta Europa no es solo la cifra de acogida, sino el poder asegurar los derechos universales de los refugiados y garantizarles una estabilidad en su nueva residencia.
Aunque en eso de las "garantías" también la UE ha demostrado que tiene mucho que mejorar. A pesar de que la seguridad es una de las fortalezas entre los países miembro, los atentados terroristas sufridos en Bruselas, Berlín y Niza han sido la cara más triste y amarga de este año. A Bruselas le está costando recuperarse del mazazo sufrido en marzo y aún mantiene el nivel 3 de alerta, con soldados recorriendo las calles de la capital belga. Las evidencias han demostrado que la coordinación entre cuerpos de seguridad y los servicios de inteligencia han sido insuficientes a pesar de que los autores de los atentados estaban fichados y en la lista negra de la policía de Bruselas desde hace tiempo. Los atentados han demostrado una vez más la fragilidad de la seguridad europea, a pesar de los evidentes refuerzos y el mantenimiento del estado de alerta tanto en Francia como en Alemania y Bélgica.
Tras los atentados de Paris y la posterior respuesta bélica en Siria por parte de Francia, la popularidad de Hollande se hundió hasta tocar fondo, lo que supuso su retirada para las elecciones del próximo año. Como contraposición, Marine Le Pen no deja de crecer y ganar apoyos sin abandonar la radicalidad de su discurso contra los inmigrantes, los musulmanes y la propia Unión Europea. Un discurso que se repite y propaga entre países como Austria y Holanda y que parece ganar adeptos día a día.
El "populismo" ha dado más de un susto este año en Europa. En las elecciones de Austria, la extrema derecha estuvo a punto de dar la campanada. En Holanda, el partido de ultraderecha se postula como ganador en todas las encuestas de cara a las próximas elecciones, que se celebrarán en marzo de 2017. En Francia, para combatir el auge de Marine Le Pen, la derecha más conservadora ha confiado sus opciones en un candidato anti-europeísta como François Fillon. El "populismo" es otro de esos asuntos para el que las instituciones europeas parecen no haber encontrado aún la respuesta.
Con la victoria de Trump, el candidato que rompió todas las encuestas, las negociaciones del TTIP se han paralizado, aunque todo parece indicar que el acuerdo entre Europa y los Estados Unidos tiene las horas contadas. Para la Unión esto supondría otro fracaso político, más aún tras los continuos enfrentamientos con los opositores y las intentonas de dar más transparencia a las negociaciones. También se les atragantó a las instituciones europeas el CETA, el acuerdo de libre comercio con Canadá que estuvo a punto de suspenderse por la negativa de Valonia y que llegó a sacar de quicio a los líderes canadienses, que no dejaban de cruzar el Atlántico una y otra vez en vano para después volver a casa con las manos vacías. Finalmente, la UE se anotó un tanto que supo amargo y parece que no volverá a repetirse con los estadounidenses.
2016 termina dejando un mal sabor de boca en la UE tras la victoria del "no" en el referéndum italiano, que se debatía por una reforma constitucional respaldada por las instituciones europeas y que terminó con la dimisión de Mateo Renzi. Al final, los italianos fueron a votar para deslegitimar a un presidente tecnócrata que no había necesitado las urnas para ostentar el poder. Así, Italia volvía a dejar su futuro en manos del presidente de la República que intenta evitar repetir elecciones a toda costa con la elección de Paolo Gentolini como nuevo primer ministro. Dos referéndums, dos dimisiones y dos decepciones para una Unión Europea más desunida y desconectada que nunca.
Las instituciones europeas encaran el próximo año con varios retos entre las manos. Entre ellos, la negociación con el Reino Unido para acordar su salida de manera definitiva a través de la activación del artículo 50. La Unión mete prisa a Londres para empezar las negociaciones con el fin de que la salida se dé antes del 2018. Además, otra de las preocupaciones de la Unión recae en las elecciones francesas, alemanas y holandesas, en las que se determinará si el "auge populista" acaba ganando terreno o se queda en agua de borrajas.
La estabilidad del Parlamento es otro de los problemas a resolver en 2017. En el pleno de enero se votará un nuevo presidente, con los socialistas y conservadores enfrentados. Unos, negando que haya ningún tipo de coalición y otros pidiendo respeto por los acuerdos firmados a principio de la legislatura. Habrá que ver si la Unión Europea encarrila el nuevo año y demuestra que se puede enfrentar a todos los retos con la lección más que aprendida.
"El paisaje político de la Unión Europea se transformó radicalmente en 12 meses: el primer ministro británico David Cameron dimitió. También lo hizo italiano, Matteo Renzi. Y el presidente francés, François Hollande, anunció su despedida. Además, Reino Unido, uno de los miembros clave de la Unión, dijo adiós al grupo"… Las batallas electorales que redefinirán el paisaje político de Europa en 2017 (BBCMundo – 2/1/17)
2016 fue sin duda un año de cambios en Europa. 2017 puede ser crucial.
Francia y Alemania, los dos principales países del bloque por población y peso económico y político, renovarán sus gobiernos en mayo y septiembre de 2017 respectivamente. También lo harán Holanda en marzo y República Checa en octubre.
Y en Italia, el futuro político es incierto después de la renuncia de Renzi tras perder el referendo de reforma constitucional celebrado el pasado 4 de diciembre. Si no se logra la formación de un nuevo gobierno, también la tercera economía de la eurozona podría convocar elecciones anticipadas en 2017.
Sin embargo, por el momento, parece ser en París donde se juega la partida política más compleja. "Gran parte de la atención estará puesta en Francia. El Frente Nacional es una amenaza potencial para los partidos tradicionales en las elecciones presidenciales. Han adoptado una posición muy euroescéptica y Marine Le Pen habló de un referendo sobre la permanencia en la Unión Europea. En el clima político actual no se puede saber qué sucederá, pero si ocurriera, sería muy perjudicial para la UE", dice Thomas Christensen, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Maastricht, en Holanda.
En Francia, la primera vuelta de las elecciones presidenciales tendrá lugar el domingo 23 de abril. El balotaje se celebrará el 7 de mayo. El actual presidente, el socialista François Hollande ya anunció que no concurrirá a los comicios. Pero su partido, que celebrará las primarias en enero, aún no tiene candidato.
François Fillon, candidato de los republicanos, el principal grupo de la oposición conservadora, lidera las encuestas con algo menos del 30% de intención de voto. A un solo punto se sitúa Marine Le Pen, del ultraderechista Frente Nacional.
De mantenerse esta tendencia en los próximos meses, Francia se verá abocada a una segunda vuelta que en enfrentará a quien fuera primer ministro entre 2007 y 2012 durante la presidencia de Nicolas Sarkozy y a la hija del histórico líder ultraderechista Jean Marie Le Pen. Ante ese escenario hipotético, los expertos consultados creen improbable que Le Pen alcance la presidencia francesa.
"En Francia, el hecho de que haya dos vueltas presidenciales hace mucho más posible que haya un pacto entre el resto de fuerzas para no apoyar al candidato de extrema derecha", apunta Pol Morillas, investigador principal sobre Europa del Centro para Asuntos Internacionales de Barcelona (CIDOB).
