El APRA de Alan García – Monografias.com
El APRA de Alan García
Alan García no hace trabajo partidario, pedagogía política,
como lo hacia Haya de La Torre en el local partidario,
quien conversaba con los jóvenes, absolvía sus dudas y
los encaminaba en la dirección doctrinaria.
Roque Benavides, empresario minero.
Introducción
A la luz de los resultados electorales presidenciales del año 2016 nos encontramos en la interrogante sobre el rol que cumplen los partidos políticos en el escenario nacional y la convivencia democrática, pareciera que obedecen directivas del mercado o del nuevo orden mundial.
La tesis de Francis Fukuyama sobre el Fin de la Historia (1989), en la que acentúa lo ideológico liberal y particularmente neoconservador que caracteriza la producción intelectual en la presente etapa del capitalismo, nos permite señalar que los movimientos partidarios entraron en un periodo de crisis, las doctrinas, los discursos políticos, fueron mermados ante la realidad económica imperante y dominante; los sindicatos perdieron su poder de aglutinar y direccionar a la masa obrera y trabajadora.
En cuanto al panorama peruano, a finales de los 80s estaba cuestionado por el pésimo gobierno de Alan García, que favoreció la aparición de outsiders, como el caso de Alberto Fujimori, a quien la crisis económica y social del país, de los políticos y sus movimientos le permitieron salir elegido en las elecciones presidenciales. Fujimori, en su afán de insertar al país en la economía mundial y afirmar los objetivos de su gobierno, tuvo que aceptar los dictados financieros implantados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entre ellas la aplicación de programas económicos fuertes para capitalizar la economía, que en el Perú se tradujo como el shock económico y el despido de miles de trabajadores del aparato estatal, la privatización de las empresas que estaban quebradas y significaban un peso excesivo para el Estado, como consecuencia el Estado sufrió un debilitamiento en su rol regulador y social, y no volvió a promover y crear empleo justo.
El politólogo norteamericano Steven Levitsky explica (Cuestiones de la Polis: 08.01.11) la inexistencia de los partidos políticos, reducidos a su mínima expresión, en el cual cayeron finalizada la década de los 80"s, cuando la sociedad peruana se debatía en una de sus mayores crisis políticas, económicas y morales.
El presente trabajo intenta explicar que la figura política de Alan García ha resultado negativa para los intereses nacionales y en su afán de perennizarse en el poder del aprismo contribuyó a la debilidad ideológica y programática y que mantuvo un liderazgo intercontinental. Dudamos que el líder carismático tenga interés en volver a los cánones primigenios del aprismo, fundados por Haya de la Torre, y más bien, ha sido un defensor ferviente de la política del fin de la historia y el acatamiento a un nuevo orden mundial. Por ello nos planteamos dos punto de vista para abordar el trabajo: Forjando el nuevo Aprismo y ¿Cuál es el destino del APRA?
1. Forjando el nuevo Aprismo.
A la muerte del líder y fundador Víctor Raúl Haya de la Torre en 1979, el aprismo entró en un periodo especial de ambivalencia y anomía política, y ésta se afirmó con el fracaso electoral en las elecciones presidenciales de 1980, Armando Villanueva del Campo, uno de los líderes del aprismo, fue derrotado por Fernando Belaunde Terry de Acción Popular.
La crisis se agravó cuando Andrés Townsend, renunció al partido, alegando que en su postulación a la candidatura presidencial, la secretaria de organización favoreció a su rival Armando Villanueva. En 1979 Alan García era secretario de organización y llevó adelante las elecciones internas, que tenía como postulantes a los dos personajes. Era sabido entre las filas partidarias que Alan García era simpatizante de Armando Villanueva; sin embargo, la vieja militancia confío en él, dado que era hijo de un mártir del aprismo, que había padecido cárcel y persecución, don Carlos García Ronceros era un hombre al que todos llamaban noble y honrado.
