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Vida y Obra del general en Jefe Manuel Carlos Piar y Gómez, El Libertador de Guayana (página 9)




Enviado por León Morales



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"… En la plaza de Angostura, a 16 de octubre de 1.817 – 7º. Yo, el infrascrito Secretario, doy fe que en virtud de la sentencia de ser pasado por las armas, dada por el Consejo de Guerra, S.E. el Gral. Piar, y aprobada por S.E. el Jefe Supremo, se le condujo en buena custodia dicho día a la plaza de esta ciudad, en donde se hallaba el señor General Carlos Soublette, Juez Fiscal de este proceso, y estaban formadas las tropas para a la ejecución de la sentencia, y habiéndose publicado el bando por el señor Juez Fiscal, según previenen las ordenanzas, puesto el reo de rodillas delante de la bandera y leídosele por mí la sentencia en alta voz, se pasó por las armas a dicho señor General Manuel Piar, en cumplimiento de ella, a la 5 de la tarde del referido día; delante de cuyo cadáver desfilaron en columna las tropas que se hallaban presentes y llevaron luego a enterrar al cementerio de esta ciudad donde queda enterrado; y para que conste por diligencia lo firmó dicho señor con el presente Secretario. – Carlos Soublette – Ante mí, J. Ignacio Pulido, Secretario…".

El Libertador Simón Bolívar a pesar de la muerte del General Manuel Carlos Piar, aún no comprendía las grandes contradicciones que en esa época existían entre explotados y explotadores, y es por ello que un día después de ese nefasto fusilamiento le lanzó esta proclama a su ejército el 17 de Octubre de 1.817, bajo estos términos:

"… ¡Soldados! Vosotros lo sabéis. La igualdad, la libertad y la independencia es nuestra divisa. ¿La humanidad no ha recobrado sus derechos por nuestras leyes? ¿Nuestras armas no han roto las cadenas de los esclavos? ¿La odiosa diferencia de clases y colores no ha sido abolida para siempre? ¿Los bienes nacionales no se han mandado a repartir entre vosotros? … ¿No sois iguales, libres, independientes, felices y honrados?…".

Hace unos años en la casa de la cultura en Ciudad Bolívar, la poeta Iris Aristigüieta sobre el perínclito General Manuel Carlos Piar leyó emocionadamente su poema titulado: "Cruz en El Cardonal", el cual copiamos textualmente:

"Las piedras lanzadas

Por sus compañeros y amigos Forjaron el muro de la ejecución Y la luna caminante

Perfilada en el delirio

Le hizo hervir su apasionada sangre De cuarenta años"

Justo, al frente de la antigua Plaza Mayor, hoy Plaza Bolívar, se encuentra el inmueble que sirvió de cárcel al General Manuel Piar, El Libertador de Guayana y vencedor en la batalla de San Félix en 1.817.

Durante el período del juicio se le dio cárcel en este inmueble, donde estuvo preso en la capilla ardiente (velorio de cuerpo presente y vivo), hasta el 16 Octubre de 1817, cuando fue fusilado en la pared occidental de la Catedral. Es muy probable que la construcción fuese de las primeras de la ciudad, por su cercanía con la Plaza Bolívar.

Cabe destacar, que en el sitio donde fue muerto el General Manuel Piar, justo en el muro de la catedral, existe un epígrafe. Igualmente, aún se conserva en la habitación en la cual estuvo preso, el crucifijo del siglo XVII, ante el cual oró momentos antes de ser pasado irremediablemente por las armas.

Lo curioso de esta ejecución, fue que el General de Brigada Carlos Soublette Xeréz y Aristigüieta era primo hermano del General en Jefe Carlos Manuel Piar y se encontraba en la plaza de Angostura leyendo el bando, y dando la orden de ejecución del casi imbatible héroe de la batalla de Chirica o San Félix, fusilándolo de rodillas.

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Bandera Nacional del 20/11/1.817

De esa forma, la fusilería acalló la voz turbulenta del General Manuel Carlos Piar y Gómez. Sobre estos sucesos que llevaron al patíbulo al General Manuel Carlos Piar en Angostura, el Libertador Simón Bolívar le contó en el Diario de Bucaramanga al General Perú de Lacroix, lo siguiente:

"…La ejecución del General Piar que fue el 16 de octubre de 1.817, fue suficiente para destruir la sedición: fue un golpe Maestro en política, que desconcertó y aterró a todos los rebeldes, desopinó a Mariño y a su congreso de Cariaco, puso a todos bajo mi obediencia, aseguró mi autoridad, evitó la guerra civil y la esclavitud del país, me permitió pensar y efectuar la expedición de la Nueva Granada, y crear después la república de Colombia: nunca ha habido una muerte más útil, más política y por otra parte más merecida…".

El eminente hombre de letras, profesor e historiador don Jesús Sanoja Hernández, en su discurso como orador de orden el 11 de Abril de 1.990, en la Alcaldía del Municipio Caroní del Edo. Bolívar, en conmemoración al 173º Aniversario de la gloriosa batalla de San Félix, dijo estas palabras:

"…En el juego de rivalidades, Piar representaba para Bolívar el mañoso agitador de los pardos, propulsor de una lucha de clases que ponía en peligro, a más de la unidad del mando y la disciplina del Ejército, la cohesión social del país…".

Y más luego expresó:

"…Para el primero (Bolívar), Piar habría proyectado un complot para destruir la sociedad y el gobierno, alucinando a "los hombres de color" con la falsa idea que estaban reducidos al último grado de explotación y abatimiento…".

Este es un indicativo de que la muerte del General Manuel Carlos Piar fue pensada, meditada y ejecutada por la casta dominante de la oligarquía mantuana con todos los pormenores del caso, ya que allí estaba en juego nuevamente la lucha de castas, o quizás de clases, he allí el meollo de las cosas.

Caramba Juvenal, el Capitán Juan José Conde desde el 3 de Octubre de 1.817, si se quiere se había hecho muy amigo del General Manuel Piar, a pesar de que su señor padre el Coronel Francisco Conde era miembro del consejo de guerra.

En verdad ellos tomaban sangría, jugaban ajedrez y conversaban largamente sobre el juicio militar que le estaban incoando sus enemigos personales, familiares y políticos".

En uno de esos momentos, el héroe inmortal de Chirica le preguntó a su carcelero lo siguiente:

¿Cómo está mi causa en el juicio que se me sigue, Capitán Conde?

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Casa donde fue retenido el general Manuel Piar, antes de su fusilamiento en 1.817

Y este le respondió con estas palabras:

"…Mi General Piar, nada mi General, no puedo opinar de ella por no estar instruido del proceso…".

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En una de las paredes laterales de la Catedral de Ciudad Bolívar Fue fusilado el General en Jefe Manuel Carlos Piar Gómez

Juvenal, el General Manuel Carlos Piar le respondió al capitán Juan José Conde con estas palabras:

"…Ah Caray, Capitán Conde; yo confío en los oficiales generales que integran el consejo de guerra; en verdad no creo que ellos me fusilen, seguro estoy que me expatriarán, harán más, me proscribirán, en fin bebamos la sangría y sírvanos de refresco…".

Juvenal, por desgracia para nuestra historia patria, llegó aquel fatídico 15 de Octubre de 1.817 y lo más triste fue cuando el Capitán José Ignacio Pulido del Pumar le leyó la sentencia de muerte al General Manuel Carlos Piar.

Lo grave del caso fue, que el General Piar entró en una gran crisis de nervios, pero era

más de asombro que de nervios mismos, y mientras caminaba desesperadamente de un lado al otro en el calabozo, llevándose las manos a la cabeza y sudando muy en frío, gritó: ¡Capitán Conde, Capitán Conde; no lo puedo creer, eso no puede ser verdad, coño nojoda!

¡Yo soy inocente, soy inocente, soy inocente, Capitán Conde!

¿Por qué esos coño e madres me quieren llevar hasta el último suplicio, Capitán

Conde?

Ante tal desesperación, el casi invencible General Piar, en casi estado de locura se

quitó sus anteojos y los lanzó contra el suelo, y arrojándose en su hamaca, cayó lleno de un melancólico llanto en el suelo de aquel lúgubre encierro.

Y ante tal situación, el Capitán Conde lo tomó por sus brazos y levantándolo del suelo, lo acomodó nuevamente en la hamaca. Marcialmente, dirigiéndose al héroe de la batalla de Chirica o San Félix, en un tono de voz muy fuerte, le dijo estas palabras:

Carajo, mi General Piar: ¿Qué vaina es esa, nojoda?