El crecimiento de los movimientos ultraderechistas de carácter xenófobo y generalmente euroescépticos planea sobre las principales citas electorales europeas en 2017. Sin embargo, señalan los expertos, el factor "sorpresa" propio de los referendos -donde se elige únicamente entre dos opciones- es menor en las elecciones generales o presidenciales. En estas, el voto puede ser más variado y se abre después la posibilidad de establecer coaliciones y pactos. Y este proceso reduce las opciones de llegar al poder de los grupos de extrema derecha. No solo en Francia.
"En Holanda es muy probable que Wilders (líder del ultraderechista Partido de la Libertad) saque un buen resultado. Pero el sistema ultraproporcional holandés permitirá pactos que podrán dejar fuera del gobierno y de la influencia directa a la extrema derecha", indica Morillas.
"En el caso de Alemania es poco probable que Alternativa por Alemania (otro grupo de ultraderecha) tenga un peso fuerte. Por el momento parece que Angela Merkel continuará siendo canciller", afirma.
Sondeos recientes otorgan una amplia ventaja a la actual mandataria con un 35% de intención de voto frente al 22%del Partido Socialista Alemán y el 13%de Alternativa por Alemania.
Pero, ¿cuáles son los grandes temas de fondo de estas elecciones? ¿Existen asuntos que afecten al conjunto de Europa que vayan más allá del interés nacional y de las fronteras estatales?
"Mirando a la UE en su conjunto, uno ve cuestiones compartidas: las desigualdades sociales y las políticas de austeridad por un lado y la inmigración e integración de minorías por otro. Ambos asuntos se asocian a la pertenencia a la UE. De hecho, existe una tendencia común donde los movimientos populistas intentan vincular Europa con los desafíos a las que se enfrenta la población en cuestiones internas de los países", indica Christensen.
¿Por qué el populismo está en auge en Estados Unidos y Europa?
El profesor Richard Whitman, director del Centro Europa Global de la Universidad de Kent, en Reino Unido, coincide en que las actitudes frente a la inmigración y los demandantes de asilo serán cuestiones electorales clave.
Y suma dos temas de política exterior a la lista de preocupaciones comunes europeas.
"Las relaciones con Estados Unidos, que quizá no será un gran tema de campaña, pero será importante para las personas que resulten elegidas: cómo se quieren relacionar con el gobierno de Trump. Y otra cuestión será probablemente el Brexit. Tampoco como tema principal de campaña, pero sí en relación a cómo se gestionará la salida de Reino Unido de la UE. Hay partidos, como el Frente Nacional, que harán campaña por establecer una relación diferente entre Francia y la UE si ganan. Y esta es una cuestión existencial para la UE", sugiere.
Los (inesperados) efectos del Brexit
La inesperada victoria del sí en el referendo sobre la salida de Reino Unido de la UE, celebrado en junio de 2016, fue el mayor triunfo de los euroescépticos hasta la fecha.
En los meses siguientes se habló de una crisis profunda en el proyecto europeo. Sin embargo, medio año después, el resultado del Brexit podría tener un efecto contrario dentro de la Unión.
"El referendo en Reino Unido y los problemas que ha desencadenado está siendo un toque de atención para la población en toda Europa. Según las encuestas que vi, desde el verano, las actitudes hacia la UE son más positivas. La gente se dio cuenta de qué está potencialmente en juego si se abandona la UE", sugiere Christensen.
"Creo que lo que uno espera de 2017 desde el punto de vista de la UE ver si realmente los tres grandes países que quedan después del Brexit, Francia, Alemania e Italia, seguirán siendo apoyos estables del proyecto europeo. En este sentido, 2017 es un año muy decisivo para la Unión", concluye el experto.
"¿Cómo y por qué acontecimientos podría cambiar el ritmo del planeta en 2017? La web RT hace un repaso de las citas más importantes del año que comienza, desde la llegada de Trump a la Casa Blanca hasta las elecciones chilenas a finales de año"… De Trump al Brexit, el calendario internacional de 2017 (Gaceta.es – 5/1/17)
Enero: Donald Trump asume el cargo de presidente
El próximo 20 de enero, Donald Trump se convertirá en el 45º presidente de EEUU, tras ganar inesperadamente las elecciones celebradas el pasado 8 de noviembre.
Entre las decisiones que podría adoptar el republicano a su llegada a la Casa Blanca están la salida de EEUU del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP); la revisión del sistema sanitario puesto en marcha por su predecesor, Barack Obama; el levantamiento de las restricciones en el sector energético, en especial las que afectan a la producción de hidrocarburos en la plataforma marítima y a la extracción de carbón; así como la construcción de un muro en la frontera con México para frenar la inmigración ilegal.
Sin embargo, si hay un acontecimiento que acaparará toda la atención mediática este 2017 será su primer encuentro con el presidente ruso, Vladimir Putin, tras el grave deterioro de las relaciones diplomáticas entre ambos países durante los últimos meses, en los que la administración Obama ha acusado reiteradamente a Rusia de llevar a cabo supuestos ciberataques durante la campaña electoral y las elecciones presidenciales para favorecer a Trump.
Febrero: elecciones presidenciales en Ecuador
Ecuador celebrará elecciones presidenciales el 19 de febrero para elegir al sucesor de Rafael Correa, tras casi 10 años en el poder. Aunque las encuestas señalan una ventaja del candidato de su partido, el exvicepresidente Lenin Moreno, sobre el resto de aspirantes, los últimos escándalos de corrupción podrían cambiar los resultados en las urnas. En este sentido, la victoria de cualquier partido de la derecha chilena podría suponer un cambio en las relaciones cercanas que mantiene el actual presidente Correa con los gobiernos de izquierda de América Latina, así como un giro en las tensas relaciones con EEUU que han marcado su política de los últimos años.
Entre marzo y abril: referéndum turco
Turquía podría someter a referéndum una reforma constitucional para dar más competencias al cargo del presidente del Gobierno. El sistema presidencialista que propone el actual presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, otorga todo el poder ejecutivo al presidente, en contraste con el modelo parlamentario actual en el que el jefe del Estado solo tiene atribuciones ceremoniales, y le permite formar parte de un partido, mientras que ahora debe permanecer neutral. Además, contempla la abolición de la figura del primer ministro, ahora jefe del Gobierno. Son muchos en la oposición los que temen que la administración Erdogan acabe siendo, de facto, una dictadura.
Marzo: Reino Unido activa el Brexit
La primera ministra británica, Theresa May, prometió activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, el mecanismo que abre oficialmente el proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) antes de que finalice el mes de marzo. Con la activación del citado artículo se abrirá un plazo de dos años para completar su salida, de forma que los británicos estarán fuera del club europeo en primavera de 2019, salvo que ambas partes acuerden unánimemente una prórroga. May tendrá por delante la difícil tarea de negociar con los que hasta ahora eran sus socios europeos una estrategia que contrarreste las posibles consecuencias de esta decisión para la economía británica.
Marzo: Elecciones en Holanda
La primera gran cita con las urnas en Europa se celebrará el próximo 15 de marzo en Holanda, donde las encuestas apuntan a que el líder de la derecha alternativa Geert Wilders, del Partido de la Libertad, obtendrá muy buenos resultados. Wilders ha prometido que si llega a la presidencia holandesa convocará un referéndum para que los holandeses puedan votar su permanencia o salida de la Unión, que ya se conoce popularmente como "Nexit".