Pero el joven político no honró la imagen de su padre y benefició a Armando Villanueva, traspasando en el escrutinio los votos de Andrés Townsend, a decir en porcentajes que el 70% de los votantes a nivel nacional lo había apoyado, las dos terceras partes, con la que "al final del escrutinio la secretaria nacional de organización declaró ganador a Armando Villanueva del Campo". Esto nunca habría de saberse sino por su propia confesión en una reunión partidaria; que en realidad él se había equivocado al pensar que Armando Villanueva sería el hombre que sacaría al aprismo de la crisis. El pecado de Towsend era ser del ala derechista del partido y gozar de un carisma sin precedentes entre los militantes. Se sabía que García, recluido en una clínica psiquiátrica, después de la muerte del gran jefe, vociferaba frente a extraños y a sus propios compañeros, que Towsend no debía ser el líder que tomara las riendas del partido y que harían lo imposible para que no sucediera, es decir impedir el triunfo legítimo de un líder de gran prestancia y honradez. Semejante confesión afectó al líder veterano y éste contó a su esposa y suegra de lo que acababa de decirle Alan García, lo que provocó un altercado mayúsculo donde el fiel confesor terminó afectado.
Con el alejamiento de Andrés Towsend se fueron Alberto Borea, Francisco Diez Canseco y otros, y fundaron un nuevo movimiento Hayista. Se quedaron Alfonso Ramos Alva, Jorge Torres Vallejo, Carlos Enrique Melgar, Javier Valle Riestra y otros líderes de trayectoria que gozaron de la aprobación del gran jefe y la aceptación popular de la militancia y de gente de otros partidos, que apreciaban los cuadros políticos de renombre, sin embargo, quedaron postergados, eliminados con el anonimato por ser posibles adversarios del líder carismático que opacarían su liderazgo; se sabía que el lado bufalesco y poco racional había tomado el glorioso partido de Haya de la Torre. Ante todo esto, Armando Villanueva permaneció en el mutismo y no supo capear la crisis. La militancia empezó a entender que el aprismo había entrado en un periodo irreversible de extinción, algo tan sensible después de la muerte física del líder histórico. Ese mismo año, en noviembre, se dieron las elecciones municipales y los resultados en Lima significaron otro revés para las mentes sensibles del aprismo. Los viejos líderes como Luis Alberto Sánchez, Ramiro Prialé, Fernando León de Vivero, Armando Villanueva, Carlos Manuel Cox, Carlos Enrique Melgar, Luis Negreiros Criado, no podían devolver la fe a la militancia. Se debían dar cambios y reformular la estrategia política, sólo que nadie lo podía hacer.
Aparición de Alan García en el escenario político.
Corría el año de 1982 y, como dijimos, el aprismo vivía en crisis, Andrés Towsend se había retirado del APRA histórico y con él se fueron los que se consideraban los mejores cuadros políticos formados por el aprismo. La situación precaria decía que no había claridades sobre el rumbo a tomar y quien debía dirigir los destinos del partido. Se requería de un líder conductor y de nuevos cuadros que lo secundaran, pero nadie podía dar ese paso o no se sentían en capacidad de tal responsabilidad. Fue así que, aprovechando la interpelación al gabinete Ulloa Elías en el congreso de la república, del partido gobernante Acción Popular, tomó la palabra el joven diputado Alan García, y lanzando un discurso inflamado, acentuando la hora crítica del país, causó sorpresa y asombro en el hemiciclo y entre la militancia aprista, que así vieron el renacer del APRA y las esperanzas perdidas.
Lo que ocurrió después: Alan García tomó la secretaria general del partido, la candidatura presidencial y el triunfo electoral de 1985 es historia conocida y no es punto de análisis del presente trabajo.
Alan García en la presidencia de la república, como se temió, sumó al país en una debacle económica y social espantosa, jamás registrado en la historia republicana. Si así estaba la Nación, donde los datos económicos y sociales se podrían comprobar minuto a minuto (inflación galopante, crisis política, avance del terrorismo de Sendero Luminoso, incremento de casos de corrupción, etc), las cosas dentro del partido estarían peor.
