Gustavo adolfo bequer
La respuesta parece clara, o mejor, resulta claro el interrogante: ¿Puedo conocer con certeza alguna cosa? ¿Hay algún conocimiento que me pueda servir de guía para mi vida?
Aquí es donde entra en juego la importancia del método. Según Descartes si partimos de la evidencia (no admitir como verdadero sino lo evidente), seguimos con el análisis (dividir las cuestiones en las partes necesarias), pasamos a la deducción (conducir ordenadamente los pensamientos, desde lo simple a lo complejo) y acabamos con la enumeración (repasar las cadenas de razones para estar seguro de no haber dado un paso en falso), llegaremos al conocimiento de principios con total claridad y evidencia. Con estos principios hallaremos verdad en las ciencias ya que podremos deducir, a partir de ellos, otras verdades sin dar pasos injustificados en nuestros razonamientos. Descartes expone un método riguroso para una aplicación adecuada de nuestra razón, así como las reglas del mismo. A la hora de aplicarlo parte de la primera evidencia que encuentra en su pensamiento: la duda. Esta duda metódica y no escéptica (falacia de los sentidos, imposibilidad de distinguir vigilia y sueño, hipótesis del genio maligno) nos lleva al hallazgo de una primera verdad indudable: pienso, luego existo. Esta primera verdad es fruto de la intuición, que es la forma privilegiada de conocimiento para Descartes, pues por intuición entiende el