¿Ha olvidado usted mi General, su casta de gran guerrero de la Patria?

¿O ya no sabe quién es usted en realidad, General Piar?

"…General Piar, levante su espíritu sobre todas las dificultades y recuerde en este crucial momento, que el hombre ha nacido para morir, sea cual fuere el modo que la suerte le depare. Conformémonos pues…".

Una vez oídas aquellas palabras del Capitán Juan José Conde; el General Manuel Carlos Piar cerrando sus ojos con una actitud serena y tranquila, le dijo al Capitán Conde estas palabras:

"…Capitán Conde, quiero decirle a usted que mi reacción no es un acto de debilidad y menos de cobardía; es solo un efecto de lo que ha debido sufrir mi corazón al oír esa bárbara sentencia; porque nunca creí que mis compañeros me sentenciarían a muerte…".

"…Capitán Conde, estoy resuelto a tragar la cicuta; mándeme a llamar a mi amigo el Comandante Jorge Meleán, mi inseparable edecán…".

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Fusilamiento del general en jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez

Juvenal, cuando el pueblo de Angostura supo esa fatal noticia, quedó aletargado por las palabras que pronunciara el General de Brigada Carlos Soublette y Xeréz Aristigüieta quién actuó como juez fiscal en el juicio.

Cuando amenazando a los pobladores angostureños presentes en el mismo, dictó un bando o sentencia bajo estos crueles términos: "…pena de muerte para el que pida por el reo…".

El General Piar en el día de su fusilamiento le comentó al Capitán Juan José Conde en voz baja, lo siguiente: "… Mi corazón nunca ha sido malo como los que me han vendido y Condenado…".

Carajo Juvenal, el impertérrito General Manuel Piar en la tarde del día de su fusilamiento y una vez trasladado al lugar de su ejecución, besó la bandera del batallón de honor, oyendo su sentencia con ínfulas de desprecio hacia sus propios verdugos y asesinos.

Y con sus manos en el bolsillo de su pantalón y golpeando el piso con su pie derecho de manera constante, siendo vendado abrió su pecho y luego se oyeron en el aire los disparos del infortunio y de la traición, que aún en nuestro tiempo siguen repercutiendo en nuestras sienes.

Juvenal, allí sobre el suelo de su Angostura amada, quedó yerto e inmóvil el cadáver del Libertador de Guayana, General Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez. Sin embargo, el Capitán Francisco Conde, testigo ocular de dicho evento, una vez que las autoridades pertinentes le negaron el permiso de dirigir al General en Jefe Manuel Carlos Piar Gómez personalmente el pelotón de fusilamiento, dijo lo siguiente:

A eso de las once y media, Piar tomando una pequeña esclavina que usaba me dijo estas palabras: "…No tengo un gran uniforme que ponerme para morir, como Ney, pero me basta esta esclavina…".

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Casa del General Manuel Piar en Upata

Y poniéndosela, añadió: ¿Qué le parece, Capitán Conde?

Y yo le respondí: "…Déjese de eso General, por D_os piense en su alma…". Añadí. Y él me respondió:

"…Dice usted bien Conde, que venga el Provisor, porque este viejo me parece ser hombre de los más racionales de su oficio…".

"…Vino al pronto el prelado, lo confesó y se retiró muy satisfecho…".

"…A las cinco, sin decirme más palabras tomó el crucifijo, se hincó, rezó y lo besó. El Provisor lo acompañó hasta la puerta de la calle, en donde el General Piar volvió a hincarse; hizo una oración y me dio el crucifijo, y con mucho aire de serenidad siguió marchando hacia el patíbulo….".

En el tránsito me dijo:

Capitán Conde: ¿Con qué no me permiten mandar la escolta?

"…Llegado al lugar de la ejecución, de frente y al pie de la bandera del batallón de honor, oyó con tranquilidad la lectura que nuevamente le daban a la vil sentencia que en su contra habían dictado sus propios verdugos. Los mismos de la aristocracia caraqueña, quienes a su vez eran parte de su propia familia, aunque no le aceptaban ni querían como tal…".

El General en Jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez oyó la sentencia con aire de desprecio, teniendo su mano en el bolsillo, moviendo sobre el suelo el pie derecho y tendiendo su vista a todas partes. No queriendo que le vendasen, se quitó por dos veces el pañuelo que le puse; vendado por tercera vez se abrió la esclavina, descubrió el pecho y sufrió la ejecución.

Hermanos y hermanas de Guayana. Esas son las balas de la ignominia y de la traición misma. Esos disparos permitieron que sobre la tierra guayanesa llegaran nuevos advenedizos y se fueran adueñando de sus riquezas. Males estos, que aún en nuestro tiempo se perciben y que en nada han cambiado el curso de nuestra propia historia.

El cuerpo inerte del General Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez yerto sobre el suelo guayanés de Angostura, es la representación eterna de que sus cenizas vuelan como los pájaros y que su espíritu libertario es como el aire dador de vida. Manuel Piar es la vida de todos los pobladores de la Amazonía venezolana y de la Guayana siempre heroica.

Él es el guardián de nuestros ríos y montañas, y como sombra viajera regresará del pasado a blandir su espada en contra de nuestros reales enemigos, quienes le temen y desean verlo más muerto que vivo, y sus cenizas han pretendido perderlas en el olvido mismo. Pero las aguas del Orinoco anuncian su tempestad en la resurrección de las ideas mirandinas en su espada libertaria.

¡Viva por siempre y la eternidad, el General en Jefe Manuel Carlos Miguel Piar y

Gómez!

¡Larga vida a la memoria del General Manuel Piar!

Hay grandes curiosidades en la extraña muerte del General Manuel Carlos Piar sobre

uno de sus tristes acusadores; en este caso nos referimos al traidor Teniente Coronel Juan Francisco Sánchez, quién comenzó su carrera militar como médico cirujano en el ejército español en tierras de Venezuela; pasándose luego a las fuerzas del mantuanismo patriotero, blandiendo sus armas en las celebres batallas de La Puerta, Maturín y Urica en contra del Comandante José Tomás Boves.

Más luego pasó a formar parte del ejército realista del General Pablo Morillo y finalmente se pasó al Ejército Libertador de Guayana bajo la conducción del General Manuel Piar; entrando de inmediato en contradicciones, ya que se negó fuertemente a que la campaña de Guayana se diera como la tenía concebida su jefe; debido a que nunca perdió su condición de godo y oligarca realista a ultranza.

Ese bastardo Comandante Juan Francisco Sánchez, fue quién con su intriga dio a conocer al Libertador Simón Bolívar en dos de sus cartas, que el General Manuel Piar estaba

en desavenencias con el jefe supremo. Habiendo sido designado para capturar al General Piar pero siempre bajo el mando del General Manuel Cedeño.

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General en Jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez El Mártir de Angostura en 1.817

Lo curioso fue que lo ascendieron al grado de coronel el día 16 de Octubre de 1.816, pocas horas antes del fusilamiento del General Manuel Piar; en donde el propio Libertador Simón Bolívar le reconoció los méritos a tan degenerado servidor de su causa en esos difíciles días de la guerra contra España en tierras de Guayana.

¿No será que con este bolivarianismo a ultranza que hoy defendemos estamos reivindicando a los nuevos oligarcas bolicorruptos quienes pasaran a formar parte de las clases dominantes de Venezuela y la América Latina?

Ya que defender el ideario bolivariano con fuerza y ahínco es una actitud contrarrevolucionaria; porque el Libertador Simón Bolívar siempre fue un hombre de pensamiento de extrema derecha; solo hay que reivindicarle su espíritu antiimperialista más no de clase; y eso lo saben los entendidos y quienes hoy tratan de confundirnos con pensamientos que no tienen continuidad histórica en pro de los reales intereses del pueblo venezolano.

El fusilamiento inesperado del General Manuel Carlos Piar y Gómez fue el acontecimiento que debe ponernos alerta ante de nuestros enemigos de extrema derecha enquistados en las organizaciones que apoyan el proceso que hoy lidera el Comandante en Jefe Hugo Rafael Chávez Frías, quién tiene que darle un vuelco a su gobierno, conduciéndolo en verdad hacía una verdadera revolución, que en si sea socialista en todas sus dimensiones y formas.

