francisco herrera velado (el profesor de ingles)
Francisco Herrera Velado nació en Izalco, departamento de Sonsonate, en 1876 y murió en la misma ciudad, en 1966, a los 90 años. Nunca se caso ni dejo descendencia, pese a que siempre tuvo alguna compañera indígena, a quienes admiraba con especial deleite y las consideraba superior a las Ladinas.
Arraigado a su terruño, no sintió jamás la tentación de radicarse en la capital y prefirió vivir en su pequeño pueblo, donde alimento su sensibilidad con la tradición y las costumbres especiales de aquella ciudad.
Se ha dicho que en sus inicios, publico versos modernistas “matizados con esencias románticas”, y que, posteriormente, definió su peculiar manera de tratar las costumbres pasadas y presentes, …ver más…
Suplícoselos por la centésima vez. Usted, señorito Arturo, diga “casa”.
-Casa.
-En inglés, Arturito, déjese de bromas. Diga bouse.
-Aus
-No. Pronuncie bien la jota. Abra y cierre la boca, así, como tapadera de cofre. Pero ¿qué es eso? ¿Quién me ha tirado esta bola de papel mascado? Usted fue, señorito Julio. Se quedará sin piñonata hoy, por travieso. Una pausa. Un suspiro.
-Pero vamos a ver, Julito, si usted contesta bien, será perdonado y tendrá ración doble. Repita la palabra que no pudo decir Arturito
-Jaus
-Muy bien; perfectamente. Ahora diga “mi casa”.
-May jaus
-Otra vez.
-May jaus
-Bien, Julito; es usted bueno, aunque… ¡No, señorito Angel! ¿Por qué hizo esto? ¡Ah, Dios mío!
El señorito Angel, un diablo de diez años, ha fabricado una brocha con la borla de una hamaca. Bonita cosa. Lo malo es que la metió en el tintero y la pasó después sobre la mano del profesor. Quizás creyó que, como la tinta era del color se aquella mano, míster Mercer no iba a notar a mancha…
Así pasó algunos años míster Mercer, dando clases en el puerto de Acajutla, para ganarse la vida. Perra vida, por cierto. Porque sus alumnos, a causa de la pobreza que lo acosaba, o quizá por el color negro de su piel, habíanse puesto de acuerdo para aprender el idioma ingles al uso yanqui ; es decir, tratando al pobre hombre así como tratan a todos los norteamericanos que nacen con luto riguroso en el pellejo.
Hacía mucho tiempo que míster Mercer