Segregacion del concreto
Gabriel García Márquez
EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES
PRIMERA EDICION Mayo de 1994
OCTAVA EDICION Febrero de 1995
IMPRESO EN CHILE
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723. 1994, Editorial Sudamericana S.A., Humberto 1531, Buenos Aires
ISBN: 950-07-0928-7
1994, Gabriel García Márquez
Derechos exclusivos para ARGENTINA, CHILE, URUGUAY y PARAGUAY: EDITORIAL SUDAMERICANA S.A., Humberto 1531, Buenos Aires, Argentina. Prohibida su venta en los demás países del área idiomática de la lengua castellana.
Para Carmen Balcells bañada en lágrimas
Parece que los cabellos han de resucitar mucho menos que las otras partes del cuerpo
TOMÁS DE AQUINO
De la integridad de los …ver más…
Extendida en el suelo, la cabellera espléndida medía veintidós metros con once centímetros.
El maestro de obra me explicó sin asombro que el cabello humano crecía un centímetro por mes hasta después de la muerte, y veintidós metros le parecieron un buen promedio para doscientos años. A mí, en cambio, no me pareció tan trivial, porque mi abuela me contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del ¡ mal de rabia por el mordisco de un perro, y era venerada en los pueblos del Caribe por sus muchos milagros. La idea de que esa tumba pudiera ser la suya fue mi noticia de aquel día, y el origen de este libro. Gabriel García Márquez Cartagena de Indias, 1994
UNO
Un perro cenizo con un lucero en la frente irrumpió en los vericuetos del mercado el primer domingo de diciembre, revolcó mesas de fritangas, desbarató tenderetes de indios y toldos de lotería, y de paso mordió a cuatro personas que se le atravesaron en el camino. Tres eran esclavos negros. La otra fue Sierva María de Todos los Ángeles, hija única del marqués de Casalduero, que había ido con una sirvienta mulata a comprar una ristra de cascabeles para la fiesta de sus doce años. Tenían instrucciones de no pasar del Portal de los Mercaderes, pero la criada se aventuró hasta el puente levadizo del arrabal de Getsemaní, atraída por la bulla del puerto negrero, donde