Este gobierno tiene que reivindicar a Boves, Piar, Zamora, Matías Salazar, Ponte Rodríguez, Morales Luengo, Hurtado Castro, entre otros. Y a todos aquellos mártires y héroes del ayer remoto e inmediato, quienes ofrendaron sus vidas en pro de la libertad y la práctica de la justicia social.

Ya que no podemos seguir viviendo de predicas que solo nos conducen a enaltecer a hombres y mujeres cuyo protagonismo en los anales de la historia son muy pírricos, y si se quiere no tienen vinculación con hechos algunos dentro de nuestro propio proceso histórico.

¡Qué viva Piar por siempre y por la eternidad!

A través de estas páginas le solicitamos al profesor Jesús Cumare quién funge de cronista oficial del Edo. Vargas a que trabaje en una dura cruzada por cambiarle el nombre del Estado en cuestión, y que en vez de llevar el toponímico Guaira, se adopte el nombre de Estado Piar en conmemoración del General en Jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez, hijo preclaro de El Cardonal en La Guaira, Cuna Matriz de la Independencia como la llamara el ilustre francmasón y escritor guaireño Casto Fulgencio Lope.

Compatriotas y camaradas de la República Bolivariana de Venezuela, el fusilamiento del General Manuel Carlos Piar, el Libertador de Guayana, fue una demostración de que los sectores oligárquicos y de la aristocracia venezolana no perdonan a sus enemigos de clase, son crueles e implacables cuando les toca defender sus intereses políticos y económicos.

Por esto el Palabreo Popular General en Jefe "Carlos Manuel Piar", desde ya considera al Teniente Coronel (Ej.) Yoel Candelario Acosta Chirinos, miembro de la segunda Promoción "Simón Bolívar" egresada de la Academia Militar de Venezuela en 1.975 y el Teniente Coronel (Ej.) Miguel A. Madriz Bustamante, miembro de la Promoción General Francisco Carabaño del año 1.976, como preclaros y empedernidos enemigos del Pensamiento Piarista, Robinsoniano y Zamorano, y si se quiere el Bolivariano-Chavista.

Cuando reunidos asambleisticamente en el Club "Pavo Real" en el mes de Febrero del año 1.999, en la cual los sectores fascistas militares y políticos tomaron el control total del Movimiento V República (MVR) y las riendas de la misma a nivel nacional, regional y local, y quienes sarcástica y tiránicamente en ese día en contra de los zamoranos, dijeron estas palabras: "… a los zamoranos hay que hacerle lo mismo que le hizo Bolívar al General Piar por traidor…".

Claro está, tampoco podemos dejar afuera de todo esto al francmasón y capitán Antonio Rojas Suárez quién se unió a esos oficiales de mentalidad fascista y reaccionaria para arremeter en contra de los Círculos Zamoranos del Edo. Bolívar y de algunos francmasones que eran parte de los mismos, cuando expresó estas palabras: "hay que desenvainar la espada de Bolívar para darle duro a los zamoranos, como lo hizo el Libertador en contra del traidor Manuel Piar".

Decir esas incongruentes palabras en Guayana es ofender al gentilicio guayanés y a nuestro pueblo, como a nuestras costumbres y tradiciones. Ya que no podemos seguir tolerando tales ofensas y más si provienen de quienes dicen ser los nuevos Libertadores de Venezuela.

Al pueblo de Guayana se respeta, así como la respetaron los mártires guaireños de la revolución venezolana, como lo fueron don Manuel Gual y Curbelo y don José María España Rodríguez, cuando en su bandera nos representaron entre una de las 4 estrellas que allí estaban presente; cosa que no sucedió con la enseña tricolor aprobada en el Congreso Constituyente mantuano del año 1.811.

Ciertamente, la muerte del General Manuel Piar no se tradujo en la muerte a la que debieron ser sometidos algunos héroes de la patria quienes traicionaron realmente a sus intereses de clase. En el año 1.817, antes del fusilamiento del General Manuel Piar, el Teniente General Pablo Morillo le escribió al jefe de los Ejércitos del Rey lo siguiente:

"…Piar, que es mulato y el de más importancia entre las castas tiene relaciones muy estrechas con Alejandro Petión, mulato rebelde que se titula Presidente de Haití y que ambos proponen formar un establecimiento en Guayana que asegure su dominación en América, donde es de presumir quieran renovar las escenas del Guárico y demás posesiones de Santo Domingo…".

¿No será que el Teniente General Pablo Morillo tenía contactos con el General Simón Bolívar y comenzaron a ver con preocupación lo que en verdad fueron las reales dimensiones y alcances de la campaña de Guayana en manos del General Manuel Piar?

¿Qué les preocupaba a ellos en realidad?

¿No será qué ambos estaban preocupados en su condición de clase, por las luchas e castas que se avecinaban?

Y es por ello, que en oficio dirigido por el irlandés y Coronel Daniel Florencio O´Leary

al Libertador Simón Bolívar en Bogotá en 1.826, le indicó lo siguiente:

"… Páez tiene la suerte de Piar y de Infante, que él dice fueron víctimas de la intriga…". "… No he querido ir a Caracas, y así no tuve el gusto de ver a las señoras hermanas de

V.E. una de ellas, mi señora María Antonia, ha sido la directora de la contrarrevolución de Caracas…".

¿No será que la ejecución del General Manuel Carlos Piar y Gómez se debió a su predicación sobre la lucha de clases, castas o razas en contra de las oligarquías central y oriental?

Más sin embargo, en ese mismo año 1.826, el Coronel Daniel Florencio O´Leary desde Bogotá le escribe a su cuñado el General Carlos Soublette y Xeréz y Aristigüieta estas palabras sobre el General José Antonio Páez en sus pretensiones oligárquicas de destruir a la Gran Colombia:

"… La primera pregunta que se haría sería esta, pensaba yo: ¿O no fue el crimen de desobediencia que Bolívar mandó a juzgar a Piar y firmó la sentencia de la ley? ¿Y el crimen de Páez no es de la misma naturaleza?…".

El suplicio del héroe de San Félix nos lleva a hacer una profunda reflexión en nuestros días, cuando vivimos una lucha antiimperialista en contra de la potencia hegemónica de hoy, los Estados Unidos de América (USA); que a la postrer nos llevaría a incrementar aún más la lucha de clases y que pudiera desencadenar en una gran batalla en el terreno político y militar, en estos lados del hemisferio occidental.

Realmente, el fusilamiento del General Manuel Carlos Piar y Gómez se convirtió en un tormento asiduo en todos los postreros momentos políticos y militares que vivió el Libertador Simón Bolívar.

Ya que en una carta que le envía desde el pueblo de Pasto al General en Jefe Francisco de Paula de Santander, el 14 de Octubre de 1.826, le dice lo siguiente: "… No dudo que Páez quiera ser Libertador de Venezuela como usted dice, pero más fácil es que siga a Piar…".

El General Carlos Soublette, el terrible fiscal tuvo que enfrentar la acusación de Timoteo Díaz quién fuera ordenanza del General Manuel Carlos Piar y Gómez, teniendo la valentía de haber sido su subalterno se presentó en traje de paisano en el juicio que le llevaban al Libertador de Guayana en Angostura en 1.817.

Leyendo en voz alta el General Soublette su testimonio, una vez concluida su lectura; el ordenanza Timoteo Díaz le espetó a tan afamado fiscal militar, de la siguiente manera: ¡Yo nunca he dicho eso general Soublette!

Ante tal situación, el General Carlos Soublette le preguntó: ¿Cómo dices, Timoteo?

Y el ordenanza del General Manuel Piar, le ripostó de la siguiente forma: ¡Como usted lo está oyendo, general Soublette!

"Yo nunca he dicho nada de eso; por lo contrario, dije que el general Piar era inocente de los cargos que se le hacían, y sobre los que se me pregunta; ustedes se han aprovechado de que yo no sé leer, para poner en mi boca una sarta de embustes y mentiras".

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General en Jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez El Mártir de la Independencia Suramericana

Más sin embargo, el Libertador Simón Bolívar fue el fundador del Partido Conservador en la República de Colombia; el mismo que aún en nuestros días sigue devastando al pueblo de esa hermana república bolivariana; en donde el Presidente Álvaro Uribe Vélez con su cohorte de bandidos, paracos y narcotraficantes aliados de la burguesía neogranadina continúan generando genocidios, tráfico de drogas, alimentando el paramilitarismo y la entrega descarada de todos sus recursos naturales renovables y no renovables al imperialismo norteamericano.