Al dejar el poder en 1990 la situación peruana requería de cuidados intensivos y auxilio de la comunidad internacional para recuperarla económica y socialmente. Y lo que muchos consideraron improbable, dadas las características de honestidad y lucha histórica de los líderes que formaron a Alan García, quedaron atónitos ante las acusaciones que le hacían de enriquecimiento ilícito, coimas en la compra de los Mirage 2000, coimas en la construcción del tren eléctrico, las ejecuciones extrajudiciales en el penal El Frontón, demás casos de corrupción y la vergonzosa alianza con el fujimorismo, para que las acusaciones no prosperaran en el congreso de la república. Alan García nunca enfrentó en el poder judicial las múltiples imputaciones y prefirió la prescripción desde su autoexilio dorado en Bogotá y Paris, al término del mismo volvió al Perú. Así, muchos fieles partidarios del aprismo se dieron cuenta que el APRA no era ni la sombra de lo que forjaran los líderes históricos hasta 1978. El aprismo había tomado un rumbo totalmente desconocido y que seguramente Haya de la Torre lo hubiera negado y combatido. Este APRA funcionaba en torno al líder carismático y todo lo que se hacía debía contar con la aprobación de él, así el contexto doctrinario, político sindical se rebajaría a discursos electoreros y peleas callejeras o pugnas internas.
***
Aquella lucha ideológica entre Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, que era pan de cada día dentro del partido por tratar de definirla, modelarla, que Mariátegui consideraba que la clase obrera y los trabajadores en general estaban en la capacidad de organizarse a fin de constituir una fuerza socialista que crearía conciencia en la clase proletaria a fin de liquidar el feudalismo y el capitalismo, que Haya de la Torre refutaba y proponía la presencia de un partido pluriclasista conformada por obreros, campesinos y la clase media (conformada por trabajadores manuales e intelectuales) que tendría preponderancia y que construiría un Estado Antiimperialista con el apoyo y sostén de la iniciativa privada, las fábricas, cooperativas y el capitalismo estatal, todos juntos en la búsqueda de la autonomía nacional para desarrollar el país.
Esta línea crítica que sostuvo el aprismo en su ideológica y política, con Alan García desapareció y se convirtió en mesa de partes de él y de sus ayudantes que para tiempos electorales traficaban ante la población partidaria y nacional con la doctrina antiimperialista del gran jefe.
¿Cómo debemos definir el liderazgo de Alan García?
Hemos considerado que Alan García ve al partido aprista como de su propiedad, maneja a su antojo las secretarias y los cargos a nivel nacional, en muchas oportunidades vulnerando la voluntad del pueblo aprista en la elección de candidatos a las alcaldías y al congreso de la república, ofreciendo puestos al mejor postor, y como tal es el único candidato que postula en repetidas elecciones presidenciales, y esto es apoyado por el modelo de organización electoral que predomina en el país. En palabras de Steven Levitzky en el artículo "¿Partidos en el horizonte?", señala:
El partido no es un equipo, sino una herramienta personal del candidato. Los "cuadros" partidarios son sus escuderos. Y cuando el líder no es candidato, su "partido" muchas veces no participa en elecciones.
Este es un modelo nefasto que implementó Alberto Fujimori para favorecer su liderazgo político como lo señalamos en la introducción del presente trabajo, en comparsa con la nueva ideología capitalista que empezaba a dominar el mundo en 1989. El formato réprobo no ha podido ser observado por ningún líder y, más bien, se ha reproducido impunemente en los diversos sucesores. Así, Levitzky señala:
Perú Posible fue la herramienta personal de Alejandro Toledo. Cuando Toledo no era candidato, dejaba de existir (mientras él vivía en Stanford). PP no tuvo candidato presidencial en 2006 y no participó seriamente en las elecciones regionales en 2010 o 2014. Y con el fin de la carrera política de Toledo, se extinguió.
El PNP es igual. Humala y Nadine Heredia son los dueños. Los demás nacionalistas solo sirven como escuderos, y como consecuencia, los mejores cuadros se fueron. El PNP no participó en las elecciones regionales de 2014 o en las presidenciales de 2016. Como PP, está camino a extinguirse.
