Guion Teatral La Llorona
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Cuenta la leyenda que A principios del siglo xvii existió en el pueblo de Santiago tulyehualco una hermosa mujer de nombre Susana de Leyva y Borja, cuya extraordinaria belleza tenía deslumbrados a todos los jóvenes del pueblo que la cortejaban incesantemente y deseaban correspondencia a su amor.
La dama que pisaba los veinte abriles, era consciente de su singular hermosura y con desdén poco usado descorazonaba a sus admiradores. PAUSA
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Por esos años llegó a estos lugares, proveniente de la capital de la nueva España, Gilberto Hernández y rubio de Martín un joven apuesto y elegante, de rancio abolengo y noble linaje, quien cabalgando un corcel negro de pura sangre, se encontró con Susana …ver más…
Don Gilberto como única respuesta, solamente le daba un beso ala amada y le ponía en sus manos algunas monedas de oro.
Desde su llegada a las afueras del pueblo, Susana conto con la amistad incondicional de Catalina, una joven Mestiza, quien le había brindado su amistad incondicional, sin importarle las habladurías del pueblo.
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Un domingo, cuando Catalina asistía a misa al templo mayor del pueblo, después del evangelio escuchó correr las amonestaciones, en las que el cura con voz serena anunció:
La noble señorita doña marcela Jiménez de Alanís y ballesteros se propone contraer matrimonio con don Gilberto Hernández y rubio caballero
Catalina no creía lo que escuchaba, al mismo tiempo que toda la concurrencia cuchicheaba en coro la burlonamente.
Salió corriendo rápidamente del templo, para llevarle a Susana tan terrible noticia.
Esa noche al llegar Gilberto a su casa, Susana no le reclamó la traición, solamente le pidió que no la abandonara a ella por sus hijos, que siguiera sosteniendo a quienes eran de su sangre.
El hombre iracundo le dijo:
No vuelvas a cruzarte en mi camino, eres indigna de mi linaje… tú eres una mestiza… hija de una india indeseable. Tu padre hizo mal en darte el nombre que no mereces.
Le dio un golpe con la pesada bota, cuando la mujer postrada de rodillas lo abrazaba de las piernas implorándole su protección.
La mujer rodó por el suelo, humillada y herida en lo más profundo de la dignidad humana.
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Dos