Dictaduras latinoamericanas
Llegó sin decir nada, justo en medio de la noche y él la escuchó como a todos esos seres de fantasía que le brindaban visita durante las madrugadas desde hacía muchos años. Llegó a sus sueños y a su mundo real, tal vez a velar durante su travesía nocturna; o bien consciente que está vez lo encontraría en una temporada perpetuada de insomnio y era el momento adecuado para hacerlo. Llegó con todo y ese majestuoso aroma que se apoderaba noche a noche de esa: su enorme y desolada habitación. Llegó triste, melancólica, sola, silenciosa como siempre... y corrió el riesgo por primera vez de rozar suavemente las tibias falanges que se asomaban entre el pliegue de las cobijas, ahí estaba …ver más…
Con costos, siendo muy pequeño, él había escuchado algunas historias sobre hadas y ninfas que le contaba su tío, justamente fue para esa época cuando comenzó a recibir la visita de estos seres mágicos por las noches; valga decir, seres que su psicólogo insistía en describir obstinadamente con un falso sentido racionalista como alucinaciones y paranoia. Él ya había determinado no volver nunca más a una consulta con ese infeliz...
"No es tan fácil, ¿qué hacer?" -se cuestionó- si efectivamente su querida ninfa estaba enferma no podría llamar al doctor Treviño y decirle: "doctor, disculpe que lo llame en la madrugada pero es una emergencia, sé que no me va a creer pero fíjese que la ninfa que me visita desde niño está muy enferma... pero por favor no le diga a su colega, el psicoanalista, porque me va a decir que estoy loco". El caso es que aquello era una situación complicada, definitivamente eso le restaría credibilidad y sería un peligro inminente que alguien más conociera sobre la existencia de su bella amiga.
Ella ardía en fiebre y ardía en pasión, le ofreció agua y ella empapó sus labios con la misma. Ahí, recostada en su cama ella tomó la mano que un instante antes le había ofrecido el vaso con agua Ella lo atrajo hacia su cuerpo sensual, tal vez eso quería, simplemente que estuvieran juntos, recostada en aquel pecho mortal, ella