Tipos de documentos administrativos
Miguel de Cervantes Saavedra
CIPIÓN: –Berganza amigo, dejemos esta noche el hospital en guarda de la confianza, y retirémonos a esta soledad, y entre estas esteras donde podremos gozar sin ser sentidos desta no vista merced que el cielo en un mismo punto a los dos nos ha hecho.
BERGANZA: –Cipión hermano, óigote hablar y sé que te hablo, y no puedo creerlo, por parecerme que el hablar nosotros pasa de los términos de naturaleza.
CIPIÓN: –Así es la verdad, Berganza, y viene a ser mayor este milagro en que no solamente hablamos, sino en que hablamos con discurso, como si fuéramos capaces de razón, estando tan sin ella que la diferencia que hay del animal bruto al hombre es ser el hombre animal racional y el …ver más…
CIPIÓN: –Ansí es, pero bien confesarás que ni has visto, ni oído decir jamás que haya hablado ningún elefante, perro, caballo o mona. Por donde me doy a entender que este nuestro hablar tan de improviso cae debajo del número de aquellas cosas que llaman portentos, las cuales cuando se muestran y parecen, tiene averiguado la experiencia que alguna calamidad grande amenaza a las gentes.
BERGANZA: –Desa manera no haré yo mucho en tener por señal portentosa lo que oí decir los días pasados a un estudiante pasando por Alcalá de Henares.
CIPIÓN: –¿Qué le oíste decir?
BERGANZA: –Que de cinco mil estudiantes que cursaban aquel año en la universidad, los dos mil oían medicina.
CIPIÓN: –Pues ¿qué vienes a inferir deso?
BERGANZA: –Infiero o que estos dos mil médicos han de tener enfermos que curar (que sería harta plaga y mala ventura), o ellos se han de morir de hambre. Pero sea lo que fuere nosotros hablamos sea portento o no, que lo que el cielo tiene ordenado que suceda, no hay diligencia, ni sabiduría humana que lo pueda prevenir. Y así, no hay para qué ponernos a disputar nosotros cómo o por qué hablamos; mejor será que este buen día, o buena noche, la metamos en nuestra casa, y pues la tenemos tan buena en estas esteras y no sabemos cuánto durará esta nuestra ventura, sepamos aprovecharnos della, y hablemos toda esta noche sin dar lugar al sueño que nos impida este gusto de mí por largos tiempos deseado.
BERGANZA: –Y aun de mí, que desde que tuve