“Hegemonía y estrategia socialista: hacia una radicalización de la democracia” ernesto laclau y chantal mouffe (resumen completo)

23851 palabras 96 páginas
ANDRZEJ SAPKOWSKI

La saga de Geralt de Rivia

La espada del destino

Traducción de
José María Faraldo

Las fronteras de lo posible [3]
Esquirlas de hielo [49]
Fuego eterno [74]
Un pequeño sacrificio [104]
La espada del destino [140]
Algo más [178]
Las fronteras de lo posible

I

-No va a salir de ahí, os digo -habló el caracañado, moviendo la cabeza con convicción-. Una hora y cuarto hace que se metió dentro. Se lo han cargao.
Los burgueses, apiñados entre las ruinas, guardaban silencio, la vista clavada en un negro agujero abierto entre los escombros que era la entrada arruinada a un subterráneo. Un gordo vestido con un jubón amarillo pasó el peso de una pierna a la otra, carraspeó, se quitó
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Desde detrás de los hombros, también cubiertos de cota de malla, sobresalían las empuñaduras de sendos sables.
Lenta, muy lentamente, el caracañado dobló la rodilla, dejó el cuchillo en el suelo.
Del agujero en las ruinas surgió el sonido del estruendo de piedra contra piedra, un crujido, y luego unas manos salieron de las tinieblas y se aferraron a los mellados bordes del muro. Después de las manos aparecieron poco a poco una cabeza de blancos cabellos regados con polvo de ladrillos, una cara muy pálida, la empuñadura de una espada que sobresalía por detrás de los hombros. La multitud comenzó a murmurar.
El peloblanco se irguió y sacó del agujero una extraña forma, un raro cuerpecillo que estaba cubierto de polvo mezclado con sangre. Tirando del ser por una larga cola de salamandra, lo arrojó sin decir una palabra a los pies del gordo alcalde. El alcalde dio un salto atrás, se tropezó con un fragmento de muro, miró el torcido pico de pájaro, las alas membranosas, las garras en forma de hoz, las patas cubiertas de escamas. Vio el pescuezo hinchado, que alguna vez fue de color carmín y ahora de un rojo sucio. Vio los ojos hundidos y vidriosos.
-Aquí está el basilisco -dijo el peloblanco, limpiándose el polvo de los pantalones-. Como acordamos. Mis doscientos lintares, si no os importa. Lintares de los buenos, no muy recortados. Los revisaré, os aviso.
El alcalde, con las manos temblorosas, extrajo un saquete. El

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