Sin embargo, no tendrá fácil alcanzar la presidencia del país, ya que aunque su partido consiga tener más representación en el Parlamento holandés, será difícil que pueda alcanzar la mayoría necesaria para gobernar en solitario, por lo que es muy posible que sus adversarios alcancen un pacto entre ellos para evitar su llegada al poder.
Abril: prosigue el acuerdo del Gobierno colombiano con las FARC
A pesar de que a principios de octubre el pueblo colombiano dijo "No" al llamado acuerdo de "paz" del Gobierno y las FARC, el presidente Juan Manuel Santos aprobó un segundo acuerdo, esta vez sin contar con la voluntad popular. En 2017 habrá que pasar de las letras, de la teoría, a la práctica y terminar la entrega de armas (a finales de abril, se prevé) y la conversión de la guerrilla en un partido legal.
Abril / Mayo: elecciones presidenciales en Francia
La decisión británica de abandonar a sus socios europeos supuso un duro golpe para la Unión Europea, pero los resultados de las elecciones presidenciales de Francia, que se celebrarán entre abril y mayo, podrían suponer su sentencia de muerte. De momento, los partidos políticos tradicionales franceses tratarán de contrarrestar el auge de la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, quien propone un referéndum para votar la salida o permanencia de Francia de la Unión Europea y otro sobre su pertenencia a la OTAN. Aunque Le Pen es favorita en las encuestas, tendrá difícil alzarse con la victoria con un sistema electoral que contempla dos vueltas ya que sus rivales se unirán contra ella en la segunda votación para evitar su llegada al poder.
Mayo: elecciones presidenciales en Irán
El actual presidente iraní, Hasán Rohaní, buscará su reelección en las elecciones presidenciales que se celebrarán a mediados de mayo. Su llegada al poder supuso una relativa calma en las tensas relaciones internacionales establecidas por su predecesor, Mahmud Ahmadineyad, tal y como demostró la firma de un acuerdo nuclear, en junio de 2015, con Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania. Sin embargo, Rohaní ha estado estos cuatro años en el centro de los ataques del ala más conservadora de los Guardianes de la Revolución y ciertos miembros del sistema judicial, que acusan al presidente iraní de hacer demasiadas concesiones y de que el acuerdo nuclear apenas ha tenido consecuencias positivas para la economía. Además, el presidente iraní concurrirá a las urnas tras la llegada a la presidencia de EEUU de Donald Trump, que ya ha anunciado que no aceptará las condiciones pactadas en el citado acuerdo.
Septiembre – octubre: elecciones en Alemania
Tras las elecciones presidenciales en Francia, la otra gran prueba de la Unión Europea se disputará en las elecciones generales alemanas, que se celebrarán entre septiembre y octubre.
La actual canciller alemana y una de las personas con mayor peso dentro de la UE, Angela Merkel, se enfrentará a su reelección en un contexto político y social muy diferente al de pasadas citas electorales. Merkel atraviesa por uno de los momentos de mayor fragilidad en sus más de diez años al frente del Gobierno debido, en buena medida, a su política de refugiados. Mientras, el partido de la derecha alternativa "Alternativa por Alemania (AfD)", con presencia en diez de los 16 parlamentos regionales del país, se coloca como fuerte rival de Merkel.
Otoño: Congreso del Partido Comunista chino
China celebrará en octubre el 19º Congreso del Partido Comunista, que determinará el camino que seguirá el país durante los próximos cinco años. Aunque el presidente Xi Jinping seguirá como secretario general del partido hasta 2022, estará acompañado por un Comité Permanente completamente renovado, lo que podría afectar a las reformas económicas que están pendientes en el país. Además, China tendrá que hacer frente a las nuevas relaciones comerciales con EEUU tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, quien además podría reconocer oficialmente la soberanía de Taiwán.
Noviembre / Diciembre: elecciones presidenciales en Chile
Al igual que sucede con Ecuador, las alianzas entre los países latinoamericanos podría cambiar con los resultados de las elecciones presidenciales y parlamentarias de Chile, previstas para el 19 de noviembre, y en caso de haber una segunda vuelta, esta se celebraría el 17 de diciembre, a las que no concurrirá la actual presidenta del país, Michelle Bachelet. Según una reciente encuesta publicada por la consultora CERC-Mori, el senador independiente Alejandro Guillier ganaría la segunda vuelta de las elecciones, mientras que en la primera, con todos los candidatos en el escenario, se mantendría como favorito el expresidente conservador Sebastián Piñera, seguido de Guillier y el también expresidente Ricardo Lagos, que sucede a Bachelet como candidato del Partido Socialista de Chile.
A lo largo del año: tres subidas de intereses de la Reserva Federal
La subida de tipos de interés en EEUU, así como el precio del petróleo, son dos de los temas económicos que podrían afectar a otros países durante el 2017. El pasado mes de diciembre, la Reserva Federal (Fed) anunció una subida de los tipos en un 0,25%, hasta situarlo en el 0,75%. A pesar de que se trata de la primera subida de tipos desde finales del 2015 y la segunda desde el 2006, la Fed anticipó tres nuevos incrementos graduales en 2017, frente a los dos que había previsto en septiembre, lo que dejaría los tipos en el 1,4% a finales del año.
"En un mundo de crecimiento económico flojo, dos tendencias en conflicto desconciertan a los encargados de trazar políticas: ¿por qué las compañías están contratando con tanto entusiasmo y por qué los salarios hasta hace poco no han subido con igual fuerza?" Por qué los salarios no suben al ritmo del empleo en los países desarrollados (The Wall Street Journal – 9/1/17)
De Tokio a Londres, las tasas de desempleo han continuado cayendo, pese a que los indicadores del mercado laboral sugieran que las economías están cerca del pleno empleo. La tasa de desempleo de Estados Unidos subió ligeramente a 4,7% en diciembre, pero sigue cerca de su mínimo de nueve años de 4,6%. En Japón, la tasa se encuentra en su nivel más bajo desde principios de los años 90, en 3,1%. La desocupación del Reino Unido fue de 4,8% en el trimestre terminado en octubre, cerca de su punto más bajo en 40 años, pese al voto histórico del país para abandonar la Unión Europea. Incluso en los 19 países que componen la zona euro, el desempleo ha caído a 9,8%, su nivel más bajo en siete años.
Es común que las firmas contraten una gran cantidad de trabajadores en las primeras etapas de una recuperación económica, para lidiar con la demanda reprimida. Eso tiende a desacelerar el crecimiento de la productividad. Pero las empresas han estado sumando empleados por mucho más tiempo de lo que se esperaba, dicen los economistas, y la productividad ha sido moderada por un período prolongado a medida que las firmas no hicieron inversiones de capital.
"Es muy difícil explicar por qué las empresas están sumando tantos trabajadores ( ) a lo largo de las economías avanzadas en momentos en que el crecimiento ha sido de casi cero o incluso a la baja", dice Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional en Washington. "Es muy barato sustituir capital por mano de obra, en parte debido a lo que están haciendo los bancos centrales". Las bajas tasas de interés reducen el costo de invertir en máquinas que reemplazan trabajadores.
Las autoridades económicas, particularmente en Europa, se han visto sorprendidas. El Banco de Inglaterra prometió a mediados de 2013 que consideraría elevar las tasas de interés cuando el desempleo cayera a 7%, pero tuvo que dar marcha atrás luego de llegar a ese nivel en seis meses. El Banco Central Europeo reconoció que la recuperación mayor a la esperada en el empleo, en relación al crecimiento económico, de los últimos años lo tomó por sorpresa.
