Ceramica Azteca
Aparece asimismo en innumerables objetos de uso diario. En las vasijas, en joyas de jade y de oro.
¿Puede hablarse entonces de un arte trágico? Depende de la interpretación. Muchos en la actualidad consideran la muerte como algo horrible, irreparable, y éste es un criterio que dista del que tenían los mexica. Para ellos la existencia del hombre en la tierra se consideraba como etapa de un camino. La vida era perecedera. Indestructible era, en cambio, la energía vital. No se acababa. No desaparecía.
El viaje al otro mundo, largo y pesado, duraba cuatro años. En el camino el muerto tenía que someterse a varias pruebas mágicas: atravesar un río caudaloso, pasar entre dos montañas que se juntaban, resistir a vientos helados cortantes como navajas, entre otras.
Para que pudiera arrostrar todos esos peligros, ponían a su disposición un guía en forma de perro de color leonado (en lugar de un perro de carne y hueso, frecuentemente enterraban con él una figurilla de barro que representaba a este animal), y en la boca le metían una cuenta de jade, que le serviría para rescatarse de las fieras empeñadas en destrozarle el corazón.
Como provisión para el viaje colocaban en la tumba vasijas con comida y bebidas. Lo acompañaban al entierro sus mujeres y sirvientes que eran sacrificados durante la ceremonia funeral o sustituidos por sus efigies modeladas en barro, que se colocaban al lado del difunto en la cámara mortuoria. D o.e