La batalla en el cerro de las cruces.
El recuento de los daños Habrá que imaginar las dimensiones de la Batalla del Monte de las Cruces, considerando, sobre todo, lo agreste del terreno, el desgaste físico de los contendientes (tanto insurgentes como realistas) y por supuesto, las bajas. El combate, que había empezado por la mañana, terminó con la victoria insurgente ya casi en el término de ese día. En efecto, alrededor de las cinco de la tarde las tropas independentistas estaban a punto de ganarle a los realistas, ya que un gran número de sus soldados yacían en el suelo muertos o heridos. Dichas bajas representaban una tercera parte del total de ese ejército, al que también ya casi se le había acabado el parque. Por otra parte, los insurgentes lograron arrebatarle a los realistas un cañón con el que causaron varias bajas. Esta situación no pasó desapercibida para Trujillo, quien ante la inminente derrota ordenó desmontar y quemar dos cañones con los que aún presentaba resistencia; después reunió los restos de su tropa y emprendió la huida hacia la Ciudad de México. La retirada se convirtió en una presurosa fuga, ya que algunos insurgentes trataron de darles alcance. Al llegar a Cuajimalpa, la mayoría de los realistas que lograron escapar tomaron distintas direcciones y Trujillo se quedó