Normalmente, los economistas esperan que los salarios suban a medida que cae la tasa de desempleo y aumenta la productividad. Pero parece que esas correlaciones se han roto: el crecimiento de los salarios en EEUU y Japón desde 2007 ha sido hasta un punto porcentual por año menos que lo que sugieren los modelos económicos tradicionales, dice la firma de consultoría Oxford Economics.
El crecimiento de los salarios parece haber cobrado fuerza recientemente en EEUU. Los ingresos promedio por hora subieron 2,9% en diciembre frente al mismo período del año anterior, más que el promedio de 2% que prevaleció durante buena parte de la expansión. Sin embargo aún es pronto para decir si eso será sostenible. Además, otras medidas salariales de EEUU son menos robustas.
Los salarios en 22 economías avanzadas crecieron en promedio 3,8% al año entre 1995 y 2007, pero en menos de 2% al año entre 2008 y 2016, según Oxford Economics.
La curva de Phillips, que refleja una relación inversa entre los salarios y el desempleo, parece haber dejado de funcionar en muchos lugares. Los economistas sugieren una serie de posibles explicaciones.
Primero, los tipos de empleos creados desde la crisis no son los mismos que se perdieron antes de ella. Mientras que la mayor parte de trabajos perdidos fueron en el sector de construcción y manufacturas, los que se han agregado están en el sector de servicios, dice Stefano Scarpetta, economista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un centro de estudios para economías avanzadas. En la zona euro, casi todos los 3,2 millones de empleos creados desde la recuperación fueron trabajos del sector de servicios, principalmente en comercio, transporte y negocios, según el BCE. Muchos de estos cargos tienden a ser más difíciles de sustituir con máquinas y no son tan bien remunerados.
Segundo, el poder de negociación de los trabajadores podría haber sido erosionado por la incertidumbre económica generalizada, las reformas de los mercados laborales y la intensificación de la competencia global por parte de China y otros países. Trabajadores en los nuevos empleos del sector de servicios pueden que no estén organizados en sindicatos, lo que reduce la presión para que se suban los salarios, dice Christopher A. Pissarides, economista de la de London School of Economics y ganador del Nobel. Los empleados también están cambiando de empleo con menos frecuencia, lo cual se asocia con un menor crecimiento de los salarios.
Tercero, algunas firmas quizás no lograron reducir sus costos laborales tanto como hubieran querido después de la crisis y por lo tanto extendieron el ajuste. Funcionarios del BCE señalaron a tal "control reprimido de salarios" en su reunión de octubre, según las acta. El sector público también ha sido exprimido a medida que los gobiernos se aprietan el cinturón, reduciendo sus salarios y quizás afectando los sueldos del sector privado por asociación.
Cuarto, la composición cambiante del mercado laboral podría haber apuntalado artificialmente los salarios tras la recesión, para posteriormente restringirlos. Ya que los trabajadores con bajos sueldos fueron despedidos en una mayor proporción a otros y las firmas desaceleraron la contratación de empleados, que usualmente ganan menos, los salarios promedio se mantuvieron en su nivel, según investigadores del Banco de la Reserva Federal de San Francisco. A medida que la economía se ha fortalecido, los trabajadores con salarios bajos han reingresado a la fuerza laboral. Entre tanto, los miembros de la generación de la posguerra, que disfrutaban de altos salarios, han comenzado a jubilarse, lo que ha puesto presión a la baja sobre los salarios.
Todo eso significa que el crecimiento de los salarios podría ser un pobre indicador de la fortaleza del mercado. Una mejor medida, argumentan los investigadores de la Fed, es el pago continuo a los trabajadores de jornada completa, ignorando a aquellos que entran y dejan la fuerza laboral. Ese indicador, que es seguido por la Fed de Atlanta, sugiere que el crecimiento de los salarios ha sido de cerca de un punto porcentual más alto por año desde 2014 de lo que indican los ingresos promedio por hora.
Algunos prevén que los salarios suban con mayor fuerza a medida que los mercados laborales se ajusten y se disipen los problemas surgidos después de la crisis. El reporte más reciente de salarios en EEUU lo comprueba. Pero con el crecimiento de la productividad débil, un auge de los salarios en esta etapa no parece cercano.
"El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha asegurado en una comparecencia ante los medios que Estados Unidos se va a convertir en el mayor productor de empleo que Dios ha creado jamás en la Tierra. "Veremos en los próximos meses como muchas empresas estadounidenses vuelven a su país a instalar nuevas fábricas e iniciar nuevos negocios. Fiat. Ford y Chrysler ya lo han anunciado y espero que General Motors lo haga en breve", ha subrayado"… Trump: "Voy a ser el mayor productor de empleo que Dios ha creado jamás" (Cinco Días – 12/1/17)
En una comparecencia en la que ha dejado ver su inconfundible carisma mostrando su indudable perfil proteccionista, ha señalado además que su intención es que la industria farmacéutica vuelva a fabricar en Estados Unidos. "Hacen estupendos medicamentos, pero no los hacen aquí". Por ello, ha explicado que su intención es poner en marcha un sistema de subasta para optimizar la compra de medicamentos. Estados Unidos es el primer comprador de medicamentos del mundo y "vamos a intentar ahorrar mucho dinero con este nuevo sistema"
Respecto a la deslocalización de empresas en Estados Unidos ha asegurado que a partir de ahora si una empresa decide marcharse del país e instalarse por ejemplo en Méjico "se pagará un impuesto fronterizo muy fuerte. Puedes moverte por Estados Unidos, no habrá ningún problema, pero si decides irte pagarás"
(En la primera rueda de prensa del presidente electo de EEUU, Donald Trump, a pocos días de su toma de posesión, el mundo pudo ver a un líder de claro perfil nacionalista, que apostará por el proteccionismo y el cierre a la inmigración, con ganas de intervenir en las empresas para revertir la deslocalización, hostil a China aunque amigo de la Rusia de Putin. El mensaje a las empresas sonó amenazante. Traigan las fábricas a casa o paguen las consecuencias, vino a decir.)
"El Banco Central Europeo (BCE) ha disparado su balance desde que empezó con el programa de compras de deuda en marzo de 2015, el llamado QE. La entidad que preside el economista italiano Mario Draghi ha sumado 1,51 billones de euros desde que arrancó el programa, en marzo de 2015, hace ya casi 2 años, o lo que es lo mismo, 1,58 billones de dólares. De esta forma, el ritmo al que aumenta el balance del regulador europeo es más rápido que el de su homólogo estadounidense, donde se sumaron en torno a 3,5 billones de dólares durante los seis años que duró el QE, que para la Fed se llevó a cabo en tres rondas consecutivas"… El balance del BCE superará al de la Reserva Federal de EEUU este año (El Economista – 16/1/17)
Ahora, teniendo en cuenta el tamaño del balance del BCE, y el ritmo al que seguirá comprando deuda europea, suponiendo que el de la Reserva Federal se mantenga sin cambios, será en septiembre, dentro de 9 meses, cuando la entidad europea supere a la estadounidense en este aspecto.
