Existen de manera incipiente soluciones tajantes como los caracoles zapatistas en el sureste de México que desde 1994 vuelcan sus reglas sociales como prioritarias a costa del aislamiento del resto de la sociedad mexicana y por otra parte políticos de izquierda que con mucha precaución cifran sus fórmulas de gobierno en una recuperación gradual del tejido social.
Ambas fórmulas son mal vistas por la oligarquía capitalista y utiliza todos los medios del poder aún en sus manos por neutralizarlas debido a la contradicción histórica que representa.
Posiblemente la parte más dramática de la contradicción que se vive en torno al tejido social es el papel perverso de escuelas completas de académicos funcionales con el poder que 'sustentan'