En esa misma carta el General en Jefe Simón Bolívar en su condición de Presidente de la República de Colombia, le dice al General Santander estas palabras: "… La dictadura ha sido mi autoridad constante…". "… Pues tengo demasiado buen tacto para dejarme atrapar por esos imbéciles facciosos que se llaman liberales…".

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Antigua Angostura, hoy Ciudad Bolívar

Es por ello, que en cuanto al poder se refiere, creemos que lo expresado por el Teniente Coronel (Av.) William Izarra en una ocasión de su brillante vida militar en pro del proceso venezolano es acertado en su apreciación, cuando él dijo estas palabras:

"…Tomar el poder como acto revolucionario es colocar el gobierno al servicio del pueblo. Es darle viabilidad a la democracia participativa y directa. Es consolidar el gobierno como instrumento del pueblo…".

¿No sería acaso esto lo que pretendía hacer el General Manuel Carlos Piar Gómez, El Libertador de Guayana?

Ante esta parte del tema y ante su inminente despedida hacia el pueblo de San Félix en el Municipio Autónomo Caroní del Edo. Bolívar, el profesor Juvenal Aguinagalde le dijo al maestro Santiago Francisco Sánchez Aranguren estas palabras:

Maestro Sánchez, en verdad yo le voy a contar lo que hace más de un año me refirió el honorable francmasón deltano don Emilio Cedeño Salazar conocido como "Longino", cronista popular del pueblo de Piacoa en el Edo. Delta Amacuro y descendiente del ilustre prócer de la independencia General de Brigada Manuel Cedeño Hernández, fueron estas sus palabras:

Sobre el fusilamiento del General Manuel Carlos Piar hace muchos años ya, oí de mí abuelo maternal que por estas tierras vinieron unos ingleses, creo que se llamaban Charles Brown y James Hackett.

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Catedral de Angostura o Ciudad Bolívar

Ellos hicieron sus narraciones como dos expedicionarios británicos que fueron de la guerra de la independencia. Sus palabras textuales fueron estas:

"…En esta plaza y cerca del portal hubo una silla en la cual fue fusilado el General Piar y como la narración de este hecho quizás no carezca de interés, daré en forma breve los principales detalles.

Este General era un mulato, segundo jefe en el comando del ejército patriota; se le consideraba como el oficial más inteligente de la causa de los independientes, pero no dejaba de tener enemigos; se le acusó de traición y de dirigir un complot que debía amotinar en su favor a los mulatos y a los indios, para el propósito de hacer una matanza de todos los blancos y usurpar el mando supremo. Hasta que punto podía esto ser cierto, no puedo yo determinarlo, pero los principales Generales y el Almirante Brión le formaron en Angostura un consejo de guerra y le Condenaron a muerte. Piar era íntimo amigo de Bolívar, quien con profundo dolor se vio obligado a firmar la sentencia. Cuando lo llevaban al lugar de la ejecución, pasó frente el palacio del jefe supremo, que estaba de pie en la ventana para ver por última vez a su amigo; el cortejo fúnebre afectó de modo tal los sentimientos de Bolívar, que precipitadamente se retiró de allí y con manifiesta emoción exclamo en voz inteligible.

El General Piar fue llevado en seguida a las afueras; allí, con gran presencia de ánimo se sentó en la silla fatal y, descubriéndose el pecho, con la mano dio a los soldados la señal de fuego; recibió siete balazos en diversas partes del cuerpo y dos proyectiles le atravesaron el estomago y se incrustaron en la pared. Este General era un valiente, un buen oficial popular y querido por las tropas independientes; su muerte, ocurrida poco tiempo antes de nuestra llegada, fue una pérdida irreparable para la causa patriota…".

Caramba vale: ¿De dónde habrá salido eso, de qué el General Manuel Piar era mulato?

Lo cierto del caso, fue que esos británicos no se comieron el cuento y pudieron precisar con sus propios ojos y oídos lo que la gente de ese tiempo en Angostura, hoy Ciudad Bolívar, comentaban sobre la vida y obra de nuestro impertérrito General Manuel Carlos Piar, el héroe inmortal de Guayana.

César E. Whaite V. escribió un artículo titulado: Una Quimera: el fusilamiento de Manuel Piar.

"Nada quedaba que desear a un jefe que había obtenido los grados más eminentes de la milicia. La Segunda Autoridad de la República, que se hallaba vacante, de hecho, por la disidencia del General Mariño, iba a serle confiada, antes de su rebelión; pero este General que sólo aspiraba al mando supremo, formó un designio más atroz que puede concebir un alma perversa. No sólo la guerra, sino la anarquía y el sacrificio más inhumano de sus propios compañeros y hermanos, se había propuesto Piar".

Simón Bolívar,

18 de octubre de 1817.

Angostura, 16 de octubre de 1817.

Bolívar se paseaba incesantemente por la estancia que ocupaba, esperando la hora de la ejecución de Piar. La suma de los acontecimientos recientes le habían afectado más allá de lo normal. Sus tacones golpeaban con fuerza la madera del piso,

retumbando sus pasos en las paredes y techo de la habitación.

Pasaban raudos por su mente, los recuerdos de la batalla de Cabrián, que comenzó con el sitio de Angostura por parte de los Generales Bermúdez y Cedeño; mientras que Guayana la Vieja se enfrentaba a Valdez, Arrioja, Blanco, Pedro León Torres y otros bajo su mando.

Piar había rechazado el nombramiento como Segundo Jefe de la República, por lo que no participaba en esta campaña, y se había retirado a las misiones, como inspector, a esperar las noticias de la derrota que él esperaba Bolívar sufriría.

Bolívar se detuvo en medio de la estancia, sintiendo el opresor silencio que le rodeaba. Un ambiente cálido y húmedo lo cubría todo como una manta. En la calle apenas se escuchaba el paso de alguno que otro carruaje y el marcado caminar de los soldados que marchaban por la plaza Angostura, en espera del fusilamiento del General Manuel Piar.

Iniciando, otra vez, su inquieto caminar, el futuro Libertador pensaba acerca de los sacrificios, tanto humanos como materiales, por los que las tropas y la población habían pasado para concluir la construcción de los fuertes alrededor de la ensenada de Cabrián, con la intención de proteger los buques que comandaría el Almirante Luís Brión, durante el asalto a Guayana.

Mientras, se preparaba la campaña de Angostura, el General Piar al ver que Bolívar seguía al mando absoluto de las tropas; y, que continuaba manejando las acciones de la República, decidió comenzar una campaña por su cuenta en la cual se colocaba a sí mismo, como un mártir explotado por los mantuanos, en beneficio de la República.

No lograba su mente enferma comprender el futuro que le esperaba al lado de Bolívar, a pesar que este le había ofrecido varias veces el cargo como Segundo Jefe, y lo había rechazado. Aún durante el mes de julio de 1817, continuaba trabajando activamente en su plan, sembrando la semilla de la sedición entre sus compañeros.

"Maldición", gruñó Bolívar para sí, lanzando un fuerte puñetazo a la mesa sobre la que se encontraba un grueso cartapacio, que contenía todos los documentos recabados para y durante el Concejo de Guerra contra el General Manuel Piar. "¿Por qué, compañero de armas y amigo?" -pensó Bolívar- "¿por qué tuvisteis que alejarte del camino de la gloria? ¿Qué querías que la República no te ofreciera?" Con gesto de cólera, Bolívar alzó su brazo derecho para asestar otro golpe a la mesa, con tanta fuerza, que sonó como un trueno dentro del recinto.

El segundo día de agosto de 1817, los buques comandados por el Almirante Luís Brión se adentraban en el Orinoco buscando la flota española: 34 naves con 1.436 soldados que emprendían la retirada de Angostura, ante el inminente asalto a la ciudad por parte de Bolívar y sus tropas: la marina y la infantería.

Como de costumbre, la excelente planificación estratégica de Bolívar, los llevaba por un camino seguro hacia la victoria. Los fuertes construidos en la ensenada de Cabrián, cumplieron con su cometido al proteger los barcos patriotas y colaborar atacando a la escuadra española.

Los marinos y artilleros de Brión no permitieron que los realistas pasaran indemnes río abajo. Al final de la batalla, Brión perseguía y acababa con los navíos españoles de los cuales escaparon tan solo un par de ellos.