Y es que el balance del BCE se mantiene ahora en 3,87 billones de dólares, si se aplica el tipo de cambio actual del euro con el dólar, en los 1,0615, mientras que el de la Fed es ahora de 4,45 billones. Esta diferencia se irá reduciendo paulatinamente a medida que Draghi siga comprando deuda, a un ritmo de 80.000 millones de euros cada mes hasta marzo, -84.920 millones de dólares mensuales-, y de 60.000 millones de euros a partir de entonces, y al menos hasta diciembre.
Si el QE terminase de golpe y porrazo ese mes -algo más que improbable, ya que todavía podría ampliarse más en el tiempo, en palabras de Draghi, o, en el caso de decidir desmantelarlo, se haría paulatinamente- el balance de la entidad quedaría en 4,69 billones de dólares, casi 250.000 millones de dólares por encima que el de la Fed, y esto considerando que el balance que maneja Yellen no se recorte.
"Donald Trump ofrecerá a Reino Unido un acuerdo comercial rápido y justo, según afirmó el presidente electo de Estados Unidos en una entrevista con el diario The Times publicada el domingo"… Trump dice que ofrecerá un acuerdo comercial al Reino Unido tras el "brexit" (The Wall Street Journal – 16/1/17)
"Vamos a trabajar muy duro para tenerlo hecho rápido y de forma adecuada. Bueno para las dos partes", dijo Trump, que tiene previsto reunirse con la primera ministra británica, Theresa May, poco después de instalarse en la Casa Blanca.
El gobierno británico no podrá firmar nuevos pactos comerciales bilaterales hasta que haya salido completamente de la Unión Europea, pero es libre de analizar posibles acuerdos antes de esa fecha. May ha indicado que tiene intención de iniciar a finales de marzo el proceso formal de dos años para la salida de la UE.
Trump, que tiene intereses empresariales en Reino Unido, dijo que considera que "el "Brexit" va a acabar siendo algo genial" y dio la bienvenida a la depreciación de la libra porque ayuda a incrementar el atractivo de los productos británicos en el extranjero.
El presidente electo, que tomará posesión de su nuevo cargo el viernes, agregó que entiende el sentimiento existente tras la campaña para abandonar la UE que, en su opinión, se debió fundamentalmente a la inmigración.
"Sí creo que si ellos (los países de la UE) no se hubieran visto obligados a aceptar a todos los refugiados, tantos, con todos los problemas que ello (…) conlleva, creo que no habría "Brexit". Probablemente podría haberse solucionado, pero esto fue la gota que colmó el vaso", señaló y predijo que otros países también abandonarán el bloque.
"El deterioro de la convivencia entre Europa y EEUU se ha acelerado de manera vertiginosa, cuando sólo faltan cuatro días para que Barack Obama abandone la Casa Blanca y Donald Trump se convierta en el 45 presidente estadounidense. Trump ha embestido hoy en una entrevista con medios europeos contra la Unión Europea y la OTAN, los dos pilares de la estabilidad y la prosperidad del Viejo Continente tras la II Guerra Mundial"… La UE y Trump se embisten en vísperas del relevo en EEUU (Cinco Días – 16/1/17)
El ataque ha sido especialmente furibundo contra Alemania, país al que acusa de explotar a la UE en su propio beneficio, y contra la canciller alemana, Angela Merkel, a quien culpa en parte del brexit por su política de puertas abiertas hacia los refugiados, a quienes Trump describe como meros "inmigrantes ilegales".
"Los comentarios de Trump han causado asombro y excitación y no sólo en Bruselas", ha señalado el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, a su llegada a la capital comunitaria para asistir a una reunión del Consejo de Ministros de Exteriores de la UE.
Steinmeier, que también se ha reunido hoy en Bruselas con el secretario general de la OTAN, se ha mostrado especialmente sorprendido por las palabras de Trump sobre la alianza atlántica, calificada como "obsoleta" por el futuro presidente de EEUU. Steinmeier ha acusado a Trump de romper con la línea mantenida hasta ahora por su futuro Secretario de Defensa, que se había mostrado partidario de preservar el papel esencial que EEUU juega en la OTAN.
La UE ya reaccionó con estupor tras la victoria de Trump en las elecciones del pasado de noviembre y en un movimiento de pánico llegó a convocar una reunión informal de ministros de Exteriores para analizar las consecuencias del resultado en las relaciones transatlánticas. Pero aquella cita fue un fracaso que sólo sirvió para revelar las diferencias en el seno del club europeo en relación con la nueva era que se inicia. Desde entonces, Bruselas ha preferido mantener un perfil bajo y confiar en que Trump modere su actitud tras la toma de posesión.
España milita en esa línea de apostar por la convivencia con la nueva administración estadounidense. "Esperemos que a medida que vaya conociendo la UE y la OTAN por dentro, cambie de opinión", señaló hoy el ministro español de Exteriores, Alfonso Dastis, en Bruselas.
Pero la cuenta atrás para el 20 de enero, día de la toma de posesión de Trump, se agota y el presidente electo, lejos de moderar sus comentarios sobre Europa, los endurece. Hoy llega a vaticinar nuevas salidas de la UE tras la victoria del "brexit" en Reino Unido. Y ha elegido con cuidado los dos medios desde los que lanzar el ataque, para dejar claras sus filias y sus intenciones: el diario británico The Times, ariete del euroescepticismo, y el tabloide alemán Bild, conocido, entre otras cosas, por su empeño en expulsar a Grecia de la zona euro.
"Otros países se irán (de la UE)", vaticina Trump en la entrevista con esos dos diarios. Y basa su apuesta en que los ciudadanos de otros países comprenderán, como ya hicieron los británicos, que la UE es una estructura que sólo beneficia a Alemania.
En países fundadores de la UE, como Italia y Holanda, las voces partidarias de la salida de la UE o del euro arrecian y podrían verse avivadas aún más por las palabras de Trump. Pero Bruselas confía en que ocurra lo contrario y que el torbellino desencadenado por el magnate estadounidense aliente un giro del electorado europeo hacia posiciones más continuistas. De hecho, en Francia, donde la extrema derecha de Marine Le Pen ganó las elecciones europeas en 2014, parece de momento incapaz de aprovechar el rebufo de Trump y sus opciones para las presidenciales de primavera no despegan en los sondeos.
El ministro francés de Exteriores, Jean-Marc Ayrault, abogó ayer en Bruselas por cerrar filas a nivel europeo ante el huracán político que llega desde Washington. "La mejor respuesta es permanecer unidos", señaló Ayrault tras conocer las últimas declaraciones de Trump. Pero el sucesor de Obama parece dispuesto a utilizar su ingente poder para intentar quebrar la frágil unidad europea. El nuevo inquilino de la Casa Blanca ya ofrece un rápido acuerdo comercial al Reino Unido tras su salida de la UE, como "recompensa" económica por un brexit que, asegura, "vi venir".
En paralelo, Manuel Valls, ex primer ministro francés y aspirante a liderar a los socialistas en las presidenciales de 2017, consideró "una declaración de guerra" las declaraciones sobre la Unión Europea del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
"Muchos pensaban que Donald Trump se iba a suavizar después de su elección, pero nos olvidemos que es un populista y quiere poner en marcha su programa. Lo que ha dicho es una provocación, una declaración de guerra a Europa", dijo Valls en una entrevista a la televisión francesa BFMTV.
