Sentirse bien, estar bien
Cuando la emoción no trabaja adaptando al sujeto a las nuevas condiciones, se producen unas respuestas desadaptativas que se traducen en perjuicios para la salud de la persona. Este es el caso, por ejemplo, de cuando las emociones actúan percibiendo como favorables estímulos no favorables o viceversa, o cuando las acciones a las que lleva la emoción no son adecuadas para el entorno social en el que se manifiestan. El asunto de la salud humana, lejos de ser un problema entendido en su totalidad por la tecnología y los medicamentos de última generación, es una cuestión que necesita ser vista y tratada desde diferentes ángulos, sin perder de vista el objeto sobre el que se estudia. En este caso, el ser humano, como ser dotado de estructuras fisiológicas, emociones, motivaciones e intelecciones. En Occidente, la tendencia ha sido a estudiar al hombre desde una dimensión que ha reinado durante varios siglos: la racionalidad. Esta, junto con la experimentación y el auge de las ciencias, han relegado la dimensión de la emoción del hombre a un punto de oscurantismo. Sin embargo, en las últimas décadas, ha surgido paulatinamente una propuesta de