El APRA, el partido histórico que luchó por la democracia en la historia republicana y por los derechos de los trabajadores manuales e intelectuales y clase proletaria, bajo el dominio de Alan García es una simple copia del modelo fujimorista, es una mera cartera al servicio del líder ocasional. Para el 2006, en su segundo gobierno, el formato fujimorista brilló más que antes y los seguidores, adláteres guardianes del pensamiento del líder carismático, lo defendieron.
2. ¿Cuál es el destino del APRA?
La situación del APRA es grave y hablamos de un partido histórico y organizado, base de la democracia en la historia republicana, mártir en las luchas sindicales y políticas, en la cual sufrieron prisiones y muertes muchos militantes que buscaron un futuro mejor, más cohesionado políticamente y derrumbar las diferencias socioeconómicas imperantes, variables comunes del sistema político peruano colmado de caudillos. En mala práctica, Alan García es un caudillo, un líder salvador que pudo haber solucionado los problemas nacionales, una suerte de mesías, que nunca promovió el pensamiento y la ideología partidaria, sino programas electoreros con vida escasa, inversiones improductivas que no conducen al desarrollo de la economía, especulativo meramente, orientadas al enriquecimiento de los capitalistas y de sus monopolios, impregnándolo como una verdad impostergable en el imaginario popular y reforzado en tiempos electorales; pero también ha debilitado la institucionalidad democrática. Alan García es cómplice del desprestigio y desaparición de los partidos políticos, la crisis de la democracia y el desmedro de la institucionalidad democrática. El APRA se ha convertido en medio de transporte del líder ocasional, a fin de satisfacer sus intereses propios, que no es otro de dominar el escenario político y de llegar al poder para poder seguir medrando al Estado; así pasó en 1985 al 90 y en el 2006 al 2011 (cabría señalar los Narcoindultos, el Baguazo y otros hechos). Poco interesan los postulados de Haya de la Torre donde el Partido Aprista representaba a la democracia y la defensa legítima de los derechos de los trabajadores.
La forma de socialización de los partidos políticos, devenido de un reclutamiento a voluntad de sus afiliados, que señalaba Max Weber o la relación comunicativa que defendía Habermás entre el líder y seguidores, ha sido trasgredida a favor de una relación populista, electorera prebendataria. Al respecto sería conveniente revisar en internet el trabajo De cómo los partidos políticos acabaron siendo meras oficinas de clientelaje.
Un partido político que no esté democratizado es factible para los manejos autoritarios.
***
No es nada prometedor lo que viene para el aprismo. Alan García ha renunciado a la presidencia del partido luego de las elecciones presidenciales del 2016 y del revés que le significó, pero es probable que retome la presidencia o la secretaría general bajo uno de sus adláteres, como funcionó en el pasado. El líder carismático no acepta algún liderazgo que le podría hacer sombra, así fue con Alva Castro (1989), Jorge del Castillo (2008) y Enrique Cornejo (2014). No hay futuro para el partido de Haya de la Torre, sino repetir el viejo libreto del liderazgo carismático a sujeción dictatorial.
Alan García no se ha pronunciado ante esta crisis que viene padeciendo el APRA y no podemos esperarlo tampoco, porque es el principal causante y porque ha manejado el partido de Haya de la Torre como su casa, donde su voz es la palabra de poder y todo lo que se haga está destinado a engrandecer y fortalecer su figura. Ha debilitado la función que tenía como partido político, tanto que ahora ningún militante sostiene que el Partido del Pueblo es el abanderado de las luchas sociales y de la revolución social, que propugnaba antes. Ha seguido el modelo de Fujimori y lo ha defendido en todas sus instancias.
Carlos Roca ha dicho (La República 10.09.16) que
(el APRA) necesita con urgencia una reconstrucción basada en la democratización y moralización ( ) Lo que sucede con el APRA es algo muy grave. Hay que reconstruir el partido porque no es como dice el resultado electoral, de 5 ó 6%.
