Cómo hacer filosofía
Esto se aplica no sólo a la filosofía, sino a todas las esferas de la vida. Por ejemplo recuerde lo que sucede cuando le han dicho que debía hacer una lectura para la clase y usted llega sin haberla hecho. El profesor dice: “¿Alguien tiene preguntas?” Usted se queda mudo, escondiéndose detrás de un compañero y evitando la mirada del profesor, y si alguien pregunta, usted tampoco entiende la respuesta, porque le falta entender el sentido real del problema. Algo por el estilo pasa con las doctrinas filosóficas cuando no se ha comprendido a qué preguntas se está dando respuesta.
A veces también nos entreveramos en una larga discusión inacabable porque los participantes están contestando a preguntas diferentes. Un ejemplo típico es la discusión acerca de la existencia de Dios. En un caso como ese es necesario detenerse y preguntar: ¿ya tenemos claro qué es lo que estamos preguntando cuando preguntamos si Dios existe? Es necesario saber primero quién es aquél que llamamos Dios para preguntar después: ¿ese ser sobre el que todos estamos de acuerdo en que todos nosotros llamamos Dios, existe? Comprender mejor la pregunta no implica tener de una vez la respuesta, pero sí tener una guía para proceder en la investigación.
El análisis de las preguntas también sirve para descartar algunas preguntas que son muy problemáticas porque llevan consigo suposiciones