La batalla se desarrollaba simultáneamente en el río y por tierra, donde las tropas comandadas por Bolívar libraban victoriosas escaramuzas a lo largo de la ribera sur del Orinoco; frente a la isla Tórtola, en Sacupana e Imataca. Al concluir la batalla, los patriotas tenían en su haber un total de 1.731 prisioneros entre soldados y civiles.

Durante el mes de julio, Piar salía de Guayana en dirección hacia Maturín, tratando de conseguir para su aventura el apoyo de antiguos camaradas de armas. Se vio obligado a continuar al no recibir la solidaridad esperada, hacia Cumanacoa; donde sus esfuerzos por conseguir la ayuda económica y militar de los hombres que conocía y pensaba eran sus amigos, se vinieron al suelo.

La lealtad de los Generales de Bolívar era grande. Ya todos a quienes Piar intentaba convertir a su causa, habían enviado misivas a Bolívar, poniéndolo en antecedentes acerca de la actitud del General Piar.

Bolívar había pasado parte de la tarde encerrado en su despacho, cavilando. Deseaba que el día terminara pronto, para así finalizar con este desagradable asunto de la ejecución de Piar. Un Bolívar cansado, con ojeras profundas y la frente surcada por la angustia, se sentó ante su mesa de trabajo y, levantando el pesado cartapacio en el que se encontraban las pruebas de la traición de Piar, lo abrió. Había leído y releído, incontables veces, todos los documentos que se habían recopilado antes y durante el Concejo de Guerra contra el General Manuel Piar.

Monografias.comTomó entre sus manos una carta del General Juan Francisco Salazar fechada el 20 de julio de 1817. Su mirada fue directamente a un párrafo que sabía de memoria, de tanto leerlo. Aun así, repasó cuidadosamente su contenido, buscando un odio o envidia hacia el General Piar, totalmente inexistente. Salazar escribía así: "Este General, después de haberme hecho las más sinceras demostraciones de amistad me habló de este modo: 'he sido elevado a General en Jefe por mi espada y mi fortuna, pero soy mulato y no debo gobernar en la República'".

Estas palabras herían profundamente a Bolívar, por cuanto él había depositado su confianza absoluta en las capacidades de Piar. Había aceptado a Piar como el más capaz de sus compatriotas y hermanos, sin tomar en cuenta para nada el color de su piel. Esta era una guerra que se ganaba luchando con ejércitos y voluntad, no con los colores externos de los cuerpos humanos.

Bolívar hurgó entre los papeles y colocó frente a sus ojos una carta que le enviara el General José Francisco Bermúdez el 26 de julio. Allí leyó algunas palabras en las que Bermúdez exponía su más cruda opinión en contra de las actividades de Piar. "La libertad de la República es preferible al disimulo pernicioso que pueda hacérsele a este hombre perverso y los que traten de imitarlo".

A continuación, Bolívar tomó la comunicación que le hiciera llegar el General Manuel Cedeño el 26 de julio y al releerlo, la aguda espina de la traición penetró más profundamente en su corazón. "Estamos acompañados de hombres que distinguen el bien y el mal, y conocen la ruina que quiere Piar divertirse en la desgracia".

No podía Bolívar sino pensar que, bien pudieran haber orquestado los enemigos de Piar, una gran intriga en contra del General. Pero entonces leyó por enésima vez la misiva que le enviara desde Maturín, Andrés Rojas. En esta carta Rojas informaba a Bolívar de las actuaciones de Piar en Maturín: "al fin resolvió el General Mariño poner en ejecución sus proyectos de hostilidad contra Maturín. El 17 del corriente se presentó unido con Piar a las orillas…"

"Basta" -se dijo Bolívar- "no debo pensar que le hago un daño a la nación, al confirmar la sentencia de muerte de Piar. Después de todo, los intereses de la patria deben ocupar un sitial preferencial, por encima de nuestros intereses personales. La lealtad recibe como recompensa el agradecimiento eterno de la nación. La traición, sólo merece la muerte."

La cara de Bolívar era una feroz mueca que dejaba ver las rabias que sentía al saber de hombres en quienes depositó su confianza y le pagaron con insubordinación, sedición, deserción y conspiración.

Continuó revisando los documentos probatorios de la traición de Piar, al tiempo que recordaba la necesidad de haber firmado la orden de aprehensión para el General. Se encontró con una carta de su General Cedeño, fechada el 28 de septiembre, en la que relataba los pormenores del arresto de Piar en Aragua de Maturín: "…me fue preciso valerme de la fuerza y llevarlo, como un reo, a montarlo a caballo…"

Bolívar no cesaba de asombrarse ante la actitud de Piar al ser arrestado, al oponerse, incluso valiéndose de la fuerza. Que permitiera que se le tratara como un preso común, cuando fue un caballero.

Pero como la gota de agua que rebasa el borde del cántaro, lo que colmaba la paciencia de Bolívar eran las palabras de Piar durante el interrogatorio al que se le sometiera durante su juicio. Sus palabras ante el General Carlos Soublette expresaban su debilidad, al tratar de justificar su actitud durante el momento del arresto. Se resistió a seguir con el General Cedeño, pero que la resistencia no nacía de un principio de insubordinación, sino del temor que le inspiraba la proscripción publicada contra él, en un manifiesto dado por el Jefe Supremo en la Ciudad de Guayana.

Con un indisciplinado gesto, Simón Bolívar tiró la hoja que había estado leyendo. Se repatingó en la silla y colocando sus pies sobre la mesa, musitaba como incoherente. Si alguno de sus colaboradores hubiese podido escucharlo, fácilmente habría pensado que su jefe estaba mal de la cabeza.

Pero en realidad, Bolívar recitaba de memoria el resumen de cargos en el juicio de la Corte Marcial que presidió el General Carlos Soublette, General de Brigada de los ejércitos de la República y Jefe del Estado Mayor General. "No es un simple ambicioso, un mero conspirador, un miserable desertor elevar en Venezuela para. Es el genio del mal que escapado de la espantosa mansión de los crímenes ha venido a vomitar sobre la tierra, no sólo la guerra, ni el veneno de la discordia, ni la atroz desolación, sino la más odiosa, la más nefasta de todas las destrucciones. Piar ha querido armar la mano del hijo contra el padre, la del hermano contra el hermano y hasta la oveja contra su Pastor, contra los Ministros del Señor y Padres espirituales de los pueblos".

La campana de la Catedral, había ya repicado el cuarto para las cinco. La impaciencia había hecho presa del pensamiento de Bolívar. Su nerviosismo aumentó notablemente. De nuevo se levantó y comenzó a caminar enérgicamente de un lado a otro de la habitación.

De pronto se escuchó el redoble de los tambores y la fuerte voz del Capitán de la guardia, formando a sus hombres. Los fusileros. Los encargados de cumplir la sentencia ejecutoria de Manuel Piar.

Bolívar se dirigió lentamente hacia la ventana central del cuarto que ocupaba, y con un solo movimiento de ambas manos, abrió de par en par el ventanal. En ese mismo instante divisó al Capitán de la guardia, que miraba en dirección a su despacho. Sin vacilación alguna, Bolívar le hizo una seña, tras la cual el Capitán de la guardia ordenó que se buscara al reo.

Bolívar regresó a su mesa y, removiendo entre los papeles que desordenaban su escritorio, tomó el documento que cerraba el capítulo final del juicio a Piar, que estaba rubricado con firma de su puño y letra: "Vista la sentencia pronunciada por el Concejo de Guerra de oficiales Generales contra el General Manuel Piar, por los enormes crímenes de insubordinado, desertor, sedicioso y conspirador, he venido a confirmarla

sin degradación".

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En la plaza Angostura reinaba un sepulcral silencio. Súbitamente se escuchó la voz del Capitán de la guardia, que leía a Piar su sentencia. Este, arrodillado y con la cabeza gacha, escuchaba mudo. Parecía muerto. El Capitán retomó su posición junto a los fusileros y observaba a Bolívar, quién se encontraba de nuevo en el ventanal.

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Los tambores redoblaban al unísono y, en el momento que sonaba la primera de las cinco campanadas, con una mano firma y ojos férreos fijos sobre la figura de Piar, Bolívar dio la seña al Capitán quién al instante gritó la orden de disparar: "¡fuego!" Bolívar permaneció inmóvil unos instantes en el sitio, mirando hacia el lugar de la ejecución. Su vista se perdía en el espacio. Al sonar la quinta campanada giró sobre sus talones, caminó hacia su mesa y con la convicción que caracterizaba al Libertador, inició el ordenamiento de su escritorio. Piar ya estaba muerto y él tenía mucho trabajo por delante. Quería llevar a cabo sus ideales: libertar la América toda, del yugo imperial…".