En palabras de Carlos Roca el cambio debe incluir el respeto por la voluntad del militante y la descentralización de la voluntad popular aprista. Por ello, las bases del partido están muy ofendidas y cuestionan el manejo tendencioso y personalista que se ha tenido en los últimos años o desde que lo tomó Alan García, en 1982.
Hugo Otero, militante cercano al líder populista, en entrevista con La República (09.06.16), señala que el partido aprista está en una crisis muy profunda, en la que se equivocaron porque no comprendieron lo que está ocurriendo a la sociedad peruana, el cambio que se ha producido, en la que no se cambiaron los modos de actuar, en la que se deriva el aislamiento del APRA de los sectores populares. Enrique Cornejo, ex candidato aprista a la alcaldía limeña en el 2014, con una buena labor en la campaña y el apoyo de muchos jóvenes apristas, que reclamaban que él hubiera sido el candidato presidencial, ha manifestado la necesidad de renovar el partido, debido a los errores cometidos en la campaña presidencial por el líder ocasional.
Es evidente que el electorado nacional ha cambiado y ha dejado a García de lado con sus discursos inflamados y poco convincentes, el aparato partidario a su disposición tampoco pudo hacer mucho, la retrasmisión efectiva de su discurso no llegó al electorado, no pudo ser simplificado ni breve. El votante lo veía como un candidato de la derecha, alejado del centro histórico, lugar en el cual obtuvo los más resonantes triunfos electorales; y que paradoja, odió tanto a Andrés Towsend por ser derechista, que ahora milita en la derecha reaccionaria y ha postulado a la presidencia de la república de la mano de un partido de derecha; los años pasaron y el electorado ya no vio a García como el líder prometedor de 1985 o el candidato que pudo enfrentar al chavismo demencial en el 2006.
***
La militancia aprista, la verdadera militancia, aquella que no ha claudicado en sus viejas convicciones antiimperialistas reclama que el APRA desde sus orígenes en 1930[1] fue un movimiento abrumador por su masividad y su conducta agresiva, violenta cuando confrontaba posiciones sindicales y populares, como partido del pueblo. Como movimiento indoamericano de frente único de clases explotadas que luchaba contra la oligarquía y el imperialismo, le correspondía estar con el pueblo desprotegido, en sus raíces se relaciona con el partido del pueblo cubano en donde militó Fidel Castro, partido hermano del APRA. El APRA no es pues producto de la improvisación o del oportunismo, contiene principios doctrinarios y bases programáticas, que devienen de una mística revolucionaria lograda con el sacrificio y el esfuerzo de miles de mártires del pueblo que sintieron y abrazaron los ideales redentores del Aprismo, de una gran fraternidad popular y de mística revolucionaria.
Ahora la organización del partido es endeble, vertical; por ello la crisis forjada por un caudillo que aglutinó el poder, con una figuración borrosa de representar un supuesto partido sólido.
El camino del APRA, mientras Alan García continúe al mando como capitán que remonta olas y montañas, no para salvar el barco o el ejército, sino para satisfacer su ego de poder, a las diversas acusaciones del que ha sido objeto su gobierno en el primer periodo y en el segundo periodo, y la imposibilidad de llevarlo a juicio en un poder judicial honesto, está en camino a la extinción, así lo avizora los resultados de las elecciones presidenciales del 2016. Quizás sea pertinente ensayar una respuesta de por qué el presidente García indultó a tantos narcotraficantes, en realidad fueron cerca de seis mil, a que estaba amenazado y a que debía favores, contraídos en las campañas electorales y vaya a saber qué negocios más se encubrían. Seis mil narcotraficantes indultados es una cifra extraordinaria, que nunca se ha dado en los registros de los presidentes de la república como parte de su facultad constitucional, algo que siempre será una señal inequívoca de que Alan García se vinculó flagrantemente y traicionó el legado aprista.
