Metazoarios
Ay, compadrito del alma,
¡tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue, yo no le miraba el hueso; como yo me enflaquecía, lo medía con mi cuerpo, se me iba poniendo flaco como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendrá dispuesto; ya lo tendrá colocao como angelito del Cielo.
Desengáñese, comadre, que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba, pintor sin tierra en el pecho, que cuando pintas tus santos no te acuerdas de tu pueblo, que cuando pintas tus Vírgenes pintas angelitos bellos, pero nunca te acordaste de pintar un ángel negro.
Pintor nacido en mi tierra, con el pincel extranjero, pintor que sigues el rumbo de tantos pintores viejos,