El político de origen español se refirió así cuando le preguntaron sobre las últimas declaraciones de Trump, quien criticó la laxitud de Alemania en la acogida de refugiados, calificó de "gran cosa" al "brexit" -la salida británica de la Unión Europea-, y opinó que otros países podrían abandonar el bloque comunitario.
Valls, que competirá por ser el candidato socialista en las presidenciales de abril y mayo de 2017 en las primarias que se celebran el 22 y 29 de enero, afirmó que lo que Trump busca es la descomposición de Europa.
Para el exgobernante, la solución es una UE unida, y recordó que "el destino de Francia" está unido al del club comunitario.
Perspectivas económicas
(Cinco Días – 16/1/17)
– La incertidumbre política ensombrece el foro de Davos (Expansión – FT – 16/1/17)
(Por Gideon Rachman – Financial Times)
La reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) estará marcada por la investidura de Donald Trump.
Aunque su lema es: comprometidos a mejorar la situación del mundo, este año podría ser defendiéndonos de un mundo hostil. El año pasado concluí mi informe sobre Davos, donde la élite empresarial y política se han reunido desde los 70, afirmando que "es posible -aunque improbable- que cuando el WEF se reúna en 2017, Trump sea el presidente de EEUU y Reino Unido haya votado a favor del Brexit". En estos últimos 12 meses, lo improbable se ha hecho realidad. Y aunque esta semana los delegados de Davos harán todo lo posible por fingir que no ha cambiado nada, en realidad, la visión del mundo representada por el WEF está cambiando como no lo había hecho nunca.
El tema para el foro de este año es Liderazgo responsable y receptivo. Pero el contexto político para la reunión anual estará marcado por la toma de posesión de Trump. Y está claro que Trump no representa lo que la mayoría de los delegados de Davos considera un "líder responsable". De igual modo, para el presidente electo y sus consejeros políticos, Davos representa la globalización que han prometido destruir. Steve Bannon, que se convertirá en el nuevo jefe de Estrategia de la Casa Blanca, ha denunciado el "partido de Davos", describiéndolo como una élite global a la que no le interesan las personas normales.
El proteccionismo prometido por Trump es un atentado contra la premisa fundamental de Davos, que afirma que el comercio y la inversión a nivel internacional son beneficiosos. La promesa del presidente electo de establecer una prohibición temporal a la entrada de todos los musulmanes es la antítesis al "dedicado diálogo multicultural" que se proclamó este año en la presentación preliminar del WEF. Trump también ha argumentado que "el concepto del cambio climático" lo ha inventado China y forma parte de un complot para destruir la industria estadounidense. El programa del WEF normalmente está lleno de sesiones sobre las políticas y la ciencia relacionadas con el cambio climático.
Simbólicamente, el último día del foro de este año, el 20 de enero, coincidirá con el primer día de la presidencia de Trump, que será investido presidente justo cuando los delegados de Davos se preparen para la última noche de gala.
En ausencia de Trump, este año la estrella será Xi Jinping, el presidente de China. La decisión del líder chino de participar por primera vez en el foro es digna de mención. Debido a la ausencia física y espiritual del nuevo presidente estadounidense, es posible que Xi haya decidido acudir para representar el papel de "líder responsable y receptivo" del sistema económico internacional.
Xi probablemente pronunciará comentarios tranquilizadores sobre temas que resultan importantes para los delegados, especialmente relacionados con la globalización y el cambio climático. Una actuación estelar en Davos podría ser de lo más reconfortante para Xi.
Es muy probable que el año entrante veamos crecientes tensiones entre EEUU y China sobre temas como el comercio, Taiwán, Corea del Norte y el Mar de China Meridional. Xi tendrá mucho interés en usar su presencia para argumentar el punto de vista de China frente a una audiencia influyente que incluye a algunos líderes empresariales, financieros y gubernamentales del mundo. Otra administración que quiere utilizar el foro de Davos para moldear la opinión internacional es la del Reino Unido. Los asistentes a la cumbre del año pasado no supieron pronosticar el resultado del referéndum de Reino Unido que resultó favorable a su salida de la UE. El primer día del WEF coincidirá con el discurso muy esperado de Theresa May sobre el plan de Gran Bretaña en relación al Brexit, que será escuchado con muchísima atención en Davos. No se espera que May viaje a Suiza para atender el foro. Tampoco acudirá Angela Merkel, tal vez porque sabe que no es un destino apropiado en año electoral. Tampoco veremos a François Hollande, al que no le queda mucho en la presidencia francesa.
Aunque los participantes del foro seguramente estarán ansiosos por escuchar un mensaje de tranquilidad, no pueden ignorar el hecho de que el WEF está operando en un contexto que ha sufrido un cambio radical. Su presentación preliminar comienza asegurando que: "Los eventos globales este año nos recuerdan que cuando más complejo sea un sistema, mayor será la preocupación de la comunidad sobre su futuro". Pero rápidamente continúa con las peticiones habituales para una "mayor cooperación internacional y un sincero diálogo multicultural". Los tópicos como estos repletos de buenas intenciones no serán de mucha ayuda en un momento en el que el WEF lucha por adaptarse a las tormentas políticas que asolan al mundo más allá de las montañas protectoras de Davos.
– La élite global afronta un año en el que la globalización está en peligro (The Wall Street Journal – 17/1/17)
(Por Stephen Fidler)
Este año es diferente. Mientras las élites financieras, empresariales y políticas del mundo acuden a la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, el orden económico global tambalea. La pregunta es si se puede rescatar.
La historia comenzó un nuevo capítulo en 2016. El triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses y la decisión de los electores británicos de abandonar la Unión Europea, un proceso conocido como brexit, revirtieron la marcha hacia una integración económica del mundo cada vez más estrecha que había tenido lugar desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Los movimientos políticos que se oponen a la clase dirigente han ganado terreno en Europa continental, alentados por la anémica recuperación tras la crisis de la zona euro, donde los salarios están estancados y el desempleo sigue siendo alto en numerosos países. Su influencia podría aumentar en un año en que hay elecciones en Francia, Alemania, Holanda y posiblemente Italia.
Muchos interpretan estos acontecimientos como una señal de que las personas que habían estado al margen del proceso político están finalmente tomando el control de sus destinos. A otros, incluyendo la élite mundial que se congregará esta semana en Davos, les preocupa que esta clase de eventos termine por desarticular las conexiones internacionales que han producido una riqueza sin precedentes.
En el corazón del cambio radica un acontecimiento fundamental en la economía de la posguerra: la liberalización del comercio, una mayor interconexión y los acelerados adelantos de la tecnología han sacado a miles de millones de personas de la pobreza y creado una pujante clase media en los países en desarrollo.
Los países desarrollados también se han vuelto más acaudalados, pero los beneficios han ido a parar de manera desproporcionada a los bolsillos de una minoría, dejando a muchos rezagados o marginados. La globalización, caracterizada por el libre intercambio de bienes y capital y la aceptación nacional de normas internacionales, ha sido buena a la hora de generar riqueza, pero menos exitosa a la hora de maximizar el bienestar de la población.
Algunos historiadores que han estudiado períodos previos de la globalización dudan de que la versión moderna pueda seguir adelante con todos estos problemas. "Mi intuición es que no vamos a salir del paso", dice Harold James, profesor de la Universidad de Princeton.
