Por casi cien años, este curioso problema ha ejercido la imaginación de los escritores de ficción - y de drama, y la paciencia de los aprendido de la historia. Ningún tema es más oscuro y difícil de alcanzar, y ninguno más atractivo para la mente en general. Es una leyenda con el significado de que nadie puede encontrar la llave y sin embargo, en la que todo el mundo cree.
Involuntariamente nos sentimos lástima por la idea de que a largo captivitysurrounded por medidas extraordinarias para muchos, y cuando nos detenemos en la misterio que envolvía a los cautivos, que la piedad no es sólo profundizó, pero una especie de terror se apodera de nosotros. Es muy probable que si el nombre del héroe de esta historia triste de haberse …ver más…

Por otra parte, ¿por qué lo hizo voluntariamente cargar con la obligación de rodear a un preso con tal innumerables precauciones y vigilancia que no duerme así? Él no debe tener temían que a pesar de que todas las paredes detrás de la cual se oculta la terrible misterio que algún día dejar entrar la luz? ¿No fue a través de su todo el reinado de una fuente de ansiedad incesante? Y sin embargo, que respetaba la vida del cautivo que era tan difícil de ocultar, y el descubrimiento de cuya identidad habría sido tan peligroso. Hubiera sido tan fácil de enterrar el secreto en una tumba oscura, y sin embargo, la orden nunca fue dada. Fue esta una expresión de odio, ira, o cualquier otra pasión?
Por supuesto que no, la conclusión a la que debe venir en lo que respecta a la conducta de los el rey es que todas las medidas que tomó contra el detenido se dictadas por motivos puramente políticos, que su conciencia, al tiempo que permite que haga todo lo necesario para guardar el secreto, no le permitió a dar un paso más para poner fin a los días de una desafortunada hombre, que con toda probabilidad, era culpable de ningún crimen.
Rara vez son serviles cortesanos a los enemigos de su amo, de modo que podemos considerar el respeto y la consideración mostrada al hombre de la máscara por el gobernador de Saint-Mars, y el ministro Louvois, como un testimonio, no sólo a su alto rango, sino también a su