Deontologismo de Emanuel Kant
Este término proviene del griego déon que significa “lo obligatorio, lo conveniente, lo justo, lo adecuado”. La deontología, por tanto, es aquella disciplina que estudia los deberes. Existen autores que han hablado de “ciencias deontológicas” y de “ciencias ontológicas”. Éstas últimas estudian el ser como es, mientras que las primeras lo estudian cómo debería ser. Un código deontológico es aquel conjunto de reglas de una profesión para regular su práctica. Contiene el conjunto de normas que orientan la buena praxis profesional, tanto en aquello que se refiere a los posibles clientes o usuarios como en lo relativo a la relación con los colegas
FILOSOFIA
Emanuel Kant, un filósofo alemán del siglo XVIII dijo …ver más…
Sin embargo, las acciones hechas por deber se hacen con independencia de su relación con nuestra felicidad o desdicha, y con independencia de la felicidad o desdicha de las personas queridas por nosotros, se hacen porque la conciencia moral nos dicta que deben ser hechas.
La deontología ayuda a la inteligencia, de modo que ésta pueda guiar a la voluntad en busca del bienestar, y lo hace poniendo a su disposición los medios más adecuados. Entiende que la voluntad se somete siempre a la razón, y que la deontología también es una forma de vida que podemos asumir.
La deontología se basa principalmente en el pensamiento de Immanuel Kant. Para quien el juicio moral se basa principalmente en razones que puedan ser generalizadas para casos similares. Así, la moral esta basada en la razón pura y no en la tradición, intuición, conciencia, emoción o compasión. El valor moral de un acto es dependiente de la aceptabilidad moral de la regla en la que este basada, y la obligación moral es dependiente de la regla que determina la voluntad del individuo. Kant define el imperativo categórico como una prueba a la que deben someterse las acciones: “debo actuar en toda ocasión de forma que siempre desee que mi máxima se convierta en regla universal”, y la toma como criterio para determinar la aceptabilidad de las máximas que dirigen los actos.
La segunda norma kantiana dice