Pero también es necesario recoger lo que dijo el Libertador y jefe supremo general en jefe Simón Bolívar sobre el fusilamiento de su primo hermano el general en jefe Manuel Carlos Piar, estas fueron sus palabras:

"…Ayer (16 de octubre de 1.817) ha sido un día de dolor para mi corazón. El General Piar fue ejecutado por sus crímenes de lesa patria, conspiración y deserción. Un tribunal justo y legal ha pronunciado la sentencia contra aquel desgraciado ciudadano que, embriagado con los favores de la fortuna y por saciar su ambición, pretendió sepultar su patria entre sus ruinas. El General Piar, a la verdad, había hecho servicios importantes a la República, y aunque el curso de su conducta había sido siempre la de un faccioso, sus servicios fueron pródigamente recompensados por el Gobierno de Venezuela…".

"…Nada quedaba que desear a un jefe que había obtenido los grados más eminentes de la milicia. La segunda autoridad de la República que se hallaba vacante de hecho por la disidencia del General Mariño, iba a serle confiada antes de su rebelión; pero este General, que sólo aspiraba el mando supremo, formó el designio más atroz que pueda concebir un alma perversa. No sólo la guerra civil, sino la anarquía y el sacrificio más inhumano de sus propios compañeros y hermanos se había propuesto Piar…".

"… ¡Soldados! Vosotros lo sabéis: la igualdad, la libertad y la independencia son nuestras divisas. ¿La Humanidad no ha recobrado sus derechos por nuestras leyes?

¿Nuestras armas no han roto las cadenas de los esclavos? ¿La odiosa diferencia de clases y colores no ha sido abolida para siempre? ¿Los bienes nacionales no se han mandado repartir entre vosotros? ¿La 2fortuna, el saber, y la gloria no os esperan?

¿Vuestros méritos no son remunerados con profusión o, por lo menos, con justicia?

¿Qué quería, pues, el General Piar para vosotros? ¿No sois iguales, libres, independientes, felices y honrados? ¿Podía Piar procuraros mayores bienes? ¡No, no, no! El sepulcro de la República lo abría Piar con sus propias manos para enterrar en él la vida, los bienes y los honores de la inocencia, del bienestar y de la gloria de los bravos defensores de la libertad de Venezuela; de sus hijos, esposas y madres…".

"…El cielo ha visto con horror a este cruel parricida; el cielo lo entregó a la vindicta de las leyes y el cielo ha permitido que un hombre que ofendiera a la divinidad y al linaje humano no profanase más tiempo la tierra, que no debió sufrirlo un momento después

de su nefando crimen…".

En relación a estas palabras del Libertador Simón Bolívar nos llama la atención cuando manifiesta que el General Piar "pretendió sepultar su patria entre sus ruinas".

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El General en Jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez Yace muerto sobre el suelo sagrado de Angostura en 1.817

Allí podemos notar que cuando hace referencia a su patria. Él se refiere a Venezuela y no a la isla de Curazao, que es el lugar donde los historiadores estúpidos de la ilustración venezolana pretenden darnos como su lar natal. Aquí está de manifiesto, que el General Manuel Carlos Piar es venezolano y guaireño de nacimiento, de eso no puede haber dudas al respecto.

En un previo de las conversaciones sostenidas por estos brillantes educadores venezolanos, ambos de generaciones diferentes y nacidos en espacios geográficos distantes, interviene el oficial de marina mercante León Manuel Morales, hijo primogénito del maestro Santiago Francisco Sánchez Aranguren quién pasó a contar la siguiente historia sobre la vida del General Manuel Piar.

Con el permiso de mi padre, quiero decirte Juvenal; que hace algunos años oí de mi abuelo Adelo Rafael Morales o Manuel Morales, mejor conocido como "El Brujo de Carayaca", quien a su vez descendía de la simiente del Coronel Francisco Tomás Morales, soldado del ejército popular y agrario del Comandante José Tomás Boves.

Mi abuelo Manuel Morales a principios del siglo XX fue llevado como recluta a pagar servicio militar desde su pueblo natal, San Diego de los Altos, en el actual Edo. Miranda con destino al pueblo de Guiria en el Edo. Sucre. En donde sirvió en la hacienda de algunos generales gomecistas por el lapso de 15 años; trayéndose en su fuga al famoso Cruz Crescenso Mejías "Petróleo Cruo" y a su entrañable amigo Ambrosio Taylor.

Mi abuelo por allá en esas tierras orientales oyó estos relatos contados por algunos oficiales del ejército quienes estaban acantonados en ese importante bastión en el oriente del país, he aquí la historia:

Ellos contaban que el 6 de Abril de 1.817, el General Manuel Carlos Piar Gómez le escribió al Libertador Simón Bolívar estas letras:

Al excmo. Sr. Jefe Supremo. Excmo. Señor:

Acabo de llegar á este paso donde he encontrado el ejército pasando ya su novedad. También he recibido oficio del Coronel Chipia fecha de hoy: nada había ocurrido en su cuartel, ni se había observado aun el convoy enemigo.

Estoy activando el paso cuanto es posible y marchare inmediatamente que esté todo de este lado. Repose V.E. en la confianza de que si me da tiempo para reunir las fuerzas en San Félix, la victoria es casi cierta.

Dios guarde á V.E. muchos años. Paso de Caruachi, abril 6 de 1.817- 7º.

Manuel Piar.

Esto nos indica que el General Manuel Piar estaba seguro de la victoria militar que iba a obtener en las sabanas de Chirica, y es por ello, que en el día 7 del mismo mes y año, le remite desde su Cuartel General en San Félix un oficio al General Manuel Cedeño Hernández, donde le manifiesta lo siguiente:

"… En el momento, en el momento mismo que Usía reciba esta, me escogerá entre esa caballería cien hombres de los mejores, y me los enviará volando luego, a reunirse conmigo, bien montados. Por un espía que acabamos de tomar en Puga sé que el enemigo ha cargado toda, toda su fuerza por esta parte, y reclutando bastante caballería, porque no solamente ha recogido cuanto ha podido en las islas, sino que le ha venido alguna del otro lado. Sé que van a atacar por aquí de firme. En esta acción va á estribar la salvación de Guayana y la de toda la República, y es necesario no aventurarla, Esté Usía seguro que por esta parte no hay nada que temer.

Repito a Usía que luego me mande los cien hombres escogidos, y bien montados, y al mando del Comandante Fuenmayor; y si ha llegado el Capitán Fajardo me lo remitirá también.

La acción debe darse dentro de cuatro a cinco días. No quiero aventurarla para que si logro derrotar los enemigos, como lo espero no se escape ninguno. Repito á Usía que por esta parte no hay que temer nada, nada…".

Estas letras nos indican que el General Manuel Piar estaba plenamente convencido de que Guayana sería libre para siempre y para los postreros siglos, ya que las fuerzas del mariscal de campo Miguel de La Torre y Pando, para el 8 de Abril de ese mismo año, estaban apostadas en el pueblo de San Miguel de Unata, en una región cercana al Río Orinoco.

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Mariscal de Campo Miguel de la Torre y Pando

Jefe de las fuerzas españolas en la Batalla de San Félix en 1.817

Juvenal Aguinagalde, en Guayana murió a una edad muy longeva un respetable ciudadano llamado Benedicto Sotillo quien mantenía que el General Manuel Piar en la guerra de la independencia fue el único general del Ejército Libertador que jamás fue vencido en combate alguno por las fuerzas realistas. Él en sus tertulias manifestaba que ese sí era un jefe de verdad.

En verdad aquellos oficiales hacían las mismas muescas que una vez ante ellos hizo ese viejo soldado independentista, y yo voy a escribir sus palabras como en verdad las oí de mis anuános abuelos.

Don Benedicto Sotillo hablaba de esta manera; carajo, valor tenía de sobra el General Manuel Carlos Piar". Él era muy enérgico y si se quiere muy violento de carácter en algunas ocasiones; tampoco toleraba demoras en el cumplimiento de las comisiones de servicio, ya que él mandaba como debe mandarse, porque sabía lo que era ser disciplinado en el mundo militar.

Todos sus oficiales y soldados lo querían mucho. Bueno pues, muchos fueron los que pidieron sus bajas y se fueron del ejército al conocerse su trágica muerte, y otros hasta desertaron.