Los colapsos de las etapas anteriores de la globalización, como la que ocurrió antes de la Primera Guerra Mundial, "se caracterizaron por el surgimiento de crisis súbitas e imprevistas que resaltaron nuevas fisuras", indica. "El mundo es terriblemente vulnerable ahora" a acontecimientos como el asesinato del embajador ruso en Turquía el año pasado que pueden salirse de control, agrega.
En términos del bienestar general, la economía global ha tenido un buen desempeño. Un informe del Banco Mundial publicado en octubre muestra que la cantidad de personas que viven por debajo de la línea de pobreza cayó a 10,7% de la población global en 2013, el último año del cual hay cifras disponibles, tras alcanzar 35% en 1990, pese a que los habitantes del planeta aumentaron en casi 2.000 millones durante ese lapso.
Sin embargo, algo anda mal en muchos de los países ricos del mundo. Desde la crisis financiera, la inseguridad económica ha aumentado, al igual que las disparidades de ingresos y patrimonio.
El cambio tecnológico es, en parte, responsable de ello al beneficiar a los individuos mejor educados y con mayores destrezas. Los ganadores parecen concentrarse en los centros urbanos globalizados, dejando a los menos afortunados en las áreas rurales y ciudades más pequeñas.
Un informe del centro de estudios británico Resolution Foundation sugiere similitudes importantes entre el brexit y la victoria de Trump. Las zonas más pobres de Estados Unidos pasaron de votar por Obama en 2012 a hacerlo por Trump, mientras que las partes menos pudientes del Reino Unido tenían una mayor probabilidad de inclinarse a favor de la salida de la UE.
Las regiones con un alto número de electores de mayor edad votaron por Trump y tuvieron una mayor probabilidad de apoyar el brexit. La variable más importante fue la educación: mientras más bajo era el nivel educativo del elector, mayor era la probabilidad de que votara por Trump y el brexit.
Las tendencias en otras partes de Europa son parecidas. Los votantes de más edad y menos educados tienden a preocuparse más sobre la inmigración y el apoyo a los partidos antiglobalización es fuerte en muchas regiones postindustriales. Una encuesta del centro de estudios estadounidense Pew Research Center concluyó el año pasado que "los europeos de mayor edad tienden a mirar más hacia adentro que los más jóvenes". El promedio de edad de los electores europeos también está en aumento.
Las crecientes desigualdades han tenido varias manifestaciones en las diferentes economías. En el caso de EEUU, el desempleo es bajo y el salario promedio ha subido desde la crisis, pero la participación en la fuerza laboral se ubica en los niveles más bajos en casi 40 años, lo que sugiere que numerosos adultos han dejado de buscar empleo.
En el Reino Unido, el desempleo es bajo y la participación laboral es alta, pero los salarios reales han descendido 10% desde la crisis, casi tanto como en la atribulada Grecia. En buena parte de Europa continental, a su vez, la desocupación sigue siendo muy alta.
Estos eventos, combinados con la ansiedad acerca de la inmigración y el terrorismo, han alentado una reacción en contra de la clase política y las élites asociadas.
Un motor detrás de esta tendencia, según funcionarios occidentales, es Rusia. Donald Tusk, quien preside las reuniones de los líderes de la UE, dijo en octubre que Rusia intentaba debilitar a la UE a través de "campañas de desinformación, ciberataques, interferencia en los procesos políticos de la UE y otras partes, herramientas híbridas en los Balcanes", entre otros aspectos. En una evaluación sin precedentes, las agencias de inteligencia de EEUU acusaron a Moscú de intervenir en la elección estadounidense con el fin de ayudar a Trump.
Los beneficiarios han sido movimientos políticos o personas que apelan a una identidad cultural, a menudo mediante el uso de retórica antiinmigrante o xenofóbica, y lo combinan con un relato antiestablishment.
A pesar de sus posturas nacionalistas, estos grupos normalmente se apoyan. El líder del Partido de la Independencia del Reino Unido, Nigel Farage, quien aparece con frecuencia en compañía de otros políticos europeos antiestablishment, fue el primer político no estadounidense en reunirse con Trump después de la elección. Steve Bannon, el director de estrategia de Trump, quien sostiene que la globalización ha golpeado a los estadounidenses de menores recursos, se ha calificado como un "nacionalista económico" que ha "admirado los movimientos nacionalistas en todo el mundo".
Un nacionalismo más enérgico se combina a menudo con políticas económicas que pueden venir de la derecha, de la izquierda, o de ambas. Durante la campaña, Trump prometió recortes de impuestos, una política considerada de derecha, y prometió preservar la seguridad social y atacar los pactos de libre comercio que considera nocivos para EE.UU., medidas vinculadas con la izquierda.
Los economistas discrepan sobre un sinnúmero de temas, pero la mayoría concuerda en que aumentar las barreras comerciales, una política que muchos países, incluyendo EE.UU., adoptaron en los años 30, perjudica el crecimiento. Sin crecimiento, las decisiones sobre la distribución del ingreso son más riesgosas.
Para muchos economistas, los remedios propuestos por los grupos populistas probablemente serán peores que la enfermedad, tal vez mucho peores.
La globalización también necesita un auspiciador. El Reino Unido desempeñó ese papel durante gran parte del siglo XIX y EEUU lo ha hecho en la era actual. Ahora, sin embargo, EEUU parece volcarse hacia sus propios problemas aunque ha sido el país más influyente a la hora de establecer y supervisar las reglas del juego internacional. Eso ha dejado un vacío en Medio Oriente que otras potencias, en especial Rusia, han tratado de llenar.
Rusia ha despotricado desde hace tiempo contra el liderazgo de EEUU, pero aunque se trata de una potencia geopolítica capaz de desestabilizar a sus vecinos, no cuenta con el suficiente poderío económico. A juzgar por las tendencias actuales, es más probable que la UE se desintegre, o al menos se reduzca, a que asuma el liderazgo de la economía global.
El único otro candidato a sustituir a EEUU es China. Durante la crisis financiera, muchos esperaron que el gigante asiático estabilizara la economía mundial, lo cual ayudó a hacer. En un gesto importante, mientras la asunción de Trump a la presidencia consume a EEUU, Xi Jinping será el primer líder chino en asistir a Davos y presentar la visión de su país de un mundo globalizado.
No obstante, la preparación de China para asumir un rol de esta naturaleza está en duda, incluso si otros, como Trump, lo permitieran, lo que parece improbable. Se avecina un mundo marcado por una incertidumbre aún mayor.
"La primera ministra británica, Theresa May, detallará, más de seis meses después del referéndum que dio al Ejecutivo el mandato para salir de la UE, los planes para poner en práctica el Brexit. Según las informaciones filtradas a los medios de comunicación, May prepara una ruptura en toda regla, es decir, no solicitará a los socios europeos mantener parte del acceso al mercado común"… May anunciará hoy una ruptura total con Europa (Cinco Días – 17/1/17)
Los planes ya fueron apuntados por la propia May, cuando aseguró que no querría un Brexit que deje a Reino Unido "medio dentro, medio fuera". El discurso resaltará 12 prioridades para las negociaciones de salida, según el diario euroescéptico Daily Telegraph, entre las que estará la salida del mercado común. La primera ministra será menos clara en cuanto a los aranceles. Y seguramente exija el control completo de las fronteras, según este mismo rotativo.
