Julio Garmendia "La Hoja Que No Había Caído En Su Otoño"
LA HOJA QUE NO HABÍA CAÍDO
EN SU OTOÑO
Esta era una hoja, una hoja que no había caído en el día de su otoño, como todas las otras de la ceiba, y que, finalmente, había venido a quedar íngrima y sola en lo alto de una rama del gran árbol, cuando ya todas las demás, o habían caído, o habían sido llevadas por el viento, o tumbadas por la lluvia, o desprendidas por el frío. Sólo aquella hoja quedaba allá en lo alto, en las desnudas ramas, y ni se desprendía, ni se aflojaba. No se dejaba llevar por ráfagas ni soplos, ni permitía que las lloviznas la ablandaran, ni se dejaba besar por vientecillos, ni tampoco quería caerse al suelo, así nomás, por su propio peso, como cualquiera otra hoja caduca. Apenas si una que otra vez …ver más…
Finas puntas asomaban relucientes en la extremidad de algunas ramas; en otras ramazones, más expuestas al sol, probablemente, ya se apreciaba un cierto tinte sonrosado en los brotes aún más hechos. -¡Oh, pimpollos! ¡Oh, nacientes pimpollos! -exclamó entonces la hoja-; y les rogó que la llevaran hasta el sitio en donde estaban las hojas que habían caído allí en su época. Pero los pimpollos, brillantes y relucientes, húmedos de savia y vida, empezaron a entreabrirse y a reír, al oír aquellas palabras de la anciana. -¿Qué es lo que dice ésa? -preguntábanse unos a otros los retoños-. ¿Que hubo hojas que una vez cayeron? ¿Que hay algo llamado otoño? ¿Que el tiempo nos abate y nos dispersa? ¿Que el viento nos destroza? ¿Que nos tumba la lluvia? ¡Ay, qué sandeces! ¡Ay, qué tonta! ¡Ay, pero qué chocha! ¡Está chiflada! ¡Ja, ja, ja! Y se reían y carcajeaban; y, al reír, entreabríanse más y más, y más aún, y eran cada vez más numerosos brotando y extendiéndose en las ramas de la ceiba, que