"…Caraá vale, al General Piar lo conocí muy de cerca. Él era mi ídolo, para ese tiempo yo era muy joven; mejor dicho, un muchacho; pero en esos tiempos de guerra nos hacíamos hombres antes de tiempo…."

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General en Jefe Manuel Carlos Piar y Gómez, dirigiendo la batalla de San Félix, 11/04/1.817

"…Yo primeramente fui su ordenanza y después su ayudante, siempre estuve muy cerca de él y dos veces peleé al lado suyo, en Maturín, lo mismo que en Cumaná en el año 1.814…".

"…Además, yo estuve en la batalla de El Juncal y tuve el altísimo honor de acompañarlo en la campaña de Guayana que emprendimos por órdenes del jefe supremo General Simón Bolívar, para apoderarnos de las Misiones del Caroní….".

"…Caramba, aquellos eran otros tiempos, para nosotros nada significaba una marcha forzada desde Maturín a Cumaná, bien fuera de día y de noche, o bajo lluvia con la ropa mojada y con frío…".

"No podrían ustedes imaginarse nunca lo que era atravesar esas serranías y parajes por Guanaguana, San Antonio, Cumanacoa y casi siempre con los temores en encontrarnos con una de esas avanzadas realistas, a veces siempre le llevábamos algunas ventajas…".

"…Muchachos, sabíamos que la guerra estaba pérdida para España y eso nos dio mucho ánimo para emprender los combates. Jamás pensamos que los españoles podían vencernos, pero también comprendíamos que podíamos encontrar la muerte en cualquier momento o circunstancia…".

¡Qué nos importaba eso?".

"…La alegría que sentíamos después de ganar una batalla era como una borrachera de gloria; amigos, la guerra no es sino para los hombres bregaos, así son las cosas…".

Don Benedicto Sotillo continuando con sus relatos y refrescando nuestras olvidadizas mentes, nos trasladó al pasado bajo estos relatos históricos:

"…No hay noche que no sueñe que estoy en el campamento, cerca de una fogata y al lado de mis viejos compañeros y amigos; a veces oía la diana y el relincho de las bestias siempre prestas para el combate; sin dejarse a un lado el bullicio de nuestros escuadrones de caballería, los cuales siempre estaban prestos para las marchas forzadas…".

Otras veces sueño que me encuentro nuevamente en combate; a veces pareciera que oigo claramente los toques de cornetas, el tropel inconfundible de la caballería, el ruido de los sables y lanzas; y todo a las órdenes de: ¡A la carga, ah!

"Esos episodios y hechos, nunca se podrían olvidar, y menos si estábamos conducidos por el genio militar del General Manuel Piar".

Ah, ¡esa batalla de San Félix!, la que dimos en el bajo de Chirica, esa si fue una batalla que ganamos muy bien ganada, palmo a palmo; eso se dio el 11 de Abril de 1.817.

"…En la tarde de ese día, los godos se toparon con nosotros; ellos nos andaban buscando vale; por supuesto estaban bien armados y apertrechados…".

"…Cónchale, la sabana de Chirica es planita y muy despejada, recuerdo que ni siquiera la mitad de los efectivos del ejército nuestro tenían fusiles; lo que más teníamos eran lanceros, indios, flecheros y una caballería que no pasaba de 500 hombres de a caballo…".

"…Eso sí, había brío y empeño de quitarle a los godos todo lo que nos hacía falta; en verdad no esperamos la orden de ataque, porque fuimos en orden de batalla con la infantería adelante, cayendo sobre ellos cuando ya habían calado bayonetas…".

¡Pero qué vaá!

¡La lanza siempre le lleva ventaja!

¡Y ese tambor nuestro!

"…Pom, pom, pom, pom, pom, porón, porón, porón, tarará, tarará, tá, tá, ta…"

¡Y nosotros, pálante!

"…Caraá, sentíamos que la sabana toda se estremecía bajo los cascos de la caballería, así fue la batalla de San Félix…".

El 11 de abril de ese mismo año, el brigadier Miguel de La Torre y Pando llegó al sitio de San Miguel a eso de la nueve de la mañana, quien a su vez conducía 1.800 soldados, distribuidos de la siguiente forma: el Batallón Ligero de "Cachiri" con 500 hombre, una columna formada por los batallones "Barbastro", "Castilla" y "Vitoria" con 500 soldados más, una

compañía de 50 "Húsares de Fernando VII" y parte de los escuadrones de caballería "Guías del General", "Moitaco" y "San Mateo".

El general Manuel Carlos Piar contaba con 2.200 soldados, distribuidos en las siguientes unidades de combate: 1.800 hombres entre los batallones "Honor", "Barlovento" y "Conquista de Guayana"; entre los cuales había 500 fusileros, 500 indios flecheros y 800 indios lanceros y los escuadrones de caballería "Honor", "Chaviripa" y 400 carabineros.

El brigadier Miguel de la Torre y Pando comenzó los movimientos con la mitad de sus fuerzas de infantería y su derrota fue aplastante.

Allí en ese glorioso campo de Chirica quedaron tendidos 593 muertos del ejército español al mando del brigadier Miguel de la Torre y Pando, dejando 200 heridos y 497 prisioneros.

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Coronel Pedro Manuel Chipía

"El Libertador de Carache y Oriente"

Entre los caídos del ejército realista figuraron los siguientes oficiales:

Don Esteban Díaz, mayor general de la división española; don Silvestre Llorente, comandante de cazadores; don Manuel Carmona, comandante del Batallón "Cachiri"; don Juan Muñoz, jefe accidental del escuadrón de "Húsares"; don José Torrealba, comandante del Escuadrón "San Mateo". Y como prisionero de guerra quedó el coronel Nicolás Ceruti, ex- gobernador de la provincia de Guayana.

Mejor dicho, por nuestra parte en el Ejército Piarista Libertador de la provincia de Guayana cayeron en combate 31 de nuestros más valientes libertadores. Entre ellos estaban:

El bizarro comandante de infantería coronel Pedro Manuel Chipía, comandante del Batallón "Barlovento", conocido como "El Libertador de Carache y Oriente"; siendo luego su cuerpo amortajado con la bandera de su batallón y sepultado en el mismo campo de batalla; teniente coronel José María Landaeta, uno de los comandantes del Batallón "Conquista de Guayana" quién cayó en combate frente a los soldados veteranos del batallón realista "Cachiri", en donde también cayó herido de muerte el comandante Manuel Carmona quién gallarda y heroicamente dirigía el Batallón "Cachiri" en nombre de sus comandantes y del Rey

Fernando VII; capitán José Antonio López; capitán José María Ortega; subteniente Fernando Suárez.

Cabe decir, que entre los 35 heridos del Ejército Libertador de Guayana estuvieron los siguientes oficiales piaristas: Joaquín Moreno, segundo ayudante de Batallón "Honor"; Manuel López, segundo ayudante del Batallón "Chaviripa"; subteniente José Olivares, abanderado del Batallón "Conquista de Guayana".

El brigadier Miguel de la Torre y Pando se retiró del campo de batalla o del honor en las sabanas de Chirica, cerca de Puerto de Tablas en San Félix, con tan sólo 5 oficiales y 100 individuos de tropas.

Carajo vale, el general Piar al día siguiente ascendió a generales de brigada a su compadre el coronel José Antonio Anzoátegui Hernández y al coronel Pedro León Torres. Yo estuve allí y vi tan magnánimo acto; también ascendió al valiente guayanés y angostureño don José Antonio Franco Ribas al grado de teniente coronel del arma de caballería.

En verdad no podemos entender como el mayor Esteban Chalbaud Cardona en su obra jalabolerica dedicada al general José Antonio Anzoátegui en el Día Nacional del Ejército al presidente Isaías Medina Angarita trata de hacer ver que al coronel Nicolás Ceruti fue ajusticiado salvajemente por el general de división Manuel Piar, al concluir las acciones de Chirica o San Félix el 11 de abril de 1.817.

¿Por qué ese difunto miserable oficial del ejército venezolano perteneciente a la godarría mantuana y oligárquica trata de mancillar el honor del general en jefe Manuel Piar?

¿O es qué ese miserable miembro de la godarría merideña y andina aún no ha comprendido el rol que jugaron los miserables de esos tiempos en busca de su propia libertad y redención, al estar al mando del general Piar?