CONCLUSIONES:
? El APRA sin Alan García es nada, es algo que se repite a menudo y seguramente el propio líder carismático lo debe pensar también, que sin él nunca se hubiera llegado al gobierno; sin embargo, es una forma fácil, irresponsable y hasta cierto grado irracional de asumir los problemas y la identidad del aprismo. Debería decirse, más bien, que Alan García con su fuerza, su juventud y avasalladora personalidad, tenía el gran deber histórico de continuar el legado de Haya de la Torre, hacer la más grande y de veras transformación de la sociedad peruana injusta y explotada.
? Alan García es un político que no conoció las canteras públicas, antes de ser presidente jamás desempeñó un cargo público. Buscó su destino político presentándose a la presidencia de la república. No contaba con una experiencia de función ni función social que lo avalara; se podría decir que buscó llegar al gobierno como un sueño personal, que luego degeneraría en manejos sospechosos con el presupuesto público, los casos de corrupción durante sus diez años de mandato sobran. Así, tenemos que el líder carismático se aprovechó de la anomía política y electoral.
? Esta situación ha favorecido a que Alan García defienda sus mensajes mesiánicos y populistas. Se ha postergado las propuestas ideológicas, programáticas, doctrinarias. El fin de las ideologías y el nuevo orden mundial ha calado profundamente en la sociedad peruana, degenerando en una política insensata, insulsa, insalubre que beneficia a las grandes empresas y medra la condición social del trabajador, promueve la aparición de políticos novatos, cuestionados y sospechosos de representar intereses foráneos y mafiosos.
? La volatilidad electoral es muy alta en el Perú, lo que favorece las prácticas de liderazgo personalistas como de Alberto Fujimori y seguidores como Alan García, Alejandro Toledo, Ollanta Humala y otros que vendrán en el futuro. El hecho de ser un país no desarrollado económica y políticamente no favorece la institucionalización del sistema de partidos. Nuestro sistema es caudillista, fragmentada y se mueve al calor electoral, no en base a propuestas o idearios partidarios.
? El electorado peruano siempre ha inclinado su voto por el candidato que consideraba el mal menor, así se eligió a Alberto Fujimori en 1990 en oposición a las medidas económicas anunciadas por el candidato Vargas Llosa; a Alejandro Toledo en 2001, frente al peligro que significaba el regreso de Alan García al poder; a Alan García el 2006 para no caer en la visión demencial que significaba el Chavismo, encarnado en Ollanta Humala; y a Ollanta Humala cinco años después para no ver a Keiko Fujimori, la hija del dictador, otra vez en palacio de gobierno. Recientemente, en el año 2016, se eligió a Pedro Pablo Kuczynski para evitar el peligro dictatorial y el narcoestado que representaba la heredera de Fujimori. El electorado no desea correr riesgos, significaría un retroceso atroz en el proceso económico, los logros alcanzados en el plano social. El votante conservador prefiere elegir la continuidad. A todo esto los candidatos moderan sus discursos y ha sido Alan García quien mejores frutos ha obtenido, así fue en 1985 frente a Alfonso Barrantes y el peligro comunista que significaba y volvió a repetirlo en el 2006. Su actitud en el gobierno traiciona el legado histórico del APRA, personaliza el partido y se faculta extraordinariamente para liberar de las cárceles miles de presos acusados y sentenciados por narcotráfico.
? El sistema de partidos ha colapsado. La dictadura fujimorista le ha dado el golpe de gracia e hizo todo lo posible para que no reviva; ellos introdujeron el voto preferencial para que cuestionados individuos por narcotráfico y delitos mayores y menores lleguen al parlamento nacional y llenen las campañas electorales con dinero sucio y compren conciencias del electorado, especialmente en los pueblos jóvenes y comunidades campesinas. Esta situación ha favorecido enormemente a Alan García, el político formado y forjado con ideales doctrinarios para convertirse en ideales personalistas, colmando el aprismo con colaboradores sin trayectorias políticas y profesionales, y promoviendo coaliciones con los viejos adversarios del aprismo.
[1] Algunas ideas de este acápite se tomaron del libro El MIR histórico. 50 aniversario de la gesta revolucionaria, pág. 58.
Autor:
Correorai