La opción por el llamado "Brexit duro" ha reforzado los miedos de los inversores desde el momento de su anuncio, con la libra de nuevo en zona de mínimos y las Bolsas perdiendo posiciones. El miedo inversor se refleja también, en el alza del precio del oro. Un Brexit por las bravas es una amenaza para el crecimiento, el comercio y el movimiento de capitales, según los expertos.
Para Reino Unido la UE representa la mitad de su mercado exportador. El final del mercado común implicará que las exportaciones estarán sujetas a regulaciones, inspecciones y aranceles. La capacidad de llevar a cabo un Brexit radical pero, a la vez, no traumático, dependerá de si se llega a un acuerdo de transición entre la salida del mercado europeo y la negociación de nuevos acuerdos comerciales.
No obstante, desde Bruselas los líderes políticos han insistido en que la libertad de movimiento de capitales y mercancías debe estar ligada a la libertad de movimiento de personas. En otras palabras, prolongar un acuerdo comercial debería implicar también prolongar un acuerdo migratorio.
"¿Marcará el ascenso al poder de Donald Trump el final de la influencia de El Hombre de Davos?" ¿Acabará Trump con la influencia de Davos? (Expansión – FT – 17/1/17)
El término lo acuñó el politólogo Samuel Huntington, que también asistía a las cumbres del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) en Davos, para referirse a la gente que despreciaba. Huntington aseguraba que este perfil correspondía a políticos con "poco respeto por la lealtad nacional, y que consideraban los gobiernos nacionales residuos del pasado cuya única función útil era facilitar las operaciones de la élite a nivel global". Dicho lo cual, cabe preguntarse si estamos a punto de presenciar un cambio decisivo de las aspiraciones de los miembros del WEF y, de ser así, si es conveniente. La respuesta es "sí" y "no".
Las principales convicciones del credo de Davos han sido la cooperación global y la globalización de la economía. No obstante, la fe en esta última se tambaleó después de la crisis financiera global. Desde entonces, la ratio del comercio frente a la producción económica global se ha estancado, tras duplicarse desde la década de los setenta hasta 2007. El volumen de inversiones extranjeras directas sigue aumentando con respecto a la producción mundial, aunque a ritmo muy lento. Y el nivel de activos financieros transfronterizos ha caído en picado.
Esta debilidad de la globalización refleja en parte el agotamiento de las oportunidades fáciles para el comercio global y el débil crecimiento de la demanda a raíz de la crisis. También refleja un cambio de política: la regulación del sector financiero a raíz de la crisis ha tenido un importante sesgo nacional, con un menor apoyo a las actividades transfronterizas. La liberalización del comercio se ha estancado, y algunos estudios muestran un incremento de las medidas proteccionistas. La investidura de Trump esta semana presagia un marcado ajuste de las políticas proteccionistas. El Acuerdo TransPacífico negociado por su predecesor, Barack Obama, parece cosa del pasado. Por si fuera poco, Trump amenaza con centrarse en los acuerdos bilaterales, imponer aranceles a las importaciones de socios tan importantes como China y México. Además, el futuro presidente de EEUU ya ha expresado su desprecio por la Organización Mundial de Comercio. Esta estrategia podría remontarnos a la clase de caos comercial que dominó la escena global entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
Al mismo tiempo, por extraño que parezca, Trump parece dispuesto a acabar con muchas de las regulaciones al sector financiero impuestas a raíz de la crisis. Por tanto, los participantes en el foro de Davos podrán tomar los riesgos financieros que quieran, pero tendrán muchos más límites a la hora de comerciar con sus bienes y servicios. Encontrarle sentido a esta política es prácticamente imposible, ya que refleja la falta de coherencia intelectual típica de las políticas populistas. Pero no nos equivoquemos: Trump podría derrumbar el templo del comercio mundial. Si impusiera aranceles punitivos (e injustificables) a las importaciones chinas, es probable que la UE siguiese el ejemplo para proteger a sus productores de un aumento de la entrada de productos del gigante asiático. China se vería obligada entonces a contraatacar. El sistema de normas comerciales podría colapsar. También podría hacerlo la propia idea de un sistema global cooperativo. El comercio podría ser sólo uno de los puntos de un cambio mayor. Si la administración estadounidense adopta la mentalidad del presidente ruso Vladimir Putin (introversión, egoísmo e indiferencia hacia las normas morales en las relaciones internacionales), podría desaparecer incluso un sistema global mínimamente cooperativo.
Esto supondría el final de la Pax Americana, el periodo de hegemonía estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El mundo no encontrará con facilidad un sustituto para EEUU, sobre todo cuando fuerzas populistas y proteccionistas similares están presentes en otras partes del mundo, especialmente en Europa. Sería imposible culminar gran parte del trabajo que los países todavía tienen que hacer juntos, en materias como la lucha contra el cambio climático o los retos para el desarrollo económico.
Esto, por lo tanto, podría suponer el fin de un mundo gestionado para, y a menudo por, los miembros de Davos. Muchos pensarán que no es algo malo. Pero deberían tener cuidado con lo que desean. Como ha sucedido otras muchas veces, la arrogancia lleva a extralimitarse. Los actores de Davos no vieron la importancia de su papel como estados potentes y legítimos responsables de apuntalar el sistema global. Olvidaron la necesidad de que los triunfadores reconozcan que tienen una responsabilidad para con las sociedades que hicieron posible su éxito. Olvidaron, por encima de todo, la obligación de compartir los beneficios de la globalización con perjudicados por ella. El entusiasmo con el que muchos aprovecharon las oportunidades que se les abrieron para evitar pagar impuestos fue vergonzoso.
Algunos de los proyectos de la era de la liberalización económica global también llegaron demasiado lejos, sobre todo la despreocupada liberalización financiera, la imprudente expansión de la eurozona y el fomento de la inmigración a gran escala. Puede que la educación cívica no tenga gran importancia para muchos actores de Davos, pero sí la tiene para muchos de sus conciudadanos. Estos errores, no obstante, no son tan malos como los que probablemente cometerían los nuevos populistas. La gente de Davos está en el negocio: no empuñan los instrumentos de la extorsión masiva, sino que quieren entablar relaciones comerciales que enriquezcan a todas las partes, y creen en la conveniencia de un mundo en paz y cooperativo. No cuesta mucho imaginar a élites mucho más crueles, estúpidas y dañinas.
Es posible que la reacción populista se hubiese convertido ya en algo inevitable. Pero no llevará a un mundo mejor, ni siquiera para aquellos que la apoyan. Es cierto que los políticos deberían haber prestado más atención a los problemas de sus ciudadanos, pero el populismo ingenuo ahora en auge no tardará en demostrar que es mucho peor que la arrogancia de la élite de Davos.
"La primera ministra británica, Theresa May, dijo el martes que el Reino Unido tiene intención de abandonar el mercado único de la Unión Europea, con lo que aclara un poco su enfoque de la relación económica futura del país con el bloque monetario"… May: El Reino Unido no buscará seguir en el mercado único europeo (The Wall Street Journal – 17/1/17)
En un discurso muy esperado, May señaló que no buscará continuar en el mercado único, sino que apuesta por un acuerdo de libre comercio ambicioso y atrevido. La salida del mercado único generará incertidumbres para las empresas británicas que dependen del comercio con Europa, pero podría permitir al Reino Unido rechazar el principio del bloque de libertad de movimientos de los ciudadanos, que permite a los ciudadanos de la UE vivir y trabajar en Reino Unido.
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