Uno de los cronistas de esa época de apellido Yanes refiere lo siguiente: "…La primera fila se componía de fusileros: la segunda de indios flecheros y la tercera de lanceros."

Coño, nojoda; ese era el pueblo llano del oriente y del sur de Venezuela; no los patiquines maricones de Caracas y del centro del país; ya que los pazguatos de la godarría llanera y de otras regiones andaban cabizbajos sobre la gran proeza que había logrado el general Manuel Piar en la campaña libertadora de Guayana.

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Misiones de El Caroní

Al fin la provincia de Guayana pasaba a ser parte del pueblo venezolano y se cumplía una vez más las máximas de los mártires José María España y Manuel Gual cuando la ejemplarizaron en nuestra primera enseña nacional.

¡Gloria eterna a los libertadores de Guayana!

¡Larga vida al Pensamiento Piarista!

¡Abajo los enemigos y traidores de nuestra patria en todos los tiempos y edades!

Carajo, a la oficialidad española había que pasarla por las armas sin derecho a confesión; y a los venezolanos que integraban ese ejército invasor había que perdonarles sus vidas, y de hecho integrarlos al Ejército Libertador de Guayana; y eso fue lo que hizo el general Piar.

¿Por qué el mayor (Ej.) Esteban Chalbaud Cardona defiende al coronel Ceruti?

¿No será que tan afamado oficial del ejército imperial español es parte de su hidalguía o nobleza?

Maestro Sánchez Aranguren, sobre la batalla de San Félix hay una crónica escrita por el realista capitán Rafael Sevilla, en estos términos:

"…Dirigía la caballería el feroz zambo Piar, los nuestros se pronunciaron en fuga, siguiéndolos la caballería enemiga que mató sin piedad a cuantos alcanzar pudo. Aquello fue un verdadero exterminio. A nadie se dio cuartel…".

Lo cierto del caso fue que el general Manuel Piar en su diario sobre la batalla de Chirica o San Félix, registró que los realistas españoles tuvieron 593 muertos y 600 heridos en el campo de Chirica, 497 prisioneros; muchas piezas de artillería, pólvora y balas; varillas con bayonetas; gorras y cartucheras, sables y machetes; caballos, monturas y equipos.

Lo interesante de este combate, fue que allí participó un joven con tan solo 15 años de edad, su nombre: Pedro Jesús de la Santísima Trinidad Carujo Hernández quién para entonces fue ascendido al grado de alférez en el Ejército Libertador de Guayana.

Dicho personaje con el transcurrir de los años fue el primer director de la Academia Militar de Colombia en Bogotá, participó en el atentado septembrino en contra del Libertador Simón Bolívar, y finalmente estuvo comprometido en la revolución de las reformas en contra del Dr. José María Vargas en1.835.

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Mantuanos y esclavizados de Angostura

Más sin embargo, el poeta don Andrés Eloy Blanco en su "Evocación Indígena", sobre el general Manuel Carlos Piar, dijo lo siguiente:

"…Subiendo hacia San Félix, donde el no enseña los dientes, donde el río enseña, bien

cerrados los dos puños de Piar exprimiendo la hazaña, subiendo hacia San Félix vimos el arco iris que hacía el arco indio sobre su cuerda de aguas…".

Sobre tan magnánima batalla, el historiador don Eduardo Blanco en su obra: "Venezuela Heroica", con buen buril y muy buena prosa nos dice:

"…Tras de la noche pavorosa en que sumida en honda pesadumbre desolada Barcelona, torna a lucir el sol que ha de alumbrar para la patria una de las victorias más brillantes y más transcendentales. La guerra como el mar, tiene olas que sepultan y olas que levantan. Casi al propio tiempo que en las orillas del Neverí sucumben nuestras armas, Piar se cubre de gloria en las riberas del Orinoco…".

Sobre esta gloriosa batalla el argentino don Bartolomé Mitre en una ocasión dijo:

"…Sin San Félix no hubiera habido Ayacucho…".

Y el historiador Aníbal Galindo en una oportunidad en su obra titulada: "Batallas decisivas por la Libertad" expresó lo siguiente:

"… pero no es la victoria en El Juncal el título de Piar al reconocimiento de la América del Sur, es el gran movimiento estratégico de la ocupación de Guayana. Es a ese movimiento, hijo exclusivo de su genio militar al que estratégicamente hablando se debe la independencia de Colombia y Venezuela…".

Sin embargo, el General Piar dicta la siguiente orden general el 12 de Abril de 1.817: Orden General del Ejército.

De orden del General en Jefe, se reconocerán por Generales de Brigada a los Coroneles Pedro León Torres y José Antonio Anzoátegui; y por Coronel efectivo al que lo es graduado, Bartolomé Salóm. Por Comandantes efectivos de los batallones Honor, Barlovento y Guayana, a los Tenientes Coroneles Juan Liendo, Bruno Torres y José María Ponce. Los batallones de Honor y Guayana se denominarán Brigadas, siendo Jefe nato de la de Honor el Mayor General Anzoátegui, y de la de Guayana, el General Torres. El batallón Barlovento formará la guardia del General en Jefe, encargándose del mando de él al Coronel Salóm.

Cuartel general en San Félix, abril 12, de 1.817-7º. Manuel Piar.- Anzoátegui.

El profesor Juvenal Aguinagalde le comentó al maestro Santiago Francisco Sánchez Aranguren que en boca de uno de sus antepasados en el sitio de El Frío, en jurisdicción del pueblo de Tumeremo oyó decir de ellos que en el año 1.818, vino por Guayana un legionario inglés llamado John Robertson, quien sobre los últimos momentos de vida del general Manuel Piar, escribió esto:

"…De la insurrección y Condena de Piar, que fue publicada en todos los periódicos ingleses, no necesito decir nada. Lo único que podría añadir es lo relativo a su muerte. Alrededor de las 4 p.m. del 16 de octubre de 1.817, las tropas armadas formaron en cuadro en la plaza de armas. Un grupo de hombres fue enviado al sitio donde estaba encarcelado en la misma plaza; al poco tiempo salió, cubierto con una especie de capa, sus brazos cruzados sobre el pecho. Caminó con gran firmeza hasta el centro de la plaza rodeada de tropas, donde había una silla para que se sentara. Expresó su deseo de ver a Bolívar, pero esto le fue negado. Le pidieron se sentara mientras alguien se adelantó para colocarle una venda sobre los ojos, pero él no lo permitía advirtiendo que no deseaba tal ceremonia pues no tenía miedo de morir. Pero como insistieron, dijo: "Bien, bien, hagan lo que quieran".

Veinte fusiles le apuntaron cuando se dio orden de disparar, gritó a todo pulmón: "Viva la Patria"

Y cada bala se alojó en su cuerpo. Gritos de Viva la Patria, Viva la República, Viva la Justicia, se oyeron. Poco después su cuerpo fue llevado a una capilla a medio

construir y sepultado privadamente, y así terminó su vida este hombre bravo pero imprudente. Digo imprudente porque si se hubiera enfrentado a las acusaciones, en vez de huir, quizás no habría sido sacrificado; pero huyó, y este solo hecho dio a sus enemigos suficiente razón para que lo juzgaran culpable. Se creía que su muerte provocaría manifestaciones de protesta, y hasta una franca rebelión; pero ocurrió todo lo contrario y todo fue paz, todo fue quietud…".

El Dr. Gonzalo García Bustillos quién era el Ministro de la Secretaria de de la Presidencia de la República de Venezuela, encontrándose el 5 de julio del año 1.980, en la ciudad de Willemstad en la isla de Curazao, Antillas Neerlandesas; en donde actuó como el Orador de Orden en los 169 años de la declaración de nuestra independencia, sobre el general en jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez dijo lo siguiente en una pieza de oratoria denominada: "…Nuestros cielos tienen la misma historia…".

"… y nada diremos del otro. Hijo de la fabula, cuyo mismísimo nombre es un misterio, el simulacro de una certeza. Hablo de Manuel Piar, raza de centella que encandiló hasta la otrora de su parimiento.

Isleño de aquende y allende los mares, bebió en el ocre profundo de la patria, en el escudo de Guayana el licor de su honor y su martirio; el arrebato de esa pasión indómita de El Juncal o de San Félix, en una palabra: el fulgor de la gloria.

A los grandes pueblos corresponde sumar y no restar, en el carro de los héroes. De aquí y de allá, Piar no requiere de mi juicio